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Una de las actividades que de manera especial impactan en el medio ambiente es, sin
duda, la actividad minera. Este impacto se hace mayor si esta actividad se realiza de
manera ilegal, lo que supone realizarlo sin ningún cuidado por el medio ambiente, al
margen de cualquier autoridad de control ambiental. La proliferación de esta actividad
ha llevado a tomar medidas legales para erradicarla o en todo caso formalizarla. En el
año 2010 por ejemplo, se aprobó el Decreto de Urgencia N° 012-2010 con finalidad de
hacer frente a la minería ilegal en el departamento de Madre de Dios, tomando
medidas de suspensión de petitorios mineros, estableciendo zonas de exclusión
minera, decomiso de dragas y artefactos similares, procesos de formalización de la
actividad minera en zonas permitidas, entre otros. Para reforzar específicamente la
medida de decomiso de dragas se autorizó por Decreto de Urgencia N° 007-2011 su
destrucción inmediata bajo ciertas condiciones.
Pese a las medidas legales antes referidas para solucionar el problema de la minería
ilegal, esta sigue existiendo y peor aún, según estudios se revela que esta ha
aumentado significativamente haciendo mella en otros intereses aparte del ya
mencionado por el medio ambiente, como la salud pública, la seguridad de los
trabajadores, la recaudación de impuestos y las organizaciones criminales que
naturalmente se unen a esta actividad, facilitándola con otros crímenes como la trata
de personas, tráfico de drogas y el lavado de activos.
Toda esta situación llevo al legislador penal a incorporar dentro de los delitos medio
ambientales de contaminación diversas figuras delictivas referidas específicamente a
la minería ilegal lo que ha tenido lugar por medio de Decreto Legislativo N° 1102 del
29 de Febrero del 2012.
Los diversos delitos que reprimen la minería ilegal cuentan primeramente con un tipo
penal básico previsto en el artículo 307-A del CP. La estructura típica de este delito se
corresponde, en sus rasgos esenciales, con la que tiene el tipo penal de
contaminación ambiental contenido en el artículo 304 del CP. Sin embargo existen
ciertas diferencias puntuales que serán destacadas a análisis a continuación.
a. Sujetos
La redacción literal del delito de minería ilegal podría llevar a pensar que lo realiza
cualquier persona. Un análisis más detenido lleva sin embargo a una opinión
distinta y es que el tipo penal se dirige a aquellas personas que realizan una
actividad minera ilegal. Por lo tanto, fuera de su ámbito de aplicación quedarán las
conductas contaminantes que realizan los mineros que operan de manera legal, a
quienes, en todo caso, se les podrá sancionar si reúnen las exigencias típicas
previstas, con el delito de contaminación ambiental. Por lo tanto, puede decirse
que autores del delito de minería ilegal podrán serlo aquellos que no cuenten con
la autorización de realizar actividades mineras de exploración, extracción,
explotación u otras similares.
El sujeto pasivo de este delito, al igual que los delitos de contaminación, sigue
siendo la colectividad, pues en este punto el artículo 307-A del CP no establece
ninguna particularidad o cambio de circunstancias que conlleven una titularidad
individual del bien jurídico penalmente protegido. Esta alusión a la colectividad
como sujeto pasivo del delito, debe entenderse también aquí como la población
que radica en las zonas que impacta la actividad contaminante, en este caso, la
actividad de minería ilegal. Por lo tanto, no se trata de la afectación de un interés
universal, sino de una condición que disfruta un colectivo de personas en un
determinado momento y lugar.
b. La conducta típica
Sobre la base de lo acabado de decir, al margen del ámbito de aplicación del delito
de minería ilegal quedará también lo que se conoce como minería informal, esto
es, aquella que se desarrolla en zonas que es posible desarrollar la actividad
minera y cuando quien la realice haya iniciado un proceso de formalización
conforme a lo establecido en el Decreto Legislativo N° 1105. En tanto la persona u
organización de personas que realicen la actividad minera que se encuentren en
un proceso de formalización, su actividad no podrá enmarcarse en el tipo penal de
minería ilegal. Sin embargo, esto no impide que una actividad minera informal
pueda devenir en una actividad minera ilegal penalmente sancionada si es que no
se llega a obtener la formalización y persiste el desarrollo de la actividad minera.
