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A MODO DE INTRODUCCIÓN:
El profesor Juan Orrego Acuña nos enseña que la responsabilidad, es uno de los principios
fundamentales del Derecho en general y del Derecho Civil en particular. En términos
generales, se genera la responsabilidad con ocasión de la infracción a una norma.
Entendiendo por ésta todo precepto jurídico, sea de rango constitucional, legal o
reglamentario, y aún de carácter contractual, pues conforme al art. 1545 del Código Civil.
Por ende, la infracción normativa no sólo incide en normas de carácter general, como
ocurre con un precepto legal por ejemplo, sino también tratándose de normas
particulares, como aquellas que tienen su fuente en un acuerdo de voluntades.
En todo caso, el principio de la responsabilidad es común a todo el derecho e incluso
podríamos decir que lo excede. En efecto, podríamos hablar de distintos tipos de
responsabilidades, muchas de ellas vinculadas al derecho, las que genéricamente
podríamos comprender dentro de una gran categoría “responsabilidad jurídica”, dentro
de la cual podríamos subdistinguir, siguiendo al profesor Corral, por una parte, una que
podríamos denominar disciplinaria, otra de carácter sancionatorio, como la penal y la
infraccional, y finalmente, otra que denominares “civil”. Existen otras, precisamente que
exceden lo jurídico como lo serían la política y la moral. Desde ya, es conveniente tener
presente que pueden existir supuesto en que un mismo hecho de lugar a distintas especies
de responsabilidad.
La denominada responsabilidad civil (en sus dos estatutos clásicos) es, hoy por hoy,
una de las áreas más desarrolladas por la doctrina y jurisprudencia en las últimas
décadas. En efecto, tal como ha ocurrido en otras latitudes, si bien el derecho chileno
de la responsabilidad civil está fundado en algunos textos legales pero también es
posible apreciar un importante aporte de la doctrina y la jurisprudencia. La mayor
parte de las reglas que sobre el particular estableció Bello mantienen formalmente
su vigencia, sin perjuicio de las distintas lecturas o sentidos que en distintos
momentos se les ha atribuido, atendidas las transformaciones que han
experimentado no sólo las actividades económicas sino muy especialmente la
sociedad y el interesante auge de los denominados derechos de la personalidad. Al
respecto, René Ramos Pazos destaca que hasta hace no mucho ella tenía entre
nosotros un escaso desarrollo y que el presente nos muestra un cuadro muy
diferente.
De lo expuesto se aprecia que la responsabilidad civil es en nuestro medio jurídico
actual una de las temáticas más estudiadas, lo que no es ajeno a otras latitudes y que
en gran medida ha estado determinado por el aumento de las actividades
económicas con las consiguientes situaciones de riesgo y daños que de ellas derivan.
Unido a ello, algunos autores destacan una suerte de desarrollo de una conciencia
resarcitoria por los afectados. En relación a lo anterior, el profesor Mauricio Tapia
sugiere que hoy por hoy las personas tendrían una menor tolerancia frente a los
riesgos, como quien dice ya la muerte de un paciente no es vista como una decisión divina
sino que necesariamente un humano ha de ser el responsable y éste debe responder. Al
respecto don René Ramos Pazos sugiere que en alguna medida ello es una
consecuencia del sistema económico imperante, época caracterizada por la
búsqueda del lucro y en donde, a su juicio, la responsabilidad extracontractual
ofrece un terreno fértil a los buscadores de dinero fácil.
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DEFINICIONES BASICAS:
c)el principio de compensación de culpas, consagrado en el art. 2330 del Código Civil.
Operará, cuando el resultado nocivo es consecuencia tanto del autor del ilícito como de
la víctima, lo que deriva en una reducción del monto de la indemnización en atención a
que la víctima se expuso imprudentemente al daño. Este principio, entonces, afecta al
principio de la reparación integral del daño causado.
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Más adelante veremos que precisamente por la ubicación de este principio en ese
artículo se ha generado cierta discusión sobre su extensión a la responsabilidad civil
contractual.
FUNDAMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD
Dos tendencias existen principalmente para fundamentar la responsabilidad: la
clásica de la responsabilidad subjetiva o por culpa, y una moderna de la
responsabilidad objetiva o sin culpa.
LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA
La doctrina clásica señala como fundamento de la obligación que la ley impone de
indemnizar el daño causado, la culpabilidad del agente, esto es, la actitud reprochable
del autor del delito o cuasidelito o del incumplidor, que puede recorrer una cierta
graduación desde el dolo a la más leve negligencia, pero que le impone la necesidad
de responder de su conducta.
De esta forma, dos son los requisitos fundamentales de la responsabilidad
extracontractual: el daño y que él haya sido originado por la culpa o dolo de quien
lo ha provocado.
Aunque el punto ha sido discutido por algunos autores franceses, es indudablemente la
doctrina del Código Civil francés y del nuestro y demás seguidores de aquél.
En concreto así entendida ella conlleva un análisis del comportamiento del individuo,
de allí que se le denomine “subjetiva”.
La profesora Carmen Domínguez destaca que la responsabilidad civil fue concebida en
las codificaciones decimonónicas inspiradas en el Code como una forma de moralizar las
conductas de los hombres por la vía del reproche dirigido a aquel que había infringido las
normas sociales, conclusión, que resulta manifiesta del simple análisis del fundamento
mismo en torno al cual se estructuraba todo el sistema resarcitorio: la culpa. Los artículos
2314 y 2329 consagran el principio de la reparación de los daños causados por culpa o
dolo y configuran el sistema regulado por nuestro codificador.
a)No puede haber responsabilidad si no se declara la culpa o dolo del hechor, siendo
la culpabilidad presupuesto necesario de la responsabilidad civil.
Gran inconveniente: La víctima solo puede obtener la reparación del daño si prueba
el dolo o culpa del autor. Lo que no siempre es fácil, especialmente en un sistema de
prueba legal o tasada y con mayor dificultad en caso de existir desigualdad entre la
víctima (por ejemplo, un obrero o persona humilde) y el demandado (una empresa o una
persona con recursos).
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LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA
Esta teoría fue formulada en Alemania por Mataja (1888), en Italia por Orlando (1894) y
en Francia por Saleilles y Josserand (1897). Josserand publicó “De la responsabilité du
fait des choses inanimées”, proponiendo la nueva teoría que se basaba en el adagio ubi
emolumentum, ibi onus; según el cual quien saca provecho del riesgo debe soportar sus
cargas.
En atención a nuevas concepciones sociales y económicas surge la doctrina de la
responsabilidad objetiva, estricta (derecho anglosajón) o por riesgo (derecho
francés), en la que no se atiende como lo anterior a la conducta del agente, a su
culpabilidad, sino meramente al resultado material que de ella ha derivado: el daño.
Se la llama responsabilidad objetiva por prescindir de los contenidos subjetivos
(dolo o culpa) del modelo clásico.
La idea básica es que toda actividad que provoque un riesgo para otro torna a su
autor responsable del perjuicio que dicha actividad pueda causar, sin que se tenga
que probar a su respecto la culpa como origen del daño, esto último, sobre la base de
la dificultad probatoria que conlleva y en consecuencia la carga adicional que impone a
la víctima.
De esta forma, de un acento centrado en la persona del culpable se ha pasado a
considerar más a la víctima y se ha privilegiado la idea de reparación del daño por
sobre la de sanción a un hecho ilícito, tránsito que en gran medida estaría determinado
por la características de la sociedad moderna y su economía (industrialización, accidentes
labores, medios de transporte nuevos (ferrocarriles, aviones, vehículos motorizados) y la
utilización de productos peligrosos (contaminación).
Algunos autores han destacado el desarrollo de los seguros, que incluso se ha impuesto
por ley a muchas actividades, como un factor que ha contribuido al desarrollo de la
responsabilidad. Al respecto Le Tourneau señala que los tribunales ya no dudan en
condenar a alguien a reparar un daño, incluso en ausencia de una verdadera culpa,
al saber que el demandado no soportará el peso de la responsabilidad.
daño, diferentes tipos de responsabilidad sin culpa pero atribuibles a otros factores
de imputación diversos del mero nexo causal. El más recurrido de todos ellos fue el
concepto de riesgo, en sus dos versiones: “riesgo provecho” (quien realiza una
actividad riesgosa de la cual obtiene beneficios económicos, debe responder por los
perjuicios que se causen en ella), y “riesgo creado” (quien dirige una actividad que crea
riesgos en su propio interés, sea o no pecuniario, debe responder de los daños causados).
De allí que muchas veces se usa como sinónimo el concepto de responsabilidad
objetiva y el concepto de responsabilidad por riesgo.
