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Pierre Bourdieu: Aproximaciones a una teoría sociológica.

En el marco de las Ciencias Sociales, no resulta nada extraño el nombre de Pierre Bourdieu.
Haciendo foco en el ámbito académico en Argentina, es fácil notar que los textos de Bourdieu,
tradicionalmente inscriptos dentro de la Sociología, son a su vez abordados en una multiplicidad de
disciplinas: Letras, Ciencias Políticas, Historia, Comunicación Social, etc.

Las primeras publicaciones de Bourdieu se remontan a la década de 1960. De ahí en adelante, se


conformaría una de las obras más prolíficas del pensamiento moderno, sostenida por un sistema
teórico cuya productividad ha permitido plantear interrogantes sobre una extensa serie de
problemáticas.

La ontología y el funcionamiento de dicho sistema teórico no se explicitan en todos los textos de la


obra. Obviando alguna que otra consideración sobre cierta categoría propuesta en cierta instancia, la
teoría de Bourdieu se ha mantenido, con el paso de los años, intacta. Es por este motivo que, al
abordar la lectura de algunos textos, la teoría se da como supuesta.

El propósito de este texto es elaborar una breve introducción a la teoría de Bourdieu, repasando
algunas categorías esenciales, y explicando su relación. Finalizado este punto, se presentará como
ejemplo un resumen del texto “Una revolución conservadora en la edición”, donde el lector podrá
reponer fácilmente cómo el sistema se aplica dentro de un marco de investigación.

El Campo: Aproximaciones a una teoría

Sintetizar una teoría en unas pocas páginas parece, en algunos casos, tarea de arduo rigor. Teniendo
en cuenta que toda síntesis es en esencia un recorte, es válido cuestionarse sobre qué elementos se
excluyen, y qué tan pertinente es la selección hecha, con el fin de construir una representación
coherente y a su vez económica de un modelo teórico.

Llevar a cabo esta tarea, tomando como base a la teoría de Pierre Bourdieu, dista de ser algo
sencillo. El sistema teórico propuesto por el sociólogo francés articula una serie de conceptos y
categorías de cierta complejidad.

En líneas generales, podría decirse que dicho modelo se configura a partir de una categoría central,
la noción de campo. Se puede afirmar, desde este marco, que la sociedad se compone de una
infinitud de campos en coexistencia. El campo, como categoría, delimita un grupo particular de la
sociedad con una relativa autonomía, definido por sus prácticas, sus intereses, y su posicionamiento
en relación a otros campos. Dentro del campo, coexisten diversos agentes, poseedores de un capital
propio (ya sea un capital económico, cultural, social, o simbólico), el cual los ubica en una posición
particular dentro del campo, y en ventaja o desventaja respecto al resto de los agentes. El campo se
plantea, entonces, como un juego en el cual sus agentes compiten por un capital propio del campo,
el enjeu1, a partir del cual proyectan sus estrategias, dentro de las posibilidades de su posición. Es a
su vez el dominio dentro del campo lo que modifica la estructura del mismo, y sus propias reglas.
Por lo tanto, analizar un campo, es analizar un estado particular del mismo, un recorte sincrónico,

1
Traducido literalmente al español como “apuesta”. Se emplea metafóricamente para nominalizar aquel
capital que está “en juego”.
no por esto dejando de lado la dimensión diacrónica en la formación del mismo: “Además de un
campo de fuerzas, un campo social determinado constituye un campo de luchas destinadas a
conservar o a transformar ese campo de fuerzas. Es decir, es la propia estruura del campo, en cuanto
sistema de diferencias, lo que está permanentemente en juego. En definitiva, se trata de la
conservación o de la subversión de la estructura de la distribución del capital específico.”
(Gutiérrez, 2005: 32). En general, los agentes del campo que monopolizan la mayor parte del
capital, tienden a reproducir estrategias de conservación, mientras que aquellos agentes que carecen
del capital, buscan modificar la dinámica del campo, recurriendo a estrategias de subversión.

