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Introducción
Hecho social
En una primera categoría conceptual algunos autores identifican Proyecto Nacional con
hecho social, hecho histórico. Y, por consiguiente, se refieren a hechos sociales, a hechos
históricos. Es decir, acontecimientos (del pasado, del presente o del futuro) que tienen
sujetos actuantes, motivaciones en cada uno de ellos, resultados, etc.
“A partir de (la invasión europea) y hasta hoy en el antiguo territorio del Perú se
han planteado diferentes proyectos...”
¿”Cómo se puede garantizar la continuidad del Proyecto Nacional por el gobierno
que sigue?”
“Sucesivos modelos de subdesarrollo económico (...) han tenido como común
denominador basarse en la fuerza arrolladora de los intereses foráneos. (...) porque los
peruanos no fuimos capaces de definir (...) un Proyecto Nacional...”
“El resto es ahora lograr que el Estado asuma el insólito proceso de
transformación que vive la sociedad peruana”
Explicitación
Idea – Fuerza
En una tercera categoría conceptual algunos autores identifican Proyecto Nacional con
Idea - Fuerza (idea motivadora, idea orientadora, síntesis de aspiraciones, slogan
Nacional).
“La vida del Perú marcha sin Proyecto, es decir sin una idea que defina su
destino...”
“Pienso (...) que en el Perú no hay un Proyecto Nacional...”
“Un Proyecto Nacional es un diseño hacia el futuro...”
Proyecto Nacional “ puede ser entendido también como conjunto de ideas –
fuerza...”
Puestas así las cosas bastaría con diseñar, formular, inventar, venderle al país un conjunto
de ideas – fuerza. En una versión extrema la solución seria contratar una buena agencia
publicitaria que cree un buen slogan para el país y, a costa de la reiteración constante,
convertir dicho slogan en motivación común al conjunto de grupos sociales que existen en
el país.
Las ideas – fuerza que se dan en las comunidades humanas se dan no por que alguien
las invente, sino porque recogen sentimientos colectivos reales que, las más de las
veces, nadie explicita. No es necesaria tal explicitación para que existan. Es necesario,
si, que exista el sentimiento colectivo. Y para que exista este, a su turno, es necesario
que exista el colectivo, el grupo.
Y debe distinguirse para este efecto entre grupo social y agregado social. El grupo
social existe desde el instante mismo que un conjunto de hombres reconocen (implícita
y/o explícitamente) tener intereses comunes (económicos, intelectuales, religiosos, etc.).
La más poderosa de las ideas – fuerza de un grupo es, precisamente, la defensa de los
intereses comunes al grupo.
En el concierto mundial el Perú es una nación. Es decir, en términos formales, el Perú
es una nación. Pero en términos antropológicos y sociológicos la respuesta, sin
embargo, no es afirmativa. Muy autorizadas e ilustradas voces 16 lo vienen advirtiendo
reiteradamente. Y las evidencias objetivas confirman el aserto: el Perú no es una
nación. Por consiguiente no es un grupo. Es un conjunto de naciones, es decir, un
conjunto de grupos. Es una nación en formación, es decir, un grupo en formación.
Cada grupo en el Perú tiene sus propias ideas – fuerza y de ello no hay duda. El
campesinado indígena serrano tiene las suyas, como las tiene el sector de empresarios,
para citar dos grupos. Lo que no hay – y por lo ya dicho no puede haber – son ideas –
fuerza para el conjunto de todos los peruanos. Y no las habrá mientras ese conjunto sea
un agregado (suma de grupos, o de subgrupos, si se prefiere) y no un grupo.
Muchas veces se produce el equívoco de confundir las ideas – fuerza de un grupo con
las ideas – fuerza del país. La historia mundial, y por supuesto la peruana también,
muestra que los grupos dominantes, generalmente, producen ex profeso esta confusión
a fin de disimular sus intereses que, ya se dijo, son las más poderosas de las ideas –
fuerza.
Véase el siguiente ejemplo ilustrativo: Un improvisado grupo pesquero – industrial tuvo
como poderosa idea – fuerza convertirse “en la primera potencia pesquera mundial”. La
única forma de materializar su proyecto era presentar tal idea – fuerza como si fuera no
del grupo sino del país (así el Estado –que representa los intereses del conjunto de
todos los peruanos– compraba la idea, la hacía suya y daba carta libre al proyecto). Así
las cosas se procedieron a depredar una inmensa riqueza ictiológica. Al cabo de pocos
años el país perdió una riqueza inconmensurable pero el grupo acumuló una enorme
riqueza que no tenía al iniciar el proyecto. Es decir, el grupo ganó pero el país perdió.
Los intereses de uno y otro entonces, no son los mismos. De lo contrario, ambos habrían
ganado o ambos habrían perdido con el error.
