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Michael S.Gazzaniga éQUE NOS HACE HUMANOS? La explicaci6n cientifica de nuestra singularidad como especie {QUE NOS HACE HUMANOS? PAIDOS TRANSICIONES Ultimos tftulos publicados M. Levine, Contra el mito de la pereza R, Debray y J. Briomont, A la sombra dé la ilustracién H. Gardner, Mentes flexibles G. Nunberg (comp.), EI futuro del libro N. Longworth, El aprendizaje a lo largo de la vida en la practica C, Allagre, Un poco de ciencia para todo el mundo D. A. Norman, El diserio emocional D. J. Watts, Seis grados de separacién. La ciencia de jas redes en la era del acceso M. P. Lynch, La importancia de la verdad M, S, Gazzaniga, EI cerebro ético H. Gee, La escalera de Jacob. historia del genoma humano G. Rizzolatti y C. Sinigaglia, Las neuronas espejo R, Spolsky, E/ mono enamorado y otros ensayos sobre nuestra vida animal ©, Allégre, La sociedad vulnerable. Doce retos de politica clentifica F. de Waal, Primates y fildsofos, La evolucién de la moral del simio al hombre S, Pinker, ET mundo de as palabras. Una introduccién a la naturaleza humana J. Dewey, Cémo pensamos N. N. Taleb, El Cisne Negro B. Korisabuk y otros, La clencia del argasmo H. Gardner, Las cinco mentes del futuro D, Dennett y otros, La naturaleza de la conciencia M.D. Hauser, La mente maral. Gama la naturaleza ha desarroliado nuestro sentido del bien y del mal R. Rose, Tu cerebro mariana. Como seré fa mente de! futuro D. Denton, E! despertar de la conciencia, La neurociencia de las emociones primarias NN, Taleb, El cisne negro N.N, Taleb, ¢Existe la suerte? Las trampas del azar A. Sokal, Mas alla de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofia y cultura D. J. Linden, E/ cerebro accidental. La evolucién del cerebro y el origen de los sentimientos 8. Blackmore, Conversaciones sobre fa conciencia J, Lehrer, Proust y la neurociencia, Una vision fresca y Unica de ocho artistas de la modernidad D.A.N, Eldiserio de los objetos del futuro. La interacoién enire el hombre y la méquina M. S. Gazzaniga, {Qué nos hace humanos? La exolicacién cientifica de nuestra singularidad como especie D. J. Siegel, Cerebro y mindfulness. La reflexién y la atencién plena para cultivar el bienestar MICHAEL S. GAZZANIGA EQUE NOS HACE HUMANOS? La explicacién cientifica de nuestra Singulatiadad como especie Barcelona ‘Busnes Aires México Titulo original: Human Publicado en lengua inglesa por HarperCollins Publishers Traducci6n de Francesc Forn Cubierta de Excantric 1° edicién, septiembre 2010 No se parmite fa reproduccién total 0 parcial de este ibro, ni su incorparecién ‘un sstama informético, ni eu transmisién en cuslguir forma o por cualqulor muda, wu Sete electrGnico, mecénica, por fotocopla, por grabeclén u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del actor. LaInfreccién da los derechos mencionados puede ser constitutva da delto contra la propiededt Intelectual (Art. 270 y siguientes dal Cécigo Penal. ©2008 by Michael S. Gazzaniga. All Rights Reserved © 2010 de la traduccién, Francesc Forn © Espasa Libros, $.L.U., 2010 Paseo de Recoletos, 4. 28001 Madrid Ediciones Paidés Ibérica es un sello editorial de Espasa Libros, S.L.U. Av, Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona woww.paidos.com ISBN: 978-84-493-2407-9 Depésito legal: B.29613-2010 Impreso en Cayfosa (Impresia Ibérica) Crta, de Caldes, km, 3,7 - 08130 Sta. Perpdtua de Mogoda (Barcelona) Impreso en Espetia Printed in Spain Para Rebecca Ann Gazzaniga, doctora en medicina... La quintaesencia del ser humano y la tla favorita de todos SUMARIO AGRADECIMIENTOS. i Prétoco. 15 Primera parte LOS FUNDAMENTOS DE LA VIDA HUMANA 1. Son tinicos los cerebros humanos? 