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Tony Cliff

¿Por qué necesitamos un partido


revolucionario?
Capítulo 2 de Marxism at the millennium

Primera publicación: En 2000, como parte del libro, Marxism at the Millenium (Londres:
Bookmarks Publications Ltd.).
Traducción al castellano: Nicole Möller González, 2018.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2018.

1. La conciencia desigual en la clase trabajadora

¿Por qué necesitamos un partido revolucionario? La razón principal para esto se encuentra en dos
afirmaciones de Marx. Él decía que la emancipación de la clase trabajadora debía ser un acto de
la propia clase trabajadora. Al mismo tiempo afirmaba que «las ideas de la clase dominante son
las ideas dominantes de cada época».

Ambas afirmaciones contienen una contradicción. Pero esta contradicción no existe


exclusivamente en la mente de Marx sino en la realidad. Si sólo una de las afirmaciones
estuviera correcta no habría necesidad de un partido revolucionario. Si fuera así de fácil, de que
la emancipación debe venir exclusivamente de la clase trabajadora, no tendríamos por qué luchar
por el socialismo. Podríamos simplemente cruzar los brazos con una sonrisa en el rostro y
esperar. ¡Los trabajadores ya se liberarían solos!

Por otro lado si fuera únicamente correcto que las ideas de la clase dominate son las ideas
dominantes, o sea que los trabajadores siempre irán a consentir las ideas de la clase dominante,
entonces también podríamos cruzar los brazos. Pero en este caso tendríamos que romper en
llanto ya que no podríamos cambiar nada.
Efectivamente ambas afirmaciones de Marx están correctas. La lucha de clases no sólo se
manifiesta en el conflicto entre trabajadores y patrones, sino que además en luchas dentro de la
clase trabajadora. Cuando los trabajadores forman piquetes no están tratando de impedir a los
capitalistas de trabajar. Los capitalistas de por sí no trabajan entonces tampoco lo harían mientras
ocurra un piquete. En un piquete se trata de que una parte de los trabajadores impida la irrupción
de la otra parte a favor de los patrones.

Sobre la cuestión de la fuerza de los trabajadores, lo que Marx llamaba la dictadura del
proletariado, si toda la clase se mantuviera unida y solo hubiera una pequeña porción de
capitalistas contra los trabajadores, ¿para qué necesitaríamos una dictadura del proletariado? Si
la clase trabajadora estuviera siempre unida podríamos enviar a los empresarios simplemente a la
casa. Si la clase trabajadora estuviera siempre de acuerdo entre sí podríamos escupir a los
empresarios y tirarlos al Atlántico.

En la realidad es así, tenemos trabajadores progresistas de un lado y del otro trabajadores


atrasados. Ya que las ideas de la clase dominante son las que predominan los trabajadores se
dividen en distintos niveles del desarrollo de conciencia. Y no sólo esto: también la conciencia
de cada trabajador se encuentra dividida. Él o ella puede ser militante cuando se trata de subir los
salarios y odiar al patrón. Sin embargo no quiere decir que él o ella estén necesariamente contra
el racismo. Una vez vivimos con un trabajador de imprensa altamente calificado. Él quería tomar
unas vacaciones y yo le pregunté: «¿Viajarás mañana a tus vacaciones?», a lo que él me
respondió: «No, mañana no puedo viajar, es viernes 13. Tengo que esperar hasta el sábado». Este
hombre del siglo XX tenía ideas en la cabeza que tenían mil años de antigüedad.

2. Contra el oportunismo y el sectarismo

Imagina estar parado en una línea de piquete y al lado tuyo hay un trabajador que hace
comentarios racistas. En ese momento puedes tomar tres acciones. Le puedes decir: «Yo no me
voy a parar al lado de un racista en un piquete. Me voy a la casa, por lo menos ahí nadie hace
comentarios racistas». Eso es sectarismo. Si la emancipación de la clase trabajadora es cuestión
de los trabajadores entonces tengo que quedarme parado junto a ese trabajador en la línea del
piquete.

La otra opción sería, simplemente ignorar el comentario racista. Alguien dice un comentario
racista y uno simplemente hace oídos sordos y dice: «Qué bonito está el día hoy!» Eso es
oportunismo.

