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La Escuela de Tartu como Escuela

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Peeter Torop
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Entretextos
Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura Nº 1 Granada, Mayo 2003
ISSN 1696-7356 http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm

LA ESCUELA DE TARTU COMO ESCUELA1


PEETER TOROP

Ha pasado ya más de un cuarto de siglo desde la fundación de la Escuela


Semiótica de Tartu, y cada vez con más frecuencia se convierte en objeto de estudio
la propia Escuela. En este artículo, partimos del convencimiento de que la Escuela
de Tartu es un concepto más amplio de lo que a menudo se piensa y de que la idea
que se desprende del título, o sea, la ‘Escuela es la Escuela’, no es una simple
tautología. ¿Cuál es el contenido del concepto ‘Escuela’ en el contexto de la Escuela
Semiótica de Tartu?

1. La Escuela como corriente científica.


La Escuela como corriente científica puede llamarse de Tartu-Moscú, o más
bien de Tartu-Leningrado-Moscú. La primera denominación tiene en cuenta el
tiempo y el lugar de nacimiento de la Escuela (que fue la Conferencia de Moscú de
1962 y la Conferencia de Tartu de 1964). La segunda se desprende de las relaciones
heredadas. Así, B. A. Uspenski relaciona el éxito de la corriente con la conjunción de
la tradición lingüística moscovita y de la literaria de Leningrado 2 . Por cierto, estas
tradiciones no se pueden comprender en un sentido estrecho. En su
tiempo, I. M. Lotman se oponía activamente a que las raíces
históricas de la semiótica humanística se redujeran a los trabajos de la
OPOIAZ 3 .
Es característico que, a juzgar por los compendios de
artículos publicados en Trudy po znakovym sistemam (TZS), la
autointerpretación de la corriente esté más relacionada con el pasado,
en parte con nombres caídos por algún motivo de la historia de las
ciencias humanísticas. En el segundo compendio de artículos de TZS
fue incluida la sección “que la redacción considera como constante e imprescindible
en todos los futuros compendios de artículos” y que “está pensada para los
resúmenes bibliográficos, y en particular para los artículos que informan sobre las

1 «Tartuskaia shkola kak shkola», en V chest 70-letia professora Iu. M. Lotmam, Tartu, Eidos, 1992, 5-19.
Este artículo se publicó en Discurso. Revista internacional de semiótica y teoría literaria 8 (1993), 31-45.
Traducción del ruso de Rafael Guzmán. [Una versión de este trabajo, revisada y ampliada, se puede
leer en el número 4 de Entretextos (Noviembre 2004). N.E., 2007]
2 Uspenski, B. A., «Sobre el problema de la génesis de la Escuela Semiótica de Tartu-Moscú», TZS,

XX (1987), 20-21.
3 Lotman, I. M., «Sobre las tareas de la Sección de Resúmenes y publicaciones», TZS, III (1967), 364-

365.

Dirección y edición: Manuel Cáceres Sánchez · Universidad de Granada · Facultad de Filosofía y Letras · Departamento de Lingüística General y
Teoría de la Literatura · Campus de Cartuja, s/n 18071-Granada (España) · mcaceres [arroba] ugr [punto] es
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raíces históricas del estructuralismo como corriente científica” 4 . Un lugar importante


en esta sección ocuparon precisamente las publicaciones. Los lectores de TZS
empezaron a asociar con la Escuela de Tartu los siguientes nombres (en el orden de
su aparición hasta el noveno compendio de artículos, cuando la sección dejó de ser
permanente): P. A. Florenski, B. I. Iarjo, B. M. Eijenbaum, A. M. Selishchev, B. V.
Tomashevski, O. M. Freidenberg, S. I. Bernshtein, J. Mukařovský, A. A.
Liubishchev. Esta lista puede ser completada con nombres a los que se dedicaron
compendios de artículos en TZS, como son: I. N. Tynianov (4), V. Y. Propp (5), M.
M. Bajtín (6), P. G. Bogatyrev (7), D. S. Lijachov (8).
Es interesante señalar que, a finales de los años 70, este método semiótico
para el estudio de la autointerpretación de la historia se detiene. Al mismo tiempo,
no se intenta una interpretación de la corriente de Tartu en el marco de la semiótica
polaca, francesa, italiana o americana aunque, por ejemplo, R. O. Jakobson y T.
Sebeok participaron incluso en los trabajos de una de las reuniones semióticas. Por
supuesto, los trabajos occidentales eran conocidos, pero jugaban un papel no en la
tradición sino en la génesis (en el sentido que utiliza Tynianov), como participantes
aislados en esta corriente. Casi no había interés por la semiótica clásica de Ch.
Morris; se conocían muy bien los trabajos lingüísticos desde F. de Saussure hasta N.
Chomsky, la antropología estructural (C. Lévi-Strauss) los trabajos del Círculo
Lingüístico de Praga, etc.
En este marco, son curiosas las polaridades en la recepción de la Escuela de
Tartu. La crítica oficiosa vio insuficiencias no solamente en el anti-historicismo, en el
formalismo, etc., sino también en la influencia de Occidente: del estructuralismo
francés 5 , o del husserlianismo del neo-kantismo y de la filosofía semántica 6 . La
crítica más profesional por el contrario, indicaba la oposición más completa entre el
estructuralismo francés y la Escuela de Tartu 7 , asegurando que en Tartu se dedican
no a especulaciones filosóficas sino a investigaciones empíricas 8 .
Sin pretender profundizar más en las particularidades de la recepción de la
Escuela de Tartu nos gustaría subrayar de nuevo que, para los miembros de la
Escuela de Tartu, más importante que su lugar en las corrientes científicas
contemporáneas fue precisamente la sensación de interacción con sus sucesores, la
sensación de ruptura con las líneas del desarrollo natural de la ciencia nacional y el
deseo de restaurar la unidad de los tiempos. Así que, desde el punto de vista de la
herencia, realmente se le puede llamar Escuela de Tartu-Moscú o Escuela de Tartu-
Leningrado-Moscú.

