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Discurso pronunciado por un grupo de estudiantes de maestría y doctorado en el

marco del Simposio Anual de becarios y exbecarios del Conacyt en Europa.

30 noviembre 2012

Apreciables miembros del Conacyt,

Compañeras y compañeros de los diferentes programas de posgrado en Europa,

El espacio que recién se nos ha brindado no puede sino merecer nuestro agradecimiento.
Es el mejor de los posibles para encontrarnos, para conocernos, para identificarnos, para
saber que dentro de la inmensa variedad de disciplinas, somos las mujeres y los
hombres los que cuentan, y que nuestros objetos de investigación son el envestimiento
de nuestra esencia.

Son épocas de tremendo avance científico, que éste ha logrado penetrar las estructuras
sociales de manera rápida y profunda, nos ha proporcionado muchas herramientas con
las que podemos obtener multiplicidad de interpretaciones para lo que sucede, que éstas
nos permiten ver elementos más a profundidad y saber más de su complejidad e
intensidad. En esta situación, Conacyt, como agencia gubernamental única en su tipo, ha
contribuido al avance social, pero es necesario fortalecerla con más y mejor gente, con
más y mejores recursos porque enfrentamos un cambio de época en el que se vislumbra
un flujo de problemas para los cuales no tenemos explicación clara, cada uno de ellos
resulta más difícil de ser explicado con las herramientas de las que disponemos.

Pensamos que estos momentos en los que es necesario evaluar, re-pensar y re-expresar
nuestras ideas sobre el mundo, quizás sea más necesario avanzar en ellas, lo pensamos
porque consideramos que la percepción, el saber y el actuar popular han desbordado los
límites del sistema de interpretación que existían.

Esto es contundente en el nivel académico, bajo las condiciones actuales, con una
elevada (aunque insuficiente) inversión en ciencia y tecnología, los intentos
permanentes de alcanzar la comprensión de los procesos sociales que vivimos y lograr
un avance científico parecen no corresponder puesto que estamos años alejados de la
denuncia de aquellas atrocidades y riesgos que hemos vivido en el pasado, peor aún, los
intentos por señalar una dirección para superarlos son aún más gráciles.

Debemos preguntarnos y respondernos con honestidad, aquí y ahora, sobre nuestros


deseos por modificar ese escenario en el que nos vemos inmersos, aún en la lejanía. Me
pregunto, nos pregunto ¿volveremos al país?

Si las respuestas son como las imagino, ustedes, una masa pensante de México han
cambiado la idea del eterno retorno, pareciera ser más bien un fragmentado y
condicionado retorno.

No me, no nos culpo, el contexto social actual evaluado desde un arriba y un abajo, una
izquierda y una derecha, desde la cercanía, pero también desde la lejanía nos muestra un
paisaje constitutivo frágil, desestructurado. Condiciones precarias para que nos
desenvolvamos una vez formados. Pareciera también que nuestras elecciones políticas y
teóricas no derivan en lo que esperábamos hicieran.
El sistema histórico unipartidista ha sido el culpable de muchos de los males que
enfrentamos, el Estado, "supuesto" garante de los derechos pasó a convertirse en un
mero espectador de la desarticulación social y económica en manos de un grupo de
poder, es por ello que las condiciones para que nosotros ejerzamos nuestras actividades,
sean condicionadas casi en su totalidad.

El mismo sistema político del pasado regresa con prácticas que no han acabado de irse,
amenaza con volver a instaurarse. Y la avidez sensacionalista de los medios de
comunicación -charlatanes que han instrumentalizado esos medios para sus fines- han
legalizado esas acciones.

Pero, atención, que la historia nos ha mostrado cómo ocurrió en el pasado, parte de la
culpa es nuestra. quejas apenas, y a penas, rituales sobre la academia y su
funcionamiento, fondos deficientes y además sesgados, y lo peor de todo: la aceptación
por parte de esa opinión pública, ésta opinión pública, afectados de esas decisiones
relevantes.

Debemos superar la instalación en nosotros de la pasividad democrática (voto, luego


exijo la solución de mis problemas), pues ésta ha propiciado y tiende a legitimar esa
pasividad existencial que tiñe de un marcado egoísmo la dinámica de nuestras
relaciones y prácticas con los grupos sociales, culpable de que nuestro mundo se
encuentre en las condiciones que se encuentra. Culpable de que muchos de nosotros,
formados en excelentes condiciones académicas, no deseemos retornar a nuestro país.

Colegas, la democracia no es gratis, los conmino a que si nuestra estructura social es


precaria, la re-conformemos desde sus entrañas, desde su fundación. Somos personas
pensantes, somos entes políticos (al igual que todos los mexicanos), plantéemonos la
necesidad de diseccionar, comprender y actuar desde un punto cualquiera, al mismo
tiempo, no nos preguntemos ¿por qué?, el cambio no se logra cuestionando el porqué de
nuestra acción social, se logra preguntando por el funcionamiento de las cosas.

Quizás sólo entonces podamos hablar del completo retorno.

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