La tercera posibilidad sería establecer una conversación con la persona sobre racismo y sobre las
ideas que dominan la sociedad. Se discute y discute. Si se le convence a la persona entonces muy
bien! Pero si no se logra convencerlo y el camión con los irruptores del piquete está llegando, se
forma la cadena humana de cualquier manera para detener a los irruptores. Eso porque la
emancipación de la clase trabajadora es el acto de la propia clase. Eso es política revolucionaria.
3. El partido revolucionario: la universidad de la clase trabajadora

Veinte años antes de la revolución, la burguesía francesa no tenía un partido. Los jacobinos ni
siquiera existían antes del año 1789.

¿Por qué es que nosotros insistimos en construir 20, 30 o 50 años antes de una revolución un
partido revolucionario? Tenemos que hablar sobre la necesidad del partido revolucionario mucho
tiempo antes de que guiemos a la clase trabajadora en la lucha o en la revolución.

Los jacobinos pudieron emerger solos durante la revolución. ¿Por qué? Porque la relación entre
los capitalistas y la nobleza era otra a la relación de hoy entre los capitalistas y los trabajadores.

Es cierto que los capitalistas debían derrocar en aquella época a la nobleza y que los trabajadores
hoy deben derrocar a los capitalistas. Sin embargo entre ambos eventos hay una inmensa
diferencia. No es cierto que la nobleza era enormemente rica y que los capitalistas eran todos
unos pobrecitos. Los capitalistas ya eran inmensamente ricos antes de la revolución. Ellos podían
fácilmente decirle a la nobleza: «A ustedes les pertenece la tierra pero nosotros somos dueños del
dinero, de los bancos. Si ustedes quiebran, tratarán de salvarse casándose con nuestras hijas, para
así mezclar vuestra sangre azúl con nuestro dinero». Cuando se trataba de las ideas, los
capitalistas decían: «Está bien, ustedes tienen a los padres pero nosotros tenemos a los
profesores. Ustedes tienen la Biblia y nosotros la enciclopedia. ¡Vamos, retírense!»

Los capitalistas eran independientes intelectualmente de las ideas de la nobleza. Sus


pensamientos influenciaban a la nobleza mucho más que a la inversa. La Revolución Francesa se
inició con el encuentro entre les Etats généraux (los estados generales): la nobleza, el clero y la
clase media. Cuando llegaron al momento de la votación la nobleza y el clero votaron con los
capitalistas no al revés.

¿Es nuestra posición similar a la de los capitalistas? Por supuesto que no. Nosotros no podemos
simplemente dirigirnos a los capitalistas y decir: «Ok, a ustedes les pertenecen Ford, General
Motors e ICI, y nosotros poseemos un par de zapatos». En cuanto a tener influencia sobre las
ideas, ¿cuántos capitalistas serán influenciados por las ideas escritas en el Socialist Worker
(revista del partido socialista británico, SWP)? ¡Millones de trabajadores se ven influenciados
por el Sun (diario británico)!

El partido revolucionario de la burguesía podía surgir durante el propio acto de la revolución. La


burguesía no tenía que preparse, ella ya poseía inmensa confianza en sí misma. ¿Qué sucedió el
14 de Julio de 1789? Robespierre, el líder de los jacobinos propuso que se erigiera una estatua de
Louis XVI cerca de la Bastille. En ese instante todavía no intuía que tres años más tarde
decapitaría la cabeza del rey Louis. ¿De dónde viene el nombre jacobinos? El nombre provenía
del monasterio en donde se encontraban los jacobinos. De haber sabido que cuatro años más
tarde irían a expropiar las tierras de la Iglesia no habrían adoptado el nombre de un monasterio.

La burguesía era independiente y fuerte. Nosotros, en cambio, estamos en una situación


completamente diferente. Nosotros pertenecemos a una clase oprimida. Nos falta la experiencia
para conducir la sociedad ya que los capitalistas no son sólo los dueños de los medios materiales
de producción sino también de los medios mentales de producción. Por esta razón necesitamos
un partido – el partido es la universidad de la clase trabajadora. Lo que Sandhurst (escuela
militar de élite) es para la armada británica, el partido lo es para la clase trabajadora.

Marx describió en el Manifiesto Comunista que los comunistas deben generalizar las
experiencias históricas e internacionales de la clase trabajadora. En otras palabras: nosotros no
aprendemos sólo de nuestras experiencias personales. Mi tesoro en experiencias personales es
ínfimo. Cada uno de nosotros tiene pocas experiencias propias y directas. Por esto debemos estar
dispuestos a generalizar y esto lo permite justamente la organización. Yo mismo no tengo
ninguna experiencia inmediata de la Comuna de Paris de 1871. En esa época yo todavía era muy
joven. Por lo tanto necesito de alguien que me pueda transmitir aquellas experiencias. «Por esta
razón — escribía Trotsky — el partido debe ser la memoria de la clase trabajadora».

