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Cl P. l 6p1!1. Baria de Qu;roga y ~ J. l oma. 5.>lmome. 200..


~ Edic:ione. AJaI. S. A.. 20004.
para lengua Kpañola
Sector Fore<UI. I
28760 T~ Canto.
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MOSTO lES (Madrid)

CXlyrlghled material
Vrbs condito.
11 La fundación
de la ciudad

La pu/¡¡ n O Cs. primunliah"ente, un umJu ntu de casas habimbl~s, sinu un lugar de a)"un w mientu
civil, un "'pacio acotado para funciones pública,. La urbe no eot~ hecha. como la caooña "el
domus. par3 cobijarse de b imempo.'rie Ven~endmr._. sino p~m di scutir sobre b cosa pública.
J. Ortega y Oa.'iS<:t. Ln rebe~6n di' 1m masas. XI V, 6.

1. LA RO MA PREPOUADA
l. El relalO t, ddido n,,1

El rdato sobre la fundación dl'- Roma y el periodo dl' los reyes ~ conti ene en lln~ serie de
aUlOres de finales de la Rcpúblio (C icerón) y época augustC3, de 1C1Sque unos, los que más infor-
mación aportan, son hiSlOrbdores (TIto U vio y Oionisio de HalicamasoJ y otros, poetas cuyos
vcrws pueden ser útiles P" Ta algu nos aspectos concretos (Virgilio, Ovidio). Menor inte rés
tienen fuentes más tardías como Plutarco, que e>cribe en época de Trajano las biogmfías de
Rómulo y Numa Pompilio , o Dion Casio, bajo los Severos, cuya Hisforio.eh Roma se ha con-
strvado muy mal para ~ste periodo, aunque ocasionalmtnte algunos detal1~s que aporta
pueden importamos. Un anónimo del siglo IV d.C., titulado Orig<-'Il de la raza romana (Origo gen-
ro Romanae) recopila di,,~r.;as leyendas sob r~ la Roma anterior a Rómulo, cuyo valor <.:s dudoso,
pues no sabemos hasta qué punto es una pura invención o, por el contra rio, el resultado de la
consulta de los diferentes autort:s que menciona. También anóni mo es el libro de pequeñas bio-
grafías que la transmisión rruUlus.crita atr ibu)'e falsamente a Aure1io Víctor y [irulado Varones
ilustres eh la ciudad eh Roma (lA> «iris iUusrribus Vrbis Ramae). Lugar aparte merece la tradición
erudita, que se nos ha transmitido a través de Marco Tcrencio VarTÓn (11 6-27 a.c.) y dos au-
tores del siglo u d.C. Aulo Celio (Noches ciriars) y Sexto Pomponio Festo, curo mé rito CS[IJVO
en resumi r la obra de un liberto que (ue tutor de los n ietos de Augusto, Marco Verrío R<lCO, titu-
lada Sobre el signi[rroM de !as pak¡bras (De uerborum significan.) . Las infonnaciones de estos lla-
mados amicuaristas resultan cruciales para cualquier intemo de re,:on5truir el entramado insti-
tucional de b Roma monárquica, pero menos relevantes paro el rela ro de los acontecimientos.
Naturohncnte, cada uno de estos au tores no se limit:l a reproducir una tradición m:is o
menos heterogénea sino que imprime un scsgo de(enninado a su obra, que deberemos tener

2S
Jpyrlghled maler;aI
mu~' en cuenta, rues todos ellos tienen su peculiar visión de los orígenC$ de su ciudad. Dio-
nisio de Halicamaso (Gabha, 1991) quiere demostmr que Roma, en su crecimiento y expan-
sión fXJr el Meditemineo, se atuvo siempre al ideal grkgo y a sus principales vinudes; justicia,
piedad religiosa, moderac ión y sobre todo, filantropía. renejada en la generosidad con que
imq.'m a los vencidos y les otorga su ciudadanía. Roma St-'"Cunda !.-"Se ideal no porque 10 haya
aprendido si no, >egún sostie ne Dionisio h3St3 la extenu;lción, porq ue es una ciudad griega
dcsJ" el orige n. Grecia, fXJr ranto, no está sometida a una ciudad Ixlrhara, como denuncia la
propag:mda antirwmana, sino propiameme griega y el domi nio que ésta ejerce >e debe a su
su periori,bd ética. la cual lo justifica y explica. Tm griq,'<l es Roma que Dionisio de HaliGlr-
naso enumem naJa menos que cinco olead a.~ de inmigrantes vellidos de la Hélade. Primero
llegaron los aborígenes, originarios de la Arcadia, que expul&1.ron a quienes poblaban la cos-
ta tirn'na, los sículos -éstos si, bárharos-, forzados a trasladarse a Sicilia. Después vinieron
los pelasgos, procedentes de Tesalia, a los que siguieron los <ltclldios de EV<lm! ro, y en Clwr·
to lugar, muchos en el ejército d" Hércules, que regr"saba tras haber conquis tado lberi¡l,
quisieron quedarse en el Capitolio. Al cruzar el Tíber, un ladrón llamado Caco le robó a
Hércules las vacas que tmía desJ(, Ibe ria, pero el se mid iós lo descubrió, recuperó las vacas
y mató a o.KO. En honur al A1cida, Evandru estableció su culto en un altar al ~ire libre, el
ara maxima. juma 31 foro Boario.
Ll qu inta migración es la más importante. La protagonizan Ene3S y sus compañeros, que
¡¡rribctn ¡¡ Italia tras un penoso viaje huyendo de la destrucción de. TroY¡l, de donde han podi-
d<) salvar kli dioses Penates y el P;lbdio, (esoro preciado pues est:;¡blece la continuidad reli-
giO&l entre Troya y Roma. En Italia, Eneas se encuentra con el rey Latino, un hijo de Hér-
cule~, que .>C h:;¡bía criaJ o con Fauno, rey de los ,lborígenes y le habí:;¡ sucedido en ell"rOnO
(Dionisia de Halicama,;o 1,43). livio señala a este respecto la coexis ten cia de dos tr:.l(licio-
nes cont rad ictorias; seg,ín unos, Eneas derrotó al rey Latino, pero segú n orros, no lleg;lron a
enfT<'nwrsc. Por el procedimiento que fuese, Eneas reunió" su;; seguidores con los :;¡boríge-
lIe,;, le, qLle Ji o orige n" Lln lluevO pu"blo, los btin<J.~ , :;c C;lSÓ con La"in;", la hij", del n;;y, y
fllnd" en su honor la ciuJad de Lavinio (hoy PT:ltica di Mate).
No sabernos en qu<' moml"nto 5{' cOll\'inió a Eneas en fundador de c iudades en Italia,
c')n!radiciendo la prufec ía homéric,!. En efecto, en la IItada. (20, 307 s.), Posidón anuncia
que Eneas reinam sobre troyanos. y lo mismo harán sus hij os y d..,scend ientes. Sin embar-
go, V3rios autores griegos dd siglo v a.c., citados po r Dionisio de Hal icama.,;o, COInO Hclá-
ni co de Lesbos o Dalllastes de Sigcon o el propio Aristóteles algo después, sitlÍan )'3 a Eneas
en ¡¡aJi,I, y le tienen pur l,l fundado r de Roma o de alguna Otro ciudad. Parece que entre los
autores gr iegos Eneas, pese a ser troyano, se integró pronto en el ciclo de los IlOswi, ermn-
les por ell\·led iterr:ineo. En Italia, cltestimanio más antiguo son las eSTa tuillas del siglo tV
halladas en la etrusca Vercs, en las que se representa a Eneas cargando sobre sus hombros
a su padre Anqui,es; en Lwinio, la ciudad que él había fu ndado, un túmulo del siglo Vtl fue
reformado en el siglo tV para tr~nsformarlo, probablemente, en el heroon de Eneas ( Hollo-
war. 1194, pp. 1.39. 140). Es posible que la d ifusión de este personaje gr iego por Italia se vie-
se ayudada fXJr su id..,ntificación con u n~ divinidad indígena, en la que se transform:l Eneas
[t;]S su muert e: l'a¡cr ltulíges (Virgilio Illencionacl a Aeneas Indíge.\ en Eneida 12,794). Des-

pués. el campano Nevio (C. 135-101 a.c.) en su poema épico La g¡.erra Plínica menciona la
est,,"ci;) de Eneas en Ca rt¡lgO y las anim;)ñas de Dido, ante., de la di..'fini tiva lleg<lda del
héroe a It~llia. Ocro poema. obra de Quimo Enn io (139-169 a.c.), t imlado Annales, reco-
gía en hexámelTOS la historia del pueblo romano de.,de Eneas hasta su propia época. f-bSla
que el genio de Virgilio se impuso, los Allnal.es de Ennio l'ran considerados corno la epope-
ya nacional romana por amonomasiJ, c itada o aludida con frecuencia , gracia;; a lo cual con-
servamos un c ierto nümcto de sus versos.
En Nevio)' en Enn io, Rómulo y Remo son nietos de Eneas. JX:ro desde fines del siglo tU
había ido abliéndose p<lSO el conve ncimient o de que tal vínculo era cronológicamente impo-

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sible. El sabio Emtóstenes ha bía establecido la fecha de la cllÍda de Troya en el I 184 a.C y si-
tuado la fundllción de Roma en el 751-750 a.C, que acab:¡r,í imponiéndose como fecha ofi-
cial cuando la (lcepte el enldito V,lITón, con una pcquci'w moJ ific(lóón (753 ;l.C.), en de(ri·
mento de otra, posibles, como la que había dado Tlmeo (8[4 a.C). Pam cubrir este vacío de
más de cuano sig[o.';, hubo qu e invenwrsc una dinastía albana con once o catorce reyes,
según las ver:siOJll'S. As! pues, se decí:. que el hijo de Eneas, Ascanio, tam bién [[am ado Ju[o,
fundó A[ba Longa ~'en elb reinaron él y sus descendie ntes, hasta NumilOr, abuelo de Rómu-
[o y Remo. De este modo ~e asociaba a Eneas con b [e\,end;¡ d{'" 105 ge melos sin graves qu{'"-
bromos cronológicos. b invención albana se ha querido atr ibui r al analista Fabio Pícto r.
(lunque es posible que éste dependiem de una fuente gri eg:' (sq¡ü n P¡marco, Vida de R6mu-
lo 3, 1, de un osc uro historiador griego, Diocles de Peparecío - ¡siglos tV-1II a.C !).
Amuli o desplazó del tron o de Al ba Longa a su hcrm:mo Numitor, que ten ía rnejo r dere-
cho que él a reinar. Para evitar:se problemlls, obligó a la hij a de Numitor, llamll da [lia o bie n
R{'"a Sil viJ, a hac{,"l"Se vestal, con lo que le irnpedía tener hij os, po rque las vestales debían
rnantenerse vírgenes. No consiguió su propósito, sin embargo, pues Rea Silvia se quedó
I:rnba razada, debido a una v i ol ~ c ión según unos o por la intervención mil~grosa del dios
Marte. según otros. Rea Silvi(l recib ió un castigo por su del ito y los gemelos que de e1b
nacil:ron, Róm ulo y Remo, fueron depositados en una cesta y aba ndonados a su suert e sobre
la corri ent{'" del Tibcr. {'" n el sitio marcado {'"n época histó rica por una higu era lbmada
Ru minal (ficu .• Rumina!is;. Se salvaron de una muerte cierta, pues los encomró un a loba que
los arnanmntó cerca de la cue va conocida corno Lupcrca!, en el Pab tin o. Allí los descubrió
un pasror, llamado F{Justulo. ti y su mujer, Laren tia, [os acogie ron corno hij os y los criaron
junto con [os su ~'os propios. Una imerprctac ión racionalista. que recogen tanto Dionisio de
¡-blicarna so co mo Li,'io, sugl:rfa qu e esta L'rentia tal ve: fuese, en realidad, Ull fl prost itu-
ta, de las que los pastores llaman ~ l ob.1.s» y que ahí pudo radicar el origen de la historia.
Ciertamente, el re laro ti ene todas las trazas de un cuento popular, del que conocemos
muchrsimas ver:siones (Edipo, Sargón, Ciro, MOisés): un futuro rey o gobernante, concebi-
do por imervención divina, aba ndonado luego a un:! muenl: seg ura \' salvndo milagrosa-
mentl:, Incluso la iml:rprctación raci onalista de IJ pro.>tiflJt J-loba qut' salva" los gernelos
encuemrJ un eco lejano en la hi eród ula que, en el Poema de Gil)!amesh, rescata a Enkidü de
la vida sal vaje )' lo introoucl: en la civiliz.1 ciÓn.
Rómulo creció y se fabricó una cabaña, juntO al Lupcrc" l, en la pane del Palatino que
mira hacia el Circo Máximo (lIIgurium Romuli: en algunas versiones, sin emba tgo, la caballa
es pos terior J la fundación de Roma) , Después se descubrió la verdadera identidad de los
gemelos, quienes mataron a A mu lio y repusie ron en el Hono a Numitor. Curnplida su mi-
sión, abandonaron A lba umga para fundar una nueva c iudad, en el lugar donde habían sido
expuestos)' criados. Para dec idir cu:il de ellos dos sería el fund ador se dispusil:ron a observar
las señak-s divinas. Remo, dL-sde d Aventino. vio seis buitres, pero Rórnul o, simado en el
Palatino, vio doce. Discutie ron por b int¡:rpretación dd auspicio, porque Remo los h~ bra
visto (lntes, aunque en menor camidad, y Rómulo lo ma ró emonces, aunque segun OHa ver-
sión lo h~r:l después, cuando Remo salt e des:;¡fiantl: por encim:;¡ de [os muros que su herm¡¡-
no estaba kvantando. La fundación dl' la ciudad, en el día de la (¡esta pastoril dI: los ¡'arilla
(21 de abril), siguió el ri to etrusco: con un arado al que h,lbla un cido un(l V<lca y un bue)',
Róm ulo trató un cuadrado en tomo al Palati no, con cuidado de levantar el arado ~ llí don-
de debían ir las puertas de I:;¡ muralla. Es el pom.."'lium o recinto sagrJdo de Roma.
La leyend(l sobre b infancia de Rómul o y Remo la conocí(ln )'a a1gu nos escritores grie-
gos de Sicilia a rn¡:diados del siglo tv. En Roma y Etruria eSI ~ atesriguad:;! desde principios
del siglo 111 a.C, pues en el (lno 296 a.C los ediles Cneo r Quimo Ogulnio, con las multas
impuestas a los usureros, ordenaron fabricar unas estat uas de los niií os fundadores bajO ¡as
ubres de una lob para ponerlas juntO a l:t higuem llamada Rumin:,1 (Livio 10,23,11-12).
Esas estll!uas aparl:Cl:n reproducidas en el reverso de una I:rnisión en plata del 269 a.C, una

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:JpyrightE:J malPrial
de la> primcras en Roma, que tiene en el an-
veP.;O a Hércules (Crawford, 1985, caps. [y
[l). Podríamos remont arnos algo más atrás
en el tiempo, si se adm ite como pnwba un
espejo de autenticidad dir.cutida )' proce-
dencia incierta (fig. 2.1): fue compr:ldo en
Florencia en 1877 y se suele pensar que pro-
viene de Prcneste, aunque se ha sugerido
t3tnbién I3olsena. De se r auténtico, como
cree la mayor parte de los investigadores, se
fecharía hacia el 320-310 a.e. Prescnt:J,
además de a una loba amam3ntando a unos
gemelos, a OtrOS personajes de identifica-
ción difícil que 110 enCuentT3n acolllodo en
13 versión (r:)dicional de la leyenda (el
varón recostado de. la parte superior p,lfece
Mercurio), [;)1 ve: porque el espejo recoja
un:J va riante distinta. Si la magnifi ca esta-
tua del Pahmo dei Conserv:ltori que re-
presenta a umloba (s in los gemelos, que son
un lli'mdioo moderno, del Renacimiento) guar-
da relación con alguna ~-J.riante de la lerenda,
2.1. brei" con un~ loba ,marn"n'~ndo a
Fi~q),"
podríamus retrotraer su aparición hasta el
unM cemch. (¡Róm"lo y Re",o'l. siglu VI , pero por desgmcia no hay dalos que
nos permitan llegar a una conclusión en
ese sentido. En cualquier caso, es probable
'IUC I~ kycnJ" se uri¡;inasc en un medi o indígena. como los demás p~ralc1os '[u,", S<' con O-
cen de eH:I. aunque posiblemente fue despuéS adornad" y modificada con motivos proce·
dent es de mitos griegos como el de Telefo.

RÓmulo. como prime r re)' de Roma, neces.1 riamentc ha de fijar 105 fu nd amentos de su
consti tución. Así, se le :ltribuye la creación de un primer sen3do. compuesto por cien jXllrn
y también la división del pueblo en treinta curias. Además, para refon:ar la nueva colonia,
estableció un ·as ilo ~ para recibir a cualquier emigrante que a él se :lcogiese, en In depre-
sión denominada "entre dos bosques. (inr¿>f duos lueos) y situada entre el C3pitolio y el Arx.
Con 1'510 Roma creció en hombres, pero mín c:lrecfa de mujeres suficientes. El fundndor
recurrió entonces a un ard id: en la (¡esta del dios Consus (Cof\slwlia,. invitó a 105 sabi nos
del re y Tito Tacio 3 asistir a los juegos, ocasión que los rotlwnos aprovechawn para raptar
:1 las mujeres s.1 binas. L:I guerra que siguió acabó en tablas, con la uni(¡c:lción de los sab io
nos y los romanos en una única citlitas y con Tito T3cio y Rómu!o como corregentes. De la
muerte de Rómulo, la tr:)dición daba también dos vers iones: una decía que desapareció
durante una tormenta para convert irse en el dios Quirino; otra a!iCguraba que lo :lsesinamn
los jXllres y despedazaron su cuerpo para que nadie pudiera acusarles dd crimen.
Tras Rómulo reinaron en Roma tres reyes: NUIn:l Pompilio, Tulo Hosrilio y Anc a Mar·
cio. No estaban emparentados e[\[rc sr, aunque algunos autores intentaron crea r una
. dinastía sabina_ haciendo a Numa yerno de Tito Tacio y asimismo abuel o materno de
Anea Marcia. De cualquier modo, es ~eguro que no deben el trono a la herenci3 sino a la
elección. Tr.ls la muerte del monarca se abre un interregno más o menos prolongado (más
de un año en algun3 ocasión): las decurias en que se divide el senado (diez senadores) !iC
van sucediendo en el gobierno~' en su se no cada se nador ocupa el cargo de intl'ITeX durante
cinco días. Su misión primera es buscar el candidato adecuado y cuando lo encuentran. lo

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:JpyrlghtE:J mate-rial
somete n [l ]u 3probación del senado y después a la mt ificaci6n del pueblo reunido en curias,
aun que es te úrtimo pumo puede faltar en aquellos autores menos proclives a rcro noce r ras-
gos democráticos en los mi smos orígenes de Roma. Nu ma Pompilio era sa.bino y según la
tr,¡dici6n a él se le atribuye el primer calendario, donde se fijan las fiesras religiosas, y a él
ramhio:"n se remoman casi todos los sace rd ocios romanos; fhímines, augu res, vcsrak s, po n-
tífic es, feciales y salios. El retr::¡to que nos presentan de él insiste en su religiosidad hast3 el
pumo de decimos que te n ía frec uentes co nversacio nes con una ninfa o diosa llamada Ege-
ria. Parece que en algún momento se le consideró discípulo de Pitágo ras de Sarnos, una aso-
c iación que respondí,1 a los esfuerzos de Ro ma po r co nstrui rse un a historia respetabk a ojos
de los griegos. Por hl m isma ro:ón. a principios del siglo 111 a.c. había una estat ua de Pitá-
goras nada menos que ell Ull extremo del Comicio (Plinio His toria natural 34. 26). Reae-
cio nan contra esw idea Cicerón y livio. qu e la tienen por im posible, pUC5 Pitágorns llegó
a Italia hacia el 580-579 a.c., un siglo después de Numa. Plutarco intenta salva r b tradi-
c ión refiriéndola a Ot TO Pi t<'lgoras. un esp:.lrtano que había vencido en los juegos olímpiCOS
en 716·715 e invocando el presunto o rigen lacedemonio de los sa binos (Vida de NUlna 1,4).
T11IS N Uffi3 sub ió al trono Tulo H os tili o. responsable de la destrucción de A lba Longa. me-
trópolis de Roma. La leyenda co ntaba que la guerra entre am bas no se había di rimido en
campo abierto sino eligiendo cada una a trt:s herm<lnos que se enfrentaron entre si. De los
ues HOT3cios design ados por Roma mu rieron dos, pero el tercero logró acaba r. 111\0 tras
OtrO, con los tres Cu riacios de Alba. L~ c iudad fue destruida poco después, sus ci udadan os.
uasbdados a Roma y sus prin cipales familias (la Julia entre ellas). incorporadas al se nado,
que ganó así cien l\uevos patres. A Anc a Marcio la tradición le atribuye una prolongad a y
victoriosa guerm contra los la ti nos y la (umbc ión de la colonia de Ostia, en la desemboca·
duro del Tíber.

2. Crítica del relalO tradicional

El análisis pa usado y objetivo de la t mdic ión revela su indudable y nítid o ca r:k ter etio-
lógico. S u principal finalidad es la de explica r los nombres de diversos lu ga res y monu-
mentos d .. Roma. enco nt f3 r una ca usa (en griego, aitÚl : d.. ah í, etiológico) que, de acuer-
do con las reglas del pe nsamiento míti co, ha de res idir por fuer~a en algo excepcional
acontecido en el más remo to pasado, en el tiempo primordial, en los orígenes. En su forma
más sencilla. la tradi ción simplemente establece un a relación etimológica entre un topóni -
mo y algli n personaje nomble de la k~·enda: el Janículo, dicen, dCTi v ~ de J~no, rey de los
aborígen ..s y d A\'emino se lbmH así por un n'y homónimo de la dinastía albana enterra-
do allí. En una forma más elabomda. se incorporan ,"arios el .. mcmos que confonnan un
relato amplio. La hiSlOria sobre el nacimiem o d.. Róm ulo y Remo «e xplic a ~ tooa una serie
de lugares del Patn iTlo, como el Lupercal o la -cabafla de RÓm\llo~. o del foro, como la licuo;
Ruminalis. El rapto de las sabinas y la gu .. rra que siguió resultan aun más prod uctivos para
la toponimia dd Capitolio y dd foro. Comienza co n la tf3ición de Tarpeya, que coo iciaba
los brazaletes que los sabinos lucían como adornos y se comp rome tió a fmnquearles el ca mi -
no hasta el aTX. en el Capitol IO. a cambio de que le dIesen _lo que Ikv aba n en su br:no
izquierdo-o Ocupada elllrx, los sabinos le arrojaron sus bro~oletes, pero tam bién sus esc udos
y Tarpeya mu rió aplastada por ellos, do ndo nombre J la roca desde do nde , a partir de e>e
momento, se despeií.aba. precisa mente, a los culpables de tmición. El car.kt.. r etio lógico es
ind ud able: >e explica el lugar deSignado p;lTa la ejecución de la pena por un suceso drmná-
l ico ocurrido en los pri meros mo mentos de- la ci ud ad. En d combate posterior entre roma-
nos (Palatino) y sabinos (del QuiTinal yel Capitolio. ocupado gracias a Tarpeya). cuando
los primeros retroceden ante el empuj e de sus enemigos, Rómulo in voca a Ju pite r SIll10T
( «('! que detiene. ) y frena tlsí ItI retirada de los suyos en el preciso lugar donde luego se alza·
ni el templo d .. Jli pit.. r SUUOT. en la p<l rte oriental del foto (no co nocemos su emplazami .. nt o

" :JpyrightE:J malPrial


ex~ctú: Coardli ("1995, pp. 105·1C6) ha propuesto situ;¡ rlo donde se ;¡h~ el -templo lbm;¡do
de Rómulo», pero I~ cuestión permanece abierta). Y el lams CUTlius, en I;¡ parte occidental.
rl'Cibe su nomhre en recuerdo de un funf~rrón jefe s,"lbino, MetrülS CurritlS, que se hundió en
él junto con su cab;¡llo, dUr:lntc el combate (Dioni$O de Halicarn.."lso 2,42,5·6 y Plutarco, Vida
tk Rómulo 18';). A~í lo cuenta también livio en 1,12·1J';, claro que en 7,6,3·5 da una ver·
sión distint~: ahúr:l se ¡rata de un joven romano, M. C urrim, que se ofre nd~ 11 sí mismo a los
d iOSl.'s manes introduciéndose voluntariamente en h profunda grieta que, de modo milagro-
so, se ha abierto en el foro, para asegurar con su S<lcrificio b eternidad de Roma (362 a.c.) .
Cuando se firmó b ]l:l:, Ins C'1tlVer.;.nciones enHe TOmnnos y s,"lbinos se desarrollnmn en ell u·
gar que, desde entonces, se reservam para la asamblea y cuyo nombre viene a sib'l\ificar _reu_
ni ón_: el Comicio (Dion Cnsio, frag. 5,7). u c3pitnl de los I<"lhinos (Cu ....--s ) sirve paro expliC3r
d nombre con el que los ciudadanos romanos se cknnminaban 11 si mismos (de Cures, QllmlCs)
y b colina .sabin~_ Je Roma (el Q.!irinal). Las mriae que entonces fundó Rómulu reciben
sus nombres por el de la, sa binas r"pwdas (fXJr eso en alguna wrsión las rart:ldas fueron
f>Ólo treintn, es decir. tnntns corno CllTins).
Los histo riaJore.> antigu os, en reiteradas ocasiones, dej~n consrancia de sus dudas e
incluso d~ su incredulidad nm e las tradiciones, a veces fnntlÍsticru; o bien conu mliclOri as,
que ellos recogían. livio, al comienzo de su ¡ibro sexto, apunt3:

Lo que hicicron los romanos, desde b fundación dt la ciudad hasta que fuc tomad a, lo he eXpUt';;'
10 en cinco libros .... suce;;os todos muy 05ClIrOS. por Su misma antigüedad. como <"curre con aquello
que. d"bido n Su Icj:mía. apena;; lle~Jmos" wr, pu~" en primer IUI;3T, por CnUmCe, S(> "mple~ba
poco In eseritum y ,'m una 50b In CllStrxlia fiel de la memoria del p.~I<~do;)' en segundo lugar, por·
que si hnhía algo en los libm, de los pontífice, y en otros eloC rit 05, p.:.blicQS o priv~d05, la may\lI
p~rtC P<',<'Ciá en el incendio d{· la ciudad.

(6,1,I·Z)

li vio cra escé ptico y tenía llnn buena razón que lo respnldabn: el incendio de Roma,
tomada por los ga los en e! 390 a.c. P<lradójicameml" q uienes defknden la fiabilidad de la
tradición hnn pre tendido red1nzat y tener ror inventado ese incendio de! 390 o aminomr
mucho sus consecuencias. Sin embn rgo, Li vio no estabn solo:

No oru tante , un tal C lodio, ''''l Su Comprobaci6n de los tiempos -pues algo Hsí es el título de SIJ libri·
10- SlJStiene que aque llos Jnti¡,'uos ~gistros dt"S.1parecieron en los de;;graciados ;;ucesos ce has de
b cjudncl, y los que "hom S(" conse rvan so n un a falsificación debida a hombrcs condescendientes
con cierta~ l"'ISI)n;,~ que, de "rigen huimilde, pre tende n introouciroc en la\ familias princip<lles y
en las casa., d~ más H\x.Jlen).,'O.
(PIUlareo. Vida de Numa 1, 2. tmJucción de A_I'ék: JiméneZ)

Ese tal Cludio se suele identificar con Q,Jinto Cbudio C undriga rio (que vivió ~ princirios
del siglo 1 a. c.), qu ien, cn coherencia con su escéptic3 opinión, no comenzó SlIS cnnlllies con b
fundoción de Roma si no con b invasión gala d~l 390. Cicerón. por su parte, se ríe de los inge·
nuos que crdon ~ pies juntillns que Numn conversaba con Egeri n y que un águi la le impuso el
gorro a Tarquini" (Sobr~ las leyes 1,6). En alTo lugar, hace refen:nc ia a las falsedadl>:; que se
int rooucbn en los elogios fünebres, al encombr ~ los 3nternsados del muerto: consulndos
inventados, linajes fantásticos, triunfos f<ll!;()S (Brow 62). u lenwción de «mejoT<" · el pas~do
nunca es f:lcil de resistir, pero más allá de estas odulteraciones deliberadas y de bs lX'rd idns pro·
vocadas ror guerras, incendios y b humana desidia, debemos pregu ntamos qué fuente.> tcnbn
a su disposición nuestros infom'lndores, y esto merece, cua ndo menos, pá rrafo il pO tte.
El rrimer nlltor TOm3no del que s,lbemos que compuso nlgunn clase de rclmo histórico
fue Fabio Píctor, quien lo esc ribió en griego dumnte lo segunda guerm plínicn. Muy pocos

JO
r. Jpyr" ghte"J material
fragmenws se nos han conservado de éL Abundan en cambio los wmados de los Orígenes
de Catón el Viejo (234· 148 a.c.), donde se exponían las leyendas sobre los comienzos, no
sólo de Roma sino también de los distintos pueblos y ciudades de Italia. Catón es un cam
aparte, porque 105 restantes autores se engloban dentro del género, muy defin ido, de la his·
türi<l local (Sl'fficjamc al de lo-> llamados atidógrafos), que en Roma se conoce como ana-
líst ica, debido al título de sus obras (Anna!es) y a su rígido esquema co mposith'o: exponen
los acontecimientos ano por ano. $e Cflracteriza también por su interés preferente por lo
ocurrido en la misma ciudad de Roma, por anodino que fuese. Casi todos los analistas eran
senadore>, y muc hos del más alto rango, lo cual e> lógico, porque la historia de una oligar-
qufa sólo puede contan;e _desde dentro,., por quien ~rtl'nece a ella. Después de Fabio Píc·
101' y de L. Oncio Alimento, hubo otros diez analistas que escribieron sus obras entre el 155 y
el 120 a.C. (clm.is impomntede ellos, Lucio Calpurnio Pisón Frugi, fue cónsul en elIJJ a.C.)
y tras un periodo de inactividad, arranrn la SL""gUnda an,11ística, a [Nm ir del 80 a.c.: Quinto
Chllld io Cuadrigario, Licinio Macro. Va1crio Anci ate y Q uimo Elio TubcrÓn.
Muy poco se nos ha cons<:rvado de estos autores, por lo que no ¡xxIemos hacemos una
idea muy dara de cu:il era el conten ido de sus relatos. Se suele emplea r la metáfora del
- reloj de arena~ para indicar que, >-egún parece, eran más detallados y prolijos tanto en lo
referente a los orígenes co mo a lo contemporáneo, pero mucho más escuetos para el perio-
do intennedio. En todo caso,,¡on el eslabón pe rdido, porque ,¡obre ellos se apo~'aron los his-
toriadores como Livio, cuyas obras sí conocemos, pero todos estaba n ya muy alejados de los
hechos que narraban, pues, como qUL.Ja dicho, el más antiguo, Fabio Píctor, vivió a fmO's
del siglo 111, trescientos añ.os después del comienzo de la República. Imporm mucho deter-
minar qué fue ntes pudieron emplear par.J constru ir sus amwks. Los investigadores moder-
nos han propuesto cinco tipos:

- Los annaks maximi. Todos los ailOs, el pontífice máximo exponía en la regia una tabla
blanqu ead:l donde hab ía "norado los acontecimientos d" ese ano; después, el contenido de
la tabla se transcribra en los llamados anna!es maximi. Sobre su con tenido, no estamos bien
inform ados. Una fuente muy tardíd (Se rvio Daniel) dice que all í $e co n~ignaba el nombre
de los cón~llles y dI' otros magistrados y los principales acontecimientos sucedidos en la ciu-
dad de Roma o bien en la guerra. C at ón el Viejo conside raba aburrido su conten ido, nada
relevante, mn sólo los periodos de eSC<lsct en Roma o las veces que hubo un eclipse (f1'3g.
77 Peter" frag. IV.I Chassigllet '"' Aulo Odio 2,28,4-6). No está claro en qué momento
comenzaron a redactarse, pero ", ],robable que las notic ias de la época de los reyO's fueran
una elaboración posterior. Sabemos l<i mbién que la exposición de la tabla blanqueada dejó
de hacen;e con P. Mucio Escévola (¡-.nd(¡cc I"áxi mo en UD-liS a.e.) y que este mism o
Escévola publicó los annab maximi, consiJetab leme nte ampliados, en 80 lib ros, aunque en
opinión de Frier (1999), la edición e, much o más tard ía, ya bajO el emperador Augusto.
Había también otros doc ument os, como una lista de magistr:ldos conocida con el nomnre
de lilm linrd porque estaban escritos :;obre lino -como el calendario litllrgico etru>co de la
momia d(' Z'lgr('b. La li~ta se conservaba en el templo de Jun o Moneta y licinio ¡"bcro
(muerto en 66 a.C.) la utilizó pard sus annalcs, sl'g,in ¡xxlemos ver por IdS rd ....·rellcms uc
Livio (4,7,3-12, cte. ).

