Está en la página 1de 16

3.3.- La protección de los prisioneros de guerra.

Normativa

a noción de Prisionero de Guerra como situación jurídica internacionalmente


definida constituye uno de los más importantes logros alcanzados en el proceso
de codificación y desarrollo progresivos del Derecho Internacional Humanitario (en
los adelante DIH). Los combatientes de todo tipo caídos en poder del enemigo
pasaron de ser parte del botín de estos, como meras adquisiciones materiales a
merced de la voluntad del captor, a ser una categoría de personas protegida por
tratados internacionales.

Los sucesivos tratados concluidos desde inicios del pasado siglo contentivos de
disposiciones jurídicas relativas a los PG permitieron la cristalización de diversas
normas consuetudinarias que paulatinamente fueron reduciendo, hasta su casi
total eliminación, las exorbitantes prerrogativas que, durante milenios, habían
gozado los captores sobre sus víctimas. El reconocimiento y respeto de los
derechos concedidos normativamente a los PG es parte esencial del llamado
Derecho de Ginebra, pero la dinámica de desarrollo de la Sociedad Internacional y
los cambios que en ella se operan nos obligan a repasar la vigencia de tales
reglas a la luz de los conflictos armados que tienen lugar en la actualidad. El
objeto de las páginas que siguen es, precisamente, analizar si las disposiciones
que protegen a los PG deben mantener su normal ámbito de aplicabilidad o se
justifica en cambio, que las mismas queden supeditadas a otras consideraciones
extrajurídicas unilateralmente impuestas.

El estatuto del prisionero de guerra

El hecho de asignar el estatuto de prisionero de guerra modifica radicalmente la


condición jurídica de una persona capturada por una potencia enemiga, así como
el trato que tiene derecho a recibir. En este artículo, se analizan casos en que se
plantean dudas acerca de si una persona tiene derecho a que se le otorgue el
estatuto de prisionero de guerra, y se señala la disposición que ha de tomarse en
esos casos, atendiendo al segundo párrafo del artículo 5 del III Convenio de
Ginebra (“Si hay duda por lo que respecta a la pertenencia a una de las categorías
enumeradas en el artículo 4 [...], dichas personas se benefician de la protección
del Convenio, en espera de que un tribunal competente haya determinado su
estatuto”). El análisis de la norma de derecho que se incluye en este artículo y el
examen de la práctica del Estado interesado permiten afirmar que puede haber
lugar a una contestación si hay fuertes razones para creer que un detenido no
recae en la categoría de las definiciones clásicas de combatiente o si las personas
que no parecen corresponder a esas categorías solicitan ser tratadas como
prisioneros de guerra. Un “tribunal competente” no necesariamente debe ser un
tribunal judicial y garantizar el conjunto de los derechos otorgados a una persona
citada ante un tribunal penal, ya que los derechos fundamentales a un
procedimiento regular, cuya naturaleza consuetudinaria es reconocida por el
derecho internacional humanitario, no se pueden derogar. Toda tentativa de los
Estados de soslayar esas garantías judiciales mínimas es contraria al espíritu y a
la letra del derecho internacional humanitario y también contradice la legislación
de derechos humanos que rige el derecho de las personas que detentan un poder.

El Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra del 12


de agosto de 1949 (III Convenio de Ginebra o CG III), considerado generalmente
como parte del derecho consuetudinario de los conflictos armados1, sienta, entre
otros, dos principios cardinales. El primero es que un prisionero de guerra no
puede ser juzgado y castigado por el mero hecho de haber participado en las
hostilidades2. El segundo es que los prisioneros de guerra deben ser tratados
humanamente a partir del momento en que caigan en poder del enemigo y hasta
su liberación y su repatriación definitiva3. El estatuto de prisionero de guerra es,
por consiguiente, de capital importancia para una persona capturada que cae en
poder de una Potencia enemiga, tanto desde el punto de vista del estatuto jurídico
como del trato que debe recibir. Si a una persona no se le concede el estatuto de
combatiente, se le puede juzgar por haber cometido un acto de beligerancia. En
los casos que esta infracción penal se castigue con pena capital de conformidad
con la jurisdicción nacional, la ausencia del estatuto de prisionero de guerra puede
ser un asunto de vida o muerte.

