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CAPITULO I

LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL

Las ideas precursoras. Von Henting. Mendelshon y la “victimidad”.

Cuando Von Henting trata específicamente de la estafa divide a las víctimas en


resistentes y cooperadoras. Observando con la lente actual, el estudio aparece como
premonitorio respecto de muchas de sus conclusiones. Fundamentalmente porque va
más allá de la victimología, que se limita a las relaciones entre individuos por hechos
penales que lesionan simplemente la norma. Se refiere, por ejemplo, al caso de alta
traición en que la víctima no es ser humano sino la propia comunidad.

El vocablo “victimología” fue acuñado por el israelí Beniamin Mendelshon. Que venía
trabajando en la década del 40 en estos temas y que lo sigue hacienda entusiastamente
hasta nuestros días. Antes de apuntar algunos de los hitos de su pensamiento, sera
preciso reponer entre nosotros su figura, ya que fue duramente criticado por Jiménez de
Asúa en su momento. Decía el professor español –mi inolvidable maestro- que
Medelshon se había atribuido la calidad de creador o fundador de la disceplina y no
podia ignorer en modo alguno que Von Henting había hablado antes de ella.

Desde un principio el investigador israelí definió a la victimología como “la ciencia


sobre víctimas y victinidad” e indicó: “Entendemos el término «victimidad» como un
concepto general, un fenómeno específico común que caracteriza todas las categorías de
víctimas cualquiera que se la causa de su situación. De esa manera, la victimología
satisface por complete las necesidades de la sociedad, y su definición como ciencia de
las víctimas resulta ser la más adecuada: pore so deberá tomar en consideración todos
los fenómenos que provocan la existencia de víctimas, en la medida en que tienen
alguna relación con la sociedad”.
Y agrega seguidamente: “Si limitamos la Victimología únicamente a un factor –el
delictivo- la denominación «victimología», o sea, la ciencia sobre las víctimas, ya no
corresponderá al concepto de víctimas en general…”

El concepto de víctima adquiere en Mendelshon un ámbito amplísimo, tanto más cuanto


que Mendelshon la estructura refiriéndola a la personalidad del individuo, en cuanto
ésta y aquél se encuentren afectados por las consecuencias del sufrimiento debido a
factores de origen muy diverso: físico, psíquico, politico, social, así como por el
ambiente natural o técnico: “cualquier maquinaria en acción o energía en movimiento”.

De ahí que toda vez que mencione el término “victimidad” o “actitud victimal” lo
opongo al de “criminalidad” y “actitud criminal”, en un deseo de abrazar la realidad
práctica circundante en material penal. Pero Adelanto la enorme proyección de la
materia abordada.

La “pareja penal”

Medelshon, con notable acierto, se refiere a la “pareja penal”, que debe ser distinguida
de la que el italiano Escipión Sighele denominaba “pareja delincuente”. En esta última
existe mutuo y pleno concenso delictivo para que dos peronas, que caracteriza como
íncubo y súcubo, se involucren en uno o más delitos. Es la commission del delito en que
dos están de acuerdo.

Esa desarmonía que determina y destaca los roles a que estaban destinados en el acto
delictual: victimario y sacrificado.

En la “pareja delincuente” se actúa por las claras y determinantes sugestiones del


incubo-dominante al súcubo-dominado. Esta suerte dialéctica de la pareja engendra y
reditúa comportamientos antijurídicos conjuntos. Hay casos en que la relación es poco
clara. No se sabe –y sera preciso investigar- si el acto lo consumó una “pareja criminal”
o bien una “pareja penal” según la describe Mendelshon, en especial cuando la víctima
ayudó, para su desgracia, al proceso de modo tan concreto como unteluctable…

Puede haber ocurrido un trasvasamiento entre ambos sujetos que los pone en paridad de
condiciones. De todos modos, cabe señalar la existencia de una víctima estrechamente
ligada a la decision que assume y, sin solución de continuidad, detentar la calidad de
victimario y víctima.