- Los historiado res griegos interesados por Occidente no pod ían dejar de advertir b ere·
ciente importancia de Roma. Esto es particubrmeme claro en TImeo de T~uroll1enio
(muerto en 260 ~.c.) y en los autores dedicados a escribir Sikelika (.historias de Sicilia· a
imitación de las . histori as de Orecia_ o HdJ..'11ika), un género mu y antiguo, n~cido a media-
dos del siglo v a.c., que prontO tuvO que tomar partido en el conflicto t"lIrc Rom a y Car-
tago. Filino de Agrigento relató la gue rra por la dominación de Sie il i~ em re c~rtagineses y
rO I1 \<Ull}$ (on un ~csgo JcciJiJarn\'ntc contrario a estos últimos. Es probable que b histo-

JI
C..pYrlghted ma¡p.nal
tiografía romana surgiera, de la mano de Fabio Píctor, precis~,mente con la intención de
rebatir las acusaciones que presentaban a Roma como una ciudad bárbara (Fabio Píctor
escribía en griego, 10 cual puede indicar que no estaba pensando en un público romano).
Otros autOTeS griegos adoptaron esta misma idea, reivindicando una Roma hell'nica, hasta
culminar en la agotadora demostración de Dionisia dr Halicamaso

- Crónicas locales, en pan icular etruscas, a las que alude el emperador Claudia en una
mbla de bronce que se ha conservado (bronce de Lron, Clt XIIl, 1668: traducida infra. p. 38),
pero también algunas escrit as en ciudades griegas de Italia. Varrón, por ejemplo, aludía a las
.hisrorias elruscas~ (Censorino, Sobre el natalicio, 17.6) y las inscripciones de los Spurinna
(elogia Tarq¡únieruia) revelan, en época de Claudia. un conocimiento preciso de las haza ñas
de sus antepasados del siglo IV a.e. En cuanto a la:; ciudades griegas, Dionisia de. Halic3rna-
so introdujo en su H~wria arcaica de Roma una !arga digresión (7,3-6) sobre la vida del !ira·
no Aristodemo de Cumas, en la que lo,; autores modernos han creído descubrir trazas de un3
"crónica cumana». convertida luego, en época helenística, en un relato de las aventuras de
A rislodemo, ti rano de Cuma. para el que se han propuesto diversos autor~, como Hipero-
co, en el siglo IV o Tlmeo en el 111 (AlfOldi, 1965, pp. 56-72). Aunque no tenemos pruebas,
tampoco cabe descartar la existencia de tradiciones de cat1'icter hiSlórico en algunas ciuda-
des !atin:l.S, a imitación de b s et ru>cas o griegas.

- Nuestros informadores afirman en algunas ocasiones haber visto personalmente de-


terminadQ!; "documentQ!; auténticos. del pt·riodo de. IQ!; reyes o bien del siglo V a.C. como
por ejemplo el tratado que firmó el rey Tarquinio el Soberbio con Gabios, escrito sobre un
e~c udo de piel y madera. y comervado en el templo del Quirinal dedicado a Di¡¡$ Fidius, el
di os que en Roma simboli za la [raes . la lealtad que ha de gobernar siempre los pacta; (Dio-
nisio de Halica rnaso 4,58,4; Festo, p. 48 Lindsay). lo cierto es que son muy pocos, apenas
ll eg ,,,, " quin",,, y cn .su inm c n s;. m ayoría ..:: refiercn ,,1 s igl o V ~ .. C. Adc1ll~ s . hay motivo:;
fundada; para creer que no siempre supieron interpretarlos adecuad:unentc teniendo en
cuenla lo arcaico del latín en el que eswhan redacl3dos (cfr. Polibio 3,22,3). Dion isio de
Halkarnaso 0,1,1) parece creer que el cipo del (oro descubierto bajo ellapis niger (véase
infra, p. 43) contenía una enumeración dt·!as hazailas del abuelo del rey Tulo Hostilio,
suruestamente enterr;¡do allí, 10 cual indica que no entendió en modo alguno el dificilísi·
mo texto grabado sobre él.

- La tradición oral, sin duda la m:\:s importunte de todaS, aunque fuente a su vel de nue-
vas incert idumbres. Los historiadores del siglo XtX (>ubre tod o G _ Niebhur) dab:lIl mucho
crédito a las historias de familia que se re petían en los elogios fúnebres y can tos de banquete
(wrmina com¡jlw!ia), donde se relataban las hazaii.as de remotos antepasados. No parece que
e~tOs panegíricos hayan dejado una huella profunda en la tradición .obre la Roma de los
reyes, donde los grandes linajes de la Replíblica ape nas aparecen y en todo caso, no pode-
mos confíflr en que pot este medio se hflya conservado de un modo fiable el pasado más
antiguo de b ciudad. Lo que S<1bcmos sobre la tradición oral nos lo impide. Naturalmente,
es posible que alguna:; familias conservasen ~documcntos. antiguos, pues de forma habi tual
la; magistrados gtlardaban en sus ca~a> lo:¡ e5Critos referentes a su actividad pública. en lugar
de deposi tarlos en un :;¡rchivo. Dionisio de Halicarnaso :;¡(irma haber visto en una casa par·
ti cular tablillas referentes al cen.>O de 393-392 a.e. (1.74,5).

Para concluir, regresemos al punto de r:;¡rtida. Nuestro conocimiento de todas estas tT'''¡-
diciones sobre la Roma de los reyes depende, en lo esencial, de dos historiadores de época
augustea. a los que hoy día ya no ¡xxIernos considerar como mera; transrnisores, simples
copistas sin nada de originalidad: Dionisia de Halicarnaso y TIto livio. Los es(uerws secu·

32
CJ-Pyrighled material
lares de la . investig:lCi ón sobre la.> fuente5 _ (en ale mán Qudlenfarschung), meritorios en
tant os sentid os, pretend ían rem Ontarse en la cadena de transmisión hasta encontrar al
" h istoriador origina r io~, ti unico verd:uleran1('ntc cre~dor. Esto lIevó:l Vffes :l opiniones
excesivamen te radicales, como la de A . Alfóldi (1965, cap. IV), quien echaba la m:lyor par-
te de la culpa sobre los hombros d ... Fa bio Prctor, aut ént ico .hbulador., qu ... falsificó ddi-
beradamente la histori a, en especial :ltriburendo:l la Rom:l primitiva un prl.·do minio sobre
la liga btinll dd que, en opi ni ón de Alf5ldi, ca recía complet::ltnenu.'. La QudlenfoT>chung
partía de un presupuesto erróneo: el de que livio y Dioni sia de Halica maso se limitaron :l
parafrnsea r sus fuentes añadiendo Simples ado rnos relóricos, segun la témica de la am/líifí-
cario. Seglin las versiones más radicales, U vio utilizaba una .fuente única ». a la que se ate-
nía servilmente durante largos pasajes para abandonarla luego por otra y así sucesivamen-
te. La narratología, a partir de Hayden White, ha modificado radicalmen te la perspectiva,
re ivindicando el papel de li vio o Dionisio de Halicarnaso como aUWTC5 de un teX(O (Miles,
1995, Fax, 1996). No preTende desc ubrir una «verdad », llega r a la realidad que SI: esconde
tras el rehno, sino enfrent;:¡TSe a un Texto (que es opaco) y establecer qué concepto de -ver·
(hd · utiliz~ . el cua l siempTl' está cuIturalmente dete rminado. Dionisia de Halicu rnaso
adopta una posic ión crédu la. pues su intención manifiesta es encomi3st ica. El histori:ldor,
sostiene él, sólo debe recoge r hechos o palabT<ls éticamente "3lidos, para inspira r en el lec-
tor el deseo de im itar unos y otras. llevando al extremo cierras ideas tucididc3s sobre 10
inmutable de la naturJl eza humalla, pre-;upone una, cos tumbre, e ins tituciones idénticas o
muy parecid;:¡s a las de su propi;:¡ época. Por esa ra zón, no ti ene repa ro en inclui r una famo-
sa fra.se de Julio César en un di sc urso (4.1 1,6) ni tam¡xx:o en atrihuir a Rómulo una exten-
sa y compleja ~constitución~ (1,7-29) , procedente de un pa nfl eto, probablemente silano
(segü n Gabba, 1960), que pretendía legitimar las reformas del dict:ldof aduciendo t:ln
noble y primige ni o precedcnte . Livio, por el contmrio, m;:¡ ntiene una ac ritud m ucho má,
compleja am e la trJdición, por 10 que no es extraño que los nUf¡n610gos 10 acaben con-
vi rt iendo casi en un colega suyo, atri buyé ndole el mismo escepticismo que e llos defienden.
Li\'io, cienmnentc, no esconde las com rJdi cciones. sino que las presenta ame el lector,
como Imce con las dos vers iones sobre bs relaciones entre Eneas y latino ( 1, 1) o sobre la
muert e de Rento (1 ,7, 1-1 2) o, como vimos, el Lago Cu rcio. Es muy consciente de la fragi-
lidad de los testi moni os sob re los que ha de ;:¡poyar su histo ri3, a menudo inventados como
él sabe muy bie n. En último térm ino, consigna su rebTO no porque lo conside re ;:¡uréntico
si no porqu e existe como wl reluto. Le im porta no tamo el pasado (res geswe) cuant o el
recuerdo que cOn.>ervamos, auténtico o no, sobre ese pusado (memoria rerum ge5J.arumJ . Esa
misma ra.wn es la que nos ha coll venc ido a nosotros de que dcbíamos también incluir en
este libro las leye ndas sobrc b fundac ión de Roma y los primeros reyes: ;:¡unque probable-
mente falsas, son pa rte de su hi storia.

3. Arqueología: Roma y el Lacio

I ~~~ c N"wwn d e jó firme ",en'e ~s"nlado, e" d ~ i!;l() xvn, o.¡uc In dim.,;. í" d~ los rq'~s de
Roma era inverosímil porqu e cro n dcnwsiado pocos, tun sólo siete, paro un periodo de 245
años. L"l objeC ión era de fu ste y movió a los panid;:¡rios de la tradición a sugeri r que la lis-
ta podí3 estar incompleta: tal \"1'; hiten algunos reyes, alegan. Por ot ro lado, sus nombres
(salvo Rómulo ) SUé'nan históricOlS, porque no se asoc ian a topónimos ni a linajes republi-
canos y respetan la estruct ura bimembre que se impuso en el siglo Vlt. Claro que la hislOri-
cid~d de los reyes no necesari ame nte implic<l la de sus acciones. Para eso se ha recurrido a
[a arq ueología que, según se suele decir demasiado a men udo, «confirma, en lo esencial, el
reblO de la tradic iÓn ~.
El consenso en tre los arqueólogos distingue cuatro fases en la evolución de la cultura
bcial desde finales de la edad del Bronce (fig. 1.2).

3l
C..pyrlghled maIP-nal
Bronce f.nal En Roma, los com ienzos dc la cultura lacial
I (protovilanoviano) 1000-900 a.C. (fu;;es I y Ila) los conocemos por un a serie de
tumbas, dC5Cub ienas y eXCilvadas por G . Bo-
Hierro antiguo
11. 900-830 a.e. ni entrl' 1902 y 1911, situadas en cI foro, jun-
(~ilanoviano)
to al templo de Antonino y Fausti na, y que
IIb 830-770 :Le.
"' 770-725 a.e.
ha n dado nombre al lugar conocido como
. sepu lcretu~ (fig. 2.3). De las 41 tumbas,
111
IV, "'
Orientaliunte 725-635 a.e.
IJ son de incineroción, simples pozos en el
sucio donde se depositó un gron recipiente
Orie nta lizante cerámico (do!iwn) con la urna cineroria, que
IVb
reciente 635·580 a.e. en ocmiones t iene forma de cabaña, y un mo-
desto ajuar con restos de alimemo,;, esta tui-
lb s de terracota y objetos cot idian os. Otros
Figuro 1.2. CI"<mo lo¡:io laclal.
24 son de inhu mación: los cuerpos fueron
colocados en ataúdes de madero r es proba-
ble que sean algo más recientes que la.> de incineración porque en sus ajuares, igualmente
modestos, apa rl""Cen por primera ve: algunos va>o:; grÍ<:gü> dl' importación ( Ho ll owa~', 1994,
pp. 27-33). Dc.los restantes yacimientos del Lacio, el mil, importil nte es el de Osleria del !"
Osa (antigua Gab ios) (cfr. Hollowar. 1994, pp. 103·1 \3 l' Smith. 1996, pp. 57-70). En el
sector noroeste de la necrópolis, correspondi enl e ;11 rcriooo lacialll, la rCSlx msable de las
eXCHvation<.:·s, A. M. !3ietti·Scstieri encontró dos gru pos con unJS características muy defi ·
nida;;; en c<lda uno, una;; cuantas rumbas de intinernción de ",lTOnes estaban rodeadas (XIr
ot ra s de inhumación para VHrones, muj eres y niiios. Infirió de los datos quc la >O(;iedHd coe-
tánea a la nec rópolis era relat i\'amenle .. iguJ l itari a» , con dife renci as fundadas sobre la ~d::ld.
el p~s tig io i' el sexo. y tenía como un idad básica h ~h mi1i a ex tensa .. en torno al para {ami-
lim, emhrión de la futuro ,!!etlS (sobre la cual véase 11.2).
Por el tamaño de los enlerrnmienl OS descubiertos en el L:lci,~ y las distancias que los
sepan'n parece que debernus pensar en pequeñas aldeas bastante d ispersas, qtU.' es el tipo de
poblamiento al que, según se. cree, respo!l(k' un conocido texto de Plin io el Vkjo (Historia
Ni.UuraJ. 3,5,68- 70). El natumlista enum era. por orden alfa bético, lo,; trein ta populi AllJen-
ses C]Ul' participaban en lo que luego se com·crtin'í en las fcriae wriruli'. t',[O es, el banquete
s:;¡grado en honor de Jllpiter Latiaris en el monte Alba no (el act ual mon te Cavo), al banos,
esola nos, acc iemes, abobnos, bubetanos, bolanos, cusue tHnos, cnriolanos. fidenares, fore-
tOS, hortenses, latinienses, longulanos, man:;¡tes, macra les (o ma cnales). llIunienSl.'s, nUllli·
ni en:\'-'s, oliculanus, OClulanos. peda no;;, po luse ino;;, querquctuLmos, ;;;canO$, si:<olenscs,
tolerienses. tutienses, vimitelaros, vcliensó, venet ubnos y vi telen,;es. Aibde a cont inua-
ción Plinio: «así, del anti guo Lacio, pt'recieron cincuenta y tres pueblo,; sin dej ar rasuu.,
Muchos nombres de esta lista nos son completHmellle desconocidos. Ot ros l'oJemos redu -
ci rlos a IOpónimos de diversas locali<bdes del Lacio, como Alb" Longa (~ Iba nos), Bola
(boh nos) o Fidenas (fidcnHtes). Lo más llamat ivo es la ausencia de los principales núcleos
del LHcio, como Pre neste, A ricia, LHvinio, o la propia Roma, de la cual se mencionan. a
cambio, algunos lugHres concrer05, como el Celio (1os querquetu!anos) o la Velia (velien-
ses). Esta informac ión de Pli nio nos hace pcmar que en el Laciu había en esta épOCH un
pobla mi enlo disperso, de Hldeas pequeñas. dos de enlre ellas situadas en Otras t,mnh coli-
nas dc Ro ma, qu e ~e rcu nían ocasioll ~l mente en un !;anluar io rc1ig i(\'iO, UIl H image n ljue la
arqueologí:l no contradice.
No conocem os mu chos de esos nombres probablemente (XIrqu e desa parecieron como
consecucncia de las radicales transfürmaciones que experime nt ó el poblmlliento en la fase
siguiente (ll b-ll l J. Tal sucedi ó en Alba Longa , que "io truncada su evolución y no IIcgó a
conslituirse nunca en cilliul.'i sino qu e entró en Jecadenc ia hasta despoblarse casi por com·
picIO. Na,l1! ha)' en el registro arqueológico que permita hacer a Roma respollsable de ese

J4
dloc[¡ve, COlnO qukre la m,dición, con grove quebranto, además, Jo: 1:1 cronologf:l, pues el
supueslO C:lUs.1nte de 1:1 destrucción, Tulo HOSldio, reinó:I principios del siglo VII, cu::mdo
hacía más de cien años que Alba Long:l hahía desaparecido comu enclave habitado. A
fines del siglo VII algunas ~lde~5 como Monte Cugno (l~ ant igua Ficana) o C.'lslc1 di Deci-
rna (¡la antigua Politorillm!) se halbb:ln en claro dedive, y nunC:l Ileg:lron a convertirse
en ciudades. OIr::lS aldeas, cn cambio, se desarrollaron l' expandicron como consccucncia
probable de un incremento demogrMico. As¡ ocurrió en Gabios, Lavinio. SMrico, Tibur \'
las colinas de Roma. En esta fase (llb-III ), en Roma cesan los enterramientos en el foro,
reemplazados por una gran necrópol is de inhumación en el Esqu ilino, con tumbas de (osa
y de cám~m . c<orca JI' $ant" Mari~ M~ggiore, muy mal cunocida porque ,alió a la luz" me-
dida que se iba l'difiCillldo a toda prisa un nuevo barrio entre 1872 y 1884. PUL"Sto que h<lY
claros diferencias enrre eSl:lS tumbas dd E"luilino y las del foro, duraIHe algún tiempo se cre-
yó haber ob!Cnido confirmac ión <lfqueológicn para la dicotomía originaria entre - romanos-
(foro) y sabinos (Esquilino), aunque luego se impuso la idea de la sucesión cronológica CnLrc
amoos necrópolis. Paro esta fase, tenemos indicios de habitación en el Palatino por los fon-
dos de tres cal"'lñas e~cavados en 1949. en d área dd Germal. Tienen un plano rectangular.
con las e;;quin3s redondeadas, y [a más b'rdnde mide 4,80 x 3,40 rn. El suelo está excavado
en la roca, donde se aprecian las huellas de los pilares que servían paro sustentar la techum-
bre. El material más antiguo asociado a ellas se data hacia el 750, y fueron destruid~s a fines
del siglo VI!.
bs reciemes excavac iones de A. Carondini (cfr. 1997, apéndice VI] 1) en la ladera sep-
tentrional del Palatino h:m sacado n la luz unn muralla \' restos de una estnlCtUr::l de madc-
In que su descubridor identifica con la puerta Mugonia. todo ello fechado hacia 725 a.e.
Divers~s leyendas asocian a Rónurlo con el Palatino, pues allr se si tuaba el Lupercal (que
los arque61ogos no han podido localizar) y, en época tardorrep ublic:ma se alzaba una tosca
cabañ~ (elluRllTiwn Rarnllfi. del que ya hemos hablado), venerada como residencia del míti-
co fundador, jumo a la cual puso su casa AuguslO, el nuevo Róm ulo. Tácito (Amuúes 12,24)
nos ha conservado incluso los límites originarios de es.1 primera «ciudad~. Al comentar la
ampliaCión del pomerium que llevó a cabo Claudio, el historiador introduce una digres ión
erudita para indicar los cuatro puntos de referencia marcados por Rómlllo en lOmo al Pa la-
tino (la Roma qlladraw): el ara maxima, el al tar de Canso. las Cllriae ueteTes y la capilla de
los Lares. El carácter etiológico de la leyenda se pone una vez más de manifiesto, pues file
duronte la fies!:) de Cons.o (1,)'; ConSltalill ) CU:lndo los romanos rap taron:l las mujeres sabi-
nas. Se primer /x>merium es el que Carandini sost iene haber descubierto como confirma-
ción de l reblO tmdicional que hace de Ró rnulo el fundador de Roma.
Hay problemas, sin embargo, para aceptarlo as;' porque, como el propio Car:mdini reco-
noc" (1997. p. 517), no se entiende que la regia, es decir. la casa del rey (desde Anco MH-
c.io en adelante) y el santuario de Vesta se sitúen entonces [!<era del /xnneriwn, el cual no
se ampliará hasta Servio Tulio. Una aldea de cab<liias ceñid<l por una muralla no constitu-
re una ciudad, que es una idea juríd ica y política. corno vere mos más adelante. Denominar
" ",.,1 mU~lll a pomeriwn simplemente prejmg~ le. so!"c ión del prohl.'mn y en <,sr" cn<o crc"
algunas dificultades, como acabamos de señalar.
Orros dos textos de un mismo pasaje de Varrón suelen c irarse ahora porque supuesta-
mente pueden ilustramos acerca de esta fase arqueológica. El primero de ellos (Sobre la !en-
gtta kttina 5,48) es un:l :Ilusión a un muro de t ierra en las Carinas, lo zona que une el Opio
con la Ve!i:!. La interpretación tradicional vc en ese muro un ap,gcr arcnico que delimitaba
la ciudad del Pal<ltino, ahora y3 más extendida incluyendo la Velia, frente :1 la cual el Esqui-
lino, corno necrópolis, quedaba fuera. Sin embargo, parece prcferiblc otra lectura (Maní-
nez-Pinna, 1999, p. 139), que asocia ese muro con otro mencionado también por Varrón,
más adelante (5,50), que ceñía lol Esquilino y el Ci~pio, de modo que el hábitM de referen-
cia para cl muro de las Carinas no es Palatino-Velia sino Opio-Faglllal-Esquilino.

J5
CJjlyrighled material
1. Júpiter CapjlOtino
2. Juno Moneta
3. Templo de S. Omobooo
4. Ara Maxima
5. Lupercal
e. Curiae ue/ares
7_ MUfUS /erreus cao"oarum
X. Tumbas
Muralla "serviana"

CAMPUS
MARTlUS

Figum 2.3. Lugarc. ",t'ialaJo. J<: la Roma arcaica .

• Dond~ ahord está Roma, fue designado con el nombre de Septimontium, "Los Siet~
Montes" por tantos mOnteS cuantos desput':s la ciudad abarcó con sus muros ~ . Este es el
segundo texto aludido de Varrón (Lengua latina 5,41, traducción de L A. Hernánde2
Miguel). En la descripción del Septimomium qu~ viene a continuación. nuestro erudito
menciona el Capitolio, el Aventino y, de mooo separado, los santuarios de los argeos, unas
figuras humanas maniatadas, hechas de junco, que los días 16 y 17 de marzo una procesión
iba colocando en sus veintisiete santuarios, donde perm:mecí:m depositadas hasta el 15 de
mayo, cuando las recogían y arrOjaban al Tíber desde el puente Sublicio. Estos santuarios
se distribuyen por las cuatro partes de la ciudad, a saber: Suhurana (el Celio, las Carinas, la
Subura), Esquilina, Colina (QuiTinal, Viminal) y Palatina. Si Varrón pretendía enllmemr
los Seprimonrium y no simplemente las capillas de los argeos, lo cual dista de estar claro,

l6
entonces su lista ticne seis nombres, no sictc. La otra que tenemos, la que da Antiscio La·
beón (en Festo p. 476 Lj, contiene ocho: Palatino, Velia, Fagucal, Subura, Gennal, Opio,
Cdio y Cispio. N or malmenle, r.c suele preferir csta líhim~ cnumer~ción porque en ella no
apa recen ni el Capitolio ni el Quirinal, es deci r, la p:me .sabina~ de Rom~ e incluso se h~
querido explicar la discordancia numér ica aduciendo que Seprimomium no procede de sep-
t<'711 (sil'te) sino de .Iocptum monrit< m, esto es, el ~cercado de los momes_, unidos, icómo no!,
por una murdlb.
En conclusión, los imcntos denodados por hacer coincidir cienos pasajes de la tmdi-
ción, erud ita o histórica, cuya cronología, por lo demás, desconocemos, con los restos
arqueológicos no han dado los resultados apetecidos. Sólo puede decirse que nada, ni en la
tradición ni en el registro arqueológico, autoriza a pensar que Roma fuese una dI/itas antes
del periodo orientalizante. En las colinas, se han descubierto aldea.> parc i ~lmenle delimi ta -
das por muros ~' también necrópolis, y ciertas referencias a ri tos lITca icos, corn o e l s.,pti-
mo!\tiwn o los argeos, pueden querer decir que existían lazos religiosos que , irvieron pam,
en c ierta forma, aglutinélr a algunas de ellas. Lazos, en cualquier caso, muy déb iles, 5egún
parecen indicar las excavaciones más recientes, que inciden, precisamente, en la dispersión
del poblamiento más antiguo en bs colinas de Roma.

11. EL SIGLO VI. LA FUNDAC iÓ N DE LA CIUDAD

l. Tres re ~·es : L Tarquinio, Sen'io Tulio y Ta rqui nio el Soberbio

El relato analístico sobre los tres últimos reyes de Roma, que ocupan todo el siglo VI,
arranca con un personaje griego, Demarato de Corinto, miembro de la ilustre familia de los
Baquíadas, que se vio fonado a em igrar cuando en su c iudad se impuso la t iranía de Ci~­
lo (657 a.c.). Demarato se había hecho rico comerciando con Etruri~, de modo que se tras-
bdó allí y les puso a sus dos hijos nombres etruscos: Arrume y LucumÓn. Al mori r Dema-
ra to y Arrunte, Lucumón intcntó hacersc un lugar en Tarq uinia, la ciudad ..·n la que se
h:;¡bían establecido y donde él se había casado con una mujer etrusca, Tan::tqu il. Como no
lo consiguió, se trasladó;l Roma con su f:un ilia y muJó su nombre etrU5CO por OtrO latino,
que indic<lba su procedencia: Lucio Tarquinio. En Roma , le sonrió la fortuna . Anco Mar-
cio lo acogió y lo apoyó y a su muerte, el pueblo 10 nombró rey. Determinados hechos de
su reinado se repiten. en el relato analÍ!;tico, referidos al segundo de los Tarquinios; ambos,
por eje mplo, tomaron pane en la construcción del Capitolio}' de la cloaca máXÍlna. Estos
dobl etes han hecho dudar a algunos autores modernos de la existend~1 de dos Tarquinios.
Suponen que pudo haber uno solo, desdoblado luego con el fin de incrc-mentar la lista de
reyes y colma r el lapso de 245 años entre la fundación de Roma y b ex pulsió n de los reyes
(7 gcneraciones de 35 años son 245 años, justos y cabales).
La historia de Servio TuBo es mucho más compleja. Según Tito Lívio, su mildre, Ck re·
sia. era la esposa del rríncipe de Cornículo. en cl LIcio, pero h~ bí,., sido 1! evad~ ~I Roma
corno cautiva cuando cayó su ciudad. De acuerdo con esta versión . Servio Tulio naci ó
esclavo (de ahí su nombre, pues ,mms en latín significa esclavo), peto hijo de re ~'es. Se crió
en casa de Tarquinio y supo conciliarse la si mpat ía de su mujer, Tanaquil, quien lo respal-
dó en el momell\O decisivo, ocultando por un ~ i empo la muerte de Tarquinio paro;! que Ser-
vio Tulio actuase como re~' sin serlo aú n. Cu;:mdo se descubrió la verdad, el senado yel puc-
blo prestaron su tardía ratificación al nombram iento del nuevo rey.
Una tabla de bronce hallada en Lyon, que contiene un discurso del emperador Claudio
en el senado (C1L XI!!, 1668 • ILS Z1Z • FlRA 1, 43), ne.; ha conservado un recuerdo muy
dis tinto sobrc los orígcncs de Servio Tulio. El emperador deficnde el aca..'SO al se nado de los
notables de los municipios y colonias de la Ga lia, invocando para ello la ancestral tradición

37
romana de aCt'rtaci.in del extranjero. Pone los ejemplos de NUl1u, que ew ,abino, y de Tar-
quin io. hijo de un corimio, y venido a Roma desde Tuquinia. Y añade (col. 1. Hn. 16-24).
Emle éllTarqlünio] y Su hijo, o bien Sll lIIelO, PUCS sobre C81e punto disc repJn lo~ autores, se
inscrw Se rvin TlIlio, ([lIien, si *gu,m el>" los nues,ros (5 los alltores romanos!. n"ci(, de una C3 U'
m 'a U"m"dd Ocresi", f'<'''' si a,~nJrmos" los euu,;co>, fu~ c'I m:ts fid seguidor (soda!;,;) de O lio
V,l>cnn", compañero de 100"5 ,,1';andan"", y. dcbid" " un ca mbio de (ortuna, abandonó Etmria
con 105 reSIOS tld qétciw eclia no, oc upó el monl ... C... lio y lo denominó "sí por su jefe (dux), e~ ln·
biándosc él el "" Inhre, pues el ~\ly" en c,ru...:" CT:> ".. b "'<l"'J, y "h",,·o el n;;no par" mayor hene-
neio de 1;0 re.\ publiw.

Claudio nos inforrml de que h versión romana y la ,'Iru;.ca d iserepahan y de que, seg ún
In,; "UTOres etruscos, Se"'io T"lio ,¡c h:lhía llamado ()rigin~riamente M~ sta rna y ern un
mkmhro desracado en el ejército de Cd io Viocnrn La ~ iguieme piem del rompecabezas
procede de la lImnmb tumba Fran\,ois, en la riu(bd etrusca de Vuki. de>l:ubiert:! por Ales-
s:m.lro Fr:m<;:(l is en 1857 ~. fee had~ en la segunda mit ad del siglo tV a.e. (fig. 2.7). En bs
paredes de su sala ccntral Sl' reprCSC' nt3n dos escen~s de tem~ griego! Eteoc les contra Poli·
ni ces es un:., mil,nln" que b o tr~ rcrre,ent"~ la muen c de v~rios prisioneros 1foy~ nos dur..m-
te lo" funerales d." Patroc!o. La que " hm:! nO!; intl'rcsa cs b tncera e,n' na, en I~ que cua·
!ro al acantes (tres de dios desnudos \' uno con lúniea) dan muerte a OITOS tant os enemigos
a los que, parece, han sorpr(' ndielo mientra,; dormí<ln. Los ,n~,cantes , perfecta ment e identi-
ficados por sus nomi nes, son: Larth U1t hes, Rasce, Aul e Vipinas y Maree Ca mitlll~ S . Sus
vjctimas, rl'~reClivament~: Lar is Pap:!mas Ve!mach, I'esna Arcmsnas Sveam<lCh, Venthi-
call ... lplsach,; (el nombre nn es legiblc) y C neve T..rchulniesJ Rumach. A b i;:quierda de
l'S[;J se rie, en otra pared. Macstrna libera a Cae!c Vi pinas, cortando COI1 su espada las li¡:~ .
Juras de sus manos. Se ruede arreó;1r que, excepto R ~.sce \' Mae~ trn a, todos llevan dos
nombres. De las vícti mas, adem:is, se indica la procedencia: Velznach .. Volsinii; S \'eamach
.. tal \'C: Sovana (cnea Je Vuki) y Rumach .. Roma. Con los amean leS 0 0 M' hace In mIS-
mo , se~ununente porque eran de la propia Vu!ci. La interpretaci6n de la tsCt' na no es fáci l.
De las pwpuestas. tal \'e1la mejor sea la de Alfoldi ( 1965. p. 224): (0005 ha bían caído pri-
sioneros - no sólo Celio Vibenna- . lo cual expli ca su desnude, y la refen'ncia al sacri ficio
de prisioneros troY,IIlOS, ~simismo desnudos. Los vu!censes l ogr~ ron escape!T al f<ltal destino
qu e les ~gu:ln.bba como c;lutiv05, grac i~s ~ qu e alguien, tal ve: Lmh Ulthe~ (es el único
que l1e"<I tún ica), les hi zo Ikg:!r las espadas con las 'q ue dieron muerte a su> captores~' reeo·
braron la li be rt a.1. Podemos identificara este Maestro~ con 1I.-!nstuoa y por Ul!l IO, d" acuer-
do con C b"dio, con Sen' io T"lio. ~.-1:ís difícil es el problem~ que plante:l Cneve Tarchu-
nies ( ~ Cneo Tarquiniu), de Rom,., porq ue los do:; reye s de Roma que llevaron ese nomen
.se llamnb¡m Lucio Tarquinio, no Cneo. Además, él es el ún ico de ent re b s víctimas cuya
rúnica noes una IlTIufexra, pues no lleva el borde rojo, lo que indica que los dem;ÍS eran per-
sonas muy destacadas en sus re8pectivas ciudades, pcro él no l:lnto. Así pues, la rumba
Ftan<;:ois viene :l con(irrn ~lr I~.s palabras de Claudio en el se mido de hacer de Servio Tulio
(Mas tarna) UIl c:!!llarmla de Celio Vibena. Por su parte. el I)ombrc de Au la Vi be na puede
leerse en ulla eop~ de bueehero del sa ntu:lrio de POTwnaeeio, en Veyes, de principios del
siglo Vl a.e.~, en ulla e¡liea de comiemos del siglo IV. Tanto él como Celio (i gu ran en diver-
sos objelOs etruscos de los Siglos lV-tll a.e. (urnas, espejos). Tanta insistencia viene a indi-
car que se c01ll'i rtieron en rwrsonajes poco !llenos que lege nd arios.
Con Servi o Tulio tenemos, po r primera I'CZ , (llentC~ re!~l ival1lenre :lh und ~ml es y "Igu-
nas ant iguas, como la tumba Fran\, ois. muy anterior a los comienzos de la tradición ana -
líst ica con Fabio Píctor, pero \TmUS q ue no coinciden "ntre sí, lo que impide reconstruir
un único re!:tw ~I qu<' owrga r nuestra confi anza. Pooemos "drnitir como probble que
hubiera un enfrenta mien to entre Vuki y otras varias c iudades, entre elhs Roma, y que en
él desl'!llpcr'l,mm un papel destacad(l dos dinast:!s ele Vulci, Aulo y Cdio Vibe nna, acom·

