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Capítulo 4

Los orígenes de la energía

Cada cultura existente sobre nuestro planeta ha desarrollado su propia teoría


sobre el principio de la energía. Si bien algunas poseen un principio más
religioso que científico, no hay que descartar la teoría que cada una de ellas
presenta.

Todos los libros sagrados -incluyendo tanto la Biblia como el Bhagavad Gita, el
Corán, la Tora, el Antiguo Testamento, las escrituras egipcias y sumerias, entre
otros- dan una pauta sobre el principio del universo. Todos coinciden en puntos
como la Luz, la Creación, la aparición del hombre y los Elohim o dioses que
crearon este universo. Resulta muy difícil determinar cuál de ellos es el correcto
o saber qué parte de cado uno es incorrecta, pero lo que sí sabemos es que hay
muchos escritos que no serán dados a conocer hasta que la humanidad logre un
estado de conciencia superior.

La teoría que nosotros queremos compartir no es la única ni la mejor, pero es la


que nos llega a nosotros a partir de la profundización que hemos hecho, tanto en
el estudio del taoísmo como de la filosofía y medicina chinas. Nuestra visión se
sintoniza más con la perspectiva que tuvieron los antiguos chinos hace más de
5.000 años. Hasta ahora, es la única que nos ha llevado a lograr una mayor
comprensión de los orígenes de la energía.

"Todo lo que tiene forma debe haber tenido un principio". Según la filosofía
china: "En el principio sólo existía la nada". Aquí, "la nada" no
se refiere a una nada absoluta, sino que describe un estado en
el cual aunque nada existe, hay todavía algo. Los chinos
representaron la nada así entendida tal como lo muestra la
primera figura.

De esa "nada", nace "uno", que se representa con un punto


dentro del círculo. De ahí surgió la explosión (Big
Bang) y de ésta, el universo unificado, el cual se
dividió en "dualidad" (Yin-Yang).

De ese estado de energía Ki o Chi -la sustancia real


del universo-, nacieron el movimiento y la calma,
uniéndose y separándose, así como muchas
acciones mutuas que le dieron al universo su forma actual.

Si profundizamos en esta proposición un poco más, llegaremos al


punto en el cual el Sol, las estrellas, la Tierra, la humanidad, los
animales, el agua y el aire, son todos una sola cosa.
Somos uno con el universo y nuestras vidas son parte de la vida del universo
desde antes de la vida de éste; ahora, su valor absoluto sobrevive como un hecho
sólido dentro del cual siguen teniendo lugar el nacimiento, el crecimiento, la
muerte y la disolución final.

Nuestras vidas son como la cantidad de agua que podemos sacar del océano en
nuestras manos, y mantenerla allí. A esto llamamos el "Yo": es lo mismo que
llamar a esta agua "nuestra agua", ya que de hecho la sostenemos en nuestras
manos. Por otra parte, desde el punto de vista del agua, continúa perteneciendo
al mar. De todas maneras, si separamos nuestras manos, el agua caerá
nuevamente, aun cuando todavía se halle en nuestras manos estará en
conjunción con el mar y si no permitimos que se reúna con el resto se hará
pútrida.

Esto explica por qué son tan importantes las prácticas de sensibilización de la
energía: no sólo como un progreso técnico, sino también para facilitar la
conjunción de nuestro Ki con el del universo. Asimismo, en el plano de lo
manifiesto nuestro universo reconoce los denominados "Tres Tesoros".

CIELO
Respiración
Pulmones
Cosmos
Chi de la Respiración
Shen

HOMBRE
ADN
Jing atesorado en los riñones
Corazón
Shen atesorado en el corazón

TIERRA
Funciones digestivas
Alimento y agua
Chi del alimento
Jing adquirido por el alimento

Todas estas energías son atesoradas en el Tantiem o Hara.

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