Está en la página 1de 9

Resumen

Los analistas de la conducta corresponden a un grupo específico dentro de la población


amplia de psicólogos que compiten por el mercado laboral. Sin embargo, los contenidos y las
prácticas de los cursos mediante los que se forma a los analistas de la conducta, por lo general
dependen de quien los diseña, y algunas veces, de las directrices de quienes conforman los
respectivos departamentos académicos. La selección de lo que se considera importante obedece a los
criterios personales del instructor del curso, más que a criterios profesionales como los avances en la
investigación básica, los escenarios de trabajo y los consumidores de los servicios psicológicos.
El presente trabajo tuvo como objetivo caracterizar las competencias que un analista de la
conducta requiere en el mercado laboral, con el propósito de establecer criterios de formación
profesional que garanticen la calidad del hacer profesional del psicólogo analista de la conducta. Con
este propósito, se revisaron los estándares de formación que proponen los grupos y asociaciones que
se reconocen como analistas de la conducta. Mediante una metodología de encuesta se realizó la
caracterización de los analistas de la conducta que realizan su trabajo en Colombia. Las encuestas se
aplicaron a los psicólogos que se definen a sí mismos como pertenecientes a esta área y que en la
actualidad se desempeñan profesionalmente como analistas de la conducta.
La población se seleccionó a partir de la base de datos que posee actualmente el Colegio
Colombiano de Psicólogos – Colpsic, y se tuvo en cuenta a aquellos afiliados que eligieron como
Campo de sus preferencias el Análisis Experimental de la Conducta. Los resultados se analizaron bajo
tres categorías: (a) competencias analíticas disciplinares, que corresponden a la identificación de
unidades de tratamiento y las correspondientes estrategias de solución; (b) competencias de
responsabilidad social, que corresponden a los compromisos del analista de la conducta con la
problemática del cliente y con los tratamientos interdisciplinarios; y (c) competencias analíticas
filosóficas y epistemológicas, que corresponden a la coherencia de su quehacer profesional con los
supuestos filosóficos y epistemológicos del análisis de la conducta.
Los datos sugirieron la necesidad de fortalecer el uso profesional de algunos procedimientos
conductuales, como los de control aversivo, ya que solo el 38% reportó su uso, así como
procedimientos de igualación a la muestra que solo fueron reportados por el 35%. También se
requiere fortalecer la influencia del análisis de la conducta en proyectos de política social, debido a
que el 70% manifestó que lo considera de poca importancia. Por último, vale la pena revisar las
estrategias de comunicación con profesionales de otras áreas, pues se evidenció que el 48% envía
reportes conductuales a otros profesionales.

1
Contextualización del trabajo realizado

Los contenidos de los cursos mediante los cuales se forma a los analistas de la conducta, por
lo general dependen de quien los diseña, y a veces de algunas directrices dadas por los respectivos
departamentos académicos. La selección de lo que se considera importante obedece a los criterios
personales y/o a los criterios propuestos por el instructor del curso, más que a lo que se considera
importante profesionalmente y que está principalmente determinado por los avances en
investigación básica, los escenarios de trabajo, y lo requerido por los consumidores de servicios
psicológicos. Así mismo, el ejercicio de una profesión en Colombia, y en muchos países, requiere de
una formación disciplinar otorgada por una institución universitaria acreditada como tal, pero
además, los estados legitiman, a través de normas, los modos como se práctica la profesión.
Los analistas de la conducta corresponden a una población específica dentro de la población
de psicólogos que compiten por el mercado laboral. El presente trabajo busca describir las
competencias que un analista de la conducta requiere en el mercado laboral, con el propósito de
establecer criterios de formación profesional que garanticen la calidad de la conducta profesional del
psicólogo analista de la conducta. Con este propósito, en primer lugar, se revisaron de los estándares
que proponen los grupos y asociaciones que se reconocen como analistas del comportamiento, y con
especial referencia a la APA, en su división 25 Behavior Analysis – y con base en estos criterios se
diseñan los demás aspectos de la presente investigación.

