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EL ALMA EN LA BIBLIA

La palabra hebrea para «alma» es «nephes», que viene de la raíz «nfs», soplo, hálito,
aliento. Este término designa un conjunto psicofísico correspondiente a lo que nosotros
entendemos por ser vivo y sus diferentes formas de expresión. Aún cuando «nephes» es la
vida que tiende a manifestarse de una forma concreta, se le atribuyen no solamente los
procesos físicos del ser viviente, sino también los fisiológicos, psíquicos y psicológicos. Se
usa con los siguientes significados: Garganta, Fauces, Cuello, Anhelo, Vida, Ser
viviente, Animal, Persona, Hombre, Sangre, Muerto, Pronombre (personal o
reflexivo), ALMA.
En griego el vocablo «nephes» se vierte por «psiké», que viene de «psíko», soplar,
tomar aliento, y significa principio de vida, sede de los pensamientos y sensaciones. Por eso
como ALMA describe al hombre interior, constituye la sede de la naturaleza emocional, es
el asiento de los afectos, deseos, emociones y de la voluntad activa: el Yo. De ahí que según
vemos en Apocalipsis 6:9-11, el hombre salvo conserva los rasgos de su personalidad en el
Cielo, pues «psikás» expresa sentimientos. El alma es, por tanto, lo que nos hace
conscientes de nosotros mismos: Salmo 42:5-6, Mateo 11:29, Juan 12:27.
La palabra hebrea para «espíritu» es «ruah»; en griego es «pneuma». Ambos
términos significan originariamente «aire en movimiento», aliento o viento. El aliento es
señal de vida; de ahí que «ruah» se considere como principio de la misma vida. El «ruah»
es, pues, la vida en su aspecto interior y oculto, y como asiento de los sentimientos y
pensamientos corresponde más a lo que nosotros entendemos por alma. Estos vocablos,
«ruah» y «pneuma», se usan también atribuyéndoseles diversos significados: Viento,
Aliento, Fuerza vital, Poder, Ánimo, Fuerza de voluntad, Virtud divina,
ESPÍRITU.
Ahora bien, en calidad de ESPÍRITU describe al hombre interior, constituye la sede
del ser intelectual, es la parte de nuestra personalidad que nos permite conocer nuestra
mente y nos relaciona con la creación espiritual: nos hace conscientes de Dios y de
comunicarnos con Él: Génesis 1:2; 41:8, Job 32:8, Salmo 18: 21, Proverbios 20:27,
Eclesiastés 12:7, Mateo 3:16, Juan 3: 8, 1a Corintios 2:11; 5:5.
Para el creyente no es un problema aceptar la inmortalidad del alma, porque
sabemos que la existencia de los seres es posible aparte de un organismo físico. Dios, los
ángeles, los demonios, existen sin tener físicamente un cuerpo. Las Sagradas Escrituras
establecen una clara distinción en el hombre entre el cuerpo y su alma, y enseñan que ésta
existe aparte de aquél. Puede comprobarse nuestra afirmación en los siguientes textos:
Salmo 16:10; 103:2. Mateo 10:28, 2a Corintios 5:1-8, Filipenses 1:23, 2.a Pedro 1:13-14.
Es evidente que entre el hombre y los demás animales hay un abismo de diferencia.
Suponemos que el lector es suficientemente inteligente para no compartir el mal gusto
revelado por el autor de un folletito titulado «Esperanza para los muertos» (editado por la
Sociedad de los «Testigos de Jehová»), En este folleto aparece la figura de un hombre con
la de un asno a su derecha y un buey y una oveja a su izquierda; debajo, dos palabras:
«Almas vivientes.» La posición de ese hombre con sus manos sobre el lomo de los dos
cuadrúpedos mayores y el título del grabado, casi sugieren la idea de que las cuatro «almas
vivientes» pacen en el mismo prado.
En el referido folletito se establece una igualdad de naturaleza entre el alma humana
y el alma de los brutos, basándose en Génesis 2:7, donde se afirma que «fue el hombre un
alma viviente», y Gen. 1; 20-24, donde se presenta a los animales inferiores como provistos
también de «ánima viviente». Sólo el desconocimiento de las acepciones gramaticales de
una lengua y la carencia de discernimiento filológico, pueden conducir a conclusiones tan
disparatadas y anticientíficas.
Los testigos de Jehová dicen con respecto al alma:

En Gen. 2:7 dice: "Y formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus
narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente" (Versión Moderna). El
hombre vino a ser alma viviente. Al decir que vino a ser alma viviente, descarta la idea
de que vino a tener alma viviente.