Por lo tanto, cuando se duda del estatuto de prisionero de guerra de una persona
capturada, la cuestión de cómo determinar el estatuto adquiere un significado
crucial; lo que no pasaron por alto los delegados asistentes a la Conferencia
Diplomática de Ginebra en 1949, cuando se negoció el III Convenio de Ginebra4.
En consecuencia, este Convenio dispone que si hay dudas respecto del estatuto
de prisionero de una persona capturada que ha cometido un acto de beligerancia,
corresponde a un tribunal competente determinar su estatuto5. Sin embargo, el
Convenio no establece la composición del tribunal, como tampoco especifica los
derechos de una persona cuyo estatuto se halla sujeto a determinación. Por su
vaga redacción, el artículo 5 (segundo párrafo) del III Convenio de Ginebra elude
el problema de la composición de un tribunal competente y de las garantías
judiciales que han de acordarse a quienes ante él comparezcan. Tampoco
responde a la cuestión de cómo puede surgir la duda respecto del estatuto de
prisionero de guerra.
Desde la perspectiva del Derecho de los Conflictos Armados ser prisionero de
guerra es algo más que el simple dato fáctico de haber caído por algún motivo en
poder del enemigo. El prisionero de guerra tiene un estatuto jurídico compuesto
por derechos y obligaciones que le otorgan e imponen el Derecho Internacional y
las normas internas de nuestro país. Por ello resulta de gran importancia conocer
que personas gozan de la condición legal de prisionero de guerra, y cuales, aún
sin serlo, tienen derecho al mismo trato.

Personas con derecho al estatuto

No solo los combatientes tienen derecho al estatuto de prisioneros de guerra sino


también otras categorías de personas. Todas ellas deben reunir los siguientes
requisitos:

1.- Combatientes.

A) Los miembros de las Fuerzas Armadas de una parte en conflicto, integradas por
todas las Fuerzas, Grupos y Unidades Armadas y organizadas, colocadas bajo un
mando responsable de la conducta de sus subordinados ante esa parte y
sometidos a un régimen de disciplina.

B) Los integrantes de un organismo paramilitar o un servicio armado encargado de


velar por el orden público que una parte haya incorporado a sus Fuerzas Armadas,
notificándolo a las otras partes del conflicto.

C) Los miembros de otras milicias y miembros de otros cuerpos voluntarios,


incluso los de movimientos de resistencia organizados, pertenecientes a una Parte
contendiente y que actúen fuera o dentro de su propio territorio, aunque este
territorio se halle ocupado, siempre que esas milicias o cuerpos organizados,
incluso los movimientos de resistencia organizados, llenen las condiciones
siguientes :

a) Que figure a su cabeza una persona responsable por sus subordinados; b) que
lleven un signo distintivo fijo y fácil de reconocer a distancia; c) que lleven
francamente las armas; y d) que se conformen, en sus operaciones, a las leyes y
costumbres de la guerra

D) Los miembros de las fuerzas armadas regulares pertenecientes a un gobierno o


a una autoridad no reconocidos por la Potencia en cuyo poder hayan caído

E) La población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, tome


espontáneamente las armas para combatir a las tropas invasoras, sin haber tenido
tiempo para constituirse en fuerzas armadas regulares, siempre que lleve
francamente las armas y respete las leyes y costumbres de la guerra.
F) Los "guerrilleros". Nos encontramos ante un supuesto introducido por el
Protocolo I que dice así: "Con objeto de promover la protección de la población
civil contra los efectos de las hostilidades, los combatientes están obligados a
distinguirse de la población civil en el curso de un ataque o de una operación
militar preparatoria de un ataque. Sin embargo, dado que en los conflictos
armados hay situaciones en las que, debido a la índole de las hostilidades, un
combatiente armado no puede distinguirse de la población civil, dicho combatiente
conservará su estatuto de tal siempre que, en esas circunstancias, lleve sus armas
abiertamente: a) Durante todo enfrentamiento militar; y b) durante el tiempo en que
sea visible para el enemigo mientras está tomando parte en un despliegue militar
previo al lanzamiento de un ataque en el que va a participar

2.- Prisioneros sin estatuto de combatiente.

Se trata de personas civiles que por su relación directa con los combatientes han
sido asimiladas a la condición de prisioneros de guerra y gozan plenamente del
estatuto protector. Son las siguientes:

A) Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar parte integrante de
ellas, tales como miembros civiles de tripulaciones de aviones militares,
corresponsales de guerra, proveedores, individuos de unidades de trabajo o de
servicios encargados del bienestar de las fuerzas armadas, a condición de que
para ello hayan recibido permiso de las fuerzas armadas que acompañan,
teniendo éstas la obligación de entregarles a tal efecto una tarjeta de identidad.(

B) Los miembros de las tripulaciones, incluso capitanes, pilotos y grumetes, de la

1 marina mercante, y tripulaciones de la aviación civil de las Partes contendientes,


que no gocen de trato más favorable en virtud de otras disposiciones del derecho

Internacional.