La influencia del medio social sobre la formación profesional del analista de la conducta

Thorndike describió lo que él creía que debía ser el rol de la psicología en la educación
(Thorndike, 1910). En resumen, él sugirió que la psicología puede ayudar a la educación a aclarar y
medir mejor los objetivos de un programa educativo y puede ayudar también a promover cambios
intelectuales, cambios en creencias e ideales y conductas de los alumnos. Sin embargo, lo que él tal
vez no imaginó es que en el curso de la historia, la propia psicología se vería avocada al influjo de los
propósitos educativos de la sociedad. Es así, que en el IV European Congress of Psychology, que se
realizó en 1995 en Grecia, denominado –metamorfosis- se discutió si los cambios que se vienen
dando en la psicología corresponden a una tendencia sin reversa; si los psicólogos tienen el control
sobre el direccionamiento de su disciplina, o si más bien, la profesión se está viendo afectada por
factores externos a esta y poco controlables por la comunidad de psicólogos.
Lo que se ha venido observando es que debido a presiones políticas, económicas, sociales y
técnicas, la psicología ha tendido hacia la profesionalización, descuidando lo disciplinar. El énfasis en
lo científico y académico de los inicios de la psicología, dio más tarde paso a un modelo
predominantemente de formación práctica y profesionalizante, principalmente bajo la influencia de
Münsterberg (1914, 1917), quien propuso usar las estrategias de laboratorio par la solución de
problemas aplicados. Wilpert & Lunt (1998) describen cómo en Estados Unidos, únicamente la
tercera parte de 100 psicólogos con doctorado trabajan en contextos académicos, en tanto que las
otras dos terceras partes se dedican al trabajo en los distintos campos aplicados; esta misma
tendencia se mantiene para Europa. Cada contexto –el académico y el aplicado- exige competencias
distintas. Las diferencias de contexto inciden en la naturaleza y la dirección de la formación
profesional. Hoy de aquellas aplicaciones de la psicología para unos pocos problemas humanos, estos
se han extendido hasta el punto de hacer borroso los límites entre lo disciplinar y lo profesional. Lo

2
anterior se evidencia en la forma en que se agremian los psicólogos, una cosa son las comunidades
académicas que aún se acogen a la lógica del paradigma de Kuhn, y otra, los colegios profesionales,
que cada vez más se acogen a lógicas jurídico-políticas o económicas, que a su vez están sustentadas
en la lógica de la oferta y la demanda y que prácticamente han relegado a un segundo lugar a las
comunidades académicas.
Resulta de prioridad entonces redefinir las relaciones dadas entre la ciencia psicológica y las
prácticas psicológicas, entendidas como formación profesional. Para Millerson (1964) y Freidson
(1994), tradicionalmente una profesión se reconoce por su énfasis en un cuerpo de conocimientos y
habilidades (conceptos y procedimientos disciplinares), que se practican bajo estrictos estándares y
códigos de autorregulación de la conducta profesional. Estas prácticas están orientadas a la solución
de problemas que se presentan en un contexto específico. Esto último, marca la diferencia de lo
profesional con lo disciplinar. Una disciplina se orienta principalmente a obtener conocimiento con
coherencia y validez universal, ya que como lo señala Kuhn (1971), -lo único que permite el avance
científico es la acumulación estructurada y con solidez lógica del conocimiento, como práctica
sociocultural y con base en una tradición científica-. En contraste, la profesionalización busca a partir
del conocimientos disciplinares, y en ocasione con base en la experiencia de vida, dar una solución a
encargos sociales muy específicos.
La tendencia global de convertir a la psicología en profesión, se evidencia en los trabajos
realizados por la European Federation of Professional Psychologists´ Associations (EFPPA), que
configuró una grupo de trabajo para distintos aspectos profesionales, tales como asuntos legales,
políticos y de formación, en campos profesionales como psicología forense, psicología clínica,
psicología de la salud, psicología del tránsito, psicología en los sistemas educativos, psicología
organizacional; y en nuevas aplicaciones como es el caso de aplicaciones a situaciones de desastre
naturales, de migración, refugiados y situaciones de crisis sociales. Si bien es positivo que la
psicología, ante los diferentes encargos sociales, busque consolidarse en cuanto a aspectos legales,
políticos y de formación, es sin embargo preocupante que en algunos casos los elementos de
formación profesional estén constituidos por conocimiento adoptados de otras disciplinas, poniendo
al margen el conocimiento de la ciencia psicológica. Es preciso entonces revisar los criterios de
formación en ciencia psicológica y establecer un puente entre esta clase de conocimiento y sus
posibles aportes para la psicología como profesión.
El análisis de la conducta es un área de conocimiento por excelencia de la ciencia psicológica,
y ha mostrado su aplicabilidad en diferentes contextos (Luciano, Gutiérrez y Valverde 2005; López,
Muñoz y Ballesteros, 2005). Sin embargo, en el contexto colombiano, la formación en análisis de la
conducta está supeditada a políticas de las facultades de psicología, existiendo casos donde
simplemente no se enseña y/o está dependiendo de conocimientos y criterios arbitrarios del
instructor de esta área, quien define que temáticas revisar y cuáles no. Si el profesional de psicología
no se forma en la psicológica como disciplina, estos profesionales terminan por asumir para su
trabajo un discurso con poca coherencia conceptual con la psicología y su matriz disciplinar, y
además, terminan por asumir el lenguaje de los otros profesionales con los que se rodea. Una
caracterización precisa de los criterios de formación y de las competencia en el análisis de la conducta
y sus posibles implicaciones en el contexto aplicado, permitirán una planeación más coherente de los
contenidos a incluir en los pensum de psicología, así como también incidir en la formación de
especializaciones y maestrías que se desarrollan con en psicología con propósitos aplicados, además

