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creciendo.
Los últimos datos estiman que uno de cada seis adolescentes realiza esta práctica.
David Klonsky ha encontrado que los adolescentes se autolesionan y usan este comportamiento para lidiar
"Comprobé que esto me distraía del trauma emocional. No era una suicida, pero estaba deprimida".
"Primero me las arreglé para esconderlo con camisas de manga larga pero me volví completamente
Históricamente las autolesiones se han considerado un comportamiento extraño asociado con el suicidio y
varias enfermedades mentales. Sin embargo, las investigaciones sobre el tema, halló que a menudo estaba
"La gente está comprendiendo que en realidad esto es muy diferente del suicidio. Es un mecanismo para
ansiedad o soledad y luego las autolesiones le dan un sentimiento de alivio de la presión emocional",
Las investigaciones se han encontrado que después de la autolesión se sienten tranquilas, relajadas, pero al
Realizar heridas al propio cuerpo es una actividad que se realiza en soledad y suele mantenerse en secreto.
"Las autolesiones están en muchas letras musicales, y muchos actores y músicos están abiertos a contar sus
historias de autolesión".
Klonsky señaló que esta conducta se está convirtiendo en un problema importante en las escuelas.
"Comprender por qué las personas se autolesionan es un primer paso hacia la prevención y la intervención".
Avances en la comprensión y tratamiento de la autolesión en la adolescencia
La Violencia Emocional
Avances Teóricos
Definición
¿Y la violencia?
Los que observan esta conducta sienten intuitivamente que cortarse la propia piel
es una reacción violenta a una ansiedad emocional. ¿Por qué alguien se cortaría
al sentirse mal? ¿Cómo se puede entender esta agresión dirigida hacia sí mismo?
Notas Epidemiológicas
“Existen muchos indicios que sugieren que la auto-lesión es un fenómeno
conocido por la comunidad psiquiátrica desde casi 90 años (Emerson, 1914), y
que probablemente es universal, existiendo casos tanto en Japón y Alemania
(Uemura 1975; Janus 1972) como en los Estados Unidos y Gran Bretaña. El
primer caso que definió el cortarse las muñecas como un fenómeno extendido
entre los adolescentes en hospitales psiquiátricos fue descrito por Offer y Barglow
en 1960. Encuestas repetidas en el hospital Monte Sinaí en Nueva York (Rinzler y
Shapiro, 1968) establecieron que entre un 5 y 20 por ciento de los pacientes
ingresados presentan el problema de “cortarse las muñecas”. Desde luego que
esta conducta no solo se observa en los ingresos hospitalarios, ni tampoco la
auto-lesión se limita a la zona de las muñecas. Se ha observado que los que se
auto-cortan[2] se hacen incisiones en la cara, pecho, mamas, estómago, brazos, y
piernas (Crabtree 1967; Emerson 1914; Kafka 1969; Pao 1969)." (Adaptado de
Doctors, 1981).
Un Compuesto Fenomenológico
Hay varias maneras en que están vinculados el estado interno y los procesos
interactivos porque la auto- regulación y la regulación interactiva se dan al mismo
tiempo, cada uno influyendo al otro. Ahora se reconoce que aspectos de la
conducta (pensados antes como que solo reflejaban la dotación de un único
individuo) se refieren también a un sistema diádico particular. Por ejemplo, Sander
(1977, 1985) ha demostrado en cuanto a los propios estados internos del individuo
que cada sistema diádico construye una facilitación única de ellos, una restricción
al acceso de ellos, la consideración que tiene de ellos y también la capacidad de
usarlos. Un ejemplo de esto es el argumento de Fonagy (Fonagy et al, 1991) de
que la capacidad de auto-reflexión, desde el punto de vista del desarrollo, emerge
dentro de un proceso interactivo. La función de auto-reflexión se desarrolla cuando
uno puede encontrar una reflexión de sí mismo en la mente de otra persona auto-
reflexiva.
