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Asignatura Epidemiología

Carrera de Enfermería
Apunte preparado por Rosa Silva Z.
Actualizado Yenny Valdivia Rojas
2016

EPIDEMIOLOGIA DESCRIPTIVA

La epidemiología basa su trabajo en la medición de la frecuencia con que


ocurren diferentes sucesos, en el estudio de las variaciones que dicha frecuencia tiene
a lo largo del tiempo, en diferentes condiciones geográficas y en diversos tipos de
personas; y en la comparación de las diferencias observadas en grupos escogidos
para tal propósito o sometidos a procedimientos experimentales.
La fase descriptiva de la epidemiología descansa esencialmente en la
observación cuidadosa y en el registro objetivo de los hechos. La recopilación de toda
esa variedad de datos busca cuantificar la frecuencia de una enfermedad dada y
describir la asociación que tenga con características o variables demográficas, las
cuales suelen catalogarse conforme a tres atributos : persona, tiempo y lugar.

Variables Personales

Se sabe que las enfermedades se distribuyen de manera diferente en la


población en función de ciertos atributos o características inherentes al ser humano,
tales como: edad, sexo, grupo étnico y cultural, ocupación, fecundidad.

Edad: es la variable epidemiológica de mayor importancia, sola o asociada con la del


sexo. Desde un punto de vista práctico, todas las enfermedades en sus diversas
manifestaciones (incidencia, prevalencia, letalidad y mortalidad) muestran variaciones
según la edad. Tan íntima conexión hace necesario el uso de indicadores “ajustados
por edad” para comparar la frecuencia de una enfermedad en dos poblaciones o
grupos, a fin de descartar la influencia que sobre la diferencia pudieran tener las
estructuras etarias distintas de las dos poblaciones. La asociación enfermedad -.edad
suele describirse mediante tasas específicas de frecuencia por grupos etarios
(constituidos conforme al tipo de problema que esté considerando). Generalmente
incluye el sexo, teniéndose así tasas doblemente específicas, por edad y sexo. Las
variaciones de las enfermedades con la edad se deben a muchas razones no siempre
bien explicadas. A modo de ejemplos: ciertas enfermedades se concentran en edades
circunscritas de la vida por motivos ingerentes al huésped, como sucede con las
anomalías congénitas y las fracturas de cuello de fémur, relacionadas con factores
propios del periodo intrauterino o de la ancianidad respectivamente; en otras la
concentración se debe a condiciones de agente; por ejemplo, el virus del sarampión
afecta muy temprano por ser un germen muy difusible, o el de la parotiditis que lo es
menos, razón por la cual la enfermedad aparece en edades un poco más avanzadas.

Sexo: también es una variable de gran importancia. Casi todas las enfermedades
señalan diferencias entre los sexos. Se han propuesto varios tipos de razones para
explicar algunas de esas diferencias, pero todavía quedan muchas de éstas sin una
explicación plausible. Una primera razón aducida tiene una base biológica, la cual
podría aplicarse con cierta lógica a enfermedades relacionadas con problemas
endocrinos y reproductores (diabetes, hipertiroidismo, obesidad, colelitiasis, etc.); pero
esa base biológica es menos aparente en condiciones tales como hipertensión, artritis
o enfermedades respiratorias agudas. En ciertos problemas, tales como cirrosis
hepática, cáncer pulmonar y cardiopatía coronaria, más frecuentes en hombres,
podrían entrar en juego la exposición a factores ambientales. Conforme a la
experiencia universal, según varios indicadores (incidencia de enfermedades agudas,
prevalencia de crónicas, frecuencia de consultas médicas y de días camas, etc.), las
mujeres tienen una mayor morbilidad; pero los hombres muestran una mayor
mortalidad, excepto en ciertas zonas donde por cuidados obstétricos deficientes hay
un exceso de defunciones de mujeres en edad reproductiva.

