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a 7 La conclusién del Concilio y la recepcién inicial GiusePPE ALBERIGO La fase cuarta y final del Concilio, desde las dltimas semanas de trabajo en 1964 hasta la solemne ceremonia de clausura del & de diciembre de 1965, estuvo caracteriza- dda por una actividad frenética. Se dio la aprobacién solemne a dos constituciones, seis, decretos y tres declaraciones, es decir, ja once de los dieciséis textos aprobados por el concilio Vaticano II! La asamblea, précticamente, no hizo mas que votar, Las comisio- nes, que se encontraban ahora sin control extermo, trabajaban intensamente en la clabo- racién de los textos. El Papa intervino repetidas veces en casi todos los textos, al mis- ‘mo tiempo que disuadia a los padres de efectuar una canonizacién conciliar de Juan XXIIL Estas intervenciones humillaban ala mayoria y debilitaban el alcance de algu- nos textos cruciales. La innegable importancia de lograr acuerdos undnimes condujo a Ia aceptacién de cambios que debilitaban el vigor de las perspectivas contempladas por el Coneilio. Hubo un marcado contraste, por un lado, entre la importancia innovadora de algu- nos textos que lograron la aprobacion definitiva durante este perfodo (Nostra aerate, Dignitatis humanae, Ad gentes, Gaudium et spes), aunque estuvieron caracterizados por raves discontinuidades internas, y, por otro lado, la considerable y generalizada caida de tensi6n de los ideales en el seno del Concilio. No pocos padres temfan que la enérgi- ca aspiraci6n a la renovaci6n, que habia impulsado a la asamblea a la dificil pero est ‘mulante bisqueda de un aggiornamento y de la unidad, hubiera quedado irremediable- mente debilitada, La incertidumbre con la que el Concilio formulaba su rechazo del «* El arduo itinerario que condue‘a hacia el fin del Concilio se vio complicado ademas por inesperadas rupturas y reagrupaciones de la mayorfa que llevaban a la desorienta- cin. Después del perfodo de rupturas en 1962, parecfa que se habfan consolidado gru- pos de padres con diferentes actitudes, pero ahora, en relacién principalmente con los debates sobre el esquema XIII, aparecfan divergencias incluso entre los lideres de la ‘mayorfa; puede considerarse como representativo de ello el desacuerdo existente entre los franceses y los alemanes con respecto al enfoque que habia que dar al esquema. Una causa ulterior de incertidumbres puede verse en la falta de un lider reconocido unéni- ‘memente que dirigiera el desarrollo de un esquema tan complicado, especialmente des- pués de la enfermedad que habia apartado de las tareas a Mons. Guano y al profesor Philips?, Por otro lado, el uso mismo del método inductivo con sus énfasis sociol6gicos, acentuaba y elevaba de nivel las diferencias entre las situaciones concretas a las que ca- da obispo y cada grupo tenfan que referirse obviamente. Ademés, los debates y las vo- taciones sobre temas totalmente diferentes se sucedfan répidamente y a menudo se so- breponfan unos a otros durante una misma reunién, Esto originaba cansancio e incluso desinterés, como atestiguan las anotaciones hechas en numerosos diarios' El enfoque «suave» de Juan XXII pertenecfa ahora ya al pasado, como pertenecta también la fecunda funcién orientadora ejercida por algunos dirigentes (Bea, Suenens, Léger) durante los periodos de trabajo de 1963 y 1964. Pezo en 1965 parecta que se es- 2. R Bouillet, Informe del 21 de septiembre de 1965, citado en A. Mellon, Ialra Roma: Politica eS. Sede durante i concilio Vaticano (1959-1965), Bologna 2000, 349, nota 4. 3. Philips se vio obligado a abandonar Roma a causa de un grave agotamiento; Guano se vio impedido por una enfermedad y no pudo termina I preparaiGn del esquema XIII y Lerearo fue acosado por dolen ‘ias durante las timas Semanas de abajo, 4. CI.A, Mellon. Doré (eds), Volt di fine Concilio: Stull di storia ewologia sulla conclusione del Naicano 1, Bologna 2000, La conclusin del Concilio la recepeién nical 485 taba difundiendo un sentimiento de vacfo, debido al cansancio y a la dificultad para ‘mantener una relacién de completa confianza en Pablo VI y de armonia con él, Mien- tras tanto parecfa mucho mas hiriente la agresividad y la actitud combativa de la mino- rfa, que encontraba su centro en el Coetus internationalis patrum y en algunos repre sentantes de la Curia (Cicognani, Felici). Incluso el método de participacién en las tareas se fue modificando gradualmente. Junto con la biisqueda de consenso en la asam- blea conciliar, habia cada vez. més apelaciones al Papa y se ejercfan més y més presio- nes sobre él, y parecia qut el pontifice se dejaba mover por ambas. ‘A pesar del drdstico recorte al que los esquemas preparatorios fueron sometidos du- rante el otofio de 1962, buena parte del material dispuesto durante el perfodo preparato- rio se hallaba atin sobre la mesa del Concilio. Las numerosas comisiones conciliares (que estaban basadas en las comisiones preparatorias) habian dado pasos para mantener vivo aquel material. Peto ahora, en visperas del final, ese material era una carga, Pare- ce claro que, si el cuarto periodo se hubiera centrado tinicamente en los problemas s0- bre las religiones no eristianas, la libertad religiosa, ta renovacién misionera y la situa- ci6n de la Iglesia en el mundo modemo (constituyendo esta tiltima el tinico documento conciliar que no tenia precedente directo en el perfodo preparatorio), la labor se habia realizado de manera mucho més directa y fructifera 2. Rasgos caracteristicos de la asamblea: el método y los nuevos temas Durante este perfodo final, la composicidn de la asamblea, aunque estuvo caracte rizada por considerable continuidad, experimenté la ausencia de obispos que habfan compartido la experiencia de las fases anteriores. Experiments también los efectos de ue 146 «nuevos» obispos participaran por vez primera en el Concilio; aunque éstos no representaban un clevado porcentaje del total, este hecho tuvo repercusiones. La labor se vio afectada también por la atencién prestada por los medios de difusién, que fue mucho mayor que en el pasado. El hecho de que en esta fase decisiva el Con- cilio estuviera abordando temas como la libertad religiosa, a actitud catdlica ante los judios y las relaciones de la Iglesia con la sociedad contemporénea, elev6 extraordina- riamente el interés sentido por los medios de comunicacién, incluso alld donde los te ‘mas teol6gicos suscitaban poco interés, como sucedia en los Estados Unidos de Amé- rica. Los trabajos serenos y objetivos no se vefan facilitados al ser interrumpidos por los clamores de la opinién pablica, especialmente ahora que no existfa ya algo asf como el secreto. No puede subestimarse tampoco la influencia, casi inexistente hasta 1965, de ‘grandes organizaciones internacionales y de algunos centros de poder politico, en cone- ‘xin, por ejemplo, con la actitud de la Iglesia ante el pueblo judo 0 con la legitimidad de las armas atémicas’ Los debates sobre la declaracién acerca de la libertad religiosa y, més todavia, sobre la Iglesia en el mundo moderno hicieron que Ia gran mayorfa de los padres abordaran ‘temas que no les resultaban nada familiares. Algunos de ellos vieron lo inadecuadas que

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