J.
p¡li'iados por un misterioso personaje de nombre curiosamenle latino, pues, en efecto,
M;¡starna procede de magiSk'T", un título milit,1T en este caso (cfr. el magisteT populi, que
equivale al dic tador), si es que no que remos relacionarlo con el cargo de macStTC1'C que
3parece en ~Ig\ln~~ inscripciones de Tarquini:!. De todo ello, nad" n01\ dice la an;¡l í~ tica
rom:ma, que pr<'senta a Servio Tulio como un criado de Tarqu inio y no menciona a Celio
Vibena, aunque sí lo harán, tangencialmentc, otros ;¡utores, para presentámoslo como
ali;¡do de Tarquinio (así Varrón, Lengl.a latina, 5,46) o de Rómulo (Tácito, Annales 4,65).
Tenemos, por ta nto, dos vers iones, una que describe un enfrentamiento y otra que nos
ofrece una vi. ión más favOl1lble, de colaboración. No necesariamente han de ser COntra-
dictorias, pues pueden rcfcri~e a momentos dist intos. Así, podemos busc¡1T una concilia-
ción entre ambas, lo cual no ha de totlla~e COtllO gara ntía de veracidad, pues perfecta-
mente una puede SN fa lS<l. Irn;¡ginemos, pues, que Servio Tulio, a quien Dionisio de
Halicarnaso considera apátrida y que ('n todo caso pudo tener un origen latino, como quie-
re la analística y hace sospechar su nombre, acompañó en dive~as expediciones militares
a los herm~nos Vibcna. entr<: ellas, en una que les lIe"ó a dar muen" a C neo Tarquinio de
Roma, tal vez pariente de! rey Lucio Tarquinio. Tras morir Ce!io, la situación (;lmbió y
Mastarna buscó la alianza con Lucio Tarquinio, asentándose en el Celio con los restos del
ejército etru sco. A principios de la ReplüJlica, encontraremos otros casos similares (Atta
Clallso, Apio Herdonio).
De un mooo o de otro. MaSl3m,l-&rvio Tulio:;e hizo rey, el más impormnte de todos.
La tradición le atribuI'e una reforma radica! de la ciuicas mediante la introducción de las tri-
bus llamadas ~territoriales . , que sustitu\'eron a 13" tres de Rómulo, y sobre tooO, h, impbn-
¡ación de! censo y de la discriminación :;egún d pm.rirnonio. De tooO dio h"bbremos en un
parágrafo posterior (!!.J). Ahora nos interesa más su llluerte, causada por lo locura de una
lllujer y descr ita por Tito Uvi o (1 ,46-48) a la manera de una tragedia gri ega. Sus dos hijas,
Tulia la mayor y Tulia la menor. se habían casado con los hijos (o, más bien, los nietos) de
Lucio TlTquinio, Lucio y Arrume, pero la m~s requeñ,l, mo\"ida por la ambici¡)n, incitó:l
su cuñado (Lucio 1:'lrquinio, el futuro rer) y lo con n'nció para que ambos ase~inamn a sus
respectivos cón yuges, que eran demasi~do pacificos P;lTa sus furiosos temperamentos. logra-
do es to. Tulia y 1:..,rquinio se CaS~Tún l' sus partidarios dieron muerte a Servio TuBo. Tulia
enloqueCiÓ, acosada por las furias que clamaban venganza por la muerte horrenda de su
padre y de su herman~. En su demencia. ordenó a su cochero quc pasara con su carro por
encima Jd cadáver del rey, manchándo:;c con "u sangre. contaminación sacrilega que dio
nombre al lugar donde ocurri ó, el • barrio .Id crimcn~ (11k1l5 sce!crams) .
L'l inspiración en moldes !iterarios de l~ tragedia o de la épica griegas abunda en el pri-
mer libro de la historia de Livio. Sus descripciones dc lo toma de ciudades constitu)"<'tl
va ri~Kiones sobre el pJtrón fijado <'n la llu/J<'rsi5 (Ogilvie. 1965, p. 320) . del mismo modo
que hay un~, alu,ión a la fundación mftica de b Tcbas cad mca en d asylWll que Rómulo
estableció en el C~pitoliO, pues, :mota nuestro histori~dor. lo hilO imirandO;l otros funda-
dores de ciudades que reúnen a una multitud de oscuro origen y luego dicen qlle h<H1 sali-
Jo de b tierra (Livio 1.R.'i). El deSTino cn,<'1 el,- S"""o Tullo cv<">cn s,n d isillluln los esr"" -
toso;; sucesos de la casa de Arreo o de Ed ipo, aun cua nd o no puJemos establect:r una
co rrespondenci:l plena. Siendo digna de elogio la mal'strí~ li¡erari~ de Livio cn este pmajt:,
pnrccc que la presentación, al mooo trágico. de est~' crimen palacit.:go ya estaba presemc en
la ana l rs t ic~, desde Fabio Pictor (fr. 11 Peler ~ fr. 12 Chassignet). lnflu\,ó en dio el deseo
de retratar a Tarquinio como un tir~no, para lo que resultaba úri! ac umular sobre él lodos
los tópicos griegos al respecto: consigue el tTOno medi~nte un cri men horrendo, gobicrn"
desde el palaciO, sin contiulmr cun nadie, y condena injust<1mente a muchos >enadores para
cvitarse oposirorcs. Más tarde, el consejo que le da a su hijo Sexw, quien se habín hecho
con d control de Gnbios. reproduce In f('CüJlll'lld,lCión que Tr.lsíbulo. tirano de MilelO, le
transmitió J Pt:riandro de Corinto (Heródoto 5.92): cortando Ins espigas que s.obresalían

J9
CJjlyrighled mater:al
por encima de las demás, le hizo ~mender que , pa ra mantenerse en el poder, debía elimi-
nar a los aristócratas más prominentes.
Con tales inicios. d final de Tarquinio llamado el Soberbio ICnía que ser violento.
Durante el sit io de Ardea. su hijo, Sexto Tarquinio, movido por una pasión irrefrenable.
v;016 a la cas thima Lucrec;a, eS{XIsa de Cobtino. Al día siguiente, L "crec i ~ convocó ~ su
padre. a su marido y a otros nora bles. entre ellos. Bruto, y en su presencia, mm recono-
ciéndosc inocente, 51' qu itó b vida. Ll cólera se Jpoderó de la nobleza romana, que expul-
só a Tarquinio y a sus hijos y estableció un régime n republicano nombmndo la primem
pareja de cónsu les. ESt3 historia célebre enlaza con la ante ri or muerre de Servio Tulio, que
ahora recibe venganzn, pues li vio hnce aparecer, en medio de l tumulto, a Tu li n perseguida
por las ma ldiciones de la multitud, que invoca el castigo de las furias po r el parricidio
(1 ,59.lJl. La (er01 Tulia se contrapone a b casta Lucrcria, cuyas IÍ lrimas polabras, antes de
suicidarse, apostrofan a las mujeres contemponíneas de Lívio: · yo, por mi pane, aunque
libre dc falt a. no me eximo del castigo. para que en el fmuro ninguna mujer sobreviva a su
impudicia acogiéndose al ejemplo de Lucrecia- (1,58,10). En el 18 a.c., unos sietc años
después de la publicación por L;vio del primer libro de su historia. el emperador Augusto
hilO aproba r su ley co ntra el adult erio. En esta sl>glmda parte dd relato, el referente trági-
co pasa a ocupar un lugar subordinado, desplazado por el renato femenino, en sus dos
arquetipos contradictorios: la feroz Tulia y la casta Lucrecia. ambos presentes desde los mis-
mos orígene~ de la ciudad. Junto a esta revebdora reflexión sobre la mujer, tambitin está
presente la descripción del al mJ espantosa del timno, entregada a todos los excesos y CJU-
same al fin de su propia destrucción,

2. La interpretac ión gentilicia y su crít ica

La reconsrrucción domin:mte acerca de los orígenes de Roma como « Eswdo~ utiliza tres
elememos -grn.'i, Ctlria . tribu- cada uno de los cuales, a modo de muñecas rusas, se introdu-
ce en el siguiente más grande hasta llega r a la unidad mayor. b propin Roma. Tenemos así
las tres tribus cuya creación se atribuye a Rómulo, Ramnf5. l1tw~, Lucerc5, d ivididas a su ve~
en treinta curias, a razón de die. curias por cada tribu, y las curias subdivididas en un número
indeterminado de genre5. Este esquema, hastn cierto punto presente ya en La ci!tdad anrigua
(1864) de Fuste! de Coulanges. hunde sus mÍee. en la obra del anrropólQb'D norteamericano
L. H. Morgan. Ancienl Societ)" (Lond res, 1877), que ejerció una enorme influencia a través,
sobre (odo, de la revisión criticn que de ella hilO F. Engels en Los orígenes de la familia , de la
proPiedad priVMa)" del E5wJo (Zurich. (884). Marga n (y Engelsl esbozó una teoría gcner.ll
de b evolución dewe ti salvajismo y la barbarie (etapas en bs que todo se articula a través de
los lazos de parentesco) hasta la civiH:!.1ción, esto es, el estado (con d territorio como referen-
te). Para el ca!;O concreto de la Roma antigua (ueron decisivas las aponaciones de los estudio-
$OS del de recho, coincidentes, en cieno mooo, con la senda abien a por Morgan, y en especial
las de un italiano, PieITO BonfJnte. En diversas publicaciones a partir de 1888, Bonfante
defendió el carác ter fundacional de la familia, somet ida a la autoridad ilimi tada de1 pater,
quien podía vender a sus hijos o a Sil mujer o bien ca,tig:lrlos a ~u ant ojo, hasta con la muer-
te si éoe er,1 su deseo. Esas familias patriarcales, agrupándose, consti tu yeron una gen~, al
frente de b cU:11 se puso el más poderoso de los patre.\ familia.¡, y en elb se integraron ta m-
bién los cliemes, perso nas libres en régimen de dependencia que asumen d nomen y los sllcra
del pauono. El resto es se ncillo: una federación de genl('.1 crea un se nado al que envía a sus
represe ntantes (los patres) y funda de e.se modo la ciudad de Roma.
A diferencia d~ lo que sucede en Grec ia, en Roma hay una bue na razón para admit ir la
antigüedad de la gens: el TIOm<."'1l. La mayor parte de los pueblos itálicos, incluidos los Ctrus-
COl; y los latinos, emplea una eSlruCtura o nomástica bime mbre, es decir, compuesta por do~
nomb res, uno que es el propio de. la persona que lo lleva y otro, en cambio, hereditario, lla-

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CJjlyrighled mater:al
mado en ladn nomen: Valeri¡4s, Tarquini¡¡s, Pompi/i¡j5, El; un rasgo peculiar porqUé" la mayor
parte de las lenguas indoeuropeas utiliza un solo nombre seguido del ¡muonúnico: en Gre-
cia, por ejemplo, Tucídides, hijo de Oloro. Los escasos textos que tenemos (Cicerón, Tópi·
cos 6,29: Fcsto. s.v. gi'tlti!es. p. 83 Lind~ay) definen sin ninguna duda a los K~ntil~s como
aquellos que comparten un mism o IlOmen. ¡' resulta que el nomen ap<lrece en inscripci ones
mu\, antiguas. ya en el siglo VII a.C. Sobre esté" dato importante. se ai'l:!dieron dé"sp ué> sos-
pecha, \' conjeturas que fueron dando cuerpo ti b idea dé" que la gens er.:J la fonna básica de
organización preestaml. Se ha pensado que constitu ía un gnlpo de parentesco exogá mico.
de 10 que no h:lY pnlebas. con tierros en propied~d colectiv:l, emerr:lmientos comunes y
cultos propios (los sacra gemilida). Además. como quiel':l que el nomen se (orm:l. en btín.
mediante el sufijo -ill.5!-ia. se infirió qUé" derivaba de un nombre pé"rson:ll, el del antepas:ldo
común de la gem. Así, el nomen Tullius (como M. TuWU5 Cícero) se hacía I'rocedé"r de un
Tillo (como por eje mplo, Tulo Hos tilio, tercer re\, de Roma) o luliu5 de un lulll5 (el hijo de
Eneas). Aunque no hay pruebas que confirmen semeja nt e hipótes is >obre la formación del
nomen. lo cierto es que su ~·alor histórico es nulo. Aun aceptándola, la creencia l'n un ante-
pasado mítico no demuestra por sí misma que b familia patriarcal fuese cI núcleo fundador
de la ge!l5.
Que b, gentes tuviemn tierms en propiedad COII.t ituye asimismo ulla conjetur:!o Proce-
de del dato según el cual R6mulo repartió la tierra ~ razón de dos \,ugada.> por per>Otl:l, lo
que const it u~'e un hl'wlil<m (Varr6n. So/n-e !as COSa.'l del campo, 1, I0.2; PI inio, HistoriiJ nall<-
ral18, 2(2).7). Puesto que d,)S yugadas (=0,50 ha) son a tooas luces insuficienws p..'lra nmn-
ren er una fami lia, t\,'lonurl.>Cn concluyó que ese h.."'1"ediwn debí:, de >er algo ,¡sí como el hueno,
de propiedad privada, transmisible a los herederos, y que necesariamente se compkmenm-
ba con las tierras comunales de la gell5. Los entermmientos comunes de 1;1 g~'1IS, por su par-
tl.', pueden co rresponder a las rumlk1s de cámam, que se generalizan en Erru ria. en el siglo
VII, y de las que conocemrn¡ algunos ejemplos en el Lacio (Ostcria ddl'Osa. Sátrico. el
Esquilino). En esas rumbas se pl':lctic,.ron enterramientos sucesivos a lo largo de un cieno
ti empo.
En realidad. el error que cometen los defensores de la intl' rpretación gl'ntilicia es con-
ceptuaL Sostienen que en Rom:I , ,,1 igual que orras ciud"des de 1" Antigü ...'¿ad, hubo una
fase dominada por bs rebciones de parentesco hasta que. con la creación de las trihus
«territoriales~ de Sen·io Tulio, que reemplazaron a !a, tres .gentilicia.>~ de Rómulo. slITgió
el _Estado .... Parentesco frente a territorio es una falsa ant inom ia y, en tOO,) C:I>O, ni las ni-
bus fueron territoriales (la filiKión determin:lb:, a cuál pe rt enecía cada ciudadano) ni
Roma nunc a fue un • Est ado~ sino una cÍl4itas o una res publica, si 10 preferimos, es decir, un
grupo de individuos sometid os a unas mismas leyes, a una misma constitución política. Lo
que tenemos que determinar es el momento en que se estableció ese sometimiento de todos
¡) un" ley común.
Aparte los problemas te6ricos. la principal debilidad de la interpretación gcnrilicia estu-
\"0 de,;de siempre en las ruriae. En Grecia, la trbda correspondiente a gens, C14ria, nibl< es
gén()5. frmrÍll. fiJ¿, reTO m i"nI ra' qut' frmrúl rem ire :11 pun ro :1 I~ terminologb del p~renresco
(inde. *bhratcr). ruria pertenece a un campo semántico distinto. S~bemos que em n tre inta ,
que a la cabeza de cada una de ella. había un ~acerJote patricio denominado Cl<rio y que, de
entre dIos, uno hacia bs veces de C"w"ÍO InaximU5. Desde P. Kretschrncr 5<.' \'icne aceptando
COIllO ¿timo de curia *ko-tán'ya, es decir. un:, reunión Je uiri. Je v,lrones, aunque no es t;í t~n
claro si uiri se ha de referir a ~>o ldados~ o bk'n a ~ciudadanos~. El hecho de que Quirire5 ten-
g¡¡ una el imol(lgi~ semej ~me hace pens~r que las curi~s , COlllO veremos, est,ln estrechamen-
te asoc iad~s a la c iud::ldanía. L1S ce remonias religios.1s en las que estas cu rias desernpeliaban
alg,in papel, FOTc/icidia el 15 de abril r Fomacalia. móvil. pretendían propiciar la fertilidad de
l(~, " "im,,l e~ y Je los cmnpos (sobre el c;,lendilrio religi o>o, V<!<l se m(Ís ade lame cap. X.l.l) ,
En los Fordicw.ia se sacrificaba a Te/lus una vaca preñada en el Capitolio~' tambien en la sedl'

41
CXlyrlghled material
de las curias (Ovid io, Fastos , 4, 630 ss.). L1 referencia es al C."1piwlio, pero no al templo deJú-
piter, por lo que no necesariamente la fiC5ta ha de ser posterior a la dcdic.1ción de este templo,
a fines del siglo VI. L"1mism.1 idea S(' ve corrobornda por el ritual de los Famamlia, cuya fecha
decidía cada año el curio ma.rimus, pos ible nll"lHe una dist inta pam cada curia, la cual proce-
día entonces a la torrefacción del grano cosech~do. Qu ienes no sabran a qué curia penene-
cían celebraban la ce remonia el líl timo día, los Quirinalia, el 17 de febrero, que r~'Cib ía tam -
bién e! nombrc de ~ficsta de los tontos ~ : swlrorllm [eria;; (Ovidio, Fallas 2, 630 ss.). L1 m isma
etimología presente tanto en cu ria como e n Qllirj¡uJ~I, QuirileS o en QuiTina nos remite al
conjunto de 10li ciudada no¡;. En rea lidad, y pese a lo q ue suele crtlr¡;e, nada hay q ue indique
que las curiae fuesen agrupaciones de gentes (Richard, 1981) ni. por 10 tanto, que surgiesen,
dig:¡mos, por evolución de ésras últimas. Más bien parecen producto de una decisión políti-
ca. como lo indica ade más b propia estructura decimal (10 c urias por tribu) y. sobre todo, el
hecho de que cOn>tituyer:m la a.>amblea de los ciuda(bnos, los wmitia curiaw. Esta reunión
de bs curiae se denominaba camitia mlllla cua ndo los presidía el pontífice máximo y se ocu·
paban de aspectos del calendario, de autorizar las adrogmiunes (que sUTxmí~n c.unbios de
filiación) y también la forma más arcaic~ de testamenTO,~' en 10li restames casos, cuando pre-
sidía un m~gistr:ldo. aprobaba la !ex (urima por la que confería auspicios militares (y ror m n-
tO imfJenum mililiae) a 10li magistrados supe riores y, en una fa~ arcaic~, ..egún la tradición,
ratificaba la designación del nuevo rey. Las curias. en suma. asociadas al trabajo dd campo
ya las asa mblcas más ¡mrigu<l:; de ciud,,,Janos, constituyen una pieza escnci,,1 en el enU~l1llk
do de la Ó¡útru y, probablemente, surgieron al mismo tiempo que ella.

3. La fundación di' la cilli tlU: los ho plitas

La tradición liternria atribuye a los tres últimOli reyes de Roma una intensa actividad edi-
licia, en particu[¡¡ r, la doaca máxima, el circo má ximo y e! templo de Júpiter Capitalino que,
según cuentan las cmnicas, fue prop:ctado por el primer Tarquinio, construido ror el segun·
do y d(,dicado en el primer aiio de la República (509 a.e) _ Las exc<l",)Ciones no han podi-
Jo encontrar n~lda que los haga remontar, a estos tres, al siglo VI, salvo, tal vez, en lo tocan-
te al rempl o de Júpiter, en la medida e n que un dep6sito ~·orivo de! orienrali¡anle reciente
(conocido corno [lIui,lI Ca/JiwliTUl) puede ser indicio de un culto arcaico, tal vez al aire libre
o en un edificio de menor tamarlO, porque la dMaci ón de 10li impo ne nt es c imientos de l rem-
plo (53 x 62 m) varía segllll!Oli aut o res cntre finales del siglo vr y principios del siglo IV. A
cambio, han sacado a la 1m indicios contundentes de la existencia, a fines del siglo vrr a.c..
dé' los principales centros de ac tiv Íélad política en Roma _ En la exc;wación re:lli:ada en el
centro del f"fU, en torno a lo:; restOs de un~ est;¡ tu~l ecuestre habi!llalmente atribll i,IJ J
Domici~no, se enconrró el p;¡vi rnemo más ~mtigu(J, que E. Ojersrad situó en un" cronolilgí;,
«l'aja ", hacia el 575 a.C., aunque los ~rqueólogOli coincide n en que Jehe reTro\[,]ersc al
625 a.e. Se han expresado dudas de que se procediese a pavimentar entonces el foro entero,
pues rrobablementl' sólo se completó una parte. Por aquellos ai\Oli (fase laciallVB ~ orienta-
lizanre reciente), se colocó e! primer pavimenw de! Camiliwn, cllugar donde se celehmban
las ilsambleas, un grupo de tejas coetáneas tal vez pcrtene:ca al primer edificio del senado, y
en d OITO exrfemo del foro, se lcv,mt{¡ b primer,l regill. En b Rel'l,bl ica. la r~¡:ia reunía dC>'i
sant uarios, un o a Marte, donde se guardahan los ancilia, lo,; e5Cudos de los salio.<, y otro a O{J5
c()!I,iUll. Sin embargo, Fe.>w recllerd~ que la regia er<l «I ~ G IS<I del rey. (p. 347 l. inds~ly) y un
va,;o de bucchero dc finak~ del siglo VI con la !' alabra rex incide en la miSIllJ id('~. Partiendo
de estos dato,;. F. Coarel Ii (1983) reconst mye un palacio arG' ico compuesto por In regia, e!
"ni" de Vesw y b ca~:. del rex sacrorum . Por contm, otros aulOres han visto ciertas similitu-
des e ntr(· el plano de la primera regia y bs ca.sa,; con at rio y pórtico que;;e conocen en nlrio:;
p"n ro:; dd Lac io co!no S;l¡rieo, por lo qll'" Jescarr:m t(xl. vinculación con el te y (así Hnllo-
""IY, 1994, p. 63), ,"unt¡IlC esta interpretación cll<>ca con el obs t:kulo insalvable de '-lile no

CXlyrlghted material
puede explicar su posterior transformación en un s:mtllario. La fase más antigua del te mplo
de Vest,l no está muy alei,lda en el tiempo, pues corre~poT1d(" <1 finales del siglo Vtt.
T. Corne1 1 (1999, p. l JI) ha rehabilitado, COJl Tlw..'m , la propuesta de E. Gjer.;tad, en opio
nión de quien no d .. bcmos ver el slIT¡:imien to de R(\lWl como un b rguísimo proceso de
va rios 5iglos si no como la consecu ... ncia dI' un sinecbl1lo, de una decisión política drlibcra ·
da, lOmada en lUma al 625 a.C., corr igiendo en <:ste punto Corne!!, ,ll igual que l:J m,lyor
pa rte dI' los arquL""Ólúgos, b cronología excesi\'allll"llle baja de Gjerscad (575 a.c.). Por
aquellos años, se preparó, por primem vet, un lugar específico para asa mbleas (comÍlíwn) ,
un ce ntTO dl'ico ((oro) l' una casa para el rey (regia), en una coincide ncia H~lIlpoT:Jl que ha
de s<:r signifiC'l t iva. He ahí los primeros Ilh)l1lent os de la ciuila!;, la fu ndación de Roma. Las
cons rrucciones. as imismo import<lnt..,s, que se levantaron en el :;iglo Vt, aiíaJieron nuev~
mon umen tos a la c iudad. En el ("xtremo mer idional del Comicio, junto a los rostra repu·
blicanos, G . Boni encontró, en 1899, un pavimelllo negro que inmeJiruamente se puso en
rel:Jción con una alusión de Festo a un Iapi5 nigc"r, lugar fun<::;to porqu<: co nmemoraba la
muerte de Rómulo. Dado que, St.'glin Plutarco (Vidd de Rómulo. 27,6), Rómulo fue ,lsesin,l -
do en el Vokanal, F. Coare11i (1983, pp. 16! - 178) ha defendido Ilue los reStOS h<ll1 ados b<ljo
ella/Ji, niga co rresponden a <:sc santuario arcaico a Vulca no, levantado hacia el 600 a.c.
Tales restos cambIen en un aIrar ,11 aire libr(', ulla columna que tal ve;: St.J:;{uvicse una (', 1<1-
lUa y un cipo cn toba d<: Grolta Oscum (es decir, tr:l ído de Vc~'cs) , por Jesgmcia mut ilado.
con una inscripción que recorre sus cual ro carn" l'n l"scrilura buslrofédica. El cipo mide
61 cm de altur,t, en su eswdo actu<ll, y se fl-eha a 1lled iad~ del siglo VI, es decir. medk> siglo
despuéS de 1,1 fundac ión del s,mlUar io. L" ["lT1e con,<:r\'a,b elel te xTO S<! puede leer sin difi-
cultad, pero su int<:rpretación es d¡fic il ísima. Con lodo. (kstac<ln do.> p"labras: r~{"(;i, esto es,
en latín clásico, regi od<ll ivo de rey. y kalawrcm, probablemente uno ele lus ayudantes de 10i

F;¡;u'" l.4. El d I'" <Id Iat". n'gt"T. Pl"nt" 1" """n'trucdón ("'~,... , f. C ""clh. ,,"""' . GuiJ,; AKhtolugid.., Lru,,,.-
_(l, Roma, 1995. p. (6) : A·B. Aho, . C. F\¡""lu~S ~n tr~ b., :tn"" J d "¡,.,,. D. Pb 'oform:t. E-E Ro." 'a rqlubli~;m,,,.
G. Ba... ,I~ wlumna. H . In",r ¡p~ ión .

4l
CJjlyrighled mater:al
pontífices. 1:'11 vez, como m:;mtiene Coarelli, e>e kalatnr, cu~1 pregonero, fue>e el encargado
también de convocar, pues e>o es lo que significa el verbo calo, los comiTía calaw, la reu nión
de las curias presidida por el pontífice máximo. A su entender, el texto recoge lIn~l kxarae,
es decir, el reglamento del ara anej a. tal y como parcre sugerirlo la primera línea conserva-
da, donde se condena al infractor consagrá ndol o a los dioses infernales: quoi hOIl/ . .. J Slikro5
cssed (= sacer es/o). En cualquier ca>o, aunque hay otras interpretaciones posibles (recogi.
das en Smith, 1996, pp. 167-17 1l, >e trata de una inscripción pública, muy probHble men-
te. de una !el', scii.al inequívoca de cil4ilas.
Además del VOlca11<ll, en el siglo VI , se erigieron también OtrOS altMeS JI aire librt" como
el descubierto en el nivel! del .. área ;;.acra,. de la iglesia de San Omobono, en el foro Bo;.lrio,
donde se encontró una plaque ta de marfil con forma de león y, sobre ella, una insc ripción
en CHUSCO con un nombre propio; Araz Sil.qe!ene5 Spurianas . A mediados del siglo VI , el aira r
se imcgró en un templo de reducidas dimensiones (8 x 6 m), el cual fue destruido a fines
de ese mismo siglo y reemplazado más tarde por otros dos, mucho mayo res, a principios del
siglo IV . Li vio (5,19.6) afirma, por un lado, que el fe'y Servio Tulioconsfru\'ó un temr10 a
Mater MalUta (la di osa de la Aurora) y por OHO, parece hacer referencia a dos templos jun-
tos, a Mater Mmuta y a Fortuna, si tuados en el foro Boario (Livio 33,27,4-5 , para el ario
196 a.c.). Por eso, cuando A. M. Collini encontró e>os dos templos en 1937 los atribuyó a
esas dos divinidn dt's, Mnter MatUla y Fortuna, advocación que no nect'sminmentt' ha de
coincidir con la del únicu templo "rcaico que h<lY debajO. A 1'1 pertenece una extraordina·
ria pareja t'n rerracota, de 1,5 m de altura, que representa a Hércules, con la piel de león,
acompa ii.ado por una dio!;a con casco que suele identifica rse como Minerva. Ciertamente
no es imposible que "'Ii nerva fuera la diosa pri ncipal. pero merece tomarse en considera-
ción b sugcrenciJ de Coarelli 0988, pp. .301 -.318), en el sentido de interpretar esa diosa
co rno un~ Venus asociada a Fortuna.

CARIN"E

VEllA

PAlAT I ~

~m

Fi~u'" 2.5. Fo," [(,m:m" a,c~ico (';'-C'''' C. J. Smi,h. 19%. p. 25).

44
e Jpynghle:J materlaJ
A finalcs dcl siglo VI , en la ladera del Palatino que da al foro, segú n las excavaciones
dirigidas por A. Carand ini, ¡ras albnar b muralla que se remo ntaba, con sucesivas re mo·
dd;:¡ciones, a la época de Rómulo, se consrruye ron cuatro casas de grandes dimensiones,
con un aITio abierto. en medio del cual ha\, un im/J/wúwn para recoge r el agua de la lluvia.
y un jard ftl.
En síntesis, en el siglo qUl' transcu rre entre el c. 625 y el 525 a.c., Roma se transformó
de man era radical. Frente a las aldeas de cabañas dispel"S<ls \XIr las colinas, características
del siglo Vil . tenemos ahora s."lnruarios, templos, casas espléndidas, un fo ro}' un comicio.
Recientementc, ~brtínc:-Pinna (1996) ha propuesro considerar a Tarquinio Prisco, en vez
de él Rómu lo, como el verdadero fundador de Roma, apoyándose en la indiscutible coinciden-
cia ctOllológica entre las fechas tradici onalmente asignadas a su rein ado (hacia el6lXl a.c.)
y la lwnsfonnación urbanístic a de Roma. Además, Martínez-Pin na le atribuye también
el primer pom~'Tium, rechaw ndo el de Rómul o como ahi stórico, <lsí co mo el mundllS, un <lgu-
jero en el foro donde se arrojaron las primicias del ca mpo, estrechamente asociado a la fun-
dación de la ciudad, pues tant o ésta como la creació n del mwu111S S(' conme moraban el dfa
de los l'arilia, c12 1 de 'lb ril. Fuese o no Tarquinio, la rt.'coT1~trueeión de los arqw:.""Ólogos indi-
ca, a mi entendcr, que fue cn el siglo VI - no en el siglo VlI- cuando se fundó Roma. en el
sentido pofúico que le J amos a eSle lérmino. Por cieno, sin murallas, pucs la que se atri bu-
ye a Servio Tulio, y de la que qu(.'(lan panes aún hoy visibles, sobre IOdo en la meseta del
Esquilino, fue leva ntada con bloqucs de toba dc Grona O:ICuru \' por tanto. en cl siglo IV,
dado que las canteras de ese tipo Je caliza eSl;"\n en VC)'es y no parecc lógico que ésta líl-
tima le pe rm iti ese lev('ntar una muralla con piedras de su propio territo ri o. Algunos restos
en . capelbceio~ . la piedra IOGII de Roma. dc peor calidml, pucden pcrtencccr a un momen-
to amer ior, cuando scgur:uncme habí<l dcfen~' ;; hec has co n t;erw (agger) pero, de>de lue-
go, nada demasiado imponcnte porquc en el 390 a.C .. trus sufrir una cstrcpitosa derrota cn
Alia, los romanos aún no teníJn murallas sólidas [ras las que refu giarse de los galos, quie-
nes Jestruyeron la ciudad si n tener que some terla a un asedi o para ti que no estaban capa-
ci tados.
Las fuentcs litemria s atribuyen ~ Servio Tulio tres novedades de radic al impo rtancia
pam la fundación de la ciudad entendida corno comun idad política: la aeuñación de mo ne-
da, las tr ibus denominadas· territoriales» y, sobre todo, el censo y las clases cemirari as. Vca -
mos cada una de ellas por separado:

La moneda
Plinio el Viejo afirma, taxat.ivame1l1e, que ~ eI re y Servio fui.' el primero que sell ó ti
broncc. Ant,~s, cuenta Timeo que en Roma se usaban si n marcas. Sc sellaron co n dibujos
de ga nado (¡Jectu!es), de donde procede el términ o pwmia. (Historia nalllwI 33 .43). S in
embargo, Plinio se equivoc a, por<!\le en Roma la primera acuiíación del bronce no va m<'Ís
;llM dcl320-300 a.c. Es el aes signalum: lingotes rectangulares de bronce}' plomo , de 1,5 kg
de peso co n marcas di ve rsas (animales. una es pada, una c!ipi!.!a). En algunos luga res de
Italia se conocen, desde la primera mitad de l siglo VI a.e. lingotes ocasio n::llmente marca-
dos con b impronta de una ram;J seca que h;ln ;Jparecido en sa ntlmrios y tal vez si rviesc n
como ofre nda;; a lus Jioses. El más antiguo descubierto hasta ahora procede del tcmplo de
Dcméter en Biwlemi, cerc:, de Geb (Sicilia) y.-;e fecha hacia 570-540 a.c. Se ha quer ido
ver en ellos la prueba de 1" ~firmación de Plinio , pero oinguno h~ aparecido en Roma y la
informac ió n que tenemos mueSlra que en RomJ no se usó moneda hasta el siglo IJI: ni las
<LCUf1aciones prop ia,; ni las de UlUS ci udades it ,¡licas. S in embargo, podemos resca tar en pu-
le el tc~[ imonio de Plillio si suponemos, con Cm wford (1985, pp. 20-21), quc Servio Tulio
fij ó una unidad merálica. Jenominada as de bronce (una libra romana, es d~c ir, 327 gr) .
C nlwford se apora sobre I¡l fórmula emplead:1 en las XII Ti1blas (tabla VI. l), a mediados del

CJpyrighted malerial
siglo v a.C. , para detc r!llinadf)~ .telOS jurídicos, que enm fuente de o bligaciones, como la
CO!llpr:wcnt~ o el te$wrnento, y se hací;lJl "por el bronce y b b;,hm;" (fX-'r (les er fibT-am) .