La “pareja penal” se ve superada por los crímenes no convencionales, desde los que
engendra el abuso de poder politico, la corrupción, hasta la enorme cantidad de delitos
económicos o el crimen organizado. La víctima, en multiples ocasiones, no tiene Buena
idea de quién, concretamente, la victimize. Queda inerme, sin relación alguna con el
victimario o aggressor. En oportunidades es todo un pueblo el victimizado. También es
díficil hallar la “la pareja penal” en hechos cometidos mediante técnicas modernas.
Piénsese en un delito que se comete en pocos segundos mediante la computación, cuyos
efectos se producen allí donde se encuentran las víctimas ¡a 20,000 km de distancia!

¿Es la victimología una ciencia autónoma?

Son también víctimas las de los accidents de trabajo y quienes deben laborer en
situación esclavizante e inhumana, incluso por razones atinentes a la tecnología; por
ejemplo, en una represa nuclear, los enfermos, los ancianos, los niños abandonados a su
suerte, los oligofrénicos, los locos, los minusválidos, los reclusos, los liberados de la
prisión de manera definitive o condicional; los marginados y sumergidos sociales, los
cultivadores de drogas vegetales, los adictos, alcohólicos, tabáquicos.

El inexplicable olvido de la víctima en el campo penal

En cambio, la víctima nos parece innocua, sin incentivos. Nadie desea ser robado,
lesionado, torturado…

Desde hace realativamente poco tiempo, empero, se trata de reparar el error mediante
las jornadas de la Sociedad Internacional de Victimología y el tema es transitado en
Naciones Unidas, a la vez que han surgido centros estatales y privados de ayuda a la
víctima en diversos países. En la Argentina, el tema comienza a balbucearse y es de
esperar que se reponga en poco tiempo a las víctimas, comenzando por los ofendidos
por el delito, en el sitial que humana y cientifícamente merecen.
“Cifra negra” y delincuencia convencional

El studio de las víctimas implica un acercamiento directo a la “cifra negra” de la


criminalidad convencional y permite atisbar buenas posibilidades sobre algunas otras
ilicitudes penales no convencionales. Esa cara oculta, ese otro lado silenciado y
silencioso de la víctima, preuspone la aprehesión de parte de las conductas antisociales
de relevancia penal y que se ha dado en llamar “cifra negra”.

Las razones que inhiben la denuncia de hechos penales tradicionales aparecen


enunciadas:
1. El temor del victimizado a serlo nuevamente. Miedo al autor del delito.
2. Por considerar que no es grave la conducta lesiva.
3. No confiar en la justicia.
4. Temor a perjudicar al autor porque es miembro de la familia.
5. La pérdida de tiempo que implican la denuncia y los trámites judiciales.
6. La víctima agredió al autor y se sabe tan responsible del delito como éste.
7. La denuncia la perjudica: violación, estafa, etc.
8. La víctima no tiene pruebas o desconocen alautor.
9. Para evitar ser victimizados nuevamente por la policía, peritos forenses, jueces.
10. Por la presión familiar y social al ser identificada como víctima de ciertos delitos
que la marginan y humillan.

CAPITULO II
TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS

La clasificación de las víctimas, de Mendelshon.

Para Medelshon, la víctima puede ser tan culpable como el criminal en el hecho
delictivo. Esta relación entre criminal y víctima se establece claramente, según advierte,
al estudiar motivación y reacción en la “pareja penal”, lo que daría lugar a la repartición
similar de responsabilidades penales. Dependerá del examen de cada caso concreto la
determinación de esta circunstancia.