La responsabilidad estricta u objetiva tiene como antecedente el riesgo creado y no la
negligencia, de modo que es indiferente el juicio de valor respecto de la conducta del
autor del daño. De esta forma, la responsabilidad es un problema de causalidad y no
de imputabilidad.
En esta clase de responsabilidad, la obligación de indemnizar es impuesta sin
necesidad de calificar la acción, bastando que el daño se produzca en el ejercicio de
una actividad considerada riesgosa. En ella se exige que el hecho se verifique dentro
del ámbito de la actividad sujeta al régimen de responsabilidad estricta y que exista
una relación de causalidad entre el hecho y el daño.
En relación a lo anterior se destaca que el fundamento de la responsabilidad por riesgo
resulta sin duda del señorío o dominio que el responsable tenía o debía normalmente
haber tenido sobre las personas o las cosas por las cuales debe responder.
Para ilustrar la diferencia entre una y otra concepción, se suele dar el siguiente ejemplo:
Una persona atropella a otra que atraviesa un cruce teniendo a su favor la luz verde del
semáforo; el conductor responde por culpa, pues ha infringido el Reglamento respectivo.
En cambio, en el mismo ejemplo, el conductor tenía a su favor la señalización y ha
respetado en todas sus partes el mencionado Reglamento, manejaba con prudencia sin
que nada pueda reprochársele. En la responsabilidad subjetiva no tiene obligación de
indemnizar, pues no tiene culpa. En la objetiva, sí, porque el sólo hecho de manejar un
vehículo crea un riesgo de accidente.
Algunos autores consideran que al suprimirse todo factor de orden moral o
psicológico, desaparece la idea de responsabilidad pues ella conlleva la idea de
imputabilidad moral y de esta forma esta concepción objetiva al no satisfacer ningún
principio jurídico es un retroceso a los tiempos bárbaros.
Con todo, como dice Enrique Barros, conviene advertir que los sistemas de
responsabilidad por culpa y objetiva admiten variaciones que los acercan.
Así, en los sistemas de responsabilidad por culpa, la tendencia a la objetivación de
la culpa (el juicio de valor respecto de la conducta se efectúa sobre la base de un patrón
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SITUACIÓN EN CHILE
(Elaborado en base a artículo de la profesora Carmen Domínguez)
El sistema de responsabilidad subjetiva (que supone la existencia de un
comportamiento doloso o culposo), es el régimen común de responsabilidad en el
derecho nacional, con excepción de algunas hipótesis de responsabilidad objetivas,
que eran, en todo caso, escasas en nuestro sistema decimonónico (nuestras reglas de
responsabilidad civil fueron tomadas esencialmente del derecho francés y no del derecho
romano).
Con la proliferación de los daños y especialmente por los problemas que plantea la
culpa frente a la necesidad de reparar a las víctimas, esta exigencia se ha ido
progresivamente debilitando, hasta llegar, en muchos casos, a ser suprimida
mediante el expediente de la objetivación. Ello se refleja en que el viejo principio
consagrado en los códigos decimonónicos de que “no hay responsabilidad sin culpa”,
se ha reemplazo por el de que “todo daño debe ser indemnizado”. En todo caso, la
situación en nuestro país dista de haber llegado a tal estado.
En efecto, sigue siendo el paradigma de la responsabilidad civil la subjetiva, pero es
posible apreciar que la responsabilidad por riesgo se ha impuesto en ciertas
actividades económicas, aunque no sin resistencias (en este sentido importante ha sido
el debate en relación a la ley de protección al consumidor (ley 19.496) y ley de bases del
medio ambiente (ley 19.300).
El Código Civil originalmente contenía algunas hipótesis de responsabilidad sin
culpa (la del art. 2327 (animal fiero que no reporta utilidad para la guardia o servicio de
un predio) y, en todo caso no exentas de discusión, la del art. 2321 (daños ocasionados
por delitos o cuasidelitos de los hijos que conocidamente provengan de mala educación
o de hábitos vicios que los padres les han dejado adquirir) y la del art. 2328 (daño
ocasionado por las cosas que se arrojan o caen desde la parte superior de un edificio, daño
imputable a todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización
se dividirá entre todas ellas, a menos que se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala
intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será responsable esta sola.