El C<'fl.\O y las c/mes


Elle xto fundame ntal es el de li\'io ( 1.43,1-9):

Con aqudlm que te nían un ee11.>O de cien mil ases" ",:;s (Ser\'1O Tulio] re unió och elH~ ce'nlu-
rins -;: ualenw de mayort"s y Olms Wntns de Jó\'enes- denom inadas todas "I'rimel1l cI..sc. ; I"s
mal'ores rara que se p'''pa rascn" defender la eÍlldad, 10s Jó\'enes, p~m '1ue h'c'e,an In guerra en
d ex!eri"" Su. arma, obligal",i,,, era" el ca",o, escuelo "-"<1",,do (c/ifx14s), gr~bs, Cora,a, !IX];,' de
broncc, P;lT;' prolege r 'u cuerpo. y para at acar ;,1 enemigo, l;lI1;a y espada, Se aií:!d' ero" a ton, cla-
sc dos centtllias dI' mres,mos, que servían si n armas, encmgndo,; de tmnsport,,, mriquin"s de gue-
fr d , La s.egund" da", se e, mb lc(ió entre 1 ,,,, cil'n mil y 1", selenta y cinco mil dl' censo.), y con
ellos, ma yores y jó"cnes, se reunieron vcmle (enrur;as. :\rma, obl'gatOrla;, el e;;eudo largo r~,, ·
lUm) en lugar del Tl',londo (dipcUl ) . r salvo e n que no tení"n comZ<l, igu"l ~11 wd" los demh, L"
¡eKCrn cI~S{' I~ fij<', h ~,;t~ los cincuenta mil de cemo, con ,gu~l número de centuri~s y M'p~r~ción
d" eel"d"" T:l l\I¡:OXO cambió mlleh" las arIO'", ,¡¡k, les 'luir(, la, jamb~ " La cuarta eb S<' , h;1'j la
"einti cmco mil de ~"m". Cun el mi_,mo mim ero d~ ~e nturi :\S , pero d'ST inr", arm a" sólo les d,o
bnza y yem,blo. l.~ quinar das~ era may"r. reun ía treim a «'nturias. que IIc,'ab,m ~on,igo hon-
dm \' piooms arrojadi:as, j' les ai'iadió los tWII\¡X'lcros v k>s que hacen S<ln~ r el cuerno, dIStri bui-
dos en dos ce nturias, e¡w hlcciú en once mil el ce nso de esta c! a;;c. Q,Hene, 'en¡an men"" de eSI"
últ,ma cifm, el "'sto de b Illultltud. la reunió en UIM sola u'muria , exenta del servicio milit ar_
Una ve: anna,1;, l' di,rribl,,,[¡, d" e, le moJ" b ",fantaía, "nOl" doce cenT uri a, de ca ba llería, d"
enUe lo, rrimeru> de l.. cimiad:",i", A,' aJ ,ó 0 1ro", .ei. c<, n¡\lm" a pa nir de las tres inSIÍluidas por
R"nlulo , cOI\¡;crv;'ndo los mismos nombl\:s con 105 '1"c ha bía n sido cread"s,

Aunqu e con ~I g unas d i\'erge n<.:Í as, el t e ~to de Di,)ni sio de I-hl ica rn aso (4,1 6-17,2)
cuincide e n lu eS"ncial cun U";u (vé~,,' ca!, _ V I1 .l l, Lu primen> que hay q ue ,kcir e~ que
este esquernJ no puede reflcju r la s it\l~ción ex istente a med iados de l siglo VI a _C El pro-
pio Liv io Jirj m ás adelan te q ue los rom,tn os comen:nro n ,t utiliwr el t:scudo brgo (SClI-
lUm) , abmldonando el redondo (di/Jeu5) , deb ido n las Iluxlificaciones provocadas ¡x)r la
reforma .Id ejéreiw que introduJe, los man ípulos. de fecha dudos~. pero no a nteri o r a fines
del siglo IV a.C (Livi o 8,8,3). Tal co mo t:stá, la dislrihllc ió n en clases se apoya sobre el ,t$
sexta nt al int roducido a fi nes del siglo 111 a.C, cuando, como conscc uenc ia de la devalu ,l -
ción . el as p~ s6 a valer. no IIn;' libra roll1;'na. sin o dns OIlZ;lS de libw (un se xwnl e l y d ie:
ascs equivalí::m a un denario , Como el te xt o ,le Dion isio de H,llicarnaso d~ las cifra s
correspo nd ienteS e n mn"ed" grieg;' (e n lI1in:,,,) ,;ob re h bnse de 1 dr3cma =1 den,lrio, se
infiere qu e Sil versi6n de la reforma se rvia na, ~oincideme con la de Livio, emplea el ~s sex-
ta ntal como med ida de cálculo. Sin duda , cabe pensa r que Dionisio se eq uivocó al echm
bs cuentas y p"SJ r del si>tenw rom,mo ,11 griego, pero a un así. la cre,!Ción de cinco clases
p;urimonialcs pre!;u\ml\e un uso ge nemli lado Je las equivalencias mOlle(flri as. algo im'e-
ros ímil parn estas fechas, Las cuatro clases de Solón , en ATenas, no se apoyaba n soh re el
p:'trirnonio sin o sobr<: la prodUCción agrarin: en j;, primer;! clase so l6 niea, puf ejemplo.
estaba n aq u e llo~ c uyas tierras podían prod"cir \lna COSCCh;1 superi o r ;1 los q uini ent<1s
medimnoi (u na med ida de ririd os) , Adem:is, el siSTc ma no es excluslvalllelllC mili ta r sin o
que está orit,ntaJo a di stribuir de ma ner;, proporcionJllas CJ rgas, t<i n to militares como tri-
but a rias, y los votos en la asamblea por centurias: ni ngún se ntido te ndría, en caso (otll rn-
ri o, asign;t r un cierto nllme ro ,le cCTUurias a los rn;tyo res (scniures) o a 'luienes eSTán e xen -
tos del se rv icio militar. Esto re"ela que las cen(Uri~ s son uni dades de VO!0 y, por lo tanto,
corresponden a un mo men to ¡XlSterio r.
El sistema vigente e n la Roma del siglo V I tuvo que se r much u mfÍs si mple, tal y c"mo
parece indicarlo un te xto de Aulo Gclio (Noche:; áticas 6,13),

46
Se llamaban dlls$ici no l<xlos los que e.,tab.1n en las cinco clases sino sólo los hombres de la pri-
men. d~, los <jue tenían un va lor censilar;o sope rior a los ciento "einticinco m; l ases. Se lb_
mab.111 infm dassem los de I ~s seb'¡lnd" cI~ y ludos los '<'SlantCS, que se C<'n"1Ixm por un ""lo,
inferior a b suma que he dicho.

Como en algunos pasajes de Paulo Diácono (pp. 48-49 y 25 1) se identifica drusis con
ejército, podemos concluir que Servía Tulio se limitó a establecer una diferenc ia entre qu ie-
nes eran llamados al ejército (la drusis, derivado del ve rbo calare: .llamar a filas_) y quienes
no, b ¡"fra drusem. N u sabemos qué critcrio se empleaba [XlW hacer esta distinción, pero po-
demos excluir cualquier clase de valoración monetaria, JX-'SC a lo que dice Aulo Celia. Pues-
to que se hacfa en el Ca mpo de Marte )', seglín b fórmub censoria, se convocaba a todos los
Quirile$ para que se presentaran armadO/; (Varrón, Sobre /a lengua /atina 6,86). el censo tiene
todos los visos de consistir, esencÍ3lmenre, en una TCvista mil itar más que en cualquier otra
COSi.l (Pieri, 1968, pp. 56-67).
Algunos autores defienden una posic ión intermedia. ad mitiendo que en é¡xx:a de Ser-
vio hubiese, no cinco, si no tres classes , con el fin dl' salva r la scducwrd imer¡lrI:tación de
P. Fraccaro. Lte auto r se diu cuenta de que, sumando las centurias de jóvenes de las tres
primeras c!Hses (las IÍnicas con armamento defensivo) obtenemos el nlÍmero canónico de
las centurias qu e integraban la legión romana: 60. El ejü(Ílo origin:lfio estaba compuest o,
en <:onse<:uencia. por una única legión de 6.000 hombres acompañados por 2.500 más (25
centurias de jó'·enes de las clases cua rta y qu inta) de infantería ligera. Cuando llegó la
República, c¡ld" uno de los cónsules IUVO su propia legión. con 10 que se dividió la única
que había en ese moment o, pcro se mantuvieron los cuadros básicos. Así se llegó a la legión
t ípica de 3.000 hombres. pero 60 centurias, con el comp lemento de 1.200 {.elites (infanterfa
ligern). Lta interp retación, muy influyente aún hoy, tiene a mi entender el inconveniente
de presuponer una organización de la asamblea demasi"do complej,l para el reinado de Ser-
vio Tu lio.

Las tribus
Livio se ñala que Servio Tulio amplió el /.IOmerium incluyendo en él el QUirina!' el Vi mi-
nal y el Lqllilino, que hasla entonces habían pe rm anccido fuera. AHade que dividió a In
cilldJd en cuatro y que denominó cJda parte " tribu ~, término (JUl' proCl'"<le de tributo
(1.43.\3). En Livio ésta es la primera vez que aparecen las tribus, pues Ins Hes llamad as
ogentilicias», es decir, Ramncs, Tlties. LI<CcrCS, para .::l no eran más que centurias ecuestre,
(aunque las denomina tribus en 10,6.7). En realidad, estas tres tienen una apariencia algo
fantasmal, porque a d iferencia de las curias, desaparecen por completo a pa rtir de Servio
Tulio, no permanecen como ~fósile5» institucionales, según un hábito típicamente roma-
no. Sostengo que debemos prl'scindir por entero de dbs y pensar que L'"S ahora cu:mdo apa-
recen por primer" vez las fribus como consecuenc ia de un:;! decisión explícita de In ciuirru.
Además de dividir la ciudad, Dionisia de Halicamaso (4,15, 1) también atribuye a Servio
Tu lio In constitución de "n cicrt .... "(",,,,ro de trihu< " ',,,icns. es d"cir. s;tuadns fu<-!"a dd
¡J0711fTÍlUn . que eran 31 segú n Venonio, pero 26 según Fabio Píctor. Ambas cifras son impo-
sibles, porque en el 495 a,e, había sólo 21 en total. tanto rústicas como urbanas (livio
2,21,7). Según VaTTÓn (probablemente refiriéndose ,1 Scrvio Tulio), d isrribuyó cmre los
hombres libres los ca mpos situados (llera de la c iudad, en 26 regiOllL'S (citado por Nonio,
p. 62). Con eSTOS d:ltO/;, ninguna concl usión pucde se r sól ida. pero parece preferible pensnr
<juc Savia Tulio recurrió a una unidad distinta, la curia, no In tribu, para distribuir al con-
junto de los Ql4irites,

CJjlyrighled mater:al
Conclusiones

Con"ti!Uy~ , según creu, una irHerllre[~ción enónea la muy extendida dc que Scrvio
Tulio creó las trihus llam"J~s .1errilori~les. y suprimió las rres _ge1l1ilicias. de Rómulo
(RamnC5, Tilies, Ltlccr~5), con lo que se dio en ese momento el pilSO decisivo del «pilren-
leseo· al ·Estado. , Así, en un magnífico libro recientc,lcelllOl;: ~ En adelante, la pertenen-
cia a un:l tribu y, por con,;iguiente, el d~r<..-chu a poseer la ciud,,(bní:. row:m¡l, dependerí;l
de la residencia y de esmr regis rrado en el censo, que esmha o rganizado terriwriillm<:nte a
través de las tribus- (Conlell, 1999, p, 215). Esto llunCil fue :1sí: en este momento , como
siempre a lo largo de- la historia romana, la ciudadaní.l romana, derivaba, no de la residen-
cia, sino de la filiación, lo mismu que la tribu (Thomas, 1996, p. 185). Sólo la eClwción
entre Estado y territorio y la neces id:1d de explicar la aparición del ~ Estado. nOl; conducen
al error de vincubr la ciudil(bní¡l a lug;n de residencia. CoSil distinta es b ,lp:1reme indefi·
nición de la ciudndanía e.n estos primeros moment os. Como vio h~ce y~ añ.os C Ampolo,
la documemación epigráfica r onom,istica pmeba que, en ciudades como Tarquinia , Cae re
o Ve)'es, se imegwron , en lo, siglos VI! y Vt , num~rosas person<lS de origen no clru1<O, por
lo que la azarosa vida del corim io Demilrato, si no es ¡¡ lItémic~, ill menos es verosímil
(Momigli~no y Schi~vone, 1988, voL 1, pp. 202-239). lo mismo ocurrid en Roma, como lo
pru~ban la inco rporaci ón del sahino Atta Clau50, 504 a.C, r el foed¡IS Ca.\sianum, 493 a.C
El foedu.> (sobre el cual, véase illfm ¡¡ .IVI) otorgaba la c iudadanía rom:1na nI latino que
tras lad ase su residencia a Roma, ~'en (unnto a Ana C laus<.J, antecesor de la gt'1li Cllllldia,
dice Livio (2,16,4-5) que llegó a Roma acmnpañado por un gran número de dientes. Les
dieron a todos la ciudadaní:I )' unos campos de cultivo al ouo lado del Anio, origen de la
tribu C laudia, mien t r~s que A. Clauso fue coop tild o entre los sen:'ldores. Sin emb:'lrgo, n:'ld,l
de esto indica que cualquier persona que se establl'"ci~sc en Roma se co nvenía automática-
mente en ciudadano. Al contr:lrio, s<Ílo aque ll as ciudades o ligas con las qu~ Roma hahía
e~I(t},It:cid{) a( llndos en t~S(' senri,lo podí~n o"Tenc;r b cillibdan ía, 1~'.' bd:indo", a II ¡, o bi"n
determinados aristócrataS como Atta Clausu previa al'robción del scn:"!o y d... modo
excepcional. no por aplicaCión de un procedimiento regular.
A mi entender, es mu y poco lo que sabe mos de los moment,)S previos a In fu nd aci<Ín que
pu",b e~plicar la transformación de un conjunto de :.Ideas, hmilias ..,. gemes en una res
Pllblica . Como queda dicho, probablemente hubo un si necismo, es decir, una decisi<Ín cons-
ciente" que hi zo surgir, en un bn."v" periodo de tiempo, a íin:des dd Siglo VI! y principios del
VI, UTlil llueva realidad jurídica \' política. La ciudad St" dotó a sí misma de las in,;tituciones
y de los esp~lCios que necesitaba paw ¡lCIUar, subdivisiones como la cu ri~ o la nibu y luga"
°
res como el Comiriulll, el foro la TeRm. En el centro de este proc~s() hemos de coloca r la
apHición de ti inf¡lIltería resada, de los hoplitas. Los halla:gos arqueológiCOS s(nbn los
primeros elememos de 1:'1 armadur.l hoplírica en la E!ruria de principios del siglo VII. SU ori·
gen es griego, de forma que fueron los colonos quienes Ikvamn a Italia una nueva form:'l de
combatir, mu cho más eficaz que hts ant.:riores, pero wmbién muy c"t~ y que requería h
movilimci<Ín de gm ndes contingentes y por ello la constÍluci<Ín de unidades politicils de
mayor !Jlnaí'lo, Quienes la adoptaron tuv ieron qu~ crear un sistema de r"clutamiento que,
en Roma, se cimentó sobre las curias (luego, las tribus) y el c.:nso scr\'ia no que separaba a
la c1assis hopliw de los infm clllssl'm. Como consecuencia inevitable, comenzó a fu nc iona r
ulla asamblea de ciudadanos-soldados, sin duda con un peso e influencia ~scasos al comien-
:o, pero que aun asl scñ.al6 el surgimient o de h políticil entendida como la toma de deci ·
siones mediante d"bate público.
l.a ci udad, una ciud"d aristocwl"ic.a, comienza así a lOm:n ("uerpo como coll'ctivo y a
hacer sentir su peso subre el comportamiento de la propia :'Iris!ocmc1a. A b s !llmbas princi-
pescas del siglo VII, que conocemos "n algunos lug:'l r~s dd Lacio, ¡"S sucedieron sus opuestas,
unas t umbns, bs de los siglos Vt y v, ext mordinariamentl' pobrl's en su aJ uar. Segllll un:l in! er·

48
e Jpynghle:J materlaJ
prcwción mu y exte ndid a, ese empobreci mi ento obedeció a que ahora bienes como las ,mua-
duras hfl n cobr3do un valor ~social ., ya no indi vidual como hasta entonee~. y por ta nto ya
no se entierran. Los rec ursos no se des tinan a en!l~mdecer ho {Umoo de eSle o ~,que l ariSI Ó-
crata si no a la construcción de edificios \' templos en \;1 ciudad naciente. Este cambio acabó
reflej3do de alguna formo en las limitaciones legales contra el lujo en los fun erales que se
recogieron en las Xli Tabbs, a mediados del siglo v a.e. (Comell. 1999, pp. 134-138)
L1S imtituciones que anicubban el fu ncionamielllo de esa ciudad ape nas nac ida ew n,
si n duda. relativamente sencillas. En el cem ro está el rey, con plenos poderes y un fuert e
ca ráCl er sacro. Le aco mpaña un consejo aristócra ti co denominado senado . Las fuentes
diet'n que Rórnulo nombró el primer sc.nado compu6to por cien palTes y que, desde Tm-
qui nio Prisco, quien in trodujo orros nuev,-" que se denomin~,ron luego .p3dtes de las gen-
tes minores". ak:m zó la cifra canónica de 300, sin que esté mur claro si hubo etapas inter-
media~ entre los c ien de Rómulo y los tre:!Cient os de Tarquinio. Este senado, a la muerte del
rey. a~umía ttxlo> los Ixxkres. en e~p.'cifll l os rcli giü>os (au~picios), y nomb raba illleTTeges
que '\C iban ,;ucediend(> c~,d:, ci nc o dí ..s C<.>I' la misión de buscar e I c;mdidato ad ec u~d o. U nil
I'Cl elegid", el nuevo rey erJ presc ntfldo ante la aS:lI nblcil de cllrias para que lo riltificasc.
Según Li vio, Rómulo creó tres cent urias de caba llería con los mis mos nom bres que otras
fuentes d::m a la. tre~ tribus primi ti vas: Ramne_l. Titie_~, LlIcere,. Pos te rio rm ente. Tarquinio
Prisco intentó duplicar estas centurias. aunque hu bo de ceder ante 10 0IX)sición obstin ada
del augur Ato N;wio. Finalmente. Servi o Tulio las duplicó , co n lo que !l<lcieron hos l1ama"
das sex ~ 1tffragUr . un gTlJ(XJ de seis ce nturi Js de caballería que I'ütaban scparad~ en los comi-
cios. Aparte ,'sas seis. creó doce lluevas con lo qu .. el nlÍmero total ¡¡scendió a 18 (l¡¡S s~x
slIffraKia pof una pa rte j' las doce rcslant(·, por otra). Además, hay indicio,; suficiemes pam
pensar que en es tos mom entos la c iudad contaba ya con un calendario bast:lIlte complejo,
que r<'gulaba la acti",dad pol ílic3 y rel igiosa, aunque lo cierro es que apenas sabemos algo
de él. Algunos fós il e>; permilllecieron en épocillardorl'{'publiG\I\a cuando dos días, el 24 de
m;'rw r el 24 de mayo, ap«redan m:' rcados con hlS Siglas Qúwndo) R(cx) C(omitia!<ü) F(¡tl)
(Varrón. Lengua Ia/ina 6,3 ¡ i' Festo, p. 310 Lind:;ay l, que quieren decir que cua ndo el rey
convocó a la asambl('~, (pues eso sign ifica el verbo camitiare), el dí« ,e convirtió en f'lsto.

4. Ll monarquía etrusca

Roma recibió de Erruri a la tácric::< hoplítica. así co mo ta mhi én toda orra serie de recur·
sos técnicos y culturales. La forma más fácil de explicar uml fl influencia ¡ms.1 por presupo-
ner ulla conquis t,l o incluso, si nnsdej::<mos llevar, \'a riil S. Alfoldi (1965, pp. 206-2.15 ) lle-
gó J proponer tod a u n~ sc ri e. has ta ci nco ciudildes hcgemónicas ctruSCilS que se fueron
suc<.'(] iendo ininterrumpidamente en el dominio de Roma. Por es te orden. fueron Tarqui ni a
(los Tarquinios). Cacre (Mc!cnciü ), Vuki {Aulo r Celio Vibenna. M~sta rnJ) . Veres (por
indicios indirectos) y finalmente C lusium (Porsenllil). Acomp'111;Jba inevit,lble!nente a tan
arriesgada hi pótesis la inve rsión del relm o ana líst ico. Según Al füldi . Ro m~, cn el siglo vt,
efa una ci udad de IXX:~ irnportJnci .. , somdida ,1 un pode r extmnjero, que nu pudo. hasta el
siglo v, c()men; ~lf ~ crecer con vigor y J expandi rse; fue entonces cua ndo por ve: primera
adelantó J los de más pueblos latinos. para (XJnerse illa cabeza de ellos. La an alística 10 con-
fu ndió todo. opin<l él. .. n su deseo de TI:tratar una Rum,l podl,ros.1 desde el principio. un a
potencia dominan!e en el Lac io. y borrar ilsimismo los indicios \'crgomosos de la oc upflción
ex tranj erJ . Para Alfüld i. la "gran Ronm de los Tarquinios» . •eglÍn In feliz frase de G. Pas-
qtm li de 1936. nUnC il exisri6.
Las exc:w3cioncs sucesiv,ls vinieron ~ minar es te edificio sin cimiel1ws, por lo que s<·
co mprende que la gr::m ex posici6n celebrada en Rom~l en 1990 llevase el significat ivo títu·
10 de «1..<1 grandl>Roma dei Tarq u i nii ~ . S uprimidfl la l'remis.1 (la postración de la ROIll J del
Siglo Vt ), se de rrum bó con cll¡, su corohl rio. Ya no es necesaria In hipótesis de la conq ui sta
y recientemente se ha corregi.lo induso la idea de un3 fuerte influencia et rusca durante el
periodo de 10/; reyes (Co m d l, 1999, tal vez de una manera demasiado taj ante) . El argu-
mento principal es la ausencia de pruebas que la :Iva len y 3 dIo se añade el conuargurnen-
10 epigr:'i fico: en Roma han aparecido muy pocas inscripciones etruscas, si h s comp3ramO/;
con las descubiertas en Ca mpani a, y tod as ellas ti enen carácter pri vado o incluso votivo,
como la plaqueta de marfil en forma de león del área Sllgrada de San Omobono. Por el (O1l-
trario, el c ipo dd foro, una inscripción pública, es tá escrita en latín, lo cual no es decis ivo
porque las le yes y dec retos senatoria les que Roma enviaba a las c iudades del O ri ente hele-
nístico a finales de la República, las que co nserv;;¡mos, est;ín escritas en griego.
Es probable que en 31glÍn momento hubitse un a ocupació n militar ttrusca, como pare-
ce q ue sucedió cu¡mJ o Porsenna oc upó la ciuJad. En wdo c:.so, fue un episodio muy bre-
ve. M¡ís difícil 1'5 nega r la profunda influe.ncia etru>!:a. q ue no Je bemos entender en un5Ólo
sefllido. COIl Roma siempre como recep to ra. sino como un proceso complejo Je intemcción
mUllla. Tal vez donde mejor se refleje esto sea en la C5C ritura. aparcr ida, en Italia, por pri-
mera vez en un grafito de c. 770 a.c. . de la tumba n.o 482 de Osteria ddl'Osa, muy d ifícil
de interpreTar, (On la palahra EUO IN o bien EUUN. La hipótesi, más ex tendida es la de
que el alfaN'to lo toma ron lO/; la tinos del griego calcídico por intermedio del etrusco. Por
eso se conservaron de tenninadas letra s "rcaieas gr iega;; inexistentes en uuo/; alfabetos como
la di~amma (F) o la qoppa (Q). Sin em bargo, en la tín ex isten la beta ~'!J delta, ausentes del
alfabeto etrusco, que no necesita notar m ies soni dos pues no dis tingue las oclusivas 5Ono-
reo, de bs sord~s, lo que h\lce penS<lr q ue esas dO/; lefr\ls proceden direct,l111eme del griego,
~in into.:rmeJiar io;;. Po r co ntra, el latín arca ico empica la "C~ tanto para la oclusiva guT u-
ral sorda como para la sonora (cfr. recej '= r<'gi en el cipo del foro o ¡¡jreo = uirgo en el vaso
del Quirinal, llamado de Duenos). debido a que, co mo hemos dicho, esa distinción no es
pertinen te en etrusco. En [¡.tín, la letta "G~ se inmxlujo wrdíameme, " partir de la gam-
ma griega, pcro desplazada en el orden, porque su lugar )'3 lo había ocupado la C. Pa5Ó a
Dcup'lr el pucsw corrnpcJllJ io.:ute a una letra in ,;t ;] en latín, la Z, <l ue lu ego (ue rcintroJu -
c ija. al igual que la Y, aunque desplazada al final de la serie, p"ra ¡xxler transcrib ir pala bras
griegas con mayor cOl1lodid~ J . Es ' ·erosílll il, pues, que Roma aprendic~ ,1 escribir grdCias;.
los et.ru>!:os, aunque no l'S descartable la ayuda si multá nea Je los colon izadores griego;;.
La uadi<:ión rumana era muy con"ci('l1Ie, con ".:6 n o sin el la. de h huella etrusca en
Roma, plasmada especialmente en los símbolos Jel poder: el cetro, b !O~a /mU?le xw, la silla
de marfil (se/k! Cl,r"I1.\), " lo;; prop ios lictnr~5 ((IUe son doce f'< ,r lO>' doce pueblos de Et ruria)
(Livio 1,8.3: FeslO p. 430L. DloJOro 5.40,]; Api ~n o [',¡niea 9,66). Los pri nci pales ele men-
tos Je la ceremonia del triunfo tÍ(:ne n tamhién este mi smo orige n, en panicular, d hecho
J,. <¡ue el niun f"Jor rillt:!Sl' Je rojo, con minio, las partes visihles de su cu~rl'0. as imil:ín ·
do!;e así, en !;u apariencia, a la Ulmgen de Júpiter Óptimo Máximo. La propia fundación de
1" eiud;.d en lo que ,ignific¡l dc riT O religi oso refe rente tan to a los edific iO/; rúblicos como a
las formas de agrupación de los ciudadanos, tenía su origen en Etruria, seglÍn se recoge en
el dicciona.rio de Fe~t<.l. p. ")j8L: «s.: llaman rituales los libros de los l'trUSCOS l'H los cualcs
se est"bleee seglln qué rito se fundan b. ci u(bdcs O se cuns"gr.m 105 alrólTes y los templos,
qué sa ntidad se confiere a los muros, Sl'gII H 'lit<: derecho las puertas, de qué modo se dislri-
bu')'cTl tribus, cu ri"s, centuri¡IS, se constitu~·en los cjüc it O/; y ~ ordcna dc cste modo todo lo
rest:mt e relnt iVO:l la pn z y la guerr¡l o.

5. La intcrp rct..cilin trifuncio nó,1

Desde, al meno:s, 1738, cuando Lou is de Beauforr publicó en U u edu un .. Di5nwción


sobre la incenidwnbre de los cinco ¡,,"imeros siglos de la hismria de Rorna, existe una corrien te
escép tica que niega. en m"yor (> menor grado, toda credibilidad al relato sob re los origenes.
De esa opinión particip~ el fundador dc 10 que se ha venido en lI am ólT la ~nllev;¡ mitología

50
compaT3da~, Georges Dumé,il (1898-1986), desc ubri dor de In ideología trifuncional indo-
t'uropea, que d mismu e xpli c6 J el moJo sigu ientc: sc n :lta dc unll conccjx ión según In CUill
~ l a vi da bajo rodas sus formas , dil'ina y human:l , socia l y CÓ~lllica , sin J "da físicl y psíqui-
C~ . obedece al jucj!o armílllico y divcrso dI' rr!',; fl ltlcinn C"s fu n.l:l1\lenlalC"s. rolame nr c Trcs,"
las que pcKlemos darles los nombres de Sobemnía, Fuer::l l ' F<:cundidad: la primera p<:rmite
e.l control, ta nto mágico c,uno jurídko, 5<.lbre las COS:1 S; la scg llnd~ atienJe a la defensa ~, d
ataque, la tercc11l puede concret;¡rsc de Illlílt irh.'s fOTl nas que 5<.' refi<:TCn Tanto ;¡ b rel,ro-
ducci":'n . .1" los seres como;¡ su salud o a ~u curacifÍn, ;¡ su alimen t;¡ción como a su enrique-
cimiento. (1949, p. 65). E"ta_ tres funciones conforma n, exclusivamente, un(\ ideología.
pues a partir dc 1938, DlIIm':il renunciÓ:l <:.nContr.lr, cn el pasado de lo:; Imblant(""S de len-
guas indoiranias, una [,()(:ie,lad repartida en tres dases: sacerdotes, guerreros y campesi nos
(Garda Quintela, 1999). Dc..de ne afio, la idcologLl dejó de st:r mero trasu nto de la reali-
dad SlXial. En el caM' dt la Roma U C.. iLlI, elmi¡o 1rifuncional eon,¡i\llYó, p,ml Dumézil, el
armazón sobr<, el que se S!.1St iene el Clltl"rO relato de' lus primeros siglos. Así ocurre con lo,
cuatro primeros reycs: R,)mlll" y Nllma, represemamcs de los de,,; a,;pel.:1ü,; de la primern
función (mágica y jurídica) que . .::n b InJi:l. encarn,m los dioses Varuna \' Mitm. mit:ntras
que Tulo Host ilio en su mbmo nOIllLxé' expresa sus vínculo:; c"n la sl'g umla función (hOllis
en latín es el ene mi go). Por ühillHl, ,llgul1o, a~pectQ!; ,le la figum de Anco Marci n p,lT!xen
asociarlo con la terceTll funci6n
No sólo los cuatro prim"ro, rel·'·s. !ambi<'n ,lcspu':s. en los comÍ(;n:os de la Rt:pétblica.
la ideulo!.:ia nifuncion"l sigui":' producicndu re,ulta,los, COI1\O hts histori"s hcroicas de
Horacio Codes, Mu ci, ) Escé\'"b y un" muje r llamada Clelia, cuyas muestras de valor sir-
vieron para convencer al etru,;~o Pur.c nna ..le q ue lc\·,mLlse el cerco y firmase un tr,n a.lo
de "liam" con Ro m,," Dun,,~;il (1996. pp. 26j-293) <:swhkció un ¡':m.ldi,mo nílid,) <: nlrc,
por un lado, Hornc io ("-ocles. cuyo col::nomell SIgnifica .cíclu~" . ("5 dl"cir, .tuerto_ y el dios
Odín, de la mitología e~cmdi n'lva , l' por utro, ¡"'lm:i o Esn'n}h, el manco. y d dios Tyr.
Cocles, que con su furiosa mirmb de,afiab,l al ejúcifO etrusco, impidi<'ndole aVflma r, mie n-
t ras los rom,m,}s C, )rt al'an el 'lnico p' '<:111 e I¡tle h"hi:. '" ,\trI' el T .1)<:r, dcilc int (, rl' reTars<! como
representante de Lt Primera función en su \Trlient~' mágica. Por su parre, LC"" o la dc~per­
tó la admiraci{m de PO~.IlIla .11 int roducir "u m"nú dcrecllll en el fuego y dejar, impávido,
que:se quemase . PUe5fu que en el culto a D~u \ Fidiu:s, el dios de hl fide" los (lamines \'eLt-
ban ~u mHno dneel",. Dum'::il vincula <l Escc'n)la tnmH(-n con b I'rinwm fundún . peru en
su vcrtiente jurídica. por ~u conexión CUl! ~· l jur.unelllo y la fi,/,.;s - Est~ 'Isimilación Cock""S-
Oelín (el d ios ruer((), 'lU<: rroteg<' Lt mag ia ) y Escévola-Tyr (<.:"1 dios manco, que ~aram iza ", 1
derecho) r(""ela l"lu.'>I} que b "n~.líslt c: , hi ~o d,: vi!!jísimos temas mit ulógicos, hi~t(}ri:,¡nd, ,­
lus, pucs S!.~gün sost icne Oumé:il, !\()l11a transformó el mito en h is(ori,l.
Es c;Crto que, en oca, iones. poJCl1\o> "bser\'"r desaju"t es <'n el csquema nifunci()n~ 1. Ni
1-I011lcio Cocles ni Mucio F...scé\-ola tiel1en mIda quc ver con la sol:X'wnía, pucs su posiCión
poI il ica \' mil itllT en Rom" ... ~ cbr"l\\cnte suoord inadn. E,to 'luier,' ,lecir, I'anldój ic'1Il1entc,
qu e manrienen la:os con la Primer:.• ÚlIlcir'on, peTO no Cll1l la soberanía, lo cllal $<)rprencJe.
De modu ;;tmej:mrc. Anen Mmt:io (l'S<! m~1 como f(" pfc,¡onr,mt<: .1<: la rt.'"Te('r" fu nci',n . Cnn
todo, los pamldos tra bajosame nt e trazados por DUlllé1il cau,an perplejid,1d y mueven a
pensar qtle In tr i (lIncio n~lidad dejó una huella en 10:> escrito res de finales de la Repl,blicl
ta n profunda al men os como 13 causada por la literatura gr iega lJ la que podemos at.ribuir a
la rropaga!1eb august ea. Ahora bien, bs conclu,iones escépticas :1 [¡IS que Ih:g6 Dumé,il
parcce n algo !'TCcipit.. das. A su ent ender, est,l'; ~imilitudes -nos ,lisundcn , pe"" :1 la preci-
sión de. los llombre~ de lugares y Je hombre~, de buscar acmll~""Cimicntos rea les por ddJajo
de los rt!::lro$ "n CU<:~l i6 11» (1996, ]l. 12). P'lreec, ~in <:mhngl), 'l)nTraJiClofio, como ha
sciíalmlü Gmndazzi (199 1. p. 57) otorgar toda nu estra confianza a la tmnsmisión de :mti-
quisimus mitos in.k,,"tlrop(."OS \' nq!Jr." .. la por entero il lo.; hecho~ hist":'rieo>. En última ins-
tancia, debemos preferir la opción de CornC"ll (1999, p. 105): -l"los d" hi,rori;;u los milOS.