Establece un esquema gráfico de dos polos opuestos: uno que determina con cero de
culpabilidad, y el otro con cien. Explica que la víctima que no es responsible
criminológica ni penalmente estaría situada en el 0 y el criminal, obviamente, en los 100
grados. Sostiene qu en la relación de la “pareja penal” es común encontrar que la
posición del criminal y de la víctima no se encuentra en polos opuestos sino en
posiciones intermedias. Basándose en este tipo de esquemas y según sean las relaciones
entre ellos, elaboran diversas catagorías de víctimas:

a) La víctima enteramente inocente o víctima ideal


Es la que se suele denominar víctima anónima que nada ha hecho o nada ha aportado
para desencadenar la situación criminal por la que se ve damnificada. Es totalmente
ajena a la actividad del criminal: el caso de la mujer a la cual el delincuente le arrebata
un bolso que lleva consigo. Al delincuente le da lo mismo que sea ella u otra. Le
interesa solo el boldo y su contenido.
b) La víctima de la culpabilidad menor o por ignorancia
En este caso se da un cierto impulse no voluntario al delito. Pero el sujeto por sierto
grado de culpa o por medio de un acto poco reflexivo causa su propia victimización. Es
el caso de la pareja de enamorados que mantiene relaciones sexuales al aire libre o en un
sitio no muy oculto de las miradas o de la posibilidad de ser advertidos. Son atacados
por una pandilla y sucede la violación de la muchacha y la muerte del joven amante.

c) La víctima es tan culpable como el onfractor (víctima voluntario)


1) Los que cometen suicidio tirándolo a la suerte.
2) El suicidio por adhesion.
3) El caso de eutanasia en que la víctima sufre de una enfermedad incurable (o
ha tenido un accidente gravísimo aislado de toda posibilidad médica) y no pudiendo
soportar los Dolores implora que se le ayude a morir. Aduce Medelshon que en estos
casos la víctima es tanto o más responsible que el autor.
4) La pareja criminal. Se trata del incubo u súcubo que intentan el suicidio y que
ya ha sido tratado en otro parágrafo.

d) La víctima es más culpable que el infractor


Para Medelshon los casos serían los siguientes:
1) La víctima provocadora. Es aquella que por su conducta incita al autor a
cometer ilicitud penal. Este tipo de víctima desarrolla un papel notable en la
criminodinamia desde la genesis selictual, ya que tal incitación crea y favorece
la explosion previa a la descarga que significa el crimen. El caso más común se
da en los homicidios pasionales, sobre todo en las celopatias. El caso más común
es el de la mujer que sabiendo que le marido es extremadamente celoso lo
provoca, lo azuza inconscientemente con su conducta al punto que provocará
una descarga que culmina en su muerte.
2) La víctima por imprudencia. Es la que determina el accidente por falta de
control. Quien deja el automóvil mal cerrado o con las llaves puestas de la
impression de que estuviera llamando al ladrón…

e) La víctima es más culpable o únicamente culpable.


Aquí Medelshon efectúa una subclasificación:
1) La víctima-infractor. Se trata del sujeto que, cometido la infracción, resulta
finalmente víctima. Es el caso del culpable de homicidio por legítima defense.
2) La víctima-simulante. Quien acusa y logra imputer penalmente con el deseo
concreto de que la justicia cometa u error.
3) La víctima-imaginaria. Se trata por lo general de individuos con serias
psicopatías de character y conducta. Es el caso del paranoico reinvidicador;
querulante; perseguidor; interpretativo histérico; mitómano; demente senil; del
niño púber (sobre todo las jovencitas). En estos casos no existe la víctima en el
sentido exacto del término porque simplemente no ha habido infracción. Sólo
sirve para señalar a un autor imaginario ante la justicia penal y habrá que evitar
que se cometan errors judiciales contra un inocente. En el proceso se debe seguir
y perseguir al presunto damnificado o víctima, teniendo muy en mira que pueda
resultar finalmente el cabal responsible del hecho. Menciona los casos de la
muchachita histérica que induce a error a sus padres y, por ende, a la justicia, ya
que éstos denuncian a una persona por violación –que resulta detenida y
procesada- siendo que el delito nunca había ocurrido.

