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Literatura del Perú

Literatura peruana es un término que se refiere a las


manifestaciones literarias producidas por autores de nacionalidad peruana, desde las
tradiciones prehispánicas hasta la actualidad, lo que engloba la literatura
cuzqueña, arequipeña, puneña, amazónica y de otras regiones del territorio del Perú, y
que ha alcanzado mayor brillo en el siglo XX con nombres indispensables para
la literatura universal, como el poeta César Vallejo o el novelista Mario Vargas Llosa. La
pertenencia al canon de los cronistas de Indias es comúnmente más aceptada que otras
manifestaciones paraliterarias, como la literatura infantil peruana o la literatura peruana
de ciencia ficción.

Índice
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 1Tradición andina prehispánica


 2Colonia
o 2.1Literatura del Descubrimiento y la Conquista
 2.1.1Cronistas españoles
 2.1.1.1Cronistas de la Conquista
 2.1.1.2Cronistas de la colonización
 2.1.2Cronistas indígenas
 2.1.3Cronistas mestizos
 2.1.4Cronistas criollos
 2.1.5Otros cronistas
o 2.2Literatura de los inicios del Virreinato
o 2.3Clasicismo (mediados del siglo XVI y comienzos del XVII)
o 2.4Barroquismo (siglo XVII)
o 2.5Afrancesamiento y Neoclasicismo (siglo XVIII)
o 2.6Emancipación (siglos XVIII y XIX)
 3República
o 3.1Siglo XIX
 3.1.1Costumbrismo
 3.1.2Romanticismo
 3.1.3Realismo y naturalismo
o 3.2Siglo XX
 3.2.1Modernismo
 3.2.2Vanguardismo
 3.2.3Indigenismo
 3.2.4Generación del 50
 3.2.5Generación del 60
 3.2.6Generación del 70
 3.2.7Décadas de 1980 y 1990
o 3.3Siglo XXI
 4Premios Nobel
 5Referencias
 6Véase también
 7Enlaces externos
Tradición andina prehispánica[editar]
Artículo principal: Literatura quechua

La producción literaria del período prehispánico en el territorio centro-andino (que abarca


territorios de las actuales repúblicas de Perú, Ecuador, Bolivia y Chile), está especialmente
vinculada al Imperio de los Incas, siendo su principal vehículo de transmisión el idioma
quechua o runa simi, que los incas impusieron como lengua oficial. Los cronistas de la
conquista y de la colonia han dado fe de la existencia de una literatura quechua, que se
transmitió de manera oral y que se suele dividir en cortesana y popular.

 La literatura cortesana, llamada así por haberse realizado en la corte de los incas, era la
literatura oficial, cuya ejecución estaba encargada a los amautas o profesores y a los
quipucamayos o bibliotecarios, que usaban el sistema nemotécnico de los quipus o
cordones anudados. Tres fueron los géneros principales que cultivaron: el épico, el
didáctico y el dramático.
 El género épico está representada por los poemas que expresaban la cosmovisión del
mundo andino (mitos de la creación, el diluvio, etc.), así como las que relataban el
origen de los incas (leyendas de los hermanos Ayar, de Manco Cápac y Mama Ocllo,
etc.).
 El género didáctico abarcaba fábulas, apólogos, proverbios y cuentos, ejemplares de
los cuales han sido recogidos modernamente por diversos estudiosos.
 El género dramático, que a decir del Inca Garcilaso, abarcaba comedias y tragedias
(obviamente, buscando sus equivalentes en la cultura occidental). En realidad eran
representaciones teatrales en donde se mezclaban danza, canto y liturgia. Se afirma
que el famoso drama Ollantay, cuya versión escrita data de la época colonial, tendría
un núcleo fundamental de origen incaico y una serie de interpolaciones posteriores
enderezadas al amoldarla al teatro hispano.

 La literatura popular es la que surgió espontáneamente en el pueblo y en el campo.


Abarca masivamente el género lírico, es decir, composiciones poéticas que estaban
unidas a la música y la danza, y que por lo general eran entonadas en grandes masas
corales, alternándose hombres y mujeres. Estas manifestaciones formaban parte del que
hacer cotidiano. Funerales, fiestas, nupcias, peleas, guerras, etc. estaban enmarcados en
una ritualización expresada a través del arte. Son dos sus manifestaciones principales:
 El harawi, canción de diversos tipos (de amor, de arrepentimiento, de alegría, etc.).
Tenía un carácter intimista y estaba a cargo de un aeda,
denominado harawec o haravicu. En la época colonial derivó en el huayno y en
el yaraví.
 El haylli, himno de alegría, se entonaba en las fiestas religiosas o en celebraciones de
triunfos.
Muchas de estas creaciones han llegado a nuestros días de forma diferida, plasmadas en los
trabajos de los primeros cronistas (el Inca Garcilaso de la Vega recupera poesía quechua,
mientras que Felipe Guaman Poma de Ayala relata el mito de las cinco edades del mundo).
Adolfo Vienrich, autor de Azucenas quechuas.

La literatura indígena fue desconocida o relegada hasta el siglo XX. Su inclusión en el canon
oficial fue lenta. Ya en su tesis El carácter de la literatura del Perú Independiente (1905), José
de la Riva Agüero y Osma consideró "insuficiente" la tradición quechua como para
considerarla un factor predominante en la formación de la nueva tradición literaria nacional.
Posteriormente Luis Alberto Sánchez reconoció ciertos elementos de tradición y su influencia
en la tradición posterior (en autores como Melgar) para dar base a su idea de
literatura mestiza o criolla (hija de dos fuentes, una indígena y otra española), para lo que
consulta fuentes en las crónicas coloniales (Pedro Cieza de León, Juan de Betanzos y
Garcilaso).
La apertura real a la tradición prehispánica surge en las primeras décadas del siglo XX gracias
al trabajo de estudiosos literarios y antropólogos que recopilaron y rescataron mitos y
leyendas orales. Entre ellos se destacan Adolfo Vienrich con Tarmap pacha huaray (Azucenas
quechuas, 1905) y Tarmapap pachahuarainin (Fábulas quechuas, 1906); Jorge Basadre en La
literatura inca (1938) y En torno a la literatura quechua (1939); y los estudios antropológicos y
folclóricos de José María Arguedas (en particular , su traducción de Dioses y hombres de
Huarochirí). Los trabajos más contemporáneos incluyen a Martín Lienhard (La voz y su huella.
Escritura y conflicto étnico-cultural en América Latina. 1492-1988, 1992), Antonio Cornejo
Polar (Escribir en el aire. Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en
las literaturas andinas.1994), Edmundo Bendezú (Literatura Quechua, 1980 y La otra
literatura, 1986) y Gerard Taylor (Ritos y tradiciones de Huarochirí. Manuscrito quechua del
siglo XVII, 1987; Relatos quechuas de la Jalca, 2003).
Bendezú afirma que la literatura quechua se constituye, desde la conquista, en un sistema
marginal opuesto al dominante (de vena hispánica) y postula la existencia permanente y
cubierta de una tradición de cuatro siglos. Habla de una gran tradición ("enorme masa textual")
marginada y dejada de lado por el sistema escritural occidental, ya que esta "otra" literatura
es, como el quechua, plenamente oral.
Véase también: Letras cusqueñas

Colonia[editar]
Artículo principal: Literatura de la Colonia del Perú

El término literatura colonial (o literatura de la Colonia) hace referencia al estado del territorio
del Perú del siglo XVI al siglo XIX, dependiente de la corona española y políticamente
organizado como un Virreinato.
Literatura del Descubrimiento y la Conquista[editar]
Artículo principal: Literatura del descubrimiento y conquista del Perú

Con la conquista española llegó al Perú el idioma castellano (mal llamado español) y las
tendencias literarias europeas. Se inicia un proceso que con el tiempo dará origen a una
literatura mestiza o peruana, aunque inicialmente acuse de una preeminencia hispánica.
Francisco Carrillo Espejo ha acuñado el término de literatura del descubrimiento y conquista,
con el que se designa al período que abarca todas las obras escritas durante el proceso de
descubrimiento y conquista del Perú, que se inicia en 1532 en Cajamarca con la captura del
último Inca, Atahualpa, y finaliza con la desarticulación del Imperio Incaico. La literatura de
este período, aunque no necesariamente escrita durante este marco temporal, sí se vincula a
los eventos desarrollados antes o durante este.
Las primeras manifestaciones literarias fueron las coplas recitadas por los conquistadores; un
ejemplo es la célebre copla escrita por un soldado durante el segundo viaje de Pizarro,
quejándose ante el gobernador de Panamá de las penalidades que padecían:
Pues, señor Gobernador,
mírelo bien por entero,
que allá va el recogedor
y aquí queda el carnicero.

Primera página de la Chrónica del Perú de Pedro Cieza de León.