Las prácticas sociales, en este marco, lejos de caer en concepciones dicotómicas tradicionales, son
representadas como procesos dinámicos: “Para Bourdieu el mundo social escapa a la visión dualista
propuesta por el marxismo clásico. Su concepto de “Campo” se crea justamente para explicar
aquello que interviene en la mediación entre estructura y superestructura, entre lo individual y lo
social. El concepto intenta dar cuenta de los sectores que operan con cierta lógica propia (sectores
económicos, políticos, científicos, artísticos, etc.) escapando a visiones deterministas generales
sobre una cultura.” (Gerbaudo, 2006: 42)

Mención aparte amerita la noción de habitus, categoría esencial en la teoría de Bourdieu, a veces
presente como disposiciones. El habitus permite pensar la relación entre lo individual y lo social,
desde una perspectiva diacrónica: “(El habitus)… podría decirse que se trata de aquellas
disposiciones a actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta manera más que de otra,
disposiciones que han sido interiorizadas por el individuo en el curso de su historia. El habitus es,
pues, la historia hecha cuerpo” (Gutiérrez, 2005: 68)

A grandes rasgos, puede explicarse el habitus como la materialización individual de una serie de
prácticas históricas que derivan en una regularidad, vinculada un grupo social, y cuyo efecto es la
delimitación de lo posible y lo imposible. Un agente no sólo se define por su capital, sino también
por el habitus del grupo de pertenencia.

Quizás las pocas modificaciones que la teoría Bourdieusiana ha desarrollado en el transcurso de su


producción, estén todas relacionadas con la categoría del habitus. En una etapa temprana2, Bourdieu
hace hincapié en la reproducción de éste habitus, y la pedagogía como forma de violencia
simbólica, destinada a perpetuar dichas disposiciones. En una etapa posterior3, por el contrario,
Bourdieu resaltaría la posibilidad, por parte de ciertos agentes, de modificar su hábitus: “El habitus
demanda ser comprendido como una gramática generadora de prácticas acordes a las estructuras
objetivas de las que es producto; la circularidad que preside su formación y su funcionamiento da
cuenta, por una parte, de la producción de regularidades objetivas de comportamiento y, por otra, de
la modalidad de las prácticas que descansan sobre la improvisación, y no sobre una ejecución de
reglas. Al reunir dos caras, una objetiva (estructura) y la otra subjetiva (percepción, clasificación,
evaluación), se puede decir tanto que interioriza lo exterior como que, a la inversa, exterioriza lo
interior.” (Pinto, 2002: 44)

2
BOURDIEU, P. y PASSERON, J.C. (1970) La Reproduction, París, Ed. De Minuit.
3
BOURDIEU, P. (1980). Le Sens Pratique, Paris, Ed. De Minuit.
El Campo Editorial: De la teoría a la práctica

En este artículo, se busca reconstruir un estado puntual de un grupo de editoriales francesas, en la


década de los 90, a efectos de explicitar el funcionamiento interno de lo que se constituye como el
campo editorial. Con tal objetivo, se conforma una suerte de corpus, compuesto por 61 editoriales
de literatura francesa o traducida que han publicado entre julio de 1995 y julio de 1996. Utilizando
para su investigación la metodología del análisis de correspondencias múltiples4, Bourdieu y su
equipo de trabajo conforman dieciséis variables organizadas en cinco grupos, a saber: estatuto
jurídico y financiero; lazos de dependencia financieros o comerciales con otros editores; peso sobre
el mercado; capital simbólico; importancia de la literatura extranjera. Dicha metodología se inscribe
en un conocimiento de tipo estadístico, en el cual no nos centraremos. Por el contrario, nos
enfocaremos en el sistema teórico de Bourdieu y su materialización en esta investigación sobre el
campo editorial.

El campo editorial, entonces, lejos de ser un espacio heteróclito donde cada editorial funciona de
manera aislada, es un sistema en el que cada una de ellas tiene una posición en relación a otras. En
base a esa posición, emplean determinadas estrategias editoriales, y publican un determinado tipo
de obras y autores. Ahora bien, para que un campo sea considerado como tal, debe contar con un
cierto grado de autonomía, más allá de la influencia de ciertos factores externos (económicos,
sociales, políticos, etc.). Como dijimos, cada editorial ocupa una posición dentro del campo. Ésta a
su vez, está determinada por su posición en la distribución de recursos, de los diferentes tipos de
capital (económico, social, cultural, y simbólico), y es a partir de su posición en el campo que las
editoriales tendrán determinados márgenes de maniobra. En consecuencia, cualquier cambio en la
política editorial de una editorial está vinculado a un desplazamiento dentro del campo y éste, a su
vez, a un cambio de posición (favorable o desfavorable) de dicha institución en la distribución de
algún tipo de capital.

De este modo, entendemos la presencia simultánea de grandes y pequeñas editoriales, ocupando una
posición particular dentro del campo, dependiendo de su capital acumulado. En ese sentido, la
editorial Gallimard ejerce el paradigmático, posicionándose en un lugar dominante gracias a su
capital tanto económico, como cultural y simbólico. En el otro extremo, aparecen las pequeñas
editoriales que comienzan a formar su capital.

