Está en la página 1de 18

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACION

Bulimia y Anorexia

Las alteraciones de la alimentación ponen en evidencia una clínica en donde la


experiencia del análisis, sufre un problema de bordes, que se encuentra frente a
cuestiones que trascienden las historias sexuales infantiles edípicas y nos fuerzan
a pensar, las más de las veces, en un más allá de las problemáticas clásicas
vinculadas al principio de placer, registrándose nuevas demandas que desafían
nuestro método y nuestros procedimientos técnicos. Implican una puesta a prueba
para la conceptualización metapsicológica, para el abordaje terapéutico, para la
posición del analista y su subjetividad.

Pacientes con quienes no es suficiente, ni posible la interpretación desde la


abstinencia y neutralidad en sentido clásico, desde un campo transferencial ya
instaurado. El analista debe ser promotor y sostén, con los límites propios del
encuadre, de la transferencia y del paciente.

La anorexia y la bulimia nerviosa son consideradas los grandes trastornos de la


alimentación y a los que haré referencia en este trabajo. Comenzaré dando el
significado de ambas.

Anorexia: proviene del latín y significa sin apetito, an-sin y orexis-apetito, falta
anormal de ganas de comer.
Bulimia: proviene del griego boulimós, bous-buey y limós –hambre, hambre de
buey, sensación de hambre insaciable e intensa.

La denominación anorexia nerviosa y bulimia nerviosa se debe a que las


primeras descripciones de la enfermedad provinieron del campo médico,
considerando que su etiología no era orgánica.

1
Uno de los enfoques posibles en la consideración de estas dolencias es el
psicosocial, y sostiene que en estas patologías no pueden dejarse de lado los
factores sociales, los ideales estéticos que preponderan en los mensajes
culturales y publicitarios, en donde la delgadez es un valor altamente preciado y
buscado siendo sinónimo de belleza y éxito. La presión que ejerce el medio social
y la impronta que va dejando la publicidad en las jóvenes hacen pensar en la
posibilidad de incluir su efecto como factor desencadenante en la aparición de
estas dolencias, que al actuar como estímulo coercitivo, favorece la emergencia
de lo disposicional ya instaurado en la estructuración de la subjetividad.

Descripción clínica

El manual de diagnóstico de los trastornos mentales DSM-IV, los describe de la


siguiente manera:

Anorexia nerviosa: definida como “el rechazo a mantener el peso corporal igual o
por encima del valor mínimo normal, miedo intenso a convertirse en obeso,
alteración de la percepción del peso o la silueta. En las mujeres prepuberales,
presencia de amenorrea (al menos tres ciclos consecutivos)”. Si la anorexia es
acompañada de atracones, purgas y vómitos provocados se denomina entonces

2
como anorexia del tipo compulsivo/purgatorio.

Bulimia nerviosa: se define por la presencia de atracones recurrentes, conductas


compensatorias inapropiadas (menos de dos veces por semana por un período de
tres meses), provocación de vómitos, uso de laxantes, diuréticos, enemas,
fármacos, ayuno, ejercicio excesivo. Si no se recurre regularmente a provocarse el
vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso entonces se denomina
bulimia nerviosa del tipo “no purgativa”

La definición de atracón según el DSM-IV es cuando se ingiere alimento en un


corto espacio de tiempo en cantidad superior, el mismo es acompañado por la
sensación de pérdida del control sobre la ingesta de alimento y de no poder dejar
de comer.

Cuadro clínico:

Bulimia:

Preocupación constante por la comida (habla de peso, calorías, dietas...).


Atracones, come de forma compulsiva, esconde comida.
Miedo a engordar.
Acude al lavabo después de comer.
Vómitos autoprovocados, abusa de laxantes o diuréticos artificiales.
Usa fármacos para adelgazar.
Realiza regímenes rigurosos y rígidos.

Signos característicos: Modificación del carácter (depresión, sentimientos de culpa


u odio a sí mismo, tristeza, sensación de descontrol...) Severa autocrítica.
Necesidad de recibir la aprobación de los demás respecto a su persona. Cambios
en la autoestima en relación al peso corporal. Inflamación de las parótidas.
Pequeñas rupturas vasculares en la cara o bajo los ojos. Irritación crónica de la

3
garganta. Fatiga y dolores musculares. Inexplicable pérdida de piezas dentales.
Labios partidos. Oscilaciones de peso (5 ó 10 kg, arriba o abajo).