51
e:JpyrightE:J m alPrial
10 que hicieron los romanos fue im¡x mer un marco mítico a una tradición histórica_. Sin
embargo, y en hono r a la ve rdad, hemOl) de rcr o noccr que, en algunas ocasiones, el propio
Dumézil no venía a decir o tra cosa: . Si se lograse un día demostrar arqueológicamente la
existencia de una dualidad étnica en los o rígenes de Roma [Dumézil se está refi riendo a la
distinción entre latinos y sabinos, ho,' día poco menos que olvidada]. el relato de la ana lís-
tica no resu lta ría por ello menos . prefabricado~: si mple ment e el mito hi.t o rizado se habría
supe rpuesto a la histo ria_ (1974, p. 88, n.O 1).

111. LOS DOS PRIMEROS SIGLOS DE LA REPÚBLICA

1. La expulsión de los reyes y la fun dació n de la República

El relato tradicional (livio 2, 1·20), como tUl'imos ocasió n de explicar en su mo ment o


( 11.1 1. 1) presenta la expulsión de Tilrqu ini o y sus dos hij os como rt:sultado de un <l subleva-
ción popular acaudillada por el marido de la ultrajad3 Luc recia, Lucio T1rquinio Colatino
y por Luci o Juni o Bruto. Ambo;; se convierrieron acto seg uido en la prima a p:lteja de cón·
sules, aunque lu<.'go Bruto hi:o aprobar una le y por la que s<.' condenaba .11 exilio a to<b la
gens Tarq!úllia, lo cI1<\1 o bligó a Colatino a abdicar y abandonar Roma. Lo sus tituyó OtrO per-
sonaje import;:¡n te, Publio Val erio Publicola. in e vitablemt:nte a:;ociado a la q Ut:re lla sobre
la historicidad de la Ro ma arcaica desde que el nombre de Publio Valerio al':lreci6 ell ull:l
inscripción mut ibd" y teutil iz:lda t:n los cimientos dd templo d<' Ma tcr Matllta, en Sa tri-
CUIll (lapis SatTicml!ls). La inscripdón es muy di(ic il de interpretar. parece una dedi catoria :!
M:!rt e hech a por lus sodales de P. Valerio. pt:ro en c u ~dqui er caso se trat:'! de S:nri c um, no
de Roma 'i l:1 rrobabilidad de que nos e ncontremos ante el mismo persona je de la tradi ción
literaria se lnl' ,1Iltoja remota, aunque m' podalllo~ descartarla de plano. Tarqui nio el sober·
bio se refugió ('n Cae re y obtuvo el ilpoyO de Veyes y de Tm¡uinia. Cont'" ndo con aliado,;
ta n poderosos, intentó recuperar el tro no. rero fue derrotado e n llIl~' bata ll'l. en la qu e
Illurió el héroe Bruto. Los T~ rqll ini ()s <lCudieron en tonces n La rlh Porsell n~, rey de Clusiutn,
quien puso su campame nt o en el Ja nículo ~'con su ejt'rciw si ti ó la ciudad _ Impresionado,
sin emba rgo. por d herofsmo de la juwntud romana, se ret iró si n haber logrado su objeti-
vo, mi entras su hi jo Arrunte. que at ,lC~ba Aricia. era derrot~do por los btinos, a quknes
ayudabJ AristOo.lemo. ti ra no de C uma s. Tras este doble (racaso, Porsenna (¡mulla prt: con
Ro m:l. T:lfquinio. de 1n(xlo sorpre ndent e, paoo el resto de su, días en C um:lS. con Aristo,
Jemo, el ene mi g<) de su antiguo ali:,u !.l . h:lsta mor ir e n el 495 a.e.
Dos pilsajcS nos permiten CTt:e r. ad" tmh. que en e~te extr"IllO la tr;,dici0n no sólo tiene
formas legendarias sino también un fond o de falsedad. Plinio el Viejo (Hi\lOria natural
34,139) y dt: modo aún más ct..tO T<ÍCito (Hiswrias 3,72) rewnocen (jUlO Roma.-e rindió ~
Porsenn:l. Los histori:ldores modernos, ade más. h ~ n consideraJo m:ís l<Ígico ver:l Po rse nn a
l' a Ta rqll inio como enemigos y no co mo al iados. De este modo, la explllsi<Ín Je1lihilllO rey
,le Roma no fue la ha,J11a de una sublevac ió n patriót ica si no la triste consccue ncia de una
d<.'TTota. pOfS(!nn~, ;,vnmú incluso ;,lgo 1O;'S haci;\ el ,ur. pero St: vi o rn'_nado por la resiste n,
ciJ que le opusieron los lati nos de AriciJ con el concurso de Aristodelllo de CU Ill<lS. q uien
h:,bía d ..do cobijo n TlTquinio en Sil huida.
El control q ue Porsenna eje rc ió sobre Ro ma ;:¡penas pu,lo durar tres o cuatro dllOS, aun,
que sufic.Ít:mes para que, de ac uerdo con Li\'io (2 . 14 ), se t: ,>t;lhlecit: r~11 mucho.> eTrIl >Cos en
llllO de sus barrios. que de ellos tomó su no mbre (uicu,; 11lso..,). En cualquier caso, [;, fun-
d:lció n de la Re pública IUVO lugar. veros ím ilme nte, no c uan do Tarquin io a bando nó Roma
si no cuando 10 hi zo Por~t:nna . esto "s. Iras la batallll de Arieia del 504 a.e. Es ev idemt: que
la trad ició n se sinti(, indinad.l a silua r varios aconteci miem os impo rt an tes en el afio sim-
b61ico que fue el primero de la li be rtad conquistmb (509 'l.e.) el inici o de la Re pú blka.

52
C..pyrghted maIPnal
cinco cónsules, el enfrentamiento con Porsenna, la dediCilto ria del C;lpitolio, el primer t11l-
tado entre Ron\:! r Cartago, d prime r esclavo que obtuvo la ciudadanía roman3 junto con
la libe rtad y b primera ley sobre b [lTOllocario (/.ex VaI.."'Tia de prouoclllione). Parece preferible
distribuir hechos t;ln seihlados a lo brgo de varios anos. En el 304 a.e. el ed il Cn. Fbvio
dedicó el templo de Concordia y dejó escrito en una tabla de bronce que m i cosa sucedió
· 204 años tras la dedicación del Capi tolio. (Plinio, I-Ijmma nafllral 33.19), lo cU3l nos ll e-
va al 508. pero como la batalla de Aric ia tuvo lug3r en el 504, cabe inferi r que la dedica-
tOria dd Capitolio no tuvO lugar el primer mIO de b República, sino rein3ndo 3ún T3 rqui-
nio el Soberbio. El periodo de predominio de Porrrenn3 puede situarrre, conjetu11l!mente,
entre d 508 y el 504 a.e.
T11Is la e~pulsión de los reyes. ocupó sulug3r una p::lreja de cónsules. ambos con pode-
res máximos e iguales en tre sí, elegidos por un año. Puesto que, además. eran epónimos. los
fastos capiwlinos nos han conrrervado puntualmente dos nombres paw cada 3ño, a pilrtir
del 509 a.C . salvo periodos determinados, en los que se eligieron tribunos militares con
potestad COnsuLlf (sobre los cuales. véarre infra). Por diversas wzones. algunos histor iadores
han considewdo 3bsurda esta trans ición de un monarca vit31icio a dos cónsules <m uales.
nq;ando con ello credibilidad a los fastos. Muchas han sido las reconstrucciones propues-
tas. La más cooocid,l (la resume mu)" bien Arangio- R uiz, 1943. pp. 33-38) sostiene que los
reyes fueron sustituidos por un único dicw!or (o mllgiSter pu¡rnli), acompañado por su subor-
d inado. el mllgiS!er eql4i!IUn; en consecuencia, según este razonamiento. hemos de suponer
que sus dos respectivos nombres son los que aparcren en los fas tos como cónsules. Es ver-
dad que la dicudurJ existió en otras ciudades de! Lacio (cfr. el diC!aWT l..atinw de Catón.
fr. 58P. c itado en 1I.lV.l) y que esta hipótesis cuenta además con el apoyo parcial de un pa-
saje de Livio sobre el nombramiento de un dictador "p3ra clavar el clavo» (c/aui figcndi cau-
sa): _Hay una ley arcaica. escrita con palabras y letras antiguas. pa11l que quien sea I,merar
maximlls clave un clavo los idus de ;;eptiembrc; fue fijada en diado def(.'<:ho dcltemplo de
Júpiter Oprimo Má~imo, en la parte cOll!;agrada a Minerva~ (Livio 7,3,5). Livio pre.upo·
ne que se clavaba un o cada ¡¡nO, lo cual ha dado origen ¡¡ I¡¡ teoria dl"" una 0l""11I C¡¡pitolina".
a partir del aiío de la dedicación del templo y que. dicho sea de paso. habría utilizado
Cn. Flavio ramo co ntando clavo;;, determinar e! número de aií,~s !nmscurridos de>de b de-
dicación de! Capitolio. Probablemente e Sla era Capitolina sea pura invención, pues b cere-
monia tenía car.ícter apolropaico)' no cronológico. por 10 que no necesariamente se hacía
todos los 3I10S, sino cuallllo se consideraba oportuno. De todos modos, ahora nos interesa
la expresión praelor maximas. Seglín hl hipótesis que venimos come ntando , en un principio
no hubo una pareja de cónsules si no un praclor Ill<1Uml<.l. equivalente a un dictador, acom-
r3ñ;¡do por otro 1ll3gistrado menor (c!magisrer cqtÚlllm) o bien por v;¡rios IJI"aerores. El ca r-
go de cónsul. que lleva implíci ta la colegialidad en su propio nombre, no 3p;¡reci6 hasta el
366, cuando se reservó el tirulo de pretor para su colega Jc inferior categoría. Como puede
comprobarse, rre trata de una rt'constntcción alambicada que se sostiene sobre el prejuicio
de que 13 coleginl idad es un rasgo muy peculiar que no I'ud o haberse es tablecido de go lpe
,'n el 509 s ino m~~ r".d,·. rtn ~ ~" c ... <i,"(), inrN" os ("l1iJo, (dc·c" nviro<. trih"nos milirm'cs c on
potestad consular). Sin emba rgo, como ha sucedido en otras ocasiones. actu alment e se
insiste en que el relato :malhlico es coherento: }" verosímil y cuenta con el respalJo de lo;
fasto>;. Por ello, en conclusión, ;¡ceptaremos la vcrsión más tradici onal: tras los reyes se cre-
aron dos cónsules anuales (a partir dcl504 probablemente) r el cargo Je pr(¡¿!VT no hizo su
aparición hasta el 366.
Polibio sitúa igualmente en el primer año de la República el primero de los tres rrm;¡-
do.,; que. scglÍn él. se (¡mlaron entre Rom~ ~,C<Jrrago mues de la primera guerrJ plmica. Su
intenció n es polémica, porque quiere demostrar, en co ntra de lo afirmado por el historia-
dor procartaginés Filino de Agrigemo, que en ninguno de ellos se prohibía a Roma el Kce-
so <J Sicilia. (Un el fin de exonerarla de cualquier responsabilidad en d inicio de! conflicto.

53
C..pyrighled maIP-nal
Pnl ib¡o ¡,firma quc se (onscn'"ban los trcs, cscritos cn pb nch a ~ Je bronce, tn ellernpl" de
Jüpü,'r Capitalino v que el primero Je ellos cslaba escrito en un bljn muy arcaico. Los lTa-
duc..: a COnlinu ac ión ni griego, de modo que, si nos fiamO!; de su peri cia, nO!; ofrecc tres
docuJJ1<.:ntos ,1IIt<'miü):; de b mayor im porwnci'l. El prirm:r tratado disponía que ni 105
rom~nos ni sus a liados podían n:w<."gar más :llIá del «((lbo H..rmoso" (kaión akrotérion) ,
cuya local i:>1Ci6n no es segura. PoIibio ex p liclI q ue <."Sl,í situado J I none de Ca nago, lo nml
fuerza a idelllificurlo con el cabo oon (/JrúflumturiuHl Apolliflis), aunque s<." ha propuesto
También el cabo F;¡rina (I¡TI)!IlI!l1mrilon MercuriO, m~s al eSTe y mucho m ás visible. Se;l como
fuere, la rr(\hihlci6n parece rderida exc1u,ivarne nre a los barcos de guerrn , no a los mer-
cantes, a los que sí se les permite acceda y cOlllerciar, tanto en África como en Sicilia. Los
cartaginc>l's, ror su p,lrte, se (ornprornetí,lIlll no erigir n inguna forta lc!" en el Lac io y 3 r~'"S­
pelar al,), I'ucblo,> latinosq,.e son ~(,h,lit,), Je Roma, y M' menc io n a a Ardea, An riu m, Lau-
rentum, Circeii, T'Hr:lCllla. Puesro que la pabbm que cmplea Pol ibill p<lra s(,fx! it os (h)'p.!-
Iwvi) es c,)!l{Omden¡c , 1,¡, ~,uwrc~ que , co",o /\lfiildi, dcfcn,lían una .Ru"''' peque":.- ~
fine~ dl'l ~i!-! Io VI han neg,ldo credibilida,1 al texto Je Polibio y han rl'tmsado el tratado ha s-
I;¡ r <)cn allles de la kch:l del segun,I,) (348). Sin embargo, de:o<.k la peTSpectil"] ;¡crua l, 00
ha)' I' rob lcm,ls en admitir que los dominios de Ro ma lIega,;en elllunces hasta el ('xtrerno sur
del L:lcio r q ue juego Sllfrk r:m \In brutal retroceso, H principios del siglo \' , dehido a l emp u-
je J(, 10.\ "olscos, que hiciero n entoncl'S su ararición en e,;tos terr ito rios.

2. PlItridos y plebeyos

La hi~tori co cid siglo \ gi rco en lOmo ,ti con tli clO <'nuc pa lrici os )' pl<+eyos, minuciosa-
meme de>erito pl)r nu~,tra5 fll~nk" pe ro mu ~' difícil Je e xplicar. Sin llegar a posturas tal
w: denmsiad,) mdicalcs, como b de Mitchell (1990), quien le niega toda credibilidad al
rdHfo y rech;l:a hl mera c x ist<." ncia de un conflicto enrre di os, <."s ind llda ble q ue l:J versión
rarJ"rrepublicalu que 1m llegado a no><,tros est:í fuertemente cont ami nada por el ealren-
1:lIIlIcnrO em re oplimmcs \' po/miare.;, l'0r lo que a menudo inc urre en c1~ros ~nacrOll i sm os.
La C<l racteri mci6n de ,llgunos perso najes, como los «sediciosos~ tribunos de la rldJe, olJe'
dece a re" IiJades m,is prop ia s de los siglos 11- 1 a.e y lo mi,mo su cede con dete rm inad~s refe-
renci", inst illlcionales, como la mención de un sena w.l COn511ltum IlltimwT\ en Livio 3,4,9 o
la afi rmación de que l ~ plebe veía con malos ojos que ruvieran parte, en In. di$tr ibucio n es
de (j~er /JIlbiiw.l, los .. liados)' los latino,; (Llv io 2,41).
[k(in ir l,.trict''Illl'me <Iu iéne,; emn los r ,ltricio,; no es d ifícil, comt ituÍéln un .. ariSlOcra-
\:in del li"<oje, (:Oll cie n" , prerrog,,~iv~s religi():;as. L, ~ fue nt es cn inciden en interpret;¡r 1:,
f<'i rmula IXl!r~s conSl.Ti/,¡i COIIIO rder ida a dos dase, de senadores, los /Jilrres , que lo son ¡Xlr
herel1cia, y 106 cunscri{lri, design~,dos p,Ha el PU""IO y n o p<lnicios por ramo. Fesw (p. 304
Lin dsay) por ejemplo afirma que, tras la expulsión de j"s reyes , el cómu l Valerio Publíco!a
sek·cciotló 164 nu..,v os senadores para que M.' abmzase nm ellos la cifra de 300. Así pucs,
seg(m él, h"bín en nqud moment o 136 g~nlCs p'l!ri cias (lns /x¡(res), <1 las que Publico la :lIla-
di{, 164 (1():; cuIISni/ni). OWIS fuentes atribuyen el incremento ,1 Bruto (Lil'io 2, [, 1 [), pero
en g"neml aduuten que Jumnre la mlln,uqub ICliJOS los senaJorts e ran p,micios y que , a
d ifere nCia de los que ocllrmí cuando T~rquinio Prixo incorporó " lo,; ¡¡arres llamados de las
genle.' minore s, ah OT<I, !ras In expulsi,ín de los rC)'es, los recién io cOl"\X'rados ya n o obt.ul'ic-
f0n, jUIl\" con cl l' u,,:,¡o de se n,,,I,)r, b cond ición de p,,¡ri c io, Obvi,unent e ni el ;occcso ;,1
st'nmlo n i el ejercicio de magiSTmrurns convirtió nl mel ~ un plebeyo el1 pa lri cio, porque lo
¡J,'Cisiv(l fue sic mpr<' ellin;¡je, es decir, la gens. Las prerrogat ivas rdigiosas, por su pnrre, se
fun d ~1Il sohn: h. posesión de l<ls ~\lspi cio5. Según uml fónnub ,ocuñ,,,t;,, c lwndo no h,l)'
milgi,¡ raJos curulcs k~ decir, patricio,), "lO!; a usricios retornan a 105 /xureSn , quienes n om-
br'lIl ,lun illlen cx <'nc<lfgado dl' presidir lo:; comi cios dector"lcs. Gr'lci<Is" los lin<Ijes patri -
c ios, el pH~'bln Je Roma pudo seg uir inquir iendo la \"ohl1lt~ d de los dioses, pues en eS<.) con-

54
:JpyrighlE:J malPrial
sisten [os 3uspicios. Según l;¡s pa[abms que pone Uvi o (6,4 [,5-6) en boc3 de Apio Claudio,
n ieto de! decenviro: ~iA quién pertenecen los ouspicios, según la costumbre de ouestros
3ntepa5ados1 A los ¡;ralres, por supuesto, porque pam designar m;¡g istrado a un plebeyo, no
se toman auspicios. HaSI:! tal puntO son nuestros. que no solmnente han de consultarse para
las magistrnrums patricias que el pueblo designa sino que nosotros mismos, sin necesi tar el
voto del pueblo, nombrnmos con auspicios;¡ un int<:rre:l y, como si mples paniculares, t~'ne­
mas unos auspicios que aqu':llos (105 plebeyos) no tit'nen ni siquiem cU<ltldo ocupan una
magistraturn~. Aunque hay quien ha deducido de este rexto que los ;¡uspicios públicos dd
pueblo romano derivab..1n de alguna form;¡ de los privados de los patricios, en realidad,
Apio Claudio se refiere concrewmente a su (X)Sición como im<."1Teges, pues son • simples par-
ticulares" en la medido en que no ocupan ninguna magistrat ura.
Como consec uencia de esta primacía relig iosa, los sacerdotes debían ser necesariamen-
te patricios: los JO curione.\, que presidí;¡n cad:) una de las curias, los flamines majores, d rex
sacrOTllm, 1m; lupercos, s.. . lias. fl'c iales y hermanos Arv3les. A ellos se aflade, como decí3
Apio Claudio, el interrex. Y pan1 evitar toda cont~minación, de las tres clases de mntrimo-
nios arcnic os (In compra, el uso y la confarreatio), uno, d último, em probablemente exclu-
sivo de los pat ricios, de modo que sólo los n;¡cidos de nupci:Js por confrlITeario y casados lue-
go según ese mismo ritu pudí;.!n ocur~,r Icgitim,unen¡c alguno de los puestos sacerdotoles;
esta limitllción se relajÓ algo con el tiempo. pero tod:wía .'n el siglolt d.C. se nwntenía en
vigor para los flam ine.\ ,naiores y el rex .Iacrorum (Gil~'O , 1nslirucioncs 1, 112). Según el comell-
tari o de Servio a las Geór&~(a.\ de Virgilio, prcsidían la ceremonia d Jlomifex maximus y el
flamcn /Jiali5, se req uería la prese ncia de diez restigos y en ella se ofrembba ;¡ Júpiter pan
Hrreo, hecho con farro, un cere;¡1 de uso antiqui~irn{l l'n d Lac io, que debían prcp<lwr las
vírgenes vestales. A mi modo de \'er. contra lo que" \'eces:<e afirm~, nu hay ro zón para con-
cluir que la confarreatio impedía la ce khrnión de nmtrim"nios miXl OS con plebeyos, pues
lógic;lmente 13 obligación de ser pmricio nfecl nb~ sólo al va rón.
Sabemos que las gl'fllCS patrici,¡,; erJ n p<X~S. Los c:ílcu1os modernos creen que unas cua·
renta o cincuenta. No por ello debemos sulJeStimarhlS ni poner en dud::r su prt...·dominio. como
lo demuesaa el cpisodio de los Fabios. Esta ,1;':11.\, con el permi;;o del :;cnado, lle\"ó ~ cabo por
su (uenta y riesgo un ataquc conrr.:1 la etrusca Veyes. Dice U\"i o (2,49,4-5) quc reunieron a
tre,;cientos soldodo$, todos patricios de la gen.\ Fobia, m:ompai'iados por parientes )' ~,liados
(dientes, segú n Dioni;;io de Halicama50 9, 15 ). LB J\'entufél acabó muy m:11, rues to.:l"" ~n l \ '0
uno nlurieron a mallOS de! enemigo en Crcmera. Por medio de sus dependientes y rese a su
escasez, bs genIC5 patricias pudieron apoderarse en exelusiv'l de las m<l gistr'ltur,ls, mrnque n"
de,;de el principio. lo" fastos me ncionan duce cónsules de familias de las que no nos consta
que futsen patrickls emre e! 509 y e! 486, pero s{llo uno enlf(' el 485 yel 461 . En estos "ein·
ticinco años tuvO lugar, pues, lo que Gaet31l0 de SanC!i~ denominó b «serra t;¡ de ll'>lrri¡i;¡m ~ ,
la .clausura del patriciado» , por :malogí;¡ con la ~ serra!a del con,;iglio~de Vem'cia en 1297.
Este monopolio continuólllego ha¡;ta finales del 5iglo v ;,.c.
Tanto los autores antiguos como los histmi odmes modernos han intentado explicar de
dh-ersos modos b s C;lusns profundas del conflicto. ml1lque sin ,lemasiado éxito. MlIchas d~'
las soluciones son absurdas o conducen a callejones sin slllida, ta l vel porque haya disrnr·
siones muy graves en la reconstrucción lllle encontramos en Ilucstrns fuentes . Según ellas,
e! predominio patricio se sUMemaba sobre Jos pilares q ue eran la explnt<lción de los deu -
Jores y la aprop iac ión inj usta del ager plIblicus. La arist oc ra cia plebeya reaccionú contra sus
abusos creando instituciones pa ra lelas;¡ las p:Jtricins. Veamos cada punto por separado.

1. Los deudores. Para lívio, la deudn es el origen y causa primera del conflicto. Tras la
mu erte de Tarquinio en Cumas (495 a.C.), los ¡)(I/re.l , que Imsta entonces habían tratad o
C<in consideración a la plebe, comenzaron;¡ abusar de ell;¡. y du rante la guerr,l subsiguien·
te contro los volscos esta lló el odio entre nmbos, sobre todo por causa de las deudas. Un

55
CJpyrighted malerial
ccnturión contÓ!.'n Roma su triSl!.' caso: c6rno se le quem6 la cosecha y sin embargo le exi-
gieron, en tan difícil trnnce, que pagase el ¡riburo; m05tró h espakb llena de nzotes yacudie-
ron los deudor;.,s de wJas p..1ncs. Un t-diero del c6ruul acabó con la revuelta (Livio 2,21-24),
pero sólo mornent¡\nearnente, rues ;ll,errninar b guerr:l y ver qu,,; el ,en:Klo se neg .. ba ~ dis-
cuti r el proble nm de las deudas, la plebe M' retiró al Avenrino: es la secC5,io in momem Sa-
crWIl, del 494 a.e. CuriQ5.c1mcnr,,;, livio no vueke;l mencionar el problema de b deuda hasta
después del 390 a.e. Ve remos m!is adehnte, al exponer el con tenido de bs XII Tablas, cu!i1
era la rcgu[m:ión .obre lo,; Jcudorcs y su trasfondo soci~11.
2. Ager jmblicus. El cónsul Lpuriu Ca~ io fue el primn proponente de una ley agraria
(486 a.C.). Con ella qunia repartir entre la plebe y [os lati nos la tinra arrehatada a los
hérni cos, así como otra que, siendo pública, estab,l en Inanos de Jl<lnicular,,;s. Los palrC5 ,e
oponí:m porque las propiedades de muchos de ellos no tenían buen fundamento lega l)' por-
que I;.'mi,m que con esa medida e[ c6nsul puJicr" cunvertir"'-' en tirano, con el ~poyo de [a
pkbc. Espurio Casio fue ejecuwdo rras un juicio regubr. o bien por su padre (Livio 2,41).
/l.1\s t<trde, en el 463 a.C., OIro cónsul, T. Emi[io, quiso (brle ti erra a [a pleoc. pero el COIl-
flicto pudo evi tarse, gracias a la fund:lCión de un" c<)loni~. en ,\ntium (Livio 3,1 J. Estos do;;
episodios y otros seme'jantes no resultall creíbles porque re;ponden m<Ís bien a los proble-
m'l$ pbmre:ldos por bs leyes de rcform~ agmria de [os herm:mns Grncu. Nu lenemos nin-
guna prueba parn a(¡rmar que [os patricios utilizasen sus prerrogativas religillsas para obte-
ner tierras. Naturalmente, calx· suponer que [a oligarquía se aprovechó de su privilegiada
posici6n para conseguir vemajas económÍt"3s. pero en ella habia tamo patricios COIllO p[e-
bc~'o~: esta consideración es válida 1<11110 p~ra d ag<.'r ¡!1Iblicu.s como par~ el problema de los
deudores.
J . Un:l res pllbUca separada. Tal es la acus.aciÓn quc formula Cincinato contra los plebe-
yos, la (]" h"ber!;l: f,lhriC;ldo una patria y una r~s pubf¡", propias (livio 3, 19,9). En cste caso,
en ,lparien cia ni men os, su ,lfirnl,lción tiene algllll fundamento. E[ priml'r paso fue e[ nom-
br,1Il1icll1o de dos tribunos d.: la plebe, como réplica de los do:; cónsules, en el -194. lu cual
puso fin a b rerimda al monre A"enlino (wcc.I.lio in momem Socrum) . Ll plebe sepawcb se
juramentó par<! prot.:ger la [X'rsona de CStOS dos tribuno" convirtiéndola así en sagrada e
invi ubble. Lo que inicialmente fue, estriCt,lmeme h,lblando, un:! -conjuración ", adquirió
m:¡ynr estabilidad cua ndo lo<¡ dos tribun os pilsaron a ser cuatro r su elección pasó a [a com"
[X't encia de la a:mmb[ea plebeya (el (ulIcilillHl IJ/.ebis) en el 471 . Después, ell el 457, su ntíme·
ro se elevó a lO, que se r:'i la cifra definiliv" dumnte IOdo el periodo republicano. EIIll'chu
de que flJer~n elegidos por una p~rte tan sólo del POPtl/!IS (b plebe), y para velar por sus ime-
reses hi zo que no se considerasen. a[ menos al comienzo. como una m:'gi,ttMura propia-
lllellle dicha. De e,l(: ""x10, el Iri bu n"J o se convinió en el princip:,l ill~trumel1l0 de lucha
COl1lm el patriciado. En Livio. por ejl'mp[o, ha y un contraste nítido entre [os tri bunos
«sedicio>os», y la p[ebe, mucho m~s wzonablc y Ino..xJer~d". Para /I.·lildlell (1990, p. 194),
si n embargo, e.ltn visi,ín <OS errónea. Destll' el principio. [O~; tribuno5 fueron . en su opi ni ón,
magistnuuws reguhlf<::s, en "bso[utv "revolucionJri as", que, de hecho, eran b principal
aUloriJad en b ciudad de Roma, mientms que pretores y cónsules se ocupab;¡n de h Kti·
vidad en e[ exterior. Mitchell apunta, con razón, que si [os cuncebimos como cargos ~par­
tidisws», no podremos explicar sus nítidos poderl's jurisdicciona les, algunos de ellos arcai-
,anteS, como la acusación de tr,li ción (perd!4eWo), ni t~mpoco su presencia cOnSt,Ulte
impulsando la promulga ción de nuevas leyes.

Un afio después del nacim ien to de lo') [ribullos de b plebe, Espurill C,sio dedicó fuera
del l>om~'Tium, en el «monte p[ ebe~,o., el A\'entino, un templo a Ceres, Líber y Líbem
(493 a.c.). en lo que parece un trasunto de la tríll.b capitolina. En rebción con esre remplo
(aet/¿s) surgi...> b rrimera par~ja de lICdib plebe~'lls, C(lmo r¿plie. d<' los dos ediles p;l\ricio<;.
En ht m.;did:, en 'tue, de .;,t<: modo, los plebeyos conwb:m con una asambl('a propia (el (OH-

56
:JpyrightE:J malPrial
dlium /JWbis) , magiSU',It\lr3S (¡ri bullOS. ediles), divinid¡ldes y ell c ieno modo, :m propio espa-
cio (A~·entino). parece tener fundamemo la acusación de que estaban estableciendo una
res publica separada, Sin embargo, las pietas no acaba n de encaja r. Parece inve rosímil un
confl icto ell el q"e una minorí:l t:ln reduci¡J:¡ como los p:ltricios tuvi ese enfrente al re'iwde
los ciudadanos de Roma. Co rno n1("dio para >onea r esta dificultad, Momiglhmo (1967) pro-
puso un<l relectura de las fuemes. Sostuvo que el . m ovimi ento~ p1ebcro fue, en realid~ld,
una creación paulatin3, a medid3 que determinados aristócratas ~ no p3tricios ~ se fue ron
haciendo con el apoyo de los ¡!lfra drusem. un grupo amplio y heterogéneo, en el seno dd
Clmllos más desfavorecidos, los proletarios. eran sólo "na parle. Nació asf. en la ;;eg"mb
mitad del siglo V (o bien en el siglo IV. S('gun Come!!, 1999) un movimiento propiamente
plebeyo. enfrenmdo a b dassis y muy influido por las co rrientes religiosas e ideológicas de
la Magna Grt'cia. mientras que k,s p:ltricios tomab<1n como referente principal a Etruria.
La propueSta de Momigliano ha tenido bue na acogid~. y si n duda es preferible ~ su rival.
la fom'ulada por A. Alfóldi , Según Alfóldi, los parricios se identifican con la caballería del
l¡]timo rey de Roma, que se convirtieron, tras su expulSión, en una casta cerrada y heredi-
t~ria, contrapuesta al crecieme poder de b inf~nt ería hoplúic3. Lo m3lo es que b caballe-
ría no tuvo en Rom:l peso militar h:lsta finales del siglo IV, por 10 que difícilmente pod ía
una aristocrac ia triunfa r apoyándose en ella. Con todo, I~ idea de Momigliano tampoco
está exenta de dificul tades, porque la principal arT11~ plebeya fue sie mpre la de negarse ~ I
d¡!ew/j, esto es, neg:m¡e a presw r Sl: rvicio miliwr, lo que (Iuiere decir que venían obligados
a ello y que por lo tanto pertenecían a la d<lSsis. no ~ los ínfm classrm. si no todos, al menos
una parte importante. Por este motivo, se tiende a ver en los plebe yos un grupo heterogé-
neo que sólo en el siglo IV se dotó de instrumentos para el enfrentamiento contm los pa tri-
cios. De ahí que en el siglo V, >eglin esta hipótesis, hubie>e có nsules que no eran patricios
sin que ello signific~se que fuesen plebeyos: hl moviliwción plebeya y su lucha ¡x:>r acceder
a las magistraturas son realidades del siglo IV.