4 Nota de la Redacción, TZS, II (1965), 8.


5 Barabash, I. A., «El álgebra y la armonía», Kontekst, 1972, Moscú, 1973, 78-181. Del mismo autor,
este insistente Salieri... Barabash, I. A., Cuestiones de poética y estética, Moscú, 1977, 219-232.
6 Jrapchenko, M. B. «La semiótica y la obra artística», Kontekst, 1972, Moscú 1973 22-26.
7 Markiewicz, H., «Sobre la crítica literaria polaca (positiva y negativamente)», Poiski i perspektivy,

Moscú, 1978, 68.


8 Zolkiewsky, S., «O tartuskiej szkole semiotyki», Kultura. Sociologia. Semiotyka literacka, Warszawa, 1979,

581.

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2. La Escuela como doctrina.


La Escuela de Tartu no tiene una doctrina metodológica única, pero hay que
recordar que el primer número de TZS es precisamente el libro de I. M. Lotman,
Lecciones de poética estructural (1964). No se trata de un libro ortodoxo, aunque es un
libro de un semiótico ortodoxo, del único semiótico utópico, según palabras de I. I.
Levin.
Por otra parte, el segundo número (es decir, el primero que fue colectivo)
incluía la siguiente nota de la redacción: “El conjunto de problemas que es preciso
abordar, analizando el mito, el folklore, el ritual, la literatura, las artes plásticas, como
sistemas sígnicos de modelización, es tan variado y la cantidad de cuestiones sin
resolver es tan grande que difícilmente los miembros de la Escuela de Verano podían
llegar a una misma opinión. La redacción no consideraba útil uniformar
artificialmente los puntos de vista” 9 . Realmente, cómo se puede unificar la pléyade
tan brillante de autores de este número: I. I. Levin, E. B. Paducheva, A. M.
Piatigorski, I. I. Revzin, V. N. Toporov, B. A. Uspenski y otros.
Pero no era sólo respeto hacia un grupo de referencia, por cuyos trabajos era
posible tener una idea sobre la ‘vanguardia de estas investigaciones’. El respeto al
estilo individual y a la opinión de cada uno de los autores es un principio esencial en
los últimos compendios de artículos. El propio Iuri M. Lotman recuerda que “había
una guerra para que la unidad de la ciencia no asimilara la individualidad. [...] La
ciencia, como parte de la cultura, debe conservar la individualidad”.
Es cierto que hay que hacer una precisión sustancial. Este respeto a la
individualidad es posible en el círculo de personas entre las cuales el criterio humano
principal (como complemento a la exigencia de competencia y profesionalidad) es
precisamente la honradez. Así, Iuri M. Lotman escribe: “Nosotros teníamos una base
común, que era la honradez científica indiscutible”. I. I. Levin habla, sin embargo, del
“aspecto caballeresco”.
Esta situación especial, tanto en el ámbito profesional como en el moral,
tuvo también una incidencia directa en la doctrina de la Escuela. Así, B. M. Gaspárov
recuerda: “El ambiente de la comunidad de Tartu creaba unas condiciones ideales
para la comunicación interdisciplinar y para la cooperación. Yo ya he hablado de que
esa auto-conciencia del semiólogo se determinaba no tanto por una pertenencia
profesional inicial cuanto por unas normas intelectuales comunes” 10 . Realmente, en
los trabajos de la Escuela de Tartu se ve ya esta unidad en la forma de pensar, la
orientación hacia la comprensión de la estructuración y la sistematización de los
objetos de estudio y de búsqueda de medios para la descripción semiótica de
diferentes lenguas de cultura.

9 Nota de la Redacción, TZS, II (1965), 6.


10 Gaspárov, B. M., «La Escuela de Tartu de los años 60 como fenómeno semiótico», Wiener
slawistischer Almanach, 23 (1989), 16.