Hubo, durante los años 90, muchos intentos de describir los procesos y sistemas
neurobioquímicos afectados por el trauma (Charney et. al 1993, Chu 1998,
Hartman & Burgess 1993, Le Doux 1996, Saporta & Case 1993, Van der Kolk
1996, 1997; Yehuda 1999). Estos investigadores alegan que durante el trauma,
altos niveles de excitación emocional interfieren con las funciones cerebrales
normales de procesamiento de experiencia. Según este punto de vista, datos
sensoriales se almacenan como huellas mnémicas cargadas afectivamente sin
asociaciones en el lenguaje. Los individuos afectados de esta forma están
entonces sujetos a una tensión crónica e intensa; sienten miedo o se sienten
abrumados por experiencias que no pueden formular ni comunicar en palabras, es
decir, una experiencia no organizada. Bessel Van der Kolk (1989) propuso la
hipótesis de que la auto-lesión "trata" tal angustia porque descarga opioides
endógenos. El incremento de opioides endógenos en el cerebro produce “calma” y
“lucidez”, una experiencia característica descrita por muchas personas después de
cortarse. Él sugirió que puede crearse un ciclo tipo adicción en que la disminución
natural de opioides endógenos durante un tiempo después de cortarse lleva a que
algunos de los que se auto-cortan busquen un estado de calma en cortarse de
nuevo en un intento, consciente o no, de conseguir la descarga de opioides. La
implicación es, evidentemente, que existen potentes mecanismos
neurobioquímicos que refuerzan la conducta de auto-lesión y contribuyen a su
constancia.
Los investigadores que estudian este problema también están investigando los
modelos y mecanismos relacionados con la auto-lesión y la experiencia de dolor
(Symons, 2002), porque la auto-lesión severa que se da con altos índices en la
población de personas con retraso mental, por ejemplo, solo se entiende
parcialmente y aun queda mucho para que esta situación mejore. Estudios
experimentales del dolor agudo se han extendido a otros pacientes psiquiátricos
con trastorno límite de la personalidad. Consecuente con los relatos personales,
los pacientes con trastorno límite de la personalidad que refieren no sentir dolor a
la auto-lesión responden a la inducción experimental de dolor agudo con analgesia
y con una subsiguiente mejora de su humor. Esto lleva a los investigadores a
especular que estos efectos son debidos a mecanismos cerebrales, los cuales se
creen reguladores tanto del dolor como del afecto (p.ej. el sistema de péptidos
opioides endógenos y los sistemas serotonérgicos (Symons, 2002; Russ et. al,
1992).
Los ejemplos clínicos no pueden “demostrar” una teoría clínica, solo ilustran cómo
se utiliza una teoría con los pacientes. Daré ejemplos de adolescentes vistas muy
temprano en su actividad lesiva de cortarse para mostrar como la comprensión de
la co-construcción de la auto-regulación y la regulación interactiva abre una
ventana a la experiencia subjetiva de los que se auto-cortan y como ayuda en su
tratamiento. La intervención precoz, potencialmente evita la evolución de los ciclos
adictivos que pueden hacer que la conducta sea tan refractaria al tratamiento.
Cuando intervenimos precozmente y podemos entender la relación entre patrones
interactivos y dificultades en la auto-regulación, a menudo podemos conseguir un
gran éxito en limitar la conducta y mejorar el problema regulatorio subyacente. He
escogido casos con manifestaciones similares para demostrar que conductas que
parecen semejantes pueden tener significaciones diferentes y responder a
intervenciones de distintas maneras. Comienzo con dos casos dando una
ilustración del impacto de un apego inseguro. La teoría del apego es un ejemplo
específico de la co-construcción de la auto-regulación y la regulación interactiva, y
nos abre una ventana para poder ver los patrones característicos que se
establecen desde el punto de vista del desarrollo. (Doctors, 2002) (Ejemplos
detallados de individuos que se cortan de manera más crónica pueden verse en
publicaciones anteriores [Doctors 1979, 1981, 1999]) .
Amanda
La Sra. J. pidió consulta después de que las amigas de Amanda la llamaran por
teléfono para informarle de que Amanda se había auto-cortado varias veces.