21 2. ;Serfa divertido salir con un chimpanct 51 Segunda parte RECORRIENDO EL MUNDO SOCIAL 3, Los grandes cerebros y la expansién de las relaciones sociales..... . 91 4, La brijula moral en nuestro interior 125 ©) Puedorentirnidolocg sce ee 171 Tercera parte LA GLORIA DE SER HUMANOS 6. :Qué hay del arte?. f TTodos nos comportamos como dualistas: la fancidn de la conversién 257 8. jHay alguien ah? . 10 {QUE NOS HACE HUMANOS? Cuarta parte MAS ALLA DE LAS CONSTRICCIONES ACTUALES O Quen queccme 333 EpfLoco . . 395 Noras.. 401 finpice ANAL{TICO ¥ DE NOMBRES . . . 447 AGRADECIMIENTOS Este libro empezé a gestarse hace mucho tiempo. Sus origenes estin probable- mente en algiin lugar de la casa J. Alfred Pruftock en el Caltech; el Instituto de Tecnologia de California, donde tuve el privilegio de realizar mis estudios de pos- grado, La llamdbamos «la casa» y tenfa varias habitaciones, una de ellas era la mia, Les aseguro que los ocupantes de las otras habitaciones eran mucho més listos y sabios que yo. La mayoria eran fisicos, y todos han seguido destacadas carreras profesionales. Estudiaron a fondo problemas profundos y resolvieron muchos de ellos. Para un joven neéfito como yo, lo que tuvo un impacto més duradero de esa experiencia fueron las aspiraciones de esos hombres brillantes. Trabajar en los problemas dificiles, trabajar, trabajar y trabajar. Y yo trabajé en ellos, y sigo trabajando. Paradéjicamente, el problema al que he dedicado mi vida es mu- cho més dificil que los suyos, y se puede resumir en la frase jen qué consiste ser humano? Curiosamente, ellos estaban fascinados por mi problema y, al mismo tiempo; yo no alcanzaba a entender ni siquiera los rudimentos de las herra- mientas conceptuales que ellos empleaban profusamente para abordar sus pro- pios problemas, Aunque solia pulverizar en el ajedrez a uno de mis compafie- ros de la casa, el fisico Norman Dombey, hoy en dia sigo sin estar seguro de entender realmente la segunda ley de la termodindmica; de hecho, sé que no la entiendo. Sin embargo, Norman parecia entenderla a la perfeccién. La atmésfera estaba impregnada de la creencia generalizada en que el obje- tivo de una vida con sentido es alcanzar la comprensién de sus misterios. Era esto lo que resultaba tan contagioso. De modo que aqui estoy intentdndolo de nuevo, casi cuarenta y cinco afios después. ¥ no sélo por m{ mismo, ni mucho menos. El problema es tratar de descubrir qué significa ser humano, esto est muy claro. As{ que, para saltar a la palestra una vez mas, he recurrido a los brillantes jévenes estudiantes que tengo a mi alrededor. El viaje empezé hace casi tres afios en el seminario para estudiantes avan- zados que imparti durante mi iltimo afio en el Dartmouth College. Enco- mendé a un grupo extraordinario de hombres y mujeres jévenes la tarea de reflexionar sobre los temas que me interesaba explorat, y todos se sumaron al 12 {QUE NOS HACE HUMANOS? festin con ideas sustanciosas. Estuvimos déndole vueltas durante unos dos me- ses, y resulté profundamente esclarecedor. Dos de los estudiantes se contagia- ron, y me complace decir que ambos se estén labrando una carrera profesional en la ciencia de la mente. El afio siguiente impart{ mi primera clase en la Universidad de California en Santa Bérbara, una universidad que no se avergiienza de su compromiso con la investigacién y la vida académica. Esta vez ante una clase de aplicados estudiantes de posgrado, que también profundizaron en el proyecto en ciernes y aportaron sus ideas. Entonces sucedié algo sorprendente. Un dia me diagnosticaron un cdncer de préstata y dijeron que tenfa que operarme. Tengo que decir que fue un dia de perros, incluso para un aman- te de los canes.'Y sin embatgo estaba en manos de excelentes médicos y sali de ello con un buen