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Reseña un libro al día

Andrea Barrett: La fiebre negra

Idioma original: inglés


Título original: Ship fever
Año de publicación: 1996
Traducción: Magdalena Palmer
Valoración: Entre recomendable y está bien

Curioso libro este, una compilación de relatos que en 1996 se llevó uno de esos premios
molones que conceden los norteamericanos y que establece como nexo de unión de
todos ellos el protagonismo o, al menos, la referencia a científicos, ya sean reales o
ficticios, dedicados a la biología, desde naturalistas del siglo XVIII a modernos
bioquímicos. También en casi todos hay un protagonismo o importante presencia de
personajes femeninos (suupongo que por estas razones se ha puesto en la cubierta de
la edición española la foto de una científica... sólo que se trata de la física austríaca Lise
Meitner, descubridora de la fisión nuclear y uno de los más escandalosos "olvidos" de
posibles premiadas con el Nobel).

No son los únicos puntos en común de los relatos: todos ellos comparten un tono
melancólico, un cierto desencanto sobre las vicisitudes y los resultados, rara vez en
consonancia con las expectativas, de la existencia humana. Desde la esposa de un
profesor universitario que acaba por despreciar a su marido en La carta de Mendel a la
segunda mujer de un hombre de negocios que no encuentra su lugar ni en su nueva
familia ni en la de origen, de Soroche; del prestigioso científico al que la vejez arrebata
los éxitos que puede haber conseguido en su vida -El discípulo inglés- al joven
naturalista que intuye que nunca triunfará, de Aves sin patas. Tanto los adúlteros a los
que ni siquiera entregarse a una pasión , trastocando la vida de sus respectivas
familias, logra salvar de la insatisfacción en La zona litoral, como las hermanas
Malburg, del relato con ese mismo título, un par de bioquímicas a medio camino entre
el rigor científico y lo inasible de lo arcano, cuyas relaciones familiares resultan
bastante desconcertantes (reconozco que es el cuento que me ha gustado menos...
demasiados ingredientes en la receta para un gusto tan deslavazado), son ejemplos de
una sorda desdicha, más o menos resignada. En realidad, el único cuento que parece
conceder algo de esperanza a sus personajes es Rara Avis, donde unas inglesas, en
pleno siglo XVIII, deciden mandar al diablo las convenciones sociales y dedicarse a lo
que más les gusta, el estudio de la naturaleza, algo en principio vetado para su sexo.

Dejo para el final el último relato, justamente, que da título a todo este volumen y que,
en realidad, se trata casi de una novela corta; en mi opinión, es sin duda el mejor de
todo el libro. La fiebre negra se refiere al tifus, en este caso a la epidemia de tal
enfermedad que tuvo lugar en Canadá en 1847, desencadenada por la afluencia de
miles de paupérrimos inmigrantes irlandeses que huían de la hambruna de la patata.
La historia está contada desde el punto de vista del joven médico que Quebec Lauchlin
Grant y de una de sus pacientes, Nora Kynd y resulta tanto muy lograda en ritmo y
estilo como ajustada en intensidad y sensibilidad, sin adoptar, o poco, en el aire
desasistido que caracteriza a otros de estos relatos. Una pequeña novela que, además,
resulta muy interesante para reflexionar sobre las migraciones y las fronteras, de ahora
y de tiempos pasados; su lectura me parece que sería de lo más conveniente para todos
aquellos progenitores que han decidido seguir con sus hijos la moda antivacunas de los
últimos tiempos.

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