En un ámbito donde los best-sellers y los autores reconocidos son publicados por las editoriales de
mayor capital, las pequeñas editoriales se ven obligadas a emplear otro tipo de estrategias. De este
modo, apuestan a la obtención de un capital simbólico, conformando un catálogo de autores y
títulos de menor alcance comercial, pero de mayor prestigio artístico. Pero, paradójicamente, esta
apuesta por la vanguardia termina siendo una elección forzada, pues, teniendo en cuenta su posición
en el campo, no poseen otra opción más que la elaboración de un catálogo de esta naturaleza.

En palabras de un editor. “aun cuando quisieran –creo que en primer lugar ese no es su deseo, su
dirección-, no serían capaces, habida cuenta de las sumas que hay que poner sobre la mesa para
adquirir los derechos de John Grisham, de Stephen King o de gente como esa, no estarían en

4
Método estadístico utilizado extensivamente por Bourdieu en sus investigaciones.
condiciones de enfrentar una competencia semejante, porque no tienen el medio para hacerlo. Pues,
frecuentemente, se abocan a los libros de calidad”

Continúa Bourdieu, sobre lo expresado por el editor: “Está dicho, se ve, que, aun cuando quisieran
no podrían, y también que, de todos modos, no quieren, porque no estarían en la posición que
ocupan y donde ellos se han puesto, si no tuvieran las disposiciones necesarias para ocuparla”

Es el mismo habitus lo que explica que una empresa antigua como Gallimard, enfocada en publicar
autores consagrados y perpetuar un canon, destine a su vez un espacio de su volumen editorial a la
publicación de autores jóvenes, literatura de “descubridor”.

En este panorama, resulta singular la posición de una editorial de vanguardia como Minouet, cuyas
estrategias la han llevado a un lugar consagrado, sin dejar su “aristocratismo ascético” de los
comienzos. Es así como sus acciones se perciben como autónomas, y su capital simbólico se
incrementa.

Conclusión

Como ya se ha dicho, el modelo teórico diseñado por Pierre Bourdieu ha resultado productivo para
una lista de problemáticas. La educación5, la reproducción6, la religión7, la ciencia8, el gusto9, son
sólo algunos de los objetos de estudio que aparecen en la extensa obra del sociólogo.

Yendo aún más lejos, la teoría de Bourdieu ha demostrado ser útil, inclusive, como soporte de
crítica literaria. En su libro Las Reglas del Arte, el sociólogo no sólo lee La Educación Sentimental
de Gustave Flaubert en términos de campo, sino que también elabora una hipótesis sobre la
conformación del campo literario en Francia durante el siglo XIX.

“La revolución simbólica operada por Pierre Bourdieu es esta manera nueva de ver el mundo social
que concede una función fundamental a las estructuras simbólicas. En adelante no se puede ya
hablar de ellas en función de la oposición economía/cultura.” (Pinto, 2002: 209)

Bourdieu aportó a las Ciencias Sociales un marco serio, del cual muchos investigadores y
educadores han sacado rédito en pos de la producción de conocimiento. Queda abierta la invitación
para que el lector se aventure en ésta, una de las obras intelectuales de mayor resonancia en el siglo
XX y la actualidad.

5
BOURDIEU, P. (1984), Homo Academicus, Paris, Ed. de Minuit
6
BOURDIEU, P. y PASSERON, J.C. (1970) La Reproduction, París, Ed. De Minuit.
7
BOURDIEU, P. (1971), “Genése et structure du champ religieux”, en Revue Française de Sociologie, XII.
8
BOURDIEU, P. (1976), “Le champ scientifique”, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, N°2-3.
9
BOURDIEU, P. (1979), La distinction. Critique sociale du jugement, Paris, Ed. De Minuit.
Bibliografía:

BOURDIEU, Pierre. (1999). “Una revolución conservadora en la edición” en Intelectuales, Política


y Poder. Buenos Aires: Eudeba, 2009.

GERBAUDO, Analía. (2006). Ni dioses ni bichos. Profesores de literatura, currículum y mercado.


Santa Fe: Ediciones UNL.

GUTIÉRREZ, Alicia. (1994). Las prácticas sociales: una introducción a Pierre Bourdieu.
Córdoba: Ferreyra Editor. 2005.

PINTO, Louis. (1998). Pierre Bourdieu y la teoría del mundo social. México D.F: Siglo XXI
Editores. 2002.

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