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En primer lugar, la teoría moral de hume se basa en el sentimiento.

Nos dice que los únicos datos


empíricos que el ser humano pude obtener del contacto con la realidad son las sensaciones de
placer y dolor. Cada sensación genera un tipo de pasión. Las que se derivan directamente del
placer y dolor son: deseo, aversión, alegría, tristeza, esperanza y miedo. Las que se derivan
indirectamente son: humildad, orgullo, amor y odio. También, denomina simpatía a la pasión
que nos permite compartir o sentir el dolor ajeno. Para Hume la razón no es capaz de orientar
las acciones, sino las sensaciones de placer y dolor ya que estas despiertan nuestra atracción o
rechazo hacia la acción. La moralidad de la acción (si es buena o mala) encuentra su fundamento
último en el sentimiento de aprobación o desaprobación que genera el placer o el dolor de la
acción. Al sentir placer se le llama virtud y al sentir dolor se le llama vicio (virtud mal). El
sentimiento moral se vuelve universal por medio de la simpatía que nos lleva a construir una
moral comunitaria. Hume defiende una teoría emotiva de la ética que busca la felicidad y cuyo
emotivismo está en el orden de la naturaleza.

En primer lugar, nuestra razón no descubre las distinciones morales (si algo es bueno o malo) ni
en los hechos ni en las ideas, sino las descubren las pasiones. Es así que la razón solo nos dice
como son las cosas (es descriptiva), el ser natural. Lo que no hace es decir como deben ser las
cosas (no son normativas), el deber ser. Nunca hay que partir de frases de “es” para llegar a
frases de “debe” ya que del “es” no podemos deducir el “debemos”. A esto se le llama falacia
naturalista porque intenta pasar del ser (natural) al bien (moral). Esto es producto de un sujeto
cognoscente estático que peca de reduccionista. Aristóteles para responder a esta falacia
expuso que la naturaleza humana está inclinada a hacer el bien y evitar el mal. También, que
nosotros como hombres tenemos un fin que es perfeccionarnos para llegar a la excelencia,
cumplir nuestras metas y llegar a la felicidad (eudaimonia). Esto gracias al dinamismo, aquello
que mueve el ser al deber ser, sus inclinaciones que se descubren a partir de la experiencia de
la propia interioridad. Siendo la vida las formas básicas del bien.

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