Luego aparecieron las crónicas, cartas de descubrimiento y relaciones. Particularmente, las


crónicas constituyen un interesante género literario que mezcla la historia, el ensayo literario y
la novela. Las primeras crónicas, escritas por los soldados y secretarios de las expediciones
militares, tienen un estilo rudo y seco. Luego aparecieron otras obras mejor trabajadas, como
la de Pedro Cieza de León (1518-1554), autor de la Crónica del Perú, dividida en cuatro
partes: Parte primera de la Crónica del Perú, El Señorío de los Incas, Descubrimiento y
Conquista del Perú y las Guerras Civiles del Perú, que constituyen el primer gran proyecto de
una historia andina global. Debido a ello, algunos consideran a Cieza como el primer
historiador del Perú. Finalmente, el Inca Garcilaso de la Vega, mestizo, hijo de un
conquistador español y una noble inca, publicó a principios del siglo XVII sus Comentarios
reales de los incas, obra que supera las exigencias de una simple crónica para convertirse en
una obra maestra de la literatura, la primera escrita por un mestizo hispanoamericano.
El crítico Augusto Tamayo Vargas ha dividido a los cronistas en españoles, indígenas,
mestizos y criollos.
Cronistas españoles[editar]
Estos se dividen en dos grupos: cronistas de la conquista y cronistas de la colonización. Este
último se subdivide a su vez en pre-toledanos, toledanos y post-toledanos.
Cronistas de la Conquista[editar]

 Cristóbal de Mena
 Francisco de Jerez
 Pedro Sancho de la Hoz
 Miguel de Estete
 Pedro Pizarro
 Diego de Trujillo
 Alonso Borregán
Cronistas de la colonización[editar]
Pretoledanos

 Pedro Cieza de León


 Juan de Betanzos
 Agustín de Zárate
 Francisco López de Gómara
 Bartolomé de las Casas
 Cristóbal de Molina “el chileno”1
 Diego Fernández de Palencia “el Palentino”
 Fray Gaspar de Carvajal
Toledanos

 Juan Polo de Ondegardo


 Pedro Sarmiento de Gamboa
Postoledanos

 Miguel Cabello Valboa


 El padre Martín de Murúa
 Fernando de Montesinos
 El padre José de Acosta
 Fray Reginaldo de Lizárraga
 El padre Bernabé Cobo
Cronistas indígenas[editar]
Autorretrato de Felipe Guamán Poma de Ayala, que aparece en su Nueva Crónica y
Buen Gobierno.

Tres nombres se mencionan especialmente entre los cronistas indígenas, nativos


o indios:

 Titu Cusi Yupanqui, uno de los incas de Vilcabamba que en 1570 escribió
una Relación de cómo los españoles entraron en Perú y el subceso que
tuvo Manco Inca en el tiempo que entre ellos vivió.
 Felipe Guaman Poma de Ayala, autor de una original obra ilustrada: El primer
nueva corónica y buen gobierno (sic), escrito entre 1585 y 1615, y publicada
recién en 1936. En ella presenta el proceso de destrucción del mundo andino
(debido a soberbia de los incas o falla en la comunicación con los españoles),
tratando de explicar y presentar una alternativa a la realidad caótica de su
tiempo.
 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, perteneciente al linaje
de lo collaguas, es autor de una Relación de antigüedades de este reino del
Piru, escrita hacia 1620 ó 1630, y publicada en 1879. Usa para expresarse un
rudimentario español, fuertemente quechuizado.
Cronistas mestizos[editar]

 Blas Valera (1545-1597), religioso jesuita natural de Chachapoyas,


cuya Historia de los incas la usaron muchos cronistas españoles e incluso el
mismo Inca Garcilaso y que aparentemente se perdió en un incendio
en Cádiz, durante una guerra entre españoles e ingleses.
 Cristóbal de Molina “el cuzqueño” (1529-1585) clérigo y cronista que durante
mucho tiempo se creyó que era mestizo, pero en realidad fue un español
natural de Andalucía,2 Sin embargo, se compenetró tanto con la cultura
andina que se le puede considerar como un mestizo cultural. Su obra principal
es una Relación de las fábulas y ritos de los Incas.
Pero indudablemente el más importante cronista mestizo es el Inca Garcilaso de
la Vega (1539-1616), considerado como el "primer mestizo biológico y espiritual
de América", o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de América,
pues supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la indígena americana
(inca o quechua) y la europea (española), alcanzando al mismo tiempo gran
renombre intelectual.3 Se le conoce también como el "príncipe de los escritores
del Nuevo Mundo", pues su obra literaria se destaca por un gran dominio y
manejo del idioma castellano. En su obra cumbre, los Comentarios reales de los
incas, publicada en Lisboa, en 1609, Garcilaso expuso la historia, cultura y
costumbres de los Incas y otros pueblos del antiguo Perú. Para muchos críticos
se trata del cantar de gesta de la nacionalidad peruana, que se forja precisamente
con la fusión de dos herencias, la nativa y la española. Garcilaso es autor también
de La Florida del Inca (Lisboa, 1605), que es un relato de la conquista española
de Florida; y de la Segunda parte de los Comentarios reales, más conocida
como Historia General del Perú (Córdoba, 1617), publicada póstumamente, donde
el autor trata sobre la conquista y el inicio de la colonia. Con justicia se considera
al Inca Garcilaso como el primer literato del Perú.
Cronistas criollos[editar]
Entre los cronistas criollos o americanos (nacidos en América de padres
españoles) que escribieron sobre el Perú destacan:

 Pedro Gutiérrez de Santa Clara, natural de México, autor de una Historia de


las guerras más que civiles que hubo en el Reino del Perú.
 El padre agustino Antonio de la Calancha (1584-1654), natural de La Plata y
autor de la Corónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú, que
contiene valiosas información del pasado prehispánico.
Otros cronistas[editar]
Se debe mencionar también al padre jesuita italiano Giovanni Anello
Oliva (¿1572?-1642), que vivió más de 40 años en el Perú, y fue autor de
una Historia del reino y provincias del Perú y vidas de varones ilustres en la
Compañía de Jesús de la provincia del Perú, cuya primera parte es una
introducción histórica titulada: Historia del reino y provincias del Perú, de sus
incas, reyes, descubrimiento y conquista por los españoles de la corona de
Castilla.
Literatura de los inicios del Virreinato[editar]
Hitos culturales importantes fueron la fundación de la Real y Pontificia Universidad
de San Marcos de Lima el 12 de mayo de 1551 por Real Provisión de Carlos I de
España y V de Alemania, la primera en América, y la instalación en Lima de la
primera imprenta de Sudamérica, la del turinés Antonio Ricardo en 1583,
instituciones que impulsaron el temprano desarrollo intelectual de los peruanos.
El primer libro publicado en la ciudad de Lima es la Doctrina Christiana y
Cathecismo para la Instrucción de los Indios (1584) del impresor Antonio Ricardo,
con lo que se inaugura propiamente la idea de literatura peruana. Este
primer catecismo es publicado en castellano, quechua y aimara. Durante las
décadas anteriores, ya se había establecido el sistema de reducciones producto
de las reformas del virrey Francisco de Toledo (1569-1581) que separaron la
sociedad colonial en dos repúblicas, república de indios y república de españoles
(es el período en el que se realizaron la mayor cantidad de extirpación de
idolatrías). También se promulgaron las Leyes de Indias que establecían lo
siguiente:
“que no se imprima, ni vse Arte, ni Vocabulario de la lengua de los Indios, sin
estar aprobado conforma á esta ley”; “que no se consientan en las Indias libros
profanos y fabulosos. Porque de llevarse á las Indias libros de Romance, que
traten de materias profanas, y fabulosas y historias fingidas se siguen muchos
inconvenientes (…) que ningun Español, ni Indio los lea”; “que se recojan los
libros de Hereges, y impida su comunicación. Porqve los Hereges Piratas con
ocasion de las presas y rescates han tenido alguna comunicacion en los
Puertos de Indias, y esta es muy dañosa á la pureza con que nuestros vasallos
creen y tienen a la Santa Fé Catolica por los libros hereticos y proposiciones
falsas, que esparcen y comunican á gente ignorante.”
Leyes de Indias, Libro I, título XXIVcolor

Primera página de la Historia natural y moral de las Indias del padre jesuita José de
Acosta.

Estos dos factores determinan que la inicial producción literaria en la Colonia se


limite a círculos de influencia principalmente hispánica, producida en las grandes
ciudades por hijos de españoles (españoles americanos). La literatura se cultiva
en círculos ilustrados, estrechamente vinculados con la Iglesia (que imparte la
educación entre las élites sociales, ya que todos los colegios y convictorios
estaban dirigidos por órdenes religiosas). De la Iglesia es precisamente el
padre José de Acosta, quien presta mayor atención al mundo americano ya que,
junto a sus reflexiones religiosas y teológicas, encontramos una clara
preocupación por la geografía y fisiología de los pueblos naturales del Perú.
Acosta representa un momento en el que los estándares estéticos renacentistas
están aún presentes en la escena literaria. En 1586 publica Peregrinación de
Bartolomé Lorenzo, en 1588 De Natura Novi Orbis et De Promulgation Evangelii
apud barbaros, sive de Procuranda indorum salute(De la naturaleza del nuevo
mundo...) y en 1590 su obra más conocida: Historia natural y moral de las Indias.
Clasicismo (mediados del siglo XVI y comienzos del XVII) [editar]
La literatura del llamado Siglo de oro español, se refleja también en la América
española, especialmente en el campo de la poesía lírica y épica. Se trata de una
literatura erudita, de refinadas formas, ceñida a los moldes clásicos (clasicismo).
Los autores más relevantes que se desenvolvieron en el Perú bajo esta
tendencia, son los siguientes:
 Diego de Hojeda (¿1571?-1615), poeta sevillano, ordenado sacerdote en el
Perú en 1591, es autor de La Cristiada (1611), primer poema épico-místico
escrito en América, en octavas.
 Clarinda, seudónimo de la autora o autor del Discurso en loor de poesía,
poema en tercetos, que apareció en el Parnaso Antártico(1608) de Diego
Mexía de Fernangil.
 Amarilis, seudónimo de la autora o autor de la Epístola a Belardo, escrita en
silva, dirigida a Lope de Vega y que éste reprodujo en La Filomena (1621).
 Diego Mexía de Fernangil (¿1565?-1634), es autor de la primera parte
del Parnaso Antártico (1608). La segunda parte no llegó a publicarse y
permaneció inédita hasta el siglo XX.
Barroquismo (siglo XVII)[editar]

Juan de Espinoza Medrano, el Lunarejo.

Siguiendo la tendencia dictada desde Europa, la literatura peruana adopta el estilo


del barroco (conceptismo y culteranismo). Se tiende a recargar el lenguaje literario
con muchos recursos estilísticos y se hace gala de erudición. La figura cumbre del
barroquismo peruano fue El Lunarejo.