c. El resultado típico
Este delito tiene una estructura alternativa, en el sentido de contener dos formas
distintas de realización del delito. Al igual que el delito de contaminación
medioambiental, el delito de minería ilegal requiere que la acción típica cause o
pueda causar un perjuicio, alteración o daño del ambiente o sus componentes, la
calidad ambiental o salud ambiental. En atención a este dato, lo dicho sobre el
primero de los delitos mencionados es completamente aplicable al segundo, por lo
que el delito de minería ilegal debe ser interpretado como un delito de peligro
concreto en relación con el medio ambiente o sus componentes, y como un delito
de peligro abstracto (cumulativo) en relación con la calidad y la salud ambientales.
Así las cosas, la realización ilegal de la actividad minera deberá producir un peligro
concreto de perjuicio, alteración o daño al ambiente o sus componentes, o
simplemente desbordar el estándar establecido en relación con la calidad o la
salud ambientales.
d. Elemento subjetivo
e. Consumación
f. Pena y agravantes
g. Concursos
Dada las ingentes ganancias económicas que se obtienen por medio del delito de
minería ilegal, es usual que este delito concurra con actos posteriores de lavado de
activos. Hay que tener en cuenta que la Ley contra el Lavado de Activos contempla
expresamente al delito de minería ilegal como un delito precedente, agravando
incluso la pena del tipo penal básico de lavado de activos en este caso (artículo 4
segundo párrafo del Decreto Legislativo N° 1106).
a. Sujetos
La redacción literal del delito regulado en el artículo 307 C del CP es abierta,
por lo que podría ser cometido por cualquier persona. Esta interpretación literal
debe, sin embargo, corregirse desde una perspectiva material, en el sentido de
que queda claro que lo que el tipo penal busca sancionar son los actos de
financiamiento de la actividad minera ilegal de otro. Bajo estas
consideraciones, queda claro entonces que autor del delito no podrá serlo el
que practica los actos de minería ilegal financiados, pues un financiamiento
está referido siempre al emprendimiento de otro. Uno no se financia a sí
mismo, sino que, en tal caso, lo que hace simplemente es decidir sobre el
destino de su propio patrimonio. De lo dicho cabe concluir que autor del delito
podrá serlo cualquier persona, con excepción del autor del delito de minería
ilegal financiado.
No hay duda que la incriminación de los actos de financiamiento de la minería
ilegal encuentra su fundamento en lo socialmente valioso de la estabilidad del
medio ambiente natural en beneficio de las personas que allí se desarrollan,
por lo que puede concluirse que este colectivo de personas es el sujeto pasivo
del delito. Sin embargo, debe resaltarse la peculiaridad de que la conducta
típica no contempla la puesta en peligro o lesión de dicho entorno natural, de
manera tal que el sujeto pasivo no tienen que verse efectivamente perjudicado
por la acción delictiva. No obstante lo anterior, el artículo 307 C del CP exige
como condición objetiva de punibilidad que la actividad de minería ilegal
financiada haya tenido lugar, lo que puede provocar un perjuicio ambienta
sobre cierta colectividad. Por lo tanto, puede decidirse que si bien la conducta
típica no exige una afectación al medio ambiente en el que habita la
colectividad titular del bien jurídico, la imposición de la sanción requiere que se
haya realizado la actividad de minería ilegal financiada que podría haberlo
hecho.