Anorexia:

Conductas patológicas. Conducta alimentaria restrictiva (poca cantidad de comida)


o dietas severas.
Rituales con la comida como: contar calorías, descuartizar la comida en trozos
pequeños, preparar comida para otros y no comer.
Miedo intenso a engordar, luchando por mantener el peso por debajo de lo normal.
Temor a verse obligado a comer en sociedad (fiestas, reuniones familiares...).
Hiperactividad (exceso de gimnasia u otros deportes).
Esconder el cuerpo debajo de ropa holgada.
Negarse a usar ropa de baño y que vean su cuerpo.
En ocasiones, atracones y uso de laxantes o diuréticos. Abuso de edulcorantes
artificiales.

Signos característicos: Pérdida progresiva de peso (con frecuencia sucede en un


período breve). Falta de menstruación o retraso en su aparición sin causa
fisiológica conocida. Palidez, caída del cabello, sensación de frío y dedos
azulados. Debilidad y mareo. Cambio de actitud: alteraciones del carácter:
irritabilidad, ira. Sentimientos depresivos. Inseguridad en cuanto a sus
capacidades. Sentimientos de culpa y autodesprecio por haber comido o por hacer
ayuno. Aislamiento social.

Perspectiva histórica

Según la opinión popular los padecimientos de anorexia y bulimia son el producto


de los criterios estéticos de las tres últimas décadas. Sin embargo la primera

4
descripción médica de la anorexia nerviosa fue publicada por Richard Morton a
fines de siglo XVII, en 1689, quien relata un caso de una joven que a los dieciocho
años, comenzó a presentar síntomas de “consunción nerviosa”. El más temprano
de esos síntomas fue una pertinaz amenorrea secundaria. Mientras restringía
paulatinamente su ingesta alegando falta de apetito, la joven se abocó de manera
compulsiva a la lectura. Comenzó a vomitar y al cabo de dos años presentaba
hipotermia y estaba delgada como “un esqueleto recubierto con piel”, se consumía
día a día hasta morir. Este padecimiento según Morton era causado por “una
multitud de tristezas y preocupaciones ansiosas”.

También describe el caso de una anorexia masculina de un joven de dieciséis


años, quien cayó en una total carencia de apetito, ocasionada por su estudiar muy
duro y las pasiones de su mente, consumiéndose por espacio de dos años.”
Juzgué esta consunción de origen nervioso, surgida de una perturbación del
sistema nervioso, dado que no encontré ninguna dolencia orgánica.”

En 1764 Roberto Whytt de Edimburgo, publicó un informe en el que describe


“una atrofia universal derivada de un estado mórbido de los nervios”, destacando
el humor bajo o la melancolía que generalmente acompaña a esta enfermedad. Y
menciona el caso de un muchacho de catorce años, observado por pérdida de
apetito alternada con anhelo intenso por la comida, con humor bajo y pensativo.

En 1790 Robert William publicó en Londres, “Un remarcable caso de abstinencia


“, un joven con ataque mental de estudio y melancolía, que se embarca en un
ayuno riguroso.

En 1819 Rees afirmó que la anorexia no era una simple enfermedad de origen
físico sino que podía ser causada por “noticias desalentadoras o pasiones
depresivas.”

5
En octubre de 1859 Louis Victor Marcé leyó en la Sociedad Médica de Paris, un
manuscrito titulado “Sobre una forma de delirio hipocondríaco” caracterizado por el
rechazo de los alimentos presente en jovencitas, con la convicción de que “no
pueden o no deben comer”.

En 1873, Charles Lasegue, también en París, describe lo que llama “anorexia


histérica”, quien también hace referencia a ideas delirantes, menciona dos
métodos habituales de los padres “amenazar y rogar” y con pertinencia señala
que: “el exceso de insistencia genera un exceso de resistencia” Recomienda al
médico no recurrir nunca a la intimidación y cuidarse de emitir juicios que hagan
que el paciente pueda suponerlo del lado de la familia.