pronéstico. Con todo, me sentfa abrumado por el trabajo pendiente, y por suerte mi hermana Rebecca Gazzaniga, tal vez la mejor per- sona que jamés haya existido, estaba dispuesta a probar algo nuevo. Ella es médico, botdnica, pintora, chef, viajera y la tfa favorita de todos. Y ahora he descubierto que es también una adicta a la ciencia y una magnifica escritora, editora y colaboradora. Ha nacido una estrella: sin su ayuda, este libro no exis- tifa, He intentado ser el portavor de los grandes talentos de mucha gente, tanto estudiantes como familiares. Lo he hecho con orgullo y alegria, pues todavia recuerdo ese particular imperativo de la casa Prufrock en el Caltech: hay que pensar en los grandes problemas. No es sélo que sean trascendentales: son es- timulantes, sugestivos y duraderos. A ver qué piensa de ellos el lector. QUE NOS HACE HUMANOS? PROLOGO Siempre sonrfo cuando oigo a Garrison Keillor decir: «Que tengas buena sa- lud, haz un buen trabajo y mantén el contacto», Es un sentimiento muy sim- ple, y sin embargo repleto de complejidad humana. Otros primates no lo tie- nen. Piense en ello el lector: a los de nuestra especie nos gusta desear a los demas que les vaya bien, no mal. A nadie se le ocurre decir: «Que tengas un mal dfay o «haz un mal trabajo», y mantener el contacto con los demés es lo que la industria de la telefonfa mévil ha descubierto que hacemos todos, inclu- so cuando no hay nada que contat. En esa simple frase, Keillor encapsula nuestra humanidad, Hay una ilus- tracién familiar que, bajo diversos encabezamientos, circula entre los bidlogos evolutivos, Muestra aun simio en un extremo de una Ifnea y a continuacién varios antepasados humanos que culminan en un ser humano de elevada esta- tura y posicidn erecta, en el otto extremo. Hoy sabemos que la linea no es tan directa, pero la metéfora sigue siendo valida. Hemos evolucionado, y somos lo que somos como resultado de las fuerzas de la seleccién natural. Y sin embargo a m{ me gustarfa corregir esta ilustracién. Yo veo al ser humano volviéndose, con un cuchillo en la mano, y cortando la correa imaginaria que le une a las versiones anteriores, libre de hacer cosas que ningiin otro animal es capaz de hacer ni por asomo. \ Los seres humanos somos especiales. Todos resolvemos problemas sin es- fuerzo y de manera rutinaria. Cuando nos acercamos a una puerta corredera con las manos Ilenas de bolsas del supermercado, sabemos al instante como sacar el mefiique y sujetar con él el pasador de la puerta para abritla. La mente humana es tan creativa y dada a la figuracién que podemos hacer cosas como proyectar agentividad (esto es, intencién) én casi cualquier cosa: nuestras mas- cotas, nuestros viejos zapatos, nuestro mundo, nuestros dioses. Es como si no quisiéramos estar solos ahf arriba, en Ja ciispide de la cadena cognitiva, en nuestra condicién de seres més listos que hay sobre la Tierra. Queremos ver a nuestro perro encandilarnos-y apelar a nuestras emociones; nos imaginamos que él también puede sentir compasién, amor, odio y todo lo demds. Somos algo muy grande, y esto nos asusta ‘un poco. 16 {QUENOS HACE HUMANOS? Durante cientos de afios, miles de cientificos y fildsofos o bien han recono- cido esta naturaleza excepcional, o bien la han impugnado, y han rastreado los antecedentes de todo lo que es humano en otros animales. En los ultimos afios, avispados cientificos han descubierto antecedentes de todo tipo de con- ductas que habfamos supuesto exclusivamente humanas. Crefamos que sélo los seres humanos tenfan la capacidad de reflexionar sobre sus propios pensa- mientos, la denominada «metacognicién». Pues bien, esto hay que pensarlo mejor. Dos psicélogos de la Universidad de Georgia han demostrado que las