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Fecha: 16/10/2018

Materia: Pensamiento Político.


Estudiante: Heli González
Cédula: 24.330.680

Evolución histórica, sociopolítica, cultural, jurídica y económica de la realidad


venezolana desde el siglo XIV hasta el siglo XXI

La historia de Venezuela, para una mayor comprensión de los acontecimientos


que acompañaron su evolución, se divide en tres períodos importantes: el
indígena, el colonial y el republicano. Períodos que dieron inicio y formaron parte
del desarrollo del país que conocemos hoy.

El período indígena o Prehispánico, se caracterizó por la constitución de los


primeros asentamientos poblacionales en la región. Esto ocurrió hace
aproximadamente 15.000 años cuando los primeros habitantes de América
llegaron de Siberia atravesando el estrecho de Bering, se asentaron en
Norteamérica y posteriormente fueron descendiendo hasta Centro América y
Sudamérica en numerosas olas de migración. Consolidándose la agricultura
como principal fuente alimenticia durante el primer mileno.

Estos asentamientos fueron creciendo y se desarrollaron las culturas más


grandes en Venezuela, pertenecientes a las tres principales familias lingüísticas: los
Caribe, Arawaka y los Chibcha. Las tribus del Caribe ocuparon el centro y las
costas del país, viviendo de la pesca y la agricultura. Diversos grupos de arawaka
se dispersaron sobre las planicies occidentales y hacia el norte de la costa,
viviendo de la caza y la recolección de alimentos, practicando ocasionalmente
la agricultura. Las tribus tomotocuicas, descendientes de los chibcha, fueron
consideradas las sociedades más avanzadas del país. Vivían en los andes,
desarrollando avanzadas técnicas de agricultura como la irrigación y la
construcción de terrazas y fueron artesanos expertos.

Cabe agregar que para el momento de la conquista española, a finales del


siglo XV, entre 300.000 y 400.000 indígenas habitaban la región. Siendo para esta
época la llegada de Cristóbal Colón, que inicia la etapa Colonia, durante su
tercer viaje al nuevo mundo para el año 1498. Colón desembarcó en el extremo
oriental de la Península de Paria. Un año después del descubrimiento de Colón, el
explorador Alonso de Ojeda junto al italiano Américo Vespucio, zarpó en la
península de la Guajira, en el extremo occidental de la Venezuela actual. Tras
ingresar al Lago de Maracaibo, los españoles vieron a los indígenas viviendo en
palafitos, razón por la cual deciden llamar a estas tierras Venezuela, que se
traduce en pequeña Venecia, probablemente como una broma irónica debido
a que estas rústicas viviendas no se parecían en nada a los opulentos palacios de
estas lejanas tierras.

Alonso de Ojeda siguió navegando hacia el oeste a lo largo de la costa y


exploró brevemente partes de lo que ahora es el país de Colombia. Él vio a los
aborígenes locales usando adornos de oro y se quedó atónito por su riqueza. Sus
historias sobre una isla con fabulosos tesoros dieron origen al mito de El Dorado,
una misteriosa tierra abundante en oro. Atraídos por estas supuestas riquezas, las
costas de Venezuela y Colombia se convirtieron en el objetivo de numerosas
expediciones españoles, una obsesión con El Dorado los llevó a explorar el interior.
Su búsqueda terminó en la rápida colonización de la tierra, aunque El Dorado
naturalmente nunca fue encontrado.

Los españoles se asentaron alrededor del 1.500 en Nueva Cádiz, una pequeña
isla de Cubagua, junto al sur de la Isla Margarita. La cosecha de perlas les brindó
un medio de vida a los habitantes y el pueblo se desarrolló hasta convertirse en un
puerto muy activo hasta que un terremoto y una enorme marejada lo destruyeron
en 1541. Ahora bien, desde lo oficial, Venezuela fue gobernada por los España
desde Santo Domingo hasta 1717, cuando fue sustituido por el nuevo virreinato de
Nueva Granada, ubicado en Bogotá, Colombia. Durante este proceso, las
comunidades indígenas de la colonia y los invasores españoles se diversificaron
con la llegada de los esclavos negros, traídos desde África para utilizados como
fuerza de trabajo en una diversidad de actividades agrícolas. Para el siglo XVIII, los
africanos habían superado a la población indígena.

