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AULA ABIERTA / 3 1

En «Aula abierta », una nueva modalidad de


conferencias

«La Odisea y su pervivencia

en la tradición literaria» (1)

Dirigió el ciclo el profesor Carlos Carda Cual


El pasado mes de febrero la Fundación Juan March inició con el título de
Aula abierta una nueva modalidad de ciclo de conferencias que se añade a
los Curso s uni versitarios, que viene programando desde hace años, y los
Seminarios públicos de má s reciente creación. El Aula abierta consta de ocho
conferencias, divididas en dos partes. Una primera de carácter práctico (con
lectura y comentario de textos previamente seleccionados), que está
destinada a profesores de enseñanza primaria o secundaria o alumnos de
tercer ciclo universitario (previa inscripción en la Fundación Juan March) y
que pueden obtener de esta manera créditos, de utilidad para fines docentes.
La segunda parte es una conferencia y, como las actividades de esta
institución cultural, está abierta al público en general.
La primera Aula abierta que tuvo lugar entre el 2 y el 2S de febrero llevaba
por título La «Odisea» y su pervivencia en la tradición literaria y la dirigió
Carlos García Gual, catedrático de Filología Griega de la Universidad
Complutense de Madrid. El profesor García Gual intervino los días 2 (<<El
poema de Ulises. Su estructura, sus figuras, sus ternas»), 9 (<<La figura de
Ulises en el mundo griego, y más all á»), 16 (<<En la Grecia moderna: Cavafis,
Katsantsakis, Seferis»), 23 (<<Nostalgia e ironía», 1) y 2S de febrero
(<< Nostalgia e ironía», Il). Intervinieron también : Emilio Crespo, catedrático
de Filología Griega de la Universidad Autónoma de Madrid (jueves 4 de
febrero, «Homero y la épic a. La llíada frente a la Odisea»; Vicente Cristóbal,
profesor titular de Filología Latina de la Universidad Complutense (jueves
11 de febrero, «Ulises en la literatura latina»); y Dámaso López, profesor
titular de Filología Inglesa de la Universidad Complutense (jueves 18 de
febrero, «Ulises en la literatura inglesa: Tennyson, Joyce, Pound »),
A continuación se ofrece un resumen de las cinco conferencias del profesor
García Gual y en el próximo Boletín Informativo se publicará el resumen de
las tre s conferencias restantes.

Carlos García Gual


El poema de Ulises y su vigencia
en la Literatura
a en la lliada destaca entre los hé­ cer frente a los trances difíciles, ade­
Y roes griegos Odisea (al que los la­
tinos llamaron Ulises) por su inteli­
más de su gran facilidad de palabra.
Mientras que los demás héroes tienen
gencia práctica y su habilidad para ha- epítetos que los señalan por un rasgo
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físico o por su armamento. Ulises está alrededores. En la Odisea, en cambio.


caracteriz ado por su talante: es «astu­ hayal menos tres ámbitos de la ac­
to. diestro en recursos, sufrido, muy ción: el de la guerra de Troya. el de las
inteligente». aventuras marinas de UJises y el de la
Recordemo s que no es hijo de nin­ vida cotidiana en haca.
gún dios o diosa, sino de Laertes, un Esos escenarios corresponden a tres
reyezuelo de la isla de Itaca, una isla aspectos de la personalidad de Ulises
pequeña y no muy rica, de quien here­ que se entremezclan en la narración.
dó el poder y cuyo trono ha dejado en pero que pueden distinguirse fácil­
manos de su mujer, la fiel Penélope. mente. Y que tienen sus propios rit­
Allí quiere regresar, con su botín de mos y resonancias: épico es el Ulises
guerra, y sus doce naves. apenas con­ que luchó en Troya, pero el protago­
cluye el largo asedio con el saqueo y la nista de encuentros fabulosos -en su
destrucción de Troya. Pero ese honra­ mayoría típicos de unfolktale muy an­
do empeño le costará nada menos que tiguo y extendido por e l mundo-- per­
diez años. La Odisea es un N ÓSIOS , un tenece a otro ambiente y, en cambio,
poema de un regreso azaroso y extre­ es un personaje novelesco y de relato
madamente largo. Hubo otros regresos realista el Ulises de regreso en Itaca,
memorables de otros héroes. pero el mendigo falso en su propio palacio.
de Odiseo los superó a todos en fama En el poema homérico podemos
y en dificultades. advertir una estructura muy clara: co­
De algún modo podemos conside­ mienza la Odi sea con los cantos que
rar la Od isea como una continuación cuentan el viaje de Telémaco en busca
de la lliada . En ella se cuenta el final de su padre (del 1 al IV forman los que
de la guerra de Troya y la imagen de solemos llamar la Telemaquiay. Ya en
Ulises continúa la ya mostrada en ese el V aparece Ulises, en la isla de Ca­
poema. Sólo que ahora se ha converti­ lipso, y desde esta isla se echa de nue­
do en el protagonista indiscutible de la vo al mar hasta llegar a Feacia. donde
epopeya que lleva su nombre. La Odi­ es acogido por Nausícaa (canto VI) y
sea es el poema de Odiseo con toda allí en Feacia cuenta Ulises sus aven­
justic ia: siempre se habla de él, inclu­ turas anteriores (cantos VIII al XII).
so en los cantos en que no aparece y es Es transportad o por los feacios a Iraca,
sólo el gran ausente, como en los de la y Ulises llega a su tierra ya en el can­
Telemoqu ia. Pero este protagonista es to XIII. pero tardará en darse a cono­
más que un famoso guerrero aqueo, es cer a los suyos para tomar cumplida
el aventurero marino que surca un es­ venganza contra los pretendientes. de
pacio misterioso. donde se enfrenta a modo que es en el canto XXlII cuando
monstruos y prodigios que no son sólo es acogido en los brazos de la fiel Pe­
los de la escena épica, sino los de los né\ope en el largamente esperado final
cuentos populares de misterios y ma­ feliz. (El canto XXIV, que narra la ba­
ravillas. jad a al mundo de los muertos de los
La Odisea da al lector la impresión pretend ientes. es probablement e un
de ser más extensa que la llíada. Pero añadido inspirado en la visita al Hades
no lo es en realidad. Por su número de del canto XI.) Por tanto podemos tra­
versos (trece mil y pico) es algo más zar un esquema resumido y tripartito:
corta que la otra epopeya (unos dos Telemaquia (I-I V). Aventu ras marinas
mil versos menos). Sin embargo, re­ (V -XII) , Venganza en ll aca (XI/ l ­
sulta mucho más amplia por sus múlti­ XXIII /XXIV ).
ples escenarios, por el espacio que re­ Sobre el itinerario de Ulises se ha
corre Ulises en su itinerario errático y escrito mucho. ¿Se trata de un azaroso
la variedad de sus ambientes y perso­ zigzagueo por un mar fantástico, o hay
najes. Toda la llíada ocurría en un un fondo real. de un periplo marino
mismo lugar: en torno a Troya y sus efectuado en la geografía del Medite­
"LA ODISEA Y SU PERVIVENCIA EN LA TRADICIÓN LlTERARIA»/ 33

