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10 La continuidad de la historia y el instante de la existencia (1965) Coniribuir @ un didlogo cuya primera palabra se desconoce en 1a risma medida en que no se escucharé la itima palabra al respecto, ‘comporta un riesgo que. sin embargo, debemos Constantemente ast mir. Es lo que me ocurre a mien este momento en que me dispongo ‘a hablar del problema de la historia desde la perspectiva contemplada por la filosofia en los ditimos decenios. Ya la formulacién del tema muestra que se trata de una proble- mitica relacionada con nuestro siglo y con su filosofia. Si recordamos laprofunda y sébita resonancia que tuvo la critica a ia ciencia historico- liberal, especiaimente a la teologia histdrica del siglo XIX en los primeros afios 20 de nuestro siglo, comprenderemos que el tema de ‘da continuidad de la historia y el instante dc la existencia» implican una pregunta sobre la legitimidad de la problemética hist6rica y, por tantossuna pregunta sobre un siglo enter. Para recordar brevemente 10 que la reflexién filoséfica sobre la historia considers en el pasado como su contenido esencial y sus problemas fundamentales, haré referencia a la filosofia de la historia fen la escuela alemana suroccidental, es decir, al neokantismo de Het deiberg (si se puede lamar filosofia de la historia a la teoria del conacimiento de las ciencias histricas) y a la filosoffa de la historia de Dilthey (si se puede llamar filosofia de Ia historia a la disolucion de la metafisica en historia). La reflexion epistemolégica que el neo- kantismo de Heidelberg amplié, més allé de Kant, a la ciencia de la historia abords esta problemitica: ,qué diferencia hay entre el objeto de Ia investigacién histérica y el modo fenoménico de eso que es el objeto de investigacién de la ciencia natural? ;qué es lo que constituye ‘un hecho en hist6rico? Para dar una respuesta a esta problemitica sobre metodotogia de lahistoria se desarrollé la teoria de la relacién axiolégica: un fenémeno ‘wow. esnips.com/teb/Linotipo 133 ‘pasa a ser un hecho hist6rico por la relacién que guarda con un sistema de valores. Esa legitimacién del conocimiento histérico implicaba el cconcepto de unidad cultural y su autoconcepeidn sistematica en una filosofia de los valores. Aqui cabe preguntar criticamente hasta qué punto se suele contemplar Ia historia real en su historicidad y n0 Linicamente aquellos aspectas de la historia que se pueden elevar a un mbito de validez inmutable ‘Si examinamos, por otra parte, al adversario decisivo de esta filosofia de Ia historia epistemol6gica del neokantismo, Wilhelm Dilthey. en las cconsecuencias de su propio enfoque a base de una psicologia como ciencia de espirita, vemos que indaga en realiad la estructura basica del curso historico e intenta formular mediante conceptos adecuados la continuidad del contexto histrico disperso en el tiempo. Pero el punto de partida de esta empresa sigue siendo en Dilthey la psicologia, la autocerteva interna 4que le confieren al hombre sus propias vivencias, Esa misma certeza seberd legtimar la continuidad del proceso histérioo. Ahora bien, la autocerteza de la continnidad de_un proceso tiene st expresién mids sobresalientee incluso su realizacién literaria més slida en la autobio- srafia. Aqui encontramos realmente el intento de extraet del conjunto de las vivencias, de su sucesion y de las constelaciones que presidieron la propia vida, en mirada retrospectiva, una especie de estructura de sentido: launidad de un todo histrico-vital. Pero es inncgable que Ia autobiografia slo refleja eso que lamarnos historia en aspectos particulares. Lo que se comprende en la autobiografia esti siempre en la luz intima de 1a autointerpretacién del contemplador. Es el pasado vivido y la historia sutovivenciada lo que se encadena en wna unidad comprensible ante la mirada retrospectiva. Aun dejando de lado todo el ardiuo problema del ‘utoconocimiento, no queda claro cme puede dervar de esta continuidad Psicolégica de las vivencias esa otra continuidad de los hechos histricas considerados a otra escala totalmente distint. La expresién «el instante de la existencia» sirve al menos para sugerir Ia critica a la filosoffa de Ta historia del siglo XIX y especial- mente a las dos posiciones ya mencionadas, caracterfsticas de nuestro siglo. El verdadero tema que debatimos aqui no es el saber cémo puede nuestra conciencia evocadora y actualizante conocer y expresar de modo legitimo un hecho de lt historia. El auténtico problema que aqui se plantea y que se conoce como tal en la historia encuentra su ex presién en el concepto de historicidad. Esta palabra, que era ya corriente desde tiempo atrés en un sentido simple, adquitié el rango de concepto especialmente con el conde Yorck de Wartenburg, el amigo filosofico de Wilhelm Dilthey, y éste Ja puso en circulacién, hasta alcanzar finalmente su culminacién en Ia filosoffa de nuestro siglo con Heidegger y Jaspers. Lo nuevo de este concepto de historicidad es que incluye in elemento ontol6gico. ba ‘wow. esnips.com/teb/Linotipo Ya Yorck habl6 de la «distincidn genériea entre fo Ontico y lo hisié- rico». El concepto de historicidad no enuncia algo sobre el modo de ser de una estructura procesual, sino sobre e! modo de ser del hombre ‘que esti en Ia historia, que sélo puede ser comprendido a fondo en su ser mismo mediante el concepto de historicidad El concepto de instante pertenece a este contexto. No designa un punto temporal histéricamente significativo, devsivo, sino el momento en el que se vive la historicdad de la existencia hurmana. El concepto de la historicidad ha ingresado en la teologta gracias sobre todo a R. Bultmann. En su labor exegética enormemente erudita y levada a eabo con rigor, la idea de la historicidad de la existencia ‘humana y 1 instante de la decisin consttuyen los conceptos bisicos. Asi, a cuestién del esperado final de los tiempos, tal como aparece en la forma mitica de los discursos de despedida, queda reducida exegéticamente en el evangelio de Juan al instante escatol6gico que puede ser cualquier instante y que expresa, como instante de la opeién de fe, Ia aceptacién o el rechazo del mensaje cristiano. Es, pues, un tema realmente actual el que se debate en este concepto y que oftece su peculiaridad en el hecho de que la continuidad de la historia se nos vwelve de nuevo problematica cuando caemos en la cuenta de esa cculminacién radical de la historicidad en el «instante». ‘La comiinuidad de la historia remite al enigma del tiempo que fluye. La incesante movilidad del tiempo es el antiguo problema del andlisis aristotéico y agustiniano. Especielmente el segundo nos hace ver la perplejidad ontoldgica que acomete al pensamiento griego, al pensamiento antiguo, 2 lt hora de enunciar lo que es el tiempo. ;Qué ‘es est realidad gue en ningn momento se puede identificar realmente cconsigo misma como aquello que existe? Porque incluso el ahora ya no ea'Zhora en el momento en que lo identifico como abora. El éecurso de los ahoras en un pasado infinito, su Hlegada desde un futuro infinito, dejan el aire la pregunta de lo que es el ahora y lo que es propiamente ese rio del tiempo transivorio que llega y que pasa Bsa problemitica ontoldgica del tiempo consist, pues, en que no es posible expresar ni concebir su realidad con los recursos de la Filosofia el ser desarvoliado por la antigledad. Yo ereo que el concepto de

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