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Cuando se hace referencia a las TIC, se trata fundamentalmente de tres grandes sistemas de
comunicación: el vídeo, la informática y la telecomunicación, y no solo a los equipos (hardware)
que hacen posible esa comunicación, sino también al desarrollo de aplicaciones (software), y
de las redes alámbricas o satelitales que permiten las intercomunicaciones, es decir, incluyen
los CD-ROM, los multimedios y el corro electrónico, la Inteligencia artificial, la realidad virtual y
las denominadas autopistas del ciberespacio.
Estas tecnologías no suponen, generalmente, una ruptura con las anteriores, sino que se trata
de un proceso evolutivo con pasos cuantitativos y cualitativos diversos y acompañados por el
desarrollo de una cultura compleja en donde lo importante está en el acceso al conocimiento, a
las mismas tecnologías y al dominio de las habilidades y competencias necesarias para
utilizarlas y hacer un uso efectivo de ellas.
Muchos autores han construido, a partir del análisis de la sociedad actual, propuestas en torno
a aquellas finalidades o propósitos a las que, las instituciones educativas, deben dar respuesta.
En el caso específico de la universidad, para Mayor Zaragoza de la UNESCO, la universidad se
ha de configurar como un centro de formación permanente que se distinga por la variedad,
diversidad y democratización de sus acciones y por el compromiso ético, político, cultural y
deontológico.
Para Benedito, et al. (1995), la universidad no solo debe adecuarse a los movimientos y
oscilaciones del mercado, sino que ha de saber también aprender a mirar de otro modo a su
entorno, a comprender y asimilar los nuevos fenómenos, a producir respuestas a dichos
cambios, a preparar globalmente a sus estudiantes para las complejidades que les avenían, a
situarse como institución líder productora de ideas, culturas, artes y técnicas renovadoras que
se comprometan con la humanidad.
Antonio Bartolomé (2002), por su parte, ubicándose en el análisis de la sociedad actual y los
requerimientos para el uso de las TIC, hace una síntesis sobre las finalidades que debe
plantearse la enseñanza en la actualidad señalando que:
“... en primer lugar, debe preparar a un sujeto capaz de buscar la información, de valorarla, de
seleccionarla, de estructurarla y de incorporarla a su propio cuerpo de conocimiento. En
segundo lugar, señala la importancia de preparar al sujeto para interpretar y comprender la
imagen, para analizarla y construir nuevos mensajes, es decir, el desarrollo del pensamiento
visual. Y por último, a institución educativa debe ofrecer estas oportunidades en un ambiente
activo, entretenido y divertido, participativo y libre.”
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La misión educativa de la universidad cubre al igual que en los otros niveles educativos toda la
dimensión formativa del ser humano, y como señala Delors (1996) en su informe de Unesco,
“La Educación encierra un tesoro”, la educación debe estructurarse en torno a cuatro
aprendizajes fundamentales: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la
comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir
juntos, para participar y cooperar con los demás en todas la actividades humanas; por último
aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Este
último implica el desarrollo integral de la persona, de manera que sea capaz de alcanzar un
pensamiento autónomo y crítico con el que se faculte para elaborar sus propios juicios y
enfrentarse a las diversas situaciones con las que se topará en la vida.
Por su parte, Castells (1997) también elabora un listado de las principales necesidades de la
educación en la sociedad actual, como son:
Aprender a aprender. Declara que lo realmente importante no es el conocimiento sino la
capacidad de adquirirlo y saber buscarlo.
Aprender durante toda la vida. Este aspecto se refiere a la necesidad del aprendizaje
constante y permanente que impone la sociedad cambiante actual, y se vincula a las
oportunidades que los sistemas informáticos ofrecen.
En este sentido cabe destacar, que la función esencial de la educación superior es conferir a
todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de sentimientos y de imaginación que
necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud de seguir siendo artífices, en la medida de
lo posible de su destino.
Siguiendo las ideas de Delors y Castells, se percibe la tendencia actual hacia el desarrollo
integral de la persona, sus competencias, actitudes, valores, y las formas de acceder por sí
mismas al conocimiento. Estas son responsabilidades de la universidad y de su proyecto
educativo en respuesta para con la sociedad de la que forma parte.