b. Conducta típica
La conducta típica consiste en financiar la comisión del delito de minería ilegal,
o sus formas agravadas. Por financiar se entiende toda aportación de dinero
para un determinado emprendimiento. El acto de financiamiento puede hacerse
también de forma indirecta, lo que sucede cuando se entrega bienes que
pueden ser realizados en dinero o se cede una línea de crédito que es utilizada
por el minero ilegal para proveerse de fondos o de los bienes requeridos para
su actividad. Desde el punto de vista de la relevancia típica, no es necesario el
cobro de algún interés o el establecimiento de algún tipo de contraprestación a
favor del financista, aunque esto sea lo usual. Por el contrario, la sola entrega
de bienes que sirvan a la realización del delito de minería ilegal (por ejemplo,
una draga, excavadoras o insumos químicos) no puede ser considerado, en
estricto, un acto de financiamiento, sino, a lo más, una complicidad en el delito
de minería ilegal.
Es oportuno precisar que el financiamiento de un delito no es equiparable a un
acto de instigación al mismo, pues el financista no despierta la resolución
criminal en el autor, ni tampoco lo determina a cometer el delito. El autor ya
está decidido a cometer el delito, solo que carece de los medios económicos
para poder emprender la actividad ilegal y recurre a otra persona para que le
provea de los fondos necesarios. Bajo estas consideraciones, queda claro
entonces que no se estaría tipificando como delito un acto de instigación al
delito de minería ilegal. Si bien la existencia de fuente de financiamiento de una
actividad minera ilegal puede ser un incentivo para decidirse a cometer un
delito de minería ilegal, tal decisión no es determinada por el que ofrece el
financiamiento, sino que es tomada sin ninguna injerencia por el que emprende
la actividad financiada.
El hecho de comprar los minerales extraídos ilegalmente tampoco es un acto
que pueda englobarse dentro del concepto de financiamiento. Este
comportamiento podría dar pie a la imputación de un delito de receptación o,
bajo determinadas condiciones, de lavado de activos. Pero no se estará ante
un acto de financiamiento en estricto, aun cuando el dinero recibido pueda ser
reinvertido en la continuidad del negocio ilegal. El dinero se encuentra como
contraprestación por unos bienes de procedencia ilícita, mas no como un
aporte económico para la realización de una futura actividad delictiva. Por lo
tanto, no es posible enmarcarlo dentro del ámbito de aplicación del delito
previsto en el artículo 307-C del CP.
Dado que los actos de financiamiento constituyen una conducta estereotipada
en el mercado dinerario, es posible que se planteen casos de prohibición de
regreso. En este sentido, si una persona concede, por ejemplo, un préstamo
conforme a los estándares legales y negociables, no responderá penalmente
como autor del delito de financiación de minería ilegal, si el que lo recibe lo
utiliza para realizar una actividad ilegal. El ámbito de competencia de las
personas o instituciones que otorgan regularmente préstamos, no alcanza al
uso que finalmente se haga con el dinero (mientras se encuentre
patrimonialmente respaldado), por lo que no se le podrá imputar objetivamente
un acto de financiamiento de minería ilegal. Y esta exclusión de la imputación
objetiva se mantendrá aun cuando el prestamista pueda sospechar o conocer
subjetivamente que el beneficiario del préstamo lo va a utilizar en una actividad
minera ilegal.
c. Elemento subjetivo
El delito de financiamiento del delito de minería ilegal se sanciona únicamente
a título de dolo. Por lo tanto, es necesario que se le pueda imputar al autor el
conocimiento de que está financiando indebidamente la realización de una
actividad minera ilegal configurativa del delito previsto en el artículo 307 A del
CP o de sus formas agravadas (artículo 307 B del CP). Evidentemente el
conocimiento no debe abarcar el tenor exacto de los dispositivos legales que
sancionan la minería ilegal contrario el medio ambiente.