 Juan de Espinoza Medrano llamado "El Lunarejo" (¿1630?-1688), clérigo,


predicador, escritor y humanista mestizo, nacido en el pueblo de Calcauso
(Apurímac). Autor de piezas dramáticas religiosas, sermones y
del Apologético en favor de D. Luis de Góngora, príncipe de los poetas líricos
de España (1662), brillante defensa de la lírica de dicho poeta español,
cumbre del culteranismo. De manera póstuma se editó una selección de sus
sermones bajo el título de La novena maravilla(1695).
 Juan del Valle y Caviedes (1652 o 1654-después de 1696), poeta satírico y
costumbrista, nacido en España, pero que vivió mayormente en el Perú.
Destaca su poesía festiva y satírica, a través de la cual hace una dura crítica
del medio social. También cultivó la poesía mística y de arrepentimiento. Su
obra poética fue recopilada y editada mucho tiempo después de su muerte,
bajo el título de Diente del Parnaso.
Podemos mencionar también a Lorenzo de las Llamosas (c.1665-c.1705), quien
después de unos pocos años de permanencia en el Virreinato del Perú, viaja a
España donde desarrolla actividades en la Corte del Rey, como militar y al mismo
tiempo como autor de obras de teatro y didácticas.
Afrancesamiento y Neoclasicismo (siglo XVIII)[editar]

Pedro Peralta y Barnuevo, poeta, erudito y científico limeño; por su vasto saber ha
merecido el apelativo de Doctor Océano.

En la segunda mitad del siglo XVII, la literatura en Europa, bajo influjo de las
letras francesas, tendió a volver a los moldes clásicos, aunque en las colonias
españolas siguió preponderando el barroquismo. No obstante, a comienzos del
siglo XVIII, coincidiendo con la instauración de la dinastía borbónica en España,
los escritores de habla hispana tienden a “afrancesarse”. Surgen las Academias
literarias, a imitación de las de Francia, como la llamada Academia de
Palacio fundada por el virrey del Perú Marqués de Castell dos Rius (1707-1710).
Entre los académicos de Palacio destacan los siguientes:

 Luis Antonio de Oviedo y Herrera, conde de la Granja (1636-1717), poeta y


autor teatral, miembro de autor de los libros poemáticos: La vida de Santa
Rosa (1711) y Poema sacro de la pasión (1717).
 José Bermúdez de la Torre y Solier (1661-1746) poeta limeño, autor del
poema Telémaco en la isla de Calipso; fue además jurisconsulto, así como
rector de la Universidad de San Marcos de Lima.
 Pedro Peralta y Barnuevo (1664-1743), poeta, erudito y científico limeño, la
figura literaria más destacada de la primera mitad del siglo XVIII. Su obra que
abarcó diversos campos del saber, siendo autor de tragedias y sainetes que
pueden considerarse precursores del costumbrismo. Entre sus obras
destaca Lima Fundada (1732), poema épico de gran aliento, en diez cantos,
1183 octavas reales y un total de 9.464 versos endecasílabos. Sin embargo,
son sus obras teatrales las que han despertado más el interés de la crítica
moderna.
Pablo de Olavide.

El Neoclasicismo irrumpe en la segunda mitad del siglo XVIII y fue desplazando


progresivamente al barroquismo. Se trata de una vuelta a las normas del
clasicismo, en oposición al estilo recargado del barroquismo, así como una
tendencia a la actitud pedagógica. Este movimiento se desarrolló juntamente con
la expansión de las ideas liberales surgidas en Francia, que tanto habrían de
influir en el desarrollo de la revolución separatista de Hispanoamérica.
La figura más conspicua del afrancesamiento literario en la segunda mitad del
siglo XVIII fue Pablo de Olavide (1725-1803), escritor, traductor, jurista y político,
nacido en Lima, pero que desenvolvió su carrera en España. Su casa en Madrid
se convirtió en un destacado centro de tertulia cultural. Influido por la ilustración
francesa, profesó inicialmente las ideas liberales. Acusado de herejía, fue
encarcelado por la Inquisición. Reconciliado con la religión, publicó El Evangelio
en triunfo (1797); Poemas cristianos; y Salterio español (1799). Ya en el siglo XX
fueron exhumadas las obras de su periodo afrancesado, de género dramático y
narrativo, siendo este último el que ha concitado el interés de la crítica moderna,
pues se tratan de novelas cortas, que harían a Olavide precursor de dicho género
literario.
Mientras que en el Perú se desenvuelven por esa época poetas y escritores
satíricos criollos, cercanos al costumbrismo:

 Fray Francisco del Castillo O. M. (1716-1770), conocido como "El ciego de La


Merced", fraile, dramaturgo y poeta, sin duda el mejor autor teatral de la
colonia y entre cuyas obras destacan La conquista del Perú, una de las
primeras en ofrecer una perspectiva crítica de la conquista del Perú; Todo el
ingenio lo allana; Mitridates, rey del Ponto; el entremés Del justicia y litigantes.
Este fraile pertenecía a la Orden de la Merced y no debe ser confundido con
el sacerdote jesuita Francisco del Castillo S.J. (1615-1673), quien vivió y
trabajó también en Lima, pero un siglo antes.
 Alonso Carrió de la Vandera (1714 o 1716-1783), que bajo el seudónimo de
Concolorcorvo, escribió el Lazarillo de ciegos caminantes, libro que durante
bastante tiempo fue erróneamente atribuido a Calixto Bustamante Carlos
Inca y que trata de un viaje realizado entre Lima y Buenos Aires.
 Esteban Terralla y Landa, poeta satírico que usó el seudónimo de Simón
Ayanque para publicar su libro Lima por dentro y fuera(1797).
A fines del siglo XVIII y coincidiendo con el fin del mandato del virrey Manuel
Amat y Juniet, se representó en las gradas de la catedral de Lima un drama,
el Drama de los palanganas: veterano y bisoño, que es una crítica despiadada
contra el gobierno y la persona de este virrey, en particular sus amoríos con La
Perricholi. El texto ha sido rescatado por el crítico literario Luis Alberto Sánchez.
Emancipación (siglos XVIII y XIX)[editar]

Mariano Melgar.

El último periodo de la literatura colonial abarca desde fines del siglo XVIII hasta
comienzos del siglo XIX, y corresponde a la época de la revolución emancipadora.
Sobresalen, al estilo de los enciclopedistas franceses, los redactores del Mercurio
Peruano, la primera gran revista americana, quienes se agrupan en la
llamada Sociedad de Amantes del País. Entre ellos destacan Hipólito
Unanue, Toribio Rodríguez de Mendoza, José Baquíjano y Carrillo, entre otros.
En el campo de la lírica destaca el arequipeño Mariano Melgar (1791-1815), en
cuyos versos se prefigura el romanticismo y muestra un mestizaje entre la poesía
culta y las canciones populares indígenas. Aunque su obra se enmarca más
dentro de la época republicana, y consta de Carta a Silvia (1827)
y Poesías (1878). Se sumó a la revolución independentista en 1814 y murió
fusilado.
Otro representante de la poesía de la Emancipación es José Joaquín
Olmedo (1780-1847), nacido en Guayaquil cuando este pertenecía al Perú. Fue
diputado ante el primer Congreso de la República del Perú y ministro
plenipotenciario del Perú en Inglaterra. Su poema fundamental es Oda a la
victoria de Junín, versos épicos de corte neoclásico que cantan el triunfo obtenido
por Bolívar en la batalla de Junín.
En el campo de la literatura política descuella el tribuno José Faustino Sánchez
Carrión (1787-1825), defensor del sistema de gobierno republicano y autor de
la Carta del Solitario de Sayán.
Es necesario también mencionar al clérigo limeño José Joaquín de Larriva (1780-
1832) poeta, escritor y periodista, apodado el “cojo Larriva”. Escritor satírico y muy
mordaz, según Porras Barrenechea fue el “primer poeta cómico” del Perú.
Actualmente se le recuerda más por las letrillas que escribiera contra el
Libertador Bolívar, aunque en su tiempo fue muy popular y celebrado por sus
oraciones fúnebres y laudatorias, y sus artículos periodísticos, además de sus
improvisaciones poéticas. Es considerado precursor del costumbrismo literario
peruano.

República[editar]
Siglo XIX[editar]
Las primeras corrientes literarias del Perú independiente fueron el costumbrismo y
el romanticismo. Ya en el último tramo del siglo, se desarrolló el realismo.
Costumbrismo[editar]

Felipe Pardo y Aliaga.

Manuel Ascensio Segura y Cordero.