el A tlántico .
No pasemos por alto otro de los
cl aros encantos de la Odísea : sus va­
ri adas fi guras femeninas. A diferenci a
de la llia da, donde el ámbito bélico tí­
pico de la epopeya reserv aba el primer
plano en exclu siva para los héroes vio ­
lentos, y sólo dej ara entrever en un
di screto segundo plano fi guras feme­
ninas como las de Helena, A ndrómaca
y Hécuba, en la Odisea hay muchas y
variadas figur as de muj er que impre­
sionan la memoria del lector. Fi guras
que ej ercen una curiosa f ascinaci ón,
como Penélope, Cal ipso, C irce, N ausí­
caa, Arete, H elena e incl uso la fiel vie­
ja sirviente Euri clea. Ese interés y has­
Carlos García Gual (Palma de ta simpatía y admiración por el mundo
Mallorca , 1943) es catedrático de femenino ha intrigado a muchos lecto­
Filología Griega en la Universidad res. E incluso ha dado motivos a la hi ­
Complutens e de Madrid y presidente pótesis de que una muj er pudo ser au­
de la Sociedad Española de tora de la Od isea, como recoge Roben
Literatura General y Comparada. Ha
Graves en su novela La hija de Hom e­
publicado numerosos artículos y
libros sobre Lingüística Grieg a, ro. La Odisea es un texto de múlti ples
Literatura , Filosofía y Mitolog ía aspectos y de una riqueza de moti vos
antiguas , y algunos sobre Literatura adm irable. Es muy difíc il encontrar en
europea medieval. Entre sus libros toda la literatura mundial otro texto
pueden citarse: El sistema diatético con tantos temas y con tan atractivos
en el verbo griego; Los orígenes de personajes. L a fig ura de U lises pervi ­
la novela; Primeras novelas
ve en la tradici ón mi tológ ica más all á
europeas; Prometeo: mito y tragedia;
Mitos, viajes, héroes; Epicuro ; La de la im agen de la Odis ea.
secta del perro; Los siete sabios (y
tres más); Historia del rey Arturo y de
los nobles y errantes caballeros de la Ulises después de Homero
Tabla Redonda ; Audacias femeninas ;
Lecturas y fantasías medievales: La mítica fi gura de Ulises conoci ó,
Figuras helénicas y géneros
después de la Odis ea, múltiples re­
literarios; e Introducción a la
mitolog ía gr iega. Ha traduc ido varias creaciones y evocacio nes. Primero en
obras de clásicos griegos (líricos, los poemas del ll amado «cicl o épico »,
Eurípides , Platón , Apolonio de especialmente en la Destruc ción de
Rodas, Aristóteles, Pseud o Troya, los Cypria y la Telegon ia. (Só­
Calístenes , etc.) y es asesor de la lo conocemos estos textos por resúme­
Biblioteca Clásica Gredos . nes y muy breves fragme ntos, pero po­
demos constatar su infl uencia en obras
dramáticas posteriores.) En ell os se
rr áneo, en el que el viejo H omero pue­ contaban episodios que quedaron al
de haberse inspirado? La discusión fi ­ margen de lo narrado por Homero, co­
lol ógica al respecto viene de muy anti­ mo sus enfrentamientos con otro s hé­
guo, ya de los erudi tos griegos del pe­ roes, como Palamedes y Filocteres, y
ríodo helenístico. En nuestro siglo son la muerte del héroe a manos de Telé­
vario s los estudiosos que han queri do gano, hij o suyo y de Ci rce.
trazar un mapa de la ruta de UJises por Palamedes, el más inteligente de
el M editerráneo; y algunos inclu so por los aqueos, fue quien obligó al héroe a
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partir hacia Troya, a pesar de él, de­ pero se le menciona corno al político
mostrando que Ulises se había fingido decidi do a todo para vencer. Sin dud a
loco para evitar la marcha. Luego fue el Palamedes de Eurípides, que no se
acusado de traición, taimadamente, y ha conservado , insistía en esa misma
condenado a morir por los manejos de imagen.
Ulises. Tam bién fue Ulises quien En el mundo latino encont rarnos
aconsejó aba ndona r a Filoctetes, con ecos de todas estas imágenes del hé­
su herida pestilente, en la isla de Lem­ roe. Recordemos, en primer lugar, que
nos. La Telegonia contaba la poster ior la Odisea fue el primer gran texto grie­
sa lida de Ulises de Troya, su viaje por go traducid o al latín (por Livio Andro­
la tierra de los Tesproto s y su regreso nico). Es signi ficativo que, frente a la
a Itaca para pelear allí con Telégon o, llíada, la gra n epopey a bélica, se pre­
quie n le da muerte, sin haber recono­ firiera esta gesta personal de l ave ntu­
cido antes del combate a su padre. rero med iterráneo. Pero en la Eneida
Por su paciencia y perseverancia de Virgilio se recuerda a Ulises corno
Ulises pudo servir de modelo a algu­ el destructor de Troya, la patria del
nos poetas elegíacos, como Arquíloco ex iliado Eneas, fundador de Roma .
y Alem án, Pero fue criticado por su as­ También las Cránicas troyanas de Da­
tucia en e l triunfo por un poeta aris to­ res y de Dictis ofrece n una image n
crá tico de talante conservado r, Pínda­ ambigua de Ulises, el astuto inventor
ro, que lo opone al noble Ayax, al que del caballo de madera.
UJises venció en el famoso certamen Esa imagen poco favora ble se
por las armas de Aquiles. En las Ne­ transmite a la Edad Media desde esos
meas VII y VIII Píndaro elogia al gue­ textos de tantos ecos medievales. Pero
ITero del gran escudo, Ayax, paradig­ será una estam pa distinta y sorpren­
ma del héroe monolítico arcaico, fren­ de nte la que nos deje una visión más
te al que triunfa mediante ardides y pa­ impresionante de Ulises, la que habla
labras astutas. Con esa postura Pínda­ de su muerte, en el gran poema de
ro se inclina por una imagen antiho­ Dante (que no había leído la Odisea,
mérica de Ulises que tiene notables desde luego). En el canto XXV I del
paralelos en los trágicos. Inf ierno, cuando recorre el octavo cír­
Ya segu ramente fue así en Esquilo, culo de los co ndenados, Dante, que va
de quien hemos perdido todas las tra­ aco mpañado por Virgilio, se para ante
gedias en que sacaba a escena a Ulises . una llama doble, do nde arden las al­
Pero esa Iínea persiste en Sófocles, en mas de Ulises y Diomedes. Y es el
su Avante y su Filoctetes. Si bien en la propio Ulises, trasformado en llama
primera todavía destaca la humanidad parlante, quien le refiere al poeta me­
de Ulises, que interviene frente a Aga­ dieval su última aventura.
menón p<lra que reciba dignos honore s Ulises reaparece en pinturas y dra­
fúnebres su rival muerto, traza en la mas del Renacimiento y de l Barroco,
segunda un retrato de Ulises co mo po­ bien co rno un hábil político, bien co­
lítico pragmático y sin esc rúpulos mo­ mo un símbo lo de l hombre prudente,
rales. asaltado por las tentaciones, pero ca­
Eurípides muestra tam bién a UI i­ paz de lograr el regreso salvador. Val­
ses en un enfoque desfavorable. En gan como ejempl o de esas dos imáge­
H écuba es él quien viene a exig ir a la nes, respectivamen te, Troilo y Crésida
vieja reina de Troya la entrega de Po­ de Shakes peare y un par de obra s de
I íxena para sacrificarla sob re la tumba Ca lderón: El mayor encanto amor y
de Aquiles. Y en el diálogo con ella Los encantos de la culpa. Las dos pie­
evidencia su talante maqu iavélico: le zas ca lderonianas se centran sobre có­
importa el éx ito y la victoria de los su­ mo Ulises escapa de los voluptuosos
yos, sin reparo alguno. En Troyanas y hech izos de Circe. En el romanticismo
en l fig enia en Aulide no sale a esce na, resurge la silueta de Ulises corno e l
"LA ODISEA Y SU PERVIVENCIA EN LA TRADICIÓN LITERARIA»! 35