C) El personal militar que preste servicios en organismos de protección.

Personas sin estatuto pero con derecho a ser tratados como prisioneros de guerra

A) Las personas que pertenezcan o hayan pertenecido a las fuerzas armadas de


país ocupado si, por razón de esta pertenencia, la Potencia ocupante, aunque las
haya inicialmente liberado mientras las hostilidades se efectuaban fuera del
territorio que ocupe, considera necesario proceder a su internamiento,
especialmente después de una tentativa fracasada de dichas personas, para
incorporarse a las fuerzas armadas a que pertenezcan, y que se hallen
comprendidas en el combate, o cuando hagan caso omiso de las orden que se les
dé para su internamiento
B) Las personas que pertenezcan a una de las, que hayan sido recibidas en sus
territorios por Potencias neutrales o no beligerantes, y a quienes tengan la
obligación de internar en virtud del derecho internacional, bajo reserva de
cualquier trato más favorable que dichas Potencias juzgasen oportuno
concederles, excepción hecha de las disposiciones de los artículos 8, 10, 15, 30.
Quinto párrafo, 58 a 67 inclusivos, 92, 126, y cuando entre las Partes
contendientes y la Potencia neutral o no beligerante interesada existan relaciones
diplomáticas, de las disposiciones concernientes a la Potencia protectora. Cuando
existan tales relaciones diplomáticas, las Partes contendientes de quienes
dependan dichas personas estarán autorizadas para ejercer, respecto a ellas, las
funciones que el presente Convenio señala a las Potencias protectoras, sin
perjuicio de las que dichas Partes ejerzan normalmente a tenor de los usos y de
tratados diplomáticos y consulares.

C) El combatiente que caiga en poder de una Parte adversa y no reúna las

1 condiciones enunciadas en la segunda frase del párrafo 3, (se refiere al


guerrillero) perderá el derecho a ser considerado como prisionero de guerra, pero,
no obstante, recibirá las protecciones equivalentes, en todos los sentidos, a las
otorgadas a los prisioneros de guerra por el III Convenio y el presente Protocolo.
Esta protección comprende las protecciones equivalentes a las otorgadas a los
prisioneros de guerra por el III Convenio en el caso de que tal persona sea
juzgada y sancionada por cualquier infracción que haya cometido

Personas con estatuto dudoso.

Es conveniente precisar en primer lugar que los combatientes, aún cuando hayan
violado las normas del derecho internacional, seguirán teniendo la consideración
de prisioneros de guerra, sin perjuicio de que puedan sufrir las consecuencias
penales o disciplinarias que se deriven de tales infracciones. De haber duda
respecto a la pertenencia a una de las categorías enumeradas en el artículo 4 del
III Convenio, de las personas que hayan cometido actos de beligerancia y que
hayan caído en manos del enemigo, dichas personas gozarán de la protección del
citado convenio, en espera de que su estatuto haya sido determinado por un
tribunal competente. Por su parte el Protocolo I concreta más al afirmar que la
persona que participe en las hostilidades y caiga en poder de una Parte adversa
se presumirá prisionero de guerra y, por consiguiente, estará protegida por el III
Convenio cuando reivindique el estatuto de prisionero de guerra, cuando parezca
tener derecho al mismo, o cuando la Parte de que dependa reivindique ese
estatuto en su favor mediante una notificación a la Potencia detenedora o a la
Potencia protectora. Si hubiere alguna duda respecto a su derecho al estatuto de
prisionero de guerra, tal persona continuará beneficiándose de este estatuto y, en
consecuencia, seguirá gozando de la protección del III Convenio y del Protocolo I
hasta que un tribunal competente haya decidido al respecto.

Personas sin estatuto.

El sistema de protección de esta categoría específica de víctimas de los conflictos


armados no podía completarse sin dedicar su atención a aquellas personas que,
habiendo participado en las hostilidades, se ven privadas del derecho al estatuto
de prisionero de guerra y no disfrutan de un trato más favorable de conformidad
con lo dispuesto en el IV Convenio. Para estas personas el Convenio diseña un
mínimo de garantías, las cuales tendrán vigencia en todo momento y
circunstancia:

- Garantías de procedimiento judicial.

