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pensar el movi PREFACIO Estos ensayos sobre historiadores del _movimiento moderno arquitecténico representan un antiguo interés mio ) por las re! es criticas entre la historia de la arquitectura y el proyecto contemporaneo. Eneste ‘este sentido, el libro cons- tituye una introducci6n a la compleja serie de temas que han ligado la histo- ria, la critica y la teorfa de la arquitectura en la evaluaci6n e influencias del temprano movimiento moderno del siglo xx. Es un lugar comin que la historia, esté escrita por arquitectos o por historiadores del arte, siempre ha estado influida por inquietudes contemporaneas. Y este hecho ha sido especial- mente cierto en una profesién que, desde finales del siglo xix, se ha deshecho de un modo ostensible de sus relaciones con la historia y sus “estilos” en favor de la “forma” abstracta. La gradual historizacion de este movimiento, por no mencionar su propia caracterizacién como “estilo”, ha resultado en un amplio abanico de hipdtesis tanto de sus origenes como de sus consecuencias, todas ellas fuertemente vinculadas con la reevaluacién critica de los efectos de la modernidad y de la modernizacién desde la década de 1940. Los primeros historiadores del movimiento moderno mostraron abiertamente su adheren- cia partidista hacia una forma u otra de movimiento moderno y su esfuerzo por localizar sus origenes en movimientos arquitecténicos histéricos concre- tos, bien fuera el barroco 0 el movimiento arts and crafts. La siguiente genera- cién —los protagonistas de este libro—, quienes llegaron a la madurez des- pués de la catastrofe de la Il Guerra Mundial, se inclinaban menos por dicho historicismo descarado y estaban ostensiblemente mas preocupados por la precisi6n histérica, pero, no obstante, estuvieron profundamente involucra- dos de diferentes modos con los esfuerzos de los arquitectos por volver a nto moderno en la segunda mitad del siglo. La mayoria estuvieron también comprometi idos tanto con la escritura historica como con la critica y tuvieron influencia en la teoria y en la practica de sus contempora- neos; todos ellos estaban marcados inevitablemente por su propia formaci6n intelectual, en reacci6n o continuidad con sus profesores o mentores. En el texto que viene a continuacién he considerado los contextos en los que Emil Kaufmann, Colin Rowe, Reyner Banham y Manfredo Tafuri forjaron sus posturas ante la critica y la historia, analizando sus contribuciones mas significativas y citando ejemplos especificos de su influencia contempora- nea. A pesar de la tendencia reciente de los historiadores a unirse a Tafuri en la critica de lo que ellos llaman critica “operativa”, opino que tales ciones son inevitables y forman parte de la necesaria maquinaria intelectua, de alguien que escribe sobre arquitectura. Kaufmann mostraba abiertaments su compromiso con los valores de la Ilustraci6n, tanto en el siglo xv Como en, el siglo xx; Rowe nunca vacilé en aplicar las técnicas de analisis manierista a proyecto actual; Banham escribié en una ocasi6n: “Por supuesto, la historia eg mi disciplina académica. Me dedico a la critica por dinero”, pero es evident en sus escritos en ambos campos, que las dos practicas se unen en sus fuer. tes creencias sobre la tecnologia, la cultura popular y la nueva forma de las ciudades. Incluso Tafuri, quien se dedicé a la historia y la critica tras haberse formado como arquitecto y urbanista, no pudo evitar desvelar sus preferen- cias e influir a una generacién de proyectistas con sus elecciones tedricas y estrategias analiticas. Mi interés por la historia de la arquitectura fue estimulado en 1960 en mi primera (y bastante terrorifica) tutoria con Colin Rowe en su apartamento moderno situado en Fen Causeway, en Cambridge. Mientras me pasaba un ejemplar del por entonces recientemente publicado libro La arquitectura de {a Ilustraci6n de Emil Kaufmann y, con un ademén hacia una hoja del Vitru- vius britannicus de Colin Campbell que yacia abierto en el suelo delante de él, me pregunté: “Bueno, gy td qué haces con la concatenaci6n?”