Con el desarrollo y las posibilidades de las TIC para la formación autodidacta, para el
surgimiento de nuevas modalidades de acceso a programas educativos, su incursión en la
investigación y la divulgación, en la formación de nuevos énfasis de estudio, por la necesidad
de incorporar sus aportes y aplicaciones a cada campo del saber y del quehacer profesional,
entre otros, se propicia un viraje a la concepción educativa adscrita a ella como institución.
La presencia de las TIC y el uso que se haga de ellas ha impactado las instituciones
universitarias tanto como a la sociedad en general, principalmente como creadora y divulgadora
del conocimiento, en el estudio de las formas de realizar los procesos educativos y en la
vinculación con otras instituciones o modelos educativos.
Las TIC se han convertido en una necesidad de nuestro tiempo, y como tales, su manipulación
y empleo se ha integrado en algunos casos, a las finalidades formativas de la Educación, en la
que, la universitaria no ha sido la excepción.
Una muestra de ello la expone Dengo (2002) al señalar que la nueva cultura del conocimiento
emplea los instrumentos de la informática computacional para comunicar sus contenidos por
medio de la Internet, lo que hace al conocimiento, más accesible, y más democrático si se
quiere. Para ella, es de enorme importancia que desde los primeros niveles de la escuela,
hasta los más altos, puedan adquirirse las destrezas y los saberes computacionales, para
favorecer dicha democratización.
Se espera que la universidad les ofrezca la formación actualizada y pertinente que le permita
hacer un uso eficiente y adecuado de las mismas, desde las formas de acceder a la
información, el empleo de programas especializados para su área de trabajo, en el desarrollo
de las competencias necesarias para su empleo y un uso pedagógico de las mismas.
Por otro lado, si se analiza el rumbo que está tomando la oferta y la demanda en los programas
académicos y las oportunidades de formación permanente, en la educación universitaria en
general y en la educación a distancia, en particular; se encuentra que la integración de las TIC
y, propiamente de los servicios de INTERNET, ha propiciado el desarrollo de una gran
diversidad de modalidades, que desplaza la bipolaridad que existía entre la Educación
presencial y la Educación a Distancia.
Esto ha sido notorio y reforzado principalmente por los estándares de calidad y la imagen de
“actualización” y “vanguardia” que el uso de las TIC parecen sumar a la imagen de cualquier
institución.
Por otro lado, las universidades a distancia han desarrollado sus propias formas de abordar la
instrucción y en general las de impartir programas educativos, pues su reto no ha consistido en
la búsqueda de igualarse a las presenciales, sino construir sus propios modelos. Por el
contrario lo virtual en la educación, (a través de la integración de la informática y la telemática
para elaborar formas operativas de conocimiento cercanas a lo real, aplicando una plataforma y
servicios de gestión tecnológica) sí pretende el desarrollo de procesos educativos en función de
las necesidades y requerimientos del quehacer académico en un entorno real como puede ser
la pertenencia a un campus universitario, la coincidencia y comunicación en tiempo real o
sincrónica, por ejemplo; aunque también permiten aprender sin coincidir en el espacio ni en el
tiempo.
Por su parte, las variables relacionas con los modelos metodológicos son más complejas en el
sentido de que están referidas a cualidades personales y profesionales de los sujetos
responsables directos de las prácticas educativas, como son los docentes y funcionarios que
intervienen en las acciones de producción didáctica, multimedial, evaluación e investigación
educativa.
En las universidades presenciales, por ejemplo, la tendencia, sobre todo en los niveles
iniciales, han sido los modelos centrados en el profesor los que han prevalecido, en la
educación a distancia, por su parte, la tendencia se ha dado entorno a los modelos centrados
en los medios. Sin embargo, en ambos, se ha presentado una tercera tendencia orientada a
conseguir modelos centrados en el estudiante como los de autoaprendizaje y de autoformación.
En cualquiera de estos modelos las estrategias de comunicación y las prácticas pedagógicas
marcan la diferencia y con ellas es posible desarrollar un modelo equilibrado.