Viajero inquieto, explorador del más polifónica de Joyce, Que ese dublinés,
allá, sombra dantesca más que homéri­ judío y fantasioso, cansino y borra­
ca en el espléndido poema de A. L. chín, protagonista de la trama, guarde
Tennyson, Ulysses (1833). un parecido con el héroe antiguo es un
efecto de ironía profunda. El antiguo
mundo heroico se degrada en la paro­
Ulises en el siglo XX dia de Joyce, pero su brillo pervive a
través de ella.
Ya en el siglo XX podemos analizar También es fácil percibir la influen­
la figura de Ulises en tres grandes poe­ cia de la Odisea y de Ulises en los can­
tas griegos: Cavafis, Katsantsakis y tos de Ezra Pound, desde el Canto 1,
Seferis. En Itaca de Cavafis se expre­ que comienza con una versión poética
sa bien el sentido de la Odisea como de una traducción renacentista de la
un viaje de aventuras y experiencias Nehuia odiseica. El poeta debe em­
enriquecedoras orientado hacia la isla prender un viaje al mundo de las som­
pobre de donde partió y adonde vuel­ bras, para conversar allí con su propio
ve el viajero con su historia peregrina. Tiresias, sugiere Pound, que se vio a sí
En la larguísima Odisea de N. Kat­ mismo como un trágico Ulises, perdi­
santsakis (de 1938), el gran escritor do en otra época.
cretense nos da una nueva visión, muy Nostalgia e ironía son los dos ras­
personal, de Ulises como el héroe de gos que dan tono a las evocaciones mí­
un peregrinaje arduo y múltiple, en ticas en el siglo actual. Bajo uno y otro
pos de una nueva existencia, con an­ sentimiento es posible situar las reapa­
sias de crear una nueva sociedad más riciones de la figura de Ulises en las
justa, un Ulises inquieto, revoluciona­ obras de teatro, en la poesía y la nove­
rio, que rapta a Helena de nuevo, pasa la. Bajo una y otra enseña analizamos
por Esparta, Creta y por Egipto, funda la presencia de Ulises en las obras más
una ciudad igualitaria en África, se en­ significativas. Así podemos verlo en
cuentra con figuras de hondo simbolis­ algunos ejemplos atractivos, como el
mo y acaba solitario muriendo en los drama de J. Giraudoux , No habrá gue­
hielos del Antártico. El vasto poema, rra en Troya (1935), en la novela de J.
de 33.330 versos de quince sílabas, es Giono, Naissance de l' Odyssée
una extraña continuación épica y utó­ (1938), en los Diálogos con Leucó
pica del relato homérico, atravesado (1947) de C. Pavese y en El desprecio
por las ideas e inquietudes de nuestro (1950) de A. Moravia. O en la novela
siglo. El poema de G. Seferis titulado de R. Graves La hija de Homero
Sobre un verso antiguo (1931) evoca a (1955), donde figura una taimada
Ulises como el gran compañero del Nausícaa siciliana como autora de la
viajero griego, camarada marino de Odisea, con sutil ironía.
manos callosas y gran corazón, que Los ecos odiseicos son muy nota­
surge en los momentos arduos de la bles en muy significativas obras de la
existencia para dar ánimos al poeta. literatura catalana: en la Nausica
Pero la recreación más memorable (1910) de loan Maragall, en algunas
de Ulises en nuestro siglo es la novela de las Elegies de Bierville (1943) de
Ulises (1923) de J. Joyce. Sólo el títu­ Caries Riba -el gran traductor de la
lo declara explícitamente la relación Odisea al catalán en dos versiones
de la «odisea» vulgar de unas horas en poéticas de 1919 y 1938-, en el Odi­
Dublín de Leopold Bloom con el poe­ sea (1951, traduce. castell., 1953) de
ma homérico. Pero sabemos por la Agustí Bartra y en algunos textos de
confesión del autor, y podemos confir­ El mar, las rocas, lo azul (1967) de
marlo en un análisis profundo de la Salvador Espriu.
trama, que los episodios homéricos Si en la poesía parece dominar la
han sugerido los actuales en la novela nostalgia -pero no está ausente la iro­
36/ AULA ABIERTA