. Esta enig- méatica pregunta, con la que me rompi la cabeza durante muchas semanas, surti6 efecto al estimular mi interés por los finales del siglo xvm y especial- mente por Claude-Nicolas Ledoux. Las correcciones posteriores de Rowe en el segundo afio de proyectos, donde un parti se superponia a otro sobre papel de croquis amarillo con un lapiz blando guiado por una mano temblo- rosa, con su extraordinaria memoria visual para las composiciones histéri- cas como diagramas formales e inspiraci6n potencial, ofrecia lecciones en la tradici6n de los anélisis historicos del arte moderno, desde Heinrich Wélfflin y Paul Frank hasta su profesor Rudolf Wittkower. 1969, mi primer afio de estudios en Cambridge también fue el afio de la publicaci6n de Teoria y disefio en la primera era de la maquina de Reyner Banham, un libro que de inmediato exigié Colin St. John Wilson para su curso sobre la historia dela teorfa moderna. El entusiasmo de Banham Por el futu- rismo y la pasi6n de Colin St. John Wilson por el movimiento Stijl crearon entusiasmo en la escuela de arquitectura Por l. de la historia olvidada de las vanguardias, una histori sonal de sir Leslie Martin con el grupo de preguerra Circ! Predispog holandés De Vi acién que la conexion per- le, del que formaban parte Naum Gabo y Ben Nicholson, hizo mas cercana. En apoyo de esta investigaci6n sobre las raices modernas, habia invitados del antiguo Inde- pendent Group, como Eduardo Paolozzi y Alison y Peter Smithson, junto con otros personajes como Robert Maxwell, Neave Brown y James Stirling, este Ultimo ocupado entonces en el proyecto de la biblioteca de la facultad de historia de Cambridge. El namero especial de Architectural Design de diciembre de 1965 de los Smithson sobre “El perfodo heroico de la arquitec- <— tura 3 moderna (1917-1937)” resumi6 el movimiento moderno para nuestra generaci6n c como, en cierto sentido, un simbolo de cierre a la vez que de la necesidad de una emulaci6n competitiva. Contra esto, las incursiones indis- ciplinadas (desde el punto de vista del movimiento moderno sobrioy estricto de Cambridge) de Archigram, quienes, con mi deseosa ayuda, montaron la exposici6n sobre la Living city [La ciudad viviente] en el vestibulo principal del Scroope Terrace en 1964, proporcionaron un saludable sentido del uto- pismo y de la continuidad con las primeras vanguardias modernas. De 1960 a 1963, Peter Eisenman, un estudiante de doctorado estadouni- dense que me ensefié cémo hacer detalles de madera al “estilo japonés” en mi primer afo de proyectos, estaba desarrollando su tesis doctoral sobre el analisis formal de la arquitectura moderna bajo la supervisi6n de Leslie Martin y el estimulo intelectual de Colin Rowe. Fue Eisenman quien, de vuelta a su puesto en la Princeton University, me invit6 a sumarme a su pro- yecto de investigacion de un aio sobre el corredor de Nueva Jersey en 1965, un afio que pasé en Estados Unidos y que se ha prolongado hasta el pre- sente. En la Princeton University me encontré con otro exiliado britanico, Kenneth Frampton, cuyo compromiso omnivoro y entregado con la historia y la practica contemporanea me convencié para que me dedicara a la ense- fianza de la historia y de la teoria. Durante varios afios, los seminarios de AnAlisis y Teoria se dividieron en dos, uno que abarcaba el periodo de 1650 a 1900, que impartfa yo, y otro desde 1900 hasta el presente que impartia Ken- neth Frampton. Esta fue mi introduccién en lo que se convirtié en mi primer campo de especializaci6n, el siglo xvi. Fue también en la Princeton University donde me encontré por primera vez con Manfredo Tafuri, quien se encontraba alli como profesor invitado por Diana Agrest. Durante los siguientes afios en Venecia, llegué a conocerle como un colega que, hasta su prematura muerte en 1994, estimulé y guid mi trabajo, a la vez que me ofrecia su hospitalidad y me presentaba a algunos de sus estudiantes y colegas del Instituto de Historia del Istituto Universita-

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