El costumbrismo fue una corriente literaria cuyos cultivadores prestaban más


atención a las costumbres de los pueblos, tanto para festejarlas, como para
criticarlas o ridiculizarlas, a través de géneros diversos (comedias, letrillas,
sainetes, etc.). En el Perú comienza hacia 1830, coincidiendo con el periodo
fundacional de la República y se prolonga hasta los años 1850.
Al período costumbrista peruano pertenecen dos poetas satíricos y dramaturgos
cómicos, ambos limeños, pero de espíritu contrapuesto:

 Felipe Pardo y Aliaga (1806-1868). Examinó y juzgó con severidad la


realidad peruana a través de sus comedias y artículos costumbristas; entre
estos últimos es más celebrado y recordado el titulado Un viaje, más conocido
como El viaje del niño Goyito. En poesía destacan sus letrillas y epigramas,
siendo las más reproducidas: "La jeta del guerrero" y "A mi hijo en sus días".
En el campo dramático solo escribió tres comedias: Frutos de la
educación, Una huérfana en Chorrillos y Don Leocadio y el aniversario de
Ayacucho. Fue severo crítico de las costumbres populares que consideraba
bárbaras y repelentes. También orientó sus críticas hacia los hábitos de los
políticos, la falta de civismo y la ambición personalista de los gobernantes.
 Manuel Ascencio Segura (1805-1871), considerado el mayor dramaturgo
nacional del siglo XIX, es quien retrata mejor los tipos populares de Lima.
Mientras Felipe Pardo era un hombre de ideas aristocráticas y defensor de la
colonia española, Segura representó los valores democráticos de la nueva
sociedad peruana, lo que se refleja en el sabor criollo de sus comedias
costumbristas. Es autor de 17 piezas teatrales, entre las que destacan Ña
Catita, La Pepa, El sargento Canuto, La saya y el manto, Lances de
Amancaes, Las tres viudas. En el campo de la lírica son muy recordados sus
poemas: "A las muchachas" y La Pelimuertada.
De esta época es importante destacar también a los siguientes autores:

 Narciso Aréstegui (1818 o 1820-1869), cuzqueño, autor de la novela El padre


Horán (1848), considerada la primera novela de la literatura peruana y una de
las primeras novelas sudamericanas en lengua castellana. Es también
considerado como uno de los grandes precursores del indigenismo en el
Perú.
 Flora Tristán (1803-1844), escritora peruano-francesa, nacida en París, autora
de Peregrinaciones de una paria, un diario de su viaje por Perú (entre 1833 y
1834) adonde llegó reclamando la herencia paterna. Es un libro fundamental
para conocer de cerca los avatares de la incipiente República Peruana, cuyas
prácticas y costumbres fueron analizadas detenidamente por la autora.
Escribió además la novela Mephis.
 Manuel Atanasio Fuentes, conocido como El murciélago (1820-1889),
escribió Aletazos del murciélago (3 vols., 1866) y Lima: apuntes históricos,
descriptivos, estadísticos y de costumbres (1867, en ediciones española,
francesa e inglesa).
Ricardo Palma.

Cercana al costumbrismo está la obra de Ricardo Palma (1833-1919), escritor


limeño, autor de las célebres Tradiciones peruanas, la obra más conocida del
siglo, en la que a través de una serie de tradiciones —género inventado por él,
que combina elementos de historia con fabulaciones propias—, narra la historia
de Lima y del Perú durante las épocas incaica, colonial y republicana. Escritas
entre 1860 y 1914, una edición definitiva fue compilada por Angélica Palma, la hija
del tradicionista, en seis volúmenes (1923-1925).
Romanticismo[editar]
El romanticismo, proveniente de Europa, llegó al Perú con retraso, hacia los años
1840, y se prolongó por el resto del siglo, aunque decayó tras la Guerra del
Pacífico, para dar pase al Realismo. Los textos de los románticos peruanos
fueron, por lo general, artificiales y abusaron del sentimentalismo. Las obras de
teatro frecuentemente cultivaron el mismo sentimiento y exageraron los enredos
de modo inverosímil; si bien algunas tuvieron éxito en su momento, hoy están
olvidadas. Dos representantes del romanticismo peruano, sin embargo, han
sobrevivido literariamente, por la calidad de sus obras: Ricardo Palma y Carlos
Augusto Salaverry, pertenecientes a la llamada generación de la bohemia.

 Ricardo Palma (1833-1919), del cual ya mencionamos sus


celebradas Tradiciones peruanas. Cultivó otros géneros, como la poesía,
destacando en este campo sus
poemarios: Poesías, Juvenilia, Armonías, Pasionarias, Cantarcillos, Filigranas
, Nieblas y sobre todo Verbos y gerundios, obras que expresan sentimientos
románticos o una actitud burlona ante ciertos aspectos de la realidad. De
crítica literaria es su libro La bohemia de mi tiempo, autobiografía y relación
de los escritores románticos. También escribió una obra filológica: Papeletas
lexicográficas. De su pluma se conserva asimismo una obra teatral: Rodil.
Carlos Augusto Salaverry.

 Carlos Augusto Salaverry (1830-1891), considerado el mejor poeta lírico


peruano del siglo XIX, era hijo de Felipe Santiago Salaverry, el caudillo de los
primeros años de la República que muriera fusilado en 1836. Su obra poética
se reúne en cuatro libros: Diamantes y perlas, Albores y destellos, Cartas a
un ángel y Misterios de la tumba. Su poesía se singulariza por la dulzura
melancólica de su alma apasionada, por el elegante pesimismo de su actitud
ante la vida y por la emoción colorista que anima su intimidad desgarrada. Su
poema “Acuérdate de mi” (inserto en Cartas a un ángel) es infaltable en toda
antología poética.
Al romanticismo pertenecen también los siguientes poetas, escritores y
dramaturgos:

 Manuel Nicolás Corpancho (1830-1863), limeño, autor del drama El poeta


cruzado, alabado en su tiempo y olvidado actualmente. Murió durante un
incendio ocurrido en la nave en que viaja en el golfo de México, cuando
regresaba de una misión diplomática.
 José Arnaldo Márquez (1832-1903), limeño, representante de la poesía
romántica peruana en su vertiente filosófica y social. Supo armonizar el
sentimiento individualista romántico con las inquietudes humanitarias de su
tiempo y una precursora adhesión a los ideales socialistas. Fue también
ensayista, maestro, periodista, traductor, diplomático, militar y viajero.
 Luis Benjamín Cisneros (1837-1894), limeño, autor del drama Alfredo el
Sevillano; las novelas: Amor de niño: juguete romántico, Julia o escenas de la
vida en Lima y Edgardo o un joven de mi generación; y de las obras líricas: A
la muerte del rey don Alfonso XII, Aurora y amor y De libres alas (esta última
compilación póstuma).
 Clemente Althaus (1835-1881), limeño, hijo de un oficial alemán llegado en la
época de la independencia. Entre sus obras destacan: Poesías varias, Obras
poéticas, Poesías patrióticas, Antioco (drama). Se destacó también como
traductor.
 Acisclo Villarán (1841-1927), escritor limeño, fundador del Club Literario
(1875) que luego se convirtió en el Ateneo de Lima. Autor de una obra
fecunda y versátil, de la que destacamos: El triunfo del Perú, La corona de
laureles, El cura de Locumba, El guerrero del siglo, Nieblas y
auroras, Siluetas republicanas, La poesía en el imperio de los incas, etc.
 Pedro Paz Soldán y Unanue (1839-1895), escritor limeño, conocido por su
seudónimo de Juan de Arona. Autor de poesías y comedias, fue también
ensayista, traductor y filólogo, siendo su obra más notable el Diccionario de
peruanismos (1883-1884).
Realismo y naturalismo[editar]

Manuel González Prada.

Tras la guerra del Pacífico (1879-1883) hay una reacción contra el romanticismo,
liderada por el intelectual Manuel González Prada (1844-1918), quien cultivó una
poesía que por su temática estetizante y la introducción de nuevas formas
métricas fue un claro precursor del modernismo. De entre sus obras en prosa se
deben mencionar: Pájinas libres y Horas de lucha, libros en las que hace una
furibunda crítica a la clase política, responsable, según él, de la catástrofe bélica.
No se salvan tampoco de sus dardos las instituciones religiosas y los literatos de
su tiempo. Su postura hipercrítica en el terreno de las ideas y de la literatura le
granjeó no pocos enemigos y le metió en variopintas polémicas periodísticas.
Se desarrolló también, de un modo bastante tenue, el realismo en la novela, que
toma vuelo a partir de entonces en el Perú.
Una característica resaltante en este período es el surgimiento de un grupo de
escritoras. Muchas de ellas —habiendo perdido a sus cónyuges e hijos mayores
en la guerra con Chile— tuvieron que ganarse la vida por sí mismas, y cultivaron
su vocación literaria a través de tertulias. La principal fue la de la argentina Juana
Manuela Gorriti, en las que se discutía sobre los problemas sociales y sobre la
influencia de las formas europeas. Escribieron novelas que en cierto modo
pueden calificarse como realistas. Tal es el caso de:

 Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909), nacida en Moquegua, fue la


iniciadora de la novela realista peruana. Escribió seis novelas de contenido
social e intención crítica, siendo las más exitosas Blanca Sol (1888), Las
consecuencias (1890) y El conspirador (1892). Escribió también numerosos
artículos y ensayos publicados en la prensa, sobre temas literarios y sociales;
en especial abogó por la emancipación de la mujer, por lo que se cuenta entre
las primeras feministas del Perú. Fue incomprendida en su tiempo, siendo
blanco de las críticas de autores masculinos como Juan de Arona y Ricardo
Palma. Ello lo empujó a aislarse. Por si fuera poco, empezó a padecer las
secuelas de una sífilis que le contagió su propio esposo, siendo recluida en
un manicomio, donde falleció.
 Clorinda Matto de Turner (1852-1909), novelista, tradicionista y periodista
cuzqueña, precursora o fundadora del indigenismo literario. Autora
de Tradiciones cuzqueñas y de las novelas Aves sin
nido (1899), Índole (1891) y Herencia (1893). La más destacada y polémica
de sus obras es Aves sin nido, donde expone la situación del indígena que
sufre los abusos de las autoridades religiosas y políticas. Aunque su técnica y
estilo sean deficientes, la obra concitó el interés no solo en el Perú, sino en
América y Europa.
 María Nieves y Bustamante (1861-1947), natural de Arequipa, es autora de
la novela histórica Jorge, el hijo del pueblo (1892), ambientada en la guerra
civil de 1856-1858, es un canto épico que resalta el espíritu guerrero del
pueblo arequipeño.
Siglo XX[editar]
Artículo principal: Literatura peruana del siglo XX

Modernismo[editar]

José Santos Chocano.