- Respeto a la persona, honor, convicciones y prácticas religiosas.

- Prohibición en todo tiempo y lugar de los actos siguientes:

* Los atentados contra la vida, la salud y la integridad física o mental, en particular:

** El homicidio.

** La tortura, tanto física como mental.

** Los castigos corporales.

** Las mutilaciones.

* Los atentados contra la dignidad personal, en especial los tratos humillantes y


degradantes, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor.

* La toma de rehenes.

* Los castigos colectivos.

* Las amenazas de realizar los actos mencionados. (art. 75 GPI).

Tales personas, cuando se encuentren en territorio ocupado y siempre que no se


hallen detenidas como espías, disfrutarán también, no obstante lo establecido en
el artículo 5 de lIV Convenio, de los derechos de comunicación previstos en ese
Convenio.

Caracteres de los derechos y ventajas otorgados a los Prisioneros de guerra.

Estatuto de mínimos.
Los derechos otorgados por los Convenios Internacionales que se reconocen a los
prisioneros de guerra no pueden ser conculcados. Pero ello no significa que no
puedan concedérseles otros no previstos en las citadas normas, por acuerdo de
las Partes en conflicto. Igualmente los prisioneros de guerra se beneficiarán
también de otras ventajas que unilateralmente les conceda la Potencia en cuyo
poder se encuentren.

Inalienabilidad e irrenunciabilidad.

Además de no poder ser conculcados por la Potencia detenedora, los derechos


concedidos por los Convenios y por acuerdo entre las partes son irrenunciables,
total o parcialmente, sin embargo sí pueden ser retiradas las ventajas concedidas
unilateralmente por una Potencia.

En caso de captura, tienen estatuto de prisionero de guerra:

- los combatientes (C. III, art. 4; P. I, art. 44), excepto:

- el espía cogido en flagrante delito (P. I, art. 46);

- el mercenario (P. I, art. 47);

- el combatiente que no lleva al menos las armas abiertamente durante el


combate, en situación excepcional reconocida (P. I, art. 44), o que abusa de esa
situación excepcional;

- los civiles autorizados a seguir a las fuerzas armadas (C. III, art. 4);

- los miembros de tripulaciones, incluidos los comandantes, pilotos, grumetes de la


marina mercante y tripulantes de la aviación civil (salvo trato más favorable) (C. III,
art. 4);

- la población civil alzada en masa (C. III, art. 4);

- el personal militar de la protección civil (P. I, art. 57);

- los ciudadanos de países neutrales incorporados a las fuerzas armadas de una


Parte en conflicto (Convenio núm. V, art. 17).

Comienzo, consecución y termino del cautiverio

El comienzo del cautiverio

El combatiente comienza su cautiverio desde que es capturado, al propio tiempo


que deja de tener derecho a tomar parte en las hostilidades, y pasa a ser
considerado víctima del conflicto y, como tal, objeto desde ese mismo momento de
medidas de salvaguardia y protección. En el comienzo de cautiverio pueden
distinguirse tres fases diferenciadas: la captura, el interrogatorio y la evacuación.

1.- la captura

De acuerdo a lo que se ha expresado con anterioridad, el estatuto protector de


prisionero de guerra entra en aplicación cuando el combatiente ha caído en poder
del enemigo. Está prohibido, por constituir un acto pérfido, atacar al enemigo
simulando la rendición con el objeto de lograr las ventajas de protección del
estatuto de prisioneros de guerra. Los prisioneros tienen derecho a conservar
todos los objetos de uso personal así como los objetos de protección personal que
posean, tales como cascos y máscaras antigás, con las siguientes excepciones:
armas, cuchillos, equipo militar y documentación militar. Quedan igualmente en su
posesión el vestuario y demás prendas y efectos de uniformidad así como las
raciones individuales alimenticias que lleve en el momento de su captura. Por lo
que respecta a sumas de dinero y objetos de valor, tan solo podrán ser retirados
por orden de una Oficial y previa consignación en un registro. Con respecto a los
objetos de valor solo es posible su retirada por razones de seguridad. Todo lo que
sea retirado será conservado durante el cautiverio y entregado a su dueño al fin
del mismo.

2.- el interrogatorio.

