Está en la página 1de 2

ROSARIO MEDITADO LOS MISTERIOS DOLOROSOS

1. La Oración de Jesús en el Huerto


Jesús angustiado y lleno de miedo se refugia en la oración y acude al Padre …y yo? ¿Qué hago ante el
sufrimiento, ante los problemas, las incertidumbres, las tribulaciones, las dificultades, las desavenencias? ¿A
quién acudo? ¿con quién hablo?
¿Cuándo mi fe es débil…, busco apoyo en mi comunidad?, ¿A quién pido consejo? ¿me refugio como Jesús
en la oración y acudo al Padre?
Señor Jesús, te pedimos que cuando decaiga nuestra oración, tu ejemplo nos anime y a pesar de que no ocurra
lo que esperamos, entendamos que todo lo que pasa es lo mejor que quieres para nosotros, porque nos amas
y nos conoces desde el vientre de nuestra madre. Ayúdanos Señor a aceptar Tu voluntad, a no quedarnos
dormidos antes las vigilias más importantes de nuestra vida. Que podamos vencer las tentaciones y con
nuestras acciones limpiar las gotas de sangre que sudaste y sufriste por nosotros.
AMEN

2. La Flagelación del Señor atado en la columna


Jesús fue atado en la columna de la injusticia y flagelado por los pecadores. ¿Cuándo siento que alguno de mis
hermanos es injusto conmigo, me defiendo con insultos y gritos, o soporto cada humillación con humildad como
lo hizo Jesús? ¿Cuándo siento que algún comentario negativo me flagela, que hago, lo resisto y me callo, o
cambio el flagelo y lo emprendo contra mi hermano? ¿Dónde quiero estar? del lado de quienes flagelan o del
lado de quienes son flagelados?
Señor Jesús, que, ante la injusticia, reine el amor y la paz en mi corazón. Que sepa soportar los flagelos de la
vida y pueda perdonar a quienes en algún momento nos lastiman con el látigo de la lengua.
Gracias por haber padecido por nosotros los azotes en tu cuerpo. Te ofrecemos todos los dolores de nuestro
cuerpo y nuestras enfermedades físicas, para que sean, como las tuyas, ofrendas agradables al Padre y
contribuyan a la salvación y alivio de los que sufren. Te ofrecemos los dolores de todos los que sufren en su
cuerpo o de violencia física.
AMEN

3. La Coronación de Espinas
Jesús con sus manos encadenadas fue burlado con una corona de espinas. Cada espina rasgaba su piel y la
sangre derramada le impedía ver y aun así continuaba su camino a la Cruz. ¿He sentido alguna vez una corona
de espinas en mi cabeza? ¿Me he sentido burlado, rechazado o excluido de mi trabajo, de mi familia, de mis
amigos o de mi propia comunidad de la Iglesia…y yo que hago? Rompo las cadenas que me atan a Jesús y los
envisto a todos con rabia, la misma que sintieron quienes clavaron las espinas a Jesús, que somos nosotros
mismos cada vez que actuamos con ira, con soberbia y con rencor. ¿O más bien me ato a las cadenas de
Jesús, y dejo que su sangre se derrame sobre mis ojos para ver con caridad las ofensas de mis hermanos y así
pueda continuar mi camino de la mano de Jesús?
Señor Jesús, que yo sea capaz de comprender a todos mis hermanos y que mis acciones se aten a tu amor
misericordioso. Ayúdame a entender que tu Reino no es reinado de este mundo pasajero. Que yo pueda aspirar
a la corona que no se marchita, apartando mi corazón de las cosas materiales y superficiales.
AMEN
4. Jesús lleva la Cruz a cuestas
Jesús caminaba con el gran peso de la Cruz que portaba todos nuestros pecados y su gran amor por nosotros
fortalecía cada uno de sus pasos. ¿Cuándo porto mi cruz, la llevo con amor? ¿O me quejo, me amargo, me
entristezco? ¿Qué hago me detengo y no continuo? ¿Me entrego y no lucho por llevarla con el mismo amor que
Jesús la llevo por mí? ¿Cuándo el peso de mi cruz me hace caer… volteo a buscar el consuelo de mi madre del
Cielo, así como lo hizo Jesús con María? ¿Dejo caer mi cabeza exhausta en los brazos de mi Madre Santa,
así como lo hizo Jesús con María, ¿Me levanto después de cada caída y continúo aceptando en cada paso la
Divina voluntad?
Señor Jesús, que seamos humildes al portar nuestra cruz y que cuando desfallezcamos acudamos al consuelo
de nuestra Madre del Cielo la Santa Virgen María, para convertirnos en hombres nuevos, amando sin fronteras,
viviendo en comunidad y pendientes de aquellos más necesitados.
AMEN

5. La crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesús


¡Que gran sacrificio de amor haz hecho Tu Señor por nosotros! ¿entregaste todo lo que tenías…a tu Madre, a
tu Espíritu… y que hacemos nosotros por ti? ¡Si muchas veces hasta ni asisto a la eucaristía, ¿Señor es que
acaso mi pereza y mi comodidad son más grandes que al amor que sufriste por mí en la Cruz? ¿Es que siempre
busco una excusa para no ir a “beber de Tu Sangre y comer de Tu Cuerpo” y es que siempre condiciono mis
sentimientos a mi conveniencia e incluso cuestiono al Sacerdote que ofrece Tu sacrificio en la Santa Misa? …
es que acaso no entiendo que ese pan que se parte en el Altar es el mismo Cuerpo que se partió en la Cruz?,
¡Señor que insensible soy! ¿Cómo puedo recibir tanto amor de Ti y darte tan poquito? Como quisiera Señor
estar siempre a tus pies en la Cruz como lo hizo tu Madre, cuanto quisiera ser obediente como lo fue Juan. ¡Por
qué me cuesta tanto Señor seguir tus mandatos! ¿Por qué? Señor Jesús, cuanto me arrepiento de las veces
que te he faltado cuando te he puesto en el último lugar de la lista de mis cosas por hacer y a veces incluso ni
siquiera te incluyo.
Señor, te pido que me ayudes a ser obediente a Tus mandatos y sumiso a todos los preceptos de la Iglesia que
fundaste. Ayúdame Señor a desear intensamente “estar contigo en el Paraíso…” a reconocer tu Sacrificio de la
Cruz como el acto más grande de amor que pueda existir en el mundo y a acudir a Tu encuentro ya que me
esperas con los brazos abiertos.
AMEN

También podría gustarte