Medelshon concluye calificando a las víctimas desde el punto de vista represivo en:

1er grupo: La víctima inocente. En este caso le sera aplicada al infractor la


totalidad de la pena o integral, sin ninguna disminución, debido a que la víctima no
ha tenido ningún rol.
2do grupo: La victima provocadora.
La víctima por imprudencia.
La víctima voluntaria.
La víctima por ignorancia.
Estas víctimas han colaborado en la acción nociva y existe una culpabilidad
recíproca, por lo cual la pena debe ser menor para el victimario.
3er grupo: La víctima agresora.
La víctima simuladora.
La víctima imaginaria.
En estos casos son las víctimas la que cometen por sí la acción nociva y el
inculpado debe ser excluido de toda pena.

Tipologías victimales.

Luiz Jiménez de Asúa ensayó una nueva clasificación ubicando a las víctimas en dos
categorías sustanciales: indiferentes y determinadas. Juegan un papel importante en
esta clasificación el plano y la óptica en los que se mueve el delincuente. Dice
“Pensemos, por ejemplo, en el que sale a la calle con el objeto de atracar a
cualquiera, al primer transeúnte. Para él la víctima es indiferente: sea hombre o
mujer, no le interesa ni su nombre ni su condición, lo único que le importa es
apoderarse de lo que lleva en el bolsillo, con el grito que se hizo famoso en España
de «la bolsa o la vida». Pero, en cambio, otras veces la víctima no es indiferente. Al
hombre que mata a la mujer que le ha sido infiel, no le da igual matarla a ella que
matar a otra mujer; tiene que se determinada concreta, esa mujer, en el crimen
pasional”.

Indudablemente, para la víctomología, las víctimas más impotantes de los delitos


convencionales son las coadyuvantes. En este rubro se aprecian las del tiranocidio,
los homicidios “justicieros”, los homocidios pasionales, ciertos casos de
emocionales, el duelo, la riña, el suicidio, el rapto (incluso el consentido), los delitos
sexuales, las muertes y las lesions en accidents causados por otros y aquellos contra
la propiedad, en especial la estafa.

Otras clasificaciones

a) Víctima provocadora
Es la que desempeña un rol decisivo desde el punto de vista etnológico porque incita
al delincuente a cometer la infracción. Describe dos tipos: el pasivo y el activo.
1) El tipo pasivo (provocación indirecta). Es el individuo que por su negligencia o
imprudencia favorece la situación propicia del crimen, incitando indirectamente
al delincuente a accionar. Los ejemplos clásicos son el del automivilista que deja
sin cerrar correctamente su automóvil en la vía pública o con las llaves puestas
en la cerradura o expuestas en su interior. O el del comerciante que expone la
mercadería de manera atrayente pero muy a la mano de los clients y sin
vigilancia ostensible.
2) El tipo activo (provocacion directa). Este tipo de víctima desempeña un rol más
concreto y relevante en la descarga del crimen. Existen dos variedades.
I) La víctima consciente es la que incita a la acción como agente provocador o
promoter. Desea el acto delictuoso y hace todo lo que puede y está a su alcance para
que se produzca: toma la iniciativa, solicita, exige la intervención. “Se encuentra a
menudo a esta víctima instigadora, rogante o solicitante en ciertos casos de
homicidios deseados; de los menores que incitan al agente a violar las leyes
destinadas a su protección; o el de individuos incitando a alguien para que lo motile
a fin de salvarse del dervicio military; o el del aborto practicado en la víctima a su
pedido. Esa categoría de víctima –indica Fattah- es casi identificable como cómplice
delautor del hecho”.
II) La víctima no consciente que provoca la acción. En estos casos la víctima, al
contrario de los señalado en el tipo anterior, no incita al acto pero lo provoca con sus
reacciones consientes o incoscientes. Las variedades principales son:
a) La víctima del acto cometido por el otro en estado de legítima defense. Ha
porvocado con su aggression el ataque que se emprendió contra ella y que
puede determiner su muerte.
b) La víctima “precipitante”. Este término señala a la persona que ha provocado
el acto cometido en su contra, sea recurriendo a la fuerza física o mostrando
un arma, por ejemplo.
c) La víctima que por actos injustos o bien por insultos ha hecho perder al
victimario su sangre fría y lo ha incitado al atentado en su contra.