Como se advierte, en el primer caso se trata de responsabilidad sin culpa o estricta, que
se distribuye entre todos quienes pudieron provocar el daño).
Con el tiempo y en gran medida influenciado por lo que ha ocurrido en otros
ordenamientos se ha desencadenado una suerte de revisión del sistema clásico.
Primero, en el área del derecho laboral (accidentes del trabajo (ley 4.055 de 1924, hoy
ley 16.744 de 1968, con sus modificaciones) y que, con el tiempo, determinó, por una
parte, una proliferación de hipótesis legales de responsabilidad objetiva, y por otra, una
revisión de ciertos aspectos de la culpa por vía jurisprudencial, tal como también ocurriera
en el derecho comparado.
debidos a fuerza mayor extraña o que no tenga relación alguna con el trabajo, y aquellos producidos
intencionalmente por la víctima (Ley Nº 16.744, art. 5). Estos accidentes están cubiertos por un seguro
obligatorio financiados principalmente por aportes del empleador, y contempla prestaciones por
incapacidad temporal, invalidez parcial o total y muerte.
La negligencia inexcusable del trabajador no excluye la responsabilidad del empleador, y sólo da lugar a la
aplicación de una multa (art. 70 inc. 1º).
Si el accidente se debe a culpa o dolo del empleador, la víctima y las demás personas a quienes el accidente
causa daño tienen acción para reclamar de éste una indemnización complementaria por todo perjuicio no
cubierto por el sistema de seguro obligatorio, inclusive el daño moral; además, el organismo administrador
del seguro tendrá acción contra el empleador para obtener el reembolso de lo pagado (art. 69).
2)DAÑOS OCASIONADOS POR EL CONDUCTOR DE UN VEHÍCULO MOTORIZADO. Para
proteger a las víctimas de accidentes la Ley de Tránsito (18.290) contempla la responsabilidad estricta del
propietario del vehículo y otros sujetos por los daños ocasionados por el conductor (art. 174). Esta regla
contiene una hipótesis de responsabilidad estricta por el hecho ajeno, en virtud de la cual el propietario o
el tenedor a cualquier título de un vehículo motorizado responde solidariamente con el conductor del
vehículo por los daños causados, a menos que acrediten que el vehículo fue usado contra su voluntad, esto
es, en base a circunstancias que equivalen a casos de fuerza mayor.
3)RESPONSABILIDAD DEL EXPLOTADOR DE AERONAVES POR DAÑOS OCASIONADOS EN
CASO DE ACCIDENTE AÉREO. Ley nº 18.916, Código Aeronáutico, arts. 142 y siguientes.
4)DAÑOS OCASIONADOS POR DERRAMES DE HIDROCARBUROS Y OTRAS SUSTANCIAS
NOCIVAS EN EL MAR. Decreto Ley nº 2.222, arts. 144 a 146.
5)DAÑOS NUCLEARES. Ley nº 18.302, ley de Seguridad Nuclear, ARTS. 49 Y SIGUIENTES.
6)CÓDIGO DE MINERÍA.ARTS. 14 Y 113.
7)DAÑOS EN LA CONSTRUCCION. Responsabilidad del primer vendedor por los perjuicios que
provengan de fallas o defectos de la construcción, quien puede repetir en contra del constructor o
profesional que haya causado la falla o defecto). (DFL 458 de 1975, modificado por la ley 19.472).
8)CASO DEL ART. 19 N° 4 INCISO 2° DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA. Establece la
responsabilidad solidaria de los propietarios, editores, directores y administradores de los medios de
comunicación en caso de daños causados cuando a través de su medio de comunicación se haya cometido
un delito contra la honra o vida privada de la persona. Es objetiva pero fundada en la comisión de un ilícito
punible (que requiere dolo).
Este artículo de la Constitución, debemos relacionarlo con los artículos 4 y 42 de la Ley número 18.575,
sobre “Bases Generales de la Administración del Estado”, publicada en el Diario Oficial con fecha 5 de
diciembre de 1986. El artículo 4 establece la responsabilidad del Estado por los daños que causen los
órganos de la Administración en el ejercicio de sus funciones. Por su parte, el artículo 42 de la Ley N°
18.575, que prescribe la responsabilidad de los órganos de la Administración del Estado por los daños que
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causen por falta de servicio: “Los órganos de la Administración serán responsables del daño que causen
por falta de servicio.
