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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LAS ARTES
CENTRO DE ESTUDIOS Y CREACIÓN ARTÍSTICA DE SARTENEJAS

LA MÚSICA EN LA SOCIEDAD EUROPEA

Alumnos:
Hernández Rivero María del Carmen (25.237.859)
Materia:
Historia Crítica de la Música I

Caracas, octubre de 2018


LA MÚSICA EN LA SOCIEDAD EUROPEA

La música es un lenguaje universal de la cultura, por ende, constituye una


de las manifestaciones más importantes dentro del contexto cultural de cualquier
época o civilización. Las expresiones musicales cambian a lo largo del tiempo: se
modifica la notación musical, varía la función de la música, se inventan nuevos
instrumentos, surgen nuevos gustos, entre otros.
Desde la Edad Media, Europa ha recurrido a Grecia y a Roma para
instruirse e inspirarse. La cultura occidental está evidentemente vinculada con las
antiguas Grecia y Roma, y de igual manera, sucedió con la música. El salto más
importante en la evolución musical se dio en Grecia en el primer milenio antes de
Cristo, donde por primera vez se dejaron los relatos escritos de la música. La
música de esta época se transmitía de forma oral y al no quedar escrita se fue
olvidando, sin embargo a lo largo del tiempo se han recuperado fragmentos de
piezas de música griega. La música en Grecia tenía una importante función social
relacionada con las celebraciones públicas, las ceremonias del Estado y las
reuniones de los ricos, además, estaba íntimamente unida a la poesía y al teatro.
Roma heredó la cultura musical griega, por lo cual se sabe, gracias a los
relatos escritos, que la música tenía gran importancia en la vida militar, el teatro,
la religión y los rituales de Roma. La transmisión oral de la música romana
prevaleció durante todo el primer milenio después de Cristo, sin embargo a
comienzos de la Edad Media las tradiciones de la práctica musical romana fue
desapareciendo ya que, la mayor parte de esa música estaba vinculada a
acontecimientos sociales que la Iglesia primitiva catalogaba como prácticas
paganas y contemplaban con horror, por lo cual debían ser eliminadas. En
consecuencia, la Iglesia mantuvo al margen una música que carecía de
refinamiento artístico, de tal modo, borraría de las mentes de los fieles, todo
recuerdo de la música pagana.
Los principios religiosos del cristianismo repercuten en las
manifestaciones artísticas del Imperio Romano, esta influencia se hace mayor a
partir del Edicto de Milán. En el año 313 se produjo un cambio fundamental en la
política religiosa romana, con el Edicto de Milán, se admitió la religión cristiana,
la cual, poco a poco se fue extendiendo por todo el Imperio Romano.
En los primeros siglos del Cristianismo, la lengua de la iglesia pasa del
griego al latín, por la necesidad de comunicar y difundir la liturgia. Al mismo
tiempo, este cambio de lengua, se manifiesta en el texto empleado por la Iglesia
en sus práctica musicales. La influencia oriental sobre el canto eclesiástico tienen
como punto de enlace Roma y Milán. Mientras Roma decide eliminar toda
practica pagana, oriental y latina, Milán establece lineamientos relacionados con
las prácticas orientales, por ende Roma reaccionando contra Milán, y vuelve a
fijarse, extendiendo los modos y tipos de cantos eclesiásticos por medio de sus
schoales (escuelas).
La libertad y crecimiento de la Iglesia católica favoreció el desarrollo de la
liturgia cristiana, el cual presentó, desde el siglo IV, una gran variedad de formas.
En Oriente el culto conservó un carácter más simbólico y se generalizó la cultura
de San Gregorio Magno. En Occidente, en cambio, prevaleció la liturgia romana,
si bien se emplearon otras varias, que tomaron el nombre de sus respectivas
regiones, y se introdujeron mayor variedad en los oficios (Llorca, 1990).
El siglo IV, en Occidente, se produce una profunda crisis política que lleva
a las invasiones, la fragmentación y la disolución del Imperio, e inicia una
