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Capítulo 9
PARTE UNO
Capítulo 10
Capítulo 1
Capítulo 11
Capítulo 2
Capítulo 12
Capítulo 3
Capítulo 13
Capítulo 4
Capítulo 14
PARTE DOS
Agradecimientos
Capítulo 5
Sobre la autora
Capítulo 6
Staffs
Capítulo 7
Créditos
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Traducido por PrisAlvS
Rune
Mi corazón se aceleró mientras mis dedos se movían sobre el borde.
Corteza suelta cayó a los rápidos. El agua la tiró, depredador y presa,
persiguiéndose entre sí sobre las rocas. Me incliné, tomé el viejo tronco.
Aseguré mis piernas alrededor y me estiré hacia abajo. La fuerza del río
dobló mis dedos. Todo lo que tendría que hacer sería saltar. No tardaría
mucho.
Una espesa brisa golpeó mi nuca, una incesante presión para saltar. El
sudor se acumuló en mis axilas y la parte de atrás de mis rodillas.
No merecía vivir. Además no tenía nada por lo cual vivir. Ella seguiría
viva si no fuera por mí.
Me volví a sentar y pasé una pierna. Mis pies colgaban, las puntas de
mis zapatos saborearon la furia del río.
Solo saltar del tronco. Tal vez habría algo mejor. Alguna paz. ¿Perdón
incluso? La oportunidad de disculparme.
Sí, claro.
La sangre palpitó en mis orejas. Una voz chilló. Los rápidos taparon las
palabras. Amenazas rugidas por su cuenta. El cachorro luchó. Apreté mis
dientes. Me mecí. Una vez, no lo suficientemente alto. Otra vez. Nos
impulsé de regreso al tronco. Repté hasta la tierra. Colapsé en un charco
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lodoso.
—Gracias.
¿Uh? ¿Estaba soñando? Tal vez había muerto y esta era una nueva
realidad. O…
—¿Puedes verme?
Scott
Él se enderezó tan rápido que su frente chocó contra la mía.
—Ay.
—Ayuda. —La palabra salió en un soplo con una “H” al inicio—. ¿Estás
bien? —¿Bien? Casi se cayó a los rápidos. Encuentra sus heridas. Dale
primeros auxilios. Usa tu camiseta como vendaje.
—Creo que estoy bien, excepto por mi pie. —Su voz era suave y
profunda como si no la hubiera usado en un largo tiempo, no combinaba
con su flacucho cuerpo. El medallón de plata que sobresalía en su cuello
tampoco combinada con su ropa sucia.
—Te tengo.
Él se movió hacia un árbol por el río donde había una bolsa de lona
vieja. Él se dejó caer en la base del árbol y la aferró.
—¿Cuál es tu nombre?
—Ah, ahí estás, hijo. ¿Listo para volver? Necesito que revises el resto de
los campos de bayas.
Asentí.
—Papá, este es Rune, Rune, este es… —Rune negó con su cabeza.
¿Qué?—… papá.
—No, papá. —Moví una mano hacia Rune. Él volvió a sacudir la cabeza,
y dejé caer mi brazo—. Uh, quiero decir… —Dios, ¿qué quería decir y qué
estaba haciendo aquí? Una extraña sensación, una mezcla de miedo e
incredulidad, apretó mi estómago—. No, su nombre sigue siendo Skimpy.
Papá frunció el ceño, pero apostaría que no era nada comparado con el
mío.
Cuando se fue con Skimpy, me dejé caer junto a Rune mientras tiraba
de su camiseta, intentando cubrir su torso, una sombra oscura estaba en
su rostro donde tenía el ceño fruncido.
—Soy invisible.
Rune
Él me escuchó. Podía decirlo por la forma en que se tensó. Como si le
hubiese sacado el aire. Me giré para verlo mejor, pero me detuve cuando el
dolor perforó mi tobillo y mi pantorrilla. Debí habérmelo torcido muy
fuerte. Pero no me importaba. No realmente. ¿Cómo podía ser así cuando
este chico me veía? Increíble. Lo miré, sentado a mi lado con los hombros
encorvados, meciéndose mientras intentaba darle sentido a lo que le había
dicho. Debería decir algo. ¿Pero qué se le dice a la única persona que te ha
visto sin que lo intentes?
Él me miró, sus ojos buscando los míos para tener más respuestas. Y yo
quería dárselas porque era el primero que me veía. Respiré hondo y
masajeé mi tobillo mientras continuaba:
como o bebo cosas. Nada de cosas flotantes o algo así. Parece que todo
cerca también se vuelve invisible… excepto las cosas vivas, por alguna
razón.
¿Debería decirle el resto? ¿Que podía dejar que las personas me vieran y,
lo más importante, por qué no lo hacía? La bilis subió por mi garganta.
¿Cómo podía estar seguro de que lo mismo no le pasaba al chico? Usa el
reloj, mejor sentirse a salvo que arrepentido.
Una pequeña risa escapó de mí, haciéndome saltar. Hice una mueca,
mirando mi pierna estirada.
Me encogí de hombros.
Él asintió.
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Suspiré.
—¿Por qué estás aquí de todos modos? ¿Cómo es que vives siendo
invisible?
Mi reloj sonó. Estudié a Scott con atención, sus ojos grises parecían
sombríos y confundidos, pero él parecía bien.
Increíble.
Scott
Toda la cosa parecía irreal, como si me hubiera salido de mi cuerpo o
algo y nos mirara desde arriba. Solo no podía comprenderlo. Y no podía
estar imaginándolo, ¿cierto? Él era sólido y yo olía su esencia terrosa con
un toque de vainilla.
—Claro. —Además, sería lindo tener alguien con quien pasar el tiempo.
Las vacaciones eran algo aburridas cuando se estaba solo en la granja.
Aunque Skimpy era entretenido. Aun así. Este era un chico invisible.
Fruncí el ceño.
Él rió sorprendiéndome.
—Scott, no tienes idea. —Su voz sonaba vacía… triste. Luego en casi un
susurro dijo—: Soy un chico muy, muy extraño.
—Siéntate aquí. Tomaré unas cosas para tu pierna. —Miré su fino torso.
Y también comida.
Apresuré los últimos pasos y dejé caer la canasta junto a sus pies. Él la
miró y de regreso a mí. Podía ver el hambre en sus ojos mientras me
arrodillaba, saqué unas magdalenas y le ofrecí una. Bajó el palo y el
cuchillo, y la tomó.
—Son de moras —dije, casi como una disculpa—. Casi todo en esta
granja lo es.
—Gracias —dijo.
pequeños para él. Pero en algún punto debieron haber sido muy largos
porque el dobladillo de los tobillos estaba gastado y le faltaban partes del
material. ¿Cuánto tiempo los usó? Volví a mirar a su bolsa. ¿Tenía otros?
—¿Estás bien?
Sus oscuros ojos me estudiaron con atención. Mis mejillas ardían. No
debí haber observado su ropa así.
—Sí, bien.
—No, estoy bien. —Su ceño se profundizó, presionando sus cejas juntas
a casi una—. Solo estaba pensando. —Que a pesar de la falta de comida
eres bastante atractivo.
Rune tomó otra manzana por lo que tenía dos en su mano derecha y
una pera en la izquierda. Luego empezó a lanzarlas en arcos en los
momentos perfectos para que ninguna cayera. No sabía mucho de
malabarismo, pero estaba sorprendido de que sus ojos no estuvieran
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—Eso es mucho más fácil de pie. Dudo que sea capaz de hacerlo con
cinco en esta posición.
Él rió, era meloso y había un tenue brillo en sus ojos. Me hizo pensar en
aceite cálido deslizándose por mis dedos.
Estaba seguro de que sus últimas palabras tenían una pregunta, y por
un segundo pensé que podría enseñarme. Pero entonces vi la bolsa… su
vida empacada, lista para mudarse. ¿Por cuánto tiempo se quedaría aquí?
Scott
De alguna manera convencer a Rune de quedarse en nuestro granero
fue mucho más fácil de lo que había pensado. Apenas había mencionado la
comida, las frazadas y la letrina, antes de que él empezara a asentir.
Fuimos hasta la parte rota de la valla. No era tan alta hasta la rodilla,
un paso fácil, pero Rune colocó una mano en mi hombro para ayudar a su
pie malo mientras el bueno pasaba primero. Su agarre era fuerte, el calor
de su palma notable incluso a través de mi camiseta. Él podría haber
usado su muleta, o la valla. Pero eligió mi hombro. Una vez que se soltó,
toqué el lugar. Luego dejé caer mi brazo, los amigos hacían eso. Además,
probablemente era más fácil apoyarse en algo más alto.
—Así que… —Su voz rompió mis pensamientos—. ¿Con qué frecuencia
vienes aquí?
Él sonrió, tímidamente.
—Mírate, todo rojo. —Rune sonrió burlonamente—. ¿Te daré una lección
de malabarismos por tus pensamientos?
—Estornudas mucho.
—Lo hago con olores fuertes, y cuando salgo al sol algunas veces. Es
raro.
¿Raro? Yo no era el invisible. Pero era fácil olvidar que Rune lo era. Es
decir, pensaba en ello mucho, cada día. ¿Cómo podía ser posible? ¿Por qué
le sucedía a él? Y, la gran pregunta, ¿cómo era no ser visto? ¿Era como no
tener amigos? ¿Sentarse solo a la hora del almuerzo deseando ser invitado
también al intercambio de tarjetas de baloncesto? ¿Ser empujado sin una
disculpa?
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Tocar parecía ser una parte de Rune. Sin importar el tipo: un roce, un
puñetazo suave, un apretón, un golpe… Cada uno parecía llevar el peso de
una pregunta no formulada: ¿somos amigos?, y cada vez le daría un
pequeño asentimiento. Sí, lo somos. Pero el toque de antes, junto a la
valla. Mmmm, ese había durado más tiempo.
—Aire fresco, pasto verde y agua fría… ¿qué podría ser mejor? —Cojeó
hasta el agua. Metió los dedos de su pie en ella—. Perfecto.
Skimpy tiró de la cuerda. Aquí debería ser seguro para que él nadara.
Me agaché hasta su nivel.
No.
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—Para ti.
—Así que, en realidad —dijo él con una sonrisa—, es para ti. —Señaló el
recipiente que había sacado de mi mochila—. Pásalo.
—¿Ves esa pequeña nube detrás del tren con el convicto escapando?
Él giró una vez así que estaba junto a mí, nuestros costados tocándose.
—Esa de allí.
—¿Dónde?
—Justo allí.
—Sí, la veo. —Esa era otra cosa sobre sus toques. Supuse que él
también lo hacía para asegurase que yo estaba realmente allí. Que
realmente lo estaba viendo también. Aun así, cada vez que lo hacía, mi
corazón latía con fuerza.
—¿Por qué?
—Pero lo estoy.
—Ninguna razón.
Apreté mis dientes. Pensé que nos estábamos volviendo amigos. Tal vez
no tenía que decirme, ¿pero mentir? Me senté.
—Y las flores de origami, ¿eh? Esa debe ser una habilidad útil.
Fruncí mi ceño.
—Claro, adelántate.
Oh-oh.
alimentar a Skimpy. Era un sonido tan familiar en nuestra casa que era
extraño no escucharlo un día. La mayoría de las noches era el constante
tarareo lo que me dormía. A menos que hiciera mucho calor, por supuesto,
entonces nada funcionaba. Ni siquiera las historias que Rune me contaba
cuando lo visitaba por la noche.
No había pretendido ir a él esa segunda noche. Pero había tenido tanto
calor que necesitaba salir a refrescarme. Y entonces levanté la mirada y
ahí estaba el granero. Él me escuchó. Me llamó. Entré. Hablamos.
Blablablá esto, blablablá aquello. Luego una historia sobre un hombre que
drogó todas las ovejas en alguna granja en Michigan para que parecieran
muertas en la mañana. Y eso fue lo que se ganó el granjero por dormir con
la esposa del hombre.