3
servirán para establecer políticas gremiales y regulaciones que promueven una formación de calidad
y una relación más coherente entre lo disciplinar y lo profesional.
Este trabajo tomó como paradigma de referencia, la división número 25 de la Asociación
Americana de Psicología. Esta división agrupa a los profesionales con una orientación de análisis de la
conducta, dicha área promueve investigación básica en animales y humanos de acuerdo con los
principios del análisis experimental del comportamiento, y propende por la aplicación de este
conocimiento al contexto aplicado. La división 25 ha constituido una sub-área, la “Behavior Analist
Certification Board” “BACB”, que se encarga de proporcionar las acreditaciones como analistas del
comportamiento, cuyo fin es la promoción de los estándares profesionales en esta área.
Desde 1998 la BACB ha promovido los estándares para la formación del analista de la
conducta, y en la actualidad se encuentra la Cuarta Edición de Lista de Tareas (2013). Este documento
presenta una lista de chequeo que debe cumplir aquel que desee acreditarse como analista de la
conducta. Dicha lista está constituida por 3 secciones, la primera sección hace referencia a
habilidades básicas en análisis experimental del comportamiento; la segunda hace referencia a
responsabilidades centradas en el cliente, es decir, tareas a trabajar en el contexto aplicado; la
tercera sección es la de conocimiento fundamental y hace referencia a la presentación de conceptos
fundamentales previos al estudio del análisis del comportamiento. Son conceptos que el practicante
debe comprender para desempeñarse en las tareas de las secciones anteriores.
La lista de tareas que se menciona en la Sección 1, y que hace referencia a habilidades básicas
en análisis experimental del comportamiento, se dividen en 6 temáticas que son: a) mediciones, b)
diseños experimentales, c) consideraciones para el cambio de comportamiento, d) elementos
fundamentales del cambio de comportamiento, e) procedimientos específicos para el cambio de
comportamiento, y f) sistemas de cambio de comportamiento.
Los anteriores lineamientos de la BACB, sirvieron como marco de referencia del presente
trabajo.

