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Entre 1821 y 1871 no existió una política exterior en un país en

El que no había consenso sobre la forma de gobierno y que nació


amenazado por las turbulencias que ocasionaron los intentos de
Reconquista de España, la expansión territorial de Estados Unidos
y las ambiciones imperiales de Francia en América.

La guerra entre México y los Estados Unidos de América

También conocida como la Primera Intervención estadounidense en México, ocurrida


entre los años 1846 y 1848, tuvo como consecuencia para México la pérdida de
aproximadamente 2,378,539.45 km cuadrados de territorio, y para los Estados Unidos
el anexo de estas tierras.

La anexión de Texas a la unión americana, después de que ésta proclamara su


independencia del gobierno mexicano, fue uno de los motivos del enfrentamiento entre
los Estado Unidos y México, que no reconocía la misma, aún así, la integración de
Texas a los Estados Unidos fue aprobada, y con este hecho, considerado por México
como un acto hostil por parte de los Estados Unidos, lo cual originó que se iniciaran
una serie de sucesos que desencadenan en el enfrentamiento armado entre México y
los Estados Unidos de América.

México en protesta a la anexión de Texas, rompe las relaciones diplomáticas que


mantenía con los Estados Unidos; aun así, antes de la confrontación armada, el
gobierno estadounidense pretendió negociar la compra de la Alta California y Nuevo
México, hecho ignorado por el gobierno mexicano de la época a cargo de José Joaquín
Herrera.

Y así sucedió, una escaramuza entre tropas mexicanas comandadas por el general
Mariano Arista, y las tropas estadounidenses, el 24 de abril de 1846, fue el pretexto
para que el presidente James Knox Polk pidiera al congreso que la unión americana
declarara la guerra a México

Intervención Francesa

A pesar de los intentos realizados por el gobierno mexicano, el reconocimiento de


Francia se dio solamente hasta 1830, por el rey Luis Felipe de Orleans, a cambio de
formalizar las relaciones comerciales entre ambos países. Ese mismo año envió al
agente comercial Fernando Mangino como ministro plenipotenciario con rango de
encargado de negocios.

A pesar de los riesgos que representaba para México el comercio con la segunda
potencia europea, poseedora de grandes flotas mercantes, el gobierno firmó con
Francia dos tratados de comercio:

1. El primero fue la “Declaración del 9 de mayo de 1827” con en el cual México


otorgó a Francia el status de nación más favorecida, aseguraba reciprocidad

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comercial y protección de los ciudadanos de ambas naciones, libres de servicio
militar y préstamos forzosos. Este Tratado no fue ratificado por el Congreso
mexicano porque Francia no hacía explícito el reconocimiento de la
Independencia de México.
2. El segundo se firmó en 1831 con el representante francés Manuel Eduardo de
Gorostiza, también fue rechazado por el Congreso mexicano porque se
garantizaba la libertad de culto a los franceses, en contra de lo establecido en la
constitución de 1824.

Para 1832, el ministro francés barón Antoine Louis Deffaudis, insistió en la firma de un
comercio al menudeo para sus nacionales que llamó “convención provisional”, vigente
mientras se negociaba un tratado definitivo. Aunque fue aprobado por el gobierno de
Santa Anna, el Congreso la rechazó. Como respuesta, el ministro Deffaudis, utilizó las
reclamaciones, “reales o imaginarias, justas o injustas”, que varios franceses
presentaron en contra del gobierno mexicano (por daños causado a sus comercios)
como medida de presión para obligarlo a firmar un tratado de libre comercio, exigiendo
el pago inmediato de una suma enorme de indemnizaciones.
El ministro francés rompió las relaciones con México y abandonó el país. A principios
de 1838, volvió acompañado de algunos buques de la armada francesa que se
estacionaron frente al puesto de Veracruz, exigiendo el pago de 600 mil pesos (10% del
presupuesto anual del gobierno), incluida la de un pastelero francés de 70 mil pesos -
de allí el nombre de guerra de los pasteles-

A principios de 1839 se iniciaron las negociaciones entre México y Francia, contando


con la mediación del ministro inglés Richard Pakenham. El tratado de paz se firmó el 9
de marzo de 1839 en Veracruz. El gobierno mexicano aceptó pagar los 600 mil pesos y
anular los préstamos forzosos, pero se negó a concederle a los franceses más libertad
de comercio al menudeo, ofreciendo dar el mismo tratamiento comercial que se daba a
todos los extranjeros. Francia, a cambio retiró su flota de guerra y renunció al pago de
la indemnización por los gastos de guerra.