Volví a casa luego de eso, las ovejas muertas llenaban mi mente, pero
incluso no me dormí al contarlas. Aun así, me gustaban las historias. Por
lo que volví a la noche siguiente y la que vino después. Se convirtió en
nuestra tradición. Una historia a medianoche.
—Hola, Scott, ven —dijo, y me acerqué a ella y rodeé su cuello con mis
brazos—. ¿Qué piensas de estas cortinas?
—¿Por favor?
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—¿Puedo entrar?
A lo más que llegué fue a una mano estirada. Había una polilla en la
espalda de Rune. Mis dedos estaban a un centímetro de apartarla.
Esperaba que de alguna forma él sintiera la cercanía. Pero deseaba más no
haber estado tan nervioso.
—¿Qué?
Él se quitó su reloj y dejó sus brazos con las palmas de las manos hacia
arriba. Sus cicatrices eran blancas y brillantes.
—Quería hablar contigo…
La puerta de mi cuarto se abrió. Mamá entró con tela sobre sus brazos.
—Lo siento —dije por impulso, luego quise taparme la boca de un golpe.
—Se ve bien.
—¿Como qué?
—¿Por qué fue eso? —susurré, tenía miedo de que mamá pudiera
escuchar.
—Solo creo que si tu mamá quiere hacer algo contigo, entonces deberías
hacerlo. —La voz de Rune demostraba algo de tristeza.
—Lo harás. Me gustan los juegos de palabras. —Él sacó un fino libro del
bolsillo lateral de su mochila—. Mira. Ahora sabes cuán nerd soy. —Él rió,
pero había un tono de nerviosismo, como si quisiera que le dijera que
estaba bien o algo.
Rune
Apoyado en el reposabrazos de la silla más cercana, asentí hacia Scott,
quien estaba de pie en el centro de la sala de estar. Él lanzó una bola al
aire, luego una segunda y una tercera, las atrapó y volvió a lanzar en
intervalos regulares.
—¿Como tú?
—Hola, Scott. —Su papá miró a Scott en el centro de la sala, tres bolas
en sus manos—. ¿No estabas haciendo eso cuando me fui esta mañana?
—¿John, eres tú? —La mamá de Scott salió de la cocina. Me salí del
camino antes de que ella chocara contra mí en lugar de su esposo.
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Scott me indicó que lo siguiera al baño y abrió los tubos para que el
agua corriera, chocando con fuerza contra el lavabo. Murmuró:
Asentí.
En el centro del mantel de la mesa estaba la flor de papel que le hice ese
día.
Se me habían acabado las excusas de por qué las seguía haciendo. Solo
quería. Quería decir: eres genial, nuestra amistad es lo mejor que me ha
pasado. Me gustas mucho.
Me encogí de hombros.
—¿He estado pensando que tal vez quieras unirte a un club o algo? En
el supermercado leí que uno de los equipos locales de fútbol está buscando
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—Uhm…
—O puede que el centro juvenil tenga algunos programas de verano en
los que aún puedas entrar.
Scott se encogió de hombros y llevó sus dedos junto a los míos a un lado
del plato, casi tocándose.
Ella piensa que su hijo es un solitario. Como yo lo he sido por años hasta
Scott. Tal vez su mamá tenía razón. Él debía salir y conocer otras
personas. Él podía, después de todo.
—Debe ser otro estirón —dijo su mamá—. Será mejor que te llenes de
comida o quedarás todo escuálido.
Su papá observó los pliegues de la flor. Oh-oh, tenía una idea de lo que
estaba por pasar.
—Uhm, tendrás que enseñarme. —Él le pasó el papel y lo vio con una
expresión curiosa.
—Ten. —Se la dio a su papá y sonrió, mirándome con el rabillo del ojo.
Scott
Cinco semanas de Rune en la granja y él era todo en lo que podía
pensar. Todo lo que quería era escucharlo, verlo, tocarlo, olerlo y, ah,
saborearlo.
Lindas partes.
Miré con la esquina del ojo, comprobé tres veces por algún espacio entre
las cortinas, luego me giré a mi lado. Claro que nadie podría verme.
Arrastré la almohada frente a mí, la rodeé con mis brazos y apoyé los
labios contra la esquina. Los labios de Rune, la cicatriz de Rune. Saqué mi
lengua y lamí. El algodón era rasposo y lo lamí para hacerlo más suave.
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—¿Por qué estás todo rojo? —había preguntado él una de esas veces.
Este es el porqué.
Él nunca podría saber que yo hacía esto… y mientras pensaba en su
desgarbado cuerpo y suave voz. Si nadie lo veía, si nadie lo escuchaba, no
sucedía realmente. Solo yo tenía que vivir con la vergüenza. La verdad.
Que Rune… que un chico me excitaba.
Rodé sobre mi espalda, metí una mano en mis bóxers y froté. Siempre se
sentía bien mientras lo hacía, pero tan pronto como terminaba, sentía
náuseas. Esas emociones eran raras. Y no estaban del todo bien. A la
mayoría de chicos de mi edad les gustaban las chicas. Hacían esto
pensando en ellas. ¿Entonces estaba enfermo por hacerlas pensando en
Rune, por imaginar que sucedían de verdad? ¿Porque me gustaban?
Scott
Apoyando mi cabeza en mi codo, miré a Rune. La vela a la cabeza de su
cama improvisada con mantas viejas para picnic proyectaba sombras
sobre su rostro. Nubes negras bloqueaban la luna y una corriente de aire
amenazaba con robarse nuestra única luz. Por primera vez en seis
semanas hacía frío en el granero para nuestra historia tradicional.
—¿Cuándo?
—¿La conoces?
Él asintió.
Otro asentimiento.
—No es gracioso.
los niños se los lanzaban entre ellos, y había mucha comida. Ellos no
notaron la pequeña mordida que tomé. Fue la mejor… —Paró de hablar.
—¿… Navidad que alguna vez tuviste? —Estaba seguro de que no quería
que lo hiciera, pero no pude detenerme; una semilla de compasión había
sido plantada la primera vez que puse mis ojos en él, desde entonces había
crecido, enrollándose alrededor de todos mis órganos, y ahora floreció—.
Lo siento.
Él volteó su espalda hacia mí. Otro trueno.
El olor de la lluvia se filtró con una corriente que casi causó que la vela
se apagara.
—No lo estoy.
—Claro.
—Estaré bien.
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—No era una pregunta. —Mi voz, profunda y tersa, tuvo el efecto que
quería. Asintió, se levantó del suelo, y metió con fuerza las mantas en un
viejo camión en la siguiente casilla.
—No.
—Nunca.
—Pero…
de una foto de un árbol perfilado que había tomado para la clase de artes
en el colegio, cuando aprendimos sobre el desarrollo de la técnica del
cuarto oscuro. Rune había dicho que le recordaba a un roble bajo el cual
había dormido en algún lugar de Virginia.
—Sí, mamá y papá odian tener fotos suyas. Soy suertudo de tener alguna
foto mía de cuando era niño ya que no tenemos cámara.
Así que soy solo yo el que estaba demasiado excitado. Me giré en mi lado
y estudié las mantas sobre él. Después de un minuto de quietud, Rune se
movió. Sin saber por qué, apreté mis ojos.
—Quizás. —Abrí mis ojos. La mitad superior del cuerpo de Rune colgaba
fuera de la cama, descansando cerca de mi rostro. A la luz de la luna los
ángulos de su rostro parecían más oscuros, la cicatriz en su labio no
existía.
—Bien. —Se me quedó viendo por un largo momento—. Scott, yo… —Su
codo se inclinó y él se arrastró más lejos de la cama.
—¿Sobre qué?
—Tengo unos pocos. Pero… Está esta vez unos pocos meses atrás
cuando estaba en LA y fui al cuarto de aseo, pero la puerta no se podía
cerrar apropiadamente. Bueno, nadie me veía de todas formas, así que
simplemente dejé la puerta abierta.
—Sí, bueno, luego oí a alguna mujer viniendo con una risa tonta. Al
principio estaba avergonzado de que había entrado al baño de damas, pero
luego se puso peor. Una de esas damas decidió usar mi cubículo. Cuando
me percaté de lo que estaba pasando, solo tuve tiempo para presionarme
contra la pared así ella no chocaría conmigo. Como sea, entonces esta
dama de mediana edad entra y saca el chicle de su boca para usarlo como
un tipo de seguro en la puerta.
—Iugh.
—Pero la peor parte, la más parte vergonzosa para mí fue cuando ella,
ya sabes. Quiero decir, cerré mis ojos y todo. Pero aun podía oírla y olerlo.
—Eso es asqueroso.
Besarte.
—¿Me gustará?
—Una cámara.
—Rayos, estás helado. Ven aquí. —Me acercó a él y comenzó a frotar mis
brazos. Mi rostro se puso caliente, y estuve agradecido por la oscuridad—.
Ahora tú has una pregunta.
¿Te gusto? ¿Entonces por qué era tan difícil preguntarlo?
—¿Gustarme?
—Gustarte-gustarte.
—Sí.
Titubeó.
—Sí.
Tragué.
—Así que es verdad. Estás bien. —Lo miré a los ojos—. Yo… yo quería
decir algo, pero no pude. No quería arruinarlo.
—¿Arruinar qué? —Sus manos estaban quietas en mis brazos—. ¿Y por
qué es diferente ahora?
—Incluso si puedo hacer eso sin chocar con alguien, sin hacer un
sonido, sin importarme que todo el mundo tenga amigos excepto yo: ¿Cuál
es el punto? Leo mis libros y soy feliz con eso. No hay un punto por lo que
aprenda matemáticas o economía. No hay futuro allá afuera para mí,
excepto lo que ya tengo.
—¿Por qué fue eso? —dijo él, la irritación tan clara en su voz como lo
estuvo en mis acciones.
—No.
—¿Cómo lo dijiste?
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—Quiero demasiado ser normal, tener una familia como la tuya y hacer
cosas estúpidas con amigos. Entonces, cuando dije que no eras suficiente,
no estaba mintiendo. —Empecé a alejarme nuevamente, pero me alcanzó
por mi muñeca—. Solo un segundo, Scott. Porque significas tanto para mí.
Yo… me preocupo mucho por ti. Solo no puedo evitar querer más. —Su voz
tomó un extraño tono al final, y él sorbió por la nariz.
Me moví más cerca e incómodamente envolví mis manos alrededor de su
cuello. Mientras la longitud de mi cuerpo avanzaba hacia el suyo, Rune
movió sus rodillas hacia arriba, y empujó. Dejé caer mis brazos,
sintiéndome estúpido y abatido. El vacío en mi pecho regresó, y necesitaba
eructarlo. Las lágrimas pinchaban las esquinas de mis ojos, y volteé mi
espalda a él.
—¿Por qué esto, entonces? Y el día que nos conocimos, ¿qué estabas
haciendo realmente en ese tronco?
Rune
Había querido hablar con él sobre esto desde hacía un tiempo. Ahora lo
preguntó. Vamos. Solo suéltalo.
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Scott susurró:
—¿Tú, ah, sigues pensando sobre eso a veces? Desde entonces, digo.
—¿Qué?
—¿Qué, Scotty?
Lo atraje en un abrazo apretado. Había una razón por la que fingí que
mi pierna no había sanado completamente. Me gustaba aquí. Me gustaba
estar alrededor de Scott.
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Me dirigí al baño, oriné y me bañé. La modestia era una cosa, pero Scott
estaba actuando raro. Animé al aura a mi alrededor a entrar, hormigueó
mientras era succionada por mi piel. Aún tenía que decirle que podía hacer
esto. Que podía hacer que los otros me vieran. Pero entonces tendría que
decirle por qué no lo hacía. Y yo… no podía. No aún. Pronto. Miré en el
espejo. Corrí un dedo sobre mi cicatriz, y me estremecí. Arrastré mi cabello
por mi frente. Necesitaba cortarlo de nuevo. ¿A menos que pudiera
conseguir que Scott lo cortara?