En el artículo 53 N° 1, parte final, al establecer que el funcionario declarado culpable
(por el Senado, al conocer de las acusaciones de la Cámara de Diputados) será juzgado
de acuerdo a las leyes por el tribunal competente, tanto para la aplicación de la pena
señalada al delito, si lo hubiere, cuanto para hacer efectiva la responsabilidad civil por los
daños y perjuicios causados al Estado o a particulares.
De esta forma, la transgresión de derechos constitucionales que causa daño, debe ser
materia de responsabilidad civil. La pertinente regulación de la tutela civil de los
derechos constitucionales, debe hacerse por la ley, y no por normas de inferior
jerarquía. Los derechos constitucionales más importantes, desde el punto de vista
de un sistema de reparación de daños, son los siguientes:
El derecho a la vida y a la integridad física o psíquica (artículo 19 N° 1);
El derecho a la libertad (artículo 19 N° 7);
El derecho a la protección de la salud (artículo 19 N° 9);
El derecho a la honra y a la vida privada (artículo 19, números 4 y 5); y
El derecho a la propiedad (artículo 19 números 23, 24 y 25).
a)Determinación del campo residual y del ámbito cerrado, vale decir, saber cuál es
el régimen que recoge los casos no previstos (“derecho común”);
RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL
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LA OBLIGACIÓN DE SEGURIDAD
Hay contratos que por su ejecución implican un riesgo de daño a la persona misma
de uno de los contratantes, como ocurre muy principalmente en el de transporte. Es
un presupuesto para que la responsabilidad sea contractual que el daño provenga de la
infracción de alguna de las obligaciones del contrato.
De ahí que, en caso de accidentes, se discute si éstos pueden considerarse
incumplimiento de una obligación del deudor, sosteniéndose por algunos que se
trataría de una responsabilidad extracontractual, pues sería imposible la vigilancia
permanente de éste sobre los actos del trabajador durante la ejecución del contrato.
Otra tesis que tiende a imponerse hoy en día y elaborada principalmente por la
doctrina y jurisprudencia francesas sostiene que en cierto tipo de contratos existe
una obligación de seguridad que obliga al deudor a ejecutar el contrato de manera
que el acreedor resulte sano y salvo (obligación que además sería de resultado), de
manera que si no cumple esta obligación, y el acreedor sufre algún daño en su
persona, la responsabilidad es contractual. La importancia capital que ello tiene es
eximir a éste de la prueba de la culpa. La noción de que el deudor tiene la obligación
de garantizar la seguridad del acreedor surge, jurisprudencialmente, en Francia, en un
caso de transporte marítimo de personas (sentencia de 1911), siendo pronto ampliada a
todos los empresarios de transportes de pasajeros, por cualesquiera vías. En esa nación,
los fallos han sido muy numerosos y reiterativos: el transportista debe conducir al
pasajero sano y salvo al lugar de destino.
Al respecto el profesor Larroumet señala que es una obligación inherente a algunos
contratos porque forma parte de su esencia (¿Cómo se podría concebir el contrato de
transporte de pasajeros sin poner a cargo del transportista una obligación de seguridad?).
La seguridad de las personas y de los bienes es una parte del contenido en algunos
contratos, surgiendo de esta forma, en caso de infracción, responsabilidad
contractual.
En nuestro sistema, según Abeliuk no cabe duda que en el contrato de transporte
existe para el acreedor esta obligación de seguridad; el art. 2.015 lo señala
expresamente: “el acarreador es responsable del daño o perjuicio que sobrevenga a la
persona por la mala calidad del carruaje, barco o navío en que se verifica el transporte”,
responsabilidad que se ve confirmada por el art. 207, inc. 2º, en relación con el art.
171 del Código de Comercio.
Esta obligación de seguridad, cuya máxima trascendencia incide en el contrato de
transporte, también se señala doctrinariamente que existe en el contrato para el uso de
aparatos mecánicos en ferias de diversiones, en el hospedaje, en la enseñanza de la
equitación, de manejo de vehículos, etc.
c)puede darse una concurrencia alternativa caso en el cual se concede al actor una
opción de acciones.
Barros precisa que el llamado concurso de responsabilidades no se refiere a una
acumulación de pretensiones indemnizatorias que tienen dos fuentes diferentes,
pues ello conduciría a una doble reparación de un mismo daño y un enriquecimiento
sin causa correlativo. En tal sentido en que propiamente puede hablarse de acumulación
y respecto de ello es posible afirmar que en forma casi unánime se rechaza la posibilidad
de unir las dos responsabilidades para el cobro de doble indemnización.