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Pero, desde el punto de vista de la doctrina, es preciso recordar que a la


Escuela de Tartu le acompaña otro acontecimiento en la ciencia. A partir de los
materiales de la Conferencia de 1962, en 1964 se edita en Tartu el primer Blokovski
Sbornik [Compendio sobre Blok], que tiene un enfoque empírico y que también respeta la
individualidad de los autores. Si los TZS bajo la dirección de I. M. Lotman
restauraban la unidad de la tradición científica, los
Blokovski Sbornik editados por Z. G. Mints rehabilitaban
uno de los objetos de estudio científico: la obra de A.
Blok y el simbolismo. Entre estas dos series hubo
relaciones de complementariedad natural. Los
compendios semióticos reflejaban las posibilidades del
estudio semiótico de diferentes tipos de objetos, mientras
que los compendios sobre Blok ofrecían el análisis de un objeto con ayuda de
diferentes métodos. Era, pues, una complementariedad profundamente simbólica.
Dentro de la Escuela de Tartu esta complementariedad indica la unidad de
investigaciones teóricas y empíricas 11 . A la Escuela Semiótica de Tartu no se le puede
llamar abstracta ni deductiva. Las teorías en ella se construyen, sobre todo, ad hoc
para el estudio de un objeto concreto. Pero el interés hacia ellas en el mundo
científico y su influencia en el desarrollo de las ciencias humanísticas se relacionan
con la erudición de los miembros del grupo de referencia. Los mejores
representantes de la Escuela de Tartu podían permitirse el atrevimiento teórico
gracias, precisamente, a un profundo conocimiento del material. De ahí esos trabajos
imitativos tan contrastantes, cuyos autores, al ser víctimas de la moda o incluso de un
interés sincero por la semiótica, sencillamente simplifican hasta el primitivismo el
objeto de estudio. Un buen ejemplo pueden ser los numerosos análisis de un verso,
en los que se observa la diferencia entre el estructuralismo inmanente, donde el
investigador no solamente renuncia al estudio de las relaciones extratextuales sino
que no las conoce, y, por otro lado, el enfoque estructural-semiótico, donde la
inmanencia casi siempre es contextual. Es característico que la formalización del
metalenguaje interese relativamente poco a los miembros de la Escuela de Tartu. Por
cuanto la Escuela de Tartu no tiene una doctrina común, una metodología o un
metalenguaje únicos, para el observador exterior aparece como caótica e incluso
hermética. La sensación de caos aumenta en las personas que carecen de
conocimientos suficientes para la comprensión de los análisis de un material tan
heterogéneo, que no saben abstraerse del nivel empírico ni ver lo común de un
determinado tipo de pensamiento (el pensamiento semiótico) en trabajos diferentes.
Esa impresión de caos se acentúa aún más por la existencia de una terminología
abundante y variada. La Escuela parece hermética para los que intentan ver en la
diversidad de metalenguajes de los TZS un especial ‘argot de Tartu’, que es
inaccesible para los ‘extraños’.

11De esto parte también la autora de la monografía sobre Iuri M. Lotman: A. Shukman, Literature and
semiotics. A study of the writings of Yu. M. Lotman, Amsterdam New York, Oxford, 1977, 180.

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Realmente, los trabajos de Tartu son difíciles de leer, ya que en un


compendio se encuentran metalenguajes de disciplinas científicas diferentes. Por
ejemplo, un mismo término puede utilizarse con diferentes significados. Pero, por
otro lado, se puede decir que los trabajos de Tartu son fáciles de leer, ya que sólo es
necesario el conocimiento de la terminología científica común y de algunos
conceptos relacionados con el enfoque propiamente semiótico: los sistemas
secundarios modelizantes, la paradigmática, la sintagmática, las oposiciones binarias,
etc. La ausencia de unidad y de precisión del metalenguaje en los trabajos de Tartu se
compensa con su relativamente fácil traducibilidad al lenguaje cotidiano y no puede
ser obstáculo para la comprensión del lector interesado. Nos hace falta no poca
empatía para comprender las particularidades del pensamiento semiótico, de la base
única de los diferentes métodos de estructuración de los objetos y de su estudio.
Esta unidad en el tipo de pensamiento se conserva también cuando, de
compendio a compendio, cambia tanto la idea sobre el objeto como la idea sobre los
métodos de su estudio. El pensamiento de los miembros de la Escuela de Tartu es
mucho más preciso que los conceptos o los metalenguajes utilizados por ellos. Pero
pensar de forma precisa en una lengua imprecisa (ambigua) es una de las condiciones
del desarrollo de la ciencia 12 .
Dentro de la Escuela de Tartu, la traducibilidad metalingüística recíproca fue
una condición natural para la comprensión mutua. Pero la ausencia de una
imposición metodológica y metalingüística, por un lado, y el desarrollo de la
Semiótica en el mundo entero, por otro, condujeron, a principios de los 80, a la
necesidad de reconocimiento, dentro de la Escuela, de dos tendencias en el
desarrollo de la Semiótica. La primera estaba relacionada con la precisión del
metalenguaje, con la aspiración a una modelización precisa; la segunda, con el interés
por los textos concretos. La primera se realiza, en opinión de I. M. Lotman, en la
Metasemiótica; la segunda, en la Semiótica de la Cultura 13 .
En aquel momento, las ideas de I. M. Lotman ya habían sufrido cierta
evolución: de la comprensión del texto como manifestación de la lengua pasó a la
comprensión del texto como generador de su propia lengua. El principal énfasis del
primer libro semiótico de I. M. Lotman, Lecciones de poética estructural (1964), reside en
que cada aspecto del arte tiene su propia lengua y en que, por ejemplo, el texto
artístico fijado en una lengua natural adquiere su significado gracias a una especial
relación del autor con la lengua natural, de modo que la comprensión del texto en el
nivel de las correspondencias lexicográficas de las palabras tan sólo desvirtúa el
texto; es decir, la lengua natural, en el texto artístico, se convierte en lenguaje de un
rango superior: en un sistema de modelización secundaria.