Una vez caído en poder del enemigo, el prisionero de guerra podrá ser sometido a
un interrogatorio por la Potencia detenedora. Su conducta está regulada por los
derechos que le reconoce el III Convenio de Ginebra y por las obligaciones
derivadas de su legislación nacional. Toda persona que goce del estatuto de
prisionero de guerra puede ser interrogado, en el momento de su captura, o
durante su evacuación. Caso de no obtener respuesta, no se puede amenazar a
los prisioneros ni insultarles o privarles de sus derechos. Los prisioneros que,
debido a su estado físico o mental, no puedan dar cuenta ni de su identidad serán
inmediatamente confiados al servicio de sanidad.

El prisionero tiene derecho

- A ser interrogado en lenguaje que comprenda.

- A no ser sometido a ningún tipo de presión o tortura.

- A ser tratado con dignidad.

- A declarar tan sólo nombre, grado, fecha de nacimiento y número de


identificación. Pero si omite algún dato tal como su empleo podría perder las
ventajas concedidas a su grado o estatuto.
- A ser provisto de una tarjeta de identificación que acredite su condición.

3.- la evacuación.

En el menor tiempo posible los prisioneros de guerra deben ser evacuados, tan
pronto como la situación táctica lo permita, de la zona de enfrentamiento hacia
zonas situadas fuera del área de combate, con excepción de aquellos que por
razones de salud corrieran peligro en la evacuación. Pueden ser alojados
provisionalmente en campos de tránsito, pero su estancia será lo más corta
posible. Durante la evacuación se tomarán precauciones relativas a su seguridad.
Los prisioneros no podrán ser enviados ni retenidos en regiones donde queden
expuestos al fuego de la zona de combate. En los supuestos en que los
prisioneros se encuentren heridos se deberá utilizar la cadena de evacuación
sanitaria (art. 19 GIII). Si no es posible la evacuación, en ningún caso la solución
puede consistir en la eliminación del prisionero. El Derecho Internacional
Humanitario obliga a liberarlo y a adoptar todas las precauciones posibles que le
garanticen su seguridad.

EL FIN DEL CAUTIVERIO.

El cautiverio puede finalizar por la repatriación, la evasión o el fallecimiento del


prisionero.

1.- la repatriación.

La repatriación puede producirse al finalizar las hostilidades, o durante las


hostilidades.

1.1.- Durante las hostilidades. Los prisioneros gravemente heridos o enfermos


deben ser repatriados una vez estén en condiciones para ello, sin consideraciones
en lo que atañe al número ni a la graduación. Las partes beligerantes pueden
concretar acuerdos para la repatriación directa de los prisioneros de guerra en
buen estado de salud que hayan padecido un largo cautiverio. En ningún caso
puede ser un prisioneros repatriado contra su voluntad durante las hostilidades ni
empleado tras su repatriación en un servicio militar activo Los países beligerantes
y los países neutrales harán lo posible por concretar acuerdos para el
internamiento, hasta el final de las hostilidades de prisioneros de guerra en países
neutrales Podrán trasladarse a un país neutral aquellos prisioneros que sin reunir
las condiciones de una repatriación directa se encuentren heridos, enfermos o
hayan sufrido un largo cautiverio. Se designarán unas comisiones médicas mixtas
para reconocer a los prisioneros cuyo estado de salud pueda justificar la
repatriación u hospitalización en un país neutral.
En ningún caso pueden ser transferidos los prisioneros por la potencia en cuyo
poder se encuentran a otro Estado que no sea parte en el Convenio de Ginebra de
1949 y únicamente podrá transferirlos cuando tenga la seguridad de que el Estado
que los recibe desea y puede aplicar dicho convenio.

1.2.- Al término de las hostilidades. Los prisioneros de guerra serán liberados o


repatriados sin demora, tras haber finalizado las hostilidades activas. Podrán ser
retenidos aquellos contra los que se hayan incoado proceso penal por delito de
derecho penal, hasta el fin de la causa y, eventualmente, hasta la extinción de la
pena. Esto mismo es aplicable respecto de los condenados por delito

Sin embargo, lo cierto es que las Partes son reacias a repatriar inmediatamente a
los prisioneros y todavía existen sin resolverse situaciones como consecuencia de
conflictos finalizados hace ya mucho tiempo.

2. La evasión.

El cautiverio puede concluir con la evasión consumada; la evasión se considerará


consumada cuando un prisionero haya podido incorporarse a su propio Ejército o
al de una potencia aliada, cuando haya salido del territorio en poder de la potencia
detentora o de sus aliados, o cuando se haya embarcado en aguas territoriales de
la potencia detentora o de sus aliados, en un buque con bandera de su propio país
o de un país aliado.

