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¿En qué consiste el conflicto de la razón práctica entre los principios de libertad

y felicidad?

El hecho de que el ser humano esté dividido entre lo fenoménico (mundo) y lo


nouménico (libertad), implica un conflicto en la razón práctica, pues si bien
debemos obrar de tal modo que seamos legisladores de un reino de los fines, es
decir, que debemos concebir a los otros como nos concebirnos a nosotros
mismos, esto se ve imposibilitado por parte de ciertos deseos o inclinaciones
hacia lo que supone darnos cierta felicidad. La felicidad se basa
fundamentalmente en lo sensible, pues es suma de todas las inclinaciones
egoístas (amor propio), lo cual implica tener valores para sí mismo pero no
universales y aplicables a todos. Nos puede dar felicidad algo que no es bueno
para los demás, por ello, la felicidad se distingue de la buena voluntad, la cual es
un fin incodicional. En tanto que voluntad humana es imperfecta, nos aleja del
bien supremo que está compuesto por la buena voluntad y lleva a la virtud, y la
felicidad como fin secundario, es decir, que el bien suprempo supone la meta de
lo moral, pues a parte de conllevar la felicidad, tiene como objeto principal la
virtud. La facultad de desear es facultad representativa que depende de la
sensibilidad de todos los seres vivos, para poder represtar los objetos. "Lo
francamente contrario al principio de moralidad es cuando el principio de la
felicidad propia se convierte en motivo determinante de la voluntad" (1), esto es
que las máximas que que determinan la voluntad en el anhelo de la felicidad
propia no son morales y no pueden conllevar a virtudes, por ello, es lo opuesto
de la moralidad.

Por su parte, la libertad es condición para la ley moral, esto es que, las acciones
que haga el individuo son libres en tanto que tiene el derecho de tomar sus
propias decisiones, es por eso que la ley moral es clave para la demostración de
la libertad.(2) La posibilidad de libertad es a priori en tanto que la ley moral es a
priori, así mismo, la idea trascendental de libertad da pauta a la idea de libertad
de la ley moral. La libertad se reconoce por la ley moral, la cual es necesaria
para el ordenamiento y obedecimiento de los individuos. En tanto que la libertad
de la voluntad humana es directamente determinable por la ley moral, el más
frecuente ejercicio en virtud de ese motivo determinante puede acabar
provocando subjetivamente un sentimiento de satisfacción consigo mismo: antes
bien es propio del mismo deber fundar y cultivar este sentimiento que
propiamente es el único que merece denominarse moral.(3) Es por ello que la
ley moral se expresa como un imperativo categórico para la voluntad humana,
es decir, obliga al ser humano a actuar de cierta manera (categóricamente),
donde el principio del deber es racional en tanto que no es egoísta, sino que es
universal (aplicable a todos los individuos).
La libertad nos obliga a ir mas allá de la experiencia, lo cual hace que la totalidad
se vuelva demasiado pequeña, y al no tener límites, nuestra libertad hace que
nos olvidemos incluso de la moralidad, es decir, que en tanto que en el cuerpo
es imposible tener si quiera un poco de esa libertad total, se pueden llegar a
trasgredir las leyes o normas morales, es entonces en donde la libertad se
convierte en otra cosa que incluso puede llegar a dañar a otros, este libertinaje
cae en juego con la felicidad, en tanto que podemos sentirnos libres de hacer lo
que nos haga felices a nosotros mismos, sin importar que los demás sean
perjudicados, esto imposibilita que no se logre llegar al bien supremo por medio
de la razón práctica. Así entonces no se debe actuar por anhelo a la felicidad,
sino que debemos actuar según la voluntad para cumplir el deber hacia las
leyes.

1. Kant I. "Crítica de la razón práctica", La página, Buenos Aires, Argentina,


2003, §6 Problema II

2. Ibid., §8, observación II.

3. Ibid., §8, Tesis IV.

Bibiografía:

Kant I. "Crítica de la razón práctica", La página, Buenos Aires, Argentina, 2003.

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