En Francia para la misma época Jean Martín Charcot se presenta como el


precursor de un método supuestamente infalible para curar a quienes padecen
anorexia nerviosa: aislamiento combinado con amenazas y recompensas.

Lasegue y Charcot discrepan no sólo en cuanto a la modalidad clínica de


abordaje, sino también en cuanto a la tasa de mortandad en esta patología, para
el primero, salvo cuando interviene alguna enfermedad oportuna (tuberculosis), no
es mortal y para Charcot el final fatal está ahí amenazante.

Podemos apreciar que los diferentes autores en épocas distintas destacan


características comunes: estado de tristeza, preocupaciones ansiosas, melancolía
y pasiones depresivas

Algunas referencias freudianas

En 1904, Freud en “Sobre psicoterapia” destaca la importancia de la psicoterapia


analítica sosteniendo que es la más poderosa, la de más amplio alcance y la que
consigue una mayor transformación del enfermo, luego sostiene que ha sido
creada para enfermos prolongadamente incapacitados para la vida, y se ha ido

6
perfeccionando en su tratamiento, constituyendo su mayor triunfo el de devolver a
un número muy satisfactorio de estos enfermos a su plena capacidad. También
afirma que habremos de limitar nuestra elección de casos y que no es conveniente
aplicar la psicoterapia a la psicosis, así como tampoco cuando se requiera de una
rápida supresión de fenómenos amenazadores como anorexias histéricas.

Contraindica la aplicación del psicoanálisis, por lo menos tal como hoy se lo


practica y no considera imposible que una vez adecuadamente modificado el
método analítico quede superada esta contraindicación.

En una entrevista realizada a Freud el 14 de agosto de 1933 en Viena, se le


pregunta ¿En qué consisten las conquistas y posibilidades del psicoanálisis? Y
responde que en la terapia de las neurosis y de ciertas psicosis, en ciertos casos
de modificación fundamental del carácter, e incluso de ciertas formas de
esquizofrenias. Afirmando que los éxitos del psicoanálisis son indiscutibles y
también sostiene que si bien hay menos neurosis suscitadas por la represión de
las pulsiones, se constata un recrudecimiento de manifestaciones causadas por la
licencia de las pulsiones.

Manifestaciones patológicas transestructurales y su dinamismo

La anorexia y la bulimia son manifestaciones patológicas que pueden


encontrarse en el marco de las neurosis, psicosis y patologías narcisistas.

Cuando se trata de trastornos de la alimentación en las neurosis, éstos expresan


conflictos con la identidad sexual, son síntomas en sentido estricto, es decir
formaciones de compromiso entre el deseo y la defensa. Se trata de
transacciones, que sustituyen a representaciones inconscientes que ponen en
juego la conflictiva edípica, la angustia de castración y fantasías tales como: de

7
felatio, de castrar al hombre, de morder el pene, de embarazo, dando cuenta del
desplazamiento de la genitalidad a la oralidad. Es frecuente el fantasma de
fecundación por vía oral a través del alimento, típico de las teorías sexuales
infantiles, negadoras de la diferencia de los sexos. Ante estos síntomas es posible
la implicación subjetiva y el trabajo asociativo.

Estas alteraciones de la alimentación son poco frecuentes en la psicosis y


cuando se presentan generalmente están estructuradas como producto de la
percepción deformada de su cuerpo, constituyendo un núcleo delirante e
irreductible, o bien forman parte de un delirio melancólico o de envenenamiento.

Considero que la denominación de anorexia restrictiva, anorexia mental o


nerviosa y bulimia nerviosa refieren a trastornos propios en la estructuración del yo
presentes en las patologías narcisistas.

Rubén Zukerfeld, sostiene que cuando la delgadez es una búsqueda obsesiva e


incesante y se ha convertido en condición subjetiva de existencia en donde “ser”
es ser imposiblemente delgada y no serlo implica el “no ser”, esto da cuenta de
una condición psicopatológica de “vacio” y un predominio del yo ideal. Es la
búsqueda del “esqueleto viviente”, típico de la anorexia restrictiva severa con un
trágico encierro narcisista. El poder del yo ideal que se expresa en la paulatina
descorporeización representada por la desnutrición, implica ausencia de conflicto y
un clima de felicidad nirvánica. Esta descorporeización revela la marcada
deficiencia de investimentos libidinales y ponen de manifiesto las fallas en el
vínculo primario con la madre.