b)Victima participante.
Si bien la víctima provocadora desempeña un papel preponderante en la genesis
del crimen, la participante se sitúa generalmente en la fase de la misma ejecución. Su
participación puede consistir en una actitud pasiva que facilita la ejecusión del crimen o
en una forma activa.
Describe los siguientes casos:
1) El tipo pasivo: Se caracteriza por su actitud favorable a la ralización del crimen. Esa
pasividad puede tomar diversas formas:
Simple deseo de que el acto sea cometido.
Consentimiento: por persuación; por ignorancia de la naturaleza del acto a causa de
la edad joven; por deficiencia mental. Sumisión, resignación, complicidad, indiferencia,
indolencia, apatía, letargo.
Todas estas actitudes son favorables a la ejecución del crimen, sin alcanzar,
emperor, la deliberación que implica el consentimiento.

2) El tipo activo: Aquí la víctima trae una participación decidida y directa. Señala los
siguientes casos: la víctima contribuyente; la víctima cooperadora; la víctima
colaboradora; la víctima coadyuvante.
Explica Fattah que la víctima puede ser sucesivamente provocadora (instigadora o
suplicadora) en la fase de descarga y participante en la fase de ejecución, constituyendo
en tal modo un tipo mixto. En estos casos desempeña un rol activo en el cometido de la
infracción panal, ya sea que actúe juntamente con el culpable (la menor consciente en
los casos de rapto o violación) o que preste una ayuda o asistencia cualquiera al autor.
Hilda Marchiori frente a la relación autor-víctima del delito analiza los mecanismos
psicológicos de las circunstancias del encuentro entre ambos: a) víctimas pertenecientes
al mismo grupo familiar del autor del delito; b) víctima conocida; c) víctima
desconocida.
En cuanto al primer grupo, señala el mañtrato a menores, homicidios por cellos,
alcoholismo, encesto y un gran número de delitos que no son denunciados, como
lesions y delitos sexuales con menores. “Hay niños que desde los primeros meses de
vida y en algunos casos desde los primeros días, son víctimas de man¿ltrato, torturas,
castigos generalmente ocasionados por los padres o familiars del menor. Niños
abandonados y menores drogadictos por la varencia de cuidados maternales y de la
patología del núcleo familiar.
Menores explotados por sus padres en el plano laboral, que son estimulados a robar para
asistir económicamente a la familia, son víctimas que muy probablemente se conviertan
en futuros delincuentes.
En el homcidio por la “identificación emocional” (celos), el agredido mantiene una
relación sadomasoquista con el autor. Se observa que los celos entre la pareja conducen
inexorablemente a la autodestrucción. Y en el homicidio que se procede en el grupo
familiar tras la ingesta de alcohol, éste actúa como desinhibidor de la aggression ya que
generalmente existe una dinámica interna de tipo persecutorio en el autor del delito.
En el caso de la víctima conocida para el autor, se dan diversas circunstancias:
cercanía domiciliaria, de trabajo, etc., que permiten conocer la situación y costumbres
de la víctima, para cometer delito de robo, sexuales, homicidios por venganza, entre
otros.
En los supuestos de víctima desconocida para el autor, casi siempre existe una
visualización previa de ciertas circunstancias, que tambión se refieren al lugar de
ocurrencia de la aggression, como en el caso de las pandillas que hacen víctimas de
delitos sexuales o el caso del exhibicionista que efectúe una rápida selección de su
víctima impressionable frente a su conducta patológica. Muchas prostitutas, por el
simple hecho de ejercer tal comercio, están propensas a ser víctimas de delitos de robo,
lesions y, acaso, homicidio.

Mi clasificación. Víctimas individuales, familiars, colectivas y sociales.


Victimización supranacional.

