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Normativa
Los sucesivos tratados concluidos desde inicios del pasado siglo contentivos de
disposiciones jurídicas relativas a los PG permitieron la cristalización de diversas
normas consuetudinarias que paulatinamente fueron reduciendo, hasta su casi
total eliminación, las exorbitantes prerrogativas que, durante milenios, habían
gozado los captores sobre sus víctimas. El reconocimiento y respeto de los
derechos concedidos normativamente a los PG es parte esencial del llamado
Derecho de Ginebra, pero la dinámica de desarrollo de la Sociedad Internacional y
los cambios que en ella se operan nos obligan a repasar la vigencia de tales
reglas a la luz de los conflictos armados que tienen lugar en la actualidad. El
objeto de las páginas que siguen es, precisamente, analizar si las disposiciones
que protegen a los PG deben mantener su normal ámbito de aplicabilidad o se
justifica en cambio, que las mismas queden supeditadas a otras consideraciones
extrajurídicas unilateralmente impuestas.
Por lo tanto, cuando se duda del estatuto de prisionero de guerra de una persona
capturada, la cuestión de cómo determinar el estatuto adquiere un significado
crucial; lo que no pasaron por alto los delegados asistentes a la Conferencia
Diplomática de Ginebra en 1949, cuando se negoció el III Convenio de Ginebra4.
En consecuencia, este Convenio dispone que si hay dudas respecto del estatuto
de prisionero de una persona capturada que ha cometido un acto de beligerancia,
corresponde a un tribunal competente determinar su estatuto5. Sin embargo, el
Convenio no establece la composición del tribunal, como tampoco especifica los
derechos de una persona cuyo estatuto se halla sujeto a determinación. Por su
vaga redacción, el artículo 5 (segundo párrafo) del III Convenio de Ginebra elude
el problema de la composición de un tribunal competente y de las garantías
judiciales que han de acordarse a quienes ante él comparezcan. Tampoco
responde a la cuestión de cómo puede surgir la duda respecto del estatuto de
prisionero de guerra.
Desde la perspectiva del Derecho de los Conflictos Armados ser prisionero de
guerra es algo más que el simple dato fáctico de haber caído por algún motivo en
poder del enemigo. El prisionero de guerra tiene un estatuto jurídico compuesto
por derechos y obligaciones que le otorgan e imponen el Derecho Internacional y
las normas internas de nuestro país. Por ello resulta de gran importancia conocer
que personas gozan de la condición legal de prisionero de guerra, y cuales, aún
sin serlo, tienen derecho al mismo trato.
1.- Combatientes.
A) Los miembros de las Fuerzas Armadas de una parte en conflicto, integradas por
todas las Fuerzas, Grupos y Unidades Armadas y organizadas, colocadas bajo un
mando responsable de la conducta de sus subordinados ante esa parte y
sometidos a un régimen de disciplina.
a) Que figure a su cabeza una persona responsable por sus subordinados; b) que
lleven un signo distintivo fijo y fácil de reconocer a distancia; c) que lleven
francamente las armas; y d) que se conformen, en sus operaciones, a las leyes y
costumbres de la guerra
Se trata de personas civiles que por su relación directa con los combatientes han
sido asimiladas a la condición de prisioneros de guerra y gozan plenamente del
estatuto protector. Son las siguientes:
A) Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar parte integrante de
ellas, tales como miembros civiles de tripulaciones de aviones militares,
corresponsales de guerra, proveedores, individuos de unidades de trabajo o de
servicios encargados del bienestar de las fuerzas armadas, a condición de que
para ello hayan recibido permiso de las fuerzas armadas que acompañan,
teniendo éstas la obligación de entregarles a tal efecto una tarjeta de identidad.(
Internacional.
Personas sin estatuto pero con derecho a ser tratados como prisioneros de guerra
Es conveniente precisar en primer lugar que los combatientes, aún cuando hayan
violado las normas del derecho internacional, seguirán teniendo la consideración
de prisioneros de guerra, sin perjuicio de que puedan sufrir las consecuencias
penales o disciplinarias que se deriven de tales infracciones. De haber duda
respecto a la pertenencia a una de las categorías enumeradas en el artículo 4 del
III Convenio, de las personas que hayan cometido actos de beligerancia y que
hayan caído en manos del enemigo, dichas personas gozarán de la protección del
citado convenio, en espera de que su estatuto haya sido determinado por un
tribunal competente. Por su parte el Protocolo I concreta más al afirmar que la
persona que participe en las hostilidades y caiga en poder de una Parte adversa
se presumirá prisionero de guerra y, por consiguiente, estará protegida por el III
Convenio cuando reivindique el estatuto de prisionero de guerra, cuando parezca
tener derecho al mismo, o cuando la Parte de que dependa reivindique ese
estatuto en su favor mediante una notificación a la Potencia detenedora o a la
Potencia protectora. Si hubiere alguna duda respecto a su derecho al estatuto de
prisionero de guerra, tal persona continuará beneficiándose de este estatuto y, en
consecuencia, seguirá gozando de la protección del III Convenio y del Protocolo I
hasta que un tribunal competente haya decidido al respecto.
** El homicidio.
** Las mutilaciones.
* La toma de rehenes.
Estatuto de mínimos.
Los derechos otorgados por los Convenios Internacionales que se reconocen a los
prisioneros de guerra no pueden ser conculcados. Pero ello no significa que no
puedan concedérseles otros no previstos en las citadas normas, por acuerdo de
las Partes en conflicto. Igualmente los prisioneros de guerra se beneficiarán
también de otras ventajas que unilateralmente les conceda la Potencia en cuyo
poder se encuentren.
Inalienabilidad e irrenunciabilidad.
- los civiles autorizados a seguir a las fuerzas armadas (C. III, art. 4);
1.- la captura
2.- el interrogatorio.