Principales resultados del trabajo

Se presentan a continuación los datos descriptivos organizados en tres categorías de análisis:


(a) competencias analíticas disciplinares, (b) competencias de responsabilidad social, (c)
competencias analíticas filosóficas y epistemológicas. Para la primera categoría cabe destacar algunos
datos como la definición de los objetivos de los tratamientos en términos conductuales, el 75.9% lo
considera muy importante. También es importante destacar el reporte del uso de los principios de
castigo, el 37.9% lo considera muy importante. Este dato merece atención de los analistas de la
conducta en términos de establecer las condiciones de su uso y su eficiencia en la orientación de las
funciones conductuales, esto por la relevancia que las sociedades le atribuyen al control aversivo y la
ambigüedad del concepto que a veces se usa de modo intercambiable con el concepto de maltrato
pero que no forma parte de los modo de regulación de la conducta humana establecidos
experimentalmente. Otro dato a destacar es el reporte del uso de procedimientos de igualación a la
muestra, el 35.3% lo considera muy importante. Esto parece requerir de investigaciones relacionadas
con la relevancia de este principio, para lo que se conoce como terapias de tercera generación.
Respecto a la segunda categoría, cabe destacar el dato relacionado con la prestación de
asesorías en políticas sociales, el 32.1% lo considera muy importante. Este dato sugiere la necesidad

4
de revisar la formación del analista de la conducta en relación con los modos de participación en
políticas sociales.
Con respecto a la tercera categoría, cabe destacar el dato relacionado con el uso de la
investigación experimental para la solución de problemas prácticos, 78.7% lo considera muy
importante, sin embargo, se debe analizar el dato a la luz de los modos de validación del
conocimiento que propone el análisis de la conducta, esto es, a través del análisis experimental o
AEC, por lo que esperaría un porcentaje de aceptación mayor. Otros datos se pueden ver a
continuación en la Tabla 1.

Tabla 1
Análisis de la conducta: usos y aplicaciones conceptuales y procedimentales en términos de
porcentajes.

5
Conclusiones

Las actividades listadas en la Tabla 1, cubren las principales tareas que un analista de la
conducta realiza en su labor profesional. Cada una de ellas cuenta con un amplio respaldo en la
investigación, principalmente de laboratorio, y que a través de la práctica profesional se han
convertido en protocolos para la prestación de servicios psicológicos. Es más, muchas de las
actividades listadas en la tabla 1 han sido objeto de entrenamientos específicos a través de la
modalidad de certificaciones como garantía de experticia en la tarea.
En Colombia, estas actividades se originan por lo general en los cursos que se imparten en los
programas de psicología y que se conocen como cursos de aprendizaje. Estos cursos recogen la
tradición filosófica de la psicología, principalmente del empirismo de Locke, y si bien en principio, los
cursos de análisis de la conducta recibieron el apoyo de los departamentos o facultades de psicología,
en la medida en que el análisis de la conducta se fue desarrollando conceptualmente y
metodológicamente, pronto este apoyo se convirtió en oposición como lo expresa Sidma (2015):

“…The opposition to a behaviorial orientation also received considerable support from


faculty in other departments. To them, behaviorism was a threat to the deeply entrenched
conception that human behavior was only a manifestation of assumed internal entities like
the mind, cognitions, the intellect, the inner person, and for some, even the soul. Behaviorism
had no place in it for a mind or a soul. It was therefore assumed to be empty; students were
not to be exposed to it” (p. 91).

El objetivo de este trabajo se relaciona con la caracterización y descripción de las


competencias que el analista de la conducta requiere para desempeñarse con éxito en el mercado
laboral, pero también con la posibilidad de establecer criterios de formación que garanticen la calidad
de sus servicios. Surge sin embargo la pregunta si es suficiente un curso de aprendizaje para la
formación y para interesar en el análisis de la conducta a un futuro profesional de la psicología, como
actualmente es el caso en muchas de las facultades de psicología.
El análisis de la conducta trata con variables, conceptos, procedimientos y objetivos que le
son poco familiares a los psicólogos formados en la psicología tradicional. Al ser la psicología
tradicional el contexto para el análisis de la conducta, muchos estudiantes comienzan a ver el análisis
de la conducta con cierto recelo, lo que no favorece una aproximación mas cualificada a este modo
de hacer psicología –Hacer análisis de la conducta-.
Los datos de la Tabla 1 también sugieren otros problemas que el analista de la conducta tiene
que resolver, tales como: para la categoría de análisis, relacionada con las competencias analíticas
disciplinares, está aún por integrar de manera coherente procedimientos y conceptos como los
relacionados con habituación y saciedad, como también, establecer las diferencias conceptuales
dadas entre conceptos y procedimientos relacionados con control aversivo de la conducta, como
conceptos legítimos dentro del análisis de la conducta pero distintos de conceptos como maltrato,
agresión, violencia, que no pertenecen a las categorías del análisis de la conducta. También, es
importante revisar conceptualmente los análisis gráficos que el análisis de la conducta utiliza para
representar los datos obtenidos en un diseño intra sujeto, o como instrumento en el seguimiento de

