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Jabega49 18-28 PDF
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La peste, esa grave enfermedad infecciosa que acababa estabilidad atmosférica. Pero indudablemente en una
implacablemente con la vida del hombre, azotó a inter sociedad dominada por una ideología religiosa que
valos el continente europeo, desde su gran estallido en presenta a Dios como justiciero se establecieron rápidas
el siglo XIV hasta casi vencido el siglo XVIII, e incidió concomitancias y se consideró a la enfermedad como
decisivamente en su evolución demográfica. un reflejo de su ira ante la desobediencia, olvido o
graves pecados del hombre. Como comprobaremos más
Antes de centrarnos en el siglo XVII español, concreta adelante, fue norma común el intentar calmarlo multi
mente en la epidemia malagueña de 1649, trazaremos plicando el número de procesiones y oraciones, entre
unas breves líneas sobre los agentes y fases de esta gando limosnas y levantando altares. Evidentemente, si
enfermedad. Desde que en 1894 el microbiólogo suizo se producía alguna mejoría, se atribuía a la acción inter
Yersin aislara el bacilo que la produce quedó completa mediaria de algún santo que desde entonces se conver
do el ciclo de transmisión de la misma. La peste es una tía en el protector de la ciudad.
epizoosis que ataca en principio a los roedores, tanto
domésticos como salvajes. Entre los primeros las ratas, La peste, el hambre y la guerra, trilogía tristemente cé
gris o de alcantarilla y negra o de la casa, son alberga lebre del siglo XVII, fue haciendo que la muerte fuera
doras idóneas del bacilo que, al ser ingerido por ciertas
pulgas, pasará definitivamente al hombre. Pero para
que el contagio sea efectivo son necesarias unas condi
ciones climáticas especialmente aptas para estas
pulgas, es decir, una elevada humedad relativa, en
torno a un 90 por 100, y una temperatura entre 15° y
20°. Por consiguiente, la estación más adecuada para el
surgimiento de un brote epidémico será la primavera,
en la que además la escasez de granos potenciará la
propagación.
Las formas de manifestarse la peste no variaron desde
la Edad Media a la Moderna. La más frecuente siguió
siendo la llamada bubónica. En la ingle, axila o cuello
aparecía el bubón, ganglio doloroso, que primero era
móvil y luego fijo y aumentaba progresivamente de ta
maño. Fiebre elevadísima y síndrome toxinfeccioso
completaban el cuadro clínico. La segunda fase era la
pulmonar, cuando el bacilo se instalaba en el pulmón,
por haberse inhalado partículas que lo contenían. Tras
una rapidísima incubación, de dos a seis días, aparecía
la fiebre y los esputos sanguinolentos. La tercera forma
o septicémica era la fase terminal. Se extendían por
todo el cuerpo las hemorragias cutáneas y el enfermo
adquiría un color negro azulado, de ahí el sobrenombre
de peste negra con que se le bautizó ya en el siglo XV (1).
Extracto de la Revista Jábega nº 49, año 1985. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.es)
algo demasiado corriente en aquella sociedad. Tanto el reducción en la dieta alimenticia de los grupos sociales
misticismo y el ascetismo, como el lujo y boato de la más bajos, que se convertían así en la propiciatoria
corte de los Austrias Menores tenían cabida. Y los apes presa del contagio (2).
tados recurrieron a todo para salir de su infierno. Lleva Hay que añadir, además, que estas epidemias venían a
ron colgados talismanes y piedras preciosas, tomaron agravar la situación económica del país. Se abandona el
preparados como el mitridato, la triaca, la salvia..., deja campo, surgen los despoblados y en las ciudades
ron que los cirujanos los sangraran y, finalmente, se aumenta el número de los llamados pobres de solemni
vieron aislados en casas y hospitales, de los que sabían dad. Mientras esto ocurre se acentúa la presión fiscal a
que no saldrían más que para la fosa común o "carne través de los desprestigiados impuestos de los millones
ro". y de las alcabalas y se suceden constantes peticiones de
donativos por parte de Felipe IV. La inflación monetaria,
Este panorama se repitió con bastante frecuencia a lo las bancarrotas, las levas forzosas y las ventas de
largo del siglo XVII español, al que se ha considerado cargos vienen a completar el desolador panorama.