persecución general contra los cristianos, sin embargo, luego de que Constantino
reconociera el cristianismo como la religión de Estado, los perseguidores se
retiraron y a finales del siglo, la Iglesia cristiana ya era una entidad política
fuertemente estructurada (Salazar, 1942).
La Iglesia, como una entidad política, fue de suma importancia para la
evolución de la música, ya que intervino en el desarrollo de la misma y estableció
prácticas musicales en sus liturgias, que han perdurado a lo largo del tiempo.
Llorca (1990) describe el canto litúrgico de la Iglesia como “… el canto de
salmos o himnos especiales, que tenía lugar durante la celebración litúrgica”
(p.813). Los principales escritores del canto litúrgico fueron: San Ambrosio, en el
siglo IV, a quien se le atribuye el canto ambrosiano e imitaron después muchos
otros escritores eclesiásticos, compuso preciosos himnos litúrgicos, y San
Gregorio, en el siglo V, quien fijó definitivamente las melodías corales, que
constituyeron desde entonces el canto eclesiástico, por antonomasia, canto
gregoriano.
San Ambrosio, como obispo de Milán, establece y organiza la Iglesia
occidental del siglo IV. Llorca (1990) afirma que, “por el conjunto de sus
cualidades y por el papel que desempeñó durante su episcopado, es quien mejor
representa y caracteriza a la Iglesia católica en su período de apogeo dentro del
Imperio Romano” (p.457). San Ambrosio, en Milán, introdujo en la liturgia
melodías en latín, las cuales eran más agradables para los fieles cristianos. “Este
tipo de canto entre religioso y popular era principalmente… el que se hacía en
formas poéticas regulares que recibieron el nombre de Himnos” (Salazar, 1942,
p.93). Ambrosio no es solamente autor de los himnos litúrgicos, sino también
compositor, con el fin de alabar a Dios, y además es uno de los primeros
formadores de la música eclesiástica.
De esta forma llegan a Occidente, las primeras formas de salmodias, los
textos de estas provenían del Salterio bajo tres manera de ejecución: el solo
salmódico, el canto responsorial y el canto antifónico. Conjuntamente con el
canto agradablemente modulado o entonado de los himnos, San Ambrosio
introdujo el canto alterno o antifonal. “Él es el creador de la himnología litúrgica
de la Iglesia occidental. En 386, el canto de los himnos y salmos antifonados
estaba ya introducido en la iglesia de Milán, y de aquí se difundió por todo el
Occidente” (Altaner, 1962, p.365). Los himnos eclesiásticos conocidos como
ambrosianos a lo largo del tiempo, no son todos compuestos por San Ambrosio,
ya que, a partir del siglo VII, es cuando se empezaron a llamar ambrosianos.
Los himnos, a diferencia de las salmodias, estaban compuestos por
estrofas regulares de cuatro versos. Ambos cantos son conocidos como modales,
cabe destacar que se regían por los modos griegos, los cuales eran: protus,
deutenus, iritus y tetrardus; cada uno de manera autentica y plagal; están
compuestos por estructura de semitonos y tonos diferentes a los conocidos hoy en
día como modos medievales. Por ende el ambrosiano, al igual que el gregoriano,
son cantos modales, con el sistema modal griego.
En el siglo IV la Iglesia adopta las prácticas musicales antiguas, sin
embargo rechaza algunas prácticas orientales como el uso de los instrumentos
musicales, dicha prohibición se mantiene en Occidente y es, cuatro siglos
después, cuando Roma accede a introducir el órgano. El cromatismo y los modos
griegos antiguos también fueron excluidos por la Iglesia, sin embargo, el influjo
exterior se practicó en la Iglesia a través de formas poético-musicales, las cuales
eran de vital importancia para la atracción de los fieles.
Tras el final del Imperio Romano en el siglo V, la Iglesia se convirtió en
garantía de la estabilidad y del orden social y extendió su autoridad a todos los
ámbitos culturales, era la única sociedad organizada en esos siglos. La Alta Edad
Media fue un período de escaso desarrollo cultural. La iglesia era el resguardo de
