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guitarero la fuerza de la vocacion. guitarrera o Manuel Caceres arciso Yepes ha dicho: ‘...He intentado aceptar y desarrollar el don recibido, Creo que Ia respuesta de un hombre es agradecer lo que le es dado y ponerse al servicio de los demés intentando transmitirlo, Soy feliz de poder comunicarme con tantos seres hu- manos a través de un lenguaje que no necesita pa- labras”. Pero a pesar de lo expuesto por el gran ‘guitarrista murciano, é1 también necesité que el distinguido compositor Vicente Asencio le hincara el aguijén en su sensibilidad para que decidiera a aplicar a la guitarra las nuevas técnicas y solicitara de éstas originales modos de expresién. Y es que un taller guitarrero es el sitio id6neo para trabajar estas téenicas, y, al mismo tiempo, podemos decir que es un lugar lleno de Arte, de Historia, de Cultura todo ello con maytisculas-, que est4 imundado de to: Inis FL “Y supo al fin ta misica quién era la guitarra” Miguel Ferndndez ideas por todos aquélos que han trabajado en él, cargando, asimismo, el ambiente de sutiles y mé- zgicas vibraciones con finalidad inequfvoca: el cora- z6n de la guitarra Podemos afirmar que el guitarrero tiene cada dia entre sus manos um instrumento diferente, pero. ala vez, igual que el del dia anterior, y lo que hace es cambiar, mudar el ropaje también, a veces, la esencia~ de la obra de arte ejecutada ya en suefios que es donde el artifice elabora de verdad su tareas el artista, en embeleso onirico, quita y pone, desnu: y sna, embruja y abraza a su sonanta como si su amante fuera, por ello, el guitarrero, ademas de apuntarse en el empirismo de su conocimiento, forja teorfas que son puras sensaciones interiores que luchan por evidenciar una ley de la evolucién siempre presente en el continuo devenir, en el in- 45 46 cesante acontecer de su gubia y su formén. El luthier es un personaje muy especial, tan especial como la personalidad de Manuel Ciceres Pizarro, uno de los escasos representantes de guitarrerfa de las tierras extremefias. Nacido un 22 de octubre de 1947, en Campillos de Llerena, pue- blo laborioso y tranquilo, junto al rio Guadémez, cen cuyas transparentes y cantarinas aguas, recogi- das en la sierta de El Pedroso, pronto bebié sus acompasados sones, tal vez. por ser tierra de artistas dedicados a moldear el barro siempre amasado a golpe de sudor Manuel Caceres no tuvo bastén familiar en qué apoyarse para iniciar su andadura en el arte de Don Antonio de Torres; é1 nunca pudo borrar la aportaciéa ajena ya que nunca la tuvo, pero si supo plasmar con gran inteligencia y aplicacién las lec: ciones que el diario trabajo le presentaba, De nifio, era sumiso y aplicado; su docilidad le granje6 la estima de los que le rodeaban: amigos, compafieros de clase y de su propio maestro, Don José, quien lo Ponia siempre de ejemplo ante los escolares, y también ante el Sr. Inspector en las periédicas vi- sitas al centro, Pero su aficién primordial no era el estudio, no eran los libros sino el jugar con la madera. De camino hacia la escuela, se encontraba la carpinterfa de Nemesio Rubio; alld se detenfa y embelesaba viendo el trabajo del viejo carpintero, contemplando cémo éste daba forma a In madera hasta lograr un gracioso vehiculo que arrastrado Por una borriguilla servia de placentero juguete. Entre leccién y dictado, el lapiz se deslizaba des pistado para dibujar todos y cada uno de los radios de las ruedas de su anhelado cabriolé. Don Nemesio pronto le ofreci6 sus herramientas para que practi- cara con ellas, y esto seria la antesala de su voc. cién, de su complacencia en el tufillo a serrin. Cuenti Manuel trece aos cuando su fa se traslada a Madrid. A los pocos dfas ya le vemos ocupado en la calle Concepcién Jerénima, en el taller de los Ramfrez, pero su primera estancia fue breve ya que su madre lo saca a los pocos meses para colocarle en el n.