Si el autor desconoce algunos de los aspectos esenciales del delito de
financiamiento de la minería ilegal, entonces podrá alegarse una situación de
error que, bajo cualquier circunstancia de evitabilidad, lleva a la impunidad,
pues la represión penal se limita a la actuación dolosa. No obstante, debe
tenerse en cuenta que la exclusión de la imputación en el nivel analítico de la
imputación subjetiva solamente se puede plantear si el acto de financiamiento
reúne los elementos que le dan relevancia objetiva (no tratarse, por ejemplo, de
una conducta neutral). Bajo estas consideraciones, si se trata de un acto de
financiamiento objetivamente prohibido, pero respecto del cual el autor
desconoce, por ejemplo, el uso que le dará quien lo recibe, entonces no podrá
imputarse el dolo y, por lo tanto, la conducta quedará al margen de lo punible.
d. Consumación
El delito de financiamiento de actividad minera ilegal está configurado como un
delito de peligro abstracto, en la medido que sanciona la realización de acto de
financiamiento de una actividad minera ilegal sin exigir que se produzca un
peligro o lesión a la estabilidad del medio ambiente. Desde esta perspectiva, el
delito se consumará con la sola realización del financiamiento directo o
indirecto. Sin embargo, la redacción del artículo 307 C del CP pone en
evidencia que el financiamiento debe llevar a la comisión del delito de minería
ilegal básico (artículo 307 A del CP) o agravado (artículo 308 B del CP). Esta
exigencia no debe ser entendida como el resultado de la acción de
financiamiento, pues no es el devenir natural de la acción de financiamiento,
sino que es un hecho que depende absolutamente de la decisión del minero
ilegal. Bajo este esquema de ideas, la comisión del delito de minería ilegal
básico o agravado se debe tomar como una causa objetiva de punibilidad, pero
no como un elemento típico. El delito se consumará con la realización de
aporte de financiamiento, aunque su castigo solamente podrá tener lugar si el
delito de minería ilegal financiado efectivamente se comete.
e. Penalidad
La pena prevista en el artículo 307 C del CP está compuesta por dos penas
conjuntas: Una pena privativa de libertad no menor de cuatro años ni mayor de
doce años y una pena de multa de cien a seiscientos días-multa. Como puede
verse, esta sanción es bastante mayor a la prevista para el propio delito de
minería ilegal financiado, lo que no resulta aceptable en términos de
proporcionalidad. La explicación de esta desproporcionalidad de la pena podría
encontrarse en el ánimo del legislador penal de desincentivar duramente uno
de los factores contributivos más claros de la minería ilegal en nuestro país. Sin
embargo, este objetivo de prevención general no puede desbordar un límite
garantista de naturaleza constitucional como es la proporcionalidad de las
penas.
Además de las penas conjuntas previstas en el artículo 307 C del CP, el
artículo 307 F del CP dispone que el agente del delito se le imponga también
una pena de inhabilitación conforme a lo establecido en el artículo 36 inciso 4
del CP. De manera concreta, la inhabilitación apuntaría a declarar la
incapacidad del condenado para obtener, a nombre propio o a través de
terceros, concesiones mineras, de labor general, de beneficio o transporte de
minerales metálicos o no metálicos, así como para su comercialización. La
pena de inhabilitación debe tener una duración igual a la pena privativa de
libertad principal.
f. Concurso
La configuración del financiamiento de la minería ilegal como un delito
autónomo, lleva a que pueda presentarse una relación de concurso de delitos
con una instigación en el delito de minería ilegal. Esta situación de concurso no
se presentará con una eventual imputación como cómplice del delito de minería
ilegal por haber suministrado fondos que se utilizaron para el desarrollo de la
actividad minera ilegal, pues es ese mismo hecho el que se independiza
típicamente y da lugar al delito previsto en el artículo 307 C del CP. Si el que
financia también es el que compra el material mineral extraído ilegalmente,
entonces podrá plantearse una situación de concurso de delitos con la
receptación o incluso, bajo ciertas condiciones, con el delito de lavado de
activos. El injusto penal contenido en el artículo 307 C del CP se limita a la
provisión de fondos para la actividad minera ilegal, pero no para la adquisición
y posterior tráfico de los bienes obtenidos como consecuencia de la explotación
minera ilegal.