12 Compárese, en relación con la exigencia de una definición unívoca de los términos: “[...] la exigencia
de las definiciones conduce a una regresión infinita si no se permite la presencia de los llamados
términos ‘originarios’, es decir indeterminados”. K. Popper, «El mito del armazón conceptual». La
lógica y el desarrollo del conocimiento científico , Moscú, 1983, 590.
13 Lotman, I. M., Artículos sobre la tipología de la cultura, Tartu, 1970, 73.

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De esto se desprende, para I. M. Lotman, que palabras que tienen en la


lengua diferentes denotaciones, pueden tener una denotación común en el nivel del
texto. “Por lo tanto, el problema del contenido es siempre un problema de
recodificación” 14 . De aquí surge, a su vez, la necesidad de estudio y de definición del
texto en el punto de intersección de las relaciones intertextuales y extratextuales. De
este modo, en el programa de estudio del texto se incluye la distinción entre
significados subtextuales (o lingüísticos), significados textuales y funciones de los
textos en el sistema de la cultura 15 . De forma análoga es entendida también la
cultura, descrita en tres niveles: descripción de las comunicaciones subtextuales,
descripción de la cultura como sistema de textos y descripción de la cultura como
conjunto de funciones asistidas por los textos 16 .
El libro teórico Estructura del texto artístico (Moscú, 1970) y el libro que
contiene análisis prácticos, Análisis del texto poético. Estructura del verso (Leningrado,
1972) representan la realización de este programa de investigación.
Este enfoque varía como resultado de la introducción de la doble descripción
metalingüística y metatextual (mitológica). Por lo tanto, se distinguen también dos
modos de percibir el mundo (la lengua, los textos, la cultura) y se manifiesta la
interrelación de lo lógico y de lo mitológico en los procesos de percepción 17 . Ya que
la percepción del mundo que nos rodea es inseparable de la memoria del perceptor,
en la estructura de cualquier texto aparece también la orientación de este texto hacia
un determinado tipo de memoria 18 . De la binariedad lógico-mitológico surge la
afirmación de que la mayoría de los sistemas semióticos reales se sitúan entre dos
modelos de lenguaje, el estático y el dinámico, acercándose a un modelo o a otro. En
la base del modelo estático y de la lógica radica la información primaria, mientras que
en la base del modelo dinámico y de la mitología reside la información secundaria.
Estos dos polos crean el campo de tensión en el que se va desarrollando un todo
único complejo: la Cultura 19 .
Se puede entender también la proximidad de la cultura y de la conciencia
humana. I. M. Lotman llama a la cultura intelecto supraindividual, que completa las
deficiencias de la conciencia individual 20 .
El siguiente paso es la comparación funcional y estructural de los ‘objetos
intelectuales’ cercanos: la conciencia natural del hombre como un todo, la síntesis de
los dos hemisferios del cerebro; el texto como coexistencia mínima de al menos dos

14 Lotman, I. M., «Sobre el problema de los significados en los sistemas modelizantes secundarios»,
TZS, II (1965), 23.
15 Lotman, I. M., Artículos sobre la tipología de la cultura, Tartu, 1970, 73.
16 Ibidem, 77.
17 Lotman, I. M. y Uspenski, B. A., «Mito-Nombre-Cultura», TZS, VI (1973), 282-284.
18 Lotman, I. M., «El texto y la estructura del auditorio», TZS, IX (1977), 56.
19 Lotman, I. M., «Un modelo dinámico del sistema semiótico», TZS, X (1978), 32-33.
20 Lotman, I. M., «El fenómeno de la cultura», TZS, X (1978), 16.