A pesar de haberse logrado la paz, los problemas internos del país hicieron imposible
cubrir la deuda, la cual creció de manera exorbitante. En 1862, la suspensión de pago
de los intereses de la deuda por el presidente Benito Juárez fue el pretexto para
justificar una nueva invasión militar a México.

La segunda intervención francesa en México fue un conflicto armado entre México y


Francia entre los años 1862 y 1867. Tuvo lugar después de que el Gobierno mexicano,
encabezado por Benito Juárez, anunciara la suspensión de los pagos de la deuda
externa en 1861. Como respuesta, Francia, Reino Unido y España formaron una
alianza por la Convención de Londres y anunciaron su intención de enviar tropas a
México. El Gobierno de ese país derogó la Ley de Suspensión de Pagos, pero la
alianza no eliminó su plan. Las tropas de la alianza llegaron a Veracruz en 1862 y
entraron en negociaciones con el Gobierno de México. Los dirigentes de las misiones
británicas y españolas decidieron volver, pero los franceses anunciaron que ocuparían
México.

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Tras sufrir un revés en Puebla el 5 de mayo de 1862, los franceses continuaron la
expedición que los llevó a ocupar la Ciudad de México el 10 de junio de 1863. El
Gobierno de la República comenzó desde entonces un peregrinar por varios puntos del
país, mientras los franceses seguían ocupando la capital. Las tropas francesas
comenzaron a retirarse gracias a los ataques mexicanos a partir de 1866, ante la
inminencia de una guerra entre Francia y Prusia y la derrota de los confederados en la
guerra de Secesión estadounidense en 1865, que respaldaron en todo momento a
Napoleón III.

Años antes, algunos conservadores mexicanos radicados en Europa habían iniciado un


cabildeo para buscar apoyo a la instalación de un régimen monárquico en México por
segunda ocasión.

Como resultado de las mismas, el ministro mexicano de relaciones exteriores Manuel


Doblado, logró persuadir a los gobiernos de España y Gran Bretaña de que la
suspensión de las deudas era algo transitorio, lo que trajo como consecuencia que las
tropas inglesas y españolas se retiraran del territorio mexicano.

Sin embargo, las tropas francesas se negaron a irse debido a que Napoleón III tenía
intenciones de instaurar una monarquía en México, con el fin de apoyar a los
confederados en la guerra civil estadounidense (Guerra de Secesión) y así disminuir
drásticamente el poder de los Estados Unidos en la región. Por tal razón, los franceses
avanzaron desde la costa hasta el centro del país y tras sufrir un revés en la batalla de
Puebla del 5 de mayo de 1862, continuaron adelante hasta ocupar la Ciudad de México
el 10 de junio de 1863. A partir de entonces y hasta la llegada de Maximiliano a la
capital, el gobierno estuvo encabezado por una regencia integrada por los generales
Juan Nepomuceno Almonte (hijo natural del sacerdote revolucionario José María
Morelos y Pavón), Mariano Salas y el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida.