ratas también tienen esta capacidad. Resulta que saben qué es lo que no saben. {Significa eso que deberfamos deshacernos de nuestras trampas para ratones? No es eso. Por todas partes donde*miro observo pequefias diferencias, y siempre puede salir‘alguien y decir que una de ellas en particular se muestra en otros aspectos de la vida biolégica. Ralph Greenspan, neurocientifico y genetista de mucho talento que trabaja en el Neuroscience Institute de La Jolla, en Cali- fornia, se dedica a estudiar, de entre todas las cosas, los suefios en la mosca de la fruta. Un dfa, ala hora de comer, alguien le pregunt6 «Suefian las moscas?», a lo que él replicé «Ni lo sé ni me importa». Pero luego se puso a pensar en ello y se dio cuenta de que tal vez podria aprender algo sobre el misterioso proceso por el que sofiamos, que hasta ahora ha eludido todos nuestros intentos de comprensién. La versién abreviada de esta historia es que las moscas suefian, igual que nosotros. Pero lo més importante es que, durante el suefio y la vigi lia, las moscas expresan los mismos genes que nosotros. De hecho, las investi- gaciones actuales de-Greenspan sugieren que incluso los protozoos suefian. jDios santo! La cuestién es que la mayor parte de la actividad humana puede relacio- narse con antecedentes en otros animales. Pero desanimarse ante este hecho es estar muy confundido acerca de la experiencia humana. En los capitulos si- guientes, rastrearemos los datos disponibles acerca de nuestro cerebro, nuestra mente, nuestro mundo social, nuestros sentimientos, nuestros logros artfsti- cos, nuestra capacidad de atribuir agentividad, nuestra conciencia y nuestro conocimiento cada yez mayor sobre cémo reemplazar partes de nuestro cere- bro con piezas de silicona. Tras todo este recortido, hay un hecho que emerge con claridad: aunque estemos hechos de los mismos componentes quimicos y tengamos las mismas reacciones fisioldgicas, somos muy distintos de otros ani- males. Al igual que los gases pueden volverse liquidos, y éstos a su vez pueden volverse sélidos, en la evolucién tienen lugar cambios de fase, cambios tan enormes en sus implicaciones que resulta casi imposible pensar en las distintas PROLOGO 17 fases como resultado de los mismos componentes. Una niebla densa est4 hecha de la misma materia que un iceberg. En una relacién muy compleja con el entorno, sustancias muy similares, con la misma estructura quimica, pueden resultar muy distintas en su realidad y en su forma. Pues bien, mi conclusién es que en el proceso de humanizacién ha tenido lugar algo as{ como un cambio de fase. Simplemente no hay, ni habré jamds, una sola cosa que pueda dar cuenta de nuestras espectaculares habilidades, nuestras aspiraciones y nuestra capacidad de viajar mentalmente en el tiempo hacia un mundo casi infinito, mds alld de nuestra existencia factica. A pesar de que tenemos todas estas conexiones con el mundo bioldgico del cual proveni- mos, y de que en ciertos casos tenemos estructuras mentales semejantes, somos enormemente diferentes, Aunque compartimos con los animales la mayorfa de nuestros genes y nuestra arquitectura cerebral, siempre encontraremos diferen- cias. Y aunque los chimpancés pueden usar piedras para abrir la cdscara de las nueces al igual que nosotros usamos tornos para pulir orfebrerfa fina, las dife- rencias son abismales. Y a pesar de que el perro de la familia nos pueda parecer empético, ninguna mascota es capaz de entender la diferencia entre la pena y la compasién. Hubo un cambio de fase, que se produjo como consecuencia de muchas transformaciones en nuestro cerebro y en nuestra mente. Este libro es la histo- ria de nuestra excepcionalidad, y de cémo Hegamos hasta ella, Personalmente adoro a nuestra