Un prisionero que haya logrado evadirse no podrá ser castigado por su evasión si
es capturado nuevamente.

Un prisionero que haya intentado evadirse y que sea capturado antes de haber
consumado la evasión, sólo recibirá castigos disciplinarios, pero podrá ser
sometido a un régimen de vigilancia reforzada, siempre que se respeten las
garantías previstas en el convenio

3. El fallecimiento.

En caso de fallecimiento de un prisionero de guerra, se practicará un


reconocimiento médico del cadáver para comprobar el fallecimiento, redactar un
informe sobre las causas del mismo y, si hubiese lugar, determinar la identidad del
adjunto. Redactará un acta de fallecimiento con todas las indicaciones necesarias
para la identifica fecha de entierro así como los detalles necesarios para identificar
la tumba Los actos de fallecimiento y los testamentos, caso de haberse otorgado,
serán también tramitados sin demora a las oficinas nacionales de información. Se
procurará que el entierro sea en tumba individual, en todo caso los fallecidos serán
enterrados honorablemente y si es posible con arreglo a los ritos de la religión a
que pertenezcan. La incineración sólo puede tener lugar cuando el fallecido lo
haya solicitado o lo imponga su religión. El servicio de tumbas registrará todos los
datos relativos a las informaciones de fallecimiento, a las tumbas, a las
incineraciones y a los traslados de cadáveres y de restos. Toda muerte o herida
grave ocasionada a un prisionero por un centinela, otro prisionero u otra personal
cualquiera será objeto de una investigación oficial al igual que todo fallecimiento
cuya causa se ignora. Sobre éste asunto se dará cuenta a la Potencia protectora.

El derecho a la comunicación fuera de los campos de prisioneros.

Una parte muy importante del sistema de protección reside en el establecimiento


de una red de información que trata de mantener, desde el primer momento, un
contacto estable, continuado y organizado entre el prisionero y su familia. Ya
desde el comienzo de las hostilidades, cada parte en conflicto constituirá una
Oficina Nacional de Información que canalizará las informaciones recibidas
relativas a los prisioneros heridos, enfermos y desaparecidos tantas propias como
enemigos y también la relativa a combatientes fallecidos cuyos restos hayan sido
recogidos. Aunque está previsto en el III convenio la institución en cada país
neutral de una Agencia Central de Información, funciona con carácter permanente
una Agencia Central de Búsquedas con sede en Ginebra y dependiente del
Comité Internacional de la Cruz Roja.

Tan pronto como ha caído prisionero o, como máximo en el plazo de una semana
después de su llegada al campamento, el combatiente capturado tiene derecho a
informar de su cautiverio, dirección y estado de salud a sus familiares y a la
agencia central de búsquedas, a cuyo fin se le debe facilitar una tarjeta de captura,
cuyo formato normalizado figura en un anexo al III Convenio. Cuando la situación
lo permita se remitirá a la ONI. Una lista de prisioneros capturados y las
modificaciones en las condiciones de su cautiverio, de su estatuto y sobre estado
de salud. También se remitirá a la ONI. Una lista de heridos y enfermos con las
dolencias que les afectan. Los informes sobre el estado de salud de los
prisioneros y los relativos a personas con estatuto dudoso, los adicionales sobre
liberaciones, repatriaciones, traslados, evasiones, hospitalizaciones también se
enviarán a la ONI. Se remitirán los informes sobre fallecidos (certificado de
defunción, identificación del mismo, causas, y los documentos que haya emitido
tales como testamento, ... ) a la ONI., así como los datos relativos a tumbas e
inhumaciones .Por otra parte el sistema de comunicación debe ser multidireccional
y de ese modo la Oficina Nacional de Información canalizará las gestiones con la
Agencia Central de Búsqueda, las visitas de comisionados del CICR y el trabajo
de las comisiones médicas mixtas, con las Potencias Protectoras y los Estados
neutrales.
3.4.- Relación del derecho internacional humanitario y las personas
refugiadas y desplazadas

La relación que tiene ellos es que el derecho internacional humanitario prohíbe


expresamente los desplazamientos forzosos de civiles en conflictos armados tanto
internacionales como no internacionales, y ofrece protección en caso de que se
produzca un desplazamiento. Las violaciones del derecho internacional
humanitario son la causa más común de los desplazamientos durante los
conflictos armados. Prevenir esas violaciones es el mejor medio para evitar los
desplazamientos.