Una vez caído en poder del enemigo, el prisionero de guerra podrá ser sometido a
un interrogatorio por la Potencia detenedora. Su conducta está regulada por los
derechos que le reconoce el III Convenio de Ginebra y por las obligaciones
derivadas de su legislación nacional. Toda persona que goce del estatuto de
prisionero de guerra puede ser interrogado, en el momento de su captura, o
durante su evacuación. Caso de no obtener respuesta, no se puede amenazar a
los prisioneros ni insultarles o privarles de sus derechos. Los prisioneros que,
debido a su estado físico o mental, no puedan dar cuenta ni de su identidad serán
inmediatamente confiados al servicio de sanidad.
3.- la evacuación.
En el menor tiempo posible los prisioneros de guerra deben ser evacuados, tan
pronto como la situación táctica lo permita, de la zona de enfrentamiento hacia
zonas situadas fuera del área de combate, con excepción de aquellos que por
razones de salud corrieran peligro en la evacuación. Pueden ser alojados
provisionalmente en campos de tránsito, pero su estancia será lo más corta
posible. Durante la evacuación se tomarán precauciones relativas a su seguridad.
Los prisioneros no podrán ser enviados ni retenidos en regiones donde queden
expuestos al fuego de la zona de combate. En los supuestos en que los
prisioneros se encuentren heridos se deberá utilizar la cadena de evacuación
sanitaria (art. 19 GIII). Si no es posible la evacuación, en ningún caso la solución
puede consistir en la eliminación del prisionero. El Derecho Internacional
Humanitario obliga a liberarlo y a adoptar todas las precauciones posibles que le
garanticen su seguridad.
1.- la repatriación.
Sin embargo, lo cierto es que las Partes son reacias a repatriar inmediatamente a
los prisioneros y todavía existen sin resolverse situaciones como consecuencia de
conflictos finalizados hace ya mucho tiempo.
2. La evasión.
Un prisionero que haya logrado evadirse no podrá ser castigado por su evasión si
es capturado nuevamente.
Un prisionero que haya intentado evadirse y que sea capturado antes de haber
consumado la evasión, sólo recibirá castigos disciplinarios, pero podrá ser
sometido a un régimen de vigilancia reforzada, siempre que se respeten las
garantías previstas en el convenio
3. El fallecimiento.
Tan pronto como ha caído prisionero o, como máximo en el plazo de una semana
después de su llegada al campamento, el combatiente capturado tiene derecho a
informar de su cautiverio, dirección y estado de salud a sus familiares y a la
agencia central de búsquedas, a cuyo fin se le debe facilitar una tarjeta de captura,
cuyo formato normalizado figura en un anexo al III Convenio. Cuando la situación
lo permita se remitirá a la ONI. Una lista de prisioneros capturados y las
modificaciones en las condiciones de su cautiverio, de su estatuto y sobre estado
de salud. También se remitirá a la ONI. Una lista de heridos y enfermos con las
dolencias que les afectan. Los informes sobre el estado de salud de los
prisioneros y los relativos a personas con estatuto dudoso, los adicionales sobre
liberaciones, repatriaciones, traslados, evasiones, hospitalizaciones también se
enviarán a la ONI. Se remitirán los informes sobre fallecidos (certificado de
defunción, identificación del mismo, causas, y los documentos que haya emitido
tales como testamento, ... ) a la ONI., así como los datos relativos a tumbas e
inhumaciones .Por otra parte el sistema de comunicación debe ser multidireccional
y de ese modo la Oficina Nacional de Información canalizará las gestiones con la
Agencia Central de Búsqueda, las visitas de comisionados del CICR y el trabajo
de las comisiones médicas mixtas, con las Potencias Protectoras y los Estados
neutrales.
3.4.- Relación del derecho internacional humanitario y las personas
refugiadas y desplazadas
Una parte en conflicto podrá autorizar el uso de señales distintivas para identificar
las unidades y los medios de transporte sanitarios. Los medios de transporte
sanitarios podrán utilizar las señales distintivas sin exhibir el signo distintivo. En
tiempo de conflicto armado, el emblema utilizado a titulo protector es las
manifestaciones visible de la protección que se confiere en los Convenios de
Ginebra y en sus Protocolos Adicionales del Personal Sanitario así como a las
unidades y medios de transporte sanitarios. En consecuencia, el Emblema tendrá
las mayores dimensiones posibles.
El emblema utilizado a título indicativo, sirve para identificar que una persona o un
bien, tiene un vínculo con una institución de la Cruz Roja o la Media Luna Roja. El
emblema será, pues, de dimensiones relativamente pequeñas.
Historia.
La Cruz Roja tiene su origen en la idea del Comerciante Ginebrino Henry Dunant,
a quien le tocó vivir los crueles combates que se desarrollaban en la Europa de su
época, luego de la Batalla de Solferino, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859, en
donde miles de personas morían sin atención. Dunant organizó una acción de
socorro, junto a los médicos y mujeres de Castiglione (Provincia Italiana) en donde
se improvisó en una iglesia, un hospital de campaña y donde fueron atendidos los
soldados heridos en batalla; esto sirvió de base para que Dunant escribiera el libro
titulado Recuerdo de Solferino donde se planteó la creación de Sociedades de
Socorro en todos los países, con el fin de atender a las víctimas de la guerra sin
ninguna discriminación y proponiendo el establecimiento de unos Tratados o
Códigos de respeto por la vida, aún en situaciones de confrontación.
Principios fundamentales.
Humanidad
Imparcialidad
Neutralidad
Independencia
Servicio voluntario
Unidad
En cada país solo puede existir una sola Sociedad de la Cruz Roja o de la Media
Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la
totalidad del territorio.
Universalidad