especie, y siempre lo he hecho. Nunca me ha parecido necesa- rio minimizar nuestro éxito y nuestro dominio de este universo, Empecemos pues este viaje hacia la comprensién del porqué los seres humanos somos espe- ciales, ¢ intentemos pasarlo bien por el camino. NOTA SOBRE LA CITA DE FUENTES El formato de las notas de este libro sigue las normas de estilo recomendadas en el Manual de Publicacién de la American Psychological Association (APA). En el momento de imprimirse la versién original de esta obra, el Manual esta- ba en su quinta edicién, y el formato de publicacién de la APA que en él se describe es un esténdar ampliamente reconocido de la escritura cientifica en educacién y psicologta. PRIMERA PARTE Los fundamentos de la vida humana Capitulo 7 SON UNICOS LOS CEREBROS HUMANOS? El cerebro es ef organo que nos distingue de cualquier otra especie. Lo que nos hace diferentes no es la fuerza de nues- tros musoulos ni de nuestros huesos, es nuestro cerebro, Pasko T. Rakic, «Great Issues for Medicine in the ‘Twenty-First Century», Annals of the New York Academy of Sciences, n° 882, 1999, pag, 66. El gran psicélogo David Premack se lamentaba en una ocasién: «{Cémo es posible que el [igualmente gran] bidlogo E. O. Wilson pueda distinguir entre dos especies diferentes de hormigas a cien metros, pero no sepa ver la diferen- cia entre una hormiga y un ser humano?», Este comentario irénico subraya las grandes diferencias de opinién existentes en la cuestién de la singularidad hu- mana. Parece que la mitad del mundo cientifico considera que hay continui- dad entre el animal humano y el resto de animales, mientras que otros ven una ruptura tajante entre animales y seres humanos, ven dos clases distintas. La cuestién Hleva afios debatiéndose, y no tiene visos de resolverse en un futuro proximo. Después de todo, los seres humanos somos agrupadores o diferencia~ dores. O vemos las semejanzas o preferimos fijainos en las diferencias. Espero ilustrar la cuestién desde una perspectiva particular, Creo que es més bien trivial sostener que como existe, pongamos, comportamiento social tanto en los seres humanos como en las hormigas, no hay nada excepcional en el comportamiento social humano. Tanto un F-16 como una avioneta Piper Cub son aeroplanos, ambos obedecen las leyes de la fisica y ambos pueden llevarnos del punto A al punto B, pero sin embargo son enormemente dife- rentes, Quisiera empezar simplemente por reconocer las enormes diferencias entre la mente y el cerebro humanos y otras mentes y cerebros, fijandonos en qué estructuras, procesos y capacidades son tinicamente humanos, Siempre ha sido un misterio para mf la razén de que tantos neurocientifi- cos se pongan nerviosos cuando alguien plantea la cuestién de si podria 0 no haber caracteristicas exclusivas del cerebro humano. ;Por qué es tan facil acep- 22 LOS FUNDAMENTOS DE LA VIDA HUMANA tar que hay diferencias fisicas visibles que nos hacen tinicos, y sin embargo re- sulta tan peliagudo considerar las diferencias en nuestro cerebro y su funciona miento? Recientemente, hice la siguiente pregunta a algunos neurocientificos: «Si registrases los impulsos eléctricos de una lamina del hipocampo en una bandeja, y no supieras si la ldmina proviene de un ratén, un simio o un ser humano, serfas capaz de notar la diferencia’». Dicho de otro modo, hay algo tinico en la neurona humana? Un mecénico del cerebro del futuro, jtendria que usar una neurona de este tipo para construir un cerebro humano, o le servirfa una neurona de simio o de ratén? ;Verdad que todos presuponemos que no hay nada especial en la neurona en s{ misma, que los atributos especia- les de ser humano se deben a las sutilezas del cableado? Es posible apreciar la intensidad de la