Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Fue por eso que al crecer y casarse, se dio cuenta de que estaba metida en
problemas. Manuel, su marido, esperaba que todas las noches al llegar del trabajo
le tuviera preparada una cena muy sabrosa. Y María Angula se moría de la
vergüenza al no saber ni poner a hervir agua.
—Pues es muy fácil —dijo Doña Mercedes—, simplemente tienes que cocer las
menudencias en agua hirviendo. Luego añades un poco de tomate al caldo para
que le de color y añades un pan mojado en leche. Queda muy sabroso.
—Ah —dijo María Angula—, ¿nada más eso? ¡Si así se hace, yo también sabía!
Por eso un día, cuando María Angula le preguntó como hacer un estofado de
tripas, Doña Mercedes le jugó una macabra broma:
—Debes ir al cementerio y buscar al último muerto del día, y abrirle el estómago
con un cuchillo para sacarle las tripas. En casa, vas a cocerlas con agua, sal y
cebollas, dejas el caldo hirviendo, sazonas con un poquito de cacahuate y
listo. Es el plato más suculento de todos.
—Ah, ¿nada más eso? ¡Si así se hace, yo también sabía!
Y María Angula, tonta como era, se fue directo al cementerio a robarle las tripas al
cadáver más fresco de la jornada. De vuelta en casa cocinó el escalofriante
estofado que su marido devoró chupándose los dedos.
Aquella noche, mientras ambos dormían, un frío intenso se metió por la ventana y
María Angula escuchó un grito lastimero:
Todo en casa se encontraba listo para pasar unas navidades geniales. El árbol
había sido puesto y decorado con esferas y luces de todos los colores. Los
regalos esperaban envueltos debajo de él, listos para ser abiertos la mañana del
25 de diciembre. La madre cocinaba un enorme pavo en el horno, cuyo olor abría
el apetito de su esposo y su hijo Laurie, el único que tenían y con siete años de
edad. Los villancicos resonaban por su hogar con una cálida melodía.
—No hay nada que temer, todas las ventanas y las puertas están cerradas —dijo
él, tratando de aligerar la tensión—, vamos a cenar en familia y mañana por la
mañana, tendremos mejores noticias.
Se sentaron los tres a degustar el delicioso pavo con relleno que la madre había
preparado y dieron las gracias por estar juntos. Luego, mandaron a Laurie a
dormir temprano para que pudiera levantarse temprano a abrir sus regalos. Todos
se fueron a acostar.
—¡Corre, Laurie!
El niño no vio como el asesino le cortaba el cuello a la mujer, haciendo que
muriera desangrada al instante. Fue directo a esconderse en el armario.
Al subir a buscarlo, el padre salió para enfrentarse con el criminal, quien le rebanó
la cabeza con el hacha que traía en la mano, emitiendo una risa macabra.
Aquella noche, los vecinos escucharon un grito infantil aterrorizado que los
despertó de su sueño. Cuando la policía llegó no había nada que hacer: los
padres y el niño habían sido descuartizados, y el asesino había huido. Antes había
tenido el escabroso detalle de envolver sus restos y dejarlos bajo el árbol como un
escalofriante obsequio.