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TEMA:
AUTORES:
HUARAZ – PERÚ
2018
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo, pretendemos dar una revisión general del proceso contencioso
administrativo desde la óptica del derecho procesal, pues es evidente que siendo el
contencioso administrativo un proceso que supone el ejercicio de la función jurisdiccional
del Estado, es objeto de estudio del derecho procesal, lo que incluso ha determinado que de
un tiempo a esta parte haya surgido una nueva rama conocida como "derecho procesal
administrativo".
En ese sentido, en el presente trabajo se analizarán las normas de la Ley del Proceso
Contencioso Administrativo (Ley 27584) que fuera publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 07 de diciembre de 2001; elaborada por la Comisión designada por el Ministerio de
Justicia el mismo que sirviera de base a la Ley posteriormente aprobaba por el Congreso de
la República; así como las diversas normas modificatorias, así mismo hará mención a un
análisis basado en un expediente en materia de Nulidad de resolución administrativa.
I. PROCESO CONTENSIOSO ADMINISTRATIVO
1.1. ANTECEDENTES
1.2. DEFINICIÓN
El proceso contencioso administrativo es un proceso por medio del cual se pone en
funcionamiento la función jurisdiccional del Estado. Planteando una pretensión que
brinde una efectiva tutela a una situación jurídica subjetiva que ha sido lesionada o
que es amenazada por una actuación ilegal o inconstitucional de la administración
pública.
(Priori, Bustamante, 1997) manifiesta qué:
La "finalidad" de la acción contencioso-administrativa; es el control jurídico
por el Poder Judicial de las actuaciones de la administración pública sujetas
al derecho administrativo y la efectiva tutela de los derechos e intereses de
los administradores.
Las partes en un proceso; son las personas naturales o jurídicas, a quien el
juez de la causa reconoce legitimada para actuar en el proceso, encontrándose
sujetas a los efectos procesales y sustanciales producidos por la sentencia.
(p.86)
1.3. OBJETO:
a) La capacidad
En la doctrina procesal se distingue entre la capacidad para ser parte y la
capacidad procesal. La capacidad para ser parte es la aptitud para ser titular de
situaciones jurídicas procesales. En ese sentido, tiene capacidad para ser parte
todo sujeto de derecho, entre los cuales se encuentran: el nasciturus, las personas
naturales, las personas jurídicas, los patrimonios autónomos y el Estado.
(Alarcón, F. 2003) sostiene que “la capacidad procesal es la aptitud para realizar
por sí mismo las situaciones jurídicas de las cuales un sujeto de derecho es
titular” (p.48).
Es decir, la capacidad, tanto la procesal como la capacidad para ser parte,
constituye un presupuesto procesal. Los conceptos de capacidad para ser parten
y el de capacidad procesal son conceptos comunes a todo el derecho procesal,
con lo cual son aplicables también al proceso contencioso administrativo.
Ahora bien, dicha utilidad deberá ser medida en función de la situación jurídica
cuya tutela se reclama con el inicio del proceso respectivo. De esta manera, si el
proceso contencioso administrativo iniciado por el ciudadano no resulta útil para
brindar una efectiva protección a la situación jurídica sustancial, entonces no hay
interés para obrar.
Esa situación se presentaría en todos aquellos casos en los cuales la situación
jurídica sustancial del particular que inicia el proceso no se haya visto vulnerada
o no se encuentre amenazada por la actuación administrativa, como ocurre en
aquellos casos en los cuales la Administración haya satisfecho al ciudadano en
su pretensión.
1.6.VÍA PROCEDIMENTAL
La vía procedimental por la que se tramita el proceso contencioso administrativo son
las siguientes vías:
a. Proceso Urgente; Se tramita como proceso urgente únicamente las siguientes
pretensiones:
1. El cese de cualquier actuación material que no se sustente en acto
administrativo.
2. El cumplimento por la administración de una determinada actuación a la que
se encuentre obligado por mandato de la ley o en virtud de actos
administrativo firme.
3. La relativa a materia previsional en cuanto se refieran al contenido esencial
del derecho a la pensión.
II. NULIDAD
2.1. ¿Cuándo es legítimo un acto administrativo?
Por tanto, los elementos esenciales del acto administrativo son aquellos requisitos
que impone el ordenamiento jurídico para que el acto administrativo sea perfecto, es
decir, valido y eficaz.
2.2. Nulidad
Hinostroza citado por Asencios (2016) indica que; “en su acepción etimológica, la
palabra nulidad (del latín nullitas) significa negación de la esencia, del ser. Proviene
del adjetivo nullus-a-um, que quiere decir, nulo, ninguno, que no es”. (p.54)
Asencios quien cita a Lohmann (2016) manifiesta que “la nulidad es una sanción
legal, sanción de naturaleza coercitiva y cuya interpretación debe ser,
preferentemente, ceñida estrictamente a lo dispuesto en la norma legal. Por lo tanto,
no debe haber lugar a otra nulidad que la taxativamente señalada en el ordenamiento
positivo.” (p.55)
Camusso citado por Paz (2014) argumenta que, “por nulo deba entenderse aquello
que es carente de valor y fuerza para exigir, por ser opuesto o contrario, a las leyes o
por carecer de los requisitos, formalidades o solemnidades que se requieran en la
sustancia o en el modo.” (p.5)
Para que exista nulidad, debe generarse en una causa original, ya existente al
nacimiento del acto. Su ilicitud, es consecuencia de su imposibilidad física o
material o la presencia de vicios de la voluntad.
Entonces, la nulidad debe ser entendida como una sanción que priva al acto de
la atribución de poder producir sus efectos normales, propios de un acto legal y
legítimo.