Ya para principios del siglo XIX, Venezuela dio a Latinoamérica uno de sus más
grandes héroes, que fue Simón Bolívar. En 1806, Francisco de Miranda, encendió
la primera llama para liberar del dominio español al país. Sin embargo, sus
esfuerzos para establecer una administración independiente en Caracas
terminaron cuando sus compañeros de conspiración lo entregaron a los
españoles. Fue embarcado a España y murió en prisión. Bolívar entonces asumió
el liderazgo de la revolución. Después de algunos intentos que no tuvieron éxito
para derrotar a los españoles en casa, se retiró a Colombia, después a Jamaica
hasta que llegó el momento oportuno en 1817.

Las Guerras Napoleónicas acababan de terminar en Europa y el apoderado


de Bolívar en Londres pudo conseguir dinero y armas y reclutar a un pequeño
número de veteranos de la Legión Británica de la Guerra Peninsular. Con esta
fuerza y un ejército de caudillos de Los Llanos, Bolívar marchó sobre los Andes y
derrotó a los españoles en la Batalla de Boyacá, logrando la independencia de
Colombia en agosto de 1819. Cuatro meses después en Angostura (actualmente
Ciudad Bolívar), el Congreso de Angostura proclamó a la Gran Colombia como
un nuevo estado unificando lo que ahora son los países soberanos de Colombia,
Venezuela y Ecuador (aun cuando los últimos dos aún seguían bajo el dominio
español). La liberación de Venezuela llegó el 24 de junio de 1831 en Carabobo,
donde las tropas de Bolívar derrotaron al ejército monárquico español.

Aunque Venezuela era considerada la menos importante de las tres provincias


de la Gran Colombia, el país padeció la mayor carga de la lucha. Los patriotas
venezolanos pelearon no solo en su propio territorio sino también en las tropas que
Bolívar dirigió en Colombia y bajando por la Costa del Pacífico. Para finales de
1824, Bolívar y sus asistentes habían liberado Ecuador, Perú y Bolivia. Se estima que
un cuarto de la población venezolana murió en las guerras de independencia. La
visión de Bolívar de una república unificada se terminó antes de su muerte en
1830. En su lecho de muerte proclamó: “América es ingobernable. El hombre que
se pone al servicio de la revolución ara en el mar. Esta nación cayó
inevitablemente en las manos de una turba ingobernable y después pasó a las
manos de pequeños tiranos prácticamente iguales.” Desafortunadamente sus
aseveraciones terminaron por considerarse certeras, ya que al poco tiempo el
estado compuesto de las tres provincias, comenzó a colapsar; el régimen central
fue incapaz de gobernar el enorme país con sus diferencias raciales y regionales.

Tras la separación de Venezuela y su salida de la Gran Colombia, el congreso


venezolano aprobó una nueva constitución –y aún cuando difícil de creer –
expulsando a Bolívar de su país natal. De hecho, tomó a la nueva nación
venezolana 12 largos años el finalmente reconocer su deuda al hombre a quien le
debía su libertad. En 1842, los restos de Bolívar fueron traídos desde Santa Marta,
Colombia, donde murió, a Caracas y sepultados en la catedral nacional. En 1876
sus restos fueron solemnemente transferidos al Panteón Nacional en Caracas,
donde ahora reposan en un sarcófago de bronce.

En el año 1830, cuando Venezuela obtuvo su completa libertad como un país


independiente, marcó el principio de la era de los “pequeños tiranos
prácticamente iguales”, el período de la República, que fue marcado por serios
problemas gubernamentales que siguieron por más de un siglo. Estos fueron
tiempos de despotismo y anarquía, en los que el país era gobernado por una serie
de dictadores militares conocidos como caudillos; uno de los primeros fue el
General José Antonio Páez, quien gobernó al país por 18 largos años (1830–1848).
Fue un gobierno duro, pero estableció cierta estabilidad política y puso de pie la
débil economía. El periodo que siguió fue una cadena casi ininterrumpida de
guerras civiles que sólo se detuvieron por otro dictador que gobernó por largo
tiempo: el General Antonio Guzmán Blanco (1870–1888). Blanco lanzó un
ambicioso programa de reformas, incluyendo una nueva constitución y garantizó
cierta estabilidad temporal, pero su gobierno dominante originó una amplia y
popular oposición y cuando finalmente dimitió, el país se sumergió nuevamente
en una sangrienta guerra civil.