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sistemas (lingüísticos): uno primario y otro secundario, uno lógico y otro mitológico,
uno discreto y otro continuo; la cultura como un intelecto colectivo 21 .
En los trabajos teóricos posteriores de I. M. Lotman se refleja en mayor
medida (aunque, con frecuencia, de forma implícita) el contacto con la búsqueda de
la Semiótica mundial. Esto concierne a los problemas de la neuro-semiótica, del
nuevo interés por lo mitológico y lo simbólico, por la retórica global común, por los
trabajos de V.I. Vernadski, I. Prigogine y otros.
Por un lado, se puede hablar de isomorfismo de los procesos de generación
de la lengua, de los textos y de la cultura y de la posibilidad de utilizar datos
psicofisiológicos sobre el funcionamiento del cerebro para la descripción de niveles
superiores. Al hablar de los logros y de los peligros del método analógico en el
pensamiento científico, I. M. Lotman afirma: “Esto está íntimamente relacionado
con la analogía entre los nuevos descubrimientos en el campo de la asimetría cerebral
y la asimetría semiótica de la cultura. Ante todo, es preciso hablar de los intentos de
ligar las funciones culturales complejas al hemisferio izquierdo o derecho” 22 . Y, sin
embargo, en ese mismo artículo aparece escrito:
“Queda lo principal, es decir, la convicción de que cada sistema intelectual
debe tener una estructura bipolar o multipolar, y de que las funciones de estas
subestructuras a diversos niveles —desde el texto aislado y desde la conciencia
individual hasta formaciones tales como las culturas nacionales y la cultura global de
la humanidad— son análogas. [...] La idea de la cultura como una estructura de
(como mínimo) dos canales que une los generadores semióticos de diversas
estructuras adquiere una base neuro-topográfica” 23 .
Sobre esta base se apoya también la definición de semiosfera como un
espacio abstracto y cerrado, en cuyo interior “es posible la realización de procesos
comunicativos y la elaboración de una nueva información” 24 . El concepto de
semiosfera es inseparable del concepto de funcionamiento del cerebro: “Puesto que
todos los niveles de la semiosfera —desde la personalidad del hombre o del texto
aislado hasta las unidades semióticas globales— representan una especie de
semiosferas colocadas unas dentro de otras, cada una de ellas es a la vez participante
en el diálogo (es decir, parte de la semiosfera) y espacio del diálogo (conjunto de la
semiosfera), cada una de ellas manifiesta una tendencia hacia la derecha o hacia la
izquierda e incluye en un nivel inferior estructuras izquierdas y estructuras
derechas” 25 .
Por otro lado, I. M. Lotman traslada su atención desde la estructura y la
pragmática del texto al posible mundo de la comunicación. Introduce el concepto de
comunicación y afirma: “En lugar de la fórmula ‘el usuario descifra el texto’ es

21 Lotman, I. M., «Cerebro, texto, cultura e inteligencia artificial», Semiotika Informatika, 17. Moscú
(1981), 9-10.
22 Lotman, I. M., «Asimetría y diálogo», en TZS, XVII (1984), 6.
23 Ibidem, 22-23.
24 Lotman, I. M., «Sobre la semiosfera», TZS, XVII (1984), 6.
25 Ibidem, 22-23.

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posible la fórmula más exacta de ‘el usuario se comunica con el texto’” 26 . En la base
de la comunicación se encuentran los siguientes procesos 27 : la comunicación entre el
destinatario y el remitente; la comunicación entre el auditorio y la tradición cultural;
la comunicación del lector consigo mismo; la comunicación del lector con el texto; la
comunicación entre el texto y el contexto cultural.
En la descripción de estos procesos de comunicación I. M. Lotman llega a
una comprensión global del texto. La cultura se estudia como texto, aunque se trata
«de un texto complejamente organizado que se dispersa en una jerarquía de 'textos
dentro de otros textos' y que forma complejas entretejeduras de textos» 28 . En este
texto de cultura puede entrar también, simultáneamente en calidad de texto y de
mecanismo de creación de textos, la Ciudad (por ejemplo. San Petersburgo) 29 .
Para una Semiótica global es normal el interés por la Cinética, por el
equilibrio y desequilibrio de sistemas semióticos complejos (hasta llegar a la
‘dinámica caótica’). Esto se refiere a un espacio de temas dentro del pensamiento
artístico de una época determinada, donde cada nuevo texto actúa como
‘imposibilidad’, entrando al mismo tiempo en este espacio y modificándolo 30 . Es
decir, un nuevo y casual fenómeno puede conducir, en cualquier sistema, al cambio
de su propio funcionamiento. Esto puede referirse también a fenómenos del
progreso técnico y al cambio del mundo material que nos rodea, que influye en la
percepción de toda la cultura 31 .
Este planteamiento sistemático conduce a I. M. Lotman a la necesidad de
distinguir en cualquier sistema complejo entre diferentes ‘factores de génesis’ (es
decir, participantes regulares o elementos) y ‘catalizadores’, que son ‘participantes
imposibles o casuales o elementos’. De esta forma, textos casuales para una cultura
determinada o una situación cultural pueden actuar “en calidad de ‘estructuras de
arranque’, aceleradores o retardadores de los procesos dinámicos de la cultura” 32 .
Este intento unilateral y breve de seguir la evolución del semiótico I. M.
Lotman de forma lineal y simplificando la lógica de las investigaciones del científico,
representa sin embargo una base cómoda para algunas conclusiones:
1) Hay muchos ‘Lotman’, es decir, diferentes seguidores de I. M. Lotman,
desde sus discípulos hasta lectores casuales, pueden actualizar para sí un determinado
momento en la evolución de sus ideas, y mediante estas actualizaciones se podrá
hablar de la productividad de trabajos concretos o de ideas de I. M. Lotman para el
desarrollo de la Semiótica y de las ciencias humanísticas en general;

26 Lotman, I. M., «La semiótica de la cultura y el concepto de texto», TZS, XII (1981), 7.
27 Ibidem, 6.
28 Lotman, I. M., «El texto en el texto», TZS, XIV (1981), 18.
29 Nota de la Redacción, TZS, XVIII (1984), 3.
30 Lotman, I. M., «Sobre el espacio en los temas de la novela rusa del siglo XIX», TZS, XX (1987),

112-113.
31 Lotman, I. M., «El progreso técnico como problema culturológico», TZS, XXII (1988), 112.
32 Lotman, I. M., «Sobre el papel de los factores casuales en la evolución literaria», TZS, XXIV (1989),

47.

