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UNIVERSIDAD ARCIS

Licenciatura en Arte

La belleza del pensamiento.

L'arte e cosa mentale. Da Vinci.

En los orígenes, la contemplación de dibujos, grabados, pinturas, etc., debió estar ligada a
un fin específico, o mas aún, utilitario, cumpliendo quizás un rol más cerca de la señal, del
signo. Sin embargo, la mera construcción de estos lenguajes fue un acto que traía ya
inscrito los cánones fundamentales de la creación artística y la belleza: el impulso creador,
el enigma del símbolo, los equilibrios de la forma ( simetría, orden, proporción,
delimitación), las transferencias forma/contenido plasmadas en un jeroglífico. Las piedras
basales de la creación artística nacían de la mano de la creación del lenguaje nominativo.

En algún momento y obedeciendo a impulsos naturales de comunicación y expresión, el


uso de éste lenguaje se expande para representar otros mundos a través de obras creadas
por seres con ciertas conexiones y capacidades alquímicas para transmutar la realidad
palpable conectándola con su trasfondo, haciendo visible aquello que normalmente pasa
desapercibido, multiplicando las lecturas de lo contemplado, capturando aquello que pasó
por nuestros ojos sin darnos cuenta, cierta expresión de un rostro, cierto momento de
aquella expresión. De alguna manera este juego crea un polo de atracción en la sociedad y
éste fenómeno creativo, que trae consigo un impacto en el ser humano, comienza a
desempeñar un rol fundamental en la vida del hombre, que podría definirse como la
reificación de la necesaria conexión del hombre con lo místico, con una experiencia que
trascienda la contingencia, un hecho que rompa el devenir sin solución de continuidad de
la vida, un paliativo a la tragedia enunciada con el descubrimiento de la muerte.

La importancia del arte y sus múltiples potenciales son motivo de disputa y las cúpulas de
la sociedad quieren establecer vínculos y pactos con el; y éstos artesanos, que no eran
productores de bienes de consumo, deben trabajar para quienes resuelvan su problema
de subsistencia. La vitrina esta bien surtida y hay productos para todos los gustos :
noticias, fantasías, sueños, entretención, fetiches, status, didácticas, retratos. El negocio
funciona y éste artesano, realzado a la categoría de artista por la sociedad monárquica es
asociado al poder, situación que le calza perfectamente ya que la necesidad de su rol está
culturalmente justificada, socialmente aceptada su función. Sin embargo tal esquema no
puede sostenerse en el tiempo indefinidamente. La naturaleza intrínsecamente evolutiva
del quehacer artístico buscará otros cauces para llegar a nuevos mares donde navegar a
bordo de patrones estéticos diferentes. Los sistemas sociales no pueden controlar
absolutamente al artista, pero indudablemente la relación artista-sociedad sigue siendo
mas o menos la misma, con otros matices pero sin abandonar el utilitarismo.
La experiencia artística, es decir el fenómeno de la relación hombre-obra de arte es
complementaria y supone necesariamente una complicidad entre autor y espectador, o
emisor y receptor. Tal es así que me atrevería a afirmar que la historia del arte es obra de
quienes eligen, inconscientemente o no, las creaciones, las interpretaciones del jeroglífico
que encuentran eco en su alma, situación que demuestra la tremenda importancia del
espectador dando lugar a interpretar el fenómeno artístico como algo colectivo, o al
menos como algo cuya condición sine qua non es la existencia de un receptor. Sin
embargo los niveles vivenciales de tal experiencia parecieran no corresponderse
equitativamente en el transcurso de su evolución. El quehacer artístico adopta el esquema
jerárquico social, puesto que la baja rentabilidad de sus bienes lo convierte en hijo
adoptivo del mecenazgo, cuyos intereses debe representar, situación que convierte al
artista en un señor, ubicado en los estratos altos de la sociedad y cuyos productos deben
ser políticamente neutros para no generar conflictos dentro de éste orden, aun cuando
son innumerables los casos en que velados gritos llamando a subvertir lo establecido; se
insinúan, quizás anunciando cambios por venir.
La evolución de la pintura cuyo rol en un principio es el de representar la realidad física,
paulatinamente comienza a abandonar ésta pretensión, y el golpe de gracia lo da la
fotografía: su similitud con la realidad es insuperable. Tal situación provoca un estallido de
corrientes, artistas en busca de sus musas. Abandono de la mímesis; impresionismo,
expresionismo, cubismo, suprematismo, etc., muchos "pos", muchas revoluciones y
vanguardias quemadas. Sin embargo la estructura medular del fenómeno artístico
permanece inmutable, el artista, aun colocado en una posición sagrada, dictamina lo que
ha de apreciar el público, disparando, como siempre, a su retina. La pintura deja de ser
funcional y se convierte en un arte retiniano. Representar la realidad ya no tiene sentido.
El arte comienza a perder su función social. Pero todos sabemos que la historia de las
cosas es un ir y venir y, como en todas las crisis anteriores, estas son provocadas por
cambios en la mirada social y en la soterrada emergencia de quienes articulan
planteamientos diferentes, nuevos horizontes.
Duchamp debió haber intuido que el arte al ser primordialmente visual, y encontrándose
en un estadio retiniano, va a mantener siempre la misma mecánica de asimilación por
parte del espectador, por lo tanto era menester introducir violentos cambios en todo
orden de cosas al interior de la obra. Previo paso por el postimpresionismo ( o seudo-
impresionismo, como decía el propio D.), fauvismo y cubismo, alcanzando con éste último
ya un nivel de notoriedad ( Nu descendant une escalier) , situación que no evitó su ruptura
con éste último, D. desemboca estruendosamente en la confección de lo que llamó ready-
mades con los cuales fulmina la idea de artista y obra de arte sacralizados.