respuesta con sdlo un par de réplicas de entre todas las que obtuve. «Una célula es una célula y nada més. Es una unidad universal de procesamiento que, entre la abeja y el ser humano, sdlo cambia en tamafio. A igual escala, no serfamos capaces de distinguir una célula piramidal de un ratén, un simio o un ser humano, ni siquiera con la ayuda de Pitonisan. ;Ajé! Cuando estudiamos las neuronas de un ratén o una hormiga, estamos estudiando los mismos mecanismos que hay en una neurona humana y punto, no hay més. He ahf otra respuesta: «Hay diferencias entre los tipos de neuronas de un cerebro y entre las propiedades de respuesta de las neuronas de un cerebro. Pero a mi juicio, entre los mam/feros, una neurona es una neurona. Su funcién viene determinada por sus conexiones de entrada y salida (y su composicién sindptica)». {Ea! La fisiologfa de la neurona animal se supone de nuevo idéntica ala de un ser humano. Sin esta suposicién, no tendrfa mucho sentido estudiar tan arduamente esas neuronas. Por supuesto que hay semejanzas, pero ;no existen también diferencias? Los seres humanos son tinicos. Es el cémo y el porqué fo son lo que ha estado incrigando durante siglos a cientificos, filésofos ¢ incluso juristas. Cuan- do tratamos de distinguir entre animales y seres humanos, surgen las contro- versias y los debates encarnizados acerca de ideas y del significado de los datos, y cuando se desvanece el humo de la batalla, disponemos de mds informacién sobre la que construir teorfas mds sdlidas y ajustadas. Resulta interesante cons- tatar que, en esta bisqueda, muchas ideas contrapuestas demuestran ser par- cialmente correctas. : Pese a que es obvio para todo el mundo que los seres humanos somos fisi- camente tinicos, también es obvio que diferimos deotros animales en aspectos mucho més complejos. Creamos arte, pasta bolofiesa y maquinas complicadas, y algunos entienden la fisica cudntica. No necesitamos que un neurocientifico (ON UNICOS LOS CEREBROS HUMANOS? 23 nos diga que nuestro cerebro es el que manda, pero sf necesitamos uno que nos explique cémo lo hace. ;Hasta qué punto somos tinicos, y en qué modo lo somos? Hasta el momento, él modo en que el cerebro dirige nuestros pensamien- tos y acciones se ha mostrado esquivo a nuestros intentos de explicacién. Entre Jos muchos enigmas esté el gran misterio de cémo un pensamiento emerge de entre las profundidades del inconsciente para hacerse consciente. A medida que los métodos para estudiar el cerebro se han hecho més y mis sofisticados, se han resuelto algunos misterios, pero patece que al solucionar un misterio a menudo creamos otros. Los estudios de neuroimagenes cerebrales han permi- tido cuestionar muchos de los principios cominmente aceptados, y descartar completamente otros. Por ejemplo, la idea de que el cerebro trabaja de manera generalista, procesando igualmente y del mismo modo toda la informacién entrante para después mezclarla en un mismo banco de datos, es hoy mucho menos aceptada de lo que lo era hace tan sdlo quince afios. Los estudios de neuroimégenes han revelado que partes especfficas del cerebro se activan con tipos de informacién especificos. Cuando observamos una herramienta (un artefacto humano creado con un propésito especifico en mente), nuestro cere- bro no se dedica en su totalidad al problema de estudiarla; més bien se activa un drea especifica para la inspeccién de herramientas. Los hallazgos en este campo han planteado muchas cuestiones. ;Cudntos tipos especificos de informacién existen, cada uno con su regién de activacién correspondiente? ;Cusl es la informacién especifica que activa cada regién? sPor qué tenemos regiones especificas para un tipo de actividad y no para otro? Y si no tenemos una regién