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Las sociedades actuales no consideran el Estado como algo natural, sino como el resultado de un
acuerdo o convención entre los seres humanos. El poder no es indiscutible, más bien al contrario:
ha de ser vigilado y controlado y, en caso de exceso en sus funciones, sería perfectamente
legítimo dejar de obedecer. Hoy no hay vasallos, ni siervos, ni mucho menos esclavos, sino
ciudadanos iguales en derechos y deberes. El lugar que cada uno ocupa en la sociedad es (o al
menos debería ser así) el resultado de su propio proyecto y esfuerzo. En fin, las sociedades
actuales son totalmente diferentes a las que describen las teorías naturalistas. Podríamos decir
que son consecuencia de las teorías contractualistas, que comienzan a plantearse a partir de los
comienzos de la Modernidad.
Teorías contractualistas
Elementos
Pensadores
Para las teorías contractualistas, el Estado no tiene un origen natural o divino, sino que es el
resultado de un acuerdo o contrato entre las personas. De esta manera se ponen los fundamentos
de una sociedad en la que la obediencia no es algo natural y necesario, sino que debe entenderse
dentro de ciertos límites: aquellos que resultan del contrato original que da vida al Estado.
Maquiavelo
Hobbes, el conservadurismo
Hobbes
¿Cómo sería la vida del ser humano si no hubiera leyes, ni gobierno, ni sociedad? ¿Si fuéramos
todos totalmente libres y ninguna persona mandara sobre otra? ¿Es posible que alguna vez el ser
humano haya vivido en ese estado natural? Tal hipótesis fue formulada por primera vez por el
filósofo inglés Thomas Hobbes con el propósito de entender mejor la naturaleza del Estado.
Realizó esa tarea en su obra más importante, Leviatan (publicada en 1651), dando lugar a las
teorías contractualistas modernas.
Locke, el liberalismo político
J. Locke
No está de acuerdo Locke con su compatriota Hobbes acerca de las características del estado de
naturaleza humano. En su obra Segundo tratado sobre el gobierno civil (publicada en 1689)
desarrolla un planteamiento similar (Estado de naturaleza > Contrato social > Sociedad civil) en la
forma, pero no en el contenido.
Locke no comparte la visión negativa que Hobbes tiene del ser humano: el hombre no es un ser
malvado, pues, al ser racional, posee por naturaleza una ley moral por la que sabe lo que es justo
y bueno. En el estado de naturaleza el ser humano vivía libre, dueño de sí mismo y de sus
propiedades, poseedor de una ley moral natural por la cual respeta a los demás y es respetado por
ellos... ¿Por qué habría de abandonar el ser humano un estado semejante? Por una parte (por lo
que el ser humano tiene de malo) se hace necesario el contrato para asegurar el disfrute de los
derechos naturales (sobre todo el derecho a la propiedad) amenazados en el estado natural; por
otra (por lo que el ser humano tiene de bueno) será posible confiar en que el ser humano es capaz
de gestionar adecuadamente cierta libertad, por lo que no es necesario un poder absoluto.
Rousseau
Montesquieu
Fue uno de los primeros filósofos ilustrados. Representa el liberalismo aristocrático del
momento. Defiende que la sociedad y el Derecho no tienen su origen en el contrato social (como
sugieren Hobbes, Locke y Rousseau) sino en la naturaleza propia del hombre y las circunstancias
que lo rodean (climáticas y geográficas). Además, según él, cualquier forma de gobierno debe ser
moderada por diferentes contrapesos, siendo fundamental la separación de poderes (ejecutivo,
legislativo y judicial). Esta separación según Montesquieu debe corresponderse con el equilibrio
entre tres fuerzas sociales y políticas: rey, pueblo y aristocracia.
Kant
El pensamiento político de Kant está dominado por los ideales de libertad, igualdad, autonomía
y valoración del individuo, propios de una Ilustración a la que Kant se suma y defiende en sus
escritos políticos, como ¿Qué es la Ilustración? (1784), que ha quedado fuertemente asociado a
los ideales políticos y emancipatorios de la Ilustración. Conocedor ya de la declaración de
Independencia de los Estados Unidos de 1776, y firme defensor de los ideales de la Revolución
Francesa de 1789.
La filosofía política kantiana entronca así con la filosofía política moderna del Estado natural y de
las teorías del contrato. Hay una naturaleza, anterior a la organización política de los seres
humanos, que es la fuente de derechos universales contra los que no se puede legislar, y que
actúan por sí mismos como principios de organización de la vida política, que debería tender a una
República universal. Además de los derechos naturales, el legislador, en función de las
necesidades históricas, podrá desarrollar leyes (el derecho positivo) que correspondan al
desarrollo de la sociedad civil.