Considero que los trastornos de esta clase se hallan determinados por la


compulsión a la repetición, en donde el trauma insiste a través de la escenificación
de experiencias sufrientes. Estas últimas posicionan al sujeto en la inercia del
padecimiento y en un perpetuo retorno de lo idéntico, manteniéndose con fijeza y
actualidad.

8
Son patologías con una marcada intensidad pulsional, con severas alteraciones
en la estructuración del yo, no psicóticas, y con una marcada incapacidad por
parte del aparato psíquico para dar respuesta al excesivo montante de excitación
del que ha sido objeto. De forma tal, que el sujeto se ve imposibilitado para
encontrar vías de salida al apresamiento del que ha sido receptivo pasivamente en
tiempos inaugurales y estructurantes de su psiquismo.

Se trata de manifestaciones patológicas que vienen a llenar un vacío producido


por un déficit en la simbolización, en la figurabilidad, en donde el cuerpo no es
tanto expresión del lenguaje en el discurrir deseante, sino más bien un depósito de
sustancias: comida. No es el cuerpo enlazado a representaciones, sino el cuerpo
ofrecido al juego automático y reflejo de la pulsión que busca satisfacerse más allá
de su integridad, más allá de la integración del yo, más allá de la vida.

En estas dolencias derivadas de una marcada presencia pulsional mortífera el


cuerpo se constituye en el escenario donde el trauma ejerce su despliegue,
siendo objeto de maltrato produciéndose un daño que en muchas ocasiones
atenta contra la vida, imponiéndose moldeamientos corporales que transitan entre
lo lleno y lo vacío, el exceso y la nada, manifestando una cristalización narcisista
que da cuenta del déficit en su constitución.

Predominan en estos enfermos sentimientos de desamparo, indefensión,


invalidez, desolación e inautenticidad que se tornan arrasadores. La angustia que
prevalece es la angustia traumática, desorganizante que desborda al psiquismo,
apresándolo y provocando una intensa vivencia de no existir. La instrumentación
de la angustia señal en estos pacientes es deficiente.

Considero que el vacío la inautenticidad y el sentimiento de falsedad son


consecuencias de la deficitaria constitución del yo, a su vez efecto de la ausencia
de reconocimiento y autentificación por parte del otro constituyente. Éste no pudo

9
cumplir con la necesaria habilitación del niño en sus movimientos espontáneos y
creativos propios de la afirmación del yo. La madre no ha brindado una provisión
de alimento de una forma tranquilizadora, sin angustia, sin atiborrarlo de comida,
sin sentir que se vaciaba ella misma, en el acto de la alimentación.. No ha podido
instituir ritmos en su cuidado, constituyendo una presencia regular, previsible y
confiable.

Estas dolencias dan cuenta de que el psiquismo se ha constituido con un mayor


predominio de influencia traumática, en donde el yo ni siquiera ha podido discernir
el peligro, mediante la puesta en marcha de una señal protectora para su
resguardo, quedando condenado a repetir la vivencia traumática, en una descarga
motriz sin actividad fantasmática. Son manifestaciones que no están articuladas a
representaciones reprimidas, sino que aparecen en lugar de las mismas siendo
efecto de la invasión pulsional , en lugar de la palabra evocadora se reproduce la
vivencia traumática, en donde el cuerpo es objeto de humillación, de descuido y de
maltrato.

Son muchos los autores psicoanalíticos que incluyen en una misma serie a los
fenómenos psicosomáticos, las adicciones y los trastornos de la alimentación
como manifestaciones de lo irrepresentable, constituyendo estas manifestaciones
patológicas la derivación de esas primeras huellas no ligadas de carácter
traumático.

Freud dirá en 1920 en “Más allá del principio de placer”, que las huellas
mnémicas reprimidas relativas al tiempo primordial, no permanecen en el interior
del psiquismo en estado de ligadura y se encuentran en un más allá del principio
de placer produciendo una compulsión a la repetición.

Zukerfeld, sostiene que para entender el dinamismo presente en estas dolencias


es importante tener en cuenta la heterogeneidad del inconsciente, con diferentes

10
modalidades de funcionamiento psíquico de estructura representacional y no
representacional.