3. La ley de las XII Tablas

Podernos entrever que el siglo que siguió a la "gran Roma de los Tarquini os~ estuvo
m~rcado por una gral'e crisis económica. Los analistas así lo indican. al hacer referen cia ~
varias h:lrnbrunas r al problema de los deudores j' lo mismo se infiere de los d:l1oS arqueo-
lógicOS, pues las im¡x:>rtaciones de cerámica ática caen desde comienzos del siglo v y desa-
parecen a parti r del 450 a.C. No es extraiio. pues. que nuestras fuentes no hagan referen-
da a la conmucción de nuel'OS templos después dd 484 a.c., en fuerte contraste con b
intensa aC[ividad de finales del si!,!lo Vt. En es tos momentos, Roma ve frenada su expansión
en el exterior. ante la resistencia que le presentan Veyes al norte, y al sur, volscos y hérni-
cos. En esta situJción se produce. una noche dd all 0 460 a.c.. la toma del Ca pitOl io y el
arx por parte dtl sabino Apio Herdonio, acom pallado por un grupo de ~exiliado,~ )' de
"esclavos- , segllll Lívio, mi entras qu e. para Dionisio de Halicarnaso, se trataba de sus escb-
,.,,,. y c!C' sus cliemes (,<ohre el inc idenTe. véa~e Martíne!_Pinna. 1987) . No t"sTfin c bros Sll~
objetivos. pero es inevi table relacionar e51C golpe dc m:;!no con la dcpn:sión económica que
afenó tanto a Roma co mo <1 otras ciudades del Lacio. A un que se nos present a la intento-
na de Apio Herdon io como violenta, posiblemente no se diferenció sustancialmente. de la
de ot ro sabino, Atta Clau:;o, algunos años ~n t es. Si bien en este caso, el empeño aC:ilbó mal.
pues el ejercito romano recuperó el CapitOlio y Api o Hcrdonio murió "n la refrieg3, es posi-
ble que sus int~'nciolles no fueran muy distintas de las de su predecesor: conseguir ticrT<ls
para él y para su gente.
En este COn texto se sitU3 13 preparación y .. bOOmciÓn del único código legal que tuvo
Rom3 hasta el re.inado de Diocleciano: las XII Tablas. El relato de cómo se llegó a redac -
tarlo ocupa prácticamente todo el libro II! de la historia de 11to Livio, y es sin duda uno de los

57
CXlyrlghted matenal
momentos ccnrrnles de la República romann. En el año 461 a.C., el tribuno Cayo Terenti-
lio l-brSJ exigió la presentación de una ley que regulase y pusiese límites al imperium de los
c6nsule:i. Los reireraJos imemos, en los aiios sucesi,'o,;, de hacer aprobar wl proyecto, cho-
caron con la l'nconllda resistencia de los patricio,;. Para poner fin a esto,; conflictos, se neor'
dó nombrar una comisilÍn de diez miembros encargadn de redactar unas le)'es que ,1scgur,Jst:n
unn libert<ld igual parn todos. Esos decenviros, elegidos por los comicios, se mantuvieron un
añ,) en el c<lrgu (451 ".C.) , como (mico.> milgistrados de Roma y sin que sus decisiones estu-
,iemn sujews a prúwxalio. Entre los nombrados estab:ln los integrantes de una embajadd
que IJabí,l \'Íiljado a G rl'cia con el proJlÓSito de conocer las leyes de Solón y las de otras ciu-
da,k.\_ Este primer colegio decenvirJI actuó con mnderdción y re(bctó diez tablas de leyt's,
pero consideró que su t:Jrea no h:Jbía terminado iu'm. ror lo que se nombraron otros die:
para el aiío siguieme (450 a.e.). Estos segundos decenviros actU:lTllll de un modo tir;in ico,
en especial Apio Claudio, cuya lujuria, corno le ocllTrió él Tarquinio, causó su propia ruina.
Si:;:uiendc> SlIS instrueciom's, un clienle su)"o reclamó corno esda"" a un:. hennos" plebeya
lbmada Vi rgi ni ~ y Apio CI~ud i o, en ,liS funcio ne~ de jue:;:, SO!;lUVO t:m injusta recl~mación,
(l'l'w ame esta semencia,,J padre d" Virginia la mn tó p~m "vitnr que cnyesc en esclavitud.
F."w Img".!i" pruvocó Ull levantamiento popula r y un:J scgund,l secessio in montem Sacrum
que hi:\) caer a lns decenviro:;. que sólo habían añadido dos labla, a las diez primeras. El
p<¡dre de Vlrgin i;l denu nció a Apio Claudio, quien se suicidó antes de llegar a juicio.
Nu Tenemos ningllll:¡ rmón p;lrJ creer nada de la histori~ lllora!i::lIlte de VirginiJ, t;t!1
simi1:.r en lo "scneia! a b J\.' LUCfl·cia, pu~,; en :lmbas (ueron los aUlques contra cas¡ísimas
mujeres h. CallS¡1 de la carda de tiranos oJiosos. Tal escepticismo no llega . sin embargo, a
poner <,;n duda la hi,wricidad de I~s Xli T~blas en sí mismas, En las fue mes encontramos
freCllellles rcferencm~ a preccptos tomados, >eglin se dice, literalmellle, del có..-ligo dece n-
viwl, Ct'JI indicadón a veces de la tab la de donde procedían, que h~1\ servido a los autores
moderno,; para imentar un;1 reconstrucción ,;iquiera parcial. l:'unbién ayuda el orden en
' lile c< u),ent;l e.ld" norm" el jurisw Gayo en el SIglo 11 d.C., en lo:. SCIS hbms que de,hcó ¡d
estUllio de Lis XII1:"lblas, ,le los que nos han llegado fragmentos en el Díg.:~IO. Lo que de este
111<1';1. ) o]-,t<,;n<;'IllUS es un conjunto de (r;lses de el<presión mu)" arcaica, ;1unque ciertam ente
con su orlografÍ<l ~Japtad>l y modernizada. Los gramáticos y juristas que las cita n han, pro-
b"J-,k'lH.:nr", cons("v,Hlo lo e:;enei:ll. aunque añad iendO;l vece, el<p1icllCiones no siem pre
Minadas. OmsritUl'en el final de una largn cadena de autore5 e intérpretes que dedicaron
mucho:; e~fuerzos al estudio y muili,is de las Xli '[')blas: comel11aron los pontífices, los pri-
ll1ero~ expertos en derecho, luego ocuparon su lugar los jurisconsultos, entre quienes desta-
có Sexro Elio Peto. cónsul en 198 a.C, autot de una obra, denomin~da Tripeni/a po rqu e
tenía tres partes: d texto dt" la k'y, su intt"rprl-tación y la fórmula corre.spondiente parJ
poder actuar ante k~ tr ibunales. Todavía a finales de la República, Cicerón recuerda que a
{ol, dl' pequei'io. le hab ían hechu aprenderse de memori" los scnleneiosus pr~'Ceptü> de la ley
(Sobr... las leyes 2,9) , EsTa in te ns:¡ y SOSTe nid:¡ mención puede :¡yudarnos a confi~r en que el
kxt o que tenemo~ se ascmeje bastantl', en el contenido. ~I que fue publicado a medimlos
(kl .ligIo Va _e. y que hubo de ser, de alguna forma, reconstruido tras el incendio de Rmna
por l<1, galo, en el 390 a.e.
ReslI1r:J muy difícil reconocer un orde n sis temlÍ tic o en las XII Tablas. salvo tal vez en
''¡~lIn"", co mo b l. consagrad" " clIcstiones procesales, o l~ X, donde se contenfan diferen-
te, medid", COnlm el lujn en los (unerales. También se inclu¡~n medidas de orden penal,
cU Ino el t"lión, y se tmwban varios aspectos relativos a la fami lia y ~I derecho sucesorio.
rm·adóJicamenre. no hay Gl.\i nad a <:n todo lo conservado que se refier;r a l imperium de los
maghlr..rdos. cues ti ón milI' espino,a qu<: había provocado la constitución de la comisión
dece nviml. ,egon la 'lll:Jlisti c:l. PCK!emos entender como una limitación al poder de los cón-
'lile" ell'rt:cel't () relat i\'o a b I,rollocmi() lid 1>01",1",,, , dd que hablaremos más adelante. Por
el contrario, coincide c<m el rela tv d~ nueSrtas fuenTes el carácter de apéndice que parecen

58
CXlyrlghted material
tener las dos últimas labias, Ills que b tradici<Íll atribuyt, al sl:.gundo col"gio de nmgisrrados ,
No es éste e1lug:lf r~ra hacn un" eX\Xlsici<Ín detalbda de los cO[l[t"nido:; dI: b~ XI I T~blas.
pt: ro sí p:1ra que no,; d l:t eng~mos en aquéllos de mayor relevanci;¡ para el conocimiento de
la socicd ~d del siglo v a.e.
Ln deuda
A ella se dedic a la tabla JII por entero. donde r.c establece el sigu ient e procedimiento: ,11
deudor conden;¡do se le d.ln treinta días I'am S<lt isf:tc ... r la co ndena, transcu rri dos IlJS cuales,
si no ha pagado, el acreedor se a!Mkra de .:'1, por orJ"n jlldici¡,I, y lo mantienc !,reso, con
c~denas_ En tres dÍCIs consecutivos de Illercndos (hs nlHul¡nlJ¿. c;¡da ocho días), intentar;j
recuperara r la dl:u ,la poniendo ,ti condenado a L, venta en el comicio. o bil:n al otro lado del
Tíber. Tr¡mscurtido eM: ph,zv sin halx'ni(' cerra,lo la venta, parece seguro que $e ejecUTa al
deudor. U. ley ,111:1d" el ¡J"I:1lk macabro de que si son varios los acre"'dores se lo repartirán
en trozos y que no importa si son desigua1cs. A veces se ha querido explicar 1:1 ve nt 'l ni ot ro
bdo dcl Tíbcr a!cgando{jue sc tmrabn de un territorio no rom;mo (e¡rusco) y que la ley rre-
vda esw "en(;l porqul' est;,ha prohibida la escbvización de un cimbdano en b propia Roma,
Lo primero es cu~nd" menos dudoso y lo segund o ent et'!lnen te hlso, pues I~ ptOri" ley
(tabb 1,19 Cr;lI'.{ord .. FIRA 1, 14) cast igaoo. el hurt o manifiesto esclavizando al culpable. si
era un hombre libre. En cuanto a lo primero, parecl:, I:n principio. poco comprcnsihle 'luc b
ley fije como luga r para la venta un territorio extran jero, Debemos pensar tal vez que al Otro
lado del T íbcr había Ull mercado frecue ntado por mercaderes, algunos de ellos extranjero;;.
Como vimos, livio atribuyó el "st,lllido del conllic to patriCio-plebeyo al prohlemll -1"
los deudores. y ciert:lmente, eltmtamiento que reciben cn L1S XII T..'lhhls es cnle). Lo pri-
mero 'lue debemos hacer es d istinguir dus figuras juríd icas: el ncxwn y la addictio. La ilegun-
da es la que apar~"Ce regulada en las XII Tabla!;. es decir. el condenado j udi c i ~lmente que,
en nplicación de la sentencia. ha sido entregado;¡1 acreedor. Su situ:1ción es transito ria , h~s·
la que !;C pn.xluKa la venta (o la ejecución sum:;lrin) y caiga ddinirivamenrc en esclav ituJ.
Pnra elnexum nuestra fuente pri ncipal es Varró n (Solm> la (ení!WllatiJUl 7.105):

¡"bnilio escribe que es nexum lOdo Iv qllC S<: hnce medinnte d hroncc y '" hJbn:~, l'n lo qll<! se
indu)'en los es<: bvo:; (mancipia). Mucio, en cambio. !" re.trin¡;:~ a b, "bligacioll"'; contraiJ",
medi~ntc el bronce l' b babnza. excepto lo que se d<1l'1l mnncipio. Quc esto último cs m,1s cien".
la misma p~lab", de la que h ~bla mos lo mue>tm. pues el br'Jtlce que S<:" com promete m~xli,)nt~ b
ba lanz~ no se l13ce suyo (,1<'C 5!w m), de ~hí que se d ig¡' )\e~w". El homhre libre que t rnb")ab,, como
esclavo a cambio de! dinero (I",cunil,) que debia. h,lSIa pa~ar la Jeuda. sc llamaba un"". Igu,,! '-l"~
obat-ranu viene de &5.

Varn.'Ín disti ngue clara mente a los nexi de aquellos que han sido compradoo pm el bron-
ce y la babnza, grupo en el que se incluyen tantO los c!;clavos (manci/Jia) como lo:; hijo,
vendi do.> por sus padres, lo~ cualés p3!;an a estar in manci{!io . En su opinilÍn , que sigue b de
p. ~'lucio Escévola (tribuno de la plebt: en 141 ".C ) y es contraria :1 b de J'vbnio M,lIli1io
(cónsul, 149 a.C.), el negocio juridico del nCX!4m sirve ]Xlra contraer una ohligación p<; ro
no p;ml transf('rir la pro piedad. El argumemo etimológico que aduce no cs. desde luq;o,
ate ndible: nCX!4m == 11<'( suwn (_no_suyo_), pero no se funda en ~I Sil afirmación referida a
IO!\ Il<'xi, quienes no son csdavO!\ ni es tán in manci{!io, si no que se limita Il a trab.ljar para otro
como medio de saldar su deuda, Pesa sobr" d ios la terrible ame llJza de que su acreedor PUL--
da, en cualq uier momemo, de nunciarlo :1nte el pre tor. para que és te In condene l' le apli-
que el r.r.namient o brutal de las XII "tIbIa,;; la adJiaio primero, luego la n'mll como esclavo
o . en el peor de los CIlSOS, la ejecución pura y simple.
En todos estos texto, que est~"nos di sc ul iendo llamn poderosame nt e la "tenC lón la c"n$-
tant e presencia de .deudas_ que han de pagarse, Por lo que sabernos, no ha bía el1WIlCCS

CJ-Pyrighled mater:al
moneda en Roma y In determinación de un módu lo de peso (el <leS JI' una libra) por Ser-
vio Tulio no puJo utilizarse como algo que se preswm a OtrOS , sa k o si mbólicamente. L..
solución al problema se encuentra en In in terpret3C ión de Finley (1984. cap. 7): los rn.'xi
fueron el modo como los nds ricos consigu ieron fuerza de trabajo para sus tierms en un
moment o en que la esclavitud co mo [al apenas se había introducido , y lo hicieron blan-
diendo una amena:a terrible: la deuda, que en cualquier momento JXXlía reclamarse. Inter-
pretadas de este mod o, Ins referencias de nuestras fuentes a los deudores, cobran se ntido: no
foOn morosos sino campesinos depe nd ieTlles que luchrm por recobmr su libertad.

Familia )" herencia

En Sil momento l'xpusimos Ins líneas maestr.:\s del evolucionis mo de Morgan qw." para
el caso de Roma. establec ía una pirámide de tres escalom's: gnls, Cllria, tribu, hasta llega r a
la ciuilru. En estrecha vinculación con esta idea, algunos romanist<.ls s.ostuvie ron que la
¡Xlrria ¡JOleltru originaria era inext inguible y, en cierto modo, la piedra angular sobre la que
se edificó la cilliws, ¡x¡rque los ¡XUTe5 de bs principales familias se constituyeron en cabezas
de las respecrivas gelUes y m;imismo rambién en los senadores del primitivo senado. Sólo el
progresivo fortalecimiento del ~Esl3d o» -opinaban - fue capaz de ir poco a poco imponién-
dose y limitando esa ¡Xl/ria¡Mes/ru absoluta, al tiempo que h~da retroceder a la gens . Como
a menudo sucede. estJ hipótesis mezcb prej uici os modernos, intuiciones certeras e int er-
pretaciones forzadas de algunos textos. En primer lugar, las gentes nunca tuvieron ~jcfes",
pues 1.. exp re:;ión pr1nceps gcmis es moderna. Más bien se caraCleTi,aron por ser igua litarias,
hast3 el punto de que en su seno no se establecieron clasificaciones: frente el parentesco
que clasifica las relaciones por su mayor o menor proxi midad al egú, segun el "ínculo gen-
tilicio, toJos son iguales. En segundo lugM, es cierto que algunos text os ~tardíos" (muy pos-
teriores a las XII Tablas) subrayan la singularidad de la patria ¡¡mestal romana, sin que esto
impli'lu~' quc fucse ,,~í desde d principio. El má~ conocido dc todo, dIo.> c~ 0")"0, ln:stüw
cíone.1 1,5): ~esre derecho es propio de los ci udad anos romanos, pues casi no ha~' otros hom-
bres que teng¡m sob re sus hijos un;' potestad tal como In que lenemos nosotros .... si bien no
me olvido de que los g;í latas creen qu e los hijos están bajo b autoridad de sus padres».
La noc ión de que la patTia porcsws era, en un principio, absoluta depende de la necesi·
dad de depositar en elb la _soberanía_ en el momento en quc min no se habí~ formado el
·Est<ldo". El problema principal. claro está, r,ldi C<l en que no tenemos información sobre
e5a etara primigenia y nos vemos obligados a su poner que los preceptos de las XIll:1blas ya
contienen las primeras cortapisas y límites impuestos por el .Estado» al palcr familias. Que
esto, Simplemente, es un prejuicio no hace fal ta decirlo. Su único y debilísimo apoyo cran
b,¡ llamadas leyes regias, que ~utores como Dionisio de I-blicarnuso 3tribuyen a los dife-
rentes reyes de Roma. En su ma yor pane, como ha demostrado Gabb<l, son fulsific<lciones
tardorrepublicanas que buscaban así hacer respetables sus propias iniciativas (populares o
bien O!J¡ímate$) como si fuesen un simple retorno a la _constitución ancestw l~. En la ley de
las Xli Tablas no encontrn mos enunciados de modo s istem~tico los contenidos de b pafTill
POUSI(lS, aunque c iert amente es posible que es tu viewn recogidos en In parte perdida. En lo
que nos ha llegado, sólo dos preceptos se refieren a la poteSTad del padre. El primero le reco-
noee el derecho 3 expone r ¡¡ un recién nncido deforme, Ulm precisión sorp rendente porque
en época c1:ísica el padre podía ha cerlo en todo caso, fuef;) el niñ o deforme () no. El segun-
do preceptO (tabln IV,Z) eS algo más complejo. La ler, según pa rece, limitab~ el número de
veces en que un padre podía poner en vent¡¡ a,u hij o. Si 10 hacía trc, veces, sin encontrar
comprador, quedaban rotos los lazos familiares cntre padre e hijo, aun cuando no se hubie -
se podido proceder a la venta. Vi,lO <lsí (esta es la interrretación sostenida en Lópet Barja ,
10J0) , el precepto sa ncionaba implícitamente el derecho paterno a vender a su hij o, pero
en modo alguno pretendía que la ¡Xl/ria poteS/(l1 permaneciese de algún modo vigellle des-

60
pués de cada venta, hasta finalmente extinguirse después de la tercera. El car:kler singular.
único de la patria tlOrestas romana no procede de los orígenes, sino que fue una construcción
intelectua l y jurídica posterior. La ley de las XJI Tabbs ni siquiera recoge el derecho pater-
no a da r mueTle a su hij o. lo cua l no qu iere decir que no 10 tuviera. Ese ius ¡¡irae necisque
aparece, por n~z pri mera, en la fórmula de la adrogmio, que se realizaba ante lao; curiao; en loo
comitia calata (Aulo Celio, Noche.\ áticas 5, 19,9), pero la institución en sí de la adrogmio difí-
cilmente puede remontarse más allá del siglo IU a.c., por lo que tampoco su fórmula puede
ser más antigua.
La leyde la.> XII Tablas también h;¡da referenei;¡;¡ b manus, es decir, el poder que adqui -
ría el marido sobre la mujer si elmJtrimonio se realizaba mediante confam?mio ( I'ide supra) .
compra de la mujer o bien por lo que se denomin~ba liSUS, es decir, la conv ivencia inime-
rrumpida durante un ;¡no, transcurrido el cual b mujer cae bajo b lfI11mlS del marido de
modo análogo a corno se adquie re por IIsuC<lpión la propiL-dad de un determinado bien. us
XI [ Tablas establecían que si esa convivencia se imerrumpía tres noches consecutivas den-
tro del año el m~rido no obtendr:l la mamlS, por lo que la mujer. en [al caso, sigue pe nene-
ciendo a la f:lmili a de su padre y no a la de su marido. A esta me<lida. el segundo d('cenvi-
rado le añadió la llamada /ex in}umumi.lsima, es decir, la ausenci a de cOlu.mum entre patricios
y plebeyoo. Al no haber conllbium, 100 matrimonios mixtos que se celebrasen eran conside-
radoo ilegítimos y los hijoo que de ellos naciesen heredaba n la condición de la madre, no la
del padre. Según el relato analístico. esta prohi bición fue una nm'edad, que e ncajab~ bien
con los times tiT:Ínicoo con que dibuja la historia del segundo colegio decenviral. S i fue una
novedad. du ró ¡nuy poco, porque fue suprimida por el plebiscito Canuleyo, en 445 a.c. Por
tÍltimo, hemoo de de.:ir algo de la ley Sllce>(Jriu, aunque no podumos analizarla al detalle.
fuste con indicar que, en la sucesión intestada, el orden que bs XIJ Tablas establecen es el
siguiente: en primer lugar, heredan loo !;Qmetidoo a la patria pore.\Ul.1 dd causan te (loo heno-
des lUí); en segundo lugar, en ausencia de heTedes slli, el JgnJdo más próximo~' por úl timo,
en ausencia de agnados. 100 gemites, colectivamente. Ste orden noo permite co mprobar el
car:lcter igualitario de la gens como heredera frente al parentesco jerarquiz;)do (el agnado
próximo) y la import;¡ncia que ella tenía, au nque no hJy rdzones para pensar que fuese
mayo r aún en tiempos más remotoo.

D~"'echo público
Algunas norma" tiell(,n eh.ras implicaciones sociales. aunque no se refieran directa-
mente a cuestiones de d('recho público sino a aspectos que pueden ser muy t&nicos: así
sucede con la cláusula en la que se dice que puede ser garan te procesal (uindex) del _pro_
pietario~ (adsidllw;) sólo alguien de su mismJ condición, pero del/mktaTÍIt.\ puedl' serlo
cualquier ciudadano. Subyace a esta norma una d ivisión de 1:1 sociedad en dos clases: los
que tien en tierras en propiedad (adsidlli) y 100 que no (proletarii), división q ue no coincide
exactamente con las otras que conocemoo: patricioo frente a plebeyoo (en este caso el cri-
terio es reliciooo~' político. pero no económ ico) r la dassis freme a los infra dassem. porque
loo proktarii constituían sólo un;) pane de este último grupo. Las medid<l.'l que. de modo
di recto podían afectar a lo qlle loo romano" entendían por derecho público son sólo cuatro.
La primera es la prohibición ta xa tiva de jmg,lf por un delito capital a un ciudadano si no es
antc unos comicios suficientemente concurridos (pJTa esta interpretación de maximus comilia-
111$ I'éase GJbba, 1987), entend iendo por pena capital no sólo la de muerte sino también
cu::¡!quera otra que implique la pérdid::¡ de la condición de ciudada no. Esto quiere decir que
la Iq recoge la pTOuocatio ad /lOpu{um y que. por lo menoo. desde rnediadoo del siglo v a.c.
loo mag istrndos \'cnía n obligados a presentnr la acusac ión ante unoo comicioo (tall'ez por
curias primero, luego sus tituidas por las ccnturias) en los casos de pena c~pita1. Sin duda
esta oblig~ción "ino a limitar la arbitrariedad de! im/x..,.iwn consular. por lo qu e podemoo

61
CJjlyrighled material
considcrarla como la principal conn'sión d,' los p,ot ricios (que <:asi monopolizaban el con·
su Jado) a la;; reivi ndi c:lCiones pleb",yas. La segund~ medi d~ de -derecho pl,blico» es la
pruh ihi<: ¡(ltl de reun io nes «OC rus) no <:on vocad~s por 1llglÍn l1111gistmdo. La tercem <:onsiste
en l~ conde nn al plltrono que caus,ua algll1l d~110 a su cliente. La c uana se refiere a toda
una serie Je dispos iciones, recog idas en III tabla X. para limil<,r el lujo en los funerales: se
probibía n. r or eje.mplo, bs exee~ivas muestras de Jolor, roc.iar con vino la pira fu nerari a o
ungir el cad{¡ve r co n mirr<l, asi comu wmbién e nterrar oro eTl la tumba. C icerón dice que
:11glln~;; Je cst,IS med ida,; e~táTl tomadas de las I.:ves de So!Ón. en I)e~sil)nes con hls mism:IS
palabras (Sobre klS k)'ü 2.59 v 64 ),~' el relato :malístico afirma, como vimos. que hubo mm
combión encargad:! de d:lj:,r a Gr.:cia e informarse dc b s leves de Al.:nas y otras ciudades.
A esre respccro, no ,ld)émos olvidar quc las leyes de Soló n nos son prácticamente desco -
nocidas y es induda ble que Rom:1 tcnía mucb o 01,1' cere," la" ci udades de la Magn a Greci:.
si qlll:rb re<:opilar informJdón pa ra uso posterior. Sin ducla. es dificil prob~r la influend:,
griegd e n prt'certOS co ncrct"" ::lunque ciert~m.-:nte es sint o rn:üi co que se ernrlee un térm i-
no de origen gr;eg'). ¡JO/:'na. pa ra <:a lifica r la rnu ha q ue se impo ne al ::lgresor (t;¡bla l. 14, [5).
En opini ó n de ;¡lgunos autores, podl í;¡ mos ir más lej os y consideror gr ieg::l la prop i;¡ ide a de
WIll c,x!ifiención. algo dl'cidi-Imnellte ajeno al sentimiento romano ha,u el punto de que
no volver.¡ ;, e mprenden;e o t':I sc mejame h" sw el rein"Jo de Diocleciano.

4. D esarroll o y fina l del co nni cto patricio-plebcyo (44 9-287 a.C.)

L1 expulsió n vioknUl de los segun,los ,kcenviros condujo ,11 restabkcim i<:n to del c.omu-
la,lo y a la aprobación de dos It'vl's propoesws por la primtra pareja cnn,;ubr: Lucio Val('Tio
Pot it o y Marco Ho rncio Barbado (449 a.c.). Un;¡ de ellas e,,;¡]¡le<;Ía que lo <lprobado IX'r la
plebe reunida por tribu ,; ob ligab a lOdo el pueblo. lo cllal, dicho en otros Términos, signifi-
C<lba qUl' los plebiscitos cobraban (uer¡a vi nculante IJlllbién para los patricio,;. El problem<l
que ,e no, pl '.IIl,,;a ",nib;., cn ' IU<: con OCCIllOS Olras d o.s Ic y.:s de un " ;l1o r muy silllllar: la
PuHili" Jd 339 :I. e. y b HOrlcl1SÜ' del 287 ~, .e. Esta r.:Ü~ r.l(i6n d~ m~did" , s imi1:,r~s. que.
como verem os. suce,le Tamhié n en orros <:a50S. mov i.'! ;¡ algunos hist,~riadores a rener por
auténtica 5610 b última. la m:b recie nte de cada serk . r consi,k rar las demás co mo falsifi-
Glciones. Sin e mb.ugo, auu"lm,' nte S(! tiende a adopw r una posició n menos crítica y a ;)«'p-
tnr que la reit eració n pu,lo inrroducir matices o mbdick)5 que In jus tifique n y que no haya n
sido cabalmente recogidos por nuestros informadores. La segu nda de bs leyes Vale riu-Hora-
d :ls prohibió que se cre::lS~ n inguna magistTf\tllrn que no estuviese sujNil ;¡ [a ¡JrQ!wcalio.
como h~ bÍ;¡ ocurrido con el dece nvi rado. de neg m memori<l. T~mbién e n esre c ~ r.o conramos
<:on o rras dos kYl'S ]'arecidas. nmbas proruestas, al igual que esta ley Va1.: ri a, por Ul) Valcrio:
la del 509 (P. Valerio Publicola ) y b del 300 (M. Valerio Máximo Corvo). ,\unque la c.oin-
c id c n,.;ia cn elno mbl'l' ;ndIlU' a I;¡ sospecha. no pudem,,~ olvidar que In ¡mmocario ra aparc-
ce silncionntb en las XII Tablas. de mooo que no hay razón pa r;> te ner por all1émica só lo la
norma miL, r,'cientc , b dd aiio .lOO. Tooavia en el mlo 58 a.e. 1'. C kx li o hi: o reafi rmar por
ley la ¡.>rollo, ario. co n una intención purameme. políticl, la ,le prl'sion'lT a su cnemigo,
M. Tulio Cicer{,n. Un <1hjeri\'o ;¡simismo l'<)!íricü \-' 110 jurídico I'uc<lc e xplic;¡r e, ra re ir e m-
ción de no rm as ar;¡ rcntementc idénticas. L;¡ Tercera de las lcye~ V;¡lerio- l-lo r,lCins disponía
que si alguien causaba dafto a los tribunos de la plebe. cdi!.-s. o jueccs decenviros. ~u cabe.:a
fuese sacrific"d;,,, Jllp;t('r V,us bi<:nes puestos c n ve nta en ell e tllplo de Ceres. Uhc r y Libe-
ro . en el A"enrino. Est a tcrcem ley rcfrendab::l el jummelUo pn:sra,lo por 1(»; plebero5 en b
primera .leC<'5IÜJ, la dd 494, ratifk ando el car:ícter ,agrado de las magistHltums I,lebcvas. Lb-
m;¡ la menc ión quc Livio me ncio ne sin mayores cxplicaciones a los _jlleecs d('c('nviws » IX'r-
quc para nosotros,;on COlllp!et,1ll1e nu: desconocidos. Mommse n ,;ugirió c()l1 sideT;"los un pre-
cede nte de los decemuiri 5fJirilms illdiClllldis. nacidos desp ués dd 242 p~m juzgar 10s procesos
en lo, qlle se determ;n"b" d 5taU¡S (libre " escb vo) de un a per,;ona. El IHII IIll'nt O pMece ade-

62
e Jpynghle:J materlaJ
cu~do, h~bida cuenta de que fue precisamente eso lo que se discutió en el ~sunto de Virgi-
nia. Con todo, C1j más prudente pensar que se trató de unos magistrados plebeyos, desapare-
e idos luego sin sucesores (Ogilvie, 1965, p. 50 1).
Sin duda. las leres Va lerio·Homcias tienen una fuerte carga sim bólica. La expulsión del
dccenvirado "tirjnic08 conllevó la elecci6n de dos cónsules curos ¡mle1lomina y nomina
coinciden s(Jl;pcchosa mellte con los de do:¡ c6nsu!cs del afto m~gico del 509. Pam Polibio y
para Cice rón, las lI:)"es Valtrio-Horacias marcan el punto final del proce,;o de deS<'lrrollo de
la constitución mixta, la cual qu<.:(b definitiv¡ll1lcme establecida y term inada (Feffilry,
1984). Con la plena incorporación de las instituciones plebeyas (tribunos y ediles de la ple-
be, plebi;;citos) y con el reconocimiento de la potestad jurisdiccional de la asamblea (prouo-
calío). se integraba plenamente el tercer elememo que C icerón comidcl:lba necesario para
la constitución, la libertas, que venfa a sumarse a los OtrOS dos ya existentes: el imperium de
los magistrados y la aucWTÍtas del se nado. No es coincidencia que poco después tcrminasc asi-
m ismo la escisión cntte patricios y plebeyos, gracias al pld1iscito Canu leyo (445). q ue hizo
legftimos los matri monios ('ntre ambos gmpos. Probablemente, debamos entender que auto-
rizó el uso de b confaIT<!alw a los plebeyos, que hnbí¡¡ sido I' rohibido por las XI! Tllbbs.
En este mismo afIO (445). no se nombT3ron cónsules sino que en su lugar se digió una
magistrJtura nue\"I: tres tribunos militates con IXllestad consular (trilmni militwn consulari
¡)()te~Ulle). En lo sucesivo, el senado dcridía cada afta si los comicios elegirían cóns ules o bien
tribunos, los cuales, II partir del 420, sc convirtieron casi en In normn . en número '·¡¡riable.
entre CUJtro y seis, y excepcion¡¡lmellte, también nuel'e. Desde eS¡¡ {echa del 420 y h~sta que
bs leyes Licinio-Sextbs (36 7 ~.c.) hicieron Jesaparecer definitivamente los colegios tribu-
nidos, sólo se eligieron cónsules en 413-409 y 393-392. Livio considera ¡¡ e.t.os uibunos un
subterfugio p¡¡ t.ricio ]lara conservar d monopolio dd cOllSubdo. co ncediendo a cambio a los
plebeyos la ¡xlrtic ipación en una magistr.:ltura nueva y más numeros¡). Por desgrada. los datos
q ue podemos obtener de hJl; fas tos 1l!) ava lan e&1 interpretación . JXlrquc no hubo ningún ple-
beyo en los colcgios tribunicios anteriures al 400 )' en los años siguiente~ únicamente ocu'
paron alguna pInza en 4C'Ü, 399 ) 396 (Com e 11, 1999. p. 387). Hellfgon ( 197 1. ]'. 201 ) defcn·
dín, JXlr contra, una explicación militar: In multiplicnción de frentes y el crecimiento del
ejérc ito ccnturiado hicieron nece&lrio un nlÍmero mayor de magistrados con mando en tro-
pas. Se ha ubservado, sin elllh"rgo. quc los ,lllOS en que se el igieron tribunos no coinciden
con los de mayor activi,la,1 militar y qll~·, al contrario que los cómlllcs. ningún tri bUllo obtu-
vo el triunfo, lo cual resulta paradójico si ~u razón de ser Cr"J la militar.
En la btísqucda de un,l explicac '(,ll difer.:ntc, convie ne que nos detengamos en l:t evolu-
ción de [as nmgistratuT3s desde le" orr~~enes ,ie la Repllblica. cuando en Rom;! sólo había dos
cónsuk-s y sus subalternos, 1(Jl; do, CI ,,;~rnn.:s. en los allOS posteriores ,,1 dL'Cetwirado se (ue
articulando, poco a pOC'" el ~istem,' de Ill,'gbrr,'turas ~ republicano~. un I'roccso que. lm'lgi-
namos, tu vo que ser complejo l· en d q ue hubo ensayos fallidos como esos ~ juece~ decenvi-
ros" y, prL'Cisamente, los tribunos milit,ne- con ~.JOt<.""Srad consular. Como pu~"{lc observars..· en
la figura 2.6, la censura 3p3reciiÍ <::n ,·í ·H.3, Illi(·ntt~s que el nlunero de Cllestores se duplicó
en el 421. L:l supresión de los rriblmo, conslllnrc< estuvo aco mpafmd". ese l\liSl\l~) "1\0 367.
por el restablecimiento de! consulado y la creación de la pretuT3 y In edilidad curul: cinco
puestos jcrarqui:ados sustitu)'t'rün a los cuat ro () scis tribu nos de un mismo rango.

