Desde inicios de la civilización humana, se ha evidenciado la existencia de relaciones privadas internacionales motivadas por el comercio o el intercambio cultural. Estos intercambios entre pueblos diferentes, con normas o legislaciones distintas, fueron requiriendo que el Derecho evolucionara y emanara ciertas fórmulas específicas que permitieran la resolución de las controversias que pudieran presentarse entre locales y foráneos. No obstante, no es hasta la Edad Media cuando surgen los primeros postulados formales, de lo que hoy se conoce como Derecho Internacional Privado, cuyo objeto de estudio es la solución de conflictos que involucren diferentes sistemas jurídicos y en los que sea necesario establecer cuál de ellos puede conocer sobre el tema y que tipo de Derecho debe ser aplicado en cada caso. Es de señalar, que esta rama del Derecho Privado denominada Derecho Internacional Privado es una disciplina que comprende un conjunto de principios, los cuales servirán para analizar las relaciones jurídicas internacionales privadas a fin de solventar los inconvenientes que en materia de jurisdicción o ley aplicable puedan surgir entre particulares privados, en los que se involucre un elemento extranjero. Para lograr este cometido, el Derecho Internacional Privado se sustenta en una serie de fuentes formales entre las que destaca las leyes, las convenciones y tratados, la jurisprudencia, la doctrina, la práctica y costumbre, así como todos aquellos instrumentos nacionales e internacionales que regulan la relación entre individuos que extienden su actividad fuera de sus fronteras. Sobre la base de los planteamientos anteriores, se puede concluir que el Derecho Internacional Privado es de suma importancia en nuestra sociedad actual globalizada, en la que cada vez son más frecuentes las relaciones jurídicas internacionales de tipo privada en las que se incluyen más de un ordenamiento jurídico, por lo que se hace imperativo un marco jurídico y unas normas establecidas que se adapten a esta nueva realidad social.