Ante esto me parece que sería un error interpretar el impacto destructivo de la obra de
Duchamp como una capitulación del artista ante el agotamiento del lenguaje, sino que
mas bien como un fenómeno coyuntural que entre otras cosas cambia radicalmente la
percepción de lo estético de la obra tal como se venia entendiendo; una contemplación
del arte excesivamente retiniana, situando el fenómeno en el intelecto, en el pensamiento.
Es decir que la belleza de sus obras la encontraremos en las asociaciones que nuestra
mente pondrá en acción cuestionando las relaciones del mundo subjetivo y haciendo
visible los mecanismos microcósmicos( lo infra-leve), estableciendo nexos entre aspectos
ocultos pre-cognitivos, proponiendo un relato que es ejercicio intelectual, del
pensamiento , que transforma al espectador en protagonista de la experiencia mística de
la contemplación de una obra de arte, pero a partir de sus propias proyecciones, de sus
propias conexiones: las de su pensamiento. Es el intento inconsciente de transmitir un
orden cognitivo subyacente cuyo mecanismo pareciera ser una entropía u osmósis entre la
obra y el espectador. La estructura de la obra plantea una interacción de entidades
significativas.

En el sentido estético, Marcel Duchamp, es un verdadero revolucionario exterminando la


idea de belleza imperante hasta ese momento, y del rol sagrado que posee el artista.
Dentro de la música un cisma de esta envergadura ha sido producido solamente por la
música electroacústica, ni siquiera el dodecafonismo, que abolió las relaciones físicas de la
armonía, es decir la tonalidad, estructurada por J. S. Bach, quien a su vez las había
sintetizado a partir del contrapunto. La música EA, al utilizar el elemento tímbrico_asistido
por la tecnología hace desaparecer todo vestigio de melodía y armonía a partir de los
tonos, y del ritmo en tanto subdivisión matemática del tiempo. El dodecafonismo, es decir
la abolición de las relaciones jerárquicas que definen la tonalidad, es la negación de ésta,
por lo tanto está dentro de lo tonal, entonces la problemática es salirse, creando un nuevo
lenguaje con un nuevo objetivo.

Valga ésta analogía para contribuir al intento de arrojar algunas luces con el fin de
entender la revolución de Duchamp estableciendo una analogía entre el sistema tonal en
la música y la paleta de colores en la pintura. Para Duchamp el problema pudo haber sido
cómo salir de lo retiniano; la fotografía ya había robado el patrimonio de lo figurativo a la
pintura, dejándola sin tema y empujándola a evolucionar; sin embargo, según Duchamp,
ésta se detiene por largo rato en el aspecto retiniano. Evidentemente que todo lo que este
inscrito dentro de las artes visuales, será conducido a nuestro cerebro vía óptica, pero
Duchamp plantea que ya no será para hacernos cosquillitas, es decir sus obras ya no serán
creadas para experimentar en primer lugar el placer de la forma, los juegos de colores y
líneas, proporciones, simetrías y delimitaciones que son acogidos y procesados en las
zonas dedicadas a esto en nuestro cerebro, las zonas que corresponden a la
emocionalidad. El efecto debería lograrse en el momento en que abandona la utilización
de los recursos pictóricos basados en juegos de luz y formas. El proceso perceptual de
objetos ya-realizados, los ready-made, no se detiene en el mecanismo del sistema óptico-
sensorial, no hay una intencionalidad de agradar al gusto bueno o malo, son objetos
anestesiados estéticamente, no poseen emoción estética; son objetos de uso común cuya
función es amputada cayendo en la total inutilidad y que luego serán elevados a la
categoría de arte por la sola decisión de un artista. Esta bomba dejada caer por Duchamp
sobre el mundo del arte deja como saldo una propuesta plena de conceptos e ideas que
contrastan y que nos develan nuevas experiencias de acercamiento al conocimiento, aquí
radica la belleza del lenguaje propuesto por Duchamp: ideas y conceptos que nos
descubren universos.
Así, nuevamente obedeciendo a impulsos naturales de comunicación y expresión, el artista
Marcel Duchamp plantea un código completamente nuevo para un arte que instala el
fenómeno experiencia placentera en el ámbito del pensamiento. Sus actos y sus lecciones
han propuesto, y finalmente determinado, una higiene moral que ha tomado
resueltamente a contrapelo el conocimiento cultural y plástico de cuatro siglos de
humanismo. La influencia de Duchamp es decisiva en el arte contemporáneo, sus
seguidores se encuentran en todas las disciplinas artísticas; sus trabajos son los
fundamentos de la gran plataforma llamada Arte Conceptual, cuyas múltiples formas de
expresión en los mas variados ámbitos de las disciplinas del arte, interpretan al hombre
contemporáneo, concediéndole un lugar privilegiado de participación en la vivencia
artística aportando "la otra mitad", es decir, su personal análisis y experiencia.

Alejandro Riquelme C.
v.alejandroriquelme@gmail.com

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