1)La primera tiene que ver con la calificación jurídica del hecho que da lugar a la
responsabilidad ¿es posible que un mismo hecho sea constitutivo, a la vez, de un
incumplimiento de contrato y de un ilícito extracontractual?
En relación a la primera pregunta se señala que son muchas las hipótesis en que un
mismo hecho puede ser calificado como incumplimiento contractual y como ilícito
(médico que incurre en negligencia en la atención convenida con un paciente). En
general se refiere a todos aquellos casos en que conjuntamente con un incumplimiento
de una obligación contractual se esté frente a una infracción de deberes generales
de cuidado.
eludir el régimen contractual, si los daños que reclaman se han producido por la
infracción de un contrato. El recurso a la responsabilidad extracontractual sólo es
posible cuando entre víctima y autor del daño no existe una previa relación contractual o,
cuando existiendo, los perjuicios invocados no provengan de su incumplimiento. Sin
perjuicio de lo señalado, la profesora Domínguez destaca la existencia de sentencias
en materia de accidentes del trabajo y de responsabilidad médica en las que es
posible entender una recepción de la llamada teoría de la opción, esto es, que la
víctima tiene la libertad para elegir, pero sin que sobre el particular se haya dado
razón de cuáles son los fundamentos procesales o sustantivos que autorizarían esa
elección.
En relación a lo señala es necesario destacar que algunos autores postulan que se trata
de un falso problema porque no hay cúmulo, esto es, acumulación de
responsabilidades, sino que opción entre ellas, y más limitadamente aún, posibilidad
de abandonar la responsabilidad contractual para asilarse en la delictual. El cúmulo
se produce en el hecho mismo, que es considerado a un tiempo como incumplimiento
imputable y hecho ilícito.
Agregan, que es un falso problema, porque resulta evidente que si el legislador, a
falta de estipulación de las partes, ha reglamentado la responsabilidad del deudor
por el incumplimiento, dichas normas (Título XII) son las que deben aplicarse y no
otras.
Ello no impide, naturalmente, que un mismo hecho pueda generar responsabilidad
contractual respecto del acreedor (daños a éste) y extracontractual hacia otras
personas, por los perjuicios personales que el incumplimiento les ha ocasionado
(parientes que vivían a expensas de la víctima de un accidente, por ejemplo); ni
tampoco es obstáculo para que entre las mismas partes puedan darse al mismo
tiempo responsabilidades contractuales y extracontractuales, como el vendedor que
debiendo la entrega del vehículo, atropella con el mismo al acreedor.
Por su parte, no obstante ser el principal exponente de la teoría de la
incompatibilidad, el profesor Alessandri mencionaba dos casos de excepción en que
el demandante podría elegir entre demandar la responsabilidad contractual y la
extracontractual:
1º.-Si las partes así lo han convenido.
En ello no hay nada excepcional a las reglas de la responsabilidad contractual, porque las
partes pueden modificar las normas legales supletorias como estimen conveniente, y si
están facultadas para hacer aplicables una por una todas las soluciones de la
extracontractual, con mayor razón para hacerla aplicable integralmente o darle opción al
acreedor.
2º.-Cuando la infracción al contrato constituye típicamente un delito o cuasidelito
penal, como ocurre en los casos del art. 470 Nº 1 y 491 del C.P., porque -se dice- de todo
delito nace acción penal para el castigo del culpable, y puede nacer una civil para obtener
la indemnización establecida por la ley a favor del perjudicado.
Corral destaca que la Corte parece limitar la facultad de optar para los supuestos
de responsabilidad civil médica, pero la amplitud de los argumentos esgrimidos para
rechazar el "non cumul" permite aventurar que la teoría de la opción pueda más
adelante hacerse extensiva a otras materias en las se produce la misma concurrencia
o concurso entre las normas de ambos regímenes de resarcimiento de perjuicios
(daños por transporte de personas, accidentes del trabajo, lesiones por productos
defectuosos, etc.).
IMPORTANTE:
En el evento que las pretensiones reparatorias sean idénticas y tengan por fundamento el
mismo daño, no hay duda que ambas pretensiones no se pueden acumular pues daría
lugar a un enriquecimiento sin causa, pero nada impide que se demande la
responsabilidad por incumplimiento contractual y subsidiariamente por ilícitos
extracontractuales, o viceversa, según la regla del inciso segundo del art. 17 del
C.P.C.