La no homogeneidad del inconsciente considero que está expresada por Freud


cuando sostiene la diferencia entre las primeras inscripciones caídas bajo la
represión originaria, con las representaciones reprimidas secundariamente, que
constituyen el inconciente propiamente dicho o dinámico.

Sostiene Zukerfeld, que la heterogeneidad del inconsciente y la coexistencia de


los distintos funcionamientos torna necesario pensar la complejidad del psiquismo,
donde se cuestionan las secuencias lineales causa-efecto. Y para abordar la
anorexia y la bulimia, deben ser considerados dos ejes: a) la relación con el objeto
alimentario y b) la relación con el propio cuerpo. Respecto al primer eje se
presenta la vivencia de descontrol y del segundo eje, la búsqueda constante de la
delgadez.

El descontrol es la manifestación propia del fenómeno bulímico y el terror de la


condición anoréxica. El descontrol lo atribuye a la activación de lo nunca
representado sin valor comunicacional, que se manifiesta en acto, en tanto
descarga motriz sin actividad fantasmática subyacente y que suele tener un valor
regulador de las magnitudes de carga. El descontrol bulímico se presenta en ese
repetido raptus que intenta llenar un vacio imposible de llenar, que los pacientes
denominan “atracones”.

En la anorexia el terror al descontrol lleva a un abstinencia alimentaria a veces


severa acompañada del cierre de todos los agujeros corporales: se cierra la boca
para comer y hablar, aparecen amenorreas y constipación. Es mantener el control
absoluto de lo que entra o sale del cuerpo.

11
En cuanto a la relación con el propio cuerpo hay una imagen distorsionada del
esquema corporal que la lleva a la búsqueda incesante de delgadez en donde la
obsesión por verse delgada pasa a ser condición de existencia.

Eduardo Chandler, sostiene que el cuerpo de quien es anoréxica es vivido como


si fuese la concreción de la presencia intrusiva del objeto materno al que, además,
al desarrollarse se parece ahora la niña. Ese cuerpo crecido no es sentido por la
niña como parte de si misma, sino como su madre “encarnada” en ella.
Experimenta en su cuerpo y en su mente que ese cuerpo es la madre incorporada,
confusión que amenaza con continuar la relación de toda su infancia, donde la
madre fue una presencia sofocante, amenazadora, desvalorizadora, poderosa e
incontrolable. Perdiendo peso intenta quitarse ese cuerpo materno encarnado.

La incorporación del objeto malo representado por la ecuación, nuevo


cuerpo=madre invasora= comida, se fortalece defensivamente con el fin de poder
controlarlo. La niña anoréxica se encuentra con una madre que otorga una fría
sobreprotección temprana, es persecutoria, invasora e incapaz de disfrutar el
contacto tierno con su hija. Fue una madre que no supo decodificar los
sentimientos de la niña cuando era bebé.

En esta misma línea de una madre intrusiva de la que habla Chandler es que
Lacan define a la anorexia como deseo de “nada”, frente a una madre que atiborra
de comida, se trata de provocar un vacio. Comer nada sería un intento de
instaurar un límite a ese otro insaciable.

Joice Mc Dougall incluye a la bulimia dentro de las patologías adictivas y


menciona como característico de las misma, al “acto síntoma” que intenta
descargar lo más rapidamente posible toda tensión creada por sucesos interiores
o exteriores. Para no enfrentar un desborde afectivo, recurrirá al actuar para
dispersar la tensión movilizada. Es un retorno a la forma de equilibrio del niño
pequeño sin acceso a la palabra. Para que esto ocurra mucho depende de la

12
madre ya que en esa etapa de la vida es ella el aparato de pensar de su bebé. Si
su inconsciente le impide la posibilidad de modificar el sufrimiento físico o psíquico
del bebé, éste corre el riesgo de verse empujado a actuar.