Amanda comía y dormía irregularmente y no atendía a sus estudios. La madre, a
quien otro clínico había descrito como “áspera” y “controladora”, era consciente de
que la relación con su hija de 14 años había sido perturbada por la conducta
repulsiva del novio de la madre (que cohabitaba con ellas), y su propia inhabilidad
para proteger a su hija de forma efectiva o de comunicarse con ella abiertamente.
Me impresionó el contraste entre la destacada inteligencia de la madre, y el patrón
de comunicación perturbado que se me evidenciaba. Había una notable ausencia
de expresiones faciales, y sí las había, no cuadraban con sus palabras. Su
discurso no era colaborativo, me explicaba conductas bizarras sin pensar que yo
podría reaccionar ante lo que me decía. Cualquier intento mío de responder o
participar fue firmemente apartado.
El discurso de la madre llevaba la huella de sus trastornos interactivos y auto-
regulatorios. Parecía suprimir las emociones en ella misma y desconectar de su
entorno cuando el contenido estaba cargado de afecto. Tal evidencia de un apego
inseguro me hizo pensar en la interacción entre madre e hija y como ésta afectaba
la auto-regulación de la hija.
Rebeca
Rebeca tenía un apego inseguro con ambos padres, aunque podía conversar con
su padre con más facilidad. Los chicos inseguros llegan a la adolescencia con
necesidades especiales de sentirse valorados. Como ocurre a menudo, Rebeca
sentía su entorno social como una segunda oportunidad para ganar el
reconocimiento que anhelaba. Encontrándose más cómoda con los chicos que con
las otras chicas, y siendo una chica muy guapa, a los 13 años fue "descubierta"
por los chicos mayores y empezó a “tontear”, a beber alcohol y a consumir drogas.
Después de un breve coqueteo con un trastorno de la alimentación, empezaron
los episodios de auto-lesión en medio de un conflicto social en el instituto. Las
chicas mayores no aceptaban su presencia y Rebeca fue el blanco de horribles
chismorreos; su capacidad para comprender emocionalmente a otros y anticipar
sus reacciones a su propia conducta estaba tan pobremente desarrollada sus
propias meteduras de pata complicaban su sufrimiento.
Rebeca se sentía abrumada por su vida social. Hablar del problema en su
tratamiento individual fue muy informativo para nosotras dos, a medida que
llegamos a ver como a menudo Rebeca “olvidaba” considerar las consecuencias
de sus acciones y no podía ponerse en la piel de otro, como solían hacer las otras
chicas adolescentes. La transmisión entre modos de organización psicológica
entre generaciones se observa cuando los padres no logran reflexionar sobre las
mentes y los afectos de sus hijos y estos adolescentes carecen de las mismas
capacidades. Rebeca ni era auto-reflexiva ni empática con los demás. No era feliz
y estaba confusa, y me permitía saberlo.
Melinda
Quiero hablar de otra chica de 14 años, por si diera la impresión de que todos los
problemas de auto-regulación provienen exclusivamente de las interacciones
familiares. Melinda solo se había cortado un par de veces, en estas ocasiones
haciéndose unos cortes muy pequeños y delimitados. Después de una llamada del
coordinador de colonias, quien creía que Melinda estaba abrumada por
circunstancias sociales a las que no podía hacer frente, sus padres pidieron hora.
Otros temas clínicos mencionados aquí, merecen una exploración más profunda:
(1) el uso de la terapia familiar y de la orientación paterna para mejorar las
capacidades funcionales del adolescente, (2) el hablar directamente con
adolescentes acerca de la experiencia de cortarse y como evitarlo, (3) la influencia
del consumo de drogas y alcohol en la incidencia de la auto-lesión, (4) la cuestión
de la elección de síntomas y la relación entre trastornos de la alimentación y la
auto-lesión. Me he centrado en el desarrollo y la transformación de las dificultades
en la auto-regulación emocional, he intentado hacer hincapié en la auto-lesión
como una solución a la disfunción en el área de auto-regulación y he mencionado
los procesos neurobiológicos que pueden contribuir a que la auto-lesión sea una
conducta “adictiva”.
