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Capítulo 1:

Filosofía. Antecedentes. Pensamiento pre-filosófico

INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA

Temas:

Las características del pensamiento prefilosófico, la constitución del pensar filosófico, la idea general de la filosofía,
los métodos de la filosofía y la metodología de la historia de la filosofía.

1. ANTECEDENTES DE LA FILOSOFÍA

La filosofía es un quehacer esencialmente humano a través del cual se busca explicar y transformar la totalidad. No
obstante, éste no ha sido el único camino empleado por el hombre para realizar tal propósito. Junto a la filosofía y
aún antes de su surgimiento, se han desarrollado formas de pensamiento no filosófico que merecen ser estudiados en
toda su complejidad, tanto por su cercanía al actuar cotidiano de los individuos como por su importancia en las
concepciones sustentadas por éstos dentro de una sociedad determinada.

En este capítulo se presentan los rasgos distintivos de tres formas de pensamiento no filosófico: el mito, la religión y el
sentido común. Se ofrecen también los cambios operados por el pensamiento filosófico frente a la tradicional manera
de pensar mítica.

I. EL PENSAMIENTO PREFILOSÓFICO

Dentro de las distintas actividades humanas, la constitución del pensamiento filosófico no ha ocurrido de una manera
espontánea.

Esto quiere decir, que su gestación se encuentra precedida por otro tipo de explicaciones dadas por el hombre en su
afán de dar respuesta a diversos problemas, preocupaciones, interrogantes, intereses, etc., inherentes a su existencia.

Estas soluciones normalmente han estado en correspondencia con las actitudes (mítica, práctica y otras) que el
hombre ha asumido frente al mundo, y su aceptación o validez ha estado apegada a las circunstancias propias de la
realidad.

El pensamiento prefilosófico posee sus propias características, las cuales lo distinguen del pensamiento filosófico y
científico. En tal sentido, es oportuno hablar separadamente de sus formas, ya sea mítica, religiosa o práctica.

Capítulo 2:

Actitud mítica

1. La actitud mítica

A través del mito, el ser humano ha encontrado respuestas a múltiples inquietudes que sobre sí mismo y sobre el
mundo le han sido planteadas por el solo hecho de vivir. Esto es, ha encontrado en él las verdades que le ayudan a
vivir.

Al mito podemos considerarlo como relato o como sistema de vida. Como relato, puede hablarnos de los orígenes del
universo y del hombre, de la dependencia del hombre de la naturaleza, de las divinidades, de los héroes, etc.

Como sistema de vida, el mito nos lleva a la valorización de los patrones de conducta y las respuestas vivenciales que
por él son determinadas.

El mito tiene una vigencia social: tiene su origen y su sentido en el marco de un grupo humano, que es precisamente
quien determina sus modalidades, su forma.
Los antiguos, vieron siempre al hombre como parte de la sociedad y a ésta como inmersa en la naturaleza;
dependiendo de las fuerzas cósmicas. Para ellos no había oposición entre la naturaleza y el hombre y, por tanto, no
existía la necesidad de aprehenderlos siguiendo modos de conocer diferentes.

Los fenómenos eran concebidos, en general, en relación con la experiencia humana, y ésta a su vez, era referida a los
acontecimientos cósmicos.

En el pensamiento antiguo, la especulación tenía posibilidades ilimitadas para su desarrollo debido a que no tenía las
restricciones que implica una indagación científica de la verdad (metódica) y a que el dominio de la naturaleza no se
distingue del dominio humano.

En la lógica del pensamiento creador de mitos, las ideas no son autónomas, sino que están inmersas en la peculiar
actitud mostrada hacia el mundo de los fenómenos, y en cuanto a esto, hay que aclarar que cuando los investigadores
han presentado testimonios de que el hombre primitivo tenía un modo prelógico de pensar, se refieren,
probablemente, a las prácticas mágicas y religiosas.

Si tratamos de definir la estructura del pensamiento creador de mitos y de compararlo con el pensamiento científico
moderno tenemos que: este último se caracteriza por la distinción entre lo subjetivo y lo objetivo, y es precisamente
en esta distinción sobre la que se basa el procedimiento crítico y analítico por medio del cual el pensamiento
científico reduce progresivamente los fenómenos individuales a acontecimientos típicos sujetos a leyes universales.

En la experiencia primitiva no hay lugar para un análisis crítico semejante, para él carece de significado la distinción
entre el conocimiento subjetivo y el objetivo.

El pensamiento primitivo reconoce naturalmente la relación de causa a efecto, pero le es imposible concebir la
causalidad como una operación impersonal, mecánica y sujeta a leyes.