como el de las pandemias crónicas. Estas se presenta
ron desde sus inicios en 1 5 9 8 1 6 0 0 , resurgieron en A todo lo mencionado se añade, a partir de la década de
1616, 1 6 3 0 3 1 , 1637, y se tornaron especialmente los 40, una grave crisis política por la sublevación de
graves en 16481652 y 1676, asestando otro duro golpe Portugal, Cataluña y Andalucía, y por la pérdida de
a la población en 1684 y 1695. Como rasgo común, hay importantes territorios en Europa. En 1643 se produce
que subrayar la presencia de factores climáticos desfa la caída de Olivares y la elección de su sobrino don Luis
vorables, es decir, la combinación de años de excesivas Méndez de Haro como nuevo valido de Felipe IV. Los
lluvias con otros de grandes sequías. Las malas cose tercios españoles, tras la derrota de Rocroi ante los
chas, que como consecuencia de esto se producían, ejércitos franceses, ven como éstos, aliados a los holan
traían consigo la subida desorbitada del precio de los deses, les arrebatan diversas plazas estratégicas del Im
cereales, principalmente del trigo y de la cebada, y su perio. La batalla de Lens, una de las últimas de la guerra
de los Treinta años, y la firma de la paz de Westfalia, en
1648, supone la claudicación de los Habsburgo ante la
nueva Europa de naciones libres. Como apunta José
María Jover, ni siquiera ya se producían las antiguas
victorias militares para hacer olvidar la crisis (3).
Centrándonos en la peste de mediados de siglo y en el
caso concreto de la ciudad de Málaga, vamos a ir anali
zando sus etapas desde los primeros síntomas de
preocupación, en el verano de 1648, su gran eclosión
entre abril y agosto de 1649 y su lento desenlace, que
llega a unirse con las revueltas populares andaluzas de
1652.
LOS A Ñ O S PREVIOS A LA E P I D E M I A
Habría que empezar destacando que Málaga, por ser
puerto de mar y mantener un constante comercio con
ciudades norteafricanas, mediterráneas y de la Europa
del Norte, era un centro de fácil contagio. De ahí que en
cuanto se sabía que existía peste en cualquiera de estos
lugares el rey se lo comunicaba y se le ratificaba a
través de la Real Chancillería de Granada. Esto fue lo
que ocurrió en septiembre de 1644 al prohibirse el
desembarco de personas y productos procedentes de
Portugal. Además, impedir que este brote epidémico
afectara a los malagueños era de gran importancia, ya
que aún persistían las secuelas de la crisis demográfica
ocasionada por la epidemia de 1637, en la que, según
los diputados del cabildo, fallecieron alrededor de
30.000 personas (4).
Pese a todo, a partir de 1645 empiezan a sucederse los
años de malas cosechas. Sube consecuentemente el
precio del pan. La fanega de trigo llega a tasarse en
35 reales. Comienza el acopio, por lo que se llevan a
cabo, por parte del corregidor y de varios diputados, los
recuentos en las casas de panaderos y hasta en las de
los particulares que previsiblemente lo ocultaban. Todo
resulta infructuoso, y ante la evidente carestía, se
adoptan medidas tendentes a facilitar su llegada hasta
la Alhóndiga de la capital. Así se recurre a los pueblos y
ciudades del interior que tradicionalmente la abaste
cían, como Antequera, Archidona, Estepa, Osuna, Luce
na, Espejo..., a la Iglesia, concretamente a la reserva del
Detalle de "El triunfo de la muerte" (Pieter Brueghel el Viejo) obispo de Málaga, y finalmente al trigo de la mar (5).
19
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En 1647 la situación es tan desesperada, que se abre
incluso el camino para la llegada de trigo de contraban
do procedente de Berbería y de los puertos del Norte de
Europa. Y un año después se autoriza a importarlo de
Francia, país con el que se estaba en guerra, eludiendo
las normas prohibitivas vigentes al respecto (6).
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Entre las que recibe Málaga merecen destacarse: pri
mero, la urgente visita de inspección que el corregidor
debía hacer a los puertos secos y mojados del distrito
para comprobar la identidad de todas las personas que
hubiese en ellos; segundo, remitir a la zona apestada los
productos que procediesen de ella y, por último, quemar
los que ya se hubiesen desembarcado (12).