Huh.
Oh.
Scott
Por favor, espero que no haya visto eso. Mierda, ¿a quién intento
engañar?
Rune, con un profundo rojo en sus mejillas, tomó el tazón ofrecido, pero
no dejó que un solo dedo rozara los míos cuando lo hizo. Mi corazón se
aceleró. No debería haber huido como loco antes. Era totalmente obvio
ahora, ¿no? Acompañada con esa mirada a su entrepierna. Uh. Me siento
mareado. Otra vez, finge que nada pasó.
—Al pueblo.
asustaron.
—¿Por qué?
Por su pie, la mochila de lona, todo listo. Toda su vida, una bolsa.
Tragué. Quería decir que no. Decirle que se quedara aquí.
—Solo si dejas tu mochila.
—¿Imbécil?
Rune soltó una risita, y con eso más de la tensión de antes se disipó.
—¿Y no te perderás?
—Regresaré, Scott.
Él rió.
—Sí, pero pensé que era para cosas más pequeñas. Una bici es bastante
grande.
—¿También puedes volver eso invisible desde donde estás? —¿O a mí?
¿Podía cubrirme?
Palmeé con una mano su hombro. Necesitaba tocarlo, no sabía por qué,
asegurarme de que estábamos bien o algo.
Rune
Durante el último par de días, los vistazos de Scott hacia mi entrepierna
fueron reproducidos en un bucle sin fin en mi mente. En cierto modo me
había sorprendido por ello al principio, pero… No sé. Creo que sobre todo
debido a que no me molestaba. De hecho, se sentía adecuado. Me gustaba.
Quería discutir el tema con él, de alguna manera, pero parecía que había
estado más distante de lo habitual. Y frunciendo demasiado el ceño. Pero
hoy sería diferente. Me aseguraría de ello.
Un perro ladró.
—¡Skimpy, talón!
Una cálida sonrisa iluminó su rostro y no pude evitar sonreír con él.
minutos. Es un viaje de dos horas hasta allí, así que tenemos que salir
bastante pronto. —Se arrastró más cerca—. ¿Qué estás haciendo?
Por Dios, mi corazón latía con fuerza. Solo le estaba dando un regalo.
Cálmate.
—Es solo una cosa pequeña.
—¿Cuándo…?
Scott rió.
—Hay una caja de viejo papel de película para ella. No tuve suficiente
papel para envolver eso también, así que lo tengo en mi bolso.
Me detuve.
—No. Yo… —Sus mejillas enrojecieron, y dio un paso torpe hacia mí—.
Me lo dije a mí mismo.
—¿Por qué?
Rune esposó mi muñeca con sus dedos. Su agarre era fuerte, urgente,
como si me necesitara, y eso me alegró. Quería atraerlo más cerca y
sostenerlo igual de fuerte, pero solo pude vacilar; era como si hubiera dos
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controles dentro de mí, uno para ir hacia adelante y uno para ir hacia
atrás y ambos estuvieran siendo utilizados al mismo tiempo.
Impresionante, incluso.
—Oh, ahí estás Scott —dijo mamá, agitando un mechón de pelo oscuro
y fino fuera de su cara—. No estuve segura por un momento si te
encontraríamos.
Ahora que nos habíamos besado, ¿significaba que cada toque tenía que
significar que queríamos más? ¿O podría todavía haber distinciones?
¿Podríamos todavía tener esos toques de “¿Eres mi amigo?” también? Eso
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Una vez cada dos meses por lo menos. Éramos adictos a la adrenalina.
Me encantaba.
—No puedo creer que ya tienes catorce. Eres, bueno, eres un adulto
joven ahora. Dios, pronto serás incluso más alto que yo.
Papá se rió.
—Y con una cabeza como la suya —le dijo a mamá—, podría llegar a ser
cualquier cosa. Doctor. Astronauta —continuó despotricando una lista de
otros puestos de trabajo que podía hacer.
—O —dijo papá, sus palabras afilándose otra vez—, ¿te gustaría hacerte
cargo de la granja?
—Hablando de eso, quería hacerlos hoy para ti, pero habría tomado
demasiado tiempo. —Papá señaló a las pocas personas haciendo cola
delante de nosotros—. Es mejor llegar temprano. Más paseos, de esa
manera. Pero, mañana, serán tortitas para mi Scott.
que Rune había planeado. Escabullí una mirada de reojo. Solo tendría que
curiosear un poco más tarde.
Había ruido suficientemente fuerte, sin embargo, para poder hablar sin
llamar la atención.
Rune sonrió.
—Nada. Había una caja con unas rotas en la parte trasera de la cabina.
Solo las tomé.
Los sonidos de una chica joven enferma en los arbustos nos hicieron dar
vuelta a ambos.
Rune
El olor del algodón de azúcar nos rodeaba. Los niños corrían alrededor
riendo y gritando. Una cálida brisa movía la camiseta de Scott. Todo pedía
que yo sonriera de verdad, que me sintiera feliz.
—¿Realmente estás enfadado porque te tomé una foto? —La voz de Scott
sonaba triste.
Fue mi culpa.
—¿Rune?
Me concentré en la mejilla de Scott, en el pequeño lunar entre esta y el
lado de su nariz.
—No estoy enfadado por la foto. —Lo cual es verdad—. Supongo que
esperaba que tomaras una en algún momento. Yo solo… no esperaba estar
molesto por eso. Pasar contigo las últimas semanas… yo… como que me
hice creer que ya no era invisible. Quiero decir, sé que lo soy, pero cuando
solo somos nosotros, me gusta pensar que no lo soy. Si es que eso tiene
sentido.
Scott apretó mis dedos y me apartó del camino de un niño que iba a
chocar con nosotros. Luego mordió su labio de nuevo y me estudió.
—¿Hay, tal vez, algo más? —Respiró hondo y sus próximas palabras
salieron a la carrera—. ¿Te arrepientes de lo que pasó esta mañana?
—¿Qué? —¿Estaba loco? Ese beso fue lo mejor que me pasó nunca—.
Quiero decir, no. —Me acerqué y besé el lado de su rostro, mi corazón
acelerado—. No, m-me gustó.
voz alta.
Los recuerdos que apenas lograba mantener a raya unos minutos atrás
amenazaron con volver a la superficie. Necesitaba concentrarme en algo
más. Como los bronceados brazos de Scott. Lentamente recobré el control
y me concentré en lo que decía Scott.
Sonreí y lo empuje.
Scott
Bostecé y estiré mi brazo derecho mientras entraba en la cocina a la
mañana siguiente. Mamá me observó mientras papá hablaba al otro lado
del desayunador.
Papá rió.
Sonreí.
—Adelante.
Mamá me vio tragar dos vasos grandes de jugo. Dejé el vaso en el centro
del desayunador y empecé a alejarme.
Con nada mejor que hacer y toda una horda de nervios que mantener a
raya, rápidamente tiré de las nuevas cortinas que hizo mamá, luego
busqué en mi armario las flores de papel que Rune hizo para mí.
El teléfono sonó.
Mamá dejó de coser. El tono hizo eco en el pasillo vacío. Cada tono se
extendía como si el tiempo se hubiera detenido. Uh, raro. Otro tono. Esta
vez tan fuerte que pareció vibrar a través de mi cuerpo.
Era raro como cosas tan normales podías ser tan raras a veces. Como
observar una palabra por mucho rato, ya no tenía sentido.
Risa
Ris-a
Ri-sa
R-isa
R-is-a
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Simplemente mal.
Las escaleras crujieron bajo los pies de mamá al descender y unos pocos
segundos después ese extraño sonido se cortó a medio tono.
Un tono muerto.
No quería saber qué estaba mal porque creía que ya lo sabía y no quería
que fuera cierto. Papá tenía que estar bien. Solo se tomaba su tiempo en
volver.
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Las pisadas se acercaron más. Presioné mis dedos con fuerza en mis
orejas hasta que el reproductor estuvo listo. La puerta de mi cuarto sonó
cuando presioné el botón de inicio.
Mamá dijo algo sobre tener que ir a algún lugar. Sus ojos estaban
húmedos, no me estaba invitando a que fuera, aunque sabía que tenía el
derecho de hacerlo. Ella se fue de mi cuarto arrastrando los pies como un
zombi. Una parte de mí me gritó que la siguiera, que fuera con ella, que lo
descubriera con seguridad. Tal vez era un malentendido. Pero mis pies se
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Otra canción empezó. Una lenta. El volumen estaba muy bajo. Debí
haberlo subido. Lo suficiente como para no escucharla. Todo habría estado
bien entonces. Caminé a mi armario y dejé la flor que había estado
sosteniendo todo este tiempo sobre las otras. Miré el espejo. Un rostro
pálido me devolvió la mirada. Un rostro sin emociones. Frío. Duro. ¿Por
qué no estás llorando?
Mordí mi lengua, forzando a las lágrimas hacia mis ojos. Solo hizo que
mi garganta doliera más. En la escuela primaria aprendí a fingir lágrimas.
Lágrimas de cocodrilo. Abrí mis ojos ampliamente y me negué a parpadear
todo el tiempo que pudiera, hasta que el aire empezó a secarlos y la
humedad se vio obligada a salir a la superficie.
Miré el reloj. Otra hora y media para que Rune llegara. Deseé que él
estuviera aquí. Debería estarlo. ¿Por qué no estaba aquí? Porque no sabe
lo que pasó. Pero debía hacerlo. ¡Debía hacerlo!
Tal vez él esté bien. Mamá debió haberlo entendido mal. Solo fue una
llamada… no era una prueba.
Continué meciéndome, observando los minutos pasar. Diez minutos
para Rune. Él vendría, me abrazaría y mejoraría todo.
Solo necesitaba que me dijera que estaba bien y que lo estaría. Tenía
que estarlo.
Caminé a zancadas al baño. ¿Por qué no había aparecido? Dijo las doce
en punto. Mentiroso.
Luego de frotar la mancha roja lo mejor que pude, tomé unas toallas
para intentar secar el líquido. Doce y media. Rune, no me importa tu
estúpida sorpresa. Solo ven.
Una en punto. ¿Por qué no estaba aquí? Una y quince… Sin duda
estaba corriendo para llegar, tal vez la sorpresa le tomó más tiempo del
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Está bien, esto es Rune haciendo algo dulce. Probablemente hay rastro
que me lleve a él. Peleé con la flor, girándola para ver la palabra
Perdón.
Me quedé mirándola.
No iba a volver.
Fue aquí donde lloré por primera vez por papá. Había imaginado a Rune
abrazándome y le conté todo. Luego de la nada empecé a sollozar.
Lentamente me levanté del suelo y salí del granero. Afuera la brisa picó
en mis ojos hinchados y rotos labios. El dolor era algo bueno, sin embargo,
porque tal vez, solo tal vez, si lo sentía lo suficiente, lograría que papá
volviera.
Y también Rune.
Me dirigí hacia la casa, pero me detuve a medio camino. Parecía tan fría
y poco acogedora. Solo el sonido del llanto de mamá para hacerme
compañía.
magdalenas?
Aceleré. Sabía que todo el dolor valdría la pena. Había traído de regreso
a Rune. Un poco más y papá volvería.
Demasiado emocionado como para notar que algo no estaba bien, llegué
al punto del picnic, por el río. Tal vez Rune se estaba limpiando, tal vez
quería estar presentable o algo.
—Gracias.
—No, mamá, y nuestra casa debe ser la más limpia de la ciudad. Justo
ayer limpiaste los rodapiés. ¿Por qué lo haces de nuevo hoy?
No importa.