Grupo étnico y cultural: esta denominación se aplica a un conjunto de personas que


tienen en común una o varias características, tales como lugar de nacimiento, raza,
religión, hábitos dietéticos, etc. Esas características se han asociado con variaciones
en la frecuencia de ciertas enfermedades. Esas variaciones pueden ser reales o
consecuencia de estructuras genéticas distintas, a diversos modos de vida, a
condiciones ocupacionales, etc.; pero pueden ser apenas aparentes debido a
divergencias en métodos de diagnóstico y en accesibilidad o utilización de servicios
médicos. En algunas oportunidades se encuentran esos factores mezclados con los
estrictamente étnicos o culturales, como sucede con la frecuencia del cáncer gástrico
en grupos de origen japonés: alta en los que viven en Japón, menos común en los que
viven en Hawai, menor en los que residen en los Estados Unidos y aún más baja en
los descendientes de inmigrantes japoneses, pero nacidos en los Estados Unidos,
todo los cual sugiere la influencia de una causa ambiental. La religión contribuye a
formar grupos homogéneos, tal como sucede con la judía, cuyos integrantes tienen
ciertas características comunes, por ejemplo: circuncisión, hábitos dietéticos,
preferencias por ciertas ocupaciones, etc. En este sentido tiene particular interés la
baja incidencia del cáncer del cuello uterino en mujeres judías, observación que se
repite en muchos países y en situaciones económicas diversas.

Ocupación: con este nombre se designa una variable que sirve para indicar la
condición económico-social y señalar exposiciones peculiares a determinados riesgos
laborales.

Fecundidad: se utilizan, entre otras, las siguientes características: grado de paridez,


orden de nacimiento y edad de la madre. Se sabe que la toxemia gravídica es más
frecuente en primigestas, mientras que las grandes multíparas tienen mayor incidencia
de placenta previa, inercia uterina y otras complicaciones del parto. Igualmente es más
alta la anemia ferropènica en mujeres de elevada paridez y de condiciones económica
baja. En cuanto al orden de nacimiento, la mortalidad peri natal es alta en los
primogénitos, disminuye entre los segundos nacidos, para subir paulatinamente hasta
llegar a más del doble en el grupo de sextos nacimientos. Es bien conocido que
mientras mayor es la edad de la madre, aumenta considerablemente el riesgo de dar a
luz niños mongòlicos. Del mismo modo, hay una relación directa entre los embarazos
habidos y la severidad de la incompatibilidad del factor RH.

Variables de lugar.

Conocer cómo varía la distribución de las enfermedades según el lugar tiene


considerable importancia. Incluso es un elemento clave para el diagnóstico clínico. La
distribución de las enfermedades en función de la variable lugar puede considerarse a
distintos niveles.

Nivel internacional: el estudio de la variación de enfermedades de acuerdo con


países en su conjunto conlleva problemas inherentes a diferencias en cuanto a los
criterios diagnósticos, al alcance de cobertura de la notificación de enfermedades y al
grado de integridades las estadísticas vitales. Pese a todas estas limitaciones, es
evidente que ciertas enfermedades muestran cambios notorios en su distribución de
país a país, que ciertamente obligan a buscar razones para explicarlos, por ejemplo:
es bien conocido que en el Japón la mortalidad por cardiopatía coronaria es baja y la
debida a cáncer del estómago es alta, en comparación con las observadas en los
Estados Unidos.

Nivel nacional: a este nivel también son primordiales las estadísticas oficiales
rutinarias de morbilidad y mortalidad. La frecuencia de enfermedades puede
describirse en función de agrupaciones demográficas especialmente delimitadas o de
las tradicionales áreas censales: urbana y rural. En algunos países se han
establecidos “áreas de notificación” como un recurso para conocer mejor la
distribución y tendencia de las enfermedades transmisibles de notificación obligatoria.
El área está formada por el agregado de localidades o sectores, no necesariamente
contiguos, provistos de servicios de salud que cumplen algunos requisitos mínimos en
cuanto a calidad de la notificación y posibilidad de ejercer ciertas acciones de control.