Otra de las causas de la instauración de la monarquía fue que los conservadores


mexicanos, descontentos con el fracaso de su gobierno (1837-1841) que promulgó las
Siete Leyes Constitucionales expedidas en diciembre de 1836, habían volcado los ojos
hacia Europa con el fin de imponer en México un gobierno netamente conservador de
carácter monárquico. Con este propósito, estos —después de visitar a Napoleón III y
asegurar su apoyo a la intervención—, enviaron una comisión a Trieste, encabezada
por José María Gutiérrez de Estrada (ministro plenipotenciario de los conservadores en
el viejo continente), Miguel Miramón (dos veces presidente interino de México) y el ya
mencionado Almonte, para convencer al archiduque de que aceptara el trono de
México.1

Una comisión de personas relacionadas con el Partido Conservador y la Iglesia


católica, a disgusto con el gobierno de Juárez y la Constitución de 1857 llegó en 1863
al Castillo de Miramar, en Trieste. Este era el lugar donde residían Fernando
Maximiliano de Habsburgo y su esposa, Carlota de Bélgica. La comisión iba
encabezada por José María Gutiérrez de Estrada y en su compañía iban Juan

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Nepomuceno Almonte, Francisco Javier Miranda y don José Manuel Hidalgo
Esnaurrízar.

El 10 de julio de 1863, la Junta de Notables emitió el siguiente dictamen:


• 1.- La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada,
hereditaria, con un príncipe católico.
• 2.- El soberano tomará el título de Emperador de México.
• 3.- La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe
Maximiliano, archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.
• 4.- En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el archiduque
Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación
mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los
franceses, para que le indique otro príncipe católico.

Entre octubre de 1866 y enero de 1867, año en que el emperador decidió que no
abdicaría, dados los continuos avances del bando republicano, la actividad legislativa
decayó. A partir de entonces, Maximiliano se dedicó solamente a operaciones militares
con el fin de mantenerse en el trono. Según se cuenta, había recibido una carta de su
madre, Sofía de Baviera, donde le decía que “un Habsburgo nunca abdica”.

En resumen, abandonado por Napoleón III y las tropas francesas —estas comenzaron
a retirarse a partir de 1866 ante la inminencia de una guerra entre Francia y Prusia y la
constatación de la derrota de los confederados en la Guerra de Secesión
norteamericana en 1865—, enemistado con los conservadores que lo habían llevado al
poder y con el clero, por normas que menguaban los intereses y privilegios de ambos,
así como repudiado por los liberales bajo el gobierno de Benito Juárez por la
intervención y ocupación de parte del territorio mexicano, el emperador se quedó solo,
aislado.

Maximiliano fue vencido y capturado por el ejército republicano bajo el liderazgo de


Mariano Escobedo en la ciudad de Querétaro, después procesado, y por último fusilado
en el Cerro de las Campanas, junto a los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, el
19 de junio de 1867. En Europa se produjo una gran conmoción con motivo de su
muerte

Conclusiones preliminares:

- El siglo XIX es el siglo de la formación del la nación y la constitución de los estados


nacionales, la formación del mapa geopolítico internacional y la posición de fuerzas,
poderes e intereses.
- La historia de México en el plano internacional, ha estado indisolublemente ligada a
su cercanía o lejanía con Estados Unidos
- La razón es que EU se constituye casi desde el principio como modelo de
prosperidad, de acuerdo a las ideas de “progreso” (no desarrollo) tan propias del
siglo XIX y la instauración y florecimiento del ideario liberal económico capitalista.

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- Las dificultades que México enfrentó en su constitución como nación y las
contradicciones con su modelo (EU) estuvieron ligadas a las arraigadas inercias de
su vida colonial y a su incapacidad para eliminarlas del todo, lo que lo puso siempre
en desventaja y en una posición subordinada (dependiente) frente a las potencias.
- Trayendo como consecuencia una difícil lucha por consolidar una soberanía a veces
muy débil.

- Esto produjo que en el siglo XIX, EU consolidara un territorio extenso a costa de


México, cuyos territorios extraídos no lograron consolidarse por el Imperio Mexicano
ni por la primera República.
- La cesión del territorio 1848, se hizo en medio de la ocupación norteamericana del
territorio mexicano.
- La pérdida de más de la mitad de la superficie nacional y el riesgo de desaparecer
como nación consolidaron a dos partidos políticos con proyectos contrarios: el liberal
y el conservador.