Esto nos conduce, según Mc Dougall a las diversas problemáticas narcisistas


primitivas, ya que el objeto de la adicción es un ideal narcisista patológico”puedo
hacer todo solo, controlo mágicamente mi objeto y lo utilizo cuando quiero y como
quiero”

Para esta autora la economía adictiva tiene sus orígenes en las primeras
transacciones entre la madre y el lactante, lo cual comprende también la relación
de la madre con el padre del niño. Dice que los objetos de adicción concentran el
rol del objeto transicional, se podría decir, que se trata de una patología dentro de
la maduración normal de los fenómenos transicionales. El objeto transicional
auténtico es un objeto en vías de introyección, y luego de identificación, mientras
que los objetos de adicción son transitorios, siempre a ser recreados, porque
siempre están afuera. Pero esta carencia dentro de la organización psíquica
precoz se desarrolla mucho antes de la fase de maduración transicional.

Trabajo clínico

Considero que el eje central en el proceso psicoanalítico de estas patologías lo


constituye el espacio y el vínculo transferencial. El analista es implicado y
demandado en forma constante y durante un largo tiempo será tarea del analista
contrarrestar la pulsionalidad mortífera defusionada, libidinizando el espacio del
tratamiento.

Es en la escena transferencial misma en donde se produce la derivación de la


investidura del trauma, en tanto el analista ocupe un lugar posibilitador y facilitador
de ese proceso, mediante la rectificación posible de vínculos primarios traumáticos

13
que han dado lugar a un estereotipo que se repite a lo largo de toda la vida. El
analista es incluido en las series psíquicas compuestas por las figuras
significativas para el paciente, y es desde esa inclusión que podrá maniobrar con
sus respuestas inaugurando en muchas ocasiones una modalidad inédita de
vínculo a partir de la impronta que se construye en la relación transferencial
misma.

El analista responde a la manera de una madre con capacidad de reverie,


transforma la experiencia pulsional entre ambos, en elementos pensables,
simbólicos y opera como vehículo en la construcción de una historia, enhebra
escisiones, significa escenas, propone un guión simbólico que historiza las
experiencias traumáticas que fueron desorganizantes.

Relataré un fragmento de mi práctica clínica.

Se trata de una paciente de veintiséis años que consulta por anorexia y bulimia.
Cuando se presenta a la consulta me impresiona su imagen cadavérica; su rostro
expresaba una tristeza profunda y su cuerpo, una fragilidad tal que parecía
quebrarse. Pesaba sólo 42 kilos y medía un metro setenta. Era alguien que se
había transformado en la sombra de sí misma. Decide concurrir porque la invadía
una gran angustia que ya no podía dominar, sentía una desazón constante y una
imposibilidad cada vez mayor de ingerir alimentos. Cada vez que se encontraba
con la comida sentía un terror incontrolable, al que sólo podía restringir
apartándose de todo alimento que no fuera “estrictamente de dieta”.

No hay dudas de que había en ella una invasión de pulsionalidad mortífera,


entramada con la fragilidad y menoscabo del yo, pero sin embargo fue su deseo
de continuar con vida lo que la trajo a mi consulta. Se trataba en primer lugar de
aferrarla a la vida y de procurar un apego al tratamiento y a mí, creando un
espacio de calidez, sostén, protección y amparo. Implantando un vínculo

14
previsible y confiable (que conjeturo ausente y por lo tanto traumático en su
vínculo primario materno), como precondición para que juntas y paulatinamente
fuéramos encontrando mediante el recuerdo y la reconstrucción de su propia
historia los motivos que habían determinado su estado. Estado que por otra parte
no era nuevo sino que, con algunas “recuperaciones”, como las denominaba,
venía presentándose desde hacía diez años (los primeros seis bajo la faz
bulímica, los cuatro últimos con predominio anoréxico). Esta tarea fue llevada
adelante venciendo intensas resistencias de todo tipo.

La liga de la pulsión de muerte con la pulsión de vida ha sido procurada en el


vínculo transferencial de manera constante y regular, respondiendo a sus
demandas toda vez que lo considerara necesario, dándole una constancia a mi
presencia y una provisión de investimento libidinal. Esta debía ser de una
cualidad tal que no adquiriera el sesgo traumático del vínculo primario, para que
no fuera vivenciado persecutoriamente como la comida.