El derecho al refugio o asilo surge de la necesidad de restablecer los derechos


humanos mínimos de las personas obligadas a abandonar sus países de origen o
residencia, víctimas de persecuciones fundadas en motivos tales como, su raza,
religión, pensamiento político, nacionalidad o pertenencia a determinado grupo
social. Este derecho se fundamenta en la necesidad de protección y solidaridad
internacional que las naciones concientizaron más vividamente a raíz de las
persecuciones y ejecuciones ocurridas durante la segunda guerra mundial.

Signos y emblemas protectores.

Los signos protectores ocupan un importante lugar en diferentes convenios de


derecho internacional o en reglamentos internacionales. En el opúsculo
consagrado a este tema, el autor hace una lista de signos protectores utilizados en
los conflictos armados, destinados a proteger a las personas, los edificios, los
medios de transporte, los bienes culturales, etc. Obra técnica que proporciona
descripciones precisas y de gran utilidad para todas las personas que deben
utilizar esos signos.

El emblema en el desarrollo de las guerras, se hizo cada vez más patente la


necesidad de prestar asistencia a los soldados heridos en el campo de batalla, así
como la preocupación de proteger al personal sanitario de los ejércitos que, como
no se diferenciaban de los combatientes, se convertían fácilmente en objeto de
ataque. Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales autorizan el uso
de los emblemas de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja como signos de
protección y como signos indicativos.
Uso Protector: En tiempo de conflicto, el emblema es la manifestación visible de la
protección que confieren los Convenios de Ginebra. Es usado a título protector y
debe provocar en los combatientes un reflejo de abstención, de respeto; por lo que
debe ser de grandes dimensiones y sin la nomenclatura de la Sociedad Nacional.

Protección del signo y las señales distintivas de los transporte sanitarios.

Una parte en conflicto podrá autorizar el uso de señales distintivas para identificar
las unidades y los medios de transporte sanitarios. Los medios de transporte
sanitarios podrán utilizar las señales distintivas sin exhibir el signo distintivo. En
tiempo de conflicto armado, el emblema utilizado a titulo protector es las
manifestaciones visible de la protección que se confiere en los Convenios de
Ginebra y en sus Protocolos Adicionales del Personal Sanitario así como a las
unidades y medios de transporte sanitarios. En consecuencia, el Emblema tendrá
las mayores dimensiones posibles.

El emblema utilizado a título indicativo, sirve para identificar que una persona o un
bien, tiene un vínculo con una institución de la Cruz Roja o la Media Luna Roja. El
emblema será, pues, de dimensiones relativamente pequeñas.

El personal sanitario, llevara un brazalete y una tarjeta de identidad provista del


Emblema, proporcionada por el Ministerio de Defensa.

El personal religioso, agregado a las Fuerzas Armadas, se beneficiara de la


protección que el personal sanitario y se dará a conocer de la misma manera.

El trasporte y la asistencia de heridos, de enfermos y de náufragos, estarán


señalados, en tiempo de conflicto armado, mediante el Emblema a titulo protector.

El personal sanitario civil, llevara un brazalete y una tarjeta de identidad, provista


del emblema, proporcionada por el Ministerio de Salud.

El personal religioso agregado a hospitales y demás unidades sanitarias, se dará a


conoces de la misma manera.

3.5. El movimiento internacional de la cruz roja y la media luna roja.

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es la red


humanitaria más grande del mundo. Neutral e imparcial, el Movimiento brinda
protección y asistencia a personas afectadas por desastres y conflictos armados.

El Movimiento, que cuenta con unos 97 millones de voluntarios, colaboradores y


personal empleado en 190 países, está compuesto por:

 el Comité Internacional de la Cruz Roja,


 la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja, y

 las 190 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

En calidad de asociados, los componentes del Movimiento apoyan a las


comunidades, para que sean más fuertes y seguras, a través de diversos
proyectos de desarrollo y actividades humanitarias.

Además, el Movimiento colabora con gobiernos, donantes y otras organizaciones


de ayuda para prestar asistencia a las personas vulnerables en todo el mundo.

Los diferentes componentes del Movimiento se reúnen periódicamente para tratar


cuestiones comunes y compartir prácticas idóneas.