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2) en calidad de redactor jefe de TZS, I. M. Lotman es en relación a otros


autores un semiótico post factum, que reúne y que encuadra diferentes trabajos en
compendios. Por eso, los TZS se leen a menudo ‘a través de Lotman’, y sus trabajos
se convierten en ‘armazón conceptual’ de la Escuela de Tartu (en este sentido, la
Escuela es típicamente de Tartu);
3) en Lotman no hay una doctrina semiótica formulada en un único
metalenguaje. La busca de esa doctrina conducirá a una sensación de contradicción
en las ideas de I. M. Lotman;
4) I. M. Lotman no es tanto un metodólogo cuanto un pensador que puede
reflexionar sobre una misma cosa durante mucho tiempo y de manera variada. En
este proceso de pensamiento él es único, productivo y contagioso;
5) la Escuela de Tartu, aunque tiene sus propios principios, no propone una
doctrina metodológica universal única, ni tampoco un metalenguaje único, ni una
selección canonizada de métodos de investigación. La doctrina de la Escuela de
Tartu es un tipo especial de pensamiento semiotizador, una percepción sistemática
del mundo estructural, en cuyo marco las concepciones más diferentes, los objetos
de investigación y las personalidades de los especialistas, mantienen relaciones de
complementariedad. Por eso, en el marco de esta Escuela, es difícil hablar de una
semiótica ortodoxa y de unos semióticos ortodoxos. En esa complementariedad se
apoya una 'metodología de la comprensión' que es más implícita que explícita.

3. La Escuela como academia.


I. M. Lotman no tenía su propia parcela de terreno para una academia, como
la tuvo Platón, pero el problema del espacio social-geográfico ocupa un lugar muy
importante en la comprensión del desarrollo de la Escuela de Tartu. Podemos decir
que la Escuela de Tartu, desde el punto de vista espacial, se convirtió gradualmente
de academia en universidad.
Las primeras Escuelas de Verano, que I. M. Lotman llama no conferencias
sino “vida en común”, tenían lugar en Kääriku, en la zona deportiva de la
Universidad de Tartu. La naturaleza pintoresca y la lejanía, no sólo de la ciudad sino
también de cualquier tipo de poder, daban un carácter de inoficialidad y de
naturalidad. Muy cercana también a esta idea estaba el propio ambiente de Tartu. B.
M. Gaspárov introduce en la percepción de Tartu otro aspecto específico: “[...] el
inusual estilo de la vida diaria y académica, desde el punto de vista de los intelectuales
rusos, la ‘aureola’ occidental de la ciudad y de sus habitantes. La propia barrera
lingüística, que aparecía en estas circunstancias como factor positivo, reforzaba aún
más el hermetismo de esa comunidad ruso-hablante de especialistas” 33 .
Parece, sin embargo, que B. M. Gaspárov exagera el hermetismo de las
Escuelas de Verano y de la Escuela de Tartu en general. Él rodea el mundo de Tartu
con un círculo creando una frontera. A nosotros nos parece, sin embargo, más
importante el propio centro o, mejor dicho, el círculo concéntrico atrayente. Y así, se

33 Gaspárov, B. M., op. cit., 10.

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convierten en importantes, no los conceptos ‘fuera de la Escuela’ — ‘dentro de la