El modernismo se desarrolló en el Perú a partir del poema «Al amor» de Manuel


González Prada, publicado en el diario El Comercio en 1867, donde el autor
fusiona un conjunto de géneros poéticos provenientes de Europa, dando como
resultado el triolet. Esta tendencia, resultado del cosmopolitismo que vivía el Perú,
pronto se desarrolló en otras partes de América Latina: en Cuba con José Martí;
en Nicaragua con Rubén Darío; en Argentina con Leopoldo Lugones; en Uruguay
con Julio Herrera y Reissig; en México con Manuel Gutiérrez Nájera.
A pesar de sus tempranos antecedentes con González Prada, el modernismo
alcanzó en el Perú un pleno desarrollo tardíamente, a inicios del siglo XX. De
entre todos sus representantes descuella el poeta limeño José Santos
Chocano (1875-1934), conocido como «El Cantor de América», considerado uno
de los poetas hispanoamericanos más importantes, por su poesía épica de tono
grandilocuente, que gusta de la retórica y de la descripción de paisajes, con gran
sonoridad y colorido, estando más próxima a Walt Whitman y al romanticismo.
También produjo poesía lírica de singular intimismo. Todas sus creaciones
poéticas están trabajadas con depurado formalismo y se inspira mayormente en
los temas, los paisajes y la gente de su país y de América en general. Principales
obras: Iras santas (1895), En la aldea (1895), Selva virgen (1896?), La epopeya
del morro (1899), El canto del siglo (1901), Alma América (1906), Fiat
Lux (1908), Primicias de oro de Indias (1934), Oro de Indias (1940-1941). Su vida
fue muy novelesca y aventurera, ligada a la de los dictadores y caudillos
latinoamericanos de su tiempo. Durante el Oncenio de Leguía sostuvo una
polémica pública con el joven escritor Edwin Elmore, a quien en un arranque de
ira asesinó disparándole a quemarropa. Tras sufrir un breve encierro, partió hacia
Chile, donde murió asesinado a manos de un esquizofrénico.

Leonidas Yerovi.

Dentro del modernismo peruano también debemos destacar a los siguientes


poetas:

 Leonidas Yerovi (1881-1917), poeta y dramaturgo festivo, nacido en Lima.


Murió asesinado frente al local del diario La Prensa de Lima, a manos de un
ciudadano chileno. A pesar de su prematura muerte, cuando aún no había
cumplido los 36 años de edad, dejó una notable producción poética en la que
“mezclaba el léxico y las formas modernistas con la sal y la picardía criollas”.
(Tamayo Vargas). Se puede decir que fue el vulgarizador del modernismo, el
que lo llevó a las clases populares. También es autor de una muy celebrada
obra teatral que le convierte en una de las figuras cumbres de la dramaturgia
peruana de comienzos del siglo XX.
 Alberto Ureta (1885-1965), poeta y catedrático, autor de poemas de tono
reflexivo y melancólico. Obras: Rumor de almas (1911), El dolor
pensativo (1917). Posteriormente publicó: Las tiendas del
desierto (1933), Diario íntimo (1933) y Elegías de la cabeza loca (1937). Fue
también un diplomático divulgador de la cultura peruana.
 Enrique Bustamante y Ballivián (1883-1937), poeta limeño, uno de los más
finos e intelectuales del Perú, a decir de Luis Alberto Sánchez. Fue amigo y
compañero de Abraham Valdelomar, sobre quien ejerció gran influencia.
Aunque se formó bajo el modernismo, mantuvo sin embargo una personalidad
poética alejada de compromisos colectivos. Su poemario Antipoemas (1926)
constituye una transición hacia el vanguardismo.
 Felipe Sassone (1884-1959), poeta limeño, autor de una poesía hedonista,
musical y plástica. Obras principales: La canción del bohemio, La espuma de
Afrodita, Vórtice de amor. También se dedicó al teatro, y entre las muchas
piezas que escribió, figuran las siguientes: A campo traviesa, La señorita está
loca y Volver a vivir.
 José Fiansón (1870-1952), poeta limeño, que, a decir del crítico Manuel
Beltroy, fue el exponente más avanzado del modernismo en el Perú. Su
poema Foederis Arca es considerado como uno de los mejores, sino el mejor,
del modernismo peruano. En sus últimos años se estableció en Chosica, a la
que cantó en versos eglógicos. Su fecunda obra se halla dispersa.
Una importante rama del modernismo peruano fue la llamada Generación del
900, conocida también como la generación “arielista” (llamada así por inspirarse
en las ideas del escritor uruguayo Enrique Rodó, el autor de Ariel, que abogaba
por la europeización de Hispanoamérica y la formación de elites intelectuales que
se encargaran de su dirección). Sus miembros manejaban una prosa elegante y
ahondaban particularmente en las raíces de la historia nacional, con tendencias
hacia el idealismo (Tamayo Vargas). Fueron sus principales representantes:

 José de la Riva Agüero y Osma


 Francisco García Calderón Rey
 Ventura García Calderón
 Víctor Andrés Belaúnde
 José Gálvez Barrenechea
En ese ambiente impregnado de modernismo surgió una figura insular: José
María Eguren (1872-1942), poeta limeño que abrió el camino de la innovación en
la poesía peruana con sus libros La canción de las figuras (1916)
y Simbólicas (1911), próximos al simbolismo y que reflejaban su mundo interior
mediante imágenes oníricas, con las que reacciona contra la retórica y el
formalismo modernistas.
Vanguardismo[editar]

Vallejo, modernista en Los Heraldos Negros y vanguardista en Trilce.


Hasta 1920 el modernismo era la tendencia dominante en el cuento y la poesía,
pero desde 1915 la vanguardia literaria hizo tímidamente su entrada en la musa
nacional. César Vallejo, con sus obras fuertemente innovadoras en el lenguaje
centradas en la angustia y en la condición humana, pertenece a este período, en
el que también aparecieron los poetas Alberto Hidalgo, Alberto Guillén, Xavier
Abril, Carlos Oquendo de Amat, Luis Valle Goicochea, Magda Portal y
los surrealistas César Moro y Emilio Adolfo Westphalen.
El escritor más importante del momento es Abraham Valdelomar, quien en su
breve vida cultivó el cuento, la novela, el teatro, la poesía, el periodismo y el
ensayo. Sobresalen sobre todo sus relatos, que narran con bastante ternura
historias de las ciudades provincianas y, en menor medida, de Limao
cosmopolitas. En 1916 fundó la revista Colónida que agrupó a varios jóvenes
escritores y que, a pesar de su breve existencia (se publicaron solo cuatro
números), abrió el camino para la entrada de nuevos movimientos como la
vanguardia en la literatura peruana.
Otros autores, que junto con Valdelomar inauguran el cuento en el Perú
fueron Clemente Palma, que escribió relatos decadentes, psicológicos y de terror,
influido por el realismo ruso y por Edgar Allan Poe; y Ventura García Calderón,
quien mayormente escribió cuentos exóticos sobre el Perú. También se
encuentran Manuel Beingolea, Manuel Moncloa y Covarrubias, Cloamón, y Fausto
Gastañeta.
En el teatro, con escasas obras de valor en este período, figuran las comedias del
poeta festivo Leonidas Yerovi y, posteriormente, las obras de denuncia social y
cariz político de César Vallejo, que pasaron mucho tiempo antes de ser
publicadas o representadas. Ya en los años 1940 la influencia tardía del
modernismo y del teatro poético se reflejará en las obras de Juan Ríos, a las que
se les ha criticado su excesiva retórica poética, generalmente ambientadas en
tiempos remotos o en leyendas y que buscan ser un referente general del
hombre.
Indigenismo[editar]
En el Perú el tema principal de la literatura indigenista era el indio, cuyo
predominio en la literatura se había iniciado en los años 1920 y 1930, primero con
los cuentos de Enrique López Albújar y más tarde con las novelas de Ciro
Alegría: La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo es
ancho y ajeno (1941). Así empezó la interesante controversia sobre indigenismo e
indianismo, vale decir, sobre la cuestión de que no sean los mismos indios
quienes escriban sobre su problemática. Esta corriente literaria alcanzó su
máxima expresión en la obra de José María Arguedas, autor de Agua, Yawar
Fiesta, Diamantes y pedernales, Los ríos profundos, El Sexto, La agonía de Rasu
Ñiti, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo, y quien debido a
su contacto con los indígenas en la infancia, pudo asimilar como propias su
concepción del mundo y experiencias.
Generación del 50[editar]
La modernización de la narrativa peruana comienza con la Generación del 50,
enmarcada políticamente con el golpe del general Manuel A. Odría en 1948 y las
elecciones de 1950 en las que se autoelige presidente. Durante la década anterior
había comenzado un movimiento migratorio del campo a la ciudad
(preferentemente a la capital), que durante los años cincuenta se potencializa al
máximo y resulta en la formación de barriadas y pueblos jóvenes, la aparición de
sujetos marginales y desplazados socialmente. La literatura producida en este
período estuvo influida notablemente por las vanguardias europeas; en particular,
el llamado modernismo anglosajónde Joyce y en el ambiente norteamericano la
obra novelística de Faulkner y la Generación Perdida. También influyó
notablemente la literatura fantástica de Borges y Kafka. A esta generación
pertenecen Julio Ramón Ribeyro, Carlos Eduardo Zavaleta, Eleodoro Vargas
Vicuña, Mario Vargas Llosa, entre otros.
La Generación del 50 es un momento en el que la narrativa se vincula de forma
muy fuerte con el tema del desarrollo urbano, la experiencia de la migración
andina hacia Lima (un incremento drástico de la población a partir de finales de la
década del 40). Muy relacionada con el cine neorrealista italiano, retrata la urbe
cambiante, la aparición de personajes marginales y problemáticos. Entre los
narradores más representativos resaltan Ribeyro con Los gallinazos sin
plumas (1955); Enrique Congrains con las novelas Lima, hora cero (1954) y No
una, sino muchas muertes (1957); Luis Loayza, cuya obra es obra es breve y
poco conocida; y Vargas Llosa, quien a fines de la década del 50 empezó a
publicar sus cuentos, aunque sus magistrales novelas aparecerán a partir de la
década de 1960.
Junto a los narradores, surge un grupo de poetas entre los que se
destacan Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Carlos Germán
Belli, Francisco Bendezú, Juan Gonzalo Rose, Pablo Guevara. Estos poetas
comenzaron a publicar su obra a partir de fines del 40, tal es el caso de
Romualdo, luego lo harían Rose, Delgado, Bendezú, Belli. Guevara. Además, a
este grupo lo unían no solo las relaciones personales, sino también la ideología,
el marxismo y el existencialismo. Los poemas que escribieron adoptaron, desde
una visión general, un tono protestatario y de compromiso social. Por ello, se
reconoce al poema A otra cosa de Romualdo en el arte poética de la generación
del cincuenta.
Esta generación reivindicó a César Vallejo como paradigma estético y asumió el
pensamiento de José Carlos Mariátegui en calidad de guía intelectual. Los
poetas Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo
Eielson, Antenor Samaniego, Blanca Varela, fueron conocidos como el
grupo neovanguardista, que comenzó a publicar a fines de los años treinta (tal es
el caso de Sologuren, luego vendrían los poemas de Salazar Bondy, Samaniego,
Eielson, Varela). Mantuvieron relaciones personales en la revista Mar del Sur,
dirigida por Aurelio Miró Quesada, de clara tendencia conservadora; y designaron
a Emilio Adolfo Westphalen como guía poético. A esta situación histórico -
literaria, habría que añadir el grupo de los llamados Poetas del pueblo, vinculados
al partido aprista fundado por Victor Raúl Haya de la Torre, integrado por Gustavo
Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián, Ignacio Campos, Ricardo Tello, Julio
Garrido Malaver, quienes reivindicaron como paradigma poético a Vallejo.
Durante ese decenio y el siguiente el teatro experimenta un período de
renovación, inicialmente con las piezas de Salazar Bondy (generalmente
comedias de contenido social) y más tarde con Juan Rivera Saavedra, con obras
de fuerte denuncia social, influidas por el expresionismo y el teatro del absurdo.
Durante estos años se dejará sentir con fuerza la influencia de Bertolt Brecht entre
los dramaturgos.
Generación del 60[editar]
La Generación del 60 en poesía tuvo a representantes del calibre de Luis
Hernández, Javier Heraud y Antonio Cisneros, Premio Casa de las Américas.
Merecen citarse también César Calvo, Rodolfo Hinostroza y Marco Martos. Cabe
señalar que Heraud fue el verdadero paradigma generacional, vinculado a la
doctrina marxista y a la militancia política, mientras que Hernández y Cisneros,
no. Como es fácil advertir, los coetáneos no constituyen movimiento generacional.
A esta generación pertenecen los narradores Oswaldo Reynoso, Miguel
Gutiérrez, Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera, Alfredo Bryce
Echenique y Edgardo Rivera Martínez.