En muchas ocasiones, esas demandas consistían en llamados telefónicos que


coincidían con los momentos en que estaba por realizar una ingesta de alimentos.
El terror ante esta acción era ocasionado por el sentimiento de ser “devorada” por
la comida (transformación en lo contrario-vuelta contra sí), produciendo un
“atracón” irrefrenable que terminaba en el vómito. Los llamados operaban como
indicios de la angustia señal, que comenzaba a ponerse en marcha en su función
protectora.

Luego de cuatro años de tratamiento que aún continúa, ha recobrado su peso


normal y su trabajo profesional que está relacionado con el cuidado del cuerpo.
Esta actividad había quedado interrumpida durante varios años por la angustia
que le producía el estar inmersa en un circuito pulsional del que se sentía
atrapada, dado que la única ocupación de su vida consistía en el “cuidado del
cuerpo”.

15
Se ha podido apropiar de una imagen corporal, diferente a la distorsión que tenía
de sí misma. Su relación con la comida es mucho menos apremiante, habiendo
ampliado considerablemente la variedad de alimentos. La comida no ocupa ya un
lugar protagónico (es ella misma quien ahora lo hace) y pasó a ser algo más en su
vida, de la que en muchos momentos puede disfrutar con placer. Aún así, en
ocasiones esporádicas se hacen presentes los “atracones” y los “vómitos”,
referidos luego por ella misma a situaciones traumáticas anudadas a lo pulsional,
del mismo día o de la víspera que le dejan un profundo sentimiento de vacío.
Generalmente cuando relata estos episodios agrega “pero yo creo que ya sé por
qué fue”, aunque su relato es con pena y vergüenza por esas repeticiones que aún
no terminan de ceder en sus apariciones. Nuestro trabajo continúa.

ANAHI REBAGLIATI

16
Bibliografía

Chandler, E.(2001) “Escisión y contexto en la anorexia nerviosa” en Actualidad


Psicológica, Año XXV, N° 288, Buenos Aires.
DSM IV (1994). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Barcelona: Mason.
Fischer, H. y colab.(1997) Conceptos fundamentales de Psicopatología III (La
clínica), Buenos Aires, Centro Editor Argentino.
Freud, S. Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2° edición,1985.
Lacán, J(1987). Escritos I, Buenos Aires, siglo veintiuno editores, 14 edición
Mc Dougall, J.(1994) “Para pensar la bulimia” en Revista Zona Erógena N° 19,
Buenos Aires.
Piaggio, M.C.(1997) “las publicitopatías” (una mirada psicosocial sobre la anorexia
nerviosa) en Fischer,H. y colaboradores Conceptos fundamentales de
Psicolpatología II, Buenos Aires, C.E.A, págs. 211-225.
Zukerfeld, R (1996). Acto bulímico, Cuerpo y Tercera tópica, Buenos Aires,
Paidós.

17
RESUMEN

Las alteraciones de la alimentación ponen en evidencia una clínica en donde la


experiencia del análisis, sufre un problema de bordes, que se encuentra frente a
cuestiones que trascienden las historias sexuales infantiles edípicas y nos fuerzan
a pensar, las más de las veces, en un más allá de las problemáticas clásicas
vinculadas al principio de placer, registrándose nuevas demandas que desafían
nuestro método y nuestros procedimientos técnicos. Implican una puesta a prueba
para la conceptualización metapsicológica, para el abordaje terapéutico, para la
posición del analista y su subjetividad.
Son patologías con una marcada intensidad pulsional, con severas alteraciones
en la estructuración del yo, no psicóticas, y con una marcada incapacidad por
parte del aparato psíquico para dar respuesta al excesivo montante de excitación
del que ha sido objeto. De forma tal, que el sujeto se ve imposibilitado para
encontrar vías de salida al apresamiento del que ha sido receptivo pasivamente en
tiempos inaugurales y estructurantes de su psiquismo.
Se trata de manifestaciones patológicas que vienen a llenar un vacío producido
por un déficit en la simbolización, en la figurabilidad, en donde el cuerpo no es
tanto expresión del lenguaje en el discurrir deseante, sino más bien un depósito de
sustancias: comida. No es el cuerpo enlazado a representaciones, sino el cuerpo
ofrecido al juego automático y reflejo de la pulsión que busca satisfacerse más allá
de su integridad, más allá de la integración del yo, más allá de la vida.

18

También podría gustarte