nía-, en el teatro parece ser al contra­ Odisea y Borges. Homero surge con
rio. Fuertemente irónicas son casi la frecuencia junto a Heráclito y su río, y
totalidad de obras dramáticas que, en con el ubicuo laberinto. Es uno de los
la escena española de este siglo, han grandes símbolos de la poesía borgia­
representado el regreso de UJ ises. Para na. Pero es, para Borges, a quien le
abreviar podemos señalar sólo las más gustaba poco la lliada, la Odisea un li­
conocidas de esa decena larga: La teje­ bro casi infinito, del que nos dice: «al­
dora de sueños de Antonio Buera Va­ go hay distinto cada vez que lo abri­
llejo, ¿Por qué q'o,.,.es, Ulises? de An­ mos», En Las versiones homéricas y
tonio Gala y Ultimo desembarco de en varias entrev istas repitió Borges
Fernando Savater. que, al no saber griego, puede leer el
Todas ellas apuntan un final muy poema de Homero en traducciones di­
distinto del homérico. La psicología versas y verlo así convertido en una li­
moderna y burguesa ha corroído la tra­ teratura. Con estos testimonios poéti­
ma ejemplar y puesto en duda el final cos de Borges concluimos estas refle­
feliz de cuento maravilloso de la Odi­ xiones, que han seguido el rastro de
sea. Acaso Penélope estaba ya acos­ Ulises a través de varias épocas y len­
tumbrada y feliz con el asedio de los guas, en una tradición de veintiocho
pretendientes, y se había hecho sus siglos. Una tradición que, como hemos
propios sueños, que la llegada de Uli­ querido mostrar, parece seguir aún vi­
ses quiebra de modo brutal y sangrien­ vaz, gracias a la adaptabilidad y el va­
to. Acaso Ulises debió de haberse de­ riado simbolismo de Ulises. O
tenido algo más y gozar de los place­
res del momento, sin empeñarse en su
papel envarado y heroico. Acaso su re­
•• •
greso va a perturbar a todos en [taca,
cuando se habían acostumbrado ya a
La Odisea
y Sil peruivellcia ('11 la
planear-Telémaco y quizás Penélope­ tradición literaria
su propia vida sin él. En fin, la desmi­
tificación ha hecho de las suyas en
esas versiones. Todas tienen algo en
común: subrayan que el tiempo es más
destructor de lo que apuntaba la anti­
gua épica, que el regreso es de algún
modo imposible porque el tiempo lo
ha variado todo.
Se puede concluir este recorrido
pasando revista a las numerosas alu­
siones a Homero y a Odisea que halla­
mos en la obra de Jorge Luis Borges.
En efecto, junto con Dante, Shakespe­
are y Cervantes, Homero es el autor
más citado en las obras del escritor ar­
gentino. A él se refieren dos de sus
más famosos cuentos: «El inmortal» y
«El hacedor». El poeta ciego se siente
fraternalmente unido en sus experien­
cias al viejo Homero. Y es en la poe­
sía, especialmente en sus últimos li­ l 'ii1,JQ - 2O.JO ","",,<; eo.'t....HlC~ ' f nlr"'-¡" Iohr
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bros, donde esas alusiones abundan c", ~ ' ~ I'oO<.' ~ . (.,., ~t. ~ l ("'~ orn.<},'O .... ",A("I".n-~""'fCM "'''oon