4. Tres tipos de partidos trabajadores

Existen tres tipo de partidos trabajadores: el revolucionario, el reformista y el centrista. El


Manifiesto Comunista describe el carácter del partido revolucionario de la siguiente forma:

Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que
destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los
intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en
que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la
burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.

Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de
todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del
proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha
de abocar el movimiento proletario.

El partido reformista es la segunda forma del partido trabajador. Lenin definió en un discurso
suyo en 1920 frente al segundo congreso de la Internacional Comunista al partido Labour como
un «partido trabajador capitalista». Él lo definió como capitalista porque el partido no ponía en
duda el marco del capitalismo. ¿Pero por qué entonces lo llamaba al mismo tiempo «partido
trabajador»? No porque los trabajadores los hayan votado. En aquellos tiempo la mayoría de los
trabajadores votaron por el partido conservador, que era naturalmente un partido capitalista.
Lenin entendió al Labour como partido trabajador porque manifestaba el deseo de los
trabajadores a defenderse contra los males del capitalismo. Si vemos las conferencias del Labour
en la televisión nos damos cuenta que sus miembros poseen otras esperanzas y anhelos en
comparación con los miembros de los Tories (partido conservador).

En los congresos del partido de los Tories los miembros aplauden cuando los hablantes atacan a
sindicales y negros o cuando alaban a la armada y a la policía. En los congresos del Labour las
personas aplauden cuando se exigen mejoras en la salud, en la educación y en el
aprovisionamiento de viviendas.
Entre los partidos revolucionarios y los reformistas existe una tercera forma: el partido centrista.
Su característica principal es que trata de evadir una concretización de su posición. No es ni lo
uno ni lo otro. El partido vacila entre posiciones revolucionarias y reformistas. Un caballo se
reproduce como caballo y un burro como burro. Cuando un caballo y un burro se cruzan nace
una mula pero las mulas no pueden reproducirse. En un partido revolucionario hay una
continuidad. El partido puede crecer o contraerse pero la tradición recolucionaria prevalece. Esto
no cuenta para los partidos centristas. En 1936 el POUM tenía en España 40.000 miembros. Hoy
en día el POUM está completamente muerto. El partido Independent Labour Party de Gran
Bretaña tenía tras las elecciones de 1945 cuatro diputados. Hoy en día no hay ningún rastro de
ellos. De forma similar se podría hablar del SAP alemán. Este partido era una mezcla entre el ala
derecha de Brandler de la KPD, los pacifistas de la SPD y muchos otros. En los años 30 la SAP
era bastante grande sin embargo hoy ya no existe más.

5. El revolucionario enseña y aprende de la clase trabajadora

El partido revolucionario tiene que guiar a la clase trabajadora bajo los aprendizajes históricos.
La clase trabajadora aprende del partido, ¿pero entonces de quién aprende el partido? Es
necesario entender que el partido debe aprender de la clase trabajadora. Todas las grandes ideas
provienen de la propia clase trabajadora.

En el Manifiesto Comunista Marx habla de la necesidad de un gobierno de los trabajadores - la


dictadura del proletariado. En 1871 él escribía que los trabajadores no podían simplemente
tomarse al viejo aparato estatal para sí, sino que debían destruir el estado, o sea la burocracia, el
ejército y la policía. Todas estas estructuras jerárquicas deben ser destruidas por nosotros.
Debemos construir una nueva forma de estado - un estado sin un ejército activo permanente, sin
burocracia, donde todos los oficiales puedan ser elegidos y reciban el mismo salario que el de un
trabajador normal. ¿Marx se percató de todo esto porque trabajó aplicadamente en el museo
británico? No. Él aprendió de los trabajadores parisinos que tomaron el poder en 1871 en la
Comuna de Paris y aplicaron justamente aquellas medidas.

Marx aprendió de los trabajadores y de su praxis. Los estalinistas sostienen siempre que Lenin
inventó la idea de los consejos obreros. ¡Por supuesto que en la literatura estalinista Lenin
descubrió prácticamente todo! Los estalinistas tenían un concepto de jerarquía que se cristalizaba
en una especie de religión. Nosotros conocemos la correspondencia de Lenin y cuando los
trabajadores de Petrogrado formaron los primeros consejos obreros (soviets) en 1905 Lenin
preguntó cuatro días después de qué serviría aquello.