Los dioses, como personificación de las fuerza naturaleza, satisfacen las necesidades del hombre primitivo de
encontrar causas que le expliquen el mundo de los fenómenos.

Para el pensamiento creador de mitos, la vida del hombre y la función del Estado se encuentran encajadas en la
naturaleza, y los procesos naturales son afectados por los actos del hombre, del mismo modo que la vida humana
depende de su integración armoniosa con la naturaleza.

Para la conciencia mítica la realidad es todavía homogénea e indiferenciada, por tanto, no existe ninguna delimitación
fija entre lo meramente representado y la percepción real, entre deseo y cumplimiento, entre imagen y cosa, entre el
mundo del ser inmediato y el mundo de la significación mediata.

Capítulo 3:

Pensar filosófico. Hacia su constitución

II. HACIA LA CONSTITUCIÓN DEL PENSAR FILOSÓFICO

En el surgimiento de la filosofía no hay causas milagrosas, "no hay -sostiene Vernant- una inmaculada concepción de
la razón. El aparecimiento de la filosofía no es un milagro, es un hecho de historia, enraizado en el pasado,
formándose a partir de él al mismo tiempo que contra él."

No obstante es importante señalar que hay quienes consideran que la aparición del pensamiento racional ha
significado un corte radical en la historia de la humanidad. Más aún hay quienes piensa, como Burnet, que los griegos
inventaron la filosofía por ser un pueblo dotado de una inteligencia excepcional, en tal sentido afirma que "los
filósofos jonios han franqueado la vía que la ciencia, a partir de este momento, no ha tenido más que seguir. Aparece
pues el surgimiento de logos como una especie de milagro".
Indudablemente a nuestro juicio esta interpretación resulta bastante simplista puesto que nada en la historia surge
porque sí. Y es necesario ubicar en su contexto las causas por las cuales el pensamiento mítico se fue debilitando. Esto
significa que debemos rastrear una serie de condicionamientos que favorecieron la aparición del pensamiento
racional.

En primer lugar hay que tomar en cuenta una serie de transformaciones históricas que se produjeron a partir del siglo
VIII a. C., entre ellas "el tránsito de las economías agrarias relativamente cerradas hacia la constitución de importantes
centros urbanos y marítimos comerciales tales como Mileto, ciudad que, en el siglo VI a. de C. se constituyó en uno de
los puntos centrales del comercio internacional de la época, comercio que relacionaba a egipcios, fenicios, etruscos,
jonios, aqueos y carios y que generó una acumulación importante de riquezas en las comunidades griegas; al mismo
tiempo estas ciudades, Éfeso, Samos, Colofón, Mileto, etc. conocían un intenso proceso de democratización,
fenómeno ligado al necesario desplazamiento político que de las antiguas noblezas y reyes de origen agrario
intentaron realizar los armadores y comerciantes ricos griegos. En Atenas, uno de los más importantes núcleos
culturales griegos, la base de la jerarquía social va a estar constituida por la riqueza y no por el nacimiento."

En ese periodo están presentes otros acontecimientos que hacen posible el surgimiento del logos: la aparición de la
moneda, la escritura alfabética, el calendario, la organización política de las ciudades, el mayor progreso técnico, etc.,
pero también el hecho de que en Mileto no existiera una casta sacerdotal poderosa, hizo más expedito el que el saber
se fuese volviendo laico.

Vamos a ver a continuación cuáles fueron los cambios operados por el pensamiento filosófico frente a la tradicional
manera de pensar mítica.

Recordemos que para dicha mentalidad la relación de los hombres con los demás seres vivos era simpatética debido
en gran parte a que el hombre no se consideraba como el ser más perfecto en la escala animal, sino que un miembro
más de la gran sociedad vital. Es por ello que su trato con las cosas estaba teñido de sentimiento y utilidad.

Con la aparición del pensamiento racional, en cambio, se instaura una visión analítica de modo que se contraponen
claramente el yo y las cosas, el hombre toma distancia de ellas, lo cual supone no verlas en su familiaridad como cosas
para o instrumentos a través de los cuales se realizan determinados fines, sino que se contraponen como objetivos,
como entes independientes, poseedores de un ser fijo, lo cual quiere decir que ya las cosas no cambian por el
capricho de seres sobrenaturales, como acontecía en la visión mítica del mundo, motivo por el cual aquellos sólo
podían ser objeto de narración. Al adquirir una naturaleza fija, las cosas podrán llegar a ser objeto de definición, es
decir se objetiviza la naturaleza, se la despeja de la influencia sobrenatural.

