etanis, Declaratio musicae disciplinae, liber primus (ed. Albert
, en Corpus scriptorum de musica, vol. 7-1, Roma: American Insticute
of Musicology, 1959.
LiBRO PRIMERO
Capfruto I, DE LA NOBLEZA Y EXCELENCIA DE LA DISCIPLINA DE LA MUSICA
En la jerarqufa celeste las sustancias separadas estén siempre al lado de la
majestad divina para ensalzarla por su infinita bondad; éstas, que entienden a
Ja manera de las criaturas vivas la interminable grandeza de tanta majestad y
comprenden la infinitud de su sabiduria, con la misma miisica del cielo, increi-
ble por Ia dulzura de su suavidad y llena de la dulzura de la admirable armonia,
sin fin proclaman; «Santo, Santo, Santo». He aqui que la miisica Celestial es el
principio de toda la Mundana, inicio y origen de toda la Humana ¢ Instrumen-
tals de ella provienen la proporcién de todas las melodias, la relacién de todas
as consonancias, la concordia de todos los sonidos, la mezcla suave y uniforme
de todas las armonfas, si se puede decir, graves y agudas. Ella es la que, en virtud
de una voluntad que impone equilibrio, aglutina todas mediante arsis y tess,
mediante la mayor 0 menor intensidad de la alabanza; ella es la deleitacién
suma de lo uno hacia lo otro. En ella no hay ningtin desajuste inherente a la
disonancia, ninguna aspereza propia de la dureza, ninguna desigualdad de su
dulcisima suavidad, ninguna desproporcién de sus sonidos espirituales®, nin-
guna distancia fuera de orden por arsis 0 tess, esto es, por elevacién o descenso
del pensamiento; total es la semejanza de la mtisica celeste con la loa a su propio
Creador, una misma la identidad, ella misma es la més elevada de las miisicas y,
por la liberalidad suprema, de ella participan las inferiores. Pues la inmensa me-
lodfa que, con el silente y veloz curso de los cuerpos celestes, produce la miisica
Mundana™, que principalmente se aprecia en los movimientos de los mismos
ciclos, en la unién de sus elementos o en la variedad de las estaciones, la debe
a la mtisica Celeste, la grandiosidad de cuya dulcisima suavidad, aunque nues-
tros ofdos no la perciben a causa de su excelencia, sin embargo, no puede estar
ausente en tan veloz estructura de cielos, en forma de enorme reguladora de la
805. En el texto intellecrwalium, as llamados porque no tienen materialidad.
806. Respecto a ella, cf. n. 40.