más, Un famoso soneto enfoca el final " .."', ",.'>t.. "~ _ ' '''' . '' '' _ f, ,--,,, ,,,, ,, ¡ ,,,, <. ' '''' '''''_'' ' ''''''''' lI '''' ( '''' I / .......... t
lr'lscr,pcKln g r,l lu' li1 Pl óuéI:' IJm.l;¡das

de la Odisea, en el canto vigésimo ter­


cero. Otro habla de un exiliado, que es
AULA ABIERTA / 25

Ciclo dirigido por Carlos García Gual

«La Odisea y su pervivencia

enla tradición literaria» (y 11)

Conferencias de Emilio Crespo, Vicente


Cristóbal y Dámaso López
La «Odisea» y su pervivencia en la tradición literaria fue el título de la
primera «Aula abierta» que organizó en su sede la Fundación Juan March.
Se celebró el pasado febrero, dirigida por Carlos García Gual, catedrático de
Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid -quien impartió
cinco de las ocho conferencias de que constó el ciclo-, y contó además con la
participación de Emilio Crespo, catedrático de Filología Griega de la
Universidad Autónoma de Madrid (4 de febrero), quien habló sobre
«Homero y la épica. La llíada frente a la Odisea»; Vicente Cristóbal, profesor
titular de Filología Latina de la Universidad Complutense (11 de febrero),
sobre «Ulises en la literatura latina»; y Dámaso López, profesor titular de
Filología Inglesa de la Universidad Complutense (18 de febrero), sobre
«Ulises en la literatura inglesa: Tennyson, Joyce, Pound».
En el número anterior del Boletín lnformativo se ofrecía un resumen de las
conferencias del profesor García Gual, En éste se reproduce un extracto de
las intervenciones de los otros tres profesores citados.
El «Aula abierta» es una nueva modalidad de ciclo de conferencias que se
añade a los «Cursos universitarios» y los «Semina r ios públicos». Está
integrada al menos por ocho sesiones en torno a un mismo tema. Una
primera parte es de carácter práctico (con lectura y comentario de textos
previamente seleccionados), )' sólo asisten a ella profesores de enseñanza
primaria y secundaria (previa inscripción en la Fundación Juan March),
que pueden obtener créditos, de utilidad para fines docentes. Sigue una
segunda parte abierta al público, consistente en una conferencia o lección
magistral. Como todas las actividades de la Fundación Juan March, «Aula
abierta » es de carácter gratuito.

Emilio Crespo

Homero y la épica. La «lliada»

frente a la «Odisea»

o primero que destaca al leer la enteros y series de versos. Agamenón


L lfíada y la Odisea y otro s poem as
griegos arcaicos es la repetición de
es «sobe rano de hombres»; Aquiles
«el de los pies 1igeros»; Héctor «e l de
fórmulas y de motivos típico s. Se re­ tremolante casco»; la espada «tacho­
pite un mismo epíteto aplicado a un nada de argénteos clavos»; las nave s
mismo sustantivo; se repiten versos «veloces» . Los discursos empiezan a
26 / AULA ABIERTA