Durante la década de 1849, Venezuela se planteó la cuestión respecto a su


frontera oriental con la Guayana Británica, reclamando como propias las dos
terceras partes de Guayana, hasta el Río Esequibo. El asunto fue tema de
prolongadas negociaciones diplomáticas y fue eventualmente establecida en
1899 por un tribunal de arbitraje, que otorgó los derechos sobre el territorio en
cuestión a la Gran Bretaña. A pesar de la sentencia, Venezuela mantiene su
reclamo hasta el día de hoy. Todos los mapas producidos en Venezuela incluyen
esta parte de Guyana dentro de las fronteras de Venezuela, etiquetada como
“Zona en Reclamación.”

Otro conflicto que originó una grave tensión internacional fue el


incumplimiento de pagos de Venezuela a Gran Bretaña, Italia y Alemania sobre
préstamos acumulados durante el gobierno de otro caudillo, General Cipriano
Castro (1899–1908). En respuesta, los tres países europeos enviaron sus naves a
bloquear los puertos marítimos venezolanos en 1902. Ya de entrada el siglo XX, se
puede resaltar que desde sus inicios hasta mediados del mismo fue gobernado el
país por cinco militares sucesivos desde Táchira. El de mayor duración y más
tiránico de estos fue el General Juan Vicente Gómez, que tomó el poder en 1908
y no dimitió hasta su muerte en 1935. Durante su despiadado gobierno, Gómez
suprimió el parlamento, aplastó a la oposición y monopolizó el poder.

El descubrimiento de petróleo en la década de 1910 ayudó al régimen de


Gómez a poner en pie la economía nacional. Para finales de la década de 1920,
Venezuela era el exportador de petróleo más grande del mundo, lo que no solo
contribuyó a la recuperación económica sino también permitió que el gobierno
pagara toda la deuda externa del país. Como en la mayoría de los países ricos en
petróleo, casi nada de la riqueza obtenida del petróleo llegó a sus ciudadanos
comunes. La inmensa mayoría de los venezolanos siguió subsistiendo en la
pobreza con poca o ninguna infraestructura educativa o de salud, mucho menos
acceso a vivienda razonable. Las tensiones en Venezuela se incrementaron
peligrosamente durante las siguientes dictaduras, explotando en 1945 cuando
Rómulo Betancourt, líder del partido de izquierda Acción Democrática (AD), tomó
control del gobierno. Una nueva constitución fue adoptada en 1947, y el notable
novelista Rómulo Gallegos se convirtió en presidente en la primera elección
democrática de Venezuela. El inevitable golpe tuvo lugar sólo ocho meses
después de la elección de Gallegos, con el Coronel Marcos Pérez Jiménez
emergiendo como el líder. Una vez en control, aplastó a la oposición e invirtió el
dinero del petróleo en obra pública y desarrollo de Caracas. Él modernizó
superficialmente al país pero el vertiginoso desarrollo no resarció las
desigualdades económicas y sociales del país, ni reprimió el amargo
resentimiento que quedó a raíz del golpe.