Se han desandado más de cuatro decenios desde que Mendelshon hablara de la pareja
penal y diera pie a su clasificación que otros autores han retomado con ligeras
variaciones. La idea de las víctimas inocentes, colaboradoras o coadyuvantes y
solicitantes tiene suficiente prestigio y solo ha merecido una suerte de adjetivación
jerárquica o ubicación según matices. Pero vivimos en una época de enorme
victimización, en especial en los países periféricos. Se ha generado el crimen
organizado como el del llamado narcotráfico que suele llevar a sus víctimas –usuarios,
adictos, minitraficantes para su propio consumo y en ciertos casos suministradores a
título gratuito- a la cárcel, y se ha amplificado, paralelamente, la cantidad de delitos no
convencionales hasta límites abrumadores por su cantidad y efectos.
La celebérrima “pareja penal”, como ya he dicho, no puede en estos casos
celebrar ningún connubio desde que pocos victimizan a muchos, sin siquiera conocerse,
con untuosa hipocresía en muchos casos. Las víctimas han crecido no solo con respecto
al delito. Han quedado desharrapadas y a la intemperie por acciones delictivas,
autoritarias, discrecionales de los que mandan.

Dividido a las víctimas en: a) individuales; b) familiars; c) colectivas; d) sociales


(o del sistema social).

Inocentes
Sin acrtitud victimal
Resistentes

Provocadoras
(légitima defense)
Con actitud vícti- Provocadoras genéricas
a) Individuales mal culposa Cooperadoras ocoadyuvantes
Solicitantes o rogantes
(mutilación, autanasia)

Por propia determinación


Con actitud victim- (suicidio)
mal dolosa Delincuentes (ciertos timos en
la estafa)

Niños golpeados y explotados económicamente (trabajo,


instigación a robar).
b) Familiares
Mujeres maltratadas
Delitos del ámbito conyugal (violación, incesto).

Los delitos de índole familiar escasamente llegan a conocimiento de la justicia y tal vez
constituyan –dentro de elocuente la llanada “cifra negra”. Incluyo a los niños golpeados,
hecho tan abrumador como reiterado en estos tiempos, porque se trata de una forma de
victimización que engendra grandes resentimientos y desequilibrados emocionales que
conducen frecuentemente a engrosar el número de chicos de y en la calle, y no pocas
veces, por el encarnizado quebranto, la incuria, el descuido y la impunidad de ese
descuido, terminan en la delincuencia.
Alta traición
Rebelión
La comunidad Sedición
como nación Levantamientos
Toda otra forma de conspiración
para derrocar a un gobierno legi-
timamente establecido

Terrorismo
Genocidio
Etnocidio
Delitos de “cuello blanco” cometidos
Por particulares (fraude bancario,
financiero).
Polución de la atmósfera, la tierra
y las aguas.
Falsificación de medicamentos
Falsificación de alimentos
Tráfico internacional de drogas
Compra fraudulenta de armas de
La comunidad guerra.
c) Colectivas social Abuso de poder gubernamental.
Evasión fraudulenta de capitals
por funcionarios.
Ocultación de “beneficios” por fun-
cionarios.
Monopolios ilegales
Especulaciones ilegítimas desde el
poder (con motivo del conoci-
miento de desvalorizaciones mo-
netarias, por ejemplo).
Fraudes con planos urbanísticos.
Persecusiones políticas a disidentes
de todo tipo.
Censura y uso abusive de medios
de comunicación

Leyes que crean delincuentes (droga-


dictos, usuarios, tenedores).
Víctimas del Menores con conductas antisociales
Sistemas penal Detenidos en sede policial (vejaciones,
Tratamiento cruel, torturan).
La “víctima nata”. Cristo como víctima.

Algunos autores, como una suerte de especulación asistemática y recurrente


creen haber descubierto la existencia de víctimas que tienen una inclinación natural a
serlo. Muchas de las cuales lo han comprendido así y se han resignado por simple
operatividad de sus vidas o simple realismo… Se habla de tendencias biológicas,
metabólicas o, más simplemente, de un destino casi escrito, que la lleva naturalmente a
sufrir reiterados vacíos, crisis, caos y delitos en su contra.