Otra de las conductas periféricas a la minería ilegal que se sanciona como un delito
autónomo es la obstaculización o el impedimento de las labores de evaluación, control
y fiscalización relacionadas con la minería ilegal. Lo que el legislador penal pretende
reprimir son todos aquellos comportamientos que le impidan a la autoridad competente
detectar e impedir la realización de una actividad de minería ilegal. Pero debe quedar
claro que si bien directamente se protege el normal funcionamiento de la
administración pública encargada de la detección y el control de la actividad minera
ilegal, el fin de protección apunta a evitar el deterioro medio ambiental por parte de
este tipo de actividad. Bajo estas consideraciones, no basta con que se impida el
correcto ejercicio de las funciones asignadas a la autoridad administrativa competente,
sino que este ejercicio debe estar referido en el caso concreto a una actividad de
minería ilegal. De lo contrario, se trataría de un delito contra la administración pública
que no debería estar enmarcado dentro de los delitos de contaminación ambiental.
a. Sujetos
Sujeto activo del delito previsto en el artículo 307 D del CP puede ser cualquiera,
incluido el que realiza la actividad de minería ilegal. De hecho, lo usual es que sea
el que ejerce la minería ilegal el que procure, por todos los medios, mantener su
ilícito negocio, lo que implica muchas veces hacer frente a los organismos
estatales de detección y control. Esta conducta, por otra parte, no forma parte del
derecho a la no autoincriminación, pues el que una persona no esté obligado a
contribuir a descubrir su delito, no le faculta a impedir que los organismos
correspondientes cumplan con sus labores de detección y control.
b. Conducta típica
Un punto de especial importancia para poder afirmar la realización del tipo penal
es si resulta necesario que exista efectivamente una actividad de minería ilegal o si
solamente basta con que se obstaculice o impida una actividad administrativa
relacionada con la minería ilegal que no se da en el caso concreto. Lo primero
sería una exigencia excesiva, pues llevaría prácticamente a excluir de su ámbito
de aplicación los casos relacionados con la minería que está en proceso de
formalización y que, por tanto, no puede calificarse de ilegal. Lo segundo llevaría,
por el contrario, a una mera protección de las funciones de la administración,
dejando de lado la protección medioambiental que subyace en todos los delitos de
minería ilegal. Por lo tanto, la perspectiva más adecuada debe asumir una posición
intermedia, lo que significa que debe presentarse cuando menos una situación
potencial de minería ilegal. De esta manera, se podrá abarcar sin mayor
inconveniente los casos en los que existe un procedimiento de formalización.
c. El elemento subjetivo
d. Consumación
e. Penalidad
a) Sujetos
Sujeto activo del delito de preparación de la minería ilegal puede ser cualquier
persona. En caso de tratarse de una persona jurídica, habrá que determinar
quiénes han intervenido concretamente en la realización del delito. Es Evidente
que esta intervención puede darse tanto a nivel de la toma de decisión de los
órganos directivos, como al momento de ejecutar la conducta típicamente
relevante. Dado que se trata de un delito de preparación que anticipa la tutela
penal, la acción penal no repercute sobre un sujeto individual o colectivo. Por
tanto, el tipo penal sanciona una conducta que no está en referencia de
lesividad concreta con ninguna persona (individual o colectivamente definida).
b) Conducta típica
El articulo E del CP distingue dos figuras delictivas. Por un lado, el tráfico ilegal
de insumos químicos destinados a la comisión de delitos de minería ilegal; y,
por otro, el tráfico ilegal de maquinarias a ser utilizados en la realización de un
delito de minería ilegal. Pese a que las conductas típicas son muy similares,
existen diferencias estructurales que ameritan un tratamiento diferenciado.