Pues bien, conjuntamente con lo cambios operados a nivel del objeto, acaecen también modificaciones en el sujeto;
éste ahora se diferencia radicalmente de los demás seres vivos y advierte que su diferencia específica, su racionalidad,
es la raíz de tal diferenciación.

Precisamente es por medio de dicha facultad por la que se dispone aceptar la nueva manera de ser que descubren en
las cosas.

Entendemos no obstante que el paso del mito al logos, aunque significa toda una revolución en la manera de enfocar
la realidad, la filosofía naciente no puede erradicar sino muy gradualmente algunos vestigios del pensamiento mítico,
el que indudablemente siguió teniendo vigencia en grandes sectores de la población.

De todas maneras es bueno recordar con J. Pierre Vernant que "el nacimiento de la filosofía aparece solidario de dos
grandes transformaciones mentales: un pensamiento positivo, que excluye toda forma sobrenatural y que rechaza la
asimilación implícita establecida por el Mito entre fenómenos físicos y agentes divinos; un pensamiento abstracto que
despoja a la realidad de este poder de mutación que le prestaba el mito."

Capítulo 4:

Idea general de la filosofía. Actividad esencialmente humana


2. IDEA GENERAL DE LA FILOSOFÍA

I. LA FILOSOFÍA COMO ACTIVIDAD ESENCIALMENTE HUMANA

Con persistencia frecuente se oye preguntar a doctos e ignorantes: "¿Qué es la filosofía?" Durante veinticinco siglos
no ha dejado de resonar por un instante la misma pregunta. Desde que los griegos formularon por primera vez, no
hubo época culta o inculta que no se la planteara.

Señalar el sentido que tiene esta pregunta a través de la historia del pensamiento humano implica nada menos que
escribir una historia completa de la filosofía. La respuesta del filósofo no podría expresarse sin enunciar integralmente
el sistema filosófico de cada pensador; tal es la íntima vinculación existente en la problemática filosófica.

Cuando pregunta el hombre de la calle "¿qué es la filosofía?", espera como respuesta: la filosofía es tal cosa. Asigna a
esa pregunta el mismo sentido que a todas las que se formula en la vida diaria.

Cuando se pregunta: ¿qué es París?, se contesta: París es la capital de Francia. Mas con respecto a la filosofía nadie
puede darle una respuesta concreta. Recibe contestaciones vagas; a veces contradictorias. Y antes la imposibilidad de
obtener una respuesta que diga: "La filosofía es tal cosa", el hombre de la calle -que no tiene capacidad para las
cuestiones teóricas y por lo tanto no puede dar otro sentido a la pregunta- se decidirá por cambiar los términos de la
formulación y se interrogará a sí mismo, y a los demás, de esta manera: ¿Para qué sirve la filosofía?

En la mayoría de los casos la respuesta a la pregunta "¿para qué sirve la filosofía?" será negativa: la filosofía no sirve
para nada. Quien se pregunta para qué sirve la filosofía no percibe que esta interpretación sólo tienen sentido si se
considera a la filosofía como un medio para alcanzar un fin. Preguntar para qué sirve una cosa es asignarle a esa cosa
un valor instrumental. A nadie se le ocurriría preguntar para que sirve algo si no considera ese algo como un medio
para alcanzar un fin.

Preguntar para qué sirve algo que es fin en sí mismo no tiene sentido. Tiene, pues, razón el hombre de la calle al
afirmar que la filosofía no sirve para nada, porque por nada puede servir por lo que por su naturaleza no constituye
un medio para lograr un fin.

Claro está que el hombre de la calle -y con él muchas personas aparentemente cultas-no ve esta distinción y se felicita
de no entender nada de algo que no sirve para nada. Aquí se ve en forma concreta cómo dentro de una pregunta se
encierra una respuesta. En el planteamiento del problema: "para qué sirve la filosofía", va implícita la respuesta de
que sirve para tal o cual cosa; es decir, que es un medio para alcanzar un fin que está fuera de ella.

La filosofía no puede ser definida. Definir es reducir a conceptos una realidad determinada. Y la filosofía se resiste a
ser reducida a conceptos; porque la filosofía no es mero conocimiento racional de algo. Es más bien una actitud
espiritual, una manera de ser, una actitud frente al mundo. Por eso, más que de filosofía debemos hablar de filosofar.
El filósofo es tal en tanto filosofa y no en tanto "sabe" en el sentido vulgar de la palabra "saber"; la filosofía se "vive".

Por eso es imposible enseñar filosofía. Puede enseñarse una disciplina formada por proposiciones puramente
racionales: pero no la filosofía, que no es un saber puramente racional y que es por tanto intrasmisible. La filosofía no
se enseña, pero la filosofía sí se aprende.

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