Escuela’, sino ‘lejanía del centro’ — ‘cercanía al centro’. Pero el ‘centro’ es, ante
todo, un grupo referencial, son los más destacados especialistas, a la cabeza de los
cuales se encuentra I. M. Lotman, que es simultáneamente el líder y el director.
Además, también es ‘centro’ el Departamento de Literatura Rusa de la Universidad
de Tartu, donde más importante que la colectividad ha sido siempre la solidaridad
entre colegas: la falta de una jerarquización formal, no solamente en las relaciones
personales sino también en las oficiales. Contra este hermetismo habla también la
apertura de las puertas departamentales y de otras puertas a todos los invitados, la
actividad y la amplitud de los pasillos, y la participación en las escuelas de muchos
jóvenes especialistas. Parece regular la repetición de este modelo en los congresos de
la sociedad científica estudiantil que tienen lugar en Tartu.
La “vida en común” (I. M. Lotman) y la “naturalidad doméstica en el círculo
científico” (I. I. Levin) como características internas tampoco hablan de ese
hermetismo. Nos referimos al tipo especial de diálogo que se establece cuando el
nivel profesional y moral es tan alto que, incluso la polémica más agria, se queda en
los límites de la comprensión mutua. El hermetismo puede ser miedo a la pérdida de
intimidad, por la falta de preparación psicológica para divulgar un determinado tipo
de pensamiento y de comunicación. No es la complejidad de los metalenguajes la que
dificulta la comprensión, sino una situación psicológica parecida a la descrita por O.
Mandelshtam: “La Filología es una familia, porque cada familia se mantiene gracias a
la entonación y a la cita, a las comillas. La palabra, incluso la pronunciada de la forma
más indolente, en una familia tiene un matiz determinado y la matización verbal
infinita, singular y puramente filológica, compone el marco de la vida familiar” 34 .
El academicismo de la Escuela de Tartu significa su lejanía espacial y
psicológica de la oficialidad y de la formalidad, la comunicación en una situación de
comprensión mutua e incluso de vida familiar, el reconocimiento solamente de una
superioridad moral o profesional; es decir, la Escuela de Tartu es la academia del
diálogo.

4. La Escuela como institución.


Al principio había una comunidad de especialistas que llevaban a cabo las
Escuelas de Verano, que se reunían en diferentes conferencias, que mantenían
correspondencia entre ellos, y que publicaban sus trabajos en los TZS; es decir, se
podía hablar de un sentimiento de Escuela, de una institucionalización cognitiva o de
un ‘college invisible’. Pero a la Escuela de Tartu, que se consideraba ella misma una
corriente científica, le era imprescindible para su posterior desarrollo también una
institucionalización social. El Departamento de Literatura Rusa fue, en un principio,
sólo la base para el desarrollo de las Escuelas de Verano. La aparición de un interés
internacional por la Escuela de Tartu, las traducciones de los trabajos a diferentes
lenguas, la elevación del prestigio científico no contribuyeron, por desgracia, a una

34 Mandelshtam, O., «Sobre la naturaleza de la palabra», La palabra y la cultura, Moscú, 1987, 61.

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institucionalización social. Al revés, se manifestaba una resistencia ideológica y


administrativa.
Un gran perjuicio se le causó a la Escuela con la disminución de volúmenes
de TZS, con la reducción de la tirada y con el retraso artificial de la edición de
compendios de artículos. Como resultado, se hizo demasiado grande el vacío entre el
estado científico real de la Escuela y la manifestación editorial de esta situación. Sin
embargo, hasta la mitad de los años 80, el estatuto de la Escuela se mantuvo, aunque
se apoyaba en unos recursos mínimos. Se publicaban, aunque de forma lenta,
compendios de artículos TZS, de vez en cuando conseguían realizar pequeñas
conferencias o seminarios. Después de numerosos intentos, también lograron abrir
el Laboratorio de Historia y Semiótica de la Universidad de Tartu.
La ausencia de un apoyo material y organizativo les obligó a renunciar a
grandes programas de investigación semiótica. Por un lado estaba el reconocimiento
internacional y por otro el potencial científico inutilizado de I. M. Lotman, del
Departamento y de toda la Escuela de Tartu. Como conclusión, no fueron adoptadas
medidas organizativas para el mantenimiento de la herencia. En Tartu se hizo
imposible la carrera científica del semiótico. I. A. Chernov, que se dedicaba a la
semiótica en un plano individual (lo que fue y sigue siendo una rara excepción), se ha
visto obligado a comprobar que la Escuela de Tartu es un lugar de conferencias
científicas y publicaciones, aunque a los estudiantes de esa Universidad no se les
imparte clases de esta disciplina 35 . De esta forma, en el aspecto de la
institucionalización social, el estatuto de la Escuela de Tartu va disminuyendo, y en
parte esto se refleja también en el nivel de los compendios de artículos de TZS. Pero,
por otro lado, en el aspecto de la institucionalización cognitiva, la Escuela conserva
su estatuto. El grupo referencial de especialistas, aunque ha disminuido, todavía es
fuerte. El enfoque semiótico mantiene sus perspectivas; es decir, no hay una
sensación de callejón sin salida científico.
Sin embargo, la disminución de la comunicación oral, de las escuelas y de las
conferencias va debilitando la unidad de pensamiento y va haciendo los compendios
de artículos TZS menos homogéneos en general. En ellos, se pueden encontrar
personas que ni siquiera se conocen unas a otras. Aunque en los últimos compendios
aparecen trabajos interesantes, ya no tienen ese aura común de los primeros
compendios TZS. Si en los 60 la escasa institucionalización social favorecía la
comunicación científica libre y personal, en lo sucesivo esto empezó a obstaculizar el
desarrollo de la escuela. En consecuencia, la Escuela de Tartu se convirtió en la
Escuela de Lotman, ya que su desarrollo empezó a depender esencialmente de una
sola persona.

5. La Escuela como universidad.

35Chernov, I., «Historical survey of Tartu-Moscow Semiotic School», Semiotics of Culture, Helsinki,
1988, 8.