Mario Vargas Llosa en el acto fundacional de Unión Progreso y Democracia.

La narrativa y la poesía peruanas de fines de la década de 1960 no tuvieron tanto


un carácter generacional como ideológico: la literatura era vista como un medio,
un instrumento para crear una conciencia de clase. Eran los años del auge de
la revolución en Cuba y en el Perú la mayoría de intelectuales ansiaban una
revolución marxista que rompiera el viejo orden oligárquico y feudal. Algunos
escritores aspiraban a un proceso como el cubano (Heraud, por ejemplo, murió en
mayo de 1963 en la selva peruana, integrando una columna que pensaba lanzar
la lucha guerrillera), mientras que otros tenían sus propios modelos. En este
periodo de intenso compromiso social al escritor le queda poco espacio para el
compromiso con su propia obra. A fines de esta década surge el Grupo Narración,
influido por el maoísmo y liderado por Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso,
sumandose tambien Antonio Galvez Ronceros y Augusto Higa, quienes editaron
una revista con el mismo nombre, aunque tenían pensando llamarla Agua,
evocando a José María Arguedas y las tensiones sociales que muestra el libro de
ese título.
Generación del 70[editar]
Las primeras expresiones con características propias, de lo que se denominaría
después Generación del 70, surgieron a fines de los años 60 con autores como
Manuel Morales (1943-2007), autor de la plaqueta Peicen Bool (1968) y Poemas
de entrecasa (1969);4 y Abelardo Sánchez León(Poemas y ventanas cerradas,
1969) que experimentaron con el coloquialismo popular.
Una de las primeras revistas que acogerá a las nuevas voces será Estación
Reunida, en la que publican José Rosas Ribeyro, Patrick Rosas, Elqui
Burgos, Tulio Mora, Óscar Málaga y otros. En 1963 irrumpió al escenario poético
el movimiento de ruptura Gleba Literaria en los claustros de letras de la
Universidad Federico Villarreal, siendo una voz contestataria del momento político
que vivía el país. Pero será con la aparición del movimiento Hora Zero y su revista
homónima, en 1970, que esta generación sentará presencia en la escena cultural
peruana. Lo fundaron Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel, estudiantes de
la Universidad Nacional Federico Villarreal, y a sus filas también
pertenecieron Enrique Verástegui, Carmen Ollé, Jorge Nájar, Mario Luna y
Feliciano Mejía. Este último se alejaría definitivamente de Hora Zero en 1972.
Los primeros escritores galardonados con el importante premio Poeta Joven del
Perú fueron José Watanabe (1945-2007), (Álbum de familia) y Antonio
Cillóniz (Después de caminar cierto tiempo hacia el Este), que lo compartieron en
1970.5
Además del coloquialismo popular como expresión poética, a la Generación del
70 también le caracterizará por su ruptura con la tradición literaria peruana
anterior a ella y su radicalismo ideológico de izquierda, como prueba de lo citado,
se halla la ratificación por mayoría generacional a tal compromiso literario, en el
Congreso de Poetas celebrado en la ciudad de Jauja en abril de 1970. También a
raíz de la supuesta falta de compromiso social de los anteriores poetas, se
producen altercados entre Pimentel, uno de los líderes de Hora Zero, y el
consagrado Antonio Cisneros, que desembocan en un curioso reto de Pimentel a
Cisneros a un duelo poético (declamar ambos ante un público casual para que
espontáneamente los circunstantes determinen al vencedor). Cisneros respondió
jocosamente: "Han empezado con el pie derecho, camaradas. Ahora falta que
escriban con la mano...".
Otra expresión importante de esta generación es el surgimiento de los poetas
mágicos, neovanguardistas que retoman los experimentos dadaístas con César
Toro Montalvo, Omar Aramayo, José Luis Ayala. La poesía de protesta social
tendrá un destacado cultor en Cesareo Martínez. Fuera de los grupos destacan
otras voces como la de Vladimir Herrera.
A partir de 1974 se produce un segundo momento en la Generación del 70 que se
expresará en las páginas de revistas de muy limitada circulación como La Tortuga
Ecuestre, Cronopios, Literatura, Auki, Tallo de Habas y algunas otras. Sus poetas,
en alguna forma, tratan de tomar cierta distancia del coloquialismo característico
de la primera etapa y se entregan más al cuidadoso cultivo de la forma. En este
segundo momento aparecen, entre otras, las voces de Mario Montalbetti, Juan
Carlos Lázaro, Carlos López Degregori, Luis La Hoz, Enrique Sánchez
Hernani, Bernardo Rafael Álvarez, Armando Arteaga, Alfonso Cisneros Cox, Jorge
Luis Roncal, Gustavo Armijos.
De otro lado, con la publicación póstuma de un puñado de poemas de María
Emilia Cornejo en la revista Eros, la poesía escrita por mujeres en el Perú
inaugura un nuevo lenguaje, una nueva expresión de la problemática femenina.
Destacarán la ya citada Carmen Ollé, Sonia Luz Carrillo, Rosina Valcárcel, Rosa
Natalia Carbonell, entre otras.
Si bien la del 70 fue una generación fundamentalmente poética, no estuvo exenta
de narradores. En los años iniciales de agitación literaria, al influjo de las modas
importandas de la contracultura y los hippies, su narrador más visible
fue Fernando Ampuero, quien con el tiempo desarrollará una importante y
sostenida obra cuentística, novelística y periodística. Con menos atención de los
medios, pero con obras no menos importantes, a esta generación también
pertenecen los narradores Óscar Colchado, Cronwell Jara, Maynor Freyre, Zein
Zorrilla, Luis Nieto Degregori, Enrique Rosas Paravicino.
En el teatro hace irrupción la creación colectiva frente a las obras de autor. El
movimiento fue liderado por varios grupos teatrales surgidos en estos años, entre
los que descollan Cuatrotablas, encabezado por Mario Delgado, y Yuyachkani,
por Miguel Rubio Zapata, ambos creados en 1971.
Merece destacarse la labor poética y la perseverancia, desde las provincias, de
Alberto Alarcón, Houdini Guerrero, Emilio Saldarriaga, Segundo Cansino, Carmen
Arrese, entre otros. En Arequipa, las revistas Ómnibus y Macho Cabrío marcaron
una época. El grupo de poetas vinculado a la Universidad San Agustín (Oswaldo
Chanove, Alonso Ruiz Rosas, entre otros) fue muy activo.
Décadas de 1980 y 1990[editar]
Con la década de 1980 viene el desencanto, el pesimismo: la llegada de una
revolución comunista deja de ser una utopía, pero ya no se la espera con ilusión,
es casi una amenaza. Es tiempo de la perestroika y los últimos años de la guerra
fría. Además, la crisis económica, la violencia terrorista y el deterioro de las
condiciones de vida en una Lima caótica y superpoblada contribuyeron al
desánimo colectivo. En narrativa aparecen los primeros libros de cuentos
de Alfredo Pita, Y de pronto anochece; de Guillermo Niño de Guzmán, Caballos
de medianoche; y de Alonso Cueto, Las batallas del pasado, autores estos cuya
obra literaria se desarrollará plenamente en años posteriores. Asimismo, en los
ochenta, aparecen las dos primeras novelas de Aída Balta Campbell: Sodoma
Santos y Gomorra y El legado de Caín. En 1990 aparece en España y con escasa
circulación en el Perú un libro de cuentos de Pita que lleva un título negro como la
década que se cerraba en su país: Morituri.
En poesía, surgen movimientos marginales, que ahondan la vertiente rebelde de
la década anterior, como el Kloaka, liderado por Roger Santiváñez. Fundado
hacia el final de 1982, editó una autoantología con motivo de su disolución: La
última cena (1987). En contraste con las propuestas colectivas de aliento
neovanguardistas (en general, de ruptura con el sistema político y el estético),
surgen individualidades notables vinculadas en su orígenes con estos, pero que
rápidamente transitan a una poesía serena, de ritmos equilibrados y que se nutre
de tradiciones artísticas fuertemente codificadas. El caso más notable es el
de José Watanabe, cuya mejor obra corresponde a este decenio y que será
revalorada en el nuevo siglo. Otros poetas notables dentro de esta apuesta
individualizadora de vertiente tradicional fueron Eduardo Chirinos y Magdalena
Chocano. En el mismo decenio afloran también los primeros y diversificados
movimientos de poesía de mujeres. Están la línea feminista, dentro de la cual se
destacan Carmen Ollé, Giovanna Pollarollo y Rocío Silva Santisteban, y otra más
lírica, donde sobresale Rossella Di Paolo, además del intimismo irónico de Milka
Rabasa. Cabe mencionar también a Patricia Alba, Mary Soto, Mariela Dreyfus y
Dalmacia Ruiz-Rosas.
En la década de 1990, aparece una tendencia individualista que ahonda en la
intención estética. En poesía donde surgen dos grupos importantes: Noble
Katerba y Neón. En la narrativa, la fórmula que se impone es la
denominada joven-urbano-marginal. En este campo, además de Jaime Bayly, que
tiene preferencia por lo sensacionalista, sobresalen Óscar Malca con Al final de la
calle (1993), Sergio Galarza con Matacabros (1996), Rilo
con Contraeltráfico (1997), autores que cultivan el realismo sucio.
Por otra parte, aparecen algunos escritores que cultivan el esteticismo y cuya
obra escapa a los moldes de su generación, entre ellos Iván Thays, con Las
fotografías de Francés Farmer, y Patricia De Souza, con Cuando llegue la noche.
En poesía destacan Montserrat Álvarez con Zona dark (1991), Xavier Echarri
con Las quebradas experiencias(1993), Domingo de Ramos con Ósmosis (1996),
Doris Moromisato, Odi González, Ana Varela, Leoncio Luque, Rodrigo Quijano,
Jorge Frisancho, Ericka Ghersi con "Zenobia y el Anciano" (1994), Rafael
Espinosa, entre otros antologados en la polémica antología Poesía peruana siglo
XX (2000) de Ricardo González Vigil (Universidad Católica).
Hacia el 2000, como señala Vigil en el tomo 14, Literatura, de la a Enciclopedia
Temática del Perú de El Comercio, muestran un trabajo poético importante
Lorenzo Helguero, Miguel Ildefonso, Selenco Vega, José Carlos Yrigoyen, Alberto
Valdivia Baselli, Rubén Quiroz, entre otros. En el campo dramático descollan
Enrique Mávila y Mariana de Althaus, que se han caracterizado por la asimilación
de diferentes tendencias teatrales contemporáneas. Y en el campo de la narrativa
breve es singular la obra Fábulas y antifábulas, de César Silva Santisteban.
Simultáneamente, dos escritores del grupo Narración alcanzan su madurez
durante este decenio: Oswaldo Reynoso y Miguel Gutiérrez, quienes regresan al
Perú luego de una larga estadía en la China comunista, que los desengaña de
sus aventuras políticas juveniles. Reynoso, autor del memorable libro de
cuentos Los inocentes, pública sucesivamente la nouvelle En busca de Aladino y
la novela Los eunucos inmortales, obras de prosa musical en las que se descarta
el ideal de la lucha social de clase por la búsqueda de una utopía de belleza
juvenil que resulte, no obstante, justiciera con los humildes. Gutiérrez, por su lado,
sorprende a los lectores con una novela de más de mil páginas, La violencia del
tiempo, saga familiar de la familia Villar, que se inicia con el primer Villar, desertor
del ejército español que combatió contra los patriotas en la guerra de
independencia, y termina con Martín Villar, narrador de la novela, que en los años
sesenta ha optado por ser un profesor rural, tras estudiar en la oligárquica
Universidad Católica. Novela histórica, de crecimiento, ensayo de crítica social y
de interpretación histórica, La violencia del tiempo acusa el influjo de los grandes
narradores latinoamericanos del siglo XX (Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Gabriel
García Márquez y Mario Vargas Llosa), así como de los maestros de la novela del
siglo XIX, en especial de Balzac, cuyo intenso y torvo cronicón de familia, La
comedia humana, evoca con maestría singular.
Siglo XXI[editar]