Subí a mi habitación. Todos los muebles que había en la granja estaban
aquí también, el sofá, el escritorio, las pinturas. Solo que ahora había una
cama doble y fotos en blanco y negro que yo había desarrollado
empapelando las paredes. Totalmente empapelada, como una pared de
papel. Crucé la habitación hacia mi cama recién hecha. Arrugué la
almohada entre mis manos y la puse de nuevo en la cama. ¡Maldición,
mamá! ¿Podía dejar mi habitación tranquila? Era mi espacio y la mantenía
lo suficientemente limpia sin tenerla encima.
Tragué saliva.
Quizá debería solo irme y nunca regresar. Nunca fui el que dejaba que lo
hirieran. Pensaba a menudo que era suficiente, también. Pero… ¡pero,
mierda! No quería ser responsable de que mi mamá se quebrara por
completo. Ella ya había perdido a mi papá, y me dolía pensar cómo estaría
ella si también me perdía. Entonces de nuevo, vamos, ¿cuánto lo notaría
realmente? ¿Le importaría?
que tenía un gran cuerpo y dijo que era imposible para las chicas no
notarlo. No podía decir que me importaba mucho esa información. Las
chicas estaban bien. No mi preferencia, si estamos hablando de atracción,
pero demonios si iría allí de nuevo. ¿Cómo podía no recordarlo?
Con mis llaves en las manos y los pantalones colgados sobre la espalda
de mi mochila, encontré a mamá en las escaleras.
¿Diviértete, amor?
Asentí, puse mi mejor cara en una sonrisa tensa que hizo que mis
músculos dolieran después y me trasladé a la terraza. Una brisa cálida me
saludó en mi camino para conseguir mi primera orden. Era bueno trabajar
aquí. Tres platos en la mano, serví la mesa mientras esquivaba los
peatones en la acera. Algunas de las mesas podrían estar mejor
distribuidas.
—Y voy a querer la, ah, mmm, ¿cuál has dicho que era la sopa del día?
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Mantén tu sonrisa.
Mientras el papá revisaba el menú por tercera vez, eché un vistazo a las
otras mesas. Este grupo era el último del que necesitaba tomar las
órdenes, pero un par de mesas habían pagado y ya se habían ido,
necesitaba recoger los pagos. ¿Por qué este tipo no podía acelerar las
cosas?
Una mesa al otro lado de la terraza, algo rojo atrapó mi ojo. Eché un
vistazo hasta que discerní una pequeña flor de origami.
Mira al tipo. Este Rune era diferente, mayor, alto, pero ni un poco tan
delgado. Sus brazos lucían tonificados y, bueno, parecía más
proporcionado. Era realmente gracioso como podía ver a Rune en él,
incluso su cabello era del color equivocado. Demasiado marrón.
El momento más largo que había tenido con él, sin embargo.
Déjalo. No es él.
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¿Pero por qué nadie más estaba diciendo algo sobre lo que él estaba
haciendo? ¿No deberían haber estado gritando “ladrón, ladrón”?
¿Quizás debería haber gritado eso? Esas eran mis propinas. Pero un
destello de esperanza me dejó sin habla. No podía hacer nada más que
mirar.
Lo observé doblar una pieza amarilla de papel hasta que no era plana,
sino una adorable flor de origami, justo como la de dos mesas más allá.
Con la cabeza gacha, me moví hacia las mesas, temiendo mirar. A una
parte de mí le gustaba la idea de que él hubiera sido real, y no quería
resignar la ilusión. Sabía que estaría decepcionado cuando él no estuviera
allí. Comencé a recoger el dinero, y conté… No quería tener que pagar las
propinas del bartender de mi bolsillo. El quince por ciento aún estaba ahí.
Él no podía haber tomado mucho.
—No. —La palabra vino como un murmullo forzado, uno de esos que
toda la sala llena de gente podía oír.
Eran sus grandes ojos café entre sus gruesas pestañas negras los que
encontraron mi mirada. Era su pálida cara la que estaba seguro de que me
reflejaba. Fue la cicatriz que dividía su labio superior la que lo confirmó.
Ese realmente era él.
—No —dije de nuevo como un “no, no puede ser”, como un “no, esto no
está pasando”, como un “no, vuelve a la realidad”.
Rune
Alto, tonificado, pero con la misma nariz y pequeñas pecas a los lados,
definitivamente era Scott.
Pero por supuesto eso estaba todo arruinado. Solo sal de aquí.
Scott
Seguir a Rune no era algo en lo que pensé. No realmente. Él se giró y se
fue, su andar frío y controlado, mientras yo había sido incapaz de hacer
nada excepto mirar cómo su figura se encogía en la calle. Entonces mis
pies comenzaron a moverse en su dirección, como si dejara un rastro
atrayéndome.
—Scott. —Su voz era mucho más profunda, caliente, más de lo que
había esperado.
Quería mucho creer que había una razón para que me dejara. Alguna
excusa que hiciera todo más… entendible. Pero todo sobre el modo en el
que había actuado desde que me vio en el restaurante indicaba que estaría
decepcionado.
—Solo me aburrí.
Extrañamente no fueron las palabras las que me paralizaron, aunque
dolían. Fue una pequeña bocanada de aire y un clic en la puerta lo que lo
hicieron. No era el cierre que quería… que necesitaba.
—Ese fue un largo descanso —murmuró una camarera. Pero solo dijo
eso.
—Vamos, creo que tenemos una hora antes de que mi madre llegue a
casa.
—Sí, pero no nos hemos visto en días. Quiero que me lo hagas dos
veces.
Y como si esa fuera la cosa más dulce que podría haber dicho, deslizó
sus brazos alrededor de mi cintura y rozó sus labios contra los míos. Besé
su espalda, no había mucho entusiasmo en eso.
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—¿Quién?
Ella pasó sus dedos por mi espalda, hasta que alcanzó la parte superior
de mi trasero. Golpeó su palma contra él.
Bloqueé su intento.
—No lo sé.
Comprobé la hora en mi teléfono, evitando los ojos de Teresa. Estar aquí
no estaba ayudándome en nada. Mierda.
—Seguro.
—Nos vemos.
Aun así, generalmente me gustaba tener sexo con ella, con las otras.
Como si complementaran mi cuerpo. Ella me vio. Me hizo real para esta
vida. Que, desde el verano con Rune, apenas sentía.
Scott
Acechar es un pasatiempo agotador. Nunca pensé que sería de los que
vigilarían detrás de los árboles o fisgonearía por la ventana de alguien.
Pero aquí estoy, al final de la segunda semana, medio agachado detrás de
un carro, con la espalda adolorida y los miembros acalambrados, vigilando
el apartamento hasta el que seguí a Rune.
—¿Rune? Es Libby.
Tan improbable como sonaba, esa debía ser la respuesta porque era
más improbable que mi Rune invisible recibiera visitas. A menos que…
¿había otra persona como yo que podía verlo?
Realmente lo aburrí.
Cerca de media hora después, menos tiempo del que esperaba, la puerta
se abrió y Libby salió.
—Conduce con cuidado —dijo Rune mientras ella caminaba hacia las
escaleras, sosteniendo la mano sobre su frente. Ella no me notó, su cara
estaba pálida y parecía que podría vomitar en cualquier momento.
Rune, aún muy sorprendido para hablar, abrió la puerta de par en par y
dio un paso atrás, dándome acceso al apartamento.
—No sé por dónde comenzar. —Su voz sonaba hueca y podía notar lo
duro que era esto para él. Como debería serlo, había un montón de
explicaciones que dar—. Ahh, Scott —dijo mientras exhalaba—. ¿Podrías
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siquiera creerme si te digo que dejarte fue lo más difícil que he hecho?
—¡Me dejaste! ¡Me rompiste el… —Me detuve y tomé una respiración
para calmarme.
Rune se acercó a mí, cerrando la distancia entre los dos a la mitad. Sus
ojos cafés estaban tan tristes que no le pude sostener la mirada.
—Otra razón. —Quise que fuese una pregunta, pero el peso de mi tono
lo hizo salir como un murmullo.
—Sí confié en ti. Si existiera alguien en quien pudiera confiar serías tú.
Pero no estaba listo, simplemente no podía decirlo porque… —Tragó
grueso—, me avergüenza.
—Sí, me avergüenza.
Rune
Contuve el aliento. Lo miré por el rabillo del ojo. Scott. Aquí. Exigiendo
la verdad. Y quería decírsela. Odiaba el silencio y las mentiras que nos
habían distanciado. Sin embargo la distancia debía permanecer. Verifiqué
mi reloj. Mejor hacía esto rápido. Con una inspiración profunda me
sobrepuse a mi vergüenza.
—¿Recuerdas que alguna vez te dije que durante un tiempo estuve con
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un circo?
Quité el cabello de mi frente con fuerza, como lo hizo Scott la última vez
que me siguió hasta aquí. Le miré el rostro, buscando al Scott que conocía.
Sus ojos no eran los mismos. Aún eran grises, pero más fríos. Duros. ¿Era
eso mi culpa? Probablemente.
Suspiré y continué:
—Nyte y yo salimos bastante bien de ello. Ella era un año mayor que yo
y le gustaba pasar el tiempo conmigo. Me enseñó a hacer malabares.
Hacíamos toda clase de travesuras juntos, bromas a las personas usando
mi invisibilidad. Pero siempre estaba enferma. Tenía estas terribles
migrañas que venían varias veces al día. Gerry y Sandra la llevaron al
médico para tratar de definir lo que estaba mal con ella. Le daban toda
clase de medicamentos. Pero ninguno funcionaba. Seguía teniendo las
migrañas y luego fueron dolores estomacales también.
»Gerry y Sandra estaban fuera de sí. Nyte era todo para ellos. Siempre
creyeron que querían un hijo, pero al final se dieron cuenta de que ella era
más importante. Lo cual tenía sentido. Era su verdadera familia después
de todo. Pasaban mucho de su tiempo entre funciones cuidándola, por lo
que no tenían mucho tiempo para mí, así que me mantenía invisible la
mayor parte del tiempo.
—Por esto es que no podía decírtelo. Me odiarías por lo que hice. Y con
derecho. Tenía la sospecha de que su enfermedad tenía algo que ver
conmigo y no me alejé. Desearía haberlo hecho. Pero tenía once y era
tonto. Simplemente me gustaba tener a alguien. Creo que Gerry comenzó a
tener el mismo presentimiento porque me dijo que no tenía permitido verla
y me mandó con otra familia.
»Cuando te conocí —le dije—. No podía creer que pudieras verme sin que
lo deseara. Al principio estaba asustado de que te dieran migrañas
también, así que programé mi cronometro. Pero cuando no te enfermaste
comencé a esperanzarme. Pensé que ya que milagrosamente podías verme
eras inmune a los efectos, ya sabes, que no te enfermabas.
Aunque lo que había pasado fue terrorífico, él solo era un niño, ¿cómo
podía pensar que era su culpa? No fue más que un accidente. Trágico,
pero aun así un accidente.
Imaginé tantas veces a Rune haciendo esto por los últimos cuatro años
que me puse nervioso de escucharlo.
—No soy muy bueno. —Trató de sonreír, pero con muestras de dolor por
lo que terminó siendo más como una mueca.
—Sí.
Su ceño se profundizó.
—¿Qué sucedió?
—¡No! —Me salí de sus brazos—. No está bien, ¿Sabes por qué? Porque
sufrí por ti aún más de lo que lloré por él. Pero él no tuvo más remedio que
marcharse, tú sí. Él merecía mi aflicción más que tú.
—Espera. Por favor, Scott. Lo siento tanto. Yo también sufrí por ti, yo…
Pero cerré la puerta antes que terminara y corrí fuera del edificio hacia
mi Jeep, donde me senté a vaciar mis lágrimas completamente.
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Traducido por Marijf22 & SOS PrisAlvS
Scott
Abrí una ventana y ventilé la antigua lavandería en el sótano, mi cuarto
oscuro. Un lugar al que podía ir y relajarme, donde las horas se sentían
como minutos. Decir que lo amaba era una subestimación. La fotografía
me había salvado de mí mismo. Me había dado una definición cuando todo
lo demás parecía negro.