En el año 376, fuero n elegidos tribunos de la plebe C. Licinio Estolón y L. 5.:xti". quie-
nes prL'SC ntnro n tres plebiscitO'> a la aprobación de los comiciO'>. Los /)(lITeS consiguieron '11'''
algún otro I.ribuno interpusiese su veto, de modo que los proyl'CtOS no llegaron siquiera a
,;ometerse a vomción. Como repres~lia, Li cinio y Sextio vcrnron las cleo .:ioncs curuk'S. po r lo
qlle sólo pudieron elegirse magistrados plebeyos. Esta Sih.l:lción de ;mnrquía duró cinco mios.
entre d 376 y e1371 , según Livio (6,35, 10), aunque otras (uentes la reducen a cllauoo a unn
solo. F..s IllUY pOCú creíble un periodo de anarquía de tatl prolongad~ duración, qut' ,Jbedcc(>

63
CJjlyrighted material
MAGISTRATURA AÑO DE CREACiÓN ACCESO DE LOS PLEBEYOS
(NÚMERO)
Censor 443 (2) En 3S l. Desde 339 (le" Publilia Phi.
loni!), uno plebeyo
Cónsul 509 (2) 367 (n
Pretor 366 ( 1) Desde 242, un praetor 318
urbanus y otro ~regrinus
Dictador 50 1 ( 1) 356 (en 368, primer magiS[e' equi.
IUm plebeyo)
Edil curul 366 (2) Desde )64 ambos son patricios o
plebeyos en anos alternos
Cuestor monarquia (2) Son 4 desde .."
421
CARGOS PLEBEYOS
Tribuno de la plebe 494(2): 47 1 (4)y457( 10)
Edil plebeyo 493 (2)

más bien a los e.fuen os de los eruditos tardorrepublicanos por ajusta r la cronología. Am bos
n ibunos fueron reelcgidrn; inimcmHnpidmncntc durante dic! anos 0 76-367 a.c. ) hasta qu e
consi~,'u i('ron la aprolxlCión de sus tres proyectos. El PFlmero era sob re las deudas yestabk'Cía
quc los in!c!"CSCS ya abonados se descont asen del ca pital)' que el resto de la deuda se pagase
en los Hes años siguient es. El segundo imponía un límite de 500 yugaJas (1 25 ha) como
extensión máxima de ager Imblicllo! que podía es tar en manos de un ciudada no pa ni cular {la
cifrol parl'Ce demasiado alta, sin embargo, teniendo en cuen w que el ag':T pllblicw; debía de ser
reducido por aquel ent Onces; probablemen te $(' in trodujo como vía de justificac ión de la
reforma de Tiberi o G rdco, cfr. cap. IV.!). El tercero abolí:! b figur.' del tri bunado militar con
f'Otestad consula r y disponía que cada a[lO se l'ligiesen dos cón5ul es. uno de (os cua les tenía
que scr plebe yo (li vio 6.35.4-5).
Los pJebisdtos U cinio-Sextios, a\)IÍ{'ndo J:¡ !mh .lha mag ist mtura a los ple beyos, seiía-
bron el comien zo de su acceso ge neralizado al reSI\) de Ins magistra tu ras , ta l como sucedi ó
en los al"i os sucesivos, según se recoge en la figura 2.6. Los fasto;;, sin embargo, no parec{'" fl
ratificar {'" sta interpretac ión, po rque, en e l pe ri oJo 355-342, al menos en seis ocasiones,
am bos cónsules fueron patricios, lo cual seTÍ;l um violación fl agrante y reitewda de b ley
si el conten ido de ésta era el que Li vio nos h a conSC"rvado. Probab lement e. Li vio se l'q ui-
voca. Lo más seg uro es que en el 367 lmi C<lmenre se permitiese el acceso de los plebeyos al
con su bdo, al go que (al Vel no est uviese prohi bido, pero que, (!ado el empecinamient o
patri cio, se co nside ró oportuno autorizarlo ex presa ment e . Has ta cie rto punto, confirma esta
hi pót.esis una (rase aislada de Q. Fabio Pictor (fin es del siglo lit a.c.), cit ad~ por Au lo G elio
(Noches áticas. 5.4): ~e ntonces, por vez primem , se eligió 3 un cónsul plebeyo, veintidós
ar10s despuéS de que los gal os tomaran Roma- . No sabemos exacrament e cuándo situaba é l
este último acon tecimiento , pe ro si l'ra en el 389, ve intidós años más tard e nos si tua mos en
el 367, el al"io de las leyes Licinio-Se xtias. Algún tiem po despues. en el 342, un rlc biscito
(tal ve;: presentado por d tribuno L. Ge nucio ) eSlableció que ambos có nsul es debían SC"r
plebeyos. Li vio (7,42,2) no parece muy SC"g uro de que tal cosa llegase nun ca a aprobarse y
con razón, porque los fastos indican que ent re el 342 y el 173 a.e. fue. tegla sin excepción
que uno de los cónsules fue:;e patricio y el otro plebeyo. En síntesis, parece la mej or inter-
pretación la siguieme (propuesta por Richa rd, 1979, y aceptada generalmeme): las le yes
Ucinio-Scxtias permit ieron que uno de los cónsules fuese plebeyo mientras Que el plebis-
cito Genucio obligó a que uno de ellos 10 fuera,
Hemos visto cómo, entre el 376 y el 367, se reformó y ampliÓ el co njunto de magis-
traturas, hasta entonces muy escasas. Algo par«ido ocurrió con el senado. Cornel l (1999,
pp. 290-292 ) sostiene que durante los siglos v y!v buena parte de las d ecisione~ impor-
tantes las tomaron las aSJmbleas. Propone incluso denominar ese régi men ~democrncia
plebiscitaria ~ , porque el senado no ha acaparado alín la au toridad solemne que oste nt ar:!.
a p~nir del siglo !!l a.c. y ni skluiera es aún vi talicia la condición de senado r. Los cónsu-
les o los Tri bunos militares con ¡xltestad consular convocaban en cada momem u a quienes
consideraban Jdeclmdos, de modo que la com posición del senado variaba según los
momen tos. Va rias med idas contribuyeron a colocarlo en d lugar pri vilegiado que ocupó
desde principios del siglo Itl a.e. Las dos primeras son OlroS tant.as leres del di cta dor
Q. Publilio Filón, en el 339 (de la lercem ley Publilia, de ese mismo año, sobre los plebis-
citos, ya hemos hablad o). En vi rtud de ellas, uno de los cen>üres debía ser. en adelante,
necesariamente plcbero y, por alTO lado, cualquier proyecto de ley debíJ obtent'r la aut o-
ri¡ac ión del se nado «(llICWriUlS patrum) , antes de presentarlo a la asa mblea, Aunque las
fuentl's suelen presentar esta última norma como un:.! vlctori,l plebcya, parecl' claro que la
alllorizació n previa confirió al senado un poder de bloqueo que inhibió durante mucho
tiempo cualqu ier iniciativa que, de entradJ, no contase con su heneplkito . La tercera
medida es de gran calado, pero la conocemos mal. Se tmta de una le)' Ovinia, de fech a
dl'sconocida, pero probablemente anteri or al 31 2 a.c., por la que se exi gla que los censo-
res eligiesen a los - mejores. para el se nado (Fes!o, p. 290 Undsay ). De este modo, su com-
posición se hiw fija y estable y su reclu tamiento pasó a ser obra de los censores, no de los
cónsules.
El nuevo poder adquirido por los censores pronto fue (ausa de problemas, debido a las
polémica.> decisiones adoptadas por Apio Claud io el Ciego. Al parecer, la ce nsura fu e la pri-
mem magistratura que desemperió, lo cual muestra cu:!.nto falta ba aún pam que los ca rgos
se jerarquizasen de la fo rma qu.· luego conoceremos, Su labor consistió, en partl', en aco-
meter obras públicas de importan cia, pues a él se deben la vla Api<l, que unía Roma con
Capua, y el prime r acueducto de Roma, el aqua Aflia. También 3uwrizó que la gens de los
Potiui delegase en un os e>clavos públicos el cuidado y manteni miento de los rit os en el altar
a Hércules del foro Boorio (ara lI1axill1a). El escándalo eSlalló al c1abomr la li3m dl' senadores,
una tarea que, como vimos, hasta la ley Ovinia veníml haciendo los cónsules. Apio Claudio
pasó por alm a algunos pe rsonajes de relieve (Uvio 9,30,1-1) y. como prOtesta, d imitió su
colega censor, e. Plautio. Sto hubiera debido forw.r la dimisión a su vez del propio Claud ia ,
pues la censura no pJ<~ía eje rcerse en solitario. pero Apio C laudia h izo caso omiso de tal
requisito, así como también del límite de los dieciocho mcoes. Se mamuvo en su puesto, solo,
durante más de dos anos. p~ra no ahandonJrlo haSla que obtuvo el consulado en el 307. Los
cónsules, por su parte, no se a[Uvieron a 13 nueva lista de senadores que él había elaborado,
sino que siguieron convocando las reuniones de acuerdo con otra anterior.
Poco después, en cl304, el escriba Cneo Flavio se alzó co n la edil idJd curul, pese a sus
humildísmos orígenes, pues era hij o de un liberto. Sus in iciat ivas fueron decididamente
cont rarias a la nob¡liUlS. Divulgó las fórmulas necesarias para. actuar ante los tribunales (legis
acrúm.esj, hasta entollces man ten idas en celoso secrel o por los pomífices, y también el
calendario, con la indicación de los dras fastos)' nefastos. Dedicó el templo de Concordia
en el foro, pese a la oposición de 105 nobiles. Livio establece una conexión di recta entre los
cambios introducidos por Apio Claudia en el censo y la fulgurante e inespemda carrera de
Cneo Flnvio.

65
r. Jpyr' ghte'J material
Por lo Jtmás, a H",-ie> lo h"bía "]¡'gid" ~Jil1a f"cción dd foro, que haLra cobrado (ueroa por la cen-
sur,¡ de Apio a~udio. el cual primero rebajó la con.,idemcit'ln dd scn:K.l,), d i~iendo a hij os de
liJ,t,n (>/;, y d"lipl.6, al no lograr que o"die rntific:u¡c e$ta li~la ni que entrasen eo la curia los gnlp<J$
urb.lO OS que él quería, corrompió el (oro y el c~rnro Ide Marte1 distribuyendo a los humildes por
I<Jda~ I;,s tribu~. A tal extre mo de inJignidJd llegaron los c<>micios de Fbvi o <¡ue b mnyor ¡mrte de
los nobib ~ 'lu;(¡'j "1.1 an ill os de "fU y "us di!iCOS (phal'Tae). lJcsdc <I<\I.ICI mO!1l cm o , b duiJ<lS se divi·
di ó en d.:>s pan cs: por un lado, d pueblo integro, defensor y seguidor d,>los buenos, por otro, la fac·
ción del (oro, y ~si hasm que tOCron elegidos censores Q. Fabio)' P. Decio !304 a.C.1 y Fabio, tan-
te> por d.,><-", de' concordia. CClm() por que los wmic.ios no e, tu"iesen en manOS de los m~s humildes,
un" vez ;;cgrcgaJ,l In wrba del foro, la agrupó en cu" tro tribus, n las que denominó urbanas.

(Uvio 9.46, 1O· 14).

No pode mos acel' t;¡r ~Il'ie de b letr.l este pMmfo de Livio, po rque abunda n en él los tópi-
cos, en pa r(icular, es;¡ divi sión de la plebe entre los íntegros, que aropn ;¡ la no bleza, y los
corrompidos, 'tue se oponen <t ella. S;)lustio y luego T ~c.ito emplearán es ta misma imagen. ~
todos modos, de 10 que dice Livio se infiere q ue Apio Cbudio modificó los crit~ri Ol; dd cen-
~o. confiriendo m~yor peso a los grupo:; más humil des, w m o e n los comicios por centurias (el
campo de hhne) corno en los comicios por tribus (d foro), Pam Mommscn. el cambio md¡·
có en qu~ por ve, prim~rd se {u" u en CU~tlt<t la propil,Jad mueble. lo cual permitió la inscrip·
ción ell las tribus de la:; C\lmercianles si n propi<.:•.bdc,¡ nhtiC:1~, que h:1sW enlOnces h;,bian
~,;tmlo excluidos. No par~ce, sin emba rgo, que su tllimero fuese cm elev;ulo corno pam qUe su
incl usión tuvic>c (dn gra\'~,; consccuenci.,s. Adetn á5, seguramente todú ci udndnno tuvo nsig·
mu b una nibll desde el principio, aunque sus oienes no fueran inmuebles. En mi opinión, el
pármfo Mí lo se entiend~ referido a la Roma tardorrepublic ana . o al menos a un momento pos.
terior a la reforma que vincu ló b s (ribus con las centu rias scrvi:1nas, de modo quc un cambio
en la composició n de las tribus afectase a los comicios por centurias del Ca mpo de Marte.
Livio paR..:e que rer decir q u~ con Ap to ClauJiu los r..::;kkntcs e n Homa se uis tribuyeron ,'mre
toda s las tri bus, no sabemos segltll qué c riterio , y que ',:Sto, lúgiw tl\cme, les dio un po.:ler enor-
me porque est;¡!mn presentes en la mayor parte de las \"Q!acione,,;¡ difere nci~ de quienes vi·
vían e n el camro. La contrarreforma consisti6 e n acantonarlos en cuarro tribus solamente,
Jenominad:l.~ urb~nas, a las qlJe Li,-io presenta como distintns de las cu~tro partes en q ue Ser·
vio Tuli ud ividió b ci udad en d siglo VI. Aunque :;ólo ro; una conjerura. t;¡1 VeZ oc urrió q ue el
rápido creci mi ento de la ci "d~d de R"m~ en el siglo tI' atrajo ,1 mucha pobbcióll dd C:1mpo,
que sigu ió conscrv~ ndo sus antigu;¡s tribus. Por ello, su peso en bs votaciones (ue cohrando
cad~ vez mayor fu~rza. Para q uit;'ir,;elo, perdieron ("Sas antiguas adscripcione.> y fueron incor·
pomdos únic amente a c uatro tribus, las l1ammb s urbanas.
Ll reshtenc ifl palTi ci~ se rnos tr{, más vigorOSH c n el terreno religioso, 1" cu;,1 no es de
extra nar. En el 368, los dWlI1miri ';arns [cu:iundi> se tronsform;¡ron e n deUllwiri. ci nco de los
cuales patricios y otros t;¡ nt os plebeyos. En el aiio 300. c unndo el cón!;ul M. Valcrio M>Íxi·
mo Corvo presctltab;¡ la tercera }' ülrim;¡ de las le}'es sobre la (JTQ!wcario. un plebiscito de los
hermnnos Cn. y Q. Ogulnio, tribunos de la plebe, di spuso quc a los c uatro a ugures patricios
se les an~d i esen cinco pleOcYos y que ~ los cuatro pontífices pa tricios, otros tan tos plebe·
yos, con lo que el colegio de augures p~só :) tener nue\'e miembros y ocho el de pon tífices.
Hast a el 109 no tenernos ~l primer plebeyo como cun'() maximlls. y;¡ p;¡rtir de esa iecha tíni-
c;unentr loS puestos dr imerrex )' Je rcx 5acrorum quedaron reservados a los ra(ricios.
El final del conflicto. collvencionalmente. se fija en el 287 a.c. , c uando la ley Horten-
SÍil eq"iparó pkbiscitos y leyes, corn o ya lo hnbia hecho Puhlilio FiI.'m en el 339. Ahor~ cs
el momento de hacer Ull breve !mbnce. Conte mplando d periodo cn su conjunto. ''('mos
que bs reivindiC<lCiones plebeyas enCunt r,lron un ~' rcspu~sta desigun!. El ncxum fue formal-
mente abol ido por b le y Peteli~ P"piria en ... 1316, a unqu\' se mnntuv() vigente el si niesrro
cn,¡tigo esrablecido en las XII T~bl~s contra los deudo res. Posiblemente, Finle)' teng;¡ razón

66
CJjlyrighled material
al sugerir que la desaparición de! nCX!4m fo rzó a los propkt~rios a buscar mano de obra nue-
va, con lo que abrió el camino ~ l u~ gem:ralizado de e>el;lVos en la agricultura. En segun·
do lugar, en el reparto dd agcr ,mblicltS , los plebeyos dejaron de estar excluidos o subordi·
nados (tal vez desde la ley licini<l de! 367) y, de toda~ fomlas, el éxito militar puso en
manos roman~s enormes cantidades de suelo itálico que beneficiaron a muchos ciudadanos.
En tercer lugar, la incorporación de los plebe)·os a bs magistr'dturas estuvo :lCompañada de
In creación de los principales órga nos de un~ Tes 1mb/ka comple j~ . En realid~d, fue en e!
siglo IV cuando se levantaron los pi lares de la constiruci<'m co n la que Roma conquistó Ita·
lia primero y luego el Mediterdneo, un sistema arriculado de mflgist raturas y un senado
fuerte. La clave dc b.)vl'da de esa e5tTUctura b formaba ulla nnbilitm mi:.::t;!, patricio-plebe-
ya, que hi ro su "pMición en la :;.cgunda mitad d(O l siglo IV y que mantuvo su prcJominio, sin
(isu ms ap~rente5 , h ~s ta la cri,i s que dio comienzo con los hermanos Gmco. En e5a nobilirll5,
los p;¡tricios se aseguraron un poder muy supe rior al que les hubiera correspo ndido por su
número . Hast a e l 173 a.C. hubo un p;¡tricio en lodos los colegios consulares (por primera
vez en e! 172 JT1lbo~ fueron plebeyos ); cuando en el 215 se produjo la elección de un segun-
do cónsul plebe yo, los augures b Jedamrol\ inválidn y h"oo que nombmr, el\ su lugar, a uno
patricio . El afiO 161 a.e. fue el úlTi mo con edile. curules par.ricios, seglín la viej;¡ regl;¡ que
rc>e rvaba cada aiio la edilidad curul illternativ;!mente a patrici os o plebeyos.

IV. ROMA EN ITALIA

1. Del lago Rt¡;ilo a Pirro

Si hacemos CJSO a b tmdición, la Rom;! de los T;¡rquinios ocup<lba un lugar preeminente


dentTo de la liga hnina, ('xpre,aJo en e! ¡emplode Diana que Scrvio Tulio hizo coru;tnlir fue-
rn de! pomffium, en e! A\'emino, seglÍn In exigía ,tivocación como s;¡ ntu,lrio federal la tino.
Por nUCl;tm pa rte, ape nas podemos h;¡cernos un ;¡ idea vaga de cuál er:J el contenido y cuáles
105 miembros de C!K: nomell Latin um. Se reunía n periódicamen te en el monte Albano P;¡r;¡
celeb rnr un banq uete en honor de Júpiter L"lcial, en el que cada miembro de la liga debía
necC5<"l rifl mente recibir un trozo de la carne sac rificad;¡ de U1I toro blanco, pues si alguno no
obtenía su p~rtc, debía repeti rse emcra la ceremonia desde el principi o. En el siglo 111 a.e., era
una de las primem,; obligac iones de los cónsules, al ent rar en el cargo, fijar la fecha de esas
fl!fi¡;¡¿ Latina<' (pues, emn concelJfillllt', es decir, móviles), a las que tenía n obligJción de asistir.
De este dalO >e J,,:dujo que Roma había sido, en un comiemo, un miembro más de la lig'l lati-
n;¡ y que poco ·;¡ poco hab ía ido cobrnndo i(11powU1cia hasta convertirse en I;¡ ciudad hege-
mónica. Frente a esta opin ión . muy extendida, C'..ornell (1999, p. 345) sostiene que Rom;¡
nu nca fue mie mbro de esta con(edcruciÓn. la cual. más bien, se constituró, a su entender, p;¡m
dt.:fendersc de Roma.
Parece la de CorneU un;! poSTUm demasi;¡do radical, pero es indu(bble que las rcbcio-
nes ent re Roma y el nomen Lalinllm. tal corno las describe Uvi o. fueron de co1nborac ión en
ocasiones y de enfrent amient o en otras. Cuestión má5 impo rmnte es determ inar el conte-
nido y alcance de b confederac ión. Los latinos no se Jiferenci:¡b;¡n en es te as pecto de otros
pueb los, como los smnniws o los etl1.lSCOS, que. compa rT iendo una misma lengua, ma ntenb n
cie rtas instituciones fede rales cuyas decisiones no se limit~ban al terreno de lo religioso. Un
lex to dcllibro segundo de los Orig(''flfS de C atón (fr:Jg. 58 Peter - 11.28 Ch;¡s¡ignet) permite
afi rmar que los co mponenles dt b liga designaban a un magistrado comú n:

Egl,rio Le\'io, de T lÍsculo, dictador b tino, dedicó el bosque sagrado de Diana (llICUS Dianius) en
la 5Clva de t\ricia. L ros pue blos pan icipmc'n, T lÍsculu, Aricia. Lanm·io, I-",·i nio. Cora. Ti b"r, I'u-
mena, Ardea rÚtub.

67
:JpyrightE:J malPrial
Este dicwtOT LatinU5 probablemente Cr;) un cargo militar. no religioso. Lo malo es que no
conocemos la fech a de la irucripción cuyo (exlO nos ha conse rvado Ca tón, pero pucsro que
tiene ca ráct"r fundacio nal. debe mos considerarla muy antigua. anter ior al ataque del hij o
de Porsenna cont ra A ricia. en el 504. En la relación no figura Roma, pero dado que está
incompleta, su ausencia no es decisiva. Muchos años más wrde, cuando los latinos se
encuentffln ya bajo la dominac ión de Roma. otro text o viene a confi rmar que la confede-
ración contaba con magistra turas comunes:

D.:sde la d~\Imcción d" Alba y ha5la el consulado d~ P. Decio Mus (340 a.c.). los pueblos lati_
nos !oOlían deliberar <!n el nacimiento del (r ío ) Fer<!ntino (00 ca[lut FeTcll(inae), que ~'Stá en la
ladera dd mome albano y administrar el mando (imperi!<mJ de común acuerdo; ¡x::>r lo mnlO. en
el "n" en que, (Xlr orden del 'lOmen Lmi"um. debían los rom ané~5 poner a .lUS gene nrles al frente
dd ejé rcit<>, muchos de 1m nuestro:; ""lían pr~i t 3r atención a 1", auspicios desde el alba, en el
Capitolio. Cuando la" al'e, habían dado la <;eñal. aquel soldado, al que tooo el bcio enviaba,
aquél al que las 3WS habían señalado, !oOlí~ ser ,aluJ<KIo como pretor , que goberna ba e;;a prol'in-
cia a título de pretor.
(Cincio, pero no el an"li,w. en Fe5to, p. 276L)

Eltexw, pe>e a,u estilo un tanto torpe y reittrativo, es contundente. Los latinos tení~ n
un lugar sagrado , el bosq ue de Di:IIl~, y OIro parn reuniones delibera t ivas en l~ ladera del
monte Albano, que se mantuvo ha, la I ~ gutrrn btina de! 338 a.C. Ad em:i> de un diwu()T
Latinus debemos aceptar que habb también un J>raewr Latiml5, con funcio ne, as imismo
militares. Un pum o disc uti do es el d ..· si existía un tumo rotato rio en e! mando y si por lo
tanto, cuanJo no le inc umbía ,1 ella, Rom~, se somelía ,,1 m.. ndo conju nto. Esto llltimo pare-
ce mu y poco probable, desde luego, en los siglos y y ty.
La tradición sostiene que Rom3 derrotó al nomen Latimtm y a [os Tarquinios en la bata-
°
11;, dcllagu Reg il u 1499 496), cer.:" de Tú.sculo, dunde comaron con la pro"i,lcnci,,¡ "ru-
da de dos hér(ll;S griegos, los Dioscuros, Castor y Pólux, hijo" J e Zeus, quienes luego se ~'pa­
re(i eron abrevando a SIlS caballos en la fuentl: Jutuma. en el foro, para :munciar a los
roman os b gran victoria ob tenida. En Lavinio, la ciudad fundad~ por Eneas, aparecieron
en 1959 trece altare, de grJn tam"ilO, en forma de U . cuya situación, él unos 300 m de la
muralla, fu era de e ll~. hace pensar que tenían un cank ler federa l no mu\, distinto del qu e
pudo te ner ellemplo de Diana en el Al'entino. El más antiguo de dichos altares I' kne data-
do hacia el 570-550 por un fwgmento de cedmi ca <Í t ica mi entras que elllltimo fue ('rigido
a fines del siglo ¡Y. Una inscripción l"n bronce encomrada junto a uno de ellos es una dedi-
cato ria muy arca ica. medio en latín medio en griego. a C~stor y a Pólux, hmH, y no lejos
de "lIí se enconlmba un le rn plo de Minerva cuya estatua de cul to en terTacota, que se ha
conse rvado, e~tá influida por las e~ tatua, del rrontó n oeste del Par!enÓn. de mediados del
siglo v. Comprobamos as í 10 temprano de b penl:tración en el Lacio de personajes de l~
religión griega. Además eSta inscripció n nos permite imuir la fu erte ca rga si mbólica pre-
sente en la a)' uda que los Dioscuros presra ron a los romanos, puesto que su culto era imJ'Or-
tante en otras c iudades latinas.
Unos años más tarde. en 493, e! cónsul Espurio Casio rubricó un tm tado emrl: Ro ma y
los latinos (foedus Cassianum). Dionisio de Halica r1l3 so (6.95 ) nos ha I'wnsmitido una ver-
sión de l'~ta a[iama, que. a tenor del texto que él no. facilit a. cm exclusivmnente militar y
conten ía un co mpromiso de. ayuda mutua en caso de agresión por pa rw dé' un tercero. A mi
entende r, no es probable que esta vt:Tsión sea fiel al original. el cual había estado expuesto,
escrito en un a columna de bronce en el foro. pero que ya no existía hacia el año 56 a.e.
(Cice rón, En defensa. de Balbo 53). Por ello. no veo obst<Íc ulo pa ra admitir, con Humbe rt
( 1978. c~p. [11). que [os «de rechos latinos~ ya se encontraba rl"cogidos en el fÚ<'dus Cassia-
numo E~to signifi ca rommercium, COllubillm, itLS sllffragii Y iU5 migrmuli . Se entiende por com-

68
merciwn el uso del derecho civil romano, por cOlluhi!4m, la posibilidad de contra er matri-
mono legítimo, iU5 suffragii el derecho a emitir el VOIO en Roma, caso de encontrarse allí en
el moment o de una votación, y, de una fo rma más radical, iU5 migrandi, la obtención de li!
ciudadanía romana por el simple medio de fij ar la residencia en Roma con carácter perma-
nente. E~te ius migrandi irá de1\apareciendo a lo largo dd siglo JI a.C . (~u~t ituido, como \'ero;-
mos, por el ¡¡er magismuum), pero tiene una gran importa nci3, porque significa ba dejar
abie rta a cunlquier latino la posibilidad de obTener b ciudadanía romana.
A lo brgo de! siglo v, Roma se vio cercada por la triple prese ncia de b etrusca Veyes por
el norte, de los vo lscos en el sur, I(),> cuale.> desde fines del siglo VI , habían ido ocupando posi-
ciones en el Lacio meridional, y de los ecuos al este, en la cabecera del río Anio. El relato
de las interminables y poco prod uctivas guerras de este siglo abunda en historias moral i!an-
tes, como la de L. Quincio Cincinato, quien abandonó el arado y la tie rra que cult ivaba con
sus propias manos el tiempo sufi ciente para ser designado dictador ~. derro tar a los ecuos en
el 458 a.c. O la de Coriolano, traidor a su pat ria, que poniéndose al frente a los vo!scos, cau-
só severas derrotas a Roma (491-489 a.e.): sólo su madre pudo hacerle retroceder cuand9 se
encontraba ante las mismas pue rt as de la ciudad. En cua nto a Veyes, ta mbié n ;lquí Roma
sufrió una ama rgll derrota: la expedición contra ella que asumió la gen.> Fabia, con sus clien-
res, acabó en un desastre total en Cremera (477), donde, salvo uno, encomraron la muerte
los nesciemos seis patricios de la geTl.\. L,s cosas empezaron a ponerse mejor para Roma con
la caplura de Fidenas (435), a la que siguió un largo asedio a b propia Veyes, dur:m le diez
ailos (403-396). Mamenerlo tHntO tiempo, según Livio, fue posible g['dcias a b introducción
por primero \'ez, del sripendiu!1l, la paga de los soldados, quienes gracias a ella pudieron per-
manecer brgas temporadas alej ados do; sus hogares. Naturalmcnte, el ,riprndiwn trajo consi ·
go la generali:ación y sis tematización del tribulUm, pues ambo.> elememos son indisoci~lb les.
Veyes fue tOmada y destruida, su territorio co nv ertido en ager ¡mblicus y b mayor parte
de sus habitantes, vendidos corno esclawh. La victoria final se debió al héroe que protago-
n iza el libro V de Livio: Marco Furia Comilo. ObtuI'o, como recompensa, el triunfo, pero
poco después surgieron los problemas a propósito del reparto del botín de la ciudad OCUp3-
da. Camilo fue denunciado por un tri bu no de la ple be y, por no someterse al juicio, se exi-
lió vo luntario mente en Ardea. En rodo el relato está presente, no por primera vez en Li vio,
el mode lo de la llfuda: tras un asedio de diez años (como el de Troya), los ronmnos, he re-
deros de los troy nnos, se desqui taron triunfa ndo sobre Veyes, pero el héroe Cami lo, se vio
obligado ~ abandonar Roma y su alejamienro, como el de Aquiles, causar:) grJves m31es a
sus co mpatriotas. En efec to, una cxped ición de galos de la C isalpina, al mando de Brcno,
denotó complewmen re a los romanos en la batalla de Alia (390) y a continu ~c ión, se apo-
deró sin esfuerzo de la dudad inerme, con la excepció n del C~pitolio. De modo un tan tO
rocambolcsco, Cami lo, en Ardea, fue designado dictador, reunió un ejé rcito con I(),> roma-
nos que se ha bían refugiado en Veyes tras la derrota, r venció a los galos en el preciso
momerno en que los sitiados del Capitolio habían aceptado comprar con oro su libertad.
Tras esta victoria, Camilo logró su mejor hazaña: opone rse eon éxi to a la pre tensión de los '
tribunns de la plebe de ab~ndonar la destruida Roma para esrablecerse en Veyes.
La toma de la etrusca Veyes suprimió el principal obs táculo que habla imped ido la
expansión de Roma durante todo el siglo v. Así, desde comienzos del siglo siguie nte, su cre-
ci miento fue mucho más rápido. Tibur y Prcneste combatÍ<'ron sin treb'u~ r sin éxitO COIl -
tra los romanos, al tiempo que l~s I'ictorias .>Obre volscos y h~rnicos pe rmitieron la anexión
del Lacio meridional con la creac ión (358) de dos nu evas tribus: Publilia y Pompti na. A
rn edii!dos de siglo, Roma es ya la principal ciud,ld de Italia: renueva el foedu5 C<l55ianum con
los latinos (358), firma un pacto con 13 poderosa confederación sa mnita (35 4))' logra de-
tener el awque de varias ciudades etruscas, di rigid¡rs por Tarqui ni a. no sin pérdidas -307
prisioneros romanos fueron ejec ut ados en el foro de Tarquinia- , gracias a la defección de
Cncre, que pactó una !Tegua con Roma (353). A esta ~¡x")(a pertenecen los frescos de la

69
CJjlyrighled mater:al
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Figum 1.7. La tumh,l Fr.Hu;oi, d~ V"le! . Los nlÍ mero;; ",d lcan b , ihJ >c ,ón d~ los f,esco" [.! . Comb,," de \'"
h~ rt>c. de V"k, (A"lo l' Co l", V,"""""), J . M~rc< Camuln.u del mu.,rte" e,,,,,,, Tan;h"n,e.\ I?wnarh . 4. Vd Sa"~$
~,~, ''')1'' 1"" h '- S· 6. S, ... " ro e,,', .k \'" 1" ¡' ; ""~,,.,. ", ~o
,,,,, ~ . 7. [ ..-..~' I" , l ' p" I""~"._ 8·9 . l.,,,, .,, h io> ~I ',- ~"" N,~ nI y
Fén ix_ 10. AI'ax viola" C",,, ,,dm . 11. E.""Cll~ J<, "ln"' umba: An~",,,() wn Si,iro ("'~ú n l o,dl;, 1996, r . 173).