Pérez Jiménez fue derrocado en 1958 por una alianza de civiles y oficiales de
la marina y la fuerza aérea. El país regresó al gobierno democrático y Rómulo
Betancourt fue electo presidente. Él disfrutaba del apoyo popular y realmente
completó su periodo de cinco años en el puesto, fue el primer presidente
democráticamente electo que completó su término. Desde entonces, todos los
cambios de presidente han sido a través de medios constitucionales, aún cuando
la última década ha sido testigo de algunas dificultades. Durante el mandato
previsto del presidente Rafael Caldera (1969–1974), el continuo flujo del dinero
proveniente del petróleo fluyó a las arcas del país manteniendo una boyante
economía. El presidente Carlos Andrés Pérez (1974–1979) también se benefició de
la bonanza del petróleo; no sólo se incrementó la producción de petróleo sino,
más importante aún, el precio se cuadriplicó tras la guerra árabe-israelí en 1973.
En 1975 Pérez nacionalizó las industrias del mineral de hierro y del petróleo y se
embarcó en una ola de gastos; productos de lujo importados se suministraban en
grandes cantidades a las atiborradas tiendas y la nación tuvo la impresión que las
míticas riquezas del El Dorado finalmente se habían materializado. A finales de la
década de 1970, la creciente recesión internacional y el excedente petrolero
comenzaron a agitar la economía de Venezuela hasta la raíz. La caída de los
precios del petróleo en 1988 cortaron los ingresos del gobierno a la mitad,
poniendo en duda la capacidad de Venezuela para pagar su deuda. Las
medidas de austeridad fueron introducidas en 1989 por Carlos Andrés Pérez
(elegido por segunda vez) generando una ola de protestas que culminaron en la
pérdida de más de 300 vidas en tres días de sangrientas protestas conocidas
como “El Cacarazo”.

Posteriormente dos intentos de golpes de estado tuvieron lugar en Venezuela


en 1992. El primero, en febrero de ese año, que fue dirigido por el paracaidista el
Coronel Hugo Chávez, quien fue sentenciado a prisión por largo tiempo. El
segundo intento, en noviembre, fue dirigido por oficiales menores de la fuerza
aérea. Corrupción, quiebras bancarias y créditos incobrables acosaron al
gobierno durante la mitad de la década de 1990. En 1995, Venezuela fue
obligada a devaluar la moneda más del 70 %. Para finales de 1998, dos terceras
partes de los 23 millones de habitantes de Venezuela estaban viviendo por
debajo de la línea de la pobreza. El tráfico de drogas y el crimen habían
aumentado y las guerrillas colombianas habían expandido dramáticamente sus
operaciones dentro de las zonas fronterizas de Venezuela. La elección
presidencial de 1998 en Venezuela, puso a Hugo Chávez. Después de ser
perdonado en 1994, Chávez se embarcó en una campaña agresivamente
populista: comparándose a sí mismo con Bolívar, prometiendo ayuda (y
donativos) a las masas más pobres y posicionándose en franca oposición a la
economía libre de mercado influenciada por los Estados Unidos. Él prometió una
grandiosa, aunque vaga “revolución social democrática y pacífica.”

Fue reescrita la constitución. El nuevo documento fue aprobado en un


referéndum en diciembre de 1999, otorgándole nuevos y amplios poderes. La
introducción de un paquete de nuevos decretos legislativos en 2001 se topó con
airadas protestas, y fue seguida de un ataque masivo y violento en abril de 2002.
Culminó en un golpe de estado realizado por líderes militares apoyados por un
grupo de presión comercial, en el que Chávez fue obligado a renunciar. Él
recuperó el poder dos días después. Venezuela ingresa al Mercosur.

En la actualidad se ha podido apreciar que en los últimos años culturalmente


se ha buscado retomar los valores intrínsecos al ser humano, como lo es el
rescate de las tradiciones para re-identificar y re-significar a la nación para
compensar en un conjunto de manifestaciones propias el acervo cultural de
cada ser humano en las diferentes regiones de la nación. Se ha percibido una
progresiva, y aunque lenta, toma de conciencia como ciudadano. En lo
económico se han visto esfuerzos por erradicar el capitalismo de estado en primer
término e instaurar cambios que giran hacia la humanización de la economía. Sin
embargo estos cambios se han realizado de manera progresiva apuntando hacia
la transformación del modelo socioproductivo para desarrollar la economía más
allá de la rentabilidad del petróleo, aumentar la productividad de los
trabajadores y hacer más eficiente las labores.

Y por último, desde lo social se ha podido apreciar la aparición de nuevas


fuentes para la participación de los ciudadanos por resolver sus problemas más
esenciales, con fines colectivos y en pluralidad de pensamiento pero con el
convencimiento de que solo bajo este contexto puede acercarse a la toma de
decisiones puntuales, más allá de la pugna electoral. Se ha hecho labores con la
intención de introducir a los habitantes en las comunidades, como una forma de
enlazar al pueblo con el pueblo y constituir una nación más fuerte desde la
vinculación socioafectiva.

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