Nivel local: en ciertas ocasiones hay que estudiar la distribución de una enfermedad
en un sector restringido; por ejemplo en una localidad o hasta en un barrio de esa
localidad. En tales circunstancias, el mapa de puntos se ha utilizado desde hace
mucho tiempo; el ejemplo clásico lo constituye el elaborado por Snow para ilustrar la
ubicación de los casos conocidos durante el brote de cólera asociado con el pozo
contaminado en Broad Street, Londres.

Variables de tiempo

El estudio de la frecuencia de enfermedades en función del tiempo es


importante, ya que puede reflejar presencia, ausencia o cambios en la intensidad de
determinados factores causales. Las características pertenecientes a la variable
tiempo no pueden ser consideradas aisladamente sino en referencia a las
relacionadas con persona o con lugar. El tiempo es una noción que debe definirse
concretamente en función de la unidad de medida que sea apropiada para el fin que
se persiga. Por ejemplo, la unidad puede estar representada por minuto o fracción de
hora si se trata de envenenamientos químicos; por hora, si se trata de un brote de
intoxicación alimentaria estafilocòcica; por semana, si se refiere a uno de hepatitis
vírica. Por otra parte será de años y hasta décadas en situaciones como la lepra y los
procesos neoplásicos, etc. La frecuencia de una enfermedad respecto al tiempo en un
lugar dado se describe como endémica, epidémica o pandémica. Hay situación
endémica o endemia, cuando la enfermedad mantiene un nivel usual, incluyendo sus
variaciones estacionales. Existe una situación epidémica o epidemia, cuando la
frecuencia de la enfermedad excede a la que se espera con base en la experiencia
anterior. El vocablo pandemia se usa para citar una epidemia extendida a toda o casi
todas las regiones de la tierra, tal como ha sucedido con algunas de influenza o de
cólera. Si bien los términos anteriores se han empleado de preferencia en relación
con enfermedades infecciosas, particularmente las de tipo agudo, hay una creciente
tendencia a aplicarlos también a las de carácter crónico, infecciosas o no infecciosas,
para lo cual sólo es cuestión de usar la unidad de tiempo apropiada, años o décadas
en vez de días o semanas, Así hoy se habla de una curva epidémica del cáncer
pulmonar cuya rama ascendente se inició en la década de los 20.
La distribución de enfermedades respecto a la variable tiempo puede,
convencionalmente, estudiarse desde las facetas siguientes:
a) tendencias seculares
b) variaciones estacionales
c) fluctuaciones cíclicas
d) manifestaciones explosivas o inesperadas
e) conglutinación temporal

Tendencias seculares: el término se aplica para denotar la característica dominante


de una condición en el curso de largos periodos, por lo general décadas. Esa
condición puede mantenerse a un nivel más o menos fijo, o mostrar aumento o
disminución graduales, no importa alguna oscilación en contrario que pudiera
aparecer. La tendencia suele estudiarse en términos de morbilidad o de mortalidad. En
la primera eventualidad suelen utilizarse datos sobre notificaciones comúnmente de
ciertas enfermedades infecciosas<, pero sólo están disponibles en un limitado número
de países y son muy incompletos en el resto. En cuanto a la mortalidad, si bien la
información es un poco menos escasa, su calidad deja mucho que desear en una gran
mayoría de lugares. No obstante todas las limitaciones, la tendencia a largo plazo de
la mortalidad ofrece valiosas enseñanzas.

Variaciones estacionales: con este nombre se designan los movimientos, en la


frecuencia de una enfermedad, que tiene periodicidad más o menos regular dentro del
lapso anual y que tiende a repetirse año tras año. Tal variación se ha estudiado
principalmente en relación con las enfermedades infecciosas agudas y se ha tratado
de explicarla por cambios acaecidos en varios factores, entre ellos el clima y otras
situaciones ambientales, el comportamiento y otras actividades de los grupos
humanos, diferencias en las vías de transmisión y en la supervivencia de agentes
infecciosos. La variación estacional no sólo se observa en enfermedades infecciosas.
Los accidentes, por ejemplo, muestran una periodicidad bien definida respecto a la
frecuencia mensual dentro del año y a la diaria dentro de la semana o a la horaria
dentro del día. El estudio de las variaciones estacionales puede sugerir asociaciones
de diversa índole. Por ejemplo, la aparición del polen en relación con el incremento de
rinitis alérgica.