2.2.2. Nulidad Relativa
Asencios (2016) manifiesta que “el acto anulable, el que padece de nulidad
relativa es aquel que reúne los elementos esenciales o requisitos de validez y,
por tanto, es eficaz, pero al adolecer de un vicio, puede devenir en nulo a pedido
de una de las partes.” (p.57)
Según el art. 221 del C.C. enumera las siguientes causales de nulidad relativa,
el acto jurídico es anulable:
Por incapacidad relativa del agente, o vicio resultante de error, dolo, violencia
o intimidación, por simulación cuando el acto real que lo contiene perjudica el
derecho de tercero, cuando la ley lo declara anulable.
Patrón Faura citado por Asencios (2016) nos dice: “Será nulo el acto administrativo
que ha sido emitido sin tener en cuenta el ordenamiento jurídico, así como ser
emitido por la autoridad administrativa o jurisdiccional no competente.” (p.56)
Asencios (2016) explica, “un acto administrativo inválido sería aquél en el que existe
discordancia entre el acto y el ordenamiento jurídico, tratándose por tanto de un acto
ilegal. Sin embargo, no todo acto administrativo inválido es un acto susceptible de
ser declarado nulo, porque si se trata de un acto que padece de los vicios considerados
no transcendentes o no relevantes, entonces no procede la declaración de su nulidad,
sino la posibilidad de que recobre su validez mediante la subsanación o enmienda de
su ilegalidad por la propia Administración Pública.” (p.57)
De lo expuesto podemos decir que la nulidad del acto administrativo es la sanción por
la cual se priva de efectos jurídicos al acto administrativo al carecer de un requisito de
validez o haber incurrido en una causal de nulidad prevista por la ley.
Danos (2015) considera que “es importante tener presente que la citada causal en
cuanto a la sanción con nulidad, la contravención a todo tipo de norma legal, incluso
la reglamentaria, está puntualizando las diferencias entre el acto administrativo
como una declaración de la administración pública en el marco de normas de
derecho público con respecto de los reglamentos, porque mientras que el
reglamento forma parte del ordenamiento jurídico, el acto administrativo es
producido en el seno del mismo y constituye una aplicación concreta de dicho
ordenamiento; por esa razón es que se establece que un acto administrativo jamás
podrá contravenir disposiciones constitucionales, legales o reglamentarias, sin
importar que estás últimas hayan sido dictadas por autoridades de inferior jerarquía,
o incluso por la misma autoridad que dictó el acto administrativo en cuestión.”
(p.9,10)
Dinos (2015) señala que, “el ordenamiento administrativo reacciona con mayor o
menos intensidad contra los actos administrativos que lo infringen según la
gravedad del vicio que lo aqueja o infracción cometida, por esa razón el artículo 14º
de la LPAG dispone que en el caso de actos administrativos que padezcan de vicios
en su formación caracterizados expresamente como no trascendentes, no
corresponde declarar su nulidad, sino proceder a su enmienda por la propia
autoridad emisora con la finalidad de que cumplan la función a la que estaban
destinados.” (p.11)
Por tanto, los vicios o defectos que puedan afectar esencialmente a los elementos
estructurales de los actos administrativos constituyen causal de nulidad de los
citados actos salvo que sean rectificados para que así se cumpla la finalidad prevista.
Esta causal prevé la posibilidad de que se pueda declarar la nulidad de los actos que
resulten como consecuencia de los procedimientos administrativos de aprobación
automática y de los actos generados por silencio administrativo positivo en los
procedimientos de evaluación previa a que se refiere y otros dispositivos legales.
Así mismo, manifestó que, “el silencio administrativo positivo constituye una
figura creada por el legislador a favor del administrado, con la finalidad de combatir
la pasividad o negligencia administrativa, en los procedimientos en los que por
mandato legal opera el silencio administrativo positivo, la omisión de
pronunciamiento formal por parte de la Administración dentro de los plazos
legalmente establecidos para la resolución de los procedimientos administrativos
de evaluación previa, equivale a la emisión de un acto administrativo presunto
estimatorio o aprobatorio de la petición formulada por el particular. Vencido el
mencionado plazo previsto para resolver, la Administración ya no puede
pronunciarse tardíamente en sentido contrario al otorgamiento de lo solicitado o
revocarlo, porque se entiende que ha finalizado el procedimiento administrativo y
por ende perdido la competencia para pronunciarse, salvo que su contenido se
oponga al ordenamiento jurídico, caso en el cual sólo podrá declarar su nulidad.”
(p.13)
3.1. Síntesis
Posterior a ello Doña Vilma Alegre, reconsidera; solicita el reintegro del saldo
deudor, la cual se declara improcedente por la UGEL respaldada por el art. 206.2 (en
ese entonces) de la Ley 27444.
“El término para la interposición de los recursos es de quince (15) días perentorios,
y deberán resolverse en el plazo de treinta (30) días.”
3.2.Opinión
Por lo que las partes se pronunciaron de manera debida, respecto a los recursos
interpuestos por la demandante (Reconsideración, apelación), en materia de Nulidad
de Resolución Administrativa, como lo dispone la Ley del proceso contencioso
administrativo “En este proceso podrán plantearse pretensiones con el objeto de
obtener la declaración de Nulidad, total o parcial o ineficacia de los actos
administrativos” (Art, n°5, Ley 27584).
Como bien se manifiesta se considera de carácter irrenunciable los derechos que son
reconocidos por la Constitución, en dicha facultad tutelada por la demandante en
este proceso.
BIBLIOGRAFIA
Asencios Pascual (2016). Validez y nulidad del acto administrativo. Lima. Perú:
Academia de Magistratura