Tracé un dedo sobre ella. Igual que la imagen de Rune. Suspiré y tiré la
imagen en la papelera. Tendría que finalmente deshacerme de la imagen
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Las horas antes del trabajo las pasé caminando a través de las zonas
poco boscosas y haciendo todo lo posible para evitar a alguien que
estuviera paseando. Odiaba a los paseantes. Actuaban como si el mundo
fuera simplemente genial. Me parecía que querían que el mundo girara
más lento, así tendrían más tiempo para apreciarlo. No podía entender
cómo no podían verlo por la mierda que realmente era. Si tuviera que
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elegir, haría que la maldita cosa girara más rápido. No necesitaba estos
sentimientos por más tiempo del necesario.
Un perro corrió a través de los árboles más adelante. Desde aquí parecía
un Skimpy más grande. Aceleré el paso para tener una mejor visión.
Odiaba que les hubiésemos dado el perro a los vecinos, que no pudiéramos
llevarlo a la ciudad. Rayos, ahora tendría cerca de cuatro años y medio.
El trabajo fue como la guinda del pastel. Estuve distraído con mis
órdenes y seguía mezclando las cosas. Culpé a Rune por eso también. Él
estaba atascado en mi cabeza, la razón por la que estaba triste, vacío.
Nunca lo acecharía de nuevo. Había tenido mi cierre. Realmente era hora
de seguir adelante. Algo que debería haber hecho desde hacía años.
Su cabeza se levantó y con una mirada dura en sus ojos me hizo una
seña hacia el puesto de espera.
—¿De qué se trató eso? —Luchó por mantener su voz estable—. ¡Somos
un restaurante de cinco estrellas! —Me di cuenta de que habría preferido
que explotara ante mí. Deseaba que lo hubiera hecho, quería más razones
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—Los clientes siempre tienen la razón —dijo sobre mí. Ella nunca
escuchaba las excusas de nadie. Excepto, tal vez, de Toby.
Era divertido de una manera que cuando caminé fuera durante mi turno
un par de semanas atrás en realidad nadie se dio cuenta, pero ahora,
ahora que usé una bomba-J con un idiota estaba en mierda profunda.
—Scotty —dijo Ollie. Quería golpear algo. ¿No podía por lo menos decir
bien mi maldito nombre?—. Te ves un poco cansado. Tómate libre el resto
de la noche, ¿sí? Vuelve el martes después de haberte tranquilizado.
Agarré mis cosas y salí de allí lo más rápido que pude manteniendo la
cabeza cabizbaja; una parte de mí desacreditaba mi comportamiento y la
otra me convencía de que tenía razón, me dirigí al jeep. Solo cuando abrí la
puerta del conductor fue que lo vi.
—Dado que este es el único lugar que conozco donde encontrarte, tuve
que venir aquí.
—Fotografía, ¿eh?
Eché un vistazo hacia él.
—Sí.
Estudió el volante.
¡Já! Esa era una broma. Había sido reprendido en el trabajo y Teresa
apenas había enviado mensajes de texto las últimas dos semanas. Sabía
que esta aventura estaba en sus últimas.
Debería haber golpeado mi cabeza contra el volante por eso. ¿Por qué no
pude simplemente pensar en alguna excusa? “Tengo una fiesta de
cumpleaños a la que ir”. O aún mejor la verdad: “No quiero verte nunca
más”.
—Bien. —Lanzó una pierna fuera del auto—. Ven conmigo. Tengo algo
que enseñarte.
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Tal vez en algún punto del camino me creciera el valor para decirle que
era probablemente mejor que no nos viéramos el uno al otro de nuevo.
—Desde seis meses después del accidente. —¿Por qué tuve que decirlo
así? ¿Por qué no simplemente: Oh, alrededor de tres años y medio? Era
extraño que apenas mencionara la muerte de mi padre a cualquiera en los
últimos cuatro años y, sin embargo, con Rune simplemente surgía de
improviso. Más extraño era que después de hablar con él el día anterior,
me sintiera menos culpable. Por supuesto que sabía que seguía siendo mi
culpa, y no lo olvidaría nunca, pero me sentía más ligero después de
decirle lo que había sucedido. Me aclaré la garganta, con la esperanza de
que mis pensamientos también lo hicieran—. ¿Y cuánto tiempo llevas tú
aquí?
Me detuve.
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Una calle y media más tarde hizo una seña a un callejón. Levanté una
ceja, pero lo seguí de todos modos. Me condujo a una puerta lateral, y
luego subimos por una escalera estrecha.
—¿Dónde estamos?
Tragué saliva. Su agarre era ligero y su mano estaba más fría que la
mía.
Miró su reloj.
—Sí. Por lo general, me siento ahí abajo. —Se refería a las filas de
asientos en frente del escenario—. Se siente casi como si fueras parte de
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ello cuando estás tan cerca. —Ninguno dijo nada por un tiempo—. Les
ayudo a encontrar cosas. Los bastidores son un desastre, y alguien por lo
general pierde algo. Cuando oigo a alguien gritando por un corsé o una
camisa de botones voy a encontrar donde está y los coloco en algún lugar
dónde estén obligados a encontrarlo. —Esta vez una sonrisa sí iluminó su
rostro—. Creen que el escenario es afortunado. Debido a mí. Me gusta
poder hacer que un poco de magia suceda. Es algo por lo menos. —Su
mirada cayó a su bolso entre sus piernas.
—Mira, lo siento por ti, está bien. —Suspiré—. Rune, entiendo lo mucho
que odias tu invisibilidad y lo que pasó con esa chica cuando eras más
joven… bueno nunca podría comprender lo terrible que debiste sentirte.
Realmente, estoy sin palabras sobre eso, pero…
—Ella estaba muy pálida. Había tanta sangre. Gerry estaba tan
enfadado y Sandra solo seguía llorando. Creo, es decir, debí haberla
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—No soy perfecto, Scott —murmuró. Movió sus pies como si eso lo
ayudara a explicar las cosas—. No ser visto es una vida bastante solitaria.
Extrañaba hablar con la gente y reír. Odiaba no tener lo que los demás
chicos de mi edad tenían.
Me enderecé.
»Por lo que le permití que me viera todos los días en la escuela. Usé mi
cronómetro para medir cuánto tenía antes de empezar a enfermarla. Luego
de una semana descubrí que tenía como media hora.
Solo escucharlo hablar de Libby hizo que mi estómago diera un vuelco.
Sí, estaba celoso de que hubiera una chica en su vida, alguien quien lo
conocía por más tiempo que yo. Él era mi amigo invisible. Incluso si no lo
había visto por años y había pensado temporalmente en no volverlo a ver.
Él seguía siendo mío. Mío. Me imaginé viendo a Libby de nuevo, cómo me
acercaría a ella y murmuraría suave y mortalmente: Atrás, perra.
—Tengo una novia, por cierto. —Alto. Cállate—. Ella es genial. También
pasamos mucho tiempo juntos.
La forma en que lo terminó hizo que sonara como una pregunta: eso
es… ¿genial? Por lo que asentí y le dije cómo nos conocimos.
Rune asintió.
—Le dije todo, incluido tú. Necesitaba hacer bien las cosas esta vez. No
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—¿Entonces por qué me mentiste a mí? El día que te seguí a casa, ¿por
qué me dijiste que te habías aburrido de mí? ¿Por qué dijiste algo como
eso?
—Yo… entré en pánico. No había esperado verte y realmente pensé que
te había enfermado. Quería que te quedaras lejos de mí, sabes, para que
no volvieras a enfermar.
—¿No creías que también merecía una media hora? ¿Una explicación?
Estudié mis dedos. Tenía razón. Ese Scott habría arriesgado todo para
estar con él. Si él no se hubiese alejado de mí una segunda vez, yo también
lo habría hecho. Había estado listo para perdonarlo por años, y luego en el
momento que le tomó darme la espalda en el restaurante eso cambió. Una
ira que había estado reprimiendo con excusas en su beneficio avanzó y
solo menguó marginalmente.
—Rune. Quiero que sepas que yo… creo que solo querías lo mejor. Y
una parte de mí te agradece que pienses en mi seguridad. Por intentar
hacer lo que es correcto. —Respiré para romper cualquier rastro del
vínculo que quedaba entre nosotros—. Pero…
cuello.
¿Por qué tenía que abrazarme? Estar tan cerca de él me bañó de viejos
recuerdos. Me recordó cuánto extrañaba su toque, cuanto había soñado
con sus abrazos. La sensación era tan intensa que quería gritar. Que se
joda. De la nada las lágrimas salieron, gruesas y rápidas, y Rune me
abrazó con más fuerza como si intentara exprimirlas todas.
¿Cómo podía superar esto? No podía.
—Tus ojos se ven realmente brillantes luego de que lloras. —Él sonrió—.
Deberías hacerlo más a menudo.
Rune rió.
teatro. Al menos esa sería mi excusa para irme, ¿cierto? Ella se estiró
hacia el perchero y apartó las chaquetas.
Miré alrededor como si fuese a ver algo brillando, pero no había nada.
—No, solo déjala un rato. Yo… —¿Yo qué?—. Quiero… —Solo suéltalo,
supéralo, es hora de irse—… nada. Tengo que irme.
¿Cierto?
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Traducido por Michelita
Scott
Desperté de sueños infestados de Rune; salté de la cama hacia el baño.
¡Mierda! Las siete. Solo tenía una hora para cruzar la ciudad. Volando
hacia la cocina, tomé la caja de cereales, llené una taza y la ahogué en
leche. Cuando iba a la mitad la puerta se abrió y mamá entró con una
bolsa de papel llena de vegetales.
Me levanté.
—No, ya la habrán vendido toda. Tienes que llegar muy temprano para
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—¡No!
—Estaré fuera todo el día. ¿Crees que puedas arreglarme los pantalones
de trabajar?
—Oye.
Me congelé, no por las palabras, sino por la voz. Mi mirada fue hasta
Rune, detenido en la vía de piedra a la entrada. La luz de la mañana lo
enmarcaba con un brillo dorado. Inhalé.
Rune rió.
—Seguro, en la playa.
Él sacudió la cabeza, los rayos del sol sacando destellos rojos y dorados
de su cabello.
—Nada.
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—Dilo.
—Es solo que el Scott que conocí nunca se desvestiría así. Solías ser tan
tímido desvistiéndote conmigo.
—¿Te entristece?
—Triste y arrepentido.
Salté fuera del camino de un corredor, chocando con Rune que puso
una mano firme en mi codo, sus dedos rozando mi cuerpo.
—Bienvenido a mi mundo.
—¿A dónde crees que vas, señor? —dijo en voz baja y se agachó para
acariciar la oreja del perro.
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Sus dedos finos pasaron por la piel del animal. ¿Cómo se sentirán en mi
cabello? Levanté la cámara, como si pudiese ocultar el pensamiento detrás
de ella. No tuve tanta suerte.
Hice algunas tomas del perro. La vida de un perro. Aunque mucho más
interesante debía ser la vida de Rune. Solo verlo conversar con el perro;
¿cuánto de su vida había pasado hablando con animales? Inspiré
pesadamente. Ahora entiendo por qué necesitaba a Libby. Por qué tomaba
esos riesgos a veces. Tragué grueso viendo el cariño que dirigió Rune al
perro. No es solo que no había disculpas en su vida, tampoco había
agradecimientos. Demasiado triste.
—Hmm, bien. Solo preocupado por las próximas tomas. —Lo cual era
cierto. Bajé la marcha para ponernos lado a lado de nuevo.
—Y tengo hambre.
—De acuerdo, paremos para buscar algo de comer. —Metió las manos
en los bolsillos de sus pantaloncillos y contó algunos billetes de un dólar—
. Tengo siete dólares. ¿Podemos compartir un emparedado?
Apreté los dientes contra un resoplido. Cuán injusto era el mundo con
Rune. Cuán considerado por querer gastar lo poco que tenía en nosotros.