Santiago Roncagliolo firmando un autógrafo.

Con el cambio de siglo y en los primeros años de la década varios de los premios
internacionales más importantes son entregados a escritores peruanos, algunos
de ellos desconocidos hasta ese momento en el extranjero. A partir de ello, se
plantea la posibilidad de un relanzamiento internacional de nuestras letras, las
que habían menguado en presencia exterior durante las dos últimas décadas del
siglo XX. De hecho, este repunte de las letras peruanas empieza en 1999, cuando
la novela El cazador ausente, de Alfredo Pita, gana el premio Las dos orillas,
concedido por el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón (España). El libro de
Pita fue de inmediato traducido y publicado en cinco países europeos. Tres años
después, en 2002, un narrador ya consagrado, Alfredo Bryce Echenique, obtiene
el Planeta con El huerto de mi amada, otorgado por la editorial homónima, la más
poderosa de España y una de las mayores del mundo. El año siguiente, Pudor,
segunda novela de Santiago Roncagliolo, queda entre las cuatro finalistas del
Herralde y es luego publicada por Alfaguara en 2004 con una audaz operación de
márketing. En 2005, Jaime Bayly, criticado por sus detractores por emplear la
narrativa como complemento de su celebridad televisiva, es único finalista
del Planeta. Ese mismo año Alonso Cueto logra el Herralde con La hora azul ; al
siguiente Roncagliolo, con Abril rojo, obtiene el premio de novela otorgado por su
casa editora y al subsiguiente la novela El susurro de la mujer ballena, de Cueto,
queda finalista en la primera edición del Premio Planeta-Casa de América. Iván
Thays, que ya había sido finalista del Rómulo Gallegos 2001, queda entre los
finalistas del Herralde 2008 con Un lugar llamado Oreja de Perro. El escritor
peruano-estadounidense Daniel Alarcón fue considerado uno de los escritores
más importante de la última generación en la literatura estadounidense, en
tanto Carlos Yushimito y Roncagliolo fueron considerados entre los 22 escritores
menores de 35 más importantes en español. Finalmente, el Nobel de Literatura es
entregado a Vargas Llosa en año 2010. En esta secuencia de acontecimientos
puede, ciertamente, rastrearse la incorporación de numerosa literatura peruana al
flujo de la circulación de las letras españolas en el mundo globalizado.
Mientras algunos en el Perú se congratulan de este fenónomeno, otros lo critican
argumentando que la internacionalización de estos escritores y su premiación
debe entenderse no por criterios estrictamente literarios sino por la ampliación del
mercado literario internacional en español dentro de ciertos parámetros que
estimula el consumo de productos muy reconocibles. Desde esta perspectiva, las
trasnacionales de la literatura, que en los primeros años del siglo XXI asientan sus
filiales en Lima, estarían exigiendo a los escritores mejor conectados con el
mercado editorial una mayor profesionalización, pero orientada a satisfacer los
estándares de una producción de formatos transnacionales preestablecidos, que
se riñen con la originalidad. En este nuevo perfil profesional se pueden entender
las novela de Jeremías Gamboa, Contarlo todo, y Renato Cisneros, La distancia
que nos separa. También novelas últimas relacionadas con los temas de la crítica
a la corrupción post conflicto armado como La procesión infinita de Diego Trelles
Paz y La sinfonía de la destrucción de Pedro Novoa así como obras de corte
fantástico como El fuego de las multitudes de Alexis Iparraguirre
En paralelo al resurgimiento internacional y al reconocimiento de autores como los
mencionados, en Perú en los últimos años también se desarrolla, como parte de
la dinámica propia de un país multicultural, un proceso literario protagonizado por
autores que sitúan su obra en los linderos de la cultura andina, rescatándola como
forma artística producto de la especificidad de la nación peruana y su drama. Los
escritores de esta tendencia reclaman, por un lado, la herencia de la obra de José
María Arguedas y, por otro, denuncian la discriminación por parte de críticos y
medios de comunicación de orientación "criolla", o culturalmente más afines con
el sistema económico globalizado, que rige la administración de los llamados
"bienes culturales". La disputa entre "andinos" y criollos se hizo patente a raíz de
una serie de artículos agresivos publicados por ambos bandos luego de una
primera descalificación mutua cuando se vieron las caras en un congreso de
escritores peruanos en Madrid. Como consecuencia de la disputa pública, ganó
visibilidad una nueva generación de escritores provincianos que continúa, en
clave contemporánea e incluso posmoderna, la narrativa indigenista (y
regionalista) de los años 40 (en particular surgen lazos con Alegría y Arguedas),
con la obra de Manuel Scorza y con la narrativa regionalista y de ruptura de los
años 70 (Eleodoro Vargas Vicuña, Carlos Eduardo Zavaleta, Edgardo Rivera
Martínez, el grupo Narración. Se privilegia una reconstrucción del pasado a través
de un proceso de ficcionalización de la historia, retomando un punto explotado por
la nueva narrativa hispanoamericana y el boom. Así, si no son los primeros, son
los que más ahondan en el tratamiento literario del proceso de la guerra interna
(1980-1993). Un libro que ha contado con el elogio merecido de la crítica ha
sido Retablo de Julián Pérez. La inserción en el mercado literario nacional de
estos escritores es, además, distinta a los narradores capitalinos, ya que la
difusión de sus obras se realiza principalmente en provincias y a través de formas
alternativas (ferias regionales, conciertos folclóricos, periódicos o revistas de tiraje
limitado). Fuertemente marcados por la oralidad y tradiciones andinas, los
nombres más conocidos, además de Óscar Colchado, son Dante Castro
Arrasco, Félix Huamán Cabrera y Zein Zorrilla.
Es importante señalar, asimismo, el significativo crecimiento que ha
experimentado el mercado editorial peruano en la primera década del siglo XXI,
debido a la reducción de costos que ha significado la introducción de tecnología
digital en el ámbito editorial, la vigencia de la Ley del Libro y el impulso del Plan
Lector de Ministerio de Educación. Por un lado, han aparecido diversas editoriales
independientes como Estruendomudo, Matalamanga, Atalaya Editores, Sarita
Cartonera, Bizarro, Borrador Editores, [sic] libros, Mundo Ajeno, Tranvías, Lustra,
Mesa Redonda, Casatomada, Editorial Arkabas, Gaviota Azul Editores, entre
otras. Estas casas impulsaron la creación de la Alianza Peruana de Editores,
gremio independiente afiliado a un movimiento global por la defensa de
la bibliodiversidad. Entre las nuevas editoriales Estruendomudo, en especial, es
responsable de la aparición y difusión de nuevos narradores elogiados por la
crítica. Por el otro, uno de los mayores grupos del mundo de habla
hispana, Planeta, inauguró en 2006 su filial en el Perú, dando un ulterior impulso a
un mercado en el que ya operaban otros dos grandes grupos
internacionales: Santillana (España) y Norma (Colombia); desgraciadamente, este
último abandonó la ficción. Este pequeño boom editorial ha permitido que un
número elevado de escritores nuevos publique sus primeros trabajos durante esta
década, especialmente escritores jóvenes nacidos en la década de los 70's.

