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ARTE DE AMERICA LATINA 1900-1980 Beatriz Gonzalez entre numerosos reportajes concedidos por Marta, eonsignaba el reconocimiento de que se deseubsia, por proféticos, ante los buenos eseritores; advertia que no le gustaba la gente de la clase burguesa a la que pertenecia: “Creo que mi clase social es una clase traidora, mezquina, idiota. Durguesas son una casta parasitaria que golpea las ollas en Chile sin haberlas limpiado nunca, que juega a la canasta Las mujer «en Colombia, que chismea bajo tos secadores en todos los paises. Nome gusta huchar,agregaba: me toca hacerlo porgque siento que es mi deber. Preferiria vivir dentro de un orden justo y servirlo dé- cil, Jealy apasionadamente... Ms increible peleas son siempre con el que puede pulverizarme... Quisiera seguir siendo Juana de Arco..siempre Juana de Arco. Y enun ensayo de 1982, después de aplaudir las donaciones de los millo- natios norteamericanos para los museos, tanto de las grandes ciudades como de las pequeias; y de elogiar la desacralizacion de la pieza tinica que inciara Nelson Rockefeller al permitir ediciones limitadas de las obras de arte y objetos de uso diario de su casa, esta tiltima revoluci6n le suscita salvedades ;"...lo que las revis~ tas anuncian como objetos artisticos son mucho més monstruosamente origina- les; se trata de bronces figurando escenas de animales, porcelanas en arlequines 'y pastoras; imagenes acufladas en oro y plata y, sobre todo, interminables varia- cones del legendario oeste, relacionadas con cowboys, caballos encabritados, to- ros, cuemnos, rodeos, indios en pesados mérmoles y bronces... La ideitficacién centre arte y objeto material ha sido ampliamente fomentada por l-publicidad y cen este aspecto no hay obra de arte que haya quedado exenta. Una de las dlkimas proezas en este sentido es la habil colocacién de un carro ultimo: modelo en una ‘escena de ballet pintada por Degas, de modo que las bailarinas y el profesor pa- recen rendir asombrada admiracién en la mitad del estudio, al lado deta barra”. [Al tiempo de esta execracién colérica en torno a los comportamientos de la sociedad opulenta, casi con ternura se refugia en la apologia de la cultura dela pobreza. Pero a la vuelta de pagina torna al condensamiento de las calidades cle aquella sociedad opulenta, al valor de los grandes espacios urbanos en las nuevas, ‘écnicas constructivas de Nueva York, que permiten vivir a la comunidad la ple- nnitud de los de los templos goticos 0 los espacios sociales del Foro Ro- ‘mano. “Todo ha comenzado a moverse en Manhattan”, dice, “gracias alos nue~ ‘osargitetos La bse dl iycop, amiable fii gue ha de permit esi ‘ala comunidad en inane seen ag + amt + PROLOG Avenida, avanaa engaflosamente por terrazas hasta que lanza al fondo la fleeha del rascacielos. Reivindicacién del muralismo mexicano sta vision metas que hacia su habitualidad, aparecta en todos los escenarios cen que actuaba, lo mismo en el éxtass que producta en sus alumnos como en las presentaciones arrebatadas de la television, en sus escrtos, en los portalones de las exposiciones que presentaba, en Ta ereacién de museos, en la asistencia a ‘evanta revista podlia crear o estinular para inducir la universalidad, Tenia unsa innata capacilaladivinatoria con los pintores,fueran los maestros renacentistas ‘o feran los jovenes abstraccionistas, a los cuales abria espacios en la opinion, a ‘veces a codazos de intransigencia, siempre en combate contra la banalidad. Cuando el pintor colombiano Fernando Botero tenia 25 afos, Marta ‘Traba eseribi: “No seria inexacto decir que hay tantos Fernandos Boteros como, ‘exposiciones ha hecho hasta el momento. Esta afiemacién est li bore de todg sentido peyorativo si pensamos que Botero tiene 25, aos, ysiguiendo un camino normal de la buena pintura, no ha: nacido con el estilo debajo del brazo sino que esti buscando con la misma tenacidad, empeno y fuerza que quien se abre paso en la selva persiguiend el claro donde instalara —nunca se sabe por ‘cuanto tiempo- su easa. Hasta abora nunea ha habido mais que tuna persecucién de Formas con un ardor que muchas veces nos espistay desconcierta al dar bruscos vi . sjes hacia un sentido 0 su Esa rotundidad de sus pereepeiones, que parecia la constante de juicios aprioriticos de valor, era la decantacién de un cqnocimiento valorativo del arte yy delos artistas a través de los tiempos. Con un lenguaje pleno de metforas, ha ‘ia roto com la revdrica del elogio gratuito. Era la anttess del ditirambo, Peso. ‘aando afirmaba que en el Guernica de Picasso estan consignudos los grses mas ‘variados,intensosy poderosos de nuestra época, lo hacia desde adentro del eua- ‘dro, desde las instancias escuetas de los grses de Velizquey de lox hibits blan= os de los frailes de Zurbaran. Ast Hega en este libro a Sxyszlo, Reverdn, a Tamayo, a Obregén, a Lam, a Torres-Garcia. ¥ con el ‘nuedo metafisico arremete contra los Portinat del edfici. cen Nueva York. diza que se atrevid a decir lo que dio en

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