Respuesta

Aquí la palabra «nephes» no se refiere al alma como tal, sino al hombre completo
como persona. En efecto, en la lengua hebrea y en el griego antiguo no existía un término
que verdaderamente corresponda a nuestra palabra «persona». Tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento, si se quería hablar de una «persona», se tenía que decir: «un
hombre», o «un nombre», o «una cara», o «un ALMA». En Génesis 46:26 vemos también
que la palabra «persona» es la traducción del término hebreo «alma»: «nephes». De ahí que
traducido correctamente queda así: «...y fue el hombre un ser viviente».
Por otra parte, notemos que para el hombre, y solamente para el hombre. Dios se
tomó el trabajo de intervenir especialmente e infundir directamente Él mismo «un hálito de
vida». Evidentemente esto equivale a insinuar que el hombre tiene algo más que los
animales, un principio espiritual como su Creador: el alma. Por esto la idea que expresa el
original hebreo es que en virtud del poder creador de Dios, el hombre vino a ser una
«especie con alma viviente». Literalmente, se lee en el texto hebreo:

Va - yitser YHWH Elohim


Y formó Jehová Dios
et – haadam aphar min – ha -
adamah
al hombre polvo de la tierra
va – yi – phaj be – ah – phav neshemats
y Él sopló en sus narices aliento
chayyim va-yehit ha-adam
de vidas y llegó a ser el hombre
le – nephesh chayyah
un alma (ser) viviente

En Mateo 10:28 se traduce "psiké" por alma.

Respuesta

Este vocablo se refiere a la parte espiritual del hombre que coexiste con el cuerpo
mientras reside en él, pues «psiké» expresa también sentimientos y por tanto los rasgos de
la personalidad espiritual. Aquí no es posible dar a la palabra «alma» simplemente el
significado de vida, principio vital, o alma animal o sensitiva. Porque si el hombre no
tuviese un alma inmortal, el que matase al cuerpo mataría también al alma, y por tanto no
sería posible hacer la distinción que hace Cristo entre el cuerpo, que se puede matar, y el
alma humana racional, que no se puede matar. La verdad bíblica de que el cuerpo y el alma
van a lugares distintos, lo vemos también confirmado por el propio Jesús en Lucas 16:22-
25, donde se hace referencia a la sepultura del cuerpo, pero sin embargo se indica que los
protagonistas de la historia pasan al Hades (o Sheol) en un estado de plena consciencia
espiritual, a pesar de que en el relato aparezcan algunas expresiones simbólicas siguiendo el
estilo metafórico y pintoresco de los orientales. Creo que el asunto no puede estar más
claro. También en el Antiguo Testamento vemos cómo el hombre tiene una parte física, el
cuerpo, y otra espiritual, alma, espíritu (Eclesiastés 12:7): «...y el espíritu vuelve A Dios
que lo dio». El término original sugiere un espíritu con personalidad, no una fuerza o fluido
vital. En efecto, hice un interesante descubrimiento de transcripción al consultar la versión
griega de los LXX: la preposición «a» no ha sido transferida al griego usando «eís» (a, en,
hacia), sino traducida por la partícula «pros» («kai to pneuma epistrepse PROS ton Theon,
os edokenauto»), cuyo significado literal es: ENCONTRARSE EN EL MISMO LUGAR,
CARA A CARA, CON OTRA PERSONA, Y ESTAR EN COMUNICACIÓN CON ELLA
EN UN VERDADERO INTERCAMBIO DE IMPRESIONES. Esto explica, sin duda, la
paráfrasis aramea antes aludida y también como un espíritu muerto, un alma muerta, no
puede estar en comunicación con nadie, como aquí observamos que lo está, lo que implica
lo que se ha afirmado antes: el hombre está compuesto de cuerpo, físico, y alma, espíritu,
distinto al cuerpo, que es quien sufre el juicio, premio o castigo a su muerte física. Otra
evidencia de la supervivencia del alma tras la muerte la da Pablo quien creía firmemente
que cuando él expirase su alma se desprendería del cuerpo y partiría enseguida hacia el
Cielo para disfrutar conscientemente de la gloriosa presencia de Cristo. La encontramos en
2a Corintios 5:8: «Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y
presentes al Señor.» Texto riquísimo en contenido, porque literalmente el griego expresa:
«EKdemesai EK tou somatos, kai ENdemesai PROS ton Kurion»: «salir fuera del cuerpo, y
estar cara a cara con el Señor» (recuérdese el significado de la partícula, «pros», que no
puede ser más elocuente aquí).
Sintetizando lo que aquí hemos dicho en réplica abierta, según la Palabra de Dios:

a) El hombre tiene un alma o espíritu: Zac. 12:1; Ecles. 12:7.

b) El alma no muere: Mat. 10:28; Lúe. 16:22-23.

c) El alma sale: Gen. 35.18-29; 2/> Cor. 12:2-4.


d) El alma vuelve: 1.a Rey. 17:21-2; Lúe. 8:54-55.

e) El alma está consciente: Lúe. 16:23-24; Apocalipsis 6:9-11.

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