DESARROLLO DE LA E P I D E M I A DE PESTE
BUBÓNICA EN 1 6 49
El 5 de enero de 1649 se hace patente en el cabildo
Iglesia de Zamarilla, y calles Cristo de la Epidemia, Parras y Cruz municipal la veracidad de la información sobre la
Verde, en la actualidad (ver nota 55) existencia de peste bubónica en Sanlúcar de Barrameda
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y Cádiz (18). La cercanía de la misma les hace extremar Casares y del veedor de Armadas y Fronteras, el rey
las precauciones adoptadas respecto a la de Murcia. Así ordena que los lugares que habían suspendido el co
se refuerzan con más guardas las principales puertas de mercio con Málaga lo reanuden (22).
la ciudad; se reconstruyen las murallas y los cercados
que ya se habían caído, como el de la zona de los A medida que transcurre el mes de abril empieza a ser
Percheles; se barren y riegan diariamente las calles; se preocupante la escasez de granos, por cuanto como
realiza un control más rígido sobre los productos desti hemos señalado un régimen alimenticio inadecuado de
nados a la Alhóndiga; se llevan hasta la casarefugio bilita el organismo y lo convierte en víctima del conta
creada por el marqués de Casares a los enfermos que gio. Por ello se pide a los pueblos que la abastecían que
acudían desde los pueblos, con el fin de que no infecta por lo menos lo traigan a dos ventas cercanas, la de
sen los campos, y también se recogen aquí, aunque Cantaraigan y la de Pilarejo, donde lo recogerían regido
separados de los anteriores, a los "pobres de solemni res y diputados sanos y lo conducirían a la Alhóndiga
d a d " (19); y se forma finalmente una nueva "Junta de la (23).
guarda de la sanidad". La integrarían el deán don Felipe Aproximadamente a mediados de abril hay claros casos
de la Cueva y los canónigos don Feliciano de Valladares de peste. Y por ello se agilizan las medidas higiénicas y
y don Andrés de Villamayor, los capitanes don Alonso se exige que todos los vecinos barran y rieguen diaria
Martínez Caballero, don Jerónimo de Pliego, don Balta mente sus puertas y pongan sus inmundicias junto a las
sar de Melgarejo y los diputados don Diego de Castilla, basuras. Con el fin de supervisar esta labor se nombra a
don Jerónimo de Eslava, don Baltasar de Zurita y don diversos diputados y se divide la ciudad en las zonas
Francisco Bravo de Robles. Estaría presidida por el siguientes:
diputado Felipe del Milagro, encargado de recaudar para
este fin el dinero de los propios, las rentas del consumo — Los barrios de Carretería, desde Puerta Nueva hasta
de oficios y el arbitrio de la carne y pasa (20). la plaza de Madre de Dios, calle de las Ollerías, del
Viento y sus contornos. A cargo de don Martín de
Mújica Zayas y don Baltasar de Zurita.
En principio estas medidas parece que impidieron la en
trada de la epidemia en Málaga. No obstante, a partir de — Desde Madre de Dios hasta la Alcazaba y la vuelta
marzo diversos pueblos de Andalucía empiezan a cortar por Santiago y calle de Granada. A cargo de don Manuel
el tráfico comercial que mantenían con ella. El momen Boca y don Pedro Pedrosa.
to clave es cuando decide hacerlo Granada, a la que — Los Mártires, calle de la Puerta de Buenaventura, de
inexorablemente siguen A n t e q u e r a , VélezMálaga, la Puerta de San Francisco, Canasteros, la del Pan y del
Cabra Priego y una larga lista (21). Como en la anterior Agua, Pozos Dulces, la de la Puerta de Antequera y la
ocasión, Málaga los acusa de actuar movidos sólo por el del Muro. A cargo de don García Pizarro y don Cristóbal
interés de vender a un precio más alto sus productos, lo del Corral.
cual era verdaderamente grave, porque el estrato social
más bajo veía seriamente mermadas sus posibilidades — Calle de Beatas, plaza de Monsibar, la Gloria y calle
de adquirir cereales. jas de su contorno hasta Calderería. A cargo de don
Baltasar de Melgarejo.
Una comisión se encarga de comprobar si hay o no epi — Desde Puerta Nueva hasta la Puerta de los Gigantes,
demia en Málaga. La encabeza don Baltasar de Veláz los Percheles y el barrio de la Santísima Trinidad. A
quez, oidor de la Real Chancillería de Granada. Su dicta cargo de don Melchor de Villoslada y de don Fernando
men es afirmativo. La ciudad piensa que este informe Morejón.
no es objetivo y recurre al rey y al Consejo de Castilla, — Calle de la Victoria, Tejares, Ancha y sus contornos
enviándole otro hecho por los médicos de ella y hasta la plaza de Montano y calle Alta hasta las Olle
s o l i c i t a n d o q u e desde M a d r i d venga una n u e v a rías. A cargo de don Melchor de Silva.
comisión. Tras su visita y las certificaciones de los
médicos y cirujanos de la casarefugio, del marqués de — Calle de las Camas, de San J u a n, de Santo Domingo
y de Riaian hasta Puerta del Mar. Y desde Puerta Nueva
hasta la calle de Santos y de las Carnicerías. A cargo de
don Baltasar de Cisneros y don Francisco de Robles.