En la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se


reúne cada cuatro años, los componentes del Movimiento mantienen
conversaciones con representantes de los Estados Partes en los Convenios de
Ginebra. La Conferencia es la más alta autoridad deliberante del Movimiento y
ofrece la oportunidad de analizar prioridades y retos interrelacionados.

La Comisión Permanente es el órgano mandatario de la Conferencia y ofrece


orientación estratégica al Movimiento en el lapso de tiempo entre Conferencias.
Asimismo, promueve la coordinación entre los componentes del Movimiento,
favorece la aplicación de las resoluciones de la Conferencia y examina cuestiones
que competen al Movimiento en su conjunto.

Además de la Conferencia Internacional, cada dos años tienen lugar dos


reuniones importantes: la Asamblea General de la Federación Internacional, en la
que participan delegados de todas las Sociedades Nacionales miembro, y el
Consejo de Delegados, que congrega a representantes de las Sociedades
Nacionales, la Federación Internacional y el CICR.

La Asamblea General determina la política general que rige a la Federación


Internacional y el Consejo de Delegados adopta resoluciones relativas al quehacer
del Movimiento y sus actividades de sensibilización.

El Movimiento posee su propio sitio web con secciones que explican


detalladamente su historia, la cuestión del emblema y la Conferencia Internacional,
además de dar acceso por Internet a la Revista de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja.

Historia.
La Cruz Roja tiene su origen en la idea del Comerciante Ginebrino Henry Dunant,
a quien le tocó vivir los crueles combates que se desarrollaban en la Europa de su
época, luego de la Batalla de Solferino, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859, en
donde miles de personas morían sin atención. Dunant organizó una acción de
socorro, junto a los médicos y mujeres de Castiglione (Provincia Italiana) en donde
se improvisó en una iglesia, un hospital de campaña y donde fueron atendidos los
soldados heridos en batalla; esto sirvió de base para que Dunant escribiera el libro
titulado Recuerdo de Solferino donde se planteó la creación de Sociedades de
Socorro en todos los países, con el fin de atender a las víctimas de la guerra sin
ninguna discriminación y proponiendo el establecimiento de unos Tratados o
Códigos de respeto por la vida, aún en situaciones de confrontación.

En Febrero de 1863, la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública designaba una


comisión encargada de estudiar los medios para darle un efecto práctico a las
sugerencias contenidas en el libro Recuerdo de Solferino. Los miembros de esta
comisión, conjuntamente con Henry Dunant, eran cinco: el General Guillaume
Henry Dufour, el Sr. Gustave Moynier y los Doctores Louis Appia y Theodore
Maunoir. La Comisión se reunió por primera vez en febrero de 1863 y tomó la
decisión de constituirse en un organismo autónomo adoptando el nombre de
Comité Internacional de Socorros a los Heridos, naciendo entonces lo que en el
futuro sería conocido como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

La Cruz Roja Internacional actuó formalmente como resultado de la Conferencia


Internacional de Ginebra, reunida en octubre de 1863, planteando la necesidad de
establecer convenciones que permitieran auxiliar a los heridos en los campos de
batalla y dar carácter neutral a los cuerpos encargados de prestarles socorro. Se
escogió un símbolo idéntico para que todos los países distinguieran sus cuerpos
de personal sanitario, hospitales y ambulancias. La Conferencia escogió una
bandera con campo blanco y una Cruz Roja en el centro, inversión del pabellón
suizo, en homenaje a la nacionalidad de Henry Dunant.

Principios fundamentales.

Los siete Principios Fundamentales proporcionan un marco ético, operacional e


institucional a la labor del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja. Son la base del enfoque que adopta para ayudar a las personas
necesitadas durante los conflictos armados, los desastres naturales y otras
situaciones de emergencia.

Humanidad

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, al que ha


dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin discriminación, a todos los
heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo su aspecto internacional y
nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las
circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la
persona humana. Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y
una paz duradera entre todos los pueblos.

Imparcialidad

No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni


credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos en proporción con
los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando prioridad a las más
urgentes.

Neutralidad

Con el fin de conservar la confianza de todos, se abstiene de tomar parte en las


hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial,
religioso e ideológico.

Independencia

El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en sus


actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los países respectivos,
las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar una autonomía que les
permita actuar siempre de acuerdo con los principios de la Cruz Roja.

Servicio voluntario

Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.

Unidad

En cada país solo puede existir una sola Sociedad de la Cruz Roja o de la Media
Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la
totalidad del territorio.

Universalidad

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo


seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse
mutuamente, es universal.

También podría gustarte