Cero: Símbolo del Absoluto, de la No-Cosa, dela Luz Ilimitada, raíz de
todas las cosas. Es la Energía Pura, por encima y más allá del pensamiento, la Superconsciencia.
El Loco: El espíritu puro, el ser entregado a la experiencia de
conocer sin barreras, sin límites. El ser puro, como el niño, sin influencias externas que lo afecten.
Uno: Unidad, comienzo, iniciativa, originalidad. La consciencia del
YO SOY, el ser capaz de realizar su creación a través de iniciativas propias. Es liderazgo, independencia de criterio, voluntad.
El Mago, mercurial (mental), dinámico, que maneja con habilidad los
elementos y dice "Hágase mi voluntad" porque se sabe creador (YO SOY).
Dos: Par, dúo, duplicación, receptividad, equilibrio de opuestos.
La Sacerdotisa, la intuitiva, meditadora, conocedora de la esencia
humana, la que observa la dualidad, la entiende y equilibra.
Tres: Incremento, desarrollo, crecimiento, despliegue y por lo tanto,
expresión. Representa el desarrollo real hacia fuera de los principios del Uno por el Dos.
La Emperatriz. La madre fértil, como la tierra, como la naturaleza
toda. Que da vida a las ideas concebidas por la Sacerdotisa. La energía femenina activa y productiva.
Cuatro: Orden, medida, clasificación, registro, tabulación y demás.
Símbolo del Orden Abstracto Universal.
El Emperador: el padre, la autoridad que organiza, quien pone orden
y da forma. Quien protege y vigila, dirige y evalúa. El estratega y el conductor.
Cinco: Mediación, adaptación, medio, actividad e ideas similares.
Ley dinámica que procede del Orden Abstracto. El Sumo Sacerdote: el puente entre Dios y los hombres, el comunicador, el guía espiritual, la institución y la educación. Mediador que administra sacramentos y comunica la tradición dentro de los límites de la libertad que le confiere su jerarquía.
Seis: Equilibrio, simetría, contrapeso, belleza, armonía de los
Los Enamorados: los opuestos que se complementan a través de le
entrega de cuerpo y alma. Pero también el libre albedrío, la escogencia de un camino, encrucijada.
Siete: Protección, resguardo, seguridad, victoria. Dominio de la
mente, autonomía.
El Carro: guerrero que avanza victorioso en medio de los obstáculos.
Vence con sabiduría y conciencia de ser el protector de la ciudad, de las ideas, de su propio camino de ascenso espiritual, superando la dualidad.
Ocho: Vibración, flujo y reflujo de las ideas. Causa y efecto. Control y
dominio.
La Fuerza (en el Tarot de Paul Foster Case, que es el que
analizamos): dominio interior, vencer las propias limitaciones, las pasiones y dependencias, nuestra propia sombra, representada en una fuerza animal, irracional y salvaje.
Nueve: Consumación, cumplimiento, la meta, el final de un ciclo de
actividad. Servicio.
El Ermitaño: maestro, guía silencioso que conduce a otros con su
lámpara. Humilde y consciente de su función de servicio y entrega. La experiencia producto de los años. El guía ejemplar. .
Diez: Perfección y dominio. Cierre de ciclo. Retorno a la unidad.
Numerológicamente los números compuestos por dos dígitos se suma para llegar a uno solo (suma teosófica), en este caso: 10=1+0=1. La Rueda de La Fortuna, el gran ciclo de la vida con sus altibajos, la evolución que se logra a través del movimiento permanente.