El tipo penal de trafico de insumos químicos es de carácter mixto alternativo,
por lo que engloba diversas conductas, casa una de ellas capaz de configurar,
por sì misma, el tipo penal. Las conductas están referidas a diversos actos de
tráfico: adquirir, vender, distribuir, comercializar, transportar, importar, poseer o
almacenar. Lo usual es que una misma persona realice màs de una de estas
conductas típicas, pero eso no lo hará responsable de varios delitos, sino de
uno solo. Se trata de un caso de subsecuencia delictica, en la que la
realización del acto subsiguiente engloba el desvalor del acto antecedente. En
este sentido, si una persona adquiere el insumo quimico y luego lo vende,
habrá realizado dos conductas típicas, pero solamente se le podrá sancionar
por un solo delito.
El objeto material del delito está constituido por insumos químicos destinados a
la comisión de delitos de minera ilegal. En la ley que regula la interdicción de la
minería ilegal se hace mención a insumos químicos como el mercurio, el
cianuro de potasio, el cianuro de sodio o los hidrocarburos. Está claro que esta
indicación no constituye una lista cerrada, pues se pueden incluir otros insumos
igual de idóneos para ser utilizados en actividades de minería ilegal. Sin
embargo, el tipo penal se ha estructurado como una ley penal en blanco, de
forma tal que la conducta de trafico solamente será penalmente relevante si es
que se hace infringiendo leyes y reglamentos que están dirigidos a controlar
que ciertos insumos químicos no sean desviados a actividades de minería
ilegal. Por consiguiente, si tal contrariedad normativa no se presenta, entonces
el acto del tráfico quedará al margen de lo penalmente sancionado, con
independencia de que posteriormente los insumos sean usados en una
actividad ilegal. En nada cambia la sospecha e incluso certeza del comerciante
sobre la futura aplicación delictiva, pues si su actuación se ajusta a la
regulación administrativa de control, su comportamiento estará englobado
dentro del riesgo permitido.
El tipo penal del tráfico de maquinarias recoge igualmente diversas conductas
alternativas, cada una capaz de configurar por sí sola el delito: adquirir, vender,
arrendar, transferir, ceder en uso bajo cualquier título, distribuir, comercializar,
transportar, importar poseer o almacenar. Todas las conductas previstas
procuran englobar completamente el circuito de trafico de maquinarias
destinadas a ser usadas en delitos de minería ilegal, por lo que incluso el acto
de tenencia expresamente recogido (“poseer”) debe entenderse
necesariamente en ese contexto, de lo contrario todo delito de minería ilegal
llevaría inexorablemente aparejado el delito del articulo 307 E del CP, lo que no
es razonable, ni se corresponde con el sentido de la incriminación penal. El
denominador común de todos los actos típicamente recogidos es que acercan,
aseguran o ponen en manos de una persona maquinaria que utilizará para
cometer un delito de minería ilegal.
En la normativa administrativa de interdicción de la minería ilegal se mencionan
maquinarias específicas como cargadores frontales, retroexcavadoras,
volquetes, motobombas, compresoras y perforadoras neumáticas, camiones
cisternas para proveer combustible o agua, chutes, quimbaletes, molinos y
pozas de cianuraciòn. Si bien este referente permite concretar el elemento
típico general de “maquinarias”, nada impide que se puedan incluir otros
instrumentos igualmente idóneos para cometer el delito de minería ilegal. En
nada influye la potencia, tamaño , volumen o capacidad de carga de las
maquinarias, sino simplemente el hecho de que en el caso concreto, estén
destinados a ser usados para actividades de minería ilegal.
Dado que el tipo pena de tráfico ilegal de maquinarias incluye actos
relacionados con el transporte, la distribución y la comercialización de bienes
que no son de ilícito comercio, es posible que se presenten situaciones de
actuación neutral que no permitan la imputación objetiva del comportamiento.
En efecto, si el acto de transporte, distribución o comercialización se enmarca
en una prestación estereotipada, el destino que subjetivamente le piense dar la
persona que lo recibe o lo adquiere, no le asigna a la conducta neutral un
sentido delictivo, incluso bajo hipótesis de un conocimiento subjetivo de quien
realiza la prestación. Una exigencia generalizada sobre la base de dato
subjetivo, produciría una seria afectación al dinamismo actual del tráfico de
bienes.