menudo: «y respondiéndo­ núcleo históric o en la le­


le le dijo estas aladas pala­ yenda de la guerra y en la
bras». Estos sintagmas re­ destrucción de Troya a ma­
petidos se denominan fór­ nos de un invasor.
mulas y son grupos fónicos Así la Ilíad a es el pro­
cuyo grado de ex pectación ducto excepcional de una
mutua es elevado. trad ición oral de poe tas
También se rep iten esce­ que co mponían de memo ­
nas como batallas y duelos, ria sin ayuda de )a escritu­
llegadas, visitas, embaja­ ra y difundían sus poemas
das, ofrendas de un banquet e o de una cantando al son de un instru mento de
libación; llegada a un puerto o viaje cuerda ante un auditorio. La llíada
por tierra en carro, reun ión de la fue compuesta poco antes del 700 an­
asamb lea, jurament os, discursos y tes de nuestra era en Jonia o en algu­
monólogos. La causa más verosímil na de las islas adyacentes, pero ver­
de este complejo sistema de fórmulas siones anteri ores de ella, que desco­
y repeticiones es que los poemas se nocemos, remontan seguram en te has­
componían de memoria y se difun­ ta el 1200 a. e , fecha aproximada del
dían de manera oral de unos poetas a suceso histórico que sirve de fondo.
otros. Algunos rasgos es pecífico s de la
La narración en la lliada y la Odi­ tliada son la monumentalid ad, la uni­
sea se instala en el pasado hero ico y dad temática, las digresiones extensas
evita toda referencia al presente del y los episodios laxamente cohesiona­
poeta y a su individualidad. El co nte­ dos, la pretensión de un simbolizar la
nido y los motivos son tradicionales. guerra entera mediante el relato de un
Los personajes no requieren presenta­ episodio puntual, la concentració n en
ció n. Se presupone el conoc imiento el tema central y un cierto interés por
de la leyenda y se anuncia a partir de lo humano y lo ético, que emergen
qué punto del mito, co nsiderado co­ sobre e l fondo de una soc iedad bélica
mo algo histórico, va a co menzar la primitiva.
narración. La acción transcurre con­ Esta preocupación por lo humano
forme a un plan divino. Es la Musa se manifiesta en el desapego po r lo
qu ien canta. Además, hay que supo­ grote sco y lo informe, por lo hiperbó­
ner que provoca en el auditorio llanto lico y lo brutal, por lo mág ico y lo
y com pasión ante las desdichas sufri­ maravilloso, en las valoraciones mo­
das por los héroes en la guerra. rales implícitas y, so bre todo, en la
Durante la Antigüedad se cons ide­ compas ión por el sufrimiento y la
ró la narració n homérica com o histó­ muerte. Esta compasión es la que fa­
rica, no una ficción poét ica. El terna ci lita e l encuentro final entre Príamo,
pertenece a un momento concreto del e l padre que solicita al matador de su
déci mo año de la segunda guerra de hijo el rescate de su cadáver, y Aqui­
Troya, datad a en la edad heroica (en les, el matador que sabe que con su
e l 11 84 a. e , conforme a la cro nolo­ hazaña no ha hecho más que precipi­
gía mítica más extendida, la basada tar su propia muerte.
en Erat óstenes). Los griegos de la Este interés por lo humano prelu­
Antigüedad conside raban histórica la dia la traged ia clásica y el afá n carac­
guerra de Troya. Desde fines de la terístico de algunos griegos antiguos
Antigüedad hasta mediados de l siglo por la explicación racional. La histo­
XIX se creyó que la guerra de Troya ria posterior ha interpretado que en la
era una ficción. Sin embargo, las ex­ ll lada hay co herencia lógica entre e l
cavaciones de Schliemann en la co li­ con tenido y la forma. y que esta co­
na de Hissarlik y en Micenas hacia herencia define la poesía que denomi­
1870 llevaron a estimar que hay un namos clásica.
"LA ODISEA Y SU PERVIVENCIA EN LA TRADICIÓN LITERARIA» / 2 7