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La ausencia de un apoyo organizativo y una institucionalización social débil


no condujeron, sin embargo, a la desaparición de la Escuela. En realidad, los cursos
de Semiótica se impartían y se imparten no con mucha frecuencia, aunque no es
debido a las prohibiciones. Se puede enseñar la Semiótica clásica, pero es difícil
enseñar la Semiótica de la Escuela de Tartu, transmitir las particularidades de su
específico pensamiento semiótico. La renuncia a esta enseñanza puede estar
provocada por un miedo a la profanación interior de la semiótica de Tartu, ya que la
valentía teórica de los miembros de la Escuela de Tartu se apoya en la erudición, en
el conocimiento de los hechos. Los estudiantes no pueden tener erudición suficiente
para la comprensión de las concepciones creadas ad hoc en el proceso de análisis del
material concreto.
Sin embargo, las tradiciones de la Escuela de Tartu se conservan. I. M.
Lotman y sus colegas especialistas del Departamento enseñan la semiótica de Tartu
de forma implícita, en el marco de todos los cursos de Historia y de Literatura. Esta
acción de dar a conocer implícitamente la Escuela de Tartu es uno de los rasgos
específicos de la formación filosófica ofrecida por el Departamento de Literatura
Rusa. Pero hay también otras formas de dar a conocer. La escuela de pensamiento
transmitida de forma implícita facilita a los estudiantes la lectura de los trabajos
científicos y estimula la búsqueda individual. No hay ningún tipo de prohibiciones
sobre los libros ni sobre la propia corriente de Tartu. Los estudiantes pueden
expresar sus conocimientos en los trabajos de curso o en las ponencias de las
conferencias estudiantiles, donde la presencia de los miembros del Departamento, su
participación de igual a igual en las discusiones, acerca estas conferencias a las
conferencias ‘adultas’. Hay que tener en cuenta también las relaciones de
compañerismo, introducidas por I. M. Lotman. En Tartu no hay profesores y
estudiantes, hay solamente colegas jóvenes y mayores. Incluso I. M. Lotman llama
colegas a los estudiantes de primer curso.
En el plano de la herencia es importante también la aureola de independencia
que siempre ha rodeado al Departamento de Literatura Rusa. Gracias, en primer
lugar, a I. M. Lotman como director, el Departamento ha conservado la autonomía
universitaria presente, incluso en los tiempos más difíciles. En esta autonomía entran
también la independencia ideológica y administrativa.
La libertad se refleja en los artículos de los alumnos y de los oyentes de las
clases de I. M. Lotman, que componen el presente compendio de artículos 36 . Los
autores de estos artículos no son todavía la nueva Escuela de Tartu, pero en ellos hay
ya rasgos del pensamiento de Tartu, si no semiótico, sí al menos moral. Hablan de sí
mismos, de forma muy seria, no sólo como jóvenes especialistas aislados, sino
también como una comunidad científica. Su escuela fue la Universidad de Tartu, las
ediciones de la Escuela de Tartu, el recuerdo de las Escuelas de Verano y la

36 Este trabajo de Peeter Torop se publicó como prólogo al volumen de artículos que un grupo de

discípulos de Iuri Lotman escriben en homenaje a su maestro, con motivo de su 70 cumpleaños. Nota
del Editor.

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comunicación con sus participantes que daban clases a los estudiantes de Tartu (M.
L. Gaspárov, V. V. Ivanov, B. A. Uspenski y otros), la comunicación de colegas en
los seminarios y fuera de las clases con los profesores, el contacto personal con I. M.
Lotman. Para ellos Tartu no es todavía el Templo de los Ideales Perdidos. La suerte
de la Escuela de Tartu está en que ella, al no elaborar una metodología canonizada
como dirección científica, se ha convertido para sus participantes y sus seguidores en
una escuela profesional-moral. La ciencia honrada, profesional y libre de dogmas y
de arribismos siempre va a atraer a jóvenes estudiosos. Ya ha crecido la primera
generación de discípulos de I. M. Lotman, que compusieron su compendio de
artículos hace veinte años 37 . El presente compendio, segundo en la cuenta, refleja
muy bien tanto el cambio de intereses y métodos de los jóvenes especialistas como la
viabilidad de la Escuela de Tartu.

Universidad de Helsinki

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© Peeter Torop, 2003 — 2007. © Rafael Guzmán, de la traducción. El copyright de los artículos
publicados en Entretextos pertenece a sus autores, del mismo modo que, en el caso de las traducciones,
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Esta edición en pdf, revisada y corregida, está disponible desde Noviembre de 2007.
Cómo citar este documento:
Peeter Torop. «La Escuela de Tartu como Escuela». Entretextos. Revista Electrónica Semestral de Estudios
Semióticos de la Cultura. Nº 1 (Mayo 2003). ISSN 1696-7356. Traducción del ruso al español de Rafael
Guzmán.
<http://www.ugr.es/~mcaceres/entretextos/pdf/entre1/torop2.pdf>

37 Quinquagenario. Compendio de artículos de los jóvenes en honor del 50 aniversario de I. M. Lotman, Tartu, 1972.

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