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Los españoles se asentaron alrededor del 1.500 en Nueva Cádiz, una pequeña
isla de Cubagua, junto al sur de la Isla Margarita. La cosecha de perlas les brindó
un medio de vida a los habitantes y el pueblo se desarrolló hasta convertirse en un
puerto muy activo hasta que un terremoto y una enorme marejada lo destruyeron
en 1541. Ahora bien, desde lo oficial, Venezuela fue gobernada por los España
desde Santo Domingo hasta 1717, cuando fue sustituido por el nuevo virreinato de
Nueva Granada, ubicado en Bogotá, Colombia. Durante este proceso, las
comunidades indígenas de la colonia y los invasores españoles se diversificaron
con la llegada de los esclavos negros, traídos desde África para utilizados como
fuerza de trabajo en una diversidad de actividades agrícolas. Para el siglo XVIII, los
africanos habían superado a la población indígena.
Ya para principios del siglo XIX, Venezuela dio a Latinoamérica uno de sus más
grandes héroes, que fue Simón Bolívar. En 1806, Francisco de Miranda, encendió
la primera llama para liberar del dominio español al país. Sin embargo, sus
esfuerzos para establecer una administración independiente en Caracas
terminaron cuando sus compañeros de conspiración lo entregaron a los
españoles. Fue embarcado a España y murió en prisión. Bolívar entonces asumió
el liderazgo de la revolución. Después de algunos intentos que no tuvieron éxito
para derrotar a los españoles en casa, se retiró a Colombia, después a Jamaica
hasta que llegó el momento oportuno en 1817.
Pérez Jiménez fue derrocado en 1958 por una alianza de civiles y oficiales de
la marina y la fuerza aérea. El país regresó al gobierno democrático y Rómulo
Betancourt fue electo presidente. Él disfrutaba del apoyo popular y realmente
completó su periodo de cinco años en el puesto, fue el primer presidente
democráticamente electo que completó su término. Desde entonces, todos los
cambios de presidente han sido a través de medios constitucionales, aún cuando
la última década ha sido testigo de algunas dificultades. Durante el mandato
previsto del presidente Rafael Caldera (1969–1974), el continuo flujo del dinero
proveniente del petróleo fluyó a las arcas del país manteniendo una boyante
economía. El presidente Carlos Andrés Pérez (1974–1979) también se benefició de
la bonanza del petróleo; no sólo se incrementó la producción de petróleo sino,
más importante aún, el precio se cuadriplicó tras la guerra árabe-israelí en 1973.
En 1975 Pérez nacionalizó las industrias del mineral de hierro y del petróleo y se
embarcó en una ola de gastos; productos de lujo importados se suministraban en
grandes cantidades a las atiborradas tiendas y la nación tuvo la impresión que las
míticas riquezas del El Dorado finalmente se habían materializado. A finales de la
década de 1970, la creciente recesión internacional y el excedente petrolero
comenzaron a agitar la economía de Venezuela hasta la raíz. La caída de los
precios del petróleo en 1988 cortaron los ingresos del gobierno a la mitad,
poniendo en duda la capacidad de Venezuela para pagar su deuda. Las
medidas de austeridad fueron introducidas en 1989 por Carlos Andrés Pérez
(elegido por segunda vez) generando una ola de protestas que culminaron en la
pérdida de más de 300 vidas en tres días de sangrientas protestas conocidas
como “El Cacarazo”.