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Debió realizar sus estudios primarios en Ambato con algún pedagogo privado. Luego
viajó a Quito a cursar Humanidades y Filosofía en el Seminario de San Luis y desde 1828
estudió Jurisprudencia.
Desde joven había sido bastante disipado. "Di en andar de cotarro en cotarro,
chancoteandome en esta casa, jugueteándome en la otra, bebiendo, cantando con la de
más allá, dándome un verde por las huertas de Ambato, pavonadas repetidas por los
edenes de Guano, por los Chambos y Pallatangas, siempre en movimiento siempre con
amigos y amigas, sino realizándolos, siempre haciendo paraíso". Su biógrafo Mera diría
después: "Se entregaba a sus anchas a bailes y paseos báquicos por las huertas, se casó y
siguió tunante, llegó a ser padre y se mantuvo en sus trece", pues por esa época contrajo
matrimonio con Leonor Vela Baca .
Parece que esta dura experiencia le hizo meditar en la importancia de la vida y dejando a
un lado las fiestas y saraos en que se hallaba desde hacía algún tiempo, se contrajo a
terminar su carrera hasta graduarse de Doctor en Jurisprudencia, incorporándose como
abogado ante la Corte Suprema de Justicia.
"Entonces se le notó afición a la lectura, si bien solo gustaba novelas, pero poco a poco
los estudios históricos geográficos y literarios llegaron a ser su pasión dominante".
En 1847 fue electo Diputado por el Pichincha en reemplazo del Obispo de Cuenca Pedro
Antonio Torres, que había perdido la nacionalidad por floreano, y por sus ideas liberales
figuró como protector de la sociedad "Amigos de la Ilustración". Era un joven saludable
y amiguero, muy alegre y bailarín y por tanto enamorador del bello sexo, al que dedicaba
buena parte de su vida.
(2) Según el propio Cevallos, había escrito el Cuadro sin examen, por simple informes y
con la ligereza que se hace todo lo que es para periódico.
En 1849 fue miembro activo del partido liberal y luchó denodadamente por la candidatura
del General Antonio Elizalde. El 50 formó parte del grupo Urbanista. El 51, al renunciar
la secretaría de la Cámara de Diputados el Dr. Javier Espinosa por no firmar el decreto de
expulsión de los Jesuitas, "quiso tener la gloria de firmarlo y pidió que le nombrare
sustituto de Espinosa, aunque mas tarde cambió de ideas y los defendió en sus obras" y
para la Asamblea Constituyente de 1852 permaneció en dicha Secretaría compartiéndola
con Pedro Bustamante.
A fines de año pasó a Guayaquil designado por Urbina para el desempeño de la Fiscalía
de la Corte Superior de Justicia de ese Distrito. El 53 volvió a la capital con igual carácter,
para estar Junto a los suyos, y dándose cuenta del tiempo perdido, "concentró su voluntad
al estudio hasta convertirse en fuente de potencia creadora".
Por eso el 54 escribió en "El Fígaro" sobre asuntos literarios especialmente del género
jocoso dando a conocer su perfil amable y diverso y en "El Filántropo" publicó sus
famosas "Cartas Tauromáquicas" con críticas de costumbres; pero eso sólo constituyó el
principio de su vasta carrera como hombre de letras pues el 55 editó en "La Democracia"
un "Cuadro sinóptico de la República del Ecuador" que contiene en esquemas los
acontecimientos principales de la nación. La aparición del cuadro le ganó una sonada
polémica con Miguel Riofrío. En 1861, formando parte del grupo de Garcia Moreno,
concurrió como Senador al Congreso.
El año siguiente, en 1862, dio a la luz su primera obra completa bajo el título de "Breve
Catálogo de errores en orden a la lengua y lenguaje castellanos" en 207 páginas y tal fue
su éxito que pronto se realizaron cinco ediciones.
El Breve Catálogo es una obra inspirada por "Las Observaciones sobre la lengua
castellana" del colombiano Ulpiano González dividiéndose en siete partes, a saber. 1)
Errores de pronunciación o de simple intención, 2) Errores de significación y de
construcción, 3) Errores de género, 4) Errores de número, 5) Errores de acentuación, 6)
Algo sobre Galicismos, y 7) Breve catálogo de Galicismos. (3)
(3) Cevallos era tan preocupado de la corrección del lenguaje que oyendo en la calle a
unos muchachos que irían al campo a cazar parajillos con sus bodoqueras. Díjoles:
"Cervatana han de decir, jóvenes, que ese es el nombre correcto".