C. Elemento Subjetivo
El delito preparación de la minería ilegal en sus dos modalidades de realización
se sanciona únicamente a título de dolo. El conocimiento del autor debe
abarcar especialmente que los insumos químicos o las maquinarias que son
objeto de tráfico están destinados a la comisión de los delitos de minería ilegal
y que esos actos de preparación son ya pasibles de sanción penal. En lo que
no parece existir una regulación unitaria es de si el dolo puede presentarse en
cualquiera de sus formas de aparición.
En el caso de los insumos químicos, el tipo penal exige que el autor actúe con
el propósito de destinar dichos bienes a la comisión de los delitos de minería
ilegal, lo que limita el dolo a los casos de dolo directo de primer grado. No
habrá espacio para el dolo directo de segundo grado, ni mucho menos para e
dolo eventual. En el caso de maquinarias, el tipo penal es más concesivo, pues
solamente exige que el autor actúe a sabiendas de que las maquinarias serán
destinadas a la comisión de delitos de minería ilegal. Esto permitirá incluir tanto
al dolo directo de primer grado (propósito), como al dolo directo de segundo
grado(o de consecuencias necesarias), dejando solamente al margen de lo
punible los casos de dolo eventual. Más allá de que el legislador penal haya
sido consciente o no de las consecuencias dogmáticas del tenor típico
utilizado, el hecho es que esa es la interpretación que se desprende
necesariamente de los términos utilizados.
D. Consumación
La configuración del delito previsto en el artículo 307 E del CP como un delito
de preparación hace que su consumación tenga lugar con la realización de
acto de tráfico. No es necesario que el delito de minería ilegal, para cuya
comisión estaban destinados los insumos o las maquinarias traficadas, se
ejecute y mucho menos que se consume. Si bien es posible una ejecución
parcial de alguno de las conductas típicas mencionadas, el hecho de que este
delito signifique una anticipación de la tutela penal, hace irrazonable una
anticipación mayor de la tutela penal con el castigo de la tentativa. Por esa
razón, la tentativa no será punible por razones de orden político-criminal, lo que
también le quita toda relevancia a la figura del desistimiento.
E. Concurso
Si el delito de minería ilegal, para cuya ejecución están destinados los insumos
o las maquinarias traficadas, se realiza, entonces se presentará una situación
de concurso de leyes. Si la misma persona que realiza el tráfico de los bienes,
los utiliza en una actividad de minería ilegal, queda claro que, por consunción,
deberá sancionársele únicamente como autor del delito de minería ilegal. Pero
si es otra persona el que realiza el delito de minería ilegal utilizando los bienes
traficados, entonces el que se los suministró responderá como cómplice
primeria del delito de minería ilegal, por lo que se presentará la duda de si debe
responder como autor del delito de preparación de la minería ilegal o como
cómplice de este delito. Dado que en ambos casos es el mismo hecho el que
se engloba en uno u otro tipo penal, lo que corresponde es tratar este cao
como un concurso de leyes, en el que deberá aplicarse el tipo penal de minería
ilegal por contener no solamente el aporte realizado con la entrega del insumo
o la maquinaria, sino porque además engloba el resultado lesivo contra el
medio ambiente. De lo contrario, se beneficiará al cómplice primario con el
marco punitivo más benigno que contiene el artículo 307 E del CP.
F. Penalidad
La dos modalidades de realización del delito de preparación de minería ilegal
(insumos y maquinarias) se sancionan con una penalidad conjunta: Una pena
privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años y una pena de
multa de cien a seiscientos días de multa. A estas penas se le debe sumar una
pena de inhabilitación conforme a los parámetros establecidos en el artículo
307 F del CP, lo que significa una incapacidad del condenado, por el mismo
tiempo que dure la pena privativa de libertad, para obtener a nombre propio o
tercero, concesiones mineras, de labor general, de beneficio o transporte de
minerales metálicos o no metálicos, o para comercializarlos.