Los trabajadores necesitaban durante la lucha una nueva forma de organización. Ellos
aprendieron por sus propias experiencias que en tiempos revolucionarios un comité de huelga en
una sola fábrica no era suficiente. Era necesaria una forma de organización - una especie de
comité de huelga - que abarcara todas las fábricas. Los soviets eran justamente aquello:
delegados de todas las fábricas juntándose para decidir en conjunto. Ellos simplemente lo
llevaron a cabo. Lenin finalmente comprendió esto y los siguió. Así como Lenin, el partido
siempre debe aprender de la clase.
¿El partido se encuentra siempre más avanzado que la clase? En general el partido se encuentra
más avanzado que la clase. Sino no sería un partido revolucionario. Cuando observamos los
hechos de 1914 y el inicio de la Primera Guerra Mundial nos damos cuenta de que el partido
estaba mucho más avanzado que la clase: los bolcheviques eran contrarios a la guerra mientras
que gran parte de los trabajadores la apoyaban.

Pero luego vino el año 1917. En los meses de Agosto hasta Septiembre de 1917 Lenin se quejaba
constantemente de que el partido se desarrollaba más lento que la clase. La clase estaba más
avanzada que el partido y éste debía esforzarse para mantener el nivel de avance de la clase. El
motivo para aquel desarrollo es simple. Los trabajadores se encontraban atrás del partido porque
por mucho tiempo les había faltado la autoconfianza. Pero las circunstancias objetivas
cambiaban, las luchas se agravaban y los trabajadores aprendían y cambiaban rápidamente.

El problema de los revolucionarios radica en la necesidad de una cierta rutina para sobrevivir.
Pero esta rutina te carcome. A uno le parece evidente estar más avanzado que la clase
trabajadora. ¡Pero cuando los trabajadores empiezan a movilizarse nos damos cuenta cuan
atrasados estamos! El partido revolucionario debe en ese momento mantenerse al mismo nivel de
desarrollo de la clase. El partido no es simplemente un grupo fijo de personas. «Ellos son los
revolucionarios y a partir de ahora siempre serán los líderes». Eso es basura. Por el liderazgo hay
que luchar permanentemente y hay que estar preparado a aprender cosas nuevas y a avanzar.

Esto no sólo es válido para tiempos revolucionarios. Podemos encontrar colegas de trabajo
miembros del SWP (partido socialista británico) desde hace 20 años y buenos compañeros que
en momentos de actividad demuestran estar mucho más atrasados en comparación con algunos
compañeros que acaban de ingresar. Esto ocurre una y otra vez.

El liderazgo de una organización revolucionaria no funciona como una cuenta de ahorro del
banco. El dinero en el banco te da intereses. Una liderazgo revolucionario es algo completamente
distinto- tiene que ser ganado de forma nueva cada día y cada mes. Para el liderazgo vale lo que
se hizo la semana pasada, lo que se hace en aquella semana y lo que se hará en la próxima. Se
pueden tener todas las experiencias de un siglo entero pero lo importante es lo que se hace en la
situación actual. Hay que luchar constantemente por el liderazgo.

6. El carácter de los partidos reformistas: pasividad y adaptación

Interesados exclusivamente en la mayor cantidad de votos, los partidos reformistas buscarán


siempre al menor denominador común. Ellos se adaptan a las ideas dominantes.

¿Realmente creen que los diputados del Labour no tienen idea de la opresión que sufren los
homosexuales y lesbianas? Aún así en 1983 Patricia Hewitt (del partido Labour), la secretaria de
Neil Kinnocks (Labour), le pasó a la revista Sun un documento confidencial en el cual ella
atacaba las municipalidades de izquierda que apoyaban causas LGBT. ¿Por qué ella hizo esto?
Ella lo hizo porque pensó que la haría más popular. Yo poseo un volante que fue escrito por un
hombre llamado John Strachey que se denominaba un marxista. En 1929 él se presentó como
candidato al parlamento. Pero él tenía un problema- tenía un aspecto judío. Él entonces hizo
imprimir un volante que dijera: «John Strachey es británico», y amenazó con llevar a cualquiera
a juicio que afirmara que Strachey era judío. ¿Por qué él hizo esto? Yo mismo soy judío. Cada
miembro del SWP que es llamado de judío, dice: «Por supuesto que soy judío. Y estoy orgulloso
de ello!»

