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Reseña 5

Isabella Duarte Salgado

En la presente reseña pretendo exponer los argumentos del filósofo Paul Ricoeur, en su texto
BLABLABLA, para suponer, en su segunda hipótesis de trabajo, que la paradoja finito-
infinito debe darse en el ser humano consigo mismo, más no entre él mismo y otro tipo de
ente ontológicamente distinto a él porque es infinito. El autor buscará la labilidad humana en
la desproporción, y ésta toma lugar en la paradoja finito-infinito, que en principio es
propuesta por Descartes.

Descartes considerará que el ser humano se ubica en medio de la nada y de lo divino,


concibiendo la realidad humana como un lugar ontológicamente distinto al de la voluntad
infinita (Dios). El autor expresará que esta concepción es engañosa porque “incita a tratar al
hombre como objeto cuyo sitio quedaría fijado con relación a otras coordenadas o
realidades más o menos complejas, más o menos inteligentes, más o menos independientes.”
(Ricoeur, AÑO, p. 26). El autor considerará al ser humano, entonces, como intermediario en
sí mismo, pues el hombre, ontológicamente hablando, mediará entre las diferentes
modalidades que expresa su propio ser como infinitas y finitas, por ejemplo, entre el amor y
el deseo.

Considero que este supuesto del autor tiene bases sólidas, pues si considerara la mediación
humana entre realidades ontológicas diferentes a él, tendríamos que, por así decirlo,
extraernos de nuestra realidad ontológica y contemplar las otras, lo cual no es posible. Lo
curioso e interesante de su propuesta es que ubica la infinitud en el mismo ser humano, pues,
aunque algunos la han ubicado en otro tipo de entes, al fin y al cabo, en el ser humano radica
la aspiración y posibilidad de mediar entre lo finito y lo infinito.

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