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Análisis sobre los principios relativos a la competencia:

Para comenzar iniciaremos definiendo que es la competencia en materia de


organización administrativa, que esta ha sido definida como el conjunto de
facultades, poderes y atribuciones conferidas por el ordenamiento jurídico a los
órganos y entes de la Administración para actuar en sus relaciones con los demás
entes y órganos administrativos y con los particulares. Por otro lado, por imperio
del principio de legalidad, las competencias son de texto expreso y deben estar
contenidas en un texto normativo o, por lo menos derivarse de algunos principios
generales de derecho administrativo es decir, competencias implícitas o
inherentes. De otra parte, las competencias no se establecen en beneficio de una
persona o de un órgano en particular, sino para satisfacer necesidades e intereses
de la colectividad, de ahí que, las competencias sean calificadas como de orden
público, de ejercicio obligatorio e irrenunciable. Así lo menciona el artículo 26 de
La Ley Orgánica de La administración el cual establece que «Toda competencia
otorgada a los órganos y entes de la Administración Pública será de obligatorio
cumplimiento y ejercida bajo las condiciones, límites y procedimientos
establecidos legalmente; será irrenunciable, indelegable, improrrogable y no podrá
ser relajada por convención alguna, salvo los casos expresamente previstos en las
leyes y demás actos normativos». Dado que tanta es la importancia del principio
de competencia, que en dicha norma se sanciona con nulidad «Toda actividad
realizada por un órgano manifiestamente incompetente o usurpada por quien
carece de autoridad pública», la cual se tendrá por inexistente. Por eso es
importante resaltar, que hay situaciones en las cuales la ley no establece con la
precisión requerida de cuál será el órgano competente para resolver determinado
asunto; en otras ocasiones, la práctica administrativa exige cierta flexibilidad para
permitir a los titulares de competencias encomendar a otros funcionarios el
ejercicio de determinar sus atribuciones legales o de ciertas tareas. Tales
situaciones son reguladas por la Ley Orgánica de la Administración Pública. Por
lo que respecta a la distribución de competencias conferidas en forma genérica
se puede decir que es común que una disposición legal o administrativa otorgue
competencias a la Administración sin especificar el órgano o ente que debe
ejercerla; en principio, ello puede generar inconvenientes, ya que no es posible
conocer con certeza el órgano a quien corresponde su ejercicio. Para atender
tales situaciones, la Ley Orgánica de la Administración Pública decreto lo siguiente
«En el caso que una disposición legal o administrativa otorgue una competencia a
la Administración Pública, sin especificar el órgano o ente que debe ejercerla, se
entenderá que corresponde al órgano de la Administración Central con
competencia en razón de la materia. De existir un ente competente en razón de la
materia, le corresponderá a éste el ejercicio de dicha competencia. « En el caso
que una disposición legal o administrativa otorgue una competencia a un órgano o
ente de la Administración Pública sin determinar la unidad administrativa
competente, se entenderá que su ejercicio corresponde a la unidad administrativa
con competencia por razón de la materia y el territorio, del segundo nivel
jerárquico del respectivo órgano o ente». Es decir que en consecuencia, en
aquellos casos en los que la norma no indique el órgano o ente a quien se le ha
atribuido la competencia, se entenderá que ésta corresponde al órgano de la
Administración Central con competencia en razón de la materia y de existir un ente
competente en razón de la materia, le corresponderá a éste su ejercicio. De otra
parte, si se trata de una situación en la que una disposición legal o administrativa
otorga una competencia a un órgano o ente de la Administración sin determinar la
unidad administrativa competente, se entenderá que su ejercicio corresponde a la
unidad administrativa con competencia por razón de la materia y el territorio, del
segundo nivel jerárquico del respectivo órgano o ente. Por otra parte para definir
los mecanismos para la desviación de competencias se puede determinar como el
principio general en materia de competencias públicas es el de obligatoriedad e
irrenunciabilidad de la competencia. Sin embargo, diversas razones como son la
celeridad y eficacia, descongestión de las funciones del órgano superior,
asignación de competencias a órganos especializados permiten justificar el
empleo de mecanismos extraordinarios de modificación o desviación de la
competencia, entre los que destacan las figuras de la descentralización,
desconcentración, delegación, encomienda de gestión y avocación. Y por ultimo
definiremos la solución de conflictos de atribuciones que por su carácter novedoso
destaca la disposición contenida en el artículo 44 de la Ley Orgánica de la
Administración Publica, el cual regula la solución de conflictos de atribuciones.
Dicha norma define que «Cuando el órgano que esté conociendo de un asunto se
considere incompetente deberá remitir las actuaciones al órgano que estime con
competencia en la materia. Si este último órgano se considera a su vez
incompetente, el asunto será resuelto por el órgano superior jerárquico común a
ambos. «Los interesados podrán solicitar a los órganos que estén instruyendo el
procedimiento que declinen el conocimiento del asunto en favor del órgano
competente. Del mismo modo, podrán solicitar a este último que requiera la
declinatoria del órgano que esté conociendo del asunto. Es por ello que dicha
norma, en todo caso, sólo será aplicable cuando los conflictos se susciten. « entre
unidades administrativas integrantes del mismo órgano o ente y con respecto a
asuntos sobre los cuales no haya recaído decisión administrativa definitiva o
finalizado el procedimiento administrativo».

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