tum ba Fr.m~oi". a los que y,\ 110$ hemos referido (cap. JI .J I. I ), d~ marcado signo ¡¡ntirro·
!lla llO, donde se n,-cogc la historia de Masfa rna. con h1 muerte d l' enea Tarquini o. de Roma.
y se represen! :l h mu en.: de los pri!iioncros ¡roy;l!lOS en los funeral es de P::ltroclo (donde
Troya podía si mbol imr Roma).
En esos anos cruciales de mediados de siglo, Roma acordó el segundo tratado con su
(muTa enenliga, C¡mago (348). En <:1 se modifi ca el área de exclusi6n que los ro manos
deben resre!;u: si en el primero (; 09 ,Le.) se fijaba "Ólo el "cabo Hermos() ~. :.hoT:l se csra-
blece uoa línea entre ~c alx) Hcrm os<)~ y Mas ti a Tar:;eion (seguramen te, Cartagena) que los
r Ofll ,1Il 0S no puedcn tr"SP3,,,r I' n ning ún caso: :;.e les permite comerc iar en Sicilia y en Car-
tago, pc ro no en el resto de África ni en Cerde i'ia. Lkspué's de este tratado, deb i6 de fir-
mars<.: otro, probablemente en e\ 306, recogido por el histori:"\OT Fil ino (a\ que ]>olib io no
da crédito), en el que se prohi bía a los roma nos desembarcar en Sicilia. Poli bio, en ca mbio,
r.61o rec onoc e tres tmra,los: cl del primer [li10 de la Repll blica, otro que no fecha, al que ac a-
ba mos de rcft'rimos como fimuJo en el 348 a,C, y elliltimo, en la época de \a gUI'TT'J con-
tr.l Pirro.
Como consecue ncia de su expm15i{m hacia el mar, los samn itas atacaron a los pU(,.I,los de
la Campania septentrional, unidos en un« confederación CIl tom o a C apua, \a Clwl pidió ayu-
da a R om~ . Vincu b,b por el r ac to del 354 con los sanmitas. Rom,] debía mantenerse neu -
tml, pero no qui so hacerlo . Pam salvaguardar las forma s, C 1pua se rindió volUnTari amente
con lo que su territorio se convirti{¡ en romano y los samnitas debían, de acuerdo con ese mis-
mo pacto, abstenerre de entTI\r en él como enemigos. Los em bapdore,; campanos proclama-
T<lll ,;olcmnemen tc b!~ rendic ión (ddilio): ~cntrcgmnos cl¡Jllcblo campano y la ciudad de

70
r. Jpyr ghte"J material
Capua, los campos, los templos de los dios...." y Todo lo divino y humano a vuestra autoridad,
padres con.scriptos, y a la dcl pueblo romano, y 10 que en adeb nte padczcamos lo padecerc-
mos como dedirido5 vuestros~ (Livio 7.31,4). La b'IJem, ,!ue siguió, la primerJ samnita, al igual
que la propia di>ditio de C1pua, ha dl'lipcrhdo sos¡x'Ch:Js rll1re ::¡lgunos hiSTOriadores. que no In
consideran histórica. Según el relato, fue muy breve (341-340) y terminó con una sorpren-
deme tTansfonn'lCión del cuadro previo dé alianza.> y enemistades. Ahord romanos y Sdnmi-
tas, como aliados, se enfrenran a campanos y !aUn", (340-338). Ll bat<llla que dio la victoria
a Roma la sitlÍa livio en l::¡s laderas del monte Ve~ubio, r es famosa por la di>!lQrio del cónsul:
viendo ,!ue el lado i!quierdo que estaba bajo 5U mando flaqueaba, el cónsul P. Decio Mus!;C con-
s<'gró a sí mismo \' al ejército enemigo a los dioses ManL'S y montado sobre su caballo. se arrojó
al combme. Su muerte atrajo t,x:!os los mnl es de los di oses sobre sus ene migos.
Ln victoria sup uso la disolución de la confcdemción btina (338) y la anexión del Lacio
según fórmul as J iversas para cada ciudad. que veremos en el capÍTulo sigu ient e (l l.l V. 2). La
posición de Roma en ltali;, ya tS hegemónica, por lo que estará en conJicione~ de derrotar
completamente a lo, ,a mnita~ cn do:; nucw]S enfrentamientos. La se~unda guerra (326-
305) dio comienzo cua nd o la aristoc racia (griega) de N:ipob pidió ayuda a Roma mientms
la plebe hacía lo propio con los sam nitas. Roma sufrió una humillante derrota en el desfila-
dero del Ca udium, al sur del río Litis (32 ! ): su ejército, atrapado y sin salida, aceptó hs du -
ra, exigencias de los sa mnitns y pnra ~ lvar la vid<l, los hombres tuv ieron que pasa r, se mi-
desnudos. bajo unas horcas que, desde entonces, recibieron el nombre d", ca udiaas. Las cosas
mejoraron luego pam Roma, que pudo ocupa r el valle del río Liris. La tercera guetnl sa m-
nita (297-290) empc:ó C01l10 la segu nda, pero esta vez fue Tarent o la que invocó el auxilio
de Roma, mientras que los etruscos se pusieron del lado de los samnita, . L, gran b<lt,db Je
Sentinu!ll. en Umbría (295), pudo ganarse gracias a una nu eva acuario del cónsul, homó-
nimo e hij o del ,Interior: P. Occio Mus.
Por desgracia. perdemos el te xto de Livio ¡xx:o dc,pués (a la ahura del ano 293 ) y hemos
de content~rnos con los magros resú rnenes (¡Ji.:riojru) que apenas apurl<ln nada. Por ellos &1.be-
mos que !eJS "amnitas se rindieron en el 290 y que Roma rechn;:ó poco después, en el 283, un
nuevo a.alto de los temibles gíl1os, :lliados con los etntscos, con una victoria junto :ll lago
Vadimón, cerca de Ilonmr20. Gracias a ella, se ane xionó el territorio de los senone,; (ac;cr
GailiclLI) fundando allí una importante colonia btina, en el 268: Ariminiwn (Rímini) , La
batalla de Vadi món (ue también el úl timo intento de los etruscos ¡Xlr mantener su indepen-
dencia: tras b captura de Veycs y 105 conflictos con Tarquinia a mediados del siglo tV no hubo
más cnfrentamientos h,\Sta que Roma. por .>l'gunda vez, se apoJera de una dudad etrusca.
Rm.cllae. en cl294. Diez a!losde;;pués, en el 273. (undó b colon ia latina de Cosa y, en el krri-
torio arrebatado:.l Caere, es tableció cualTO colonias romanas: Pyrgi, Fregenae, Alsium y Cas-
trum Novu m. Por aquel emonces se produjo un curio~o incidente en Volsinii que muestro b
disposic ión de Roma par:) intervenir inc!u,;o ... n "sumo:; imemos y en a Iterar dr<'ist icamente el
¡x>blamiemo_En l'sa ciud:ld. "n <,1 mlo 280, los Kescbvos~ se hicieron con ell'oder: asumie-
ron el mando del ejército, conquist;lron el derecho a caS<lJ>e con muj ... rL'"S d... la mistocracia y
comenzaron a ocupar nmgistraturas y a emrar en el sen;"lo. Rom<r envió un;) expedicilín
uutén ticnmente policial en el 264: M. Fulvio Flaco tomó la ciudad, la saqueó (se !len) nmb
men 05 que dos mil estatuas: P]¡nio, Histaria 1IiIturai 34.34), devolvió los «escbv05~ a sus Jue-
i'íos y trns!adó a toda b I'obbción ;1 un nuevo ase ntamiento, b Volsinii romana (Ilolscllu).
ab:.lndonand o la etrusca (que quedó como «ciudad vieja·, !/rb5 UetlLl, de ;,hí Orviero). IXs-
pu b, dedicó un témplo ~ Vo!nrnma "n el A\'entino, un caso daro de ewrcatio simibr al que
hnbía hecho G1!Ili lo ~I tonwr Vcycs (sobre CSte episodiO, ",'ase p. 36!).
Entre tanto, en el su r, Roma mustraba su C3 ra más prepotente, haciendo que una !':;cua-
dra suya penetrase en el golfo de T;lrent'o y vio¡~nd() así el ['tatado del 302 (¡rrnado con esta
ciud",d griega, por el que se comprometb a no av amar más all,\ de CrOl"ll(l. Tflrc nto era
consciente de que con sus .>Olas fuerzas no podía vencer, de modo que soli ci tó la <,yuda de

71
C:>pyrighled material
Pirro, rey del Epiro. la Ileg~da de Pirro (282) aglutinó en torno a él a los nmlt r(.'ehos ene·
migos de Roma: Tarento, los samnitas y los lucanos. Pirro logró dos victorias (en Hemc1ea
yen Ausculum), pero a costa de cuantiosísmas pérdidas, por lo que, dado lo infnlctuoso de
sus esfuerzos, decidió trasladarse a Sicilia para apoya r a la, ciudades gr ie~'>l > de 13 isla, en par-
ticubr. a Siracu'ia, en ,u resistenci:;¡ frente:;¡ C:;¡rtago ( 278). Esto pro\'ocará d tercer trata-
do romano-cartaginés. en la cuema de Polibio (el cuan o si incluimos el dI."" Filino), que ('$
de defensa mutua frem e a Pirro. Tms algunos éxitos iniciall.""S, Pirro puso sit io al principal
enclave ca rtagi nés en la isla, Ulibeo, pe ro no pudo wm<lrlo. Abandonó el asedio y en t:1
275 regre~:;¡ Italia, pero fue derrotado en Benevento (275). Enter:;¡do de los progresos que
h"da Antígono Gonaras, rey de Macedonia, sobre el Epiro, Pirro regre~ a su reino, dandI.""
murió poco después. Abandonada a su suene, Tarento resistió a{m hasta finalmente ren-
d irse a los romanos en el 272. Toda Itali:;¡ al sur de la línea Pisa-Rímini dependía ya, de un3
forma o de otm, de Roma o estaba vinculada a ella por tmtados en los que se reconocra su
am oridad y su predominio. Sólo ocho años más tarde, Roma pondrá por ver primera el pie
fuem de Italia, dando com ien w su crucial enfrentamiento con Canago.

2. Las formas de la anexión: tribus, municipillln , colonin

Al relatar los acontecimient os dd allO 495, Uvi o afi rma, sin mayores comelll:lrios, que,
gracias a la victoria en el lago Regilo sob re. los IdTinos, «se hicieron veintiun:l tribus»
(2,2 1,7). Determin~r cu(Jl es fueron C"S~s veintiuna no es rarea difícil porque en lo sucesivo
U vio nos irá informando pUIlIU:;Jlmente de tod:;Js las incorporaciones de nuevas tribus h:ls-
ta lIegdr. en d 241 a.C., a la. cifra definitiva dI."" treinta y cinco, que ra nunca se modifica rá
(cfr. fig. 2.8). Su exposición, b~st~nte sistemát ica, comienza, pues, como de la n~d:\ en el
año 495, <lu nque, p"ro el periodo 509-495 se ha referido a la creación de una tribu, la Clau-
dia (2, 16,5), que siguió d la venida del sabino Atta Cbuso, y nosotros podemos deducir que
la Clustumin3 fue consecuencia de la toma de Crustulllerium. Pese a ese si k ndo dIO Liviu,
A. Alfóldi (1965) propu >o una reconstrucción del proceso de fonn" ción de esas Vl'intiuna
tribus que ha gozado de muchísimo prcdic;¡mento (véase mapa J). SeglÍn él, hubo dos
momentos que pueden d iSTinguirse segú n el nomb re de lds tribus: uno primero, correspo n-
dieme al TerriTOrio de Roma bajo los Tarquinios (ager Romanlt.\ antiqUiIS) , que ("<Iuivale a la
extensión de bs tribus cuyos nombres son lopónim os, es decir. además de las 4 urbana,
otras cinco nísticas (la Romili:l, equivalente al ager VaticamlS , Alfiildi creía que no podía
haberse estab lec ido bajo los Tarquinios, cuando. en su opinión, ,oda la orilla dl.""recha de!
Tíber cm etrusca, sino a mediados del s. v a.C, pero en este aspecto no le h~ secun dado la
mayor pa rt t" de los historiadores). En aquellos alios, los monarcas no consentían que los
territ orios ~dqu iridos tuviesen nombres que n.) fuer:m neutros. El seg undo momento viene
cuando, tras b expulsión de los reye s, asumieron b iniciativa las gL'ntes patricias y por eso
las nuevas tri bus. bs nac idas entre 509 y el 495, son aquellas con nombres gentilicios, apa r-
te de ott:lS dos que, siendo tOf'Ón imos, podemos fech ar en esos años JXlT :)lgunas norici:)s
que da U"io. Toda esta reconstrucción es sólo unJ conjetura, y se funda sobre una dist in-
ción arbitraria entre gent ilicios y topónimos que relega ::l esta segu nda ca regorí::l a todas
aque llas uibu:> cuyos nombres no figuran en los fastos (Comell, 1999, pp. 113-1 15).
A mi entende r, es difícil que podamos noso tros ir más allá del pu ntO de pan ida de U vio
en el 495. C'..on"iene. rcnCT preseme, como ya quedó dicho, que durante la monarquía, la
unidad esencial de la d uitas em la C!4ria y que, :)unque probab lemente ya existiesen algunas
tri bus, 110 cabe descartar que su ge net:ll ización al conjun!o de los ciudadanos tuvie&C luga r
en ese mismo a'-'o. S u historia posterior es mucho más sencilla. La creación de una tribu
nueva es prerroga tiva de los censores, quicnes lo hacen con la finalidad do.' incorporJr :)
nuevos ciud3danos }' ITas habe r expropiado, a las comun idades derrot:ldas, tierras que lue-
go se reparten t:Il lotes individ uales (lIiritim) entre los beneficiarios. Por esra m~ón, el cu:)-

72
CJjlyrighled mater:al
COLONIAS MUNICIPIA
TRIBUS
LATINAS (opllmo lure/Jlne JuffrogloJ
Tarqu inios: 10 Monarquía:
4 urba nas: Palatina. Esquil ina. varias (Fidenae.
Suburana. CoU ina Cara. etc. )
6 topo nrmicas: Lemonia. Poll ia. Pupinia.
Voltin ia. Camilia. Romília
494: Signia
495: 21 (Uvio 2.21.7). Se añaden 11: 492: Norba
9 gentilicias: Fabia. Horatia. Papiria.
Aemilia. Men enía, Voturia. Sergia. 442; Ardea
Cornelia. Claudia 418: Labiei
2 toponimicas: Galer ia. Clustumina 40 1; Velitrae
393: Vicelia.
387: 2S (Uvio 6.5,8). Se añade n 4 con Circe ii 38 1: Tuseulum. primer
el territorio de Veycs (39 6): Stellatina. 38S: Satricum municipíum
Tromentina. Sabatina. Amiensis 383: Sutrium.
Nep et
3S8: 27 (Livio 7.1 5.1 1). Se añaden 2 c. 353-349: Caen¡. pr imer
382: Setia
por victorias sobre valscos y hérnicos: municipium sine 5uffrogiO
Publilia. Pomptina
334-268: 1S 338: Lanuuium. Arie ia.
332: 29 (Uvio 8.17.1 1). Se anaden 2
con territorio tomado a Velitras y para colonias latinas Nomentum, Pcdum
Lanuvium: Haeda. Scaptia 334: Capua. Fundí. Formiae .
Cumae. Suessa
))2: Ace rra
329: Priuernum

318: 31 (Uvio 9.20.6). Se añaden 2 con


el oger Fofernus y parte del territorio de 268 (Arímin ium)
hasta 183
Pri uernum: Fater na. Ufentina
(Aquíleya): 12
299: 33 (Uvio 10.9.14). Se añaden 2 colonias latirlas
eOrl territorio de au runcos y ecuos:
Terentina. An iensis

241 : 3S (Uvio. pcriojas 19). Las 2


últimas: Qui r ina. Velina

Figut<l <.8. L;. cxpamión de H" m," imt r"mellw. juríd ieO$ .

dTO que nos ofrece Li vio es coherente. sin ni nguna tribu nueva en todo el siglo v hasta que
la conqu isra d" Veres permi tl' un a súbita ampliación r muy considero ble (c ual ro nuevas tri-
bus). El rillllO posterior. a lo largo del siglo IV . es más pausado. pero regul ar (de dos en dos
pa r<! mamenn un resul tado impa r en los comitia tribuw) r siempre las incorporaciones
aco mpa Tian a los éxi tos mili ta res En síntesis, las nuevas tri bus presuponen b apropillción
de nu evos te rritorios r constitu\'en un instrumento parn b extensión de la ci ud¡ldanía. aUIl -
que no el ún ico. Roma util izó tam bién otro que no signifi caba anex ión: el lnunicipiuln , con
ciud adan ía plena o bien sine suffragio.
Aunque nos dc tend rc mOl; al go más en estas do:; calcgofios en el c<¡pit ulo V, conviene
indicar ahora que la tra nsform ación de una co munidad en municipil4m se produce cuando

73
Jpynghted maler;aI
ob tiene la ciudadanfa rom:m a, pero permanece co mo una Tt'S ¡mblica scpmadn, con p le n~
autonomía. La creación de un a nueva tribu significaba la extemión del agl'T RúflumlLS ,
ad mini~trado direct~meme por 1m magistrados rom anos, y esto era al go que no podía hacer-
se en lodos los casos porque tal gr,]do de centra]¡wci ón SUf'C1'3.ba con mucho lo que Roma.
con los medios de los que disponía, ew capaz de afromar. En ca mbio, los municipuJ co n-
s<:rvaru n su autonOmf,l y por lo tanto se admi nisl rJban perfectamente bien sin interven ·
ción de los ma gistmdos romanos. AlI lo Gel io (Noches áticas 16,3,6) dice que Caere fue la
rrimera ci«irru sin'.' 5Jiffragio, como premio por su ay uda dumnte la mm,] de Roma por 1m
galos en el .389 a.c., cuando las vesta les y cie rt os objetos .'klgrudos eocont ruroll refugio r
amparo en es:J ciu¡bd e¡-rusca. Uvio (5,50,.3), [Xlr el comrmio, aludl" única mento: a un hospi-
[fum ent re Caen' r Roma, firmado en agradecim iento por su aruda. Es probable (Humben,
1978, r p. 28-32 ) que Oelio confunda las co.>as, pero no que se eq uÍ\'oqu e en cuanto a que
Clere fue la primera ciuiras sine suffragio , co mo 10 prueba b existencia de eS']5 . tab las de
los Caerites" . donde se inscribían, en el censo, aqu ello,; ciudadanos que no tenían derecho
a voto, es dec ir, que era n ciues sine s«[[Tar,Ío. Si "Caerite,;» remite a Gere parece lógico pen·
sar que dla fue la prime ra, aunqu e no en la fe\,;ha que propone Odio sino después, a mod o
de cas tigo, Ims la tregua quc fi rm ó con Roma en 353.
Esnech.unellll' un ida a la ex!".msiún de la ciuJ~Khl1lía rorn.ma (tribu,; y municipios). ht
colunj¡,lC ión latina se remon ta al peri oJo regio, \lna époc~ en 1:1 que, como vimos, b con ·
fedemciún latina tenía asa m blea,; pata deliberar y designaba sus propios rna ~isrrado.>. Pro-
bablemente, las rri mer,lS colonias huinas que la an,dística atri bu)"e" Rómu!o r a UtrOS reyes
nKi ese n cnrno consec uencia de una dec isión dd nomen Ultím,m. [)cspués, a medida que
Roma fue cobrando promgonismo, enl ella b que acordaba la funJ¡zción, elegía eJ empla-
zamienw y la lIevah~ a cabo, aunque utilizando ta nto a sus rropi05 ciudadanos como a lati·
no;; y gent l'S de ot ras pnxedl'ncias, que pas aban " conve rtirse en ciudadano:; de 1" nueva
colon ia. De modo muy claro así lo indica el jurista G ayo hacia <'116 1 d.C.:
Am i¡;ua!1ll·nt". en la éf".oc;, ,'" qu,' " l l""'b lo Wmomo (und"ba colonias cn f<'gioncs htin;\;, ' luie·
oc' 1"" ntden 1"11<:"'" se Inscribínn en unn cnloniJ lntina dcjnhan de estar h;ljO la p{)te~t ad de 'u
padre. porque :;c I",cian ciudaJ.1nm de Dlr.1 ci udad di5!in"..
(lrmi!lKiones I ,131 )

En cierto modo, pod"mos considerar las coloni as latinas como recíprocas al iu, migran·
di: en virtud de es te último, los hltinos, trasbd:índosc a territorio rom:ulO, recibf:ul ]:, ciu'
,bda ní;l, micn1Tils que en las colon ias eTiln los ciudnd~lllls rom~nos quienes se convertíntl
en hJ(ino:; in:;cribiéndose en la nu ~va fu ndación. La colonizaciÓl 1 Litina se detuvo bru:;ca-
mente después del 381. cu,m ,lo Tuscul um fue obl igada a abandona r la confedemción e inte-
gmrse en b ciudadanfa roma na, conviniéndos.: en el prim er IIlwlicipitllll (Cicerón, En
defensa de Plancio, 8,19) , dcm ro de la tri bu P¡lpiria, ya existente con anl eriorioridad, pue~
nunc" se comtituyewn tribus nue\"a~ pMa incorporar" los munícipes. E,w fOr¡:\lb defec-
ción puso a las relaciones entre Roma V los latinos al borde de la ruptum (Hum bcrt, 1978,
p. 160). Al d"'tenerse d", ",st:1 forma 1.1 distri buc ión de tierras que benefic iaba a la piel" de
Roma. 5e agnwaron los conflictos S()C i ale~ internos: e,; probable que aqu í resida la causa de
los supuestos die! aii.rl!; de intensas luchas 076-367) que precedieron a las leyes Licinio-
Se xti ~s . Finalmente llej:!ú la gue rra abierta contra los latinos 040-338) y tr:1S la viclOria y
la rendición incondi cional (ckditío) de rrodas y cada un a de las ci!!(lades de l L1cio, el sena·
,lo de Ro m~ lOmó una serie de deci,;ione,; mu')' imporwntcs cu)"o lenor no;; ha conserv"do
U vio (8.14),

- La conf"d<:mción latina qucdabn disuelta }" Roma les quitaba n los puebloo que la h~bbn
integrado el derecho de reunirse, casarse kgítimamenle () comerciar entTe sí. Los derecho:;

74
CXlyrlghled material
del focdlCi CrusianllTn (commen:illm, conllbiwn , illS migrandO en relación con Roma se man·
luvierun vigentes. Too<ls esta;; comunkbdes se rigen, en sus re betone. con Rom:l, por el na-
(!Ido y de ahí deriva su denomin,lCión de ciuiw/es focderate. Además, a dos de bs principales
ciud!ld{"S btinas. Tibur y Pr¡>neste, se les expropiaron ~Ig"n~ s ti<'rras.
- Con el fin de COnT inuar con la polírica inici:lda con TUSClllum en J81, ahOr:! e[ S(! n:l'
do incorpor.! a cierta:; CUl11unidade. del Lacio con\"irtiéndo1a~ en municipios de pleno dere-
cho: Lanlivium, ,Arkia, Nomentum y PeJum. Igualmenre inTegra a algunas cOlllllnidades
campanas. aunque C0 ll10 cilliw[;>s sine 5uffragio: Capua, Fundi, Formiae, Cu nus, Suessula.
- Tuscul um l' Vd ¡trus m'HllIlvieron la ciudadaní.l romana que 1enían, En el caso de Tuscu-
IUI11, se castigó a los principales instigadores de la rebelión; en el de Velitms, sus murallas
fueron derrib!l<.b s, sus senadores, desterrados al otro I!ld o del Tíber y en sus tierms, ase nta-
dOlí colonos. Velitms es mencionada como una colonia btina cn el 40 1, por [o quc, si livio
no se equivoca, debió de übtener el rango muniCipal después del J81 (Tusculum).
- E[ senado decidió enviar la prinwrJ colonia de ciudadanos romanos a Amium.

Después dd 338 a.e , se rc~nllda la colonización !auna, pero su definición juridica [m


ca mbiado en cien o modo, porque b condi ció n latina (el >lomen Utri>lwn) deja de rcferi~ ¡¡
una concreta realid~d cultur;ll l' po lítica, sale <.lc-I marco geogrMico dd bcio \' se convier-
te en un conju nt o ab~t raclO de derechos de l o~ que pueden bencfician;r comu nidades it:í:li·
cas o (des..k d siglo 11 a.c.) extr'litá[kas: commerrillm. cOIII,billm. ills migmndi .. _Estas colo,
nias vienen obl igad~5 a aporr;lr conti ngentes militares ¡1 Roma, qu e se rvirán entre los
auxilia , no entrl' [o,; kgionario:;. En esos mismo:; CTuciflks aiios, se fumbron [a~ primeras
colo ni as de ciudadanos lu mJnos (la primera, la de AllIiulI1, a la que ya hemos aludido),
diferentes de las latinas' SCln comingt'llIes muy pequáios (habitualmente, de unos 300), >c
sitúan a lo brgo de la COSTa (de 'lhí el apdmi\"o Je wloni& maritimac) y no constituyen \'<'r·
dadcras res Imbliea/', sino que sigucn de pendiendo de magistrados romanos. Su (unción es
miliTar, deben defender dctemlinado enclaves particubrmente importanres y por ese moti-
vo no est,;n obligados a presta r servicio en el ejérciw, pues h"n de permanecer en su:> pues-
tos. Ikspués de Antiulll, vi n ieron o,ti¡l . Tcrracina. Mintllrna, Si nucssa. Sena Gallic;l, etc.
La última colonia latina fue. Aquileia. e.n 183 a.e. Las sucesi\'a~ fueron colonias de ci uda-
danos romanos, pero de Iln nue vo Tipo, disti nTO de Ins colonia.; marilinUIC de fines del siglo
JI' y dd siglo 111. Ahora lus contingentes de colo nos son gra ndcs y forman por supuesto una
I'er<.hldera res plIbUca, perfecTamente urganizada.

V. FUENTES Y BIBLlOGRAFiA

L"lS principales fuentes son la primer,l déc",d¡l de TilO Li\'io, b !--lis/aria Arcaica d" Oi0ni,io
de Halicnmaso, y a[!,'U!l;u; Vidas dc Plutarco (RúnlUlo, Nwna, Camilo. Cono/ano . I'IJllícvla) ,
T.'unbién son impon:lIlleS ellibru IJ de S"bre la Rq~¡blica de Cic<: r{¡n (la llamad" ~:lT<.¡uc< )l ogía~ ) ,
los Ffl<lm de lIvirli<> y b tr.t< I;("; ,\ n .,n " I;I:'. '1"" ;<rranC, d" V:HTún (Sobre !a lcnglUl k,riflllJ y d" la
que nos han lIegach1 ecos tardíos (en ¡mrtieular. el diccion:nio que escribió Verrio Flaco. en ('1")-
c<t augú. tea, tit"h(~) Sobre el significado J,; las ¡Ja!.:iliras, del <'tue sólo nos han lleg<tdo 1.." resl"ne-
!les hechos por Pompcyo Fcsto, en tomo J los siglos JH It y por Pau[o Diácono, en cl siglo \'111) .
Los fragment os de los historiadores romanos los l"t.'Cogió H. Pcter, Hiw:rriom" n rot/lQlI(ffUm reli-
quiac. Stuttgart. !914 Teubner, una edición que va siendo progrt.-s ivmncntc sustituida por la de
M, Chassignet. en Les l3elles Lenrcs, que h,l publicado hasta 'lhora los Orí.l.'<-'ncs de Catón (1986)
y dos volúmenes con lo:; fr,lgmentOS de la :mal í,;tica romana (1996 Y 1999 ).

- Contamos con un comentario de Li\'io. ,11 modo tradicio n.ll, muy detallado. hecho po r
R. M. Ogi lvic, A C(Jmmcnwry ,m Uuy (libros J- V) l' con tinU:ld,) por S. I~ O<t klq', A Com-

75
r. Jpyr ghte'J material
memary on /jI!) VI-X , 3 vols. (clliltimo aún no ha apa recido), tambié n estudi os historio-
grMicos intereSilmes como lo, de- E, Gabba, DiO/l)'5U5 ami "' The History of Ar,haic Ro:mte. y
D. Musti, Tendenze nella storiograflG romana e grece su RO/na arcaica, SnuU su Livio e Dicmigi di
Alicamasso.Dc>de- un punto de vista ~ narrntol6gico" ~t án escritos M, Fox, Rornan Hisurrical
M)'thl. The Regal Period in Altglls/an Uterature y G. B. Miles. Liv)' RecorumlCting EaTI)' RO/ne.
En concreto, para los anales de 105 pont ífices. considero lí til B. Frier. Libri Annak5 Ponrif1Cum
Maximon4m. The Origiru ol!he Annarurk Tmdition, aunque sus opini9nes se ilparten a "eces del
sentir común. Sobre la arqueología de Sobre la República de Cicerón, es interesallle J. L Ferrary,
.L'f1 rchéologie du De rePllblica (2,2.4-37.63). Cicéron entre Polybc CI Platon - ,

- Para la trifuncionalidad indoeuropea, d('nuo dc la vasta obra de G. Duméúl. tal ve!


la más relevante en nuestro eas-o sea G. Duméli l, Miro)' epope)'Q Jll; con el e,tudio que le
dedicó M, García Quintel;l, D!<mÚil.

- Para conocer las aportaciones de la arqueologí'l, hay dos símesi.> muy claras)' breves que
son recientes, aunque lo cierto es que en los últimos años la renovación en este terreno está sien-
do tan n'rtiginosa que promo sUTb'Cn datos nuew-,,¡ e imponanres. Son R. Ro;;s Ho1!oway. The
Arc)¡aeolog)' 01 EarI)' Ro:mte a:nd Latil4m, y ej . Smilh, Eml)' ROTlIi' and larium , EconO!J!)' muí So.;:iet).
c. ¡ OC{) 10 500 B,e. A. C'lrandini ha publicado un voluminoso libro (U. nascira di Roma. Dei,
!mi e !I()Il1ini 1111'11100 di llna citiltií) en el que. ut iliz.'lndo los aporres de sus excavaciont's (en el Pala-
tino, propone una acoplamiento pleno entre restos m~teri a!es y tradición liter:l ri~. A todo dIo
,kbemos ~ñadir h libros de F. Coarel1i , 11 Foro &ario e 11 Faro Romano. voL I PcriOOo arcaico, así
como b exposición sobr(' u.¡,>rande RO!na deí Tarquíní (M. Cristolimi, ro), verdmlero hito y pun-
to de inflexión en esre rerreno. Hasta ese momento, b perspectiva arqueológica estuvo domi-
n:lda por las obr.\S de E. Gjt'rsmd. farl)' RO/ne y H. Müller Karpc, Zl4r Sradtw~dl<ng Roml.

- Obras gt'nera1cs s-obre el periodo: T. J. Comel!. Los orígenes de Roma, J. Mangas y


E &ljO, ws orígenes de Roma. J. Martine:-Pinna, LUI oTÍgene$ de Roma, y M. Pallot¡jno. Ori-
gini e slOTía primilit'a Jj Roma.

- Sobrt' los orígenes ,k, Rom~ y b monarquía, además de la obra. muy interesante. aun-
que actualmeote muy desKredi t~d~, de A. Alfüldi , EarÍ)' Ronre and lhe l.atim, contamos con
la visión .dumezilianan de J. Poucet, Les rois de Rome, Tradition el hiswire y con dos biogra-
Has só lid~s, muy diferentes. la de J. Ma rtíne! Pinna. s-obre TlITlJuinio Pri.\Co. y t. de R. Thom-
,;en, sobre King S~\;il4.\ Tullit4S. A Historica{ S)'t1!he5is.

- Subrt' b República arcaica y, en concreto, el confl icto patriCio-plebeyo. puede verse,


de A. Momigliano, ~Osserv~:ion i sulla distimione fra patri,i e plebei", ¡~ tesis de J. C. Ri·
chard, 11s ori,gines de la plebe rrnnaine. Essai .Il.r la fomuuirnl d14 dUllfume fJlllricio-plébéien. y,
más recientemente, bs Tl'Copilaciones ,k, artículos hecha,; (X)r K. R,mlbub (ed.). Soónl Strui!!.'les
in Archak ROlne y W. &Jer (ed.), Stall! und Suuulkhk<'it in ru.'T früh.:n rÜl11ischm Republik. Su·
gerente y mdicalmcnte contrario a la opinion común es R. E, Mitchell Pmricians and Pie-
b.>ians , The Origins of the ROll'um SWte. P:Jra la supcr.JciÓn de! COnflicto, véase E. Fercnczy, Frrnn
tite PalTicum Suue 10 tite JlarriciQ.-/,Iebt-um SUlf". Sobre la ley de las XII T,'lblas, tenemos el texto,
con la n,.ducción y d comcntJrio, en Cr,lwford, r~s , vol. Ir. n.O40 y, en concreto. sobre la
deud~. M.I. Finley. ~L1 esclavi!ud rür deudas» en Finley (19B4) y sobn' b familia . P. Lópe:
Barja, «La triple venta del filiu5 111 !J!ili<ll ~.

- Sobre la conquista de Italia por Roma, dos titulos fund~mentales: M. Humb.:n, Mwli-
cipiL4tn et ciuiws sine SUffr(lgio, L'OTg<J-nisation de la conquéw jmqu'llla gucrre sociale y A. N.
Shnwin· Whitc, The Roman Citizenship.

76
CJ-Pyrighled mater:al

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