Él merecía mucho más. Me aclaré la garganta.
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—No estamos muy lejos de donde trabajo. Podemos pedir algo de comer
allí.
Rune asintió.
—De acuerdo. Bueno, comida, como sea que venga es algo bueno.
Rune rió.
Volvimos al área del comedor y le pedí al chef que nos preparara algo de
pasta boloñesa. Tomé un cubierto extra y esperamos en la terraza.
Pasando unos ojos escrutadores sobre mí, Toby se levantó. Oh, oh, a
Ollie no le va a gustar esto. A mí por otro lado… bueno necesitaba seguir
adelante y aceptar las cosas eventualmente. Y él era realmente lindo.
Aunque no tanto como Rune.
—Eso haré —dijo Toby, en tono bajo y pasó junto a mí, cerca, su brazo
rozando el mío.
En cuanto salió del alcance del oído me giré a mirar a Rune y dije
calladamente, tratando de no mover mucho los labios:
—Nada.
Se encogió de hombros.
—Nada.
—Tú y Libby han estado juntos por años, ¿tienes alguna idea?
Se detuvo.
—Uh, Libby y yo no estamos juntos. Solo somos amigos. —Cerró los ojos
y me dio una sonrisa triste—. Pero he observado a mucha gente. Tengo
algunas ideas de lo que es el amor.
—¿Amigos? Creí que ustedes… —Él dijo que quería lo que otros chicos
de su edad tenían. ¿No se refería a sexo?—. Y, me refiero, le contaste todo
sobre ti. Pensé que era especial para ti.
—No.
—Hmm.
relación gay puede ser mucho más difícil. —Siguió adelante, pateando la
tapa de una botella.
Finalmente habló en un volumen normal, tal vez un poco más alto que
eso. Bueno, sí, definitivamente más alto.
—Te voy a dar honestidad. Nunca te olvidé, ni un día desde que me fui.
Cada pocas semanas volvía a la granja, como un bendito acosador con
binoculares a mirarte, al menos a la distancia. Es por eso que me establecí
en la ciudad para empezar, para poder visitarte más fácilmente. Nunca
supe lo que te había sucedido. Solo te veía ocasionalmente por la ventana
de tu habitación o cuando sacabas a Skimpy a pasear. —Suspiró—.
Entonces volví un día y te habías ido. Otra persona vivía en tu habitación.
Lloré cada día por meses. Te perdí, Scott. —Me dijo de nuevo lo que sintió
al verme de nuevo, cuán perplejo estaba cuando supo lo que me había
sucedido. Cuánto deseaba no volver a perderme ahora que nos habíamos
reencontrado—. Pero me confundes, Scott. ¿Esa mirada que te di en el
almuerzo hace poco? Honestamente, fue una mezcla de celos y confusión.
Pensé que estabas enamorado de una chica, fue lo que me dijiste anoche,
aun así flirteaste con el camarero y…
—¿Qué?
Sacudí la cabeza.
—Gracias.
Me aclaré la garganta.
En cuanto Rune dijo la quinta cosa que él pensaba que era el amor me
detuve.
Pasamos otro callejón oscuro. El amor puede ser un callejón sin salida.
Coloqué el trípode y la cámara.
—¿Por qué tiene que ser oscuro? ¿No refleja eso el fracaso del amor?
Una sonrisa estrechó sus mejillas, decía: De nada. Es lo que hacen los
amigos, ¿no?
Claro.
Me costó tres tomas conseguir lo que quería. Una luz donde no debería
haber ninguna.
Rune salió de la fuente y se sentó junto a mí.
—No, es solo que… —Lo miré—. Desearía poder hacer una toma
apropiada. De ti. No de tu invisibilidad.
—¿Qué?
—Solo hazlo.
—Vamos, tómala.
Asentí.
Sacudió su cabeza.
—Nadie en el mundo tiene una fotografía de mí. Excepto, ahora, tú. —Se
acercó a mi oreja y dijo—: Me gusta mucho esa idea.
—No.
Encendí el auto.
—Rune, Yo… —Mi voz cayó a un susurro— Yo no… Digo, con respecto a
nosotros, no quiero que esto sea un callejón sin salida. —Preferiría que
fuese un nuevo comienzo. Tomé la fotografía y cuidadosamente la coloqué
en un pequeño bolsillo de mi mochila.
—Lo siento. Vengo tard… —me tragué el resto de la frase mientras veía
el tercer plato colocado en la cabecera de la mesa.
punzando en mi brazo.
Tres platos.
Scott
—Está bien, Scott.
—No tienes que decirme lo que pasó, pero estoy aquí para escuchar si
quieres.
mis pensamientos y solo empecé a decirla en voz alta. Confuso, o no, esto
era lo que era—. Era el deseo de mamá ir a la ciudad, ya sabes. Bueno, eso
no es del todo correcto, ella y papá solían vivir en la ciudad antes de que
estuvieran juntos por primera vez cuando fueron a la escuela.
Mi respiración se calmó.
—Gracias, Rune.
mirada.
Dejé escapar una carcajada. Quería ir con él. Solo un día, y las ansias
de estar cerca de él otra vez eran demasiado fuertes. Nos sonreímos el uno
al otro mientras intercambiábamos de asientos, uno por arriba y el otro
por abajo. Ninguno de nosotros pensó en salir y dar la vuelta al Jeep.
Supongo que ninguno de nosotros quería. Sus ojos me absorbieron y sin
duda mi rostro se sonrojó. Una parte de mí se estaba derritiendo, como
había empezado todos esos años atrás. Aparté la vista mientras me
sentaba en el asiento del conductor. No tiene idea de lo que me hace.
—Así que, ahm, ¿un baño? —Dio un giro de ciento ochenta grados y
prácticamente saltó al baño—. Uno de los beneficios del lugar. Un baño
extra grande. —Tapó el agujero y giró los grifos. Colocó una pequeña bolsa
de aseo a un lado—. Puedes usar el champú, jabón, todo.
Cuando el baño estuvo medio lleno, cerré los grifos. Simplemente mirar
el agua fue una manera de liberar la tensión en mis hombros. Me quité mi
camiseta, pantalones, calzoncillos, y entré. Me deslicé dentro del agua y
apoyé la cabeza contra el lado de la bañera. Cerré los ojos y escuché mi
respiración a medida que entraba y salía.
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—¿Sí?
—Detente —le dije, y detuvo la música colocando una palma sobre las
cuerdas. Era muy triste. No necesitaba eso ahora mismo. Quería algo más.
Una manera de olvidar. Una manera para que él también olvidara—.
Gracias.
3 Another Day in Paradise: traducido como «Otro día en el Paraíso», es una canción del
cantautor Phil Collins de 1989; la canción es una petición a las personas para no ignorar
a los indigentes y en la que también le pregunta a Dios si no queda algo más por hacer.
mío. Su miraba estaba hacia abajo, sabría que me gustó cómo me había
mirado.
—Té de hierbabuena.
Rune
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No me quedé fuera mucho tiempo. Una hora, tal vez. Caminé hasta el
teatro, me senté en medio del escenario vacío con las piernas colgando
sobre el frente. Imaginé las filas de sillas delante de mí llenas de personas
aplaudiendo, no, ni siquiera aplaudiendo, podrían estar abucheando por lo
que me importaba, con tal de que me miraran.
Corrí escaleras arriba, cada uno de mis pasos golpeando y haciendo eco
en las paredes. Por favor, que esté allí todavía. Con un rápido movimiento
de la llave, abrí la puerta y entré.
Scott estaba sentado en el sofá, vestido con mi ropa, miraba la pantalla
de su cámara. Una pequeña sonrisa afilaba sus labios.
Scott me miró, sus ojos grises mucho más suaves, aunque todavía tan
confundidos como antes.
Suspiré, salí de mis zapatos y arrastré los pies sobre la cama hasta que
mi espalda golpeó la pared. Estando cerca de él dejé que mis sentimientos
se derramaran.
—Me puso triste, Scott. Triste porque tengo la sensación de que piensas
que el sexo es una forma de ser visto, de ser valorado. Enojado, por cómo
la gente podría hacerte eso sin mostrarte qué otra cosa podría significar.
Pero sobre todo me rompió el corazón… —Mi voz se había encogido a un
susurro—, porque sugirieras que tengamos sexo tan despreocupadamente,
como si no significara nada para ti. Porque para mí lo significaría. —Y
muchísimo. Mi corazón se aceleró y me atraganté con las palabras
ardientes como si fueran ácido antes de que salieran—. Mira, Scott, sí me
gustas. —Sentí una llamarada de calor en mis mejillas y dejé caer mi
mirada—. Mucho.
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—¿Y cómo?
—No. Quédate. ¿Por favor? —Él deslizó sus dos brazos alrededor de mí,
presionándome estrechamente—. Quiero abrazarte. ¿Abrázame?
Continuando por su brazo, sentí sus vellos saltar bajo mi tacto. Poco a
poco, levanté su mano a mi rostro. Para que sintiera cómo él —nosotros—
me hacía sonreír también. Nuestras respiraciones se mantuvieron lentas,
incluso aunque de vez en cuanto había una toma de aire nerviosa.
Moví su mano de mi rostro para que no las sintiera y obtuviera una idea
equivocada. Estas no eran lágrimas tristes. En este momento era más feliz
de lo que había sido en un largo, largo tiempo.
—Buenos días.
—Gracias.
Cada uno con una taza en las manos, se apoyó en el mostrador. Quemé
mi lengua con el primer sorbo, y agité una mano delante de mi boca para
que se enfriara. Rune rió.
Asentí.
—Bueno, eso fue sutil —dije, mi sonrisa cada vez mayor—. ¿Te gustaría
que te lo mostrara?
—Por lo general, los llevo conmigo. Pero los dueños estarán ausentes en
Europa durante el verano y con el calendario de abajo estoy bastante
seguro de que nadie vendrá. —Dejó caer la toalla de secado—. Supongo
que es la costumbre, ahora. Debo dejarlo. —Sonriendo, tomó mi mano,
entrelazó sus dedos con los míos y tiró de mí. Sacudidas emocionantes de
electricidad corrieron por mi brazo. Tal sencillo contacto y. sin embargo, se
sentía inmensamente íntimo.
—Ah, claro.
Nosotros.
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Traducido por Claryvslove
Rune
Llegamos a su casa. Scott miró más allá de mí por la ventana.
—¿Estás seguro de que quieres ir allí ya? —Puse una mano ligeramente
sobre su brazo—. Siempre podemos ir a otro lugar.
—No. Ella no está bien. Pero más que eso… Sí. —Sacó las llaves de la
ignición, se quitó el cinturón, los ojos bajos. Se movió demasiado rápido y
alrededor del auto. Se detuvo a mi lado, abrió la puerta y me dio una
sonrisa nerviosa.
Me bajé del auto sintiéndome tan ligero. Tan feliz. Así ansioso por mi
Scott. Mi Scott ¿podría pensar eso? ¿No era lo que siempre pensé? Tragué
una bocanada de aire con olor a lavanda con especias procedente de los
vecinos. Echaba de menos el olor de jardines. Cómo todo lugar tenía un
perfume diferente atado el aire. Agarré el bolso de Scott desde el auto y se
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—Vamos arriba. —Dejé que tirara de mí. Me gustó el agarre que tenía en
mi manga. Deseando más cercanía. Más toque. Más de un montón de
cosas, en realidad, ya que mi dureza casi constante alrededor de Scott lo
demostraba. Pero no para el escapismo.
—Adelante.
¿Libby? ¿Qué?
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—¿Sí?
Se sonrojó un poco.
—¿Aplicación?
—Um, sí, fotógrafo libre para una pequeña revista. —Estaba sentado en
el extremo de su cama, Scott detallaba el trabajo en un tono animado y
apasionado. Sus ojos brillaron cuando mencionó que estarían involucrados
muchos viajes.