La puesta en marcha de estas experiencias no ha sido motivada por una política clara y
consensuada con la participación de los docentes, sino que ha sido el fruto de la exploración y
deseos de innovación educativa en muchos de ellos.
No se tiene una evaluación institucional respecto a los alcances logrados con la incorporación
de segmentos virtuales en los cursos en las diferentes carreras o áreas de estudio.
Existe una peligrosa valoración respecto a los criterios de calidad e innovación educativa que
sobredimensiona la relación calidad e innovación con incorporación de los medios en la
denominada “unidad didáctica modular”.
Se ha delegado mucha confianza en el efecto motivador que pareciera propiciar el uso de las
tecnologías.
Existe un desconocimiento grupal de cuáles son las disponibilidades y posibilidades
tecnológicas institucionales reales.
Se carece de información respecto de los cuadros docentes y sobre todo de los destinatarios
de los cursos o programas que incorporan los segmentos virtuales.
Por otro lado, dada la particularidad de las universidades, su historia, su vinculación con la
sociedad, sus relaciones con el desarrollo del conocimiento, la ciencia, la técnica, y las
humanidades; lo más pertinente es que cada una se plantee la oportunidad de aprender
respecto de su experiencia y la de otros y, construya su propia forma de abordar la innovación
educativa y la incorporación de la virtualidad, elaborando las políticas apropiadas e
incorporando el empleo de las tecnologías desde el currículum y apoyando la innovación y
acceso de estudiantes y docentes.
Dichas decisiones y cambios se refieren a temas generales y específicos, desde los referidos al
uso de las tecnologías como a los cambios sociales, culturales y éticos derivados de la acción
universitaria.
Un proyecto educativo supone la concreción y adecuación del marco legislativo que define el
proyecto general en un sistema educativo que se concreta en una herramienta estratégica
orientador de las acciones de la institución educativa.
Para tomar la decisión de incorporación de las TIC y específicamente la virtualidad en
cualquiera de las posibles modalidades, la universidad debe partir de plantearse varias
interrogantes, cuyas respuestas pueden orientar la construcción del proyecto educativo.
- ¿qué fines o propósitos deben mediar la toma de decisiones para que una universidad opte
por cierta modalidad?,
- ¿qué condiciones adversas a la institución y a los procesos que ejecuta pueden ser
abordadas de forma positiva con el uso de las TIC?, - ¿qué condiciones institucionales
propician la incorporación de las TIC?, - ¿qué tareas o procesos debe seguir la institución para
conseguir una incorporación de las TIC, adecuada, pertinente y con miras al mejoramiento de
los procesos académicos?, - ¿cómo puede la universidad adaptarse a los cambios tecnológicos
en el mundo laboral y cultural para dar respuesta a las exigencias de los pueblos?
La construcción del proyecto educativo marco de esta propuesta deberá abordar al menos los
siguientes tópicos en relación con la tecnología y la oferta académica:
El uso de las TIC en esta modalidad educativa posibilita solventar algunas de las desventajas
más señaladas por los estudiantes como ha sido el acompañamiento logrado por medio del
desarrollo de foros y canales de comunicación entre estudiantes, el sentido de pertenencia
física a una institución, ampliación de la cobertura y las relaciones de tiempo (sincrónico y/o
asincrónico), las que podrían constituir herramientas fundamentales para el desarrollo y
presencia en los tiempos actuales.
Por otro lado, ocurre una nueva condición “Hemos pasado de un sistema de comunicación
dominado en esencia por la mente tipográfica y el orden fonético del alfabeto a otro multimedia.
Este modo de producción informal multimediático, al decir de Castells (1996), es el de la
virtualidad real en el que la misma realidad es capturada por completo, sumergida en un
escenario de imágenes virtuales, en el mundo del hacer creer, en el que las apariencias son”
(Martínez, 2000)
En este sentido la “virtualidad” permitiría el desarrollo de un escenario, o una situación didáctica
facilitadora del desarrollo de actividad cognitiva, de forma que le brinda al educando la
posibilidad de analizar, sintetizar, integrar y poner en acto sus conocimientos, tal como lo podría
hacer en una forma presencial. Ello se realiza por medio de interfaces, que le motivan y le
facilitan de una manera amigable su aprendizaje, de forma significativa ante cualquier situación
o circunstancia.