Premios Nobel[editar]
Premios Nobel

Escritor Año Imagen Cita Alma Máter

«por su
cartografía de las
estructuras de
poder y sus
Mario
imágenes Universidad
Vargas 2010
mordaces de la Nacional
Llosa
resistencia del Mayor de San
individuo, la Marcos
rebelión y la
derrota».6

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ A este Molina se le atribuye una Relación de cosas acaecidas en el
Perú, pero actualmente se cree que el autor de esta obra fue en realidad el
clérigo Bartolomé Segovia. Ver: Las Crónicas de los Molinas.
2. Volver arriba↑ Reivindicando a Molina, el cronista. Libros peruanos. Consultado el
10 de noviembre de 2012.
3. Volver arriba↑ Miró Quesada, Aurelio: El Inca Garcilaso, ejemplo de síntesis.
Artículo reproducido en Historia General de los Peruanos, tomo 2, 1973, pp. 457-
461.
4. Volver arriba↑ Falleció el poeta Manuel Morales, revista Cultura a Diario,
21.08.2008; consultado el 01.08.2014
5. Volver arriba↑ Sección 'Premios' en la página de Cillóniz, s/f; consultado el
01.08.2014
6. Volver arriba↑ «The Nobel Prize in Literature 2010». Fundación Nobel.
Consultado el 21 de octubre de 2010.
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Descubrimiento y la Conquista (1987); Tomo 3: Cronistas de las guerras
civiles, así como el levantamiento de Manco Inca y el de Don Lope de Aguirre
llamado "la ira de Dios" (1989); Tomo 4: Cronistas del Perú Antiguo; Tomo
5: Cronistas que describen la Colonia: Las relaciones geográficas. La
extirpación de idolatrías (1990); Tomo 6: Cronistas Indios y Mestizos I (1991);
Tomo 7: Cronistas Indios y Mestizos II: Felipe Guamán Poma de
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gobierno. 1615/1616. København, Det Kongelige Bibliotek, GKS 2232 4°.
Facsímil del manuscrito autógrafo, transcripción anotada, documentos y otros
recursos digitales.
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 "Leyes de Indias. Libro primero". En: Archivo digital de la Legislación en el
Perú. Congreso de la República del Perú.

5 EJEMPLOS DE
GÉNEROS LITERARIOS
Géneros literarios

Se llama géneros literarios a un conjunto de categorías o denominaciones


en que pueden clasificarse los textos que componen la Literatura,
atendiendo tanto a su estructura como a su contenido específico.

Se trata de un horizonte de expectativas previo a la obra misma, es decir,


de un acuerdo dado y anterior a la hechura de cada obra respecto al modo en que
ésta debe ser leída, qué se debe esperar de ella, cuáles deben ser sus características
fundamentales, etc.

Si bien los géneros literarios son categorías variables en el tiempo y que


responden al modo en que se hace literatura en un instante determinado de la
historia, hoy en día se reconoce tres grandes géneros definidos:

 La narrativa. Caracterizado por la elaboración directa o indirecta de un relato o una


serie de relatos, en boca de un narrador singular y determinado. Comprende los
subgéneros del cuento, la novela, la crónica y la microficción.
 La poesía. Caracterizado por la libertad de aproximación subjetiva del mundo, así
como por la elaboración metafórica o enigmática de un lenguaje propio para
describirlo. Esto no implica la necesidad (ni la ausencia de) rimas, versificaciones o
estrategias métricas de algún tipo. Las formas de la poesía en la actualidad son tan
variadas como el romance, la copla, el haikú, las esquelas o lo que al poeta se le
ocurra. La única clasificación que parece sostener su vigencia en el tiempo es la de
poesía en verso y poesía en prosa, de acuerdo al modo en que ésta expresa sus
contenidos.
 La dramaturgia. La escritura teatral, pensada o no para una posterior
representación en teatro, forma el tercer género literario contemporáneo
caracterizado por la elaboración de un relato con uno o varios personajes, sin
ningún tipo de narrador y escenificado en un presente ficcional.
Y dependiendo de la clasificación, muchas veces también se refiere un cuarto
género literario:

 El ensayo. Consiste en un abordaje libre, subjetivo y didáctico de una materia


cualquiera, es decir, de una reflexión y exposición de un punto de vista respecto a
algo elegido por el autor, sin otros ánimos que el libre discurrir: el gusto de pensar
libremente al respecto y obtener propias conclusiones.

Historia de los géneros literarios

El primer intento por clasificar las obras artísticas de la palabra fue llevada a cabo
por el filósofo griego Aristóteles en su Poética (IV a.C.) y comprendía los siguientes
géneros, padres de los que conocemos en la actualidad:

 La épica. Equiparable a la narrativa, ofrecía una reelaboración de los hechos


míticos o legendarios del pasado fundacional de la cultura (como la Guerra de
Troya, en el caso de la Ilíada de Homero), encarnados en el estilo de un narrador,
aunque echando mano a la descripción y los diálogos. En su momento era cantada
por los rapsodas.
 La lírica. Equivalente más o menos a la poesía actual, aunque estuviera muy cerca
del canto también y de la canción. Se suponía que en este género el autor
componía versos para expresar en un lenguaje propio su emotividad, su
subjetividad y las apreciaciones que tenía respecto a un tema que le inspirara.
 La dramática. Básicamente se trataba de la escritura teatral, que jugaba un rol
fundamental en la cultura de los antiguos griegos, para la formación emocional y
ética de sus ciudadanos. En su mayoría representaba mitos y relatos de origen
religioso (mitológico), y se dividía en dos grandes vertientes: la tragedia y la
comedia.

Ejemplos de géneros literarios

1. Poesía (en verso): “15”, de Pablo Neruda


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía

Me gustas cuando callas y estás como distante


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo
Eres como la noche, callada y constelada
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo

Me gustas cuando callas porque estás como ausente


Distante y dolorosa como si hubieras muerto
Una palabra entonces, una sonrisa, bastan
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

2. Narrativa (microrrelato): “El dinosaurio” de Augusto Monterroso

Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí.

3. Dramaturgia: “Venecia” de Jorge Accame (Fragmento)

MARTA.- Ah. Claro, como la señora se levanta clientes con plata y desaparece por
varios días…
GRACIELA.- ¿Qué querés decir?

MARTA.- Eso, nomás. Que la señora no tiene clientes, tiene novios.

GRACIELA.- ¿Y eso a vos qué te importa? Yo aporto guita igual ¿o no?

RITA.- (A Marta) Dejala tranquila. A su edad vos hacías lo mismo.

MARTA.- ¡A su edad, a su edad! ¿Y qué te metés vos, si yo estoy hablando con ella?

CHATO.- (A Graciela) Graciela, ¿vamos?

GRACIELA.- Dejame, boludo, ¿no ves que estoy peleando? (A Marta) ¿Qué tenés
en contra mío?

(…)

4. Narrativa (cuento): “Felicidad clandestina” de Clarice Lispector (Fragmento)

Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento.
Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como
si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos
bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas
le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.

No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños,


en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del
padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus
puentes más que vistos (…)

5. Poesía (en prosa): “21” de Oliverio Girondo


Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se
te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.

Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas
alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al
espesor de tu retrato.

Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo
irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los
habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.

Fuente: http://www.ejemplos.co/5-ejemplos-de-generos-literarios/#ixzz59j6OPebS

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