—Oh, guau, eso es… eso es genial. —¿Por qué oía falsedad en esas
palabras? ¿Por qué no podía estar realmente emocionado por él? Porque
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era tan entusiasta con su futuro, ¿y dónde estaba yo en él? ¿Podía esto ser
algo más que unas pocas semanas increíbles? Salté de la cama.
—Solo tengo ganas de hacer algo. —Algo para hacer este trabajo de
verdad.
Scott sonrió.
—Ven entonces.
Scott
Le presenté mi cuarto favorito, mirando mientras inspeccionaba
cuidadosamente todo lo que le mostraba. Rune escuchó siempre con un
rastro de una sonrisa como explicaba cómo funcionaban las cosas, por qué
las cosas se hacían de una manera determinada.
—¿Por qué no? Pareces tan emocionado por ello. ¿Qué fotografías darás?
—Mediados de octubre.
—Ve por tus sueños, Scott. Por lo que te hace feliz —dijo en mi oído,
entonces enrolló sus brazos alrededor de mi cintura, sus labios no se
movieron, pero se apoyaron en la parte posterior de mi cuello. Me mordí la
lengua en un esfuerzo para detener el endurecimiento. Pero pronto me
rendí y me relajé en su agarre, apoyando la cabeza en su hombro,
deseando que usara esos labios para besar, mordisquear, lamer.
Aun así no se apartó. Se inclinó hacia delante hasta que sus labios
estaban en contra de mi oído de nuevo.
Tragué saliva.
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—¿Qué es?
—Vamos a hacer el viaje juntos. Tú, yo, el Jeep. A partir del lunes, tres
semanas.
timbre.
Sin decir una palabra, los dos nos subimos en el auto. Metí la llave en el
encendido y le sonreí. Tres semanas que habíamos planeado y esperado
este momento. Cada uno de esos días cálidos. Reconfortantes. Dentro de la
primera semana vislumbramos nuestra vieja amistad, un ritmo de regresar
a nosotros. Aparte del trabajo y sus visitas a Libby, pasamos cada
momento juntos.
Desde el día en el cuarto oscuro reduje mis toques a Rune casi hasta el
punto de no hacerlo en absoluto. El roce extraño, pero por lo general no
planificado. Una prueba para mí. Acepté todo de Rune de agarres y toques,
pero me abstuve de iniciarlos. Se sentía poco natural al principio, en la
medida de torpe. Realmente me hizo querer algo más cercano. Pero era
necesario que hiciera esto. Permitió que algo mucho más fuerte creciera
entre nosotros. Lenta pero fuertemente nuestra conexión volvió a
crecer. Las bromas, risas, conversaciones, aventuras, incluso los silencios
entre nosotros tejían como dedos invisibles sujetando un agarre más
apretado de mi vida.
Mi espalda se volvió hacia él, sabía que era cuando me miraba. Cuando
nuestras miradas se encontraron, el aire se volvía espeso, la respiración se
hacía difícil para los dos. La intensidad tan íntima que no pude evitar que
el calor subiera a mis mejillas. Y nuestras sonrisas arraigadas a nuestros
rostros concluyeron que habíamos buscado y encontrado nuestra amistad,
una vez más.
Giré la llave y el auto rugió a la vida. Rune se recostó en su asiento,
cerró los ojos, sus mejillas arrugadas con su sonrisa.
—Necesito tomar una foto de esto. —Tomé unas cuantas fotos del
paisaje y algunas más de Rune.
—Claro. Yo, ah, eso sería genial. —No podía detener la sonrisa cursi
mientras estaba a su lado y miraba hacia la cámara. Había usado mi
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Por otra hora y media anduvimos sobre los campos, a través de las filas
de las uvas, subiendo y bajando colinas. Me detuve dos veces más para
tomar algunas fotos.
Me encogí de hombros.
—Tengo que verlo en una pantalla más grande para saberlo con
seguridad. Está destinado a necesitar un poco de edición.
—¿Qué se supone que significa eso? Para mí suena como una actitud
derrotada.
—Por lo tanto, Scott, ¿por qué no? —No dije nada, sino que caminé por
delante. Se trasladó a mi lado y agarró mi muñeca, deteniéndome—. No te
rindas antes de intentarlo. Haz el sueño realidad.
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Por nosotros.
—Genial.
—Estoy disfrutando el tiempo que pasamos juntos —dijo más ligero que
una brisa calma.
—Yo también.
La vista hizo que mi interior hiciera una mueca de dolor. ¿Cuántas veces
tuvo que pensar que su vida no valía la pena? Lo agarré más fuerte.
—¿Por qué?
Calmó mis manos. Las llevó lejos del guardapelo y entrelazó sus dedos
con los míos.
—Está bien, así que una vez fue este chico, un chico solitario, que había
hecho algo realmente malo y estaba huyendo de su pasado. Pero no
importa en qué dirección se movía, no podía escapar de su culpabilidad. A
menudo se hizo tan difícil de soportar que todo lo que veía en su futuro era
oscuridad. El día después, meses y luego año tras año, siguió corriendo,
seguro de que pronto tropezaría sin ninguna luz. Y aunque que el
pensamiento le asustaba, pensó que probablemente se lo merecía. Pensó
que podría tomar esa culpa. Un día, mientras deseaba que finalmente
acabara de caer, oyó una voz. La voz de pánico de un niño gritando por su
perro.
—Algo se encendió dentro del chico solitario al oír eso. Una mezcla de
tristeza y curiosidad. El perro apareció a la vista del chico, corriendo por
él. Pero cuanto más se acercaba, más peligroso se hizo, y cuando el chico
había pensado que tropezaría, el perro lo observó. Como amante de los
animales, no podía dejar que eso suceda, este perro no se lo merecía. Así
que salvó al perro.
Cerré los ojos al recordar a Skimpy. Había estado tan aliviado, muy
agradecido por Rune ese día.
—Nunca esperaba ser recompensado por haberlo rescatado, pero ese día
la luz más brillante que había visto alguna vez entró en su vida. Y día tras
día, semana tras semana la luz levantó las sombras que rodeaban al niño,
la iluminación reemplazó su culpabilidad con esperanza, con amistad, con
amor.
—No pasó mucho tiempo antes de que el chico solitario deseara que esta
luz se quedara permanentemente en su vida. Y la luz parecía feliz de estar
a su alrededor, parecía brillar más brillantemente con cada día que
pasaban juntos. Así que el chico solitario sentía que también estaba
haciendo algo bueno. Entonces un día lo más sorprendente de la vida del
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Corazón: Finalmente.
—He estado pensando en hacer esto todo el día. Diablos desde hace
semanas, cada vez desde que te vi de nuevo.
—Oh infierno sí. Voy a besarte hasta que tus labios estén en carne viva.
Y algo más.
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Traducido por Claryvslove
Scott
Rodé en el duro suelo. ¿Qué demonios estaba golpeando mi costado? En
medio del sueño sentí todo el concreto. Eh, tierra. Al empujarla lejos, hizo
un sonido profano. Uf, demasiado pronto. Rune se agitó a mi lado.
Limpiando el sueño de mis ojos, lo miré. Él murmuró algo en
sueños. Había perdido la cuenta de cuántas veces había perdonado los
pisos fríos en los que había dormido en el último par de semanas por
despertar con Rune a mi lado.
Él tarareó.
—Yo también.
Brilló entre nosotros una sonrisa de complicidad antes de salir de la
cabaña que habíamos usado y por el camino en un pequeño trozo de
madera. Para facilitar las cosas, nos separamos, Rune iba a la izquierda
del camino y yo a la derecha.
Recorrí la zona. Era el medio de la nada, aun así, ese pequeño rizo de
ansiedad al ser descubierto tenía doble control. Rune tenía una ventaja
aquí. Sonriente, pensando en él, descansé una mano firme en un viejo
pino. Alcanzando la tensión en mis bóxers, yo mismo le di un largo y lento
movimiento. Esta se había vuelto la rutina en nuestro viaje ya que no
habíamos llevado las cosas más allá de los besos. Cada vez que estábamos
a punto de dar el siguiente paso, nos deteníamos. Era como si
estuviéramos esperando algo primero. Aunque no estaba muy seguro de
qué era. Necesitaba, quería que las cosas fueran bien. Para que no volviera
a dudar de lo que significaba ese toque.
Cuarenta minutos más tarde, fuera del cobertizo y casi todo empacado,
Rune doblaba una grulla.
—No importa cuántas veces te vea hacer eso —le dije, deslizando mi
cámara en su bolsa—, nunca voy a recordar cómo se hace.
—No lo sé.
—¿Tienes que orinar tan pronto, Rune? En serio. —Negué con la cabeza,
pero no pude ocultar la sonrisa.
—Hmmm. —Lo miré. En una posada frívola, pero…—. Sí, vamos. ¿Por
qué no?
—Voy a ir contigo, visible, quiero decir. Al igual que, um… —Él exhaló y
se hundió de nuevo en la silla—. En realidad quiero que esto sea como una
cita.
—No.
—¿No?
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—En una nota más seria —dije mientras caminábamos hacia la cafetería
de la posada—, será mejor mantener nuestras manos fuera de nosotros.
Una etiqueta engomada del arco iris en la esquina del panel de la puerta
de vidrio alivió mis preocupaciones. Está bien, así que tal vez podría haber
un poco de toques.
—Se puede pedir para dos. ¿Qué tal como para una cita? —le dije,
meneando las cejas.
—Perfecto.
—Estas últimas cinco semanas han sido las mejores —dijo Rune con voz
suave y profunda.
—Disfruten.
Me quedé mirando el plato grande entre nosotros. Panqueques. Mi
estómago se tensó y quise cerrar mis ojos, pero mis párpados no se
movieron.
—Ups, olvidé esto. —Ella puso una jarra sobre la mesa. El olor azotó
mis sentidos.
—Esas fueron mis últimas palabras para él. Lo único que importaba
eran los panqueques y el jodido jarabe de arce.
¿Qué? Abrí la puerta, pero Rune tiró de mí antes de que pudiera salir.
—Todo el que te cuida y te amó te dejó de alguna manera. Eso es… —Su
voz estaba tensa—. Eso es mucho que perder.
—No.
—¿Qué?
—He visto signos como este antes. Tenemos que ver si queda alguno. —
La puerta se abrió de golpe. Rune ya estaba dando zancadas por el
camino. Corrí para alcanzarlo.
—Sí.
—Bien. Acércate. —Él vino por detrás de mí—. Ahora pon tus brazos
alrededor de mi cintura. —Se obligó, y me incliné de nuevo hacia él. Giré
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—¿Señorita Foxy?
—¿Quiere la galleta?
—Cariño.
—¿Sí, querido? —Me reí, y Rune rodó los ojos—. ¿Qué hay de Solo? Ella
fue la última que quedó, después de todo.
—A los dos nos debe gustar, pero… —Señaló con el dedo a su regazo—,
ella da la última palabra. —La cachorra le mordió el dedo—. Mira, ella está
de acuerdo.
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—No —le dije—. Creo que tenía que volver aquí. Algún tipo de cierre, tal
vez. —Recorrí los campos, finalmente descansando en el antiguo granero—
. Además, hay tantos buenos recuerdos de este lugar, pero es… difícil. Tal
vez son esos los que hacen que esté aquí.
—Rune, yo…
—Más sobre esto más adelante —dijo con un guiño. Presioné la cachorra
más cerca cuando Rune hizo una cama improvisada usando pajares, una
rutina nerviosa desconocida en mi estómago.
—Ve-ta-do.
—Vamos a tirar un poco de heno para hacer una cama blanda. —Rune
sonrió—. Sé lo mucho que odias todos los suelos duros en los que hemos
estado durmiendo.
—No. Tu cara lo dice todo cada vez que nos encontramos con nuestros
alojamientos. Y haces esta cosa con el pie.
—Solo para saber qué tan rígida debo esperar mi espalda en la mañana.
