sólo por el laúd acompañado, mis pálidos cantares, como flores vengo a dejar en tu sepulcro helado. De entre los vivos te arrancó la suerte en un instante trágico. ., Sombrío,. Sin embargo, el abismo de la muerte no impide que me escuches, padre mío! . Cuando partiste, en nuestro hogar tranquilo todo mudo quedó, todo sin vida, pero tu imagen encontró un asilo: mi pobre corazón, nunca te olvida. Aún te contemplo con amor profundo; aún te escucho, te adoro, sí, te adoro! Sólo no estoy! Camina por el mundo la sombra de tu espíritu, conmigo! Como han dejado en la memoria mía las noches de mi hogar, perennes huellas! Noches de encanto, noches de alegría, recamadas de fúlgidas estrellas! Cuan dichosos instantes a tu lado: olvidando del día los enojos, todo lo contemplaba iluminado por la lumbre tranquila de tus ojos! Cuando ya el sueño halagador venía me mirabas con último embeleso. . . Tu mano con amor, me bendecía. . . Después dejabas en m i frente. . . Un beso. .Delicias del hogar, mi único anhelo, hoy en las sombras del pasado, hundidas: No os alejis, venid, dadme un consuelo, aliviad el dolor de mis heridas! La desgracia llegó: sonó la hora. Honda pena dejó en mi pecho abierto, porque una oscura noche aterradora te ví tendido entre una caja. .. Muerto! . . . Ay! Cuan negros recuerdos: los blandones ardían con su llama vacilante; Coronas. . . Un altar. . . Entre crespones, la blancura de un Cristo agonizante. . . Tan sólo en la penumbra se escuchaban acentos comprimidos y lejanos. . . En tanto al pie de tu ataúd, oraban de rodillas, mi madre y mis hermanos. . . Esa noche de lúgubre amargura recliné mi cabeza en la almohada, sin sentir de tu beso la frescura, sin recibir tu bendición sagrada! Fue un sueño acaso? Loco desvarío, una ilusión que se forjó el deseo, locura fue del pensamiento mío? Nada más que un delirio? No lo creo! Sí! Te sentí llegar! Mi mente absorta caminar en la alcoba te sentía. . . Verte no pude pero que me importa? . . Con los ojos del alma, te veía! . . . Te acercaste: tus brazos me estrecharon. . . Tu mano me bendijo, dulcemente. . . Con ternura, tus labios estamparon un beso de dolor, sobre mi frente! . . . Desde esa hora, al reclinar mis sienes no me conturba ni me ahoga el llanto. Sé que tu bendición a darme vienes! No lo puedo dudar, me amaste tanto! Por...Carlos Mazo – Poeta Colombiano