Extracto de la Revista Jábega nº 49, año 1985. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.es)
En mayo ya se estaba al borde de la desesperación. A pesar de esta sugestión, lo cierto es que funcionaban
Aumenta el número de enfermos a partir de que las al máximo los dos hospitales que habían, es decir, el de
ciudades y pueblos mencionados anteriormente cerra San Félix, que estaba j u n t o a la cruz de Zamarrilla y
ran definitivamente el comercio con Málaga. Ante ello, tenía una capacidad de 1.800 enfermos, y el de San
se busca dinero desesperadamente y se pide al rey Antonio de Padua o primitiva casarefugio del molino de
facultad para tomar 30.000 ducados de lo producido por la pólvora, que fue acondicionada por el marqués de
las rentas reales. La Iglesia, por su parte, promueve en Casares y que admitía hasta 1.500 enfermos. Es muy
su cabildo que se den limosnas para socorrer a los apes difícil contabilizar el número de víctimas, ya que la
tados y enterrar a los difuntos. Los detentadores de hipersensibilidad del pueblo ante semejante catástrofe
diversas canonjías entregan las cantidades siguientes: hace elevar su número (30). No obstante, ateniéndonos
a la relación que dieron dos diputados encargados de la
recogida de datos en estos hospitales, se sabe que el
Reales 1 de junio había 7 4 0 enfermos en el primero de ellos y
que diariamente morían unas 25 personas, y, en el se
Rodrigo Pérez de Guzmán 50 gundo, había 9 0 0 enfermos y morían unas 50 perso
Rodrigo Pérez de Eslava 100 nas (31). Ante esto se pedirá la creación de un nuevo
Francisco de Herrera Bravo 100 hospital en la calle Parras. No haría falta porque final
Juan de Mendieta 100 mente se enviarían a los convalecientes a casas de be
Francisco de Mangas 100 neficencia, donde seguían siendo purgados (32).
Francisco de Montoro 50
Antonio Quijano 100
En el mes de julio la epidemia se había extendido (33).
Francisco de Alvarado 200
Eran muchos los pueblos contagiados. Destacaban
Celedonio de Araziel 100
Cártama, Coín, Monda, Guaro, Ronda, Borge, Marbella,
Antonio de Ronda 300
Istán, Alozaina, Antequera, Vélez... Málaga reforzará las
Bartolomé Marín 30
medidas de vigilancia a u m e n t a n d o el n ú m e r o de
Marcos Delgado 50
guardas y solicitando que vayan a hacer las rondas
Antonio Mallea 50
representantes de los gremios, sacerdotes y hasta los
Cristóbal de Aguilar 30
nobles de la ciudad. Por otra parte, todos tos que salían
Pedro Herrero 50 o entraban diariamente a trabajar debían llevar su
Francisco de Torres 50 cédula de identificación y como precaución siempre les
Antonio Bueso 23 examinaba un médico que en muchas ocasiones
José de Salamanca 50 decretaba la quema de la ropa (34).
Gonzalo de Cabrera 50
Cristóbal de Aguilera 50
Ricardo Falón 24 Para el mantenimiento de esta y otras medidas el rey
El deán 300 permitirá la colocación en los puertos de Vélez, Marbe
lla, Estepona, Fuengirola y Málaga, del impuesto de
1.957 medio real en cada arroba de pasa de sol y lejía (35).
(25)
En medio de este clima de angustia y terror a la muerte,
y del convencimiento de que todo es un "castigo de Dios
por los pecados del pueblo", se intenta aplacar su ira
multiplicando el número de misas, oraciones y procesio
nes. Así se va hasta el santuario de Nuestra Señora de
la Victoria y se saca a San Francisco de Paula y luego en
calle Granada a San Bernardo y se les lleva a la catedral
para hacerles un novenario (28). Como respuesta a las
plegarias, se cree que empiezan a curarse los enfermos
desde el día 31 de mayo, es decir, desde que hace su
entrada en la ciudad, a hombros de mayordomos de la
Virgen de la Esperanza, un Cristo, al que se le llamó de
"la Salud". Se colocaría en el Ayuntamiento y posterior
mente se le levantaría una capilla con las limosnas y
de todos los vecinos (29). "La b o t i c a " (Pietro Longhi)
23
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Al llegar el mes de agosto notamos un gran cambio, de la Iglesia y muchos clérigos, su merced, con sus
tratando Málaga de dar la imagen de una ciudad que ministros, por lo que toca a la jurisdicción real, fue
había s u p e r a d o la e p i d e m i a . E v i d e n t e m e n t e , se al dicho sitio a donde les halló desbaratando una
acercaba la época de la vendeja, y si no se abría el pared e habiéndole preguntado que cómo y porqué
comercio, los frutos de la tierra no se venderían, y esto se hacía lo referido el dicho gobernador apartó a
significaba la ruina total. Por ello se acuerda realizar su merced y le dijo tenía noticia que en aquel sitio
rápidamente estas labores: estaban los cuerpos de los bienaventurados San
Ciríaco y Santa Paula, debajo de tierra e unas
— Sacar testimonio de que el hospital de San Félix es piedras../' (39).