Vicente Cristóbal
Ulises en la literatura latina

1ises es una figura espe­ 3. Varrón (s. que en una 1),


U cialmente moldeable
por razón de la ambigüedad
de sus
lada
titu­
(<< Un Ulises
S átirasMenipeas
Sesculixes
inherente a su más caracte­ y medio»), trata también so­
rístico rasgo: la inteligencia, bre nuestro personaje, inter­
que puede ser puesta en jue­ pretado a la manera estoica.
go para beneficio o daño de 4. Cicerón, el gran prosis­
los otros. De ahí las pasio­ ta latino, que en su obra filo­
nes encontradas que ha sus­ sófica De finihu s, entre otras
citado este héroe. Así ya en­ varias alusiones al persona­
tre los romanos: desde las idealizacio­ je, nos presenta la imagen de un Ulises
nes y las interpretaciones alegóricas del amante de la ciencia, que quiere oír las
héroe propias del estoicismo (Cicerón, palabras sabias de las Sirenas antes de
Séneca, Apuleyo y Boecio), hasta la continuar su camino y traduce un ex­
soez y obscena caricatura de la Odisea tenso pasaje de la Odisea (XII 184­
(priapeo 68) o la trivialización anacró­ 191).
nica (Horacio, S átiras 11 5), toda una 5. Virgilio, que modela su Eneida,
galería de retratos de Ulises puede con­ especialmente en su primera parte, a
templarse en la literatura latina. Y entre imagen de la Odisea y que hace pasar a
todos ellos sobresalen los textos poéti­ su héroe por muchas de las pruebas
cos de Ovidio, que en muchas de sus --como la catábasis- por las que había
facetas (amante, artista de la palabra, pasado el héroe homérico.
desterrado) halló motivos para identifi­ 6. Horacio, que en una de sus Sáti­
carse con el personaje homérico. Yasea ras hace continuar el episodio homéri­
porque desde muy pronto el mítico re­ co de la bajada al infierno y de la con­
corrido de Ulises se vinculó con la geo­ sulta de Ulises al fantasma de Tiresias,
grafía italiana, ya porque la Odi sea , en inquiriéndole ahora acerca de cómo en­
traducción latina de Livio Andronico, riquecerse. Una juntura muy efectista
se convirtió para los romanos en texto de mito antiguo y realidad romana con­
escolar, el caso es que esta epopeya ho­ temporánea.
mérica gozó de especial referencia en­ 7. Ovidio, que en todas sus obras sa­
tre los romanos. Y tal preferencia se re­ ca a relucir alguna de las caras múlti­
flejó en su literatura. He aquí a conti­ ples del héroe: amante en las obras
nuación los hitos más importantes de amatorias (de Penélope en las Heroi­
un itinerario que va a la búsqueda de la das, de Calipso en el Arte de Amar, de
presencia de este héroe en las letras la­ Circe en los Remedios), orador consu­
tinas antiguas: mado en las Metamorfo sis, y símbolo
l. Livio Andronico, traductor al la­ del hombre de letras y palabras frente al
tín de la Odisea en el siglo LII a. C. en hombre de acciones -Áyax-, fundador
versos saturnios, típicamente romanos. de ciudades italianas en los Fas/os y
Es la primera adaptación odiseica, que desterrado en las Tris/es y las P ánticas.
será texto escolar y tendrá, por tanto, 8. Séneca (s. I), que en sus obras fi­
importancia capital para la difusión del losóficas y en sus cartas presenta la
tema. imagen positiva del Ulises símbolo del
2. Levio, poeta preneotérico (fines hombre virtuoso, según los estoicos, y
del s. U y principios del 1), que escribió en su tragedia Las Troyana s nos ofrece,
una obra, titulada Sirenocirca , en la que en seguimiento de los trágicos atenien­
interviene Ulises como amante. ses, la imagen negativa y criminal del
28 / AULA ABIERTA

héroe sanguinario. bro , una completa racionalización, con


9. El priapeo 68 (s. 1), caricatura muchas distorsiones, de la leyenda
obscena de la Odisea. odi seic a,
10. Apuleyo (s. 11), que en su De 12. Dare s (¿s. VI?), que en su rela­
Deo Socratis, s ig uie ndo la tradición to so bre la caída de Troya da cuenta de
estoica , hace interpretación alegórica las hazañas del héroe , con muchas no­
de sus hazañ as y explica que la com­ ved ades fruto sin dud a de la inven­
pañía constante de la diosa Minerva no ción .
es sino un modo de mostrar que e l hé­ 13. Boecio (s , VI) , que s ig ue en la
roe estaba en posesión de la sa bid uría. tradición estoica y en De cons. Phil.
11 . Dicti s (¡.s. IV?), que en su rela­ IV 3, 1-39 nos ofrece una dimensión
to sobre Troya ofrece, en el último li- engrandecida y filosófica de Ulises .

Dámaso López
Ulises en la literatura inglesa
n las letra s inglesas, la
E figura de Ulises, tal y
como aparece en la Odisea
ninguna oportunidad que lo
autorice a ofrecer al lector
los servicios del héroe clá ­
o en la llíada , ha servido s ico. No es del todo ajeno
como fuente de inspiración Ulises, por otra parte, a la
para muchos autores. Sin inspiración que da forma a
embargo, de spués de reco­ Childe Harold Pilgrimage
rrer algunas de las cumbres o a Don Juan, de Lord By­
de la lírica ingle sa -repre ­ ron, pero tienen estos poe ­
se ntadas, por ejemplo, a tra­ ma s el inconveniente de
vés de las obras de Shakespe are, Mil ­ que nadie los tomaría por c um bres en
ton y Word sworth-, puede llegarse a la el canon literario brit ánico.
conclusión de que el per sonaje litera­ El gusto por el héroe homérico se
rio Ulise s no tiene el relieve o la im­ foment a en Inglaterra a través de las
portancia que en la historia de la lite­ tradu cciones, desde las de Chapman
ratura tienen otros personajes de crea­ en el siglo XVII (evocad as en un es­
ciones mejor conoc idas. Uli ses es un pléndido so ne to de John Keats), hasta
personaje sec unda rio en la obra de las de Ale xander Pope en el siglo
Shakespe are Troilo y Crésida , que . a XVIII (Bentley: «El poema es muy
su vez . es una de las obras menos re­ bonito, pero debe decir usted que es de
presentadas del dramaturgo brit ánico; Homero. Mr. Pope») , y concluyendo
es un personaje en el que podrían se­ en el s iglo XIX en las ex altadas polé ­
ñalarse rasgos que hacen pen sar tanto micas entre Francis Willi am Newman
en Polonia co mo en Haml et , y se ve y Matthew Arnold so bre el mejor mo ­
que no se co mpadece muy bien lo que do de traducir a Homero.
el lector sa be del héroe clásico con el Es Lord Alfred Tennyson, el poeta
retrato que de él brinda Shakespeare. victoriano, quien acaso logre en los
Milton, por otra parte, no tiene ocasión tiempos modernos un mejor conjunto
ni pretexto para recrear la figura de de interpretaciones y recreaciones del
Ulises , aunque en el Paraíso perdido per son aje de U Iises. Le s irve el héroe,
no son pocos los atributos que el Luci­ a tra vés de una fuent e no homérica, La
fer caído co m parte con Aquiles. Y, en divina comedia de Dante. para cantar
fin, Word sworth no halla en la natura­ la fe en la fidelidad a un de stino perso­
leza, su mayor fuente de inspiración, nal que de safía las adve rsidades, y que
"LA ODISEA Y SU PERVIVENCIA EN LA TRADICIÓN LITERARIA» /29

