SALA II
VISTOS:
CONSIDERANDO:
a) La cita del fallo “Osmifa SA” de la Sala I es, cuanto menos, parcial en virtud de que
omite el voto en disidencia del doctor Balbín por el que declara la inconstitucionalidad
del artículo 94 de la ley de procedimientos administrativos.
d) Las sanciones tributarias, como la multa del “sub lite”, poseen naturaleza penal, por
lo que se les aplican los principios básicos del Código Penal, entre ellos el de aplicación
de la ley penal más benigna. Afirma que la sentencia apelada omitió la aplicación al
caso de una norma legal posterior más benigna (L. 1543 que modificó el tipo legal del
art. 100 del CF vigente) que desincriminó la conducta infraccional que se le imputa.
h) La sentencia apelada resulta arbitraria por haber omitido la aplicación al “sub lite”
de una ley posterior desincriminante de la conducta sancionada.
Así, tales obligaciones relativas al período mensual 8 de 2002, vencían el día jueves 12
de setiembre de dicho año, y fueron ingresadas el lunes 16 de setiembre de 2002 (ver
fs. 217 y 225 -EA-).
5. Que sentado ello, corresponde puntualizar que, tal como surge del apretado repaso
efectuado, la accionante impugnó el 26 de enero de 2004 en sede administrativa la
resolución que le aplicó una multa -resolución (DGR) 4103/2003-, y le había sido
notificada el 16 de diciembre de 2003 a las 13 horas. Esto es, lo hizo luego de ocho (8)
días hábiles de vencido el plazo de 15 días previsto en el Código Fiscal para la
interposición del recurso de reconsideración, tal como surge de las constancias
obrantes a fojas 258 y 270/72 -EA-.
Adviértase que, conforme surge de los hechos alegados por las partes en este estado
preliminar del proceso, en el presente caso los ocho días hábiles de demora en que
habría incurrido el contribuyente para cuestionar el acto en sede administrativa, en
virtud de la pretendida falta de control judicial del acto que resolvió el fondo de la
denuncia de ilegitimidad, operarían en la práctica como un verdadero y brevísimo plazo
de prescripción que le haría perder el derecho de cuestionar ante el Poder Judicial una
multa de más de cien mil pesos motivada en el ingreso voluntario con un día hábil de
retraso del tributo en cuestión.
Por su parte, esta Sala ha sostenido que la doctrina de la división de los poderes, con
su respectivo sistema de frenos y contrapesos, ha sido plasmada por nuestros
constituyentes de 1853 principalmente en los artículos 29, 75, 76, 99, 108 y 109 de la
ley fundamental, y que la propia experiencia histórica de la que emergía la Nación en
esos momentos, indujo al legislador a reforzar tal modelo republicano con
disposiciones más enfáticas aún que las de su precedente norteamericano. En la
misma línea de tradición institucional se expidieron los convencionales porteños de
1996 al sancionar la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en cuanto reiteran la
prohibición al ejecutivo de ejercer funciones judiciales y legislativas (arts. 103 y 108).
De allí que, la armónica interpretación de las normas mencionadas impide en modo
claro y terminante aceptar la existencia de una suerte de “zona franca” en cabeza de la
Administración, en la cual pudiese dictar normas de carácter general y resolver
controversias sin intervención de los Poderes Legislativo y Judicial (esta Sala -
“Gamboa, Carlos Alfredo c/Secretaría de Educación -GCBA- s/amparo [art. 14,
CCABA]” - 12/10/2001 - LL - 2002 - T. C - pág. 2).
Ello por cuanto, no resulta posible efectuar una interpretación integradora que
preserve -respecto del caso- la vigencia de la norma que se cuestiona y, a su vez,
contemple la plena vigencia de la garantía de defensa en juicio y de acceso a la
jurisdicción previstas en los artículos 18, Constitución Nacional y 12, inciso 6) y 13,
inciso 3) de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y al mismo tiempo
preserve la vigencia del principio “pro accione”, reconocido por la Corte Suprema como
un criterio a seguir en materia contencioso administrativa (Fallos: 312:1306).
Por último, resta señalar que en sentido análogo al aquí propiciado se pronunció en
disidencia el doctor Carlos F. Balbín, el 10 de setiembre de 2001, en los autos “Osmifa
SA c/DGR (R. [DGR] 5300/2000) s/recurso de apelación judicial c/decisiones de DGR”,
expediente RDC-50 de la Sala I de esta Cámara de Apelaciones.
8. Que contra lo así resuelto dedujo y fundó recurso de apelación la demandada (fs. 60
y 90/104). Al expresar sus agravios la apelante sostuvo que la medida se dictó con
ausencia de fundamento normativo, al no reunirse los presupuestos legales esenciales
para su procedencia. Indicó que no se efectuó ninguna referencia al daño grave que
sufriría la actora si la medida solicitada fuese denegada.
Señaló que el peligro en la demora sólo fue analizado desde el punto de vista de la
actora y no desde el de la demandada que se vio impedida de accionar en la justicia.
Luego, destacó que el acto suspendido se encontraba firme y consentido por la actora
y que la contracautela fijada en primera instancia resulta insuficiente.
Por último efectuó reserva del caso constitucional y federal para el caso que se adopte
una resolución contraria a sus intereses.
Esta Sala afirmó que los actos constitutivos de infracción que den lugar a la imposición
de sanción no pueden ser judicialmente ejecutados mientras sean cuestionados en
sede judicial y la decisión a su respecto no se encuentre firme; siendo por ende
automática la suspensión con motivo de la interposición de acciones judiciales.
En estos casos no cabría hablar de “suspensión” de los efectos de un acto -por lo que
no es necesario solicitar una medida cautelar-, sino que su eficacia queda demorada
hasta que, eventualmente, adquiera firmeza.
Por todo lo expuesto, corresponde revocar la medida cautelar dictada a fojas 53/55.
10. Que atento las particularidades del caso y la dificultad que presenta su
interpretación que pudo haber inducido razonablemente a las partes a considerarse
con derecho, corresponde imponer las costas de la incidencia cautelar en el orden
causado.
1. Que toda vez que los considerandos 1 a 4 del voto que antecede resumen
adecuadamente las constancias de la causa, cabe tenerlos por reproducidos a efectos
de evitar reiteraciones innecesarias.
El citado artículo 94 es muy claro al señalar que el vencimiento de los plazos para
interponer recursos administrativos causa la pérdida del derecho para hacerlo. De esta
manera queda firme el acto, imposibilitando el agotamiento de la vía administrativa,
requisito incuestionable para habilitar la instancia judicial.
Esteban Centanaro
RESUELVE:
1. Hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la actora y tener por habilitada
la instancia judicial, declarando para ello la inconstitucionalidad del artículo 94 de la ley
de procedimientos administrativos en cuanto prescribe que “[l]a decisión que resuelva
la denuncia de ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”. 2.
Revocar la medida cautelar dispuesta a fojas 53/55 con el alcance expuesto en el
considerando 9. 3. Costas por su orden (art. 62, CCAyT).