Muy probablemente las ideas – fuerza que movieron a los empresarios del guano y del
salitre en el siglo pasado, o a los empresarios del caucho en este siglo, respondieran al
mismo esquema. En todos los casos gano el grupo, perdió el Perú. Pero en todos los
casos se le echo la culpa al Perú (“no somos capaces“se ha dicho reiteradamente.)
En síntesis, en el Perú hay ideas – fuerza. Pero pertenecen a los distintos grupos sociales.
Y, el hecho de que las ideas – fuerza de un grupo (los intereses, por consiguiente) sean
contrarias a las ideas – fuerza (los intereses también, por consiguiente) del país, no
significa que no hayan ideas – fuerza. Significa, simplemente, que son distintas. Y que
unas no deben confundirse con otras. Mas, no habrá ideas – fuerza del país en tanto
este no sea un grupo, una nación. Así, antes que buscar ideas
– fuerza para el país hay que buscar formar el grupo, la nación. De la existencia del
grupo depende la existencia de sus ideas – fuerza, no al revés.
Metodología
Imprecisiones
Simultáneamente con el hecho de que los autores tratan el concepto hasta en cuatro
categorías conceptuales, se dan otros tipos de imprecisiones.
Toda la argumentación anterior prueba que de hecho hay una seria imprecisión de
continentes (nombres) y contenidos (objetos cognoscitivos). En efecto, bajo la misma
denominación (“Proyecto Nacional”) se presentan, por lo menos hasta ahora, cuatro
contenidos distintos.
Más dentro de una misma categoría conceptual se vuelven a presentar inconsistencias
de este tipo. Es muy ilustrativo en este sentido el conjunto de afirmaciones (contenidos
distintos entre sí) que se pueden reunir bajo el nombre de Proyecto Nacional 22, en el
supuesto no probado que son equivalentes o que son sinónimos.
Otra imprecisión de este tipo se da cuando a dos continentes diferentes (“Proyecto
Nacional” e “Imagen – objetivo”) se les da el mismo contenido:
O, también:
“El Proyecto Nacional es el diseño integral de una nueva realidad”
“La imagen – objetivo de la Nación, puede ser entendida como el diseño integral de la
situación futura deseable...”
O, inversamente, cuando al mismo continente (“Proyecto Nacional”) se le dan distintos
contenidos:
“... estilo de desarrollo...”
“... visión anticipada del mundo en el que vivirán los niños de hoy y los que vendrán”
También es posible encontrar imprecisiones como las de confundir las partes, o una de
ellas, con el todo.
Así, para el CAEM, Proyecto Nacional (entendido como explicitación del mismo) se
compone de: concepción Ideo-política, Imagen-objetivo, objetivos del Proyecto Nacional
y Lineamientos de política.
En tal sentido, cuando se confunde Proyecto Nacional (el todo) con Imagen-Objetivo
(una de las partes), como en el caso de las notas que se ha visto, se comete la imprecisión
a la que se hace referencia.
O se demuestra imprecisión también cuando (en la misma categoría conceptual,
explicitación) dos autores encuentran que Proyecto Nacional se compone de un conjunto
cualitativa y cuantitativamente distinto de elementos o partes. Compárese así la
propuesta del CAEM ya enunciada con la siguiente:
Mercado seguramente suscribiría al proceso 68-75 como ejemplo del segundo caso. Y
Macera aria lo mismo con el que denomina Proyecto Nacional de los Conquistadores 39.
Finalmente, el CAEM suscribiría el cuarto caso.
Debe tenerse presente que los tres primeros son casos probados, realizados en el Perú.
El cuarto es un caso también probado, pero no en el Perú. Es un caso probado en
países socialmente integrados (Alemania, por ejemplo), o en países donde una gran
mayoría (anglófona), relativamente homogénea, impuso todas sus condiciones a las
minorías étnicas (Estados Unidos, por ejemplo). Es, pues, una incógnita a despejar si tal
esquema puede darse en un país tan profundamente dividido como el Perú y en el que,
en ausencia de un grupo hegemónico, el grupo dominante mantiene tal posición casi
exclusivamente a expensas de su alianza (implícita, pero no por ello menos cierta) con
intereses extranjeros.
Esto último sugiere explicitar, entonces, un quinto caso que también se ha dado en la historia
del Perú:
Y al que Macera denomina Proyecto Colonial Metropolitano 40. Hay quienes afirman que
el proyecto vigente en el país (y desde los inicios de la República) es también
precisamente de este quinto tipo.
Existen sobradas razones a estas alturas del trabajo para preguntarse si a los cinco
casos que se han detectado es posible adicionarle el calificativo de “nacional”.