especifica para cierto tipo de informacién, gqué ocurre entonces? Aunque las sofisticadas técnicas actuales de neuroimagenes pueden mostrarnos qué parte del cerebro esté telacionada con\tipos especificos de pensamientos o acciones, estos escéneres no nos dicen nada acerca de lo que ocurre en esa parte del cerebro. La corteza cerebral es hoy considerada «quizd la entidad més compleja conocida por la ciencia».! El cerebro ya es de por sf lo bastante complicado, pero las numerosas dis- ciplinas diferentes* que lo estudian han generado miles de dominios de infor- macién. Es un prodigio que seamos capaces de poner orden en semejante * El cerebro no sélo ha despertado el interés de antropélogos, psicblogos, socidlogos, flé- sofos y politicos: también ha intrigado a bidlogos de toda clase (microbidlogos, anatomistas, bioquimicos, genetistas, paleobislogos, fisidlogos, biélogos evolutivos, neurélogos), quimicos, farmacélogos e ingenieros informéticos. Mas recientemente, se han subido al tren incluso espe- cialistas en marketing y economistas. 24 LOS FUNDAMENTOS DE LA VIDA HUMANA montafia de datos. Los términos empleados en una disciplina a menudo tienen otros significados en otras. Interpretaciones ambiguas o incorrectas pueden distorsionar los hallazgos y provocar que las teorfas carezcan de una funda- mentacién adecuada o sean refutadas en falso, permaneciendo durante décadas sin ser cuestionadas o revalidadas. Politicos y otras figuras ptiblicas a menudo malinterpretan o ignoran ciertos hallazgos para respaldar una determinada po- Iitica o suprimir de un plumazo programas de investigacién pol{ticamente in- convenientes. A pesar de todo, no hay que desanimarse. Los cientificos son como un perro con un hueso: siguen tirando de él y mordisquedndolo hasta que al final consiguen darle sentido. Empecemos nuestro examen del cardcter tinico de los humanos en el modo en que se ha llevado a cabo én el pasado: simplemente observando este cerebro nuestro. Puede decirnos algo su aspecto? {GRANDES CEREBROS Y GRANDES IDEAS? La neuroanatomfa comparada consiste en lo que su nombre indica: en compa- rar los cerebros de diferentes especies en cuanto a su tamafio y estructura. Eso es importante, porque para saber lo que tiene de exclusivo el cerebro humano, © de hecho cualquier otro cerebro, uno necesita saber en qué se parecen y en qué se distinguen los distineos cerebros. Esta solfa ser una tarea facil para Ja que no se precisaba de mucho equipo, quizés una buena sierra y una balan- za, que era casi todo lo que habfa disponible hasta mediados del siglo xxx. Entonces Charles Darwin publicé su obra El origen de las especies, y la cuestién de si el hombre habfa descendido de los simios se convirtid en el centro del de- bate. La anatomia comparada salié a la palestra, y el cerebro se convirtié en el actor principal. Allo largo de la historia de la neurociencia, ciertos presupuestos han adqui- rido carta de naturaleza. Uno es que el desarrollo de una capacidad cognitiva en aumento esté relacionado con un incremento del tamafio del cerebro a lo largo de la evolucién, Esta era la concepcién de Darwin, que escribié que «la diferencia entre el hombre y los animales superiores, aunque sea grande, es ciertamente de grado y no de clase», y la de su aliado, el neuroanatomista T. H. Husley, que negaba que los seres humanos tuvViesen caracteristicas cere- brales dnicas aparte del tamafio.? La aceptacién general de esta nocién de que todos los cerebros de los mamiferos tenfan los mismos componentes pero que, a medida que el cerebro crecfa, su funcionamiento se hacfa més y més comple- jo, desembocé en la construccién de la escala filogenética que algunos de no-

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