taba cerrado desde el 24 de junio, en que salieron
800 enfermos convalecientes, y que el de San Antonio
de Padua estaba a punto de hacerlo (se cerraría los últi Aunque en el ambiente persistía el miedo a un resurgi
mos días de agosto y salieron más de 1.600 enfermos miento del brote epidémico la superación del mismo es
convalecientes). clara a partir de octubre en la capital y también en
algunos pueblos de la provincia, que solicitaron la
— Certificación del estado de salud dada por médicos, correspondiente visita de inspección por parte de un
cirujanos, boticarios y curas de las parroquias. médico, un diputado y un escribano del cabildo munici
— Recogida y quema general de toda la ropa que pudie pal. Entre ellos hay que señalar a VélezMálaga,
ra estar contagiada. En esta labor los diputados serían Antequera, Moclinejo, Borge, Almogía, mientras que
ayudados por los sacerdotes de las parroquias del Sa Alozaina, Alhaurín, Coín, Cártama, Monda, Guaro, Yun
grario, San J u a n , los Mártires y Santiago. quera, Iznate y Casabermeja aún tuvieron que esperar
entre dos y tres meses y el resto hasta bien entrado el
— Información jurada de que en las aduanas y Ataraza
año siguiente (40).
nas no había posibilidad de contagio.
— Continuar limpiando y barriendo las calles.
— Purificación de las casas donde hubo algún apes
tado.
— Proteger constantemente los accesos por las puertas
de Capuchinos, del Muelle, de San Andrés, de la Victo
ria, de Zamarrilla y del Guadalmedina.
— Hacer una fiesta solemne en la catedral al Cristo de
la Salud. Se sacaría del Ayuntamiento en medio de
luminarias, cohetes y de los trompeteros y recorrería las
principales calles hasta llegar a la santa iglesia (36).
Pese a todo, Felipe IV, mediante Real Cédula dada el 24
de este mes, no autorizará la apertura del comercio.
Concretamente queda expresado en el documento con
las siguientes palabras: "... no dejen comerciar a los
vecinos con los navios que hubiesen llegado y llegasen,
ni que se les permitiese que desembarcasen la ropa ni
otras mercadurías..." (37).
No deja de resultar significativo que tras cada una de
estas inundaciones aumente el número de rogativas o
se asegure, por ejemplo, haber descubierto los cuerpos
de San Ciríaco y Santa Paula. Así se produce este acon
tecimiento:
"... el señor alcalde mayor dijo que habiéndosele
dado noticia que en las casas del hospital de Médico examinando a un enfermo (del "Libro de Anatomía", de Guido
Zamarrilla estaban cabando el señor gobernador de Vigevano)
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LA R E C U P E R A C I Ó N DE LA C I U D A D La tercera preocupación del Concejo era conseguir la
TRAS LA PESTE apertura del comercio y para ello hubo diversas reunio
nes en las que se votó a favor de la misma y en las que
Durante el otoño de 1649 la labor del Concejo malague se llegó a pedir a la gente más influyente una moviliza
ños se centrará principalmente en cuatro cuestiones: ción general que debía hacerse patente mediante el
mantener las medidas preventivas respecto a la epide envío de multitud de cartas al rey. Hay que decir que un
mia, premiar a los que durante todo el año habían mes después, en febrero de 1650, éste autorizará el
contribuido a su erradicación, insistir en las peticiones inicio de las transacciones comerciales (46). Y a par
de apertura del comercio y conseguir dinero para sufra tir de ese momento comenzará la auténtica recons
gar las deudas contraídas. Respecto a lo primero se t r u c c i ó n . D e n t r o de ella se i n t e n t a r á ir p a g a n d o
sigue con la vigilancia, diurna y nocturna, en las princi poco a poco las deudas contraídas durante la epidemia y
pales puertas de acceso a la ciudad y, sobre todo, se en este sentido se sigue utilizando el impuesto de medio
organiza exhaustivamente la recogida, mediante cinco real en arroba de pasa exportada por el puerto y se
carros, de inmundicias. La finalidad de ello queda refle proponen otros como el de gravar con un uno por ciento
jada en los documentos en los términos siguientes: todas las mercancías que se desembarcasen.