Los liberales tuvieron que buscar un modelo político distinto


al de Estados Unidos, país al que admiraban, pero que tenía
una experiencia histórica diferente a la mexicana, ya que había
nacido sin estructuras coloniales que derribar.
- Voltearon los ojos hacia Europa, donde los
países continentales habían logrado establecer la separación entre
la Iglesia católica y el Estado. Francia se convirtió en el modelo
que implementó la legislación más avanzada con una mayoría
católica, al igual que México.
-Por su parte, los conservadores vieron como única forma de
frenar la amenaza estadunidense el regreso de la monarquía, con
un príncipe europeo católico, lo que los llevó a apoyar el Segundo
Imperio mexicano.
- El proyecto conservador sólo se pudo sostener
con el respaldo del ejército francés de intervención, que
impulsó las mismas reformas liberales que Napoleón lll implementó
en Francia.
- Por una ironía de la historia, la Intervención
francesa contribuyó al triunfo de la reforma juarista, al debilitar
a la Iglesia católica en México .

La consolidación de la soberanía nacional vino hasta el regreso de Benito Juárez a la


capital de la República en 1867 y el anunció hecho por el presidente de una política
exterior basada en el derecho. (Por fin una noción moderna de Estado)

El partido conservador tuvo una derrota


histórica al ser identificado con el invasor extranjero y el clericalismo lo que lo anuló
como fuerza política por más de un siglo.

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Con la vigencia de las leyes de Reforma, México tuvo finanzas
públicas sanas por primera vez en su historia como país independiente.

Como tardó tiempo el restablecimiento de las relaciones


diplomáticas con los países europeos, en términos de
igualdad, hubo un respiro antes del reinicio del pago de la deuda
externa.

Juárez no sólo estableció el principio de igualdad


soberana de las naciones, sino también el de igualdad entre
mexicanos y extranjeros ante la ley, esto último para prevenir
futuras intervenciones causadas por el odioso pago de indemnizaciones a súbditos de
naciones poderosas. Con ello se dio fin a las relaciones de subordinación de México al
extranjero.

República Restaurada

Desde el inicio de la República Restaurada se hizo presente la


presión de los magnates estadunidenses del ferrocarril para unir
ambos países por esa vía, a fin de desarrollar el comercio Y explotar los recursos
naturales de México.

Sebastián Lerdo de Tejada


temió la rápida penetración económica de Estados Unidos y si
bien como canciller apoyó la alianza con Abraham Lincoln para
expulsar al ejército francés del territorio nacional, ya como presidente
se le atribuye la dura sentencia: "Entre el poderoso y
el débil: el desierto”.

Las circunstancias habían cambiado con el


triunfo de los yanquis en la guerra civil de Estados Unidos, mientras
que México seguía aislado de Europa, donde todavía lloraban
el fusilamiento del archiduque Maximiliano de Habsburgo.

Porfirio Díaz

Hasta que Porfirio Díaz regresó al poder en 1884 y tuvo el


control sobre todo el territorio nacional, se desplegó en México
una activa política de fomento a la inversión extranjera como
medio para alcanzar las llamadas mejoras materiales.

Con capital estadunidense e inglés, se construyeron las líneas de ferrocarril hacia el


norte, que tanto había temido su antecesor.
Díaz pacificó la zona fronteriza, lo cual permitió una comunicación directa con Estados
Unidos, país que pronto pasó a ser el principal origen del capital para recuperar la
minería y desarrollar la industria.

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A finales del siglo, Estados Unidos se convirtió en potencia
colonial con la adquisición de Hawai, las islas Filipinas, Puerto
Rico y el establecimiento de un protectorado en Cuba.

Ante la preocupación de tener a Estados Unidos como vecino no sólo en el norte, sino
también en el Caribe, y además amenazando con
controlar países al sur de la frontera, Porfirio Díaz inició una política
de diversificación para conseguir un contrapeso a la influencia
estadunidense con capital europeo.

Una vez restablecidas las relaciones con Gran Bretaña, cultivó el trato personal con
magnates europeos para la construcción de infraestructura, así como para el desarrollo
de la banca y la industria petrolera. Logró todo ello sin perder territorio y durante la
etapa de mayor expansión imperial que haya conocido el mundo.

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