6
un caso clínico. Estos análisis difieren de los análisis gráficos que resultan de técnicas estadísticas,
puesto que si bien ambos se expresan en gráficos, sus usos son diferentes.
Respecto de la categoría relacionada con las competencias de responsabilidad, los datos
sugieren la urgencia de instaurar competencias relacionadas con el desarrollo de proyectos sociales
(OBM Y proyectos sociales).
Respecto de la categoría relacionada con las competencias analíticas – filosóficas y
epistemológicas: el analista de la conducta se enfrenta con las prácticas lingüísticas que se refieren a
lo psicológico con contenido cartesiano, ver su análisis funcional de la conducta. La siguiente cita
refleja el contexto conceptual y epistemológico dentro del cual se están formado los analistas de la
conducta:

“…that students reflect the society from which they are drawn and therefore tend to
explain behavior by appealing to vague autonomous events inside the individual. It is natural,
then, for them to be drawn to psychology as a major…But as a consequence of their choice of
majors, many students take classes in learning or behavior analysis for no other reason than
that it is convenient and fulfills a distribution requirement—or perhaps because they have
heard from their fellows that the course is effectively taught” (Palmer, 2014, p. 68).

La universidad a través del tiempo ha venido desplazando su misión de origen, concerniente


con ser la garante del conocimiento universalmente aceptado como válido. Y con la fragmentación
del conocimiento y su organización en campos disciplinares, el énfasis de la universidad se ha
colocado más en la formación de profesionales cualificados, siguiendo la lógica del mercado,
relacionada con elaborar y ofrecer productos con altos estándares de calidad. Sin embargo, haciendo
uso de esta analogía, una vez que el producto sale al mercado es difícil hacer seguimiento respecto de
su impacto en diferentes contextos de trabajo. En las profesiones derivadas de las disciplinas, cada
vez más las comunidades académicas tienen menos control sobre lo que sucede con la formación que
ha recibido una persona en la universidad. Precisamente, este trabajo se desarrolla con el propósito
de que la comunidad académica; en este caso, los analistas de la conducta, puedan contar con datos
que les permita proponer estrategias aplicables a su propio desarrollo.

7
Referencias

Behavior Analyst Certification Board. (2013). BACB. Com.

Freidson, H.E. (1994). Professionalism reborn: Theory, prophecy and policy. London: Polity Press.

Kuhn, T. (1971). La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de la Cultura Económica.

López, C., Muñoz, A y Ballesteros, B. (2005). Changing socio-verbal context in women at risk of
developing alimentary problems: a relational frame approach. Revista Latinoamericana de
Psicología. 37 (2) 359-378.

Luciano, C., Gutiérrez O. y Rodríguez, M. (2005). Analyzing the verbal contexts in experiential
avoidance disorder and in acceptance and commitment therapy. Revista Latinoamericana de
Psicología. 37 (2), 333-358.

Millerson, G. (1964). The qualifying associations: A study in professionalization. London: Routledge


and Kegan Paul.

Münsterberg, H. (1914). Psychology: General and applied. New York. D. Apleton.

Münsterberg, H. (1917). Business psychology. Chicago. La Salle Extensión University.

Palmer, C. D. (2014). Association with Psychology Extends the Reach of Behavior Analysis, European
Journal of Behavior Analysis, 15:1, 67-70

Roe, R. A. (2002). Competences-Akey towards the integration of theory and practice in work
psychology. Gedrag en organizatie, 15, 203-224.

Sidman, M. (2014) APA or ABA? European Journal of Behavior Analysis, 15:1, 91-94

Thorndike, E. L. (1910). Handwriting. Teachers College Record, 11, 1-81

Wilpert, B., & Lunt, I. (1998). World study of applied psychology. Unpublished report to International
Association of Applied Psychology.

También podría gustarte