Los sectores populares habían organizado sindicatos desde comienzo de siglo XX
y paulatinamente fueron ganando protagonismo político. En lo fundamental, acompañaron al (Apra) hasta los años cincuenta, cuando el trabajo sindical del Partido Comunista fue ganando más adeptos. El viraje a la derecha consumado a través de la “convivencia” con Manuel Prado fue una oportunidad para los comunistas. Aprovechando esa ventana, para los años sesenta, los sindicatos estaban pasando masivamente a las izquierdas. Ese proceso fue estimulado por el auge de las revoluciones tercermundistas, después de la revolución china y el inicio del proceso de descolonización en el mundo entero. En América Latina, el triunfo de la revolución cubana generó un profundo giro hacia la izquierda de la política latinoamericana de los años sesenta, cuando todos los políticos se presentaban como partidarios del cambio social. Así, los sindicatos ya eran izquierdistas cuando el general Velasco tomó el poder en octubre de 1968. Pero, durante su mandato los trabajadores lograron una conquista laboral muy importante. Se trata de la estabilidad laboral, que impedía despidos injustificados y obligaba a sustentarlos legalmente. Esa norma de Velasco permitió que los dirigentes sindicales puedan cumplir su trabajo sin mayores temores. Pero, la ley era tan drástica que introdujo elevada ineficiencia al sistema económico, puesto que el mismo efecto se hubiera podido lograr de otra manera. Sin embargo, Velasco no se llevaba del todo bien con los sindicatos. Los consideraba comunistas y sospechosos de apoyar a una política extranjera, como era la Unión Soviética y Cuba. Velasco era muy nacionalista, tenía recelo de las posturas políticas que adherían a bloques extranjeros. Además, era autoritario y trataba a todo el país como cuartel, queriendo que se obedeciera “sin dudas ni murmuraciones”. Por el contrario, en esta época se forjó el clasismo, una ideología que expresaba el esfuerzo por conservar autonomía con respecto al gobierno militar. Conclusión. En el presente documento se han explorado gruesamente dos coyunturas críticas del movimiento sindical peruano del siglo XX. El período 1977-1978, bajo el régimen militar de Francisco Morales Bermúdez, y el período 1990-1992, presidido por Alberto Fujimori, se configuran como contextos claves en el desarrollo del sindicalismo, en tanto quedó consignada, respectivamente, la fortaleza y debilidad del movimiento. Ambos contextos devienen de graves crisis estructurales, principalmente económicas, que conllevaron la adopción de profundas reformas laborales que vulneraron los derechos de los trabajadores. Sin embargo, la capacidad de respuesta ante las políticas estatales muestra desempeños sindicales muy distintos, debido a factores estructurales, coyunturales y organizacionales. Ahora bien, entender la experiencia del sindicalismo peruano como una particularidad regional es insostenible. En el contexto latinoamericano, confederaciones laborales debieron afrontar, principalmente desde los años ochenta, las reestructuraciones de sus respectivos sistemas políticos y económicos. BIBLIOGRAFIA. Abusada, Roberto, Fritz Du Bois, Eduardo Morón y José Valderrama (eds.). 2000. La reforma incompleta: rescatando los noventa, Lima: CIUP-IPE.
Balbi, Carmen Rosa. 1988. Las relaciones Estado-sindicalismo en el Perú