° 5 de la calle Guillermo Pingarrén, de ayudante de zapatero, donde trabaja sélo dos meses por cierre de negocio; cambia de oficio, y ahora es una droguerfa en la Avenida de la Albufera la que le abre las puertas del trabajo, pero por dos trimestres debido a que su familia ‘opta por enviarle a Francia con su hermano Anto- ni. Su viaje a Cologne ~dice fue una verdadera odisea; le habfan sacado el billete hasta Mauvezin (ciudad situada a unos doce kilémetros de Cologne) Apeado del tren y sin conocimiento del idioma, con sus catotce afios recién cumplidos y sin una peseta en el bolsillo, es capaz de llegar hasta Ia finca donde su hermano trabaja, Su vida en tierras francesas discure monétona por lo que a los ocho meses decide volver a Madrid: camino de Hendaya pierde el pasaporte y es detenido durante dos dias en la frontera, Pronto un miedo aterrador invade sus j6venes huesos como un trallazo; teme perder la pequefia cartera de tela, almacén de todas las privaciones del matrimonio emigrado, que su ct da Je habia colgado cuidadosamente al cuello. De regreso a la Ciuidad de la Cibeles, vemos a Manuel, durante dos meses de botones, en el hotel Amberes, desde donde pasa a una fabrica de hacer muebles para méquinas de coser; veinte dias exactos dura su nueva aventura hasta que se cifie el mandil en una carnicerfa, pero, como el olor de la carne no Io soporta, pronto cambia la cuchilla por el palaustre y la Ilana, Muchos son los oficios tanteados y por ninguno siente especial atraccién, por lo que de de volver nuevamente al n.° 2 de la calle de Con cepcidn Jerénima. Allé es acogido con afabilidad y colocado en el departamento de restauracién, junto a Pedro Manzanero y Ram@h Pefialver, quienes hacen de maestros, pero sin ensefianzas ~afirma~ ya que pasan el tiempo en una pura controversia, En Septiembre de 1964 le trasladan al taller de construccién, sito en el n.° 10 de Ja calle General Margallo, tras presentar a Don José una guitarra en miniatura, En su nuevo aposemto tiene a Paulino Bemnabé como maestro descubridor de los miilti- ples secretos de la guitarra. Cuatro afios de ilusio nes dura este perfodo de aprendizaje que finaliza con su marcha a Melilla para cumplir el servicio militar, Cumplidas sus 56 imaginarias y curados los monumentales mareos en sendas travesfas del es ‘echo, tal vez por ser de tierra adentro, se incorpo- ra de nuevo al taller con el grado de oficial de 1.* Manuel asimila muy bien todas y cada una de las lecciones impartidas por sus compafieros, y. poco a poco, descubre los mil y un secretos de la sonanta. Jornada a jornada, transcurren los doce fecundos afios de permanencia con Ramirez, hasta el afio 1978, fecha en la que decide independizarse. Para ello solicita las vacaciones en mayo, y dirige sus pasos a Casassimarro ~pueblo de gran tradicién itarrera, como informa Domingo Prat en su Dic~ cionario-, en la provincia de Cuenca, para gober nar el taller de Vicente Camillo, fallecido en 1971 Durante todo el mes trabaja y estudia las condicio. nes propuestas por Gabriela Casas, viuda de Carrillo. No Ilegan a un feliz acuerdo, y Manuel Céceres decide dejar el “Pueblo de tas guitarras”, que con ese nombre se conoce en-muchos lugares de Espa fa a Casasimarro, y acomoda sus herramientas en el n 21 de la calle Puerto Barbarin en la madri- lefta barriada de Vallecas. Manuel no tiene difi- cultades en expender su mercanefa ya que durante los tiltimos afios de su estancia en el obrador de Ramirez contacta con diversas casas musicales. También se apoya en su representante Enrique del Rosal, un sevillano asaz entendido en instrumentos de cuerda, quien introduce algunos modelos de la firma Caceres en México y en el conservatorio de Madrid, ademas de su disiribucién a particulares, como Dofla Carmen Romero, esposa de Felipe Gonzalez, actual Presidente del Gobiemo Espafiol Pero, a pesar de todo, pronto deja de utilizar sus servicios, pues antepone la calidad a la cantidad de ‘turacién. Trabaja ya tan s6lo por encargo, aunque admite esporidicos arreglos de instrumen- tos de guitarreros de abolengo: Vicente Arias, San- tos Hernandez, Domingo Estesso, Antonio de To- res, ... para conocer y estudiar su técnica, puesto que ellos -afirma- son el faro al que los actuales guitarreros han de dirigir siempre su mirada, En Julio de 1982, es invitado, junto al japo- rnés Connor, al Concurso Internacional de Guitarra, en la Habana, para dar unas lecciones précticas sobre construccién, y lo mismo hace, en Agosto del mis- mo afio, en Paracho de Verduzco, ciudad notable por su amplia industria de instrumentos musicales, principalmente de guitarra. Esta poblacién mexica: na, siempre muy ligada a Espaita, pertenece al Estado de Michoacén ~tierra dg pescadores~ fun: 47

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