Qué empuja a los adolescentes a lesionarse
La incapacidad para manejar las emociones no deseadas provoca la automutilación
Una buena parte de los que se autolesionan tiene síntomas depresivos. (Foto: Javier B. Salvadores)
PATRICIA MATEY
MADRID.- Se cortan, se queman, se golpean la cabeza, se dan puñetazos, se amputan las orejas, la lengua o,
incluso, los genitales. La autoagresión suele comenzar en la adolescencia y normalmente no busca encontrar
la muerte, aunque constituye un factor de riesgo de suicidio en el futuro. Ahora, un grupo de investigadores
belgas y británicos desvela cuáles son algunos de los factores que predisponen a este tipo de
Lo han conseguido tras llevar a cabo una investigación con 490 adolescente de entre 16 y 19 años,
estudiantes de varios colegios británicos. "Los trabajos teóricos y clínicos indican que, primeramente, la
autolesión constituye una estrategia para regular las emociones. También cumple con el papel de solicitar
ayuda a los demás", comenta Moïra Mikolajczak, del departamento de Psicología de la Universidad Católica
Para esta especialista, los mecanismos "por los que se produce la automutilación todavía no están claros,
pero parece que funciona a través de tres trayectorias: la anulación de las emociones no deseadas [como
fórmula para distraerse de sentimientos intolerables]; su materialización [hacer que la emoción se convierta
en dolor tangible] y su transformación [la autolesión provoca la relajación de endorfinas, lo que ocasiona
cierta 'analgesia' que provoca una sensación de bienestar]", destaca la investigación, publicada en el último
Partiendo, por tanto, de la base de que la autoagresión "a menudo funciona como como una
estrategia para regular las emociones, hemos realizado este ensayo bajo la hipótesis de que la
personalidad es un factor que puede predecir este tipo de comportamientos, lo que es particularmente
Durante el estudio, los participantes realizaron varios cuestionarios. Uno sobre inteligencia emocional
(adaptabilidad, rasgos de empatía, de felicidad y optimismo, adaptabilidad, autoestima, entre otros), otro
Los datos constatan que hasta un 27% de los estudiantes incluidos en la investigación reconoció
haberse autolesionado deliberadamente, con cortes, quemaduras o tomando una sobredosis de drogas
recreacionales. Uno de los resultados sobre el que los autores hacen especial hincapié es en el hecho de que
hasta "un 65% de los que confesaron autoagredirse padecía síntomas de depresión", reza el documento.
"Automutilarse es más común de lo que siempre hemos pensado. Las estadísticas, según las distintas
investigaciones, hablan de una prevalencia de un 20% a un 40%. En nuestro trabajo la cifra está en un
27%, pero tal vez sea más preocupante aún el hecho de que un 21% de estos chicos y chicas que se
autoagreden afirme que lo hizo con la intención de morir", comentan los investigadores.
Programas 'coaching'
Hasta ahora, la autolesión no había constituido un factor de riesgo grave de suicidio, "pero los testimonios
recogidos en nuestro ensayo requieren de trabajos futuros con el fin de comprender mejor este fenómeno de
Lo que sí queda patente en el estudio es que los menores con niveles más elevados de inteligencia
emocional son los que menos riesgos tienen de llevar cabo este tipo de comportamientos autodestructivos.
"Por el contrario los que más se automutilan son los que han obtenido puntuaciones más bajas en
las pruebas de inteligencia emocional, los que peor se adaptan a las situaciones, más se
La parte positiva de estos hallazgos queda reflejada en el hecho de que "si los resultados de nuestra
investigación se repiten en estudios futuros, sabemos que la incorporación de programas 'coaching' [aquéllos
que ayudan a las personas a encontrar lo mejor de sí mismas y buscar el camino entre lo que son y lo que
quieren ser] sería una buena estrategia para la prevención y tratamiento de la autolesión", concluyen los
científicos.