Pero si se pretende ganar la mayor cantidad de votos entonces hay que adaptarse a las ideas
dominantes. Por lo mismo los partidos reformistas son bastante grandes pero al mismo tiempo
también muy pasivos. Por ejemplo, existe un libro llamado Labour’s Grassroots (La base del
Partido Laborista) donde se pueden leer las estadísticas sobre la edad de los miembros. En 1984
habían 573 grupos de los Young Socialists (Socialistas jóvenes) y en 1990 quedaban tan sólo 15.
Habían tres veces más miembros mayores de 66 años que menores de 25 años. Los miembros de
Labour fueron preguntados cuánto tiempo ellos le dedican al trabajo del partido. El 50%
respondió que no hacía nada, el 30% le dedicaba hasta 5 horas al mes y sólo el 10% dijo
contribuir entre 5 a 10 horas.

La pasividad extrema es característica del partido Labour. El otro lado de la moneda es el control
burocrático. Los burócratas dominan el partido.

Tampoco nos podemos olvidar de la secta. Sus miembros simplemente dicen: « Nosotros
luchamos sólo junto a personas que tengan la misma opinión que nosotros. Todos los demás no
nos interesan».

Los verdaderos revolucionarios se pueden distinguir de la clase en su totalidad sin embargo son
al mismo tiempo parte de esta clase. La principal pregunta de los revolucionarios es cómo
relacionarse con los trabajadores no revolucionarios. ¿Cómo relacionarnos con personas que
concuerdan en un 60% con nuestras opiniones y cómo logramos que ese 60% se convierta tal vez
en un 80% durante la lucha?

Un sectario diría: «Tú no concuerdas conmigo en un 40%, por lo tanto no me interesas». Como
revolucionarios diríamos: « Nosotros concordamos en un 60%. Es un buen comienzo.
Empecemos a trabajar juntos y a debatir sobre el 40% restante. Yo voy a tratar de convencerte».

7. Centralismo democrático

¿Cómo debería ser la estructura del partido revolucionario? ¿Por qué hablamos del centralismo
democrático?

Primero que nada debemos entender por qué necesitamos de democracia. Si se quiere viajar de
Londres a Birmingham se necesitan un bus y un chofer. No es necesario tener una gran discusión
democrática porque el viaje ya es conocido. El problema radica en el hecho de que nunca hemos
experimentado la transición del capitalismo al socialismo. No sabemos como es. Cuando algo
nos es desconocido sólo hay una manera de aprender, estando unidos a la clase y aprendiendo de
ella. No es que podamos solucionar cualquier problema con la democracia. No podemos votar,
por ejemplo, si queremos saber si Marx tenía razón sobre su teoría de la tendencia decreciente de
la tasa de ganancia. Esto no nos diría nada – o Marx tenía razón o no la tenía. Piensa sobre ello,
lee y decide.

Hay asuntos que deben ser resueltos de forma democrática. Todo lo que tiene que ver con la
lucha de clases debe ser sometido a una prueba práctica. Porque simplemente nos es
desconocido. Las experiencias que tengan los trabajadores nos enseñarán ya que. como sabemos,
la emancipación de la clase es asunto de la clase.

Hay una maravillosa descripción de Lenin sobre este asunto en la época después de Julio de
1917. Lenin tenía que esconderse, el partido estaba prohibido y su prensa se encontraba
desarticulada. A los bolcheviques se les acusaba de ser agentes alemanes y Lenin no sabía cuánto
se había consolidado la fuerza de reacción. Él describe una merienda con un trabajador en un
escondite. El trabajador le da un pedazo de pan y le dice:

« El pan está bueno. Ellos, los capitalistas, nos tienen miedo.» Lenin recordaría más adelante:
«En ese momento, al escuchar al trabajador, entendí la relación de las fuerzas de clase. Yo sabía
que los capitalistas estaban con miedo aún estando nosotros en la ilegalidad y con el sentimiento
de haber fracasado. La victoria de la contrarrevolución todavía no estaba completa».

¿Cómo nos damos cuenta de que los trabajadores se sienten fuertes y con ganas de luchar? No
podemos crear una encuesta o una votación de huelga en la prensa burguesa. Ellos no te darán la
oportunidad. Tampoco se le puede preguntar a cada trabajador.