— Conseguir dinero.
— Buscar, recibir y distribuir los alimentos y medicinas. Los médicos que osaban visitar a los apestados, vestían una gran
hopalanda gruesa, enguantaban sus manos y cubrían su cabeza con
— Dirigir las labores de limpieza. una capucha anticontagio. Llevaban un respirador en forma de largo
pico, en cuyos orificios colocaban hierbas aromáticas o vinagre para
— Ir a socorrer a diversos pueblos (45). filtrar el aire y reducir el riesgo de ser contagiados
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ción de las malas cosechas en los años que siguieron a pérdida de por lo menos una cuarta parte de su pobla
la epidemia y el estallido de revueltas sociales por toda ción cuando la ciudad aún no se había recuperado de la
Andalucía. Ambos problemas aparecen enlazados en el anterior epidemia de 1637, a pesar de ser un gran
caso de Málaga. Ante la subida desorbitada del precio centro comercial y un atractivo lugar para la inmigra
del pan en los años 1651 y 1652 se importa rápidamen ción.
te de los pueblos que se lo ofrecían, como Baena, Arjona
Isabel RODRÍGUEZ ALEMÁN
y Porcuna (49), se acude a la reserva de la Iglesia (50) y
se aprovecha igualmente el trigo de la mar que proce
dente de Túnez, Sicilia e Inglaterra se encontraba en el
puerto. Todo ello se vende en la Alhóndiga al por menor
y al precio más bajo posible, para que a nadie le faltase
de su sustento. Pero lo realmente excepcional es que se
llegan incluso a eliminar los tradicionales derechos de
aduana para facilitar el desembarco del cereal. Eviden
temente, la finalidad de esta medida era: "... no dar
causa que ocasionase motines y alborotos, como se han
experimentado en otros lugares de esta Andalucía..."
(51).
Parece ser que las autoridades malagueñas, con su
corregidor Pedro de Idiaquez al frente, lograron de esta
forma atajar el peligro de una revuelta, pues encontra
mos en las sesiones del cabildo expresiones como ésta:
"... hasta ahora no se ha reconocido cosa que pueda dar
el menor cuidado..." (52). Pese a ello se llegaron a tomar
en el mes de junio de 1652 medidas preventivas como:
— Convocar al sargento mayor y a todos los capitanes
de milicias.
— Preparar la artillería de la Alcazaba y de Gibralfaro.
— Juntar todas las armas y municiones disponibles.
— Alertar a los nobles y caballeros.
— Formar dos compañías para hacer las rondas diurnas
y nocturnas.
NOTAS
(1) CARRERAS, A., La peste y los módicos en la España del renacimiento. Salamanca, 1976, pág. 60 y ss.; GRMEK, Mirko D., Prélíminaires
d'une étude historique des maladies, en "Annales" E S C , XXIV, 1969, 6, págs. 14731483; PÉREZ MORERA, V., Las crisis de mortalidad
en la España interior. Siglos XVI-XIX, Madrid, 1980, págs. 6277; VILLALBA, J. de, Epidemiología española, Madrid, 1803,1, págs. 99116;
VINCENT, B., Les pestes dans le royaume de Grenade aux XVIe et XVIIe sicles, en "Annales" E S C , 1969, 6, págs. 15111513.
(2) DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias, t. III, Madrid, 1974, págs. 343362; ídem, Historia de
Sevilla. La Sevilla del siglo XVII, Sevilla, 1984, págs. 6781; NADAL, J., La población española (siglos XVI a XX), Barcelona, 1973,
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registros parroquiales: Granada y la epidemia, 1640-1700, en "Actas de las I Jornadas de Metodología Aplicada de las Ciencias Históricas
(Metodología de la Historia Moderna)", t. III, Santiago de Compostela, 1975, págs. 297308.
26
Extracto de la Revista Jábega nº 49, año 1985. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.es)
(3) JOVER ZAMORA, J. M., 1635. Historia de una polémica y semblanza de una generación, Madrid, 1949, pág. 164 y ss.; PALACIO ATARD,
V., Derrota, agotamiento, decadencia, en la España del siglo XVII, Madrid, 1966, págs. 93117; ELLIOTT, J. H., La Península Ibérica,
1598-1648, en "Historia del Mundo Moderno de Cambridge", dirigida por Cooper, J. P., vol. IV, Barcelona, 1976, págs. 327331.
