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Prevención
La prevención se aplica a los trastornos ambientales, genéticos e infecciosos, como también a
las lesiones por traumatismo.
Los médicos recomiendan pruebas genéticas a las personas que tienen un miembro de la
familia u otro hijo con un trastorno hereditario conocido, especialmente los relacionados con la
discapacidad intelectual, como la fenilcetonuria, la enfermedad de Tay-Sachs o el síndrome del
cromosoma X frágil. La identificación de un gen asociado a un trastorno hereditario permite a
los consejeros genéticos ayudar a los padres a comprender el riesgo de tener un hijo afectado.
Las mujeres que planean quedarse embarazadas deben recibir las vacunaciones necesarias,
especialmente contra la rubéola. Las que son vulnerables a trastornos infecciosos que pueden
ser perjudiciales para el feto, como la rubéola y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH),
deben hacerse pruebas antes de quedarse embarazadas.
El cuidado prenatal adecuado reduce el riesgo de tener un hijo con discapacidad intelectual
(DI). El consumo de un suplemento vitamínico denominado ácido fólico antes de la concepción
y al comienzo del embarazo, ayuda a evitar ciertos tipos de anomalías cerebrales, especialmente
las malformaciones del tubo neural.
Los avances en los trabajos de parto y en el alumbramiento, así como en los cuidados de los
prematuros, han ayudado a reducir el índice de discapacidad intelectual relacionado con
el parto prematuro.