No se puede llevar a cabo una revolución proletaria sin una amplia y profunda democracia.
Finalmente la meta de la revolución es que la clase trabajadora se alce a la clase dominante para
así crear el sistema más democrático de la historia de la humanidad. Es un tipo de democracia
totalmente distinta a la del capitalismo en la cual se elige cada 5 años a alguien que después ni
siquiera actua como representante. En el capitalismo se eligen a los diputados del parlamento
pero no a los jefes. En el capitalismo no se vota si una fábrica debería cerrarse o no. No podemos
elegir a los oficiales del ejército ni a los jueces. En un estado de los trabajadores todo debe estar
bajo el control de los trabajadores. Todo recae en el poder de los trabajadores. Esa es la forma
más extrema de la democracia.

¿Si todo lo anterior es cierto, para qué necesitamos el centralismo?

Primero que nada las experiencias de los trabajadores son distintas, por lo tanto los miembros
deben recolectar y unir todas esas experiencias. Incluso dentro del partido revolucionario los
miembros vivencian diferentes formas de presión. Ellos son influenciados por el estado general
de las cosas y por la sección de los trabajadores a la que pertenecen.

Para superar este seccionalismo, esta experiencia limitada, hay que centralizar toda la
experiencia y la división. Además necesitamos el centralismo porque la clase dominante se
encuentra en gran medida centralizada. Si no mantenemos una cierta simetría con nuestros
enemigos no podremos ganar.
Nunca fui un pacifista, si alguien me ataca con un palo yo voy a necesitar uno más grande. Yo no
creo que una cita de Marx del Capital pueda evitar el ataque de un perro rabioso. Debemos usar
armas parecidas a las de nuestros enemigos, hay que crear una simetría. Por eso no entiendo a los
anarquistas que dicen que no necesitamos un estado. Los capitalistas tienen un estado. ¿Cómo
vamos a destruir su estado sin usar uno propio en el intento?

Los anarquistas siempre rechazan al estado. Pero al mismo tiempo cuando ellos se encontraron
en una situación de poder entraron de inmediato a un gobierno burgués. Eso hicieron en España
durante la guerra civil. ¿Por qué? Porque no tiene sentido negar algo a menos que se destruya y
si lo destruyes debes reemplazarlo. Además cuando se destruye algo hay que tener una idea de lo
que va a sustituirlo. O sea un cuerpo de trabajadores armados y eso justamente es el estado
proletario.

8. La necesidad de un partido revolucionario de masas

Cuando nos referimos al liderazgo de la clase trabajadora estamos hablando más allá de las
experiencias, el conocimiento teórico y la unión a la clase. El liderazgo siempre tiene que hablar
el lenguaje de la clase e integrar el espíritu de los trabajadores. Dentro del liderazgo se trata
siempre de relacionarse con los trabajadores. Hay que saber hablar pero también escuchar, no
sólo predicar y además hablar en un lenguaje que los trabajadores puedan entender.

Incluso esto no es suficiente. Necesitamos un partido grande porque para liderar a la clase
trabajadora es necesario tener un partido de masas. La SWP (partido socialista británico) es el
partido de masas más pequeño del mundo, realmente es minúsculo. Los bolcheviques tenían en
1914 apenas 4.000 miembros. Después de la revolución de Febrero en 1917 tenían 23.000
miembros y en Agosto 250.000. Con un cuarto de millón se pueden liderar 3 millones de
trabajadores industriales.

En 1918 los comunistas alemanes tenían 4.000 miembros. Aunque se hubieran tratado de genios
todos no habrían podido liderar una revolución. Un partido grande es necesario porque para
liderar la clase es necesario como mínimo tener una base real en cada fábrica.

Yo mencioné el mes de Julio. Cuando Lenin fue atacado como un espía alemán, 10.000 de
30.000 trabajadores de la fábrica de Putilov en Petrogrado se pusieron en huelga por un día para
manifestar su apoyo a Lenin. ¿Por qué? Porque tenían a 500 bolcheviques en la fábrica.

Si quieres liderar a millones necesitas cientos de miles en tu partido. El carnaval de la ANL (Liga
antinazista) con 150.000 personas fue una manifestación maravillosa pero en términos de la
revolución era aún un evento demasiado pequeño. Tan sólo para organizar este evento
necesitamos de 6, 7 u 8 mil miembros del SWP.

Yo detesto cuando la gente piensa que el marxismo es algún tipo de ejercicio intelectual:
nosotros interpretamos cosas, las entendemos y nos hacemos más astutos. Pero el marxismo se
trata de acción y para eso se necesitan personas. Para la acción necesitas poder. Necesitamos un
partido de masas- de medio millón de personas.

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