Variaciones cíclicas: un movimiento oscilatorio que abarca un lapso de varios años


se ha descrito en ciertas enfermedades infecciosas que también muestra su propia
variación estacional. Es un hecho universalmente conocido que en los trópicos hay
una periodicidad cíclica del sarampión (2 a 3 años) y de la tos convulsiva o ferina
(4años) que, por otra parte, no tienen variación estacional, manifiesta. Generalmente
se acepta que el fenómeno en cuestión refleja cambios en el status inmunitario de la
comunidad como un todo (inmunidad del grupo) por agotamiento gradual de
susceptibles, requiriéndose entonces un tiempo variable (según la enfermedad) para
que los susceptibles alcancen de nuevo un nivel que facilite la transmisibilidad de la
infección.

Variaciones inesperadas: con este título se denominan aquellos excesos en la


frecuencia de una enfermedad, conocidos como epidemias o brotes, cuya duración se
mide en unidades de tiempo que pueden ser variables: horas, días, meses, etc. Entre
estas manifestaciones inesperadas conviene destacar las denominadas epidemias
momentáneas o explosivas. En este tipo de epidemia los casos se concentran en
pocas unidades de tiempo (horas en uno de intoxicación alimentaria), lo cual sugiere la
presencia de un factor común que actuó sobre todos afectados casi simultáneamente
y que la enfermedad tuvo un período de incubación breve. En ocasiones, una
epidemia se prolonga un poco más, lo cual hace presumir que el factor actuó por un
período proporcionalmente más largo. Las epidemias “prolongadas”, en las cuales la
frecuencia asciende y desciende de una manera gradual, semejando a menudo una
curva normal, sugieren que la causa común operó por largo tiempo o que la
transmisión se realizó por ciertos mecanismos peculiares de propagación, tales como
contacto persona-persona, vectores animados, alimentos distribuidos comercialmente
en gran escala, etc.

Conglutinaciòn temporal: no siempre la frecuencia inusitada de una enfermedad se


hace notoria respecto a una determinada fecha, como en el caso de las situaciones
referidas en los párrafos anteriores. Puede suceder que los casos aparezcan en
fechas diferentes en virtud de que el factor causal actuó individualmente en fecha
también diferente. Para hacer patente esta relación se requiere analizar cada caso de
enfermedad en función de la fecha en que sucedió el factor supuestamente
responsable, dando a cada fecha el mismo valor cero en la escala de tiempo. Un
ejemplo claro de este enfoque lo constituye el estudio sobre la relación entre la
severidad de la poliomielitis y el antecedente de amigdalectomìa, que abarcó 6524
casos de esta enfermedad registrados en Nueva York durante el período 1944-1949.
En 194 de esos casos se constató el antecedente citado y, al analizar las respectivas
fechas de la intervención quirúrgica, se encontró que los de tipo bulbar ocurrieron en
gran proporción dentro del primer mes post-operatorio, que esa proporción fue
disminuyendo paulatinamente en el curso de los cinco meses subsiguientes y que a
partir del sexto no se observó caso alguno. Otro ejemplo lo presenta la concentración
de casos de la misma enfermedad en personas a quienes se había aplicado una
vacuna antipoliomielìtica que contenía trazas de virus activo. Los casos ocurrieron
entre tres y 25 días después de la vacunación, particularmente entre los cinco y nueve
días. Esto se interpretó como un indicio muy sugestivo de asociación causal, lo que
fue confirmado por la presencia de virus vivo residual en los correspondientes lotes de
vacuna.

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