exige una voluntad superior a la que capítulo dieciocho. Durante todo este
solicita el simple cumplimiento del de­ tiempo, durante las horas de vigilia del
ber ("Ulyssses»). Le sirve para cantar día de Leopold Bloom, asiste el lector
una forma de vida, a medio camino al encuentro de Ulises y Nausícaa; en
entre la pura y simple holganza y el la novela, Leopold Bloom contempla
nihilismo, que revela la insatisfacción en la playa a una adolescente, Gerty
y el cansancio acumulados por el ma­ MacDowell; es un encuentro fugaz,
rinero británico, hastiado de guerras y sin palabras; la homérica complacen­
de viajes cuya finalidad es el estable­ cia del mito erótico del varón que nau­
cimiento de un dominio político y mi­ fraga en una playa y se encuentra con
litar sobre el planeta; insatisfacción una princesa da ocasión en la novela a
que, por otra parte, preludia el desisti­ una sórdida relación que deja un re­
miento de las empresas imperiales de cuerdo amargo en la conciencia del
la burguesía británica al llegar el oca­ lector; asiste asimismo a la visita a la
so del reinado de Victoria (« The Lo­ cueva del cíclope (un bar), donde el
tos-Eaters»), Le sirve, por último, para propio cíclope, un nacional ista exalta­
examinar las virtudes de la familia, pa­ do al que su único ojo sólo le permite
ra analizar sus valores, y para enalte­ tener una visión parcial de las cosas,
cerlos de una forma que en las limita­ intimida a Leopold Bloom, a quien ha­
ciones de su sensiblería se asocia de ce huir, y a quien lanza en lugar de pie­
forma inequívoca al período victoria­ dras una caja de galletas vacía. Nada
no (Enoch Arden). extraño tiene pues que la visita al Ha­
Fue, sin embargo, el irlandés James des se convierta en un cortejo fúnebre
Joyce quien en su novela Ulises esta­ que acompaña al cementerio al difun­
bleció los rasgos con los que el lector to Paddy Dignam, que Néstor sea un
contemporáneo puede mirarse en el profesor, que Eolo sean las noticias
espejo homérico. James Joyce informó más o menos triviales que vuelan des­
a su amigo Frank Budgen de sus in­ de la redacción de un periódico, que
tenciones: «Estoy escribiendo un libro los Lestrigones se conviertan en los
-dijo Joyce- inspirado en los viajes de glotones comensales de una casa de
Ulises. Es decir, la Odisea me sirve de comidas, o que Circe se convierta en
mapa. Sólo que mi tiempo es el de una pesadilla nocturna en el barrio chi­
ahora, y los viajes de mi héroe duran no de Dublín. Buena parte de los epi­
sólo dieciocho horas». En la mitología sodios de la Odisea homérica hallan su
greco-latina los dioses adoptaban mul­ contrapartida en accidentes triviales,
titud de oficios: se convertían en pas­ cotidianos, insignificantes o incluso
tores, en labradores, o desempeñaban, groseros de la vida del Dublín del día
por ejemplo, el oficio de herreros. Zur­ 16 de junio de 1904. El paralelismo
barán hizo ejecutar los legendarios tra­ que establece James Joyce acaso tenga
bajos de Hércules a un gañán, y en sus más importancia desde el punto de vis­
cuadros aparece el héroe clásico como ta del tratamiento del tiempo que des­
un forzudo campesino que se enfrenta de el punto de vista del contenido de
con tareas descomunales. James Joyce las equivalencias que pudieran seña­
encarnó la figura de Ulises en Leopold larse; mejor dicho, estas equivalencias
Bloom, un judío irlandés, de clase me­ acaso dependen del sentido que tiene
dia, agente de publicidad para la pren­ el hecho de que Jo que constituye un
sa escrita de Dublín. El viaje del con­ viaje de veinte años se cumpla en un
temporáneo Ulises dura sólo diecio­ solo día. El héroe moderno de clase
cho horas, es decir, justamente desde media, el antihéroe por excelencia, tie­
que se despierta, en el cuarto capítulo ne al alcance de su mano experiencias
(los tres primeros capítulos constitu­ cotidianas que exigían no menos de
yen la Telemaquiada), hasta que lo dos decenios para madurar en la Anti­
acompaña el lector hasta la cama, en el güedad. D

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