Sobre el particular el profesor René Ramos Pazos precisa que ese concepto es inexacto
pues constituye sólo una parte de los efectos de las obligaciones, esto es, los que se
producen cuando el deudor incumple, pero no cubre la situación normal que se da
cuando el deudor cumple lo convenido. Al respecto, cita al profesor Hernán
Troncoso Larronde, quien destaca que el primer efecto de una obligación será el
pago voluntario, pero si no se paga voluntariamente la ley confiere ciertos derechos
al acreedor para obtener el cumplimiento forzado de la obligación.
Como hemos tenido ocasión de destacar, sin perjuicio de que ello no sea correcto,
también se sugiere que en el título XII contendría el estatuto de la responsabilidad
contractual, sin perjuicio que el legislador no lo denomina de esa forma. Como
consecuencia de ello, se suele entender que habría coincidencia entre lo que podríamos
llamar responsabilidad contractual y el efecto de las obligaciones. Ello explica que en la
generalidad de los manuales exista un capítulo para la responsabilidad que nace de
los delitos y cuasidelitos y no encontremos uno que se destine a la responsabilidad
contractual, pues se entiende que el estudio de los efectos de las obligaciones supone
el estudio de la responsabilidad contractual, sin perjuicio, como ya advertimos, de
que sólo algunas disposiciones del título XII tenga con supuesto la existencia de un
contrato.
Al respecto, el profesor Carlos Pizarro Wilson, en un artículo “Panorama de la
Responsabilidad Contractual en el Derecho Chileno”, señala que la el estudio de la
responsabilidad contractual ha estado marcado por la comparación con el estatuto
de la responsabilidad extracontractual. El autor en referencia precisa que el Código
Civil chileno provee diversas acciones al acreedor ante el incumplimiento imputable
al deudor, las que conviven sin mayor armonía en la práctica forense. En ciertas
ocasiones el incumplimiento se traduce en forzar al deudor a la ejecución de la
obligación. En otros casos procede un simple pago por equivalencia y en otros
cumple una genuina función de reparación. En función de ello, se plantea como
interrogante qué debe entenderse por responsabilidad contractual y precisa como
temas a dilucidar:
a)funciones de la responsabilidad contractual. ¿Debe entenderse como un simple pago
por equivalencia de la prestación debida o, desde otra óptica, se le puede reconocer una
función más amplia, que comprende no sólo la prestación debida, sino también todos
aquellos perjuicios a bienes distintos al objeto del contrato o que recaen en la persona del
deudor?;
b)la autonomía de la acción indemnizatoria contractual. Ello se vincula con
determinar si para poder exigir el pago por equivalencia debe el acreedor agotar los
medios de cumplimiento por naturaleza o en especie de la obligación incumplida
(cumplimiento forzado) y de terminar con la posición jurisprudencial que permite al
deudor enervar la acción de resolución durante el curso del juicio pagando o
ejecutando lo pactado. En este mismo sentido, ha de resolverse la relación entre la
indemnización de perjuicios de carácter contractual y su dependencia con la acción
para exigir la ejecución forzada o la resolución en los contratos bilaterales.
c)Régimen legal de la responsabilidad contractual. En relación a ella, el profesor
Pizarro destaca que en Chile no se hace excepción a los elementos de la responsabilidad
contractual, los que se concretan en un hecho imputable al deudor, la mora, un daño y el
vínculo causal.
Sin perjuicio de las prevenciones anteriores, para los efectos de nuestro curso, que
supone el estudio tanto de la responsabilidad contractual como la extracontractual,
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analizaremos en primer término las reglas que el Código Civil contiene en el Título
XII (De los efectos de las obligaciones) y luego nos dedicaremos al estudio de las
disposiciones que contiene el Título XXXV (De los delitos y cuasidelitos).
Precisamente al tiempo del estudio de la responsabilidad por delitos y cuasidelitos
tendremos la ocasión de contrastar o comparar las diferencias que en nuestro
ordenamiento existen en función de la fuente de la obligación y al tiempo de estudiar
los efectos de las obligaciones abordaremos los temas que el profesor Pizarro analiza
en su artículo en relación a la responsabilidad contractual.