El 68 viajó a Lima y dejó imprimiendo el primero de los volúmenes del "Resumen" que
apareció recién en 1870 causando gratísima impresión al país. Pronto la obra se convirtió
en un clásico de las letras patrias, buscada por alumnos, profesores y público lector en
general como el único libro de Historia del Ecuador que se podía Adquirir.
El Plan General de la obra se dividió en seis tomos. El primero contiene la historia de los
aborígenes y la conquista copiado íntegramente de Juan de Velasco. El segundo, el
período colonial, está basado en los escritos de Prescott. El tercero trata sobre la
revolución de la independencia aunque debió hacerlo en una mayor extensión porque los
hechos se encontraban aún frescos en su tiempo; sin embargo la narración es rica y el
anecdotario barroco y por eso se ha dicho que en el mucho detalle Cevallos entorpeció el
conjunto. El cuarto, narra el período Gran colombiano. El quinto, comienza con la época
republicana y llega hasta la revolución del 6 de Marzo de 1845 y el sexto tiene la
Geografía Política del Ecuador.
Originalmente la obra tenía un séptimo tomo que jamás llegó a publicarse, con
documentos importantes, muchos de ellos inéditos, que Cevallos llevó a Lima, dejó en
poder del editor y se perdieron a la muerte de éste en 1874, sin que se pudiera recobrar a
pesar de los esfuerzos realizados. Mas, como conservaba el duplicado de algunos de ellos,
los distribuyó entre los seis tomos primeros a guisa de apéndice en la segunda edición
impresa en Guayaquil en 1886, que salió corregida y aumentada y extendida hasta ese
año en algunas materias de Geografía Política.
(4) Como Cevallos no tenía fondos para editar su Resumen, lo envió a diversas partes
dentro y fuera de la República en busca de editor que lo aceptase, también se había
buscado el desesperado medio de las suscripciones y hasta hubo un decreto de protección
oficial que las penurias del estado no permitieron cumplir. Así pues, el autor debió
guardar los manuscritos, completamente desalentado. Mas en 1868 su amigo el Dr. Julio
Castro Bastús ocupo el ministerio de Hacienda en el gobierno del Dr. Javier Espinosa y
firmó una orden de pago por todo lo que el tesoro debía a Cevallos por sueldos y pensiones
atrasadas, radicando dicho pago, para que fuese mas factible, en la tesorería de Manabí,
que tenía derechos de Aduana. Con eso tuvo Cevallos bastante y pudo viajar a Lima,
donde fue ayudado por Vicente Emilio Molestina y llevó a cabo la publicación de la obra
en 1870. La segunda edición de Guayaquil de 1886 salió tan plagada de errores
tipográficos que algunos amigos suyos le escribieron desde el exterior, que la publicara
nuevamente en Madrid o en París.
Y para terminar con el Resumen cabe indicar que había sido comenzado en 1852 cuando
Cevallos tenía cuarenta años, edad propicia para las grandes empresas del intelecto, de
suerte que su elaboración demoró cosa de dieciséis años a través de la paciente revisión
de archivos, recolección de documentos y ordenamiento de ellos, búsqueda de informes
orales y escritos y testimonios fehacientes. Fue pues, un trabajo por demás arduo,
realizado sin descuidar sus labores abogadiles que precisaba para el mantenimiento de su
hogar.
La crítica no dejó de opinar acerca de su bondad o defectos. Mera indicó que adolecía de
pecadillos contra el idioma. El Arzobispo Pólit, ya en nuestro siglo, dijo que había sido
escrito en estilo bastante almidonado y tieso, imitando en eso a los historiadores clásicos.
Manuel J. Calle acusó a Cevallos de ser un mero continuador de Velasco y de adolecer
de falta de penetración, de no tener la perspicacia y peor la dignidad, energía e
independencia necesarias por el miedo de Cevallos a tratar las cuestiones que se rozan
con la persona del General Juan José Flores, pues por todos era conocido que el Dr.
Antonio Flores Jijón era amigo de Cevallos y hasta se interesó en su Resumen, poniendo
a sus órdenes algunas colecciones de documentos para que se sirviera de ellas. Tobar
Donoso, en cambio, ha manifestado que el Resumen fue escrito en estilo limpio y sencillo,
siendo su defecto principal la limitación a la historia política, que relievara el expresidente
Antonio Borrero cuando calificó a Cevallos de padre de la Historia Política del Ecuador.