La víctime nata parecer ser una realidad víviente cuya aptitude específica a ser víctima
se explica con particularidades biopsicológicas y psicosociales, estas últimas siendo tal
el resultado de aquéllas.

Así como Lombroso pretendió precisar y describer al “delincuente nato” (que


asimilaba al salvaje), se trata de remendarlo por la posible existencia de la “víctima
nata”. No es novedad que los epígonos de la criminología clínica han dejado de lado
esas teorías y su investigación, aunque hace pocos años se reavivó la idea frente al
presunto descubrimiento en personalidades criminalidades con determinadas variants en
sus cromosomas.

Creo que debe recoferse con cautela el concepto de “víctima nata” que se ha
lanzado no sin cierto “heroísmo moral” producto de tal invento. Admito, sin embargo,
porque todos conocemos la existencia de algún caso de “víctima latente” con una suerte
especial y atrabiliaria para constituirse en víctimas. Y hay personas que el día que no se
sientan víctimas no tendrían de qué hablar…

De allí que Aniyar de Castro señale (ob. cit., pág. 63): “Hablar de víctima nata
sería un anacronismo doctrinal, puesto que ni siquiera de los sujetos subnormales, los
más representativos, podemos asegurar que sean arrastrados por fuerzas inescrutables a
convertirse en víctimas. Así como todos los subnormales no son a fortiori criminals”.

El concepto puede conducirnos a los escesos de una “caza de brujas” ya que la


palabra predestinación es un vocablo cuya semántica resulta cargada de un sentido de
magia o de religion. Agrega la autora venezolana: “Tal vez la única víctima nata que
podamos concebir sea Cristo, nacido para morir asesinado, que psicológicamente estaba
determinado a autorrealizar la muerte que lo justifica…”.

Sócrates, un innovador para su tiempo (y pore so resistido), terminó aceptado la


necesidad de su muerte y desechado los ruegos de sus discipulos Platón y Jenofonte
para que se exiliase. Platón en los Diálogos llega a pensar que beber la cicuta fue un
reto que finalize en la aceptación de la necesidad social –o política, según se vea- de su
propia muerte.

El caso de Cristo, dejando de lado dogmas y puestos en la Tierra, se le parece en


cuanto refleja la incompresión a un visionario a quien, ni su época ni los jueces de ésta,
pudieron, quisieron o supieron entender. Desentrañar el sentido de esa vida y si esa
muerte era predeterminada exceed los parámetros de la victimología aunque, con la
mira interpretative actual, puede hablarse con la debida cautela de una víctima
coadyuvante por su altiva y reiterada actitud de testimonio ante sus jueces, aun sabiendo
que éstos podrían condenarlo a morir. Y coadyuvante en su sentido poco convencional:
buscó ser comprendido hasta el ultimo momento. Y fue comprendido por un ladrón,
Dimas, que devino el primer santo del santoral cristiano. Sin embargo fue negado por
los sabios de su época. Su actitud plantea la compression y el amor entre los hombres.
La de sus jueces es axactamente de frente a esa compression que se les reclama.

No advirtió factores predisponentes ni aún en la aceptación de la propia muerte y


el perdón a sus ofensores para definer, en los terminus difusos con que lo hace algún
victimólogo, a esta víctima como “nata”. Cabría estudiar, tal vez, la existencia de
factores subyacentes que predispusieron a la elección de Cristo como víctima, sin
olvidar que la víctima nunca se da sola o al acaso. A su costado o a su frente siempre se
encuentra el victimario y las motivaciones que precipitan el acto letal.

Desde otro ángulo, y dejando de lado teorizaciones religiosas o eclesiales,


resulta Cristo una de las escasas víctimas que perdona a sus victimarios intelectuales y
materiales. Actitud en la que seguramente se inspiró Juan Pablo II cuando visitó en la
cárcel de Rebibbia, a fines de diciembre de 1983, a quien atentara contra su vida dos
años antes, el turco Mehemet Ali Agna, para otorgarle su perdón y de quien recogiera
expresiones de arrepentimiento.

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