la cultura, y los monasterios eran focos donde se conservaban y copiaban las
obras antiguas. La música tuvo como finalidad didáctica inculcar en el pueblo
creyente la actitud de oración, contemplación y alabanza a Dios.
El reinado de San Gregorio Magno fue de importancia trascendental para
la Iglesia. Esta se encontraba en circunstancias sumamente difíciles, y los nuevos
Estados que se habían establecido sobre las ruinas del Imperio Romano occidental
estaban a fines del siglo VI en franca evolución hacia el cristianismo. (Llorca,
1990, p.621).
San Gregorio era el hombre más apropiado para dirigir a la Iglesia en
aquellos momentos. Tuvo como misión sentar las bases fundamentales de la
nueva organización de la Iglesia medieval, que dominó en Occidente después de
la destrucción de Italia a consecuencia de las guerras e invasiones (Altaner, 1962).
La Iglesia romana empezó a difundir su canto litúrgico, llamado canto
gregoriano sobre todas las demás iglesias de Occidente. El gregoriano fue el canto
unificado de todos los monasterios y nació precisamente para fortalecer el
sentimiento de unidad cristiana de Europa, estuvo siempre apoyado por textos en
latín, la cual se conocía como la lengua universal. Este canto, con su solemne y
serena melodía, es el producto de una sociedad que estaba convencida de que el
hombre vive para Dios y para la eternidad. El canto gregoriano es una música
vocal religiosa sin acompañamiento instrumental, se entona al unísono una única
melodía con un ritmo no sujeto a acentos regulares y se desarrolla en un ambiente
sereno y altamente espiritual, apropiado a su objetivo de transmitir la palabra
sagrada.
San Gregorio Magno, fue a quien se le atribuyó el nombre a esta forma de
canto. Unificó las diferentes escuelas litúrgicas y los cantos con los que los
cristianos celebraban sus actos religiosos. Codificó, organizó y reglamentó lo que
desde ese momento comenzó a ser el canto oficial de la iglesia católica. Para
transcribir los cantos se usaron notas especiales llamadas neumas, estas no eran
notas, sino signos elementales que se colocaban sobre cada sílaba del texto con la
función de guiar la melodía que debía ser cantada.
Las invasiones bárbaras, las destrucciones y saqueos hicieron desaparecer
toda clase de documentación relativos al canto eclesiástico, por ende la música de
los siglos V y VI es casi desconocida. A partir de la notación neumática, en el
siglo IX, se empieza a escribir nuevamente documentación sobre la música.
Salazar (1942) afirma que “en el canto gregoriano, se encuentra en su
forma más perfeccionada y en su mayor apogeo la monodia eclesiástica”. Se
caracteriza por ser una música vocal con intencionalidad religiosa, la música está
al servicio de una oración; tiene un ritmo libre y regular, sigue el texto y todas las
notas son de igual duración; es de carácter totalmente vocal, sin ningún
acompañamiento instrumental; sus melodías son reducidas, generalmente dos o
tres sonidos; hace uso de los modos griego eclesiásticos, y la forma de la música
proviene de la escritura del texto.
BIBLIOGRAFÍA

 Altaner, B., (1962), Patrología. Madrid, España: Editorial Espasa


Calpe, S.A.

 Álvarez, E.M., (2006), La Enciclopedia del estudiante. Tomo 10:


Música. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Santillana, S.A.

 González, C.R., (2005), Gran Enciclopedia ESPASA. Bogotá,


Colombia: Editorial Espasa Calpe, S.A.

 Grout, D.J. y Palisca, C.V., (1984), Historia de la música


occidental, I. Madrid, España: Alianza Editorial.

 Hermosilla, C.R., (2006), La Enciclopedia del estudiante. Tomo 9:


Historia del Arte. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Santillana,
S.A.

 Llorca, B., (1990), Historia de la Iglesia Católica, volumen I:


Edad Antigua. Madrid, España: Editorial Biblioteca de autores
cristianos.

 Salazar, A., (1942), La música en la sociedad europea volumen 1.


México: Editorial Alianza Música.

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