Una vez que instalamos todo, Rune y yo nos sentamos uno frente al
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—¿Tienes hambre?
—¿Qué tal una historia entonces? —Mientras hablaba, sacó sus cuadros
de colores de papel y los dobló.
Me puse de pie y dispersé las flores sobre la cama. Las extendí con un
brazo. Tragué saliva mientras lo sacaba. Con el corazón acelerado, lo rodeé
con mis brazos y lo atraje más cerca. Nuestro beso comenzó lento, suave,
tomé mi tiempo explorando su boca. Rune soltó un pequeño jadeo
contento, y mi cuerpo respondió a él profundizando el beso,
expandiéndolo. Desde su barba áspera, hasta su cuello. Lo quise… lo sentí
listo para ir más allá.
Me refiero a esto.
Beso.
—¿Cómo sabes…
Beso.
—Espera.
—¿Estás bien?
—El infierno sí, yo… —Se mordió el labio—. En caso de que empecemos
a dejarnos llevar… Mi mochila, bolsillo lateral. Hay cosas. —Sonreí, y Rune
se sentó, me mordisqueó con los dientes.
Vaciló, hasta que le sonreí. Rune puso un beso en mi pierna que estaba
en su hombro. Se movió lentamente con suaves gemidos. Sus manos
tiraron de mis caderas. Nunca me había sentido tan cerca.
Sus embestidas se hicieron más fuertes, más apasionadas; palabras que
no tenía control sobre mi boca salieron volando con cada pulso de placer.
—Scotty, yo…
Maravilloso y embarazoso.
—El clima perfecto para darse un baño, ¿no te parece? —le dije,
tratando de ignorar la creciente ola de mal humor mientras caminábamos
sobre el punto. Lo intenté y fracasé no ver la fruta podrida, las moscas, los
gusanos.
—¿Rune?
perfecto.
Dejé caer mi bolso a su lado y me incliné para darle un beso rápido. Con
manos rápidas me quité la ropa y eché mi camino al río.
—¡Oh, qué! ¿Con tus bóxers puestos? —Rune llamó. Me volví, sonreí y
tiré de la cintura un poco.
—Te amamos demasiado, linda sabuesa —le dije, frotando detrás de sus
orejas.
—¿Cuánto tiempo?
Miré por la ventana del Jeep una y otra vez en un último adiós mientras
conducíamos. Los minutos de silencio contemplativo cayeron entre
nosotros. Rune se acercó y me apretó el muslo.
—¿Cómo te va?
—¿Qué es eso?
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Seguí conduciendo hasta que los árboles grandes, las cruces y las
piedras aparecieron.
—Tengo que decir algunas palabras. Tomar una foto. —La última
fotografía para el álbum. Me detuve al lado de la carretera y abrí la
puerta—. No tienes que venir si no quieres.
—¿Qué quieres?
Que vengas.
—Te echo de menos, papá. —Mi voz se quebró. Pasé una mano sobre la
parte superior de la piedra. Entonces empecé a temblar y las palabras
salieron de mí, le conté todo sobre los últimos cuatro años—. Y estoy
haciéndolo, voy a hacer mi mejor esfuerzo para ser mejor. Ella te quiere
mucho.
—Sí. Es perfecto.
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¡Beso!
—Me alegro de que te vas a quedar. —Cerré los ojos. Corazón y cuerpo…
él tira de ambos hilos a la vez.
—Mierda.
Me acerqué a su lado.
—¿Qué?
Tomó las escaleras de dos en dos, Lily y yo nos arrastramos por detrás.
—Lo… ah… ¿A dónde sueles ir cuando eso sucede? —le pregunté
mientras ponía mis zapatos en la puerta.
—Ella va a estar bien aquí, por ahora. —Él vino y tomó a la cachorra. Le
puso a algo de comida y agua a la par.
—Quédate conmigo.
—¿Disculpa?
—Bien. Vamos a empacar tus cosas y vamos allí ahora mismo. Podemos
continuar con nuestros planes de la tarde allí.
Diez minutos fue todo lo que se necesitó para reunir todas las cosas de
Rune. Lily ladró en ráfagas excitadas. Todas las luces estaban verdes en
mi casa, como la sonrisa en nuestra decisión.
—Um, es mejor que vayas con Lily. No estoy seguro de cómo mamá se
llevará con ella. Déjame probar sacarla primero.
Abrí la puerta.
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Desde el final del pasillo sonó un arrastrar de pies. Pasé por encima del
umbral seguido por Rune. Mis pies se deslizaron a través de las tablas del
suelo. ¿Qué…? Llamé a Rune tratando de mantener el equilibrio. Lily ladró
y corrió libre de sus brazos. Sus manos me encerraron alrededor de mí en
su lugar. Articulé a Rune un agradecimiento.
La perra se deslizó en el piso, dividiendo sus piernas separadas. Mamá
giró alrededor de la esquina de rodillas, un trapo en una mano frotaba las
plantas. Eh. Cera. Debería tener…
—¿Scott? Tú estás…
—Necesito un paseo.
—Solo necesito un poco de tiempo a solas. Por favor. Una media hora.
era de verdad.
—Es extraño —dijo el hombre—. Chappy aquí no suele ser tan nervioso
alrededor de la gente.
—Es Lily, ella es una cachorra muy curiosa. —Me incliné y froté su
cabeza—. ¿Acaso no lo eres?
Lily es invisible.
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Traducido por PrisAlvS
Scott
Lily era invisible. Invisible.
A pesar de la calidez del anochecer, deseé tener una sábana, algo con lo
que cubrirme. Como para protegerme de… no, ni lo pienses. ¿Tal vez si no
lo hacía no sería real?
Respiré hondo, el olor a cachorro llegó con esto. Lily y yo éramos muy
similares, ambos podíamos ver a Rune. Ninguno de nosotros enfermaba
alrededor de él.
—Rune, hay algo que necesito decirte, y… —Me detuve. Cerré mi boca.
No se lo desearía a su peor enemigo. ¿Cómo podría decirle? Se iría para
protegerme—. Ah… no es mucho. Solo quería que supieras que me gusta el
lado izquierdo de la cama.
—Tomado en cuenta.
Sentí algo de culpa por mentirle. Se movió para besarme, pero no pude
igualar el entusiasmo de antes. Luego la aspiradora se encendió en el
fondo, y me congelé.
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—Mamá.
—¿Qué?
—Bien.
—¿Tal vez debería salir de tu camino por un par de días? —Me escuché
ofrecer, mis entrañas apretándose al mismo tiempo—. ¿Darte algo de
espacio?
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—No. No lo hagas.
—¿Oh, qué?
—Solo necesito algo —dijo, la silla rodando por el suelo. Sus pies
golpearon las escaleras y desde donde estaba pude escuchar el golpe de la
puerta trasera. Tirando de unos bóxers, me moví al cuarto de costura al
otro lado del pasillo. Miré por la ventana hacia el patio trasero.
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Scott se movió hacia una banca podrida cerca del cobertizo del jardín, el
cual por estar en desuso servía para mantener a Lily. Sacó a la cachorra y
la dejó jugar en su regazo. Pero sus hombros cayeron y su cabello colgaba
por lo que no podía ver su rostro. Acarició a Lily lenta y suavemente.
Lo observé por diez minutos solo sentado ahí, y con cada minuto la
preocupación me llenó. ¿Qué estaba pasando? Cuando Scott volvió a la
casa, volví a su habitación y me senté al final de su cama.
Entró al cuarto, mostrando un rollo de cinta adhesiva doble.
Pero no. No. Teníamos una conexión. Apenas nos alejábamos del otro.
Me invitó a quedarme con él, también me quiere aquí.
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Cierra la puerta del carro ante mis ruegos para que se quede. Me dejo
caer en la acera, viéndolo irse. Intentando que vea hacia atrás.
No lo hace.
Scott, en silencio, como había estado todo el día excepto para desearle
un buen cumpleaños a su mamá, desapareció en el cobertizo y volvió con
un bolsillo de su chaqueta lleno.
Aun así, a pesar del dolor, no me podía ir. No lo haría, hasta que él
mismo dijera las palabras. Por lo que me aferraba a sus pequeñas
sonrisas, intentaba memorizarlas por si acaso.
—Vamos a cenar.
—¿Visible?
Ella no replicó. ¿Lo hirió como a mí? Deseé poder rodear su cintura con
mi brazo, susurrar a su oído. Darle todo el amor que necesitaba, quería. Si
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Scott observó a su mamá, sus ojos brillando, pero arrastró una silla y
comió.
—Oh, por cierto —dijo su mamá con una mirada casual hacia Scott—.
Reparé tus pantalones de trabajo.
—¿En serio? Gracias. —Hizo una pausa por un momento, luego agregó
tentativamente—: ¿Estás cosiendo de nuevo?
Ella asintió.
—Sigue tocando.
Por segunda vez en la semana, rió. No era completa, era más ligera e
insegura. Igual es una risa. En minutos se quedó dormido. Lo cubrí con
una manta, metí la guitarra bajo la cama y apagué las luces. Me acosté a
su lado, acomodándome junto a él, y cerré mis ojos. Escuché su
respiración e igualé la mía. Pero, al igual que las noches anteriores, no
quería dormir. No quería ver que Scott me dejara de nuevo.
Debí haberme quedado dormido porque lo siguiente que supe fue que
Lily ladró y mi cuello crujió cuando salté. Movió su cola y empujó su tazón
de comida con la nariz.
—Sí, sí. Un segundo. Jesús, mis extremidades están tiesas. —Me levanté
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Dejé todo detrás al correr a la casa. Subí las escaleras de dos en dos, o
incluso tres. Su habitación estaba vacía.
—¿Scott?
Un golpe alto llegó desde el otro lado del pasillo. Entré al cuarto y me
detuve. La máquina de coser estaba rota en el suelo. Scott estaba al lado,
ropa apilada en sus manos, ojos cerrados. Mierda.
—¿Scott?
—Por supuesto que estoy aquí. —Me dejé caer de rodillas a su lado,
acunando su cabeza contra mi pecho. Te amo. Te amo. Te a m o. mareado
por la preocupación y la confusión, besé su frente, levanté su barbilla y
busqué su mirada—. Confía en mí, Scotty. Por favor dime qué pasa.
¿Ah?
—¿Qué no desearía?
Scott
No debí haber dicho nada.
—¿Qué…?
—¿Qué? Pero…
—No retraje mi aura. Lily huyó antes de que lo pudiera hacer. Esa
invisibilidad no dura. Igual con el relicario. Cuando solo estoy yo, o
alrededor de ti, no pienso en retraerla tanto ya que ambos podemos ver las
cosas igualmente.
—¿Sí, Scott?
Mamá asintió, su mirada revisó el suelo. Lily acarició mis piernas, una
presión reconfortante.
perdiendo.
Rune dejó caer la correa que había estado aferrando. Tomó mis manos.
Solo me miró, su rostro ilegible. Luego de un silencio extendido, él habló,
su voz rica y profunda. Curiosa y sorprendida.
—Huele bien.
—Pronto, espero.
Ella negó con la cabeza, la respuesta que había estado esperando. Con
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las llaves sonando, mamá se fue. Observé las galletas. Por mucho que te
ame, mamá, no puedo quedarme aquí por siempre esperando… anhelando.
Le entregué el sobre.
—Lee esto.
Sorprendente.
Mágico.
Increíble.
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Gracias primero a mi magnífica familia, cuyo apoyo ha sido tan cálido e
inspirador. A GayAuthors por encontrar tantos amigos en el camino de
creación de esta historia y por toda la fabulosa ayuda que me ofrecieron
para mejorar mi escritura. Y a Caroline Wimmer por la asombrosa
portada.
Gracias a todos.
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Anyta Sunday
Traducción
PrisAlvS Marijf22 Malu_12
Lavi MICHELITA
Recopilación y Revisión
PrisAlvS
Corrección
PrisAlvS Pily *elis*
Diseño
PrisAlvS
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