La incorporación de las TIC y la virtualidad en la Educación a Distancia, más que una decisión
de índole tecnológica, debe responder a cuestiones pedagógicas y didácticas para que se
explote las potencialidades de los medios en la realización de los procesos de enseñanza y de
aprendizaje en forma significativa y en atención a la diversidad visualizándola no como un
modelo alternativo sino como un modelo en sí mismo, que tiende a su consolidación.
Estas variables son fundamentales porque, con su control se pretende asumir en primera
instancia un modelo pedagógico que guíe las concepciones y acciones acordes y pertinentes al
mismo. Por otro lado, de dicho conocimiento se derivan las necesidades de índole tecnológica
por cubrir en beneficio del aprendizaje.
El proyecto educativo, en este sentido, debe proponerse construir el escenario educativo apto y
asequible para los fines educativos y para todos los actores del proceso.
Bruner (2000), plantea que los escenarios educativos nacen en la intersección de las variables
tecnológica y de las concepciones del aprendizaje. Del cruce entre dichas variables elabora
una matriz de cuatro escenarios básicos como se ilustra en el cuadro No. 1.
VARIABLE TECNOLÓGICA
Visión
internalista
Visión
externalista
CONCEPCION
ES
Didáctica
Tradicional
E1 E3
PEDAGÓGICAS Intersubjetiva
Constructivista
E2 E4
El currículum
Existe un consenso de que el empleo exitoso de la tecnología en los procesos educativos está
ligado a la incorporación que se plantea y organiza desde el currículum.
Esto se debe a que, como afirma Cabero (1992), los medios no funcionan en el vacío, sino
dentro del currículum, por ello cualquier pretensión de abordarlos que no contemple ese
espacio decisional, contextual, institucional y pluridimensional simplemente nos llevará a
acumular e introducir nuevos aparatajes en el aula, que más o menos pronto son olvidados por
el profesor y relegados a funciones lúdicas y motivacionales.
El proyecto educativo, que se construya en la UNED, debe optar por centrar su enfoque en el
aprendizaje del estudiante y en la forma de mejorarlo mediante el uso de la tecnología, y no
como se ha procedido enfatizando en las capacidades de la tecnología, tomándola como punto
de partida y donde el reto principal ha consistido en ayudar a los estudiantes a tener acceso a
ella.
Esta tarea debe surgir antes de la puesta en marcha de cualquier iniciativa puesto que son los
docentes quienes según su actuar pedagógico propician una aceptación en los estudiantes
hacia el medio, el aprovechamiento didáctico y el logro de los objetivos curriculares y fines
institucionales.
Para ello, la universidad debe asumir la formación y capacitación de los docentes. En relación
con este tema es recomendable que la formación contemple tres ámbitos del conocimiento
necesario para realizar la práctica docente a saber:
- Disciplinar, que le permita, a partir de los intereses de los alumnos y de los problemas
sociales más relevantes, integrar la lógica científica de la asignatura con la lógica psicológica
de sus alumnos.
- Pedagógico que permita considerar las ideas de los alumnos, su nivel cognitivo, etc., al
diseñar el proyecto curricular, y del entrono virtual.
Este elemento se ha dejado de último con el propósito de hacer ver que, el medio por sí mismo
no hace la diferencia. Las consideraciones preliminares debe orientar la decisión respecto a las
posibilidades que deben ofrecer los medios y las plataformas disponibles que se disponen en el
mercado, y que son accesibles al presupuesto de la institución.
Para finalizar, es oportuno señalar que las consideraciones expuestas no son las únicas
posibles, constituyen las que según la experiencia desarrollada en la UNED y el juicio propio,
ofrecen la oportunidad de retomar y emprender la incorporación del tema de la virtualidad en la
institución.
Bibliografía
Delors, J. (1996): Informe Delors. La educación encierra un tesoro. Madrid: Unesco- Santillana.