(5) Ibíd., fol. 202r. Real Cédula de Felipe IV dada en Madrid el 6 de noviembre de 1644.
(6) lbíd.,fols.594r.596r. Año 1647. Felipe IV autoriza la llegada de trigo de contrabando; lbíd.,fol.636r. Real Cédula de Felipe IV otorgada en Madrid
el 1 de octubre de 1647; Ibíd., fols. 640r.641v. Otra Real Cédula que expide en Madrid el 28 de septiembre de 1647; Ibíd., fol. 646r., fol.
650r. y fol. 654v.; Ibíd., fols. 301 r.302v. Copia de Real Cédula expedida en Madrid el 19 de septiembre de 1648; ídem, (Act)as (Capit)ulares,
vol. 64, fol. 31 v. Cabildo de 18 de febrero de 1648. Se trata de la carestía de cereales que había en la ciudad.
(8) Ibíd., fols. 60r.61v. Cabildo del 24 de abril de 1648.
(9) Ibíd., fols. 66v.67v. Cabildo del 28 de abril de 1648. Son constantes las quejas de los administradores del hospital y las peticiones de dinero
al cabildo municipal por no ser suficiente el de las limosnas. En ese caso lo hace el presbítero Juan de Amesqua Navarrete; ídem, Col. de
Orig., vol. 21, fols. 447r.448r. Cédula de Felipe IV. En Madrid a 1051648. Autoriza a que se tomen 300 ducados de vellón de los propios de
la ciudad o de los arbitrios destinados al consumo de oficios para los gastos del hospital. Se especifica que ordinariamente se curaban cada
año "... más de cuatrocientas personas, hombres y mujeres, de enfermedad de bubas, así naturales como de las villas y lugares de su
jurisdicción al contorno, y soldados pasajeros y marineros y otras personas con sudores y unciones..."; ídem, Áct. Capit., vol. 64, fol. 145v.
Cabildo del 15 de septiembre de 1648. Se nombra al doctor Melchor de Villareal médico de Santa Ana.
(10) Idem, Act. Capit., vol. 64, fols. 71v.72v. Cabildo del 5 de mayo de 1648.
(11) Ibíd., fol. 73r. Cabildo del 5 de mayo de 1648.
(12) Ibíd., fols. 73v.74r.
(13) Ibíd., fol. 75r. Cabildo del 11 de mayo de 1648.
(14) (A)rchivo de la (C)atedral de (M)álaga, Actas del año 1648, fol. 42v. Cabildo del 25 de junio.
(15) A.M.M., Act. Capit., vol. 64, fol. 99r. Cabildo del 27 de junio de 1648.
(16) Ibíd., fols. 209r.212v. Cabildo del día 22 de diciembre de 1648; Ibíd., vol. 65, fols. 54v.57r. Cabildo del día 18 de marzo de 1649. En él se
recuerda cómo en el verano de 1648 salieron más de 9.000 infantes hacia Nápoles, Tarragona y Vinaroz y que los que venían contagiados
habían logrado sanar en Málaga; ídem, Col. de Orig., vol. 2 1 , fols. 451 r.452v. Copia de un Real Despacho librado en Madrid el 27 de marzo
de 1649.
(18) A.M.M., Act. Capit., vol. 65, fol. 5r. Cabildo del 5 de enero de 1649.
(19) Ibíd., fols. 19v.22r. Cabildo del 25 de enero de 1649; Ibíd., fols. 34r.36v. Cabildo del 9 de febrero de 1649.
(20) Ibíd., fol. 16v. Cabildo del 20 de enero de 1649.
(21) Ibíd., fols. 47r.48r. Cabildo del día 6 de marzo de 1649; Ibíd., fols. 54v.57v. Cabildo del 18 de marzo de 1649; Ibíd., fol. 61 rCabildo del 26 de
marzo de 1649.
(23) Idem, Act. Capit., vol. 65, fols. 67v.68v. Cabildo del 10 de abril de 1649; Ibíd., fols. 86r.88r. Cabildo del 7 de mayo de 1649.
(24) Ibíd., fols. 77v.78r. Cabildo del día 15 de abril de 1649.
(25) A.C.M., Actas del año 1649, fol. 48r.v. Cabildo del 7 de mayo. Encargados de repartir estas limosnas fueron los canónigos don Andrés de
Villamayor y don Francisco de Alvarado.
(26) A.M.M., Act. Capit., vol. 65, fol. 90v. Cabildo del 5 de mayo de 1649.
(27) Ibíd., fol. 94r. Cabildo del día 14 de mayo de 1649; Ibíd., fol. 101 r, Cabildo del 21 de mayo de 1649; Ibíd., fol. 103r. Cabildo del 24 de mayo de
1649.