Sin embargo, a pesar de esos criterios y de otros más que se han vertido sobre el Resumen,
la obra ha perdurado a través de los tiempos, no solamente por ser el primer intento serio
de historiar al país después del realizado en la colonia por el Padre Juan de Velasco, sino
también por las condiciones adversas en que fue escrito, cuando no se disponía de
suficientes bibliotecas y la mayor parte de los archivos eran de difícil o inaccesible
localización. Por eso se ha vuelto a editar numerosas veces en el siglo XX.
Cuando apareció su Historia del Ecuador en 1870 en Lima, recibió una carta de más de
setenta páginas del Coronel Francisco Eugenio Tamariz, refutando numerosas
afirmaciones sobre el período de las guerras de la independencia. Cevallos tomó debida
nota y en la segunda edición de 1886 modificó todos los textos aludidos pero sin
mencionar a Tamariz.
Desde 1871 en que el escritor neogranadino José María Vergara y Vergara había
conversado en Madrid con el Dr. Julio Castro Bastus, acerca de la creación de las
Academias de la Lengua en América, se veía con buenos ojos tal proyecto, que recién el
4 de Mayo de 1872 pudo llevarse a efecto en casa de Cevallos, quien recibió a los
miembros designados en España y con los demás concurrentes nombraron a otros.
Cevallos fue electo primer presidente de la Academia ecuatoriana de la Lengua. El 2 de
Junio siguiente el presidente García Moreno aprobó la erección, el 13 de Noviembre la
legislatura asignó una anualidad de seiscientos pesos para el funcionamiento y exoneró a
la Academia del pago de franquicia postal. Las “Memorias” comenzarían a salir a partir
de 1876.
El 76 actuó como Consejero del presidente Antonio Borrero Cortázar para quien escribió
un Informe, oponiéndose a la petición efectuada por el club "Rocafuerte libertad de
estudios; cuyos miembros querían la convocatoria a una Convención Nacional para
derogar la Carta Negra o constitución garciana de 1869.
En 1887 publicó un texto de Geografía del Ecuador, que vio una segunda edición en 1888
y al aparecimiento de la Geografía y Geología del Ecuador del Dr. Teodoro Wolf en 1892,
se conoció que Cevallos había sido por muchos años aficionadísimo a la geografía del
país, recogiendo materiales para un Mapa y que con tal objeto había dibujado sobre hojas
aisladas las provincias de la república, con el fundamento del Mapa de Maldonado,
corrigiéndolo y completándolo con sus propias observaciones y con las de los geógrafos
modernos, que tuvo la amabilidad de poner a disposición del sabio alemán y con ello le
prestó un gran servicio, pues sus planos le sacaban en ocasiones de las dudas y le servían
para completar en muchos puntos las provincias del interior.
Casado, tuvo en su cuñada Teresa Vela Baca a Adriana Cevallos Vela, a quien criaron los
cónyuges Cevallos Vela como propia; con el andar de los años ella casó con el Coronel
Elicio Darquea, propietario de una casa esquinera en la García Moreno y Manabí situada
al lado de la iglesia de Santa Bárbara, donde finalizó sus días el historiador, pues carecía
de recursos.
Este gran ecuatoriano falleció tras corta enfermedad en Quito, el 21 de Mayo de 1893, a
la avanzada edad de 83 años, a consecuencia de múltiples achaques propios de la vejez,
que no de otra cosa, pues murió tranquilamente y sin enfermedad visible.
Su estatura era mediana, amplía la frente y la cabellera hirsuta, negra y algo nativa. La
tez blanquísima, nariz pronunciada, boca fina y aristocrática y mentón fuerte que le
confería una gran dignidad. Férreo en sus propósitos, disciplinado para el trabajo, buen
investigador de casos generales y de cosas particulares, pasaba por curioso y preguntón.
Excelente gramático en una época en que esa ciencia no tenía cultores.
Junto a Francisco Xavier Aguirre Abad, Pedro Moncayo, Juan Murillo Miró y Pedro
Carbo forma la primera plana de historiadores del Ecuador del siglo XIX,
lamentablemente sufrió el influjo de la época garciana que trastocó el buen gusto liberal
del país y por eso terminó siendo casi un reaccionario.
Cevallos era de carácter timido y por demás inestable y habiendo comenzado "Liberal y
divertido" como él mismo decía, terminó beato de misa diaria, rosarios, novenas y todo
lo demás, y hasta se hizo llevar el viático con campanilla "para que la gente supiera que
el liberalote de Pedro Fermín Cevallos se había convertido".
Ya ciego, se hacía conducir por su amigo Federico Donoso González a quien tenía por
cariñoso lazarillo, a las sesiones de la Academia ecuatoriana de la Lengua, hasta que
finalmente terminó por renunciar dicha presidencia, dada su imposibilidad física.