migos por el viento
Tillana Bodoc
Amigos por el viento
Liliana Bodor
vee Sl
JUVENILE= (CARAMELOS DE FRUTA +
Y OJOS GRISES
Bie eee ee
bares. ¥, algunas veces, estampitas de la Virgen. Pero
Jas eseampitas no eran para vender sino para pedir
colaboracidn. Aunque Ja verdad es que resultaba
mejor con los caramelos. Y mucho mejor silos ofte-
cia Magui, porque era chiquita y tenfa ojos grises. A
“Tomés la calle le habfa ensefiado que los ojos grises
‘endian mis que los ojos marrones.
Los dos hermanos tenfan su clientela Aja
vicjos hombres de bar que compraban caramelos y
Jos olvidaban en sus bolsillos. Los viejos hombres de
bar no podian comer caramelos porque tenfan la
boca ocupada con cigarrillos negros y palabras para
arreglar el mundo. Tomds solfa pensar que, cuando
Jos bares cerraban, los viejos hombres permanecfan
inméviles, con el cigarrillo a medio terminas, la pala
bra a medio pronunciar y la taza de café a mitad de
camino entre la mesa y los labios. A la mafana
siguiente, el sonido de la persiana metélica los
ponfa en funcionamiento.8
Era sdbado... Toms y Magui terminaron
de vender sus caramelos mucho antes de lo acos-
tumbrado, Buena suerte que las personas andu-
vieran ese dia con ganas de masticar azticar!
Los nifios empezaron a caminar hacia la
estacién de trenes. Cada una hora, salfa el tren
que los dejaba més alli de los suburbios indus-
triales. En un lugar donde las calles no tenfan
nombre y las casas no renian vidrios.
‘Tomés iba pateando la cajita de cartén
vacia donde habian estado los caramelos. De
pronto, Magui se detuvo.
— Qué hay? —pregunté su hermano.
Magui sefialé en direccién a la plaza que
tenia juegos,
—Quiero ir al robogin —dijo.
—Mejor nos vamos —contesté Tomés,
pensando que llegaba a tiempo para jugar un rato
ala pelota.
‘Magui sacudié la cabeza para decit que
no, que por favor, que fuera bueno. Magui sacudié
la cabeza, y su hermano entendié por qué la gente
le compraba caramelos.
—Est bien... —acepré,
Era sibado, y mediodia de otofio. La plaza
estaba casi desierta. Solamente habia un nifio, con
una mujer que lo cuidaba.
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Magui corrié hasta el tobogén. ‘Tomés, en
cambio, se senté en un banco de cemento, El ya
estaba grande para esas cosas, Tenia ganas, pero
mejor que no. Porque si llegaba a verlo algiin otro
de la calle le iba a gritar de todos y encima iba a
andar diciendo que Tomds era nena.
‘Tomis se acurrucé en el banco, del lado del
sol. Tanteé la bolsita que su madre le ataba a la cin-
tura, debajo de la ropa, para que guardara la
ganancia. {Qué suerte que ese sébado las personas
anduvieran con ganas de masticar azticar!
Magui se deslizaba por el tobogin agarra-
dita de los costados. ¥ claro, era chiquita. No
iban a compararla con él que se tiraba con un
envién, daba una vuelta completa en el suelo, y
se levantaba sin apoyarse en las manos,
El sol de otofo a la hora de la siesta era
como un zumbido.
Ahi estaba Magui subiendo de nuevo la
escalera del tobogin. Ahi estaba el chico con su
abuela. jEra su abuela o su mama? Més bien
parecfa su abuela...
‘Tomas no querfa dormirse, pero el sol
queria que se durmiera. Lo envolvié en una
manta con olor a aire libre, le trajo buenos sue-
fos desde alld arriba. Y, en pocos minutos, le
sgané la pelea,