(28) A.C.M., Actas del año 1649, fol. 47r. Cabildo del 5 de mayo; Ibíd., fol. 50v. Cabildo del 13 de mayo; Ibíd., fol. 52r. Cabildo del 25 de mayo;
Ibíd., fol. 54r. Cabildo del 14 de junio. Se alude a que se ha hecho alrededor de la catedral la procesión del Santísimo Sacramento y a que
también se va a hacer de esta manera la de los santos San Ciríaco y Santa Paula.
(32) A.M.M., Act. Capit., vol. 65, fols. 114r.117v. Cabildo del 1 de junio de 1649; Ibíd., fol. 128r. Cabildo del 12 de junio.
(33) PÉREZ MOREDA, V., op. cit., pág. 301. En el verano de 1649 Madrid establece puestos de vigilancia para controlar las rutas que la unían a
Andalucía por temor a la epidemia. El primero está "en la ribera del río Guadalquivir y pasos de Sierra Morena"; el segundo "en la ribera del
río Tajo desde su nacimiento hasta entrar en Portugal por la puente de Alcántara";el tercero "en diferentes lugares a dos leguas en contorno
de esta corte".
(34) A.M.M., Act. Capit., fols. 150r.151v. Cabildo del 3 de julio de 1649.
(35) Ibíd., fol. 140r. Cabildo del 23 de junio de 1649; Ibíd., fols. 175v.176v. Cabildo del 28 de julio de 1649. El rey permite que se siga cogiendo
dinero de los 30.000 ducados que él había concedido.
(37) A.M.M., Act. Capit., vol. 65, fol. 230v.231r. Cabildo del día 3 de septiembre de 1649. Aparece copiada esta Real Cédula.
(38) Ibíd., fol. 237r.v. Cabildo del 10 de septiembre de 1649; Ibíd., fols. 294v.295r. Cabildo del 5 de noviembre de 1649; Ibíd., fols. 310v.312r.
Cabildo del 29 de noviembre de 1649.
(39) Ibíd., fols. 243v.244r. Cabildo del 16 de septiembre de 1649.
(40) Ibíd., fols. 276v.277r. Cabildo del 10 de octubre de 1649; Ibíd., fol. 281 v. Cabildo del 16 de octubre de 1649; A.C.M., Actas del año 1649, fol.
97r. Cabildo del día 15 de octubre. Llegan noticias contradictorias sobre si en Antequera ha vuelto a resurgir o no el brote epidémico.
(41) A.M.M., Col. de Orig., vol. 21, fols. 513v.514r. Se recoge este acuerdo del Cabildo del 5 de noviembre de 1649.
(42) Idem, Act. Capit., vol. 65, fol. 293r. Cabildo del 4 de noviembre de 1649.
(43) Ibíd., vol. 66, fol. 126v. Cabildo del 25 de julio de 1650.
(44) Ibíd., vol. 65, fol. 297r.v. Cabildo del 10 de noviembre de 1649.
(45) Ibíd., fols. 302r.304v. Cabildo del 16 de noviembre de 1649.
(46) Ibíd., vol. 66, fols. 9v.11r. Cabildo del lOdeenero de 1650; ídem, Col. de Orig., vol. 21, fols. 532r.533v. Despacho de Felipe IV, expedido en
Madrid el 8 de febrero de 1650 abriendo el comercio.
(47) A.C.M., Actas del año 1649, fol. 100v. Cabildo del 20 de octubre.
(48) Ibíd., fol. 111r. Cabildo del 8 de noviembre; Ibíd., fol. 117v. Cabildo del 15 de noviembre; Ibíd., fol. 118v. Cabildo del 16 de noviembre.
(49) A.M.M., Act. Capit., vol. 68, fol. 77r.v. Cabildo del día 9 de mayo de 1652.
(50) Ibíd., fol. 39r.v. Cabildo del 4 de mayo de 1652; Ibíd., fols. 40v.42v. Cabildo del 8 de mayo de 1652; Ibíd., fol. 54v. Cabildo del 17 de mayo
de 1652.
(51) Ibíd., fol. 99r.v. Cabildo del 30 de mayo de 1652; Ibíd., fol. 102v. Cabildo del 2 de junio de 1652.
(52) Ibíd., fols. 100v.101v. Cabildo del 1 de junio de 1652.
(53) Ibíd., fol. 113r. Cabildo del 3 de julio de 1652.
(54) DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Alteraciones andaluzas